...Reachel:...
—¡Bingo! — Dijé cuando encontré la botella de vino que estaba buscando.
Volvimos con los demás.
— Madre creo que yo me voy a dormir. — Dijo Franco.
— Descansa mi vida.
— Mamá creo que también nos vamos. — Dijó Elliot.
— Pero si acabo de traer el vino. — Este aguafiestas de Elliot siempre se iba antes de las reuniones.
— Es tarde, falta poco para la inauguracion de la cadena hotelera y debemos trabajar.
— Pero están ebrios,¿por que no se quedan?
— Madre traemos a Emil, no te preocupes.— Se negó mi hermano.
— Está bien.
— Si no les molesta a mi me gustaría seguir bebiendo. — Santos me quitó la botella.
— Pues yo me quedo contigo, y que se vayan estos aburridos. — Me senté a lado de él y me sirvió vino tambien.
Habiamos tenido una discusión debido a que el me estaba confesando que estaba enamorado de alguien, no lo soporté y me enojé, ya lo hablamos y todo está bien, ya no continúamos con el tema.
Santos y yo somos como hermanos, nos conocemos desde niños y el vino a vivir a nuestra casa cuando su custodia quedo a cargo de mis padres por que sus padres murieron en un accidente cuando él tenía catorce.
— Señora fue un placer haberla conocido.— Se despidió el padre de Elena de mi madre
— El gusto fue todo mio.— Respondió ella.
Elena también se despidió todos terminaron por marcharse.
— Hija no vayas a beber demasiado. Santos te la encargo. — Se preocupó mi madre.
— No se preocupe señora yo la cuidaré.
Mi madre se marchó a su habitación y me quede sola con el.
—Lamento mi comportamiento. — Le dije.
— Ya quedó en el pasado ¿no? . — Sostenia la copa en su mano.
— De quien sea que estes enamorado te deseo toda la felicidad del mundo.
—Ambos estabamos recargados sobre el sofá.
Solo se limitó a dar un gracias.
Estuvimos mas tiempo bebiendo y riendo.
— Me habría gustado que se quedaran Elliot y tu a dormir. — Le dijé.
— Elliot esta pasando una nueva etapa, solo desea estar con su esposa y es normal. — Puse cara triste. — Pero yo puedo quedarme si quieres.
— ¿De verdad? — Pregunté feliz.
Asintió con la cabeza. Me recosté en su hombro.
El dio largo suspiro.
— ¿Que te pasa? — Volte hacia arríba para observarlo.
— Na… — Se quedó quieto cuando su rostro quedó muy cerca del mío. Vi su mandíbula tensarse y tragó saliva.
Nuestras miradas se cruzaron, nuestras narices se estaban rozando, podia sentir su aliento a vino en mi rostro.
Nuestros labios terminaron por tocarse, no hubo movimiento de labios pero duró unos segundos.
Nos apartamos sobresaltados, el se pusó de pie.
— Aaah, aaah. — Se movía de un lado a otro.
— Ya me voy a dormir. — Me levante tratando de escapar de la situación.
— Si si, esta bien.
Me dirigí a mi habitacion.
Me desperté, ya había amanecido, otra vez había soñado con la vez que Santos y yo nos besamos.
Después de desayunar comence ayudar a mi cuñada Elena con una sorpresa que prepararía para a mi hermano Elliot, el de ayer se enteró que estaba embarazada.
Me encontraba colocando unos pequeños pies de bebé en el suelo, subi un poco a la párte de la escalera para seguirlos colocando.
Santos llegó en ese momento, el no me vio pero yo si pude verlo desde donde estaba. El hombre que me robaba los suspiros.
Lo detalle desde mi lugar cuando Elena paso junto a mi para ir por unos documentos, el comenzó a revisar su telefono.
Traía un traje negro sin corbata. Su piel estan broceada yo se que es por que le gusta hacer ejercicio al aire libre, su barba rebajada que me hacía delirar, además de sus ojos aceitunados que me encantan.
El no me había observado.
En eso llego mi madre.
— Señora Aurora. — La saludó el.
Yo ya no vivía con mi madre desde hace tiempo debido a que ya era muy difícil vivir con mi hermano Franco. Así que me mude a casa de Elliot y su esposa en lo que encontraba un lugar que me gustara.
Mi madre parecia extrañada un poco por la decoración de la casa.
Desvió su vista a la nota que estaba sobre la mesa y la tomó, Elena venia de regreso.
— ¿Estas embarazada? — Le pregunto mi madre con la nota en la mano.
— Así es señora.
— ¿De Elliot? — Note que Elena se contuvo de responderle a mi madre.
— ¿De quien más podría ser mamá? — Le pregunté molesta.
— Solo, quería asegurarme.
— ¿Elliot va a ser papá?— Le pregunto Santos a mi cuñada.
Ella asintió con la cabeza.
— Por eso estaba tan raro el desgraciado. — Dijó como si algo hubiese tomado sentido.
—Hoy voy a darle la noticia les pido por favor que guárden el secreto.
El padre de Elena llegó de pronto a toda prisa.
— Hija debes ver esto.
Mi padre encendió el televisor.
Todo nos acercamos.
“El avión privado donde venía el empresario, Elliot Zenón a tenido un accidente, el avión se ha desplomado mar abajo, se dice que pudo haber sido una falla técnica, aunque aún no se sabe con certeza. En el avión venía el empresario, su secretaria, dos pilotos y dos sobrecargo. Hasta el momento sólo se han encontrado los cuerpos de una sobrecargo y los dos pilotos. Seguimos en espera de más noticias”
Romina que venía del jardin en ese momento, soltó el jarrón con Flores al ver que Elena iba a desmayarse.
Santos quien estaba más cerca de ella alcanzó a sostenerla antes de que cayera.
...****************...
Toda esta semana se ha llevado a cabo la búsqueda de mi hermano Elliot, hoy porfin nos dijeron que la búsqueda se ha detenido y que lo han dado por muerto.
Franco no podia esperar a quedarse con la presidencia, así que programó la lectura del testamento de Elliot y de mi padre para el día de hoy.
Me vestí de negro, puesto que estaba de luto por mi hermano, mi madre también.
Santos llegó por nosotras y fuimos por Elena.
Cuando llegamos ella estaba en el jardin perdida en sus pensamientos.
— Elena— La llame. — Venimos por ti.
— ¿Para que? — La esposa de mi hermano tenía su mirada triste y su ojos cristalizados.
— Han tenido que suspender la búsqueda. — Dijó Santos.
— Pero ¿por que? Tal vez esté por ahí necesitando ayuda, no pueden simplemente dejar de buscar.
— Elena ya peinaron la zona, el mar, tal vez nunca lo encuentren.
— ¡Pues me niego, me niego rotundamente! — Se me hizo un nudo en la garganta al escucharla.
Era entendible su dolor, estaba embarazada y acababa de perder a su esposo.
— Ofiacialmente los han dado por muertos. — Pronuncié con dificultad.
— No. — Se negó al borde del colapso.
— Elena tienes que tranquilizarte por tu bebé, puede hacerle daño. — La abrace y una lágrima se derramó por mi mejilla.
— No voy a poder aceptarlo, no miéntras no tenga su cuerpo frente a mi. Simple te no puedo aceptarlo.
— Elena tranquilízate por favor.
— Vinimos por ti por que hoy sería la lectura del testamento de Elliot. — Le Dijó Santos.
— No me importa, no se debe leer por que el va a volver.
— Claro que si, mi hermano va a volver, solo es para ver que pasará en este corto tiempo en lo que él vuelve. — Le seguí la corriente para convencerla de acompañarnos. — Solo es para que sus cosas no estén sin atenderse por este tiempo. ¿Si ? Acompañamos por favor. — Pedí de manera dulce.
Asintió con la cabeza.
...****************...
— ¿Que esta haciendo el aquí? — Preguntó Elena furiosa al ver a mi hermano Franco sentado en el estudio.
— Relájate, solo vine a que me entreguen la presidencia y después. — Trono los dedos.— Me voy.
— ¿Debes estar muy feliz de que tu hermano no esté verdad?— Le reprocho.
Franco había hecho unas cosas desagradables y tenía sus roces con Elliot y Elena, es por eso que ella no lo quería ahí.
— Te has vuelto loca, por supuesto que me duele lo que le paso a mi hermano. — Ni Franco creía sus propias palabras.
— Señores por favor, estamos aquí en memoria del señor Elliot, para hacer cumplir su última voluntad, no debemos discutir. — Puso orden el notario.
— Elena vamos a sentarnos.
Tanto Elena, Santos y yo, tomamos asiento, Mi madre y Franco ya se encontraban sentados junto con el notario.
— Nos encontramos aquí reunidos para dar lectura al testamento de del señor Elliot Zenón. — Comenzó el notario.— Yo Elliot Zenón en pleno uso de mis facultades mentales, hago constar que mis bienes serán heredados por mis hijos futuros.—Si al menos el se hubiese enterado que su esposa esta embarazada. — Si al momento de mi muerte, estos no existen, mi única heredera será mi esposa o señora, Elena Zenón o Elena Lujan cualquiera que sea el apellido que está porte al momento de la lectura.
Evidentemente Elliot lo estipuló así por si se le ocurría a mi madre o a Franco impugnar su testamento, alegando que Elena no es en realidad su esposa.
Franco comenzó a reír. — Te sacaste la lotería, al final el resultado fue el que se esperaba al principio. — Elena estaba apunto de irse a la yugularla de Franco, mi hermano en verdad era exasperante.
— Si esta decide aceptar la herencia, deberá garantizar de por vida, el sustento de la señorita Reachel Zenón y la señora Aurora Zenón. — Mi hermano siempre pensando en nosotras. — Nombró al señor Santos Bianco albacea, quien a su vez debe seguir apoyando a la señora Elena en los negocios y colaborando con ella, además de instruirla para que pueda hacerse cargo.
Era entendible que mi hermano le dejara todo a la mujer que amaba.
El notario prosiguió hacer lectura de los bienes y deudas, Elliot poseia una gran fortuna, se podia decir que era casi el dueño del país.
— Y a mi no me dejó nada el infeliz. — Dijó Franco una vez que el notario terminó de leer el testamento.
Era un maldito sinvergüenza.
— Franco por Dios es tu hermano, por quien estamos de luto. — Lo reprendió mi madre.
— Como sea, ya vayamos a lo que me interesa, la presidencia de la empresa. — Se dirigió al notario fastidiado.
Franco y Elliot siempre han peleado por la presidencia de la empresa, pero Franco tuvo que aguantarse ya que mi padre dejó dicho en su testamento que sería Elliot quien la tomaría. Me alegraba ser mujer y ser la menor para no estar inmiscuida en esa pelea sin fin. Aunque si quiero trabajar ahí, no tanto por querer algún beneficio de esta, sino por lo que está habia significado para mi padre en su vida.
— Por supuesto.— El tomó otros papeles, leyó la párte donde Elliot quedaba como único heredero del testamento de mi padre.
— Esa párte ya la sabemos, vayamos a la párte donde dice que tendré la presidencia. — Pidió Franco impaciente.
— Claro.— El notario se aclaró la garganta con vergüenza. — En el caso de que el señor Elliot rechace la presidencia y todo lo que esto conlleva, o si el ya no se encuentra con vida, será la señorita Reachel Zenón, quien tome dicho cargo, quedando como la heredera Universal, con los mismos derechos y obligaciones que el señor Elliot hubiese tenido al heredar esto. Asegurando el sustento de por vida de su madre la Señora Aurora Zenón y el señor Franco Zenón.
— ¿Que? — Se levantó Franco indignado. Golpeó la mesa. — Esto es un atropello.
No pude disimular mi sorpresa, vi a mi madre y estaba igual de sorprendida que yo, Elena tenía una pequeña sonrisa al ver a Franco tan enojado y Santos, el no estaba para nada sorprendido.
— Señor Franco no he terminado. — Dijó el notario.
— Pero si esto es una maldita estupidez, como va poner a esta antes que a mi. — Como siempre haciéndome menos.
— Franco por favor serénate. — Pidio mi madre.
— ¿Como me pides que me calme, si el vegete hasta después de muerto me sigue haciendo la vida miserable?
— Respeta la memoria de tu padre, el era sabio y sabia por que tomaba las decisiones que tomaba. — Defendió mi madre a mi difunto padre.
— A mi me corresponde más que a ella mamá.
— Le corresponde lo mismo. Si tu padre así lo decidió fue por algo, así que ya serénate. — Me defendió mi mamá.
— No pienso quedarme a que me sigan humillando. Maldito viejo ojalá se esté pudriéndo en el infierno.
Tiro la silla hecho furia y salió de la sala.
Ya no me sorprendia en absoluto este comportamiento de mi hermano.
— Mamá ¿tú sabías algo de esto? — Le pregunté a mi madre.
Sentí una pequeña emocion de que papá haya creído en mi para tal trabajo.
— No no sabía.
— Solo me preocupa no poder hacerlo bien. — Era una responsabilidad muy grande, la cual mi hermano Elliot hasta ahora había hecho excelente, incluso después de su accidénte en el que había perdido la memoria.
— Tranquila, te apoyaré para que lo hagas bien.— Santos me tomó de la mano y le sonreí.
— Si me permiten seguiré dando lectura. — El notario prosiguió con la lectura de bienes y deudas. — Por último hay una condición que la señorita Reachel debe cumplir. — Me extrañe. ¿condición?— La señorita Rechel, para poder acceder a la presidencia y todos los bienes, debe contraer matrimonio en un lapso no mayor a una semana de haberse leído este documento.
— ¿Que? — ¿Acaso esto era una estúpida broma?
— De no ser así, todo pasará a una asocion benéfica y solo quedará lo nececsario para que la señora Aurora pueda vivir cómodamente sus últimos años de vida.
— ¡¿Pero que clase de broma es esta? — Me quejé — Mamá ¿tu lo sabías?
— No hija estoy tan sorpredida como tú.
— ¿Como se le ocurre a mi padre poner semejantete condición? ¿Tenia demencia senil acaso? . — Yo no pude controlar mis palabras.
— Reachel. — Me regañó mi madre.
— Perdón mamá, no es mi intensión faltar a la memoria de mi padre, pero ¿es que acaso estaba demente? — Cada vez estaba más cabreada. — Eso es machismo mamá ¿por que a Elliot no le pidió lo mismo?
— Si lo hizo.— Respondió Santos. Mi mirada se desvió hacia el. — Tu padre le dió las mismas condiciones a Elliot, solo que a el le dio cinco años para casarse.
— No puede ser. — Me deje caer en el asiento. — ¿Por que no sabíamos nada de esto?
— Lo de las condiciones se las habían leído a Ellot en privado, el iba a renunciar a la presidencia este año para que tu la tomarás, pero después llego Elena siendo su esposa, creí que el se había casado con ella antes del accidente recapacitando para quedarse con la presidencia, pero ya sabemos que no fue así, no se que decisión iba a tomar respecto a la presidencia, pero nunca supimos que si tú llegabas a tomarla tratarían de imponerte un matrimonio. Esto solo se te leería a ti en su momento.
Toda la felicidad que sentía hace un momento por ser tomada en cuenta para la presidencia se había ido por la borda.
Derrame una lágrima.
— No sé si aceptaré esto.— Me limpié.— Jamás esperé esto de mi padre.
— Señorita Reachel, tiene una semana para decidirse. — Comentó el notario.
Tomé mi bolso y salí de ahi.
...Santos:...
Sentí que el mundo se venía encima cuando escuché al notario decir que Reachel debia casarse. Aunque estaba molesta yo la conocía bien, sabía que era capaz de casarse con tal de no perder la empresa de su padre. Era entendible ella había basado toda su vida en ser la mejor para ser digna de trabajar ahí.
Trate de comunicarme con ella, pero me fue muy difícil, no respondía su telefono y ya la había buscado en los lugares a los que ella iba cuando se molestaba, no estaba en ninguno.
Tampoco estaba en casa de Elena cuando pase a dejarla ¿en donde estará? De pronto lo supe.
Me fui directamente a casa de la señora Aurora, la cenizas de su padre se encontraban en un altar en el jardin de la casa.
No había pensado en que estaría ahí por que ella no quería volver, pero sabía que necesitaba encarar a su padre aunque él no le reponda.
Pase sin avisar, esta tambien fue mi casa y nunca ha sido un problema que llegue sin informar antes.
Cuando entré, lateral a la entrada hay un pequeño salón, ahí se encontraban Franco y el molesto de Edgar Bolat. Me extraño que estuviera aquí, pero últimamente se le ve mucho juntos, tal vez estén realizando algún negocio juntos, ya que no pudieron convencer a Elliot.
“Ay Elliot amigo”. Me dejaste mucho trabajo aquí.
Fui directamente al jardin, al altar de mi segundo padre el señor Salvador Zenón.
Cuando llegue efectivamente Reachel estaba ahí.
— Por fin te encuentro.
Ella estaba incada frente a la foto de su padre.
Se giro para verme.
Tenía sus hermosos ojos verdes cristalizados.
— Tu conociste a mi padre, sabes que siempre fue un hombre justo, nunca me impuso nada, siempre me dejó tomar mis propias decisiones, pero… — Miro su foto de nuevo.— Toda mi vida la he dedicado para poder trabajar en esa empresa, ahora no se que hacer.
— ¿Está tan mal si las cosas no pasan como tú quisieras? — Me senté en el pasto en diagonal a ella con los brazos sobre mis rodillas.— Quiro decir ¿Que tan malo puede ser si la empresa de tu padre pasa a ya no ser de la familia? Se que la mayoría de las acciones la manejaría otra persona pero aún está la párte de los demás socios y las mías, aún puedes trabajar ahí si así lo deseas.
Se giró para sentarse tambien de frente a mi. — Creo que… creo que siento la necesidad de demostrar que puedo con esto.
— No tienes que demostrar nada, puedes con ello, lo demuestras cada dia, solo mírate, estuviste convaleciente y eso no te detuvo de terminar la universidad, ni tus proyectos, ni nada. — Agregué.
Se quedó sopesando mis palabras.
— Tienes razón no vale la pena, aunque va dolerme mucho, no puedo perder mi libertad solo por la empresa. —Suspire aliviado, yo no soportaría verla casarse con alguien mas. — Podrías llevarme a casa de mi hermano.
— Claro. — Me levante y la ayude ponerse de pie.
Pisó en falso con su tacón, y cayó al suelo, me tomo desprevenido lo que provocó que no pudiera sostenerla y caí encima de ella.
Nuestros rostros quedaron uno frente al otro, nuestras narices se rozaron, pero me aparté de imediato, no podia darme el lujo de volver a cometer el mismo error que cometí hace unas semanas de besarla.
Me levante y volví ayudarla, la atrape de cintura y un escalofrío me recorrió el cuerpo.
— ¿Estas bien?
— Si si estoy bien, solo me tambaleé un poco.
— ¿Puedes caminar? — Pregunté preocupado.
— Si sin problema.
Ella comenzó a caminar y efectivamente no tenía problema.
Justo cuando pasó frente a mi dejó un rastro de su perfume, casi en automático lo olí cerrando los ojos. Me obligue a ir tras de ella.
Cuando entramos a la casa su madre nos interceptó.
— Reachel hija ¿podemos hablar?
— Estoy muy cansada madre, además, Santos va llevarme a casa.
— Por favor te lo pido. — Insistió Aurora.
Ella me observo.
— Si tienes que hablar con tu madre yo te espero.
Ellas fueron al Salón y yo me quedé en mi lugar, me di cuenta que no les molestaba mi presencia, por lo que me quede a escuchar.
— ¿Hija que has pensado? — Su madre la tomo de las manos.
— Es una responsabilidad muy grande madre, pero no es eso lo que me detiene y lo sabes, voy a renunciar a la empresa de mi padre. Lo siento mamá, pero no puedo perder mi libertad por algo como esto.
— Te entiendo completamente mi niña. — Paso una mano por la barbilla de Reachel.
— ¡Vaya! — Unos aplausos se escuchaban venir desde el salón lateral. — Hasta que por fin estamos de acuerdo en algo. — Franco hizo acto de presencia, lo seguí con la vista.
— No veo por que estas tan contento. — Estrecho los ojos su madre.
— Pues por que mi hermanita, al fin pensó con la cabeza y decidirá dejarme la presidencia.
Reachel le lanzó una sonrisa fingida y después le volteó los ojos.
Yo siempre trataba de mantenerme al margen lo más que podia para evitar problemas con Franco.
— Tu hermana no puede hacer eso, si no es ella ya no sera nadie, la empresa y los bienes pasarán a la beneficiencia y solo quedará lo suficiente para que yo viva mi vejez tranquila.
— Eso no puede ser cierto, por que ese viejo se empeñó en arruinarme la existencia. — Se enojó de imediatamento.
— Ay ya deja quejarte. — Su madre cada vez le tenia menos paciencia.
— No puedes dejar que la empresa se pierda ¿Que acaso no estan pensando con claridad? ¿Por que rechazarías algo así? — Se dirigió a su hermana.
— Tu padre le pusó una condición y ella no quiere cumplirla. Es entendible. — Le explicó Aurora.
— ¿Que condición?
— Tu hermana se tiene que casar. — El soltó su carcajada de desquiciado que tanto lo caracterizaba. — ¿Que te da risa? — Le preguntó su madre cansada de su comportamiento.
— Me da gusto saber que no soy el único al que ese viejo le esta arruinando la vida, aun después de muerto. — Su madre negó con la cabeza. — Debemos hacer algo, impugnar, alegar demencia que se yo.
Aurora pasó su dedo medio una y otra vez entre sus cejas cansada de escuchar a su hijo.
— Esto se puede solucionar de una manera muy fácil. — Bolat hizo acto de presencia.
— Señor Bolat. — Reachel le tenia mucho respeto a ese señor por lo que se pusó de pie.
— Mi pequeña Reachel. Veo que estás en un gran dilema.
— Pues no, por que ya decidí renunciar a la herencia. — Respndió ella.
— ¿Por que? Si este problema se puede solucionar de una manera muy fácil.
— ¿Cual? — Preguntó ingenua.
Ya me imaginaba yo por dónde iba este hombre.
— Solo nececitas escoger a un hombre de confianza, realizar un contrato si te hace sentir más segura y casarte solo en apariencia no tiene que ser una relación real.
— Pero tiene que ser real. — Dijó confundida Reachel.
— Así es, ante la sociedad, y ante la ley sera real pero ustedes sabrán que no lo es. Se pueden poner varias cláusulas que te dejen protegida por cualquier cosa.
— ¿Tambien íntimamente?— Preguntó ella.
— Mmm no. — Dudo el hombre. — Un mstrimonio para ser válido debe consumarse, pero para eso sera un hombre de confianza alguien, que nunca te tocará a pesar de no estar por escrito.
— Pero no tengo a nadie así. — ¿En verdad Reachel lo estaba considerando?
— Se me ocurre un candidato. — Maldito viejo asqueroso que no se atreva. Reachel lo vio expectante. — Yo . — Soltó de su inmunida boca y apreté mis puños.
— Se que es extraño mi niña, pero solo sería la firma, obviamente no habría nada entre nosotros, por Dios te quiero como a mi hija. — Soltó el sin vergüenza.— Además podría ayudarte a gestionar tu empresa.
Ella cruzó la mirada con su madre.
Por favor Dios dame fuerza para no matar a este hombre.
— Ta… tal vez funcione.
¡¿Que?! No puedo creerlo ¿Acaso Reachel se había vuelto loca?
Franco sólo observaba. Reflejaba un rostro de pensar lo que escuchaba. — Me parece una buena idea.
No no no no algo anda mal con estos dos.
— Un momento. — Me atreví a entrometerme. — Todos me observaron. — Si ese va a ser el caso. Reachel yo puedo casarme contigo.
Sus labios se separaron un poco por la sorpresa, era entendible ella me ve como su hermano.
Ni siquiera yo se de donde estoy sacando el valor para decir estas palabras.
— ¿A ti quien te dijó que podías opinar en este asunto? — Bramó Franco.
— Reachel se, que es extraño, pero no nececitas aceptar la propuesta de este hombre si estas considerando casarte, yo puedo hacerlo contigo, ya hemos vivido juntos, soy a quien más confianza le tienes. — Traté de convencerla.
— Muchacho ella nececitas a alguien con experiencia en los negocios, que le ayude.
— Ella puede hacerlo sola, pero si eso no lo convence, he sido el vicepresidente por casi cuatro años, quien mejor que yo para ayudarla.
— Bajo la sombra de Elliot .— Se atrevió a decir.
Sonrei incrédulo.
— Me sorprende su ignoracia señor, para ser tan bueno en los negocios. — Dijé.
— Ella nececisita de alguien que la apoye en dado caso de que caega en crisis.
— ¿Por que lo haría? La empresa es próspera, ella es capaz y si creyera en crisis ella saldría de ahí sin problema.
— Me refiero a alguien que tenga solvencia. — Movió sus dedos haciendo referencia alguien dinero.
— Edgar — Dejó su sonrisa al ver que lo llame por su nombre. — Por si no lo sabe, fui heredero de una generosa a herencia que dejaron mis padres, entre ello, el segundo mayor porcentaje de acciones en la empresas a que me a permitido tener la vicepresidencia, pero aunque esto es así, he admistrado mis bienes desde que tuve edad para hacerlo y lo he hecho de manera excelente, aun así no crea que me he confiado y tengo todos mis huevos de oro en esa sola canasta, no es así, he creado mi propio matrimonio, tengo mi propia fortuna, incluso me atrevería a decir que sobrepasa un poco la fortuna de mi querido amigo que ya no está entre nosotros. Pero no culpo, ya que yo no tengo que mantener parásitos despilfarradores. — Observe a Franco.
— Muchos de tus negocios eran con Elliot muchacho, quiero ver cuánto te dura tu dinero ahora que el ya no está.
— Mi buen amigo era excelente en los negocios, no lo negaré, pero soy responsable de mi propio patrimonio. — Me giré hacia Reachel. — Por favor acéptame. — Dijé casi como una súplica.
— ¿Que no se supone que es como tu hermana? — Argumentó Franco.
— Y no acaba de decir el que la quería como su hija. — Lo señale.
— No vas casarte con mi hermana. — Me encaró.
— Tampoco el.
Estabamos a un penique de que nuestras narices se tocaran.
— Ya basta. — Se colocó Reachel entre nosotros abriendo sus brazos. — Está es mi descision, nadie va a decidir por mi, yo soy la única que decidirá si me caso y quien lo haré, no tu Franco. — Después de giró para verme. — Ni tu. — Solo cruzamos miradas. — Ya, ya vamos.
Asenti con la cabeza.
— Reachel. — La llamo Bolat. Ella se giró para verlo. — Piénsalo mi niña.
Reachel no dijó nada y salimos de ahí.
Ella iba muy seria en el auto.
— ¿En que piensas? — Me atreví a preguntar.
— Me… me propusiste matrimonio.
— Se que es extraño, pero… — Dile dile que la amas. — Seguiríamos siendo los mismos. — Apreté el volante. — Dos hermanos.
Ella me observo de una forma que no supe descifrar.
— Tengo que pensarlo.
— Solo quiero decirte, que no confíes demasiado en ese hombre. — Me vio de reojo. — Tu hermano no confiaba mucho en el . — Se extrañó. — Y yo tampoco.
Solo asintió con la cabeza.
Santos Bianco.
Reachel Zenón.
...Reachel:...
— Reachel, Reachel. — Me llamó Catalina, sacándome de mis pensamientos.
No podia apartar mi pensamientos de la propuesta de Santos, ya habian pasado tres días y yo aún no tomaba una decisión.
— Reachel está un poco distraída. — Dijó Ceren con curiosidad. — ¿Acaso estas pensándo en Adrian?
— ¿En Adrian? ¿De verdad Ceren? — Resople disgustada. Había salido a comer cenar con ellas. — Hace mucho que ni siquiera lo veo.
— El otro día me buscó, dijó que te extrañaba. — Se encogió de hombros .
— ¿Como puedes siquiera mencionárselo? El le pusó el cuerno con Angélica. — La regaño Catalina.
— No sabemos si Reachel aún siente cosas por el.— Ambas me observaron,
— ¡Ay por Dios! No siento nada, creí que lo quería, pero la verdad es que ni me dolió que me pusiera cuerno, ya estaba pensando en terminarlo, me puso las cosas fáciles.
Al parecer quedaron convencidas con mi respuesta.
— Deberíamos de salir mañana a bailar. — Propuso Ceren.
— Me uno. — Dijó Catalina.
— ¿Y tu Reachel?
Otra vez me perdí en mis pensamientos.
— Reachel, Reachel. — Me llamó fuertemente Ceren. — ¿Que si irás mañana con nosotras a Bailar?
— Estoy de luto por mi hermano. — ¿Como se les ocurría algo así?
— Solo queremos hacerte sentir mejor. — Dijó Ceren.
Resople. — Está bien.— Me pusé de pie. — Chicas me voy tengo cosas que hacer.
— ¿Reachel que te pasa? ¿Estas bien?— Me pregunto Catalina.
— Si, las veo luego. Coloqué mi párte de la cuenta y me fui.
...****************...
Estaba en mi cama viendo hacia el techo.
¿Como iba aceptar a Santos si yo estoy enamorada de él? El lo dijó seríamos como hermanos.
En teoría no tiene nada de malo, no lo somos realmente. Estoy loca la gente siempre me pregunta por mis tres hermanos mayores.
Además el esta enamorado de alguien más, como podría atarlo a mi solo por ayudarme.
Me obligue a dormir, mañana hablaría con Elena, necesitaba a alguien imparcial.
...****************...
Al día siguiente encontré a Elena en en jardin. Le pedi hablar con ella y con gusto acepto, fue a preparar café y después volvió.
— Discúlpame si te molesto, sé que debes estar muy triste por mi hermano. — Ella no salía de casa, la desaparición de Elliot le había pegado duro, en realidad a todos.
— Está bien, sé que el va a volver. — Dijó mientras me entrega una taza.
— No sabía con quien hablar, necesitaba una opinión que no fuese la de mi madre o la de Santos y ni hablemos de Franco. Además con mis amigas, no me siento cómoda compartiendo esto. — Bebí nerviosa de mi taza.
— Debe ser una decisión muy difícil. Y más por que no tienes pareja o un posible candidato.
Comence a mover los dedos por la parte superior de taza.
— En realidad… si lo hay. — Me mordí el labio.
— ¿En serio? ¿Quien? — Se sorprendió.
— Pues este… — Tome un trago de café ni siquiera podia decirlo en voz alta. — Santos.
— ¿Que?
— Me propuso casarnos sólo por contrato, seríamos esposos en apariencia, pero en casa seguiríamos siendo los mismos de siempre.— Me apresuré a decir.
— ¿Y tu que piensas? — Me preguntó.
— No se. — Retire un mecho de cabello de mi rostro. — En realidad me lo propuso por que el señor Bolat también me propuso casarme con el, el señor Bolat me dijo que Elliot iba asociarse con el y que el podia ampollarme para llevar la presidencia.
Después de la propuesta me llamo para volver a plantearme la idea, aunque Santos me dijó que no confiara en el, que Elliot tampoco lo hacía, pero si Elliot no lo hacía ¿entonces por que el señor Bolat?
— Pero ¿Tu que quieres?
— El señor Bolat puede ser un gran apoyo, es decir sólo sería un matrimonio por conveniencia pero me apoyaría en todo y Santos no se. —negué con la cabeza.
— ¿Por que no sabes? ¿Pasa algo más que no me estás contando?
— Es que yo… — No sabía si decirle la verdad, necesitaba decirle alguien lo que sentía.
— ¿Tu estás enamorada de él verdad.?— Me sorprendí de que ella se haya dado cuenta.
Moví cabeza en afirmación. — ¿Tanto se me nota?
— Un poco, si.
— Con él abría sentimientos de por medio y cuando los sentimientos se involucran todo sale mal.
— Creo que deberías hablar con el de lo que sientes. — Por Dios no, no podría si quiera exponerle la idea. — Si te lo propuso fue por algo, creo que siente lo mismo por ti. — Sería posible. ¿Santos sentiría lo mismo por mi? — Además me parece un mejor candidato, vivió mucho tiempo con ustedes, estoy segura de ya conoces hasta sus malos hábitos, es hombre guapo y joven, en cambio el señor Bolat, te dobla la edad y no es muy apuesto que digamos, en los eventos sociales tendrás que presentarlo como tu esposo. — Me quede pensando en sus palabras. — Solo digo que si ya vas a renunciar a tu libertad, lo hagas por alguien por el que sientes aunque sea un poco de amor.
— ¿Y si algo sale mal? — Pregunté con miedo.
— Entonces deja que la empresa de tu padre pase a la beneficencia. — Sería lo mejor, pero no quiero hacerlo, en cuanto me dieron una pequeña solucion pensé en hacer lo posible por quedármela.— Habla con Santos, hagan acuerdos, pongan límites, es mi consejo, no se si sea el mejor, pero es lo que puedo decirte.
— Tienes razón, voy a decirle a Santos que si.
— Señora Elena, la señora Aurora está aquí. — Interrumpió Flor.— Su padre la recibió para cuando usted estuviera lista.
Que bueno que había venido quería informarle sobre mi decisión, pero parece que quería hablar con Elena primero.
— Gracias, en un momento voy.— Dijó Ella.
Le agradeci a Elena y regresamos del jardín a la casa, en el salón se encontraba mi madre junto al padre de Elena.
Ellas se marcharon al estudio y yo fui a revisar la comida a la cocina.
Cuando volvieron sus rostros estaban desencajados, incluso un poco pálidos.
— ¿Que pasó? — Me preocupé.
— Tu hermano me llamó, tu madre escuchó la conversación y nos hizo pasar un mal rato.
— Me imagino.— No pedí más detalles no deseaba hacerlas pasar por lo mismo de nuevo.
Inhale fuertemente para tomar valor. — Mamá, quería informarte que tomé la desicion de casarme y que lo haré con Santos.
Me sorprendí cuando mi madre sonrió sinceramente.
— Me da mucho gusto hija.
—¿De verdad? Creí que te molestaría.
— No, Santos es como mi hijo prácticamente lo críe desde que tenía catorce, se que es un buen hombre.
— Gracias mamá.
— No se cuales sean los motivos por los que te casas con el, aparte de la presidencia claro, pero tienes mi bendición.
No podía creerlo mi madre lo sabía. —¿Tu lo sabes?
—Eres mi hija, no puedes engañarme, se bien lo que sientes por el hace años.
Abrace a mi mamá, si ella estaba de acuerdo ya no me importaba mucho lo que pensaran los demás.
En la comida solo se escucha el ruido de los cubiertos en los platós, todos estos días nos han llevando a limite.
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No tenía ganas de salir con las chicas, pero ya había quedado con ellas. Además podia tomarlo como mi despedida de soltera pues me iba a casar.
No podía evitar emocionarme, pero debia estar traquila no era de verdad.
Tal vez tome valor y le confiese lo que siento.
Llame a Santos para que pudiéramos vernos, supongo que estaba ocupado, ha tenido que hacerse cargo de la empresa estos días el solo, es entendible que no tenga tiempo.
Cuando llegue al lugar donde iríamos a bailar, las chicas ya estaban ahí.
Tratare de ya no venir mas a estos lugares, aunque me encanta bailar ya no me encantaba venir y menos por el insistente de Adrian siempre me lo topaba.
A lo lejos vi a Romina, con el mismo grupo de chicos de siempre con el que ella se desenvolvía, era raro verla por estos lugares, si bien ya no peleábamos cada rato, aún estábamos lejos de ser amigas.
Recuerdo que dijeron que ella salvó mi vida cuando me dispararon, estaba en deuda con ella por eso, por lo que decidí llevar la fiesta en paz.
Además creo que se hizo amiga de mi cuñada.
Recordé cuando de niñas fuimos amigas, pero ella tuvo la culpa de que esa amistad se terminara.
Las chicas me hicieron una seña para que fuera hacia ellas.
Tome el primer trago y después de un rato comenzamos a bailar.
Cuando volví a la mesa me di cuenta que mi teléfono estaba sonando, por el ruido no lo había escuchado, era Santos.
Me aparte lo más que pude a un lugares donde la música no se escuchara tan alta.
— ¡Hola! — Respondí.
— Reachel Discúlpame no pude responderte.
— Está bien no te preocupes.
— ¿Querías hablar de algo?
— Mmm si quería que habláramos del matrimonio, ya sabes.
— Claro, tu dime cuando.
— Estoy con las chicas ahora, en donde siempre venimos a bailar, pero ya quiero irme ¿Te parece si vienes por mi y hablamos?
— Si esta bien, estoy cerca así que llegaré rápido.
— De acuerdo.
Colgué y resoplé.
Cuando me di vuelta me asuste, Ceren estaba detras de mi.
— ¿Cuanto tiempo llevas ahí? — Le pregunté sospechando que pudó haber oído algo.
— Justo cabó de llegar.
Menos mal.
Volvimos con Catalina, ella ya se veia notablemente ebria, de la tres era la que se ponía ebria más rápido.
— Se ve muy mal, voy acompañarla al baño. — Le informe a Ceren.
Comence ayudar a Catalina a caminar hacia el baño.
— Reachel tengo que confesarte algo. —
— Luego me dices, ven vamos a mojarte la cara.
— Es que después no se si tenga el valor de hacerlo. — Apenas entendía lo que decía.
— Dímelo entonces. — Solo quería que llegáramos al lavabo para hacharle agua.
— Estoy enamorada.
Me sorprendí, Catalina no había tenido novio hasta ahora, y siempre que le preguntábamos decía que nadie le gustaba.
— ¿Quien es? — Le pregunté feliz de que por fin alguien haya entrado en su corazón.
— Santos. — Mi sonrisa se borro.
— ¿Santos?
— Si, siempre he estado enamorada de él. — Por fin llegábamos al lavamanos. — No te lo había dicho por que eras muy celosa con tus hermanos, pero amiga, ya crecimos no podémos seguir igual.
— Claro. — Me limite a decir.
Ella vomito y la ayude, pero estaba muy mal. Le diría a Ceren que me ayudara llevarla a su casa.
Estábamos volviendo, cuando lo que vi me detuvo en seco e hizo mi corazón se hiciera añicos.
Santos y Ceren se estaban besando, ella tenía sus brazos rodeando su cuello y él tenía sus manos en sus brazos.
Catalina se cae de lo ebria que estaba y genera que las miradas de todos se dirijeran a nosotras.
Esto hizo que ellos se separaran y Santos se acercó imediatamente.
— ¿Están bien? — Me ayudó a levantar a Catalina.
— Ceren debo irme, nececito que lleves a Catalina a casa. — Lo dijé casi como una orden.
— Si esta bien. — Aceptó ella.
Una vez que Ceren se quedó con Catalina, yo tomé mi bolso, le dediqué una mirada molesta a Santos y salí a toda prisa de ahí.
Se fue detras de mi.
— ¿Oye estás bien?
— Si estoy bien. — No me detuve.
— Oye si es por lo que viste ahí dentro, puedo explicarlo.
— No necesito, que me expliques nada, entiendo perfectamente.
— Dijiste que hablaríamos del matrimonio. — Me tomo de la muñeca para detenerme y me gire bruscamente.
— Si, solo era para decirte que no me casare contigo.
— ¿Por que? ¿Por lo que acabas de ver? — Preguntó frustrado.
— Por su puesto que no.
— ¿Entonces por que? — Me encaró.
— Por que eres mi hermano ¿ por que mas? — Le solté de golpe.
Maldita sea. Yo no lo consideraba de esa manera.
Asintió con la cabeza resignado.
— Te llevo a tu casa.
— No. — No quería estará con el, estaba apunto de llorar y no quería que me viera.
— ¿Y como te irás?
Maldita sea le dijé Emil que volvería con las chicas.
Desvíe mi vista y Romina venia en dirección hacia nosotros, tal parece que ella también ya se iba.
— Me voy con Romina. — La tome del abrazo atrayéndola.
— ¿Con Romina? — Levantó sus cejas obviamente se dio cuenta que yo había improvisado.
— Si ¿Verdad? — Le dirigí una mirada a la morena.
— Si. — Me siguió ella. — De hecho ya llegaron por nosotras. — Un auto se estacionó frente a nosotros.
El hombre bajo y nos abrió la puerta para entrar.
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