Mi Pequeña Dragón
prólogo
El corazón de Freen nunca latió como el de los demás.
Desde que nació, su madre lo supo. A veces, el sonido era irregular, suave como un murmullo en plena tormenta. Otras veces, parecía detenerse por segundos eternos. Los médicos lo llamaron cardiopatía congénita severa. Su madre, en cambio, decía que Freen tenía un corazón especial… uno que esperaba encontrar el ritmo correcto cuando conociera a la persona adecuada.
Freen nació con cabello blanco como la nieve más pura, y unos ojos grises salpicados de destellos rojos que variaban con el paso de los años. A veces más encendidos, otras casi apagados. Su madre decía que eran el reflejo de su alma.
Becky, por su parte, creció en otro mundo. Uno de números, de lógica, de tecnología. La niña prodigio que construía cosas cuando otras aún jugaban con muñecas. Nadie imaginaba que un día, esa CEO brillante y segura de sí misma perdería la razón por una chica frágil, una con el tiempo contado… una con alma de dragón.
Y mucho menos imaginaron que otra, una sombra del pasado llamada Tara, convertiría el amor en una guerra silenciosa.
Esta historia no es solo de amor.
Es de decisiones. De destino.
De una pequeña dragón que solo necesitaba un corazón que pudiera sostener el suyo
Nueva novela espero que le guste gracias no olviden de seguir leyendo la otra espero que la disfrutes
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capitulo 1 el primer latido
Capítulo 1: El primer latido
Año 2010.
Freen tenía 5 años. Vivía con su madre en una pequeña casa entre montañas, lejos del ruido y de la gente. Su madre, Aileen, era enfermera retirada, pero con manos cálidas que sabían exactamente cuándo sostener y cuándo soltar.
Aileen
¿Duele, mi amor? (preguntaba ella cada mañana mientras le ponía el estetoscopio en el pecho.
Freen negaba, aunque a veces sí dolía. Pero no quería preocuparla.
Solo se abrazaba a su peluche de dragón azul y miraba por la ventana
Freen niña
Mamá… ¿por qué mis ojos son raros?
Aileen le sonrió y se inclinó para besarle la frente.
Aileen
Porque tú no eres de este mundo, pequeña dragón. Eres especial. Tu corazón también.
Desde ese día, Freen empezó a creerlo. Que tal vez era un dragón dormido en cuerpo de niña.
Aquel mismo año, en otra ciudad, una niña llamada Becky desarmaba radios viejos y los convertía en robots parlantes. Su padre, ingeniero, le celebraba cada avance. Su madre, ausente casi siempre, se limitaba a dejar notas frías sobre la mesa.
Becky, aunque brillante, se sentía sola. Hasta que un día, en una feria científica infantil, conoció a una niña extraña, de cabello blanco y mirada intensa. Freen
Becky niña
¿Eso es… un dragón de juguete con luces? (preguntó Becky, interesada por el muñeco en brazos de Freen.)
Freen niña
Se llama Bleu (respondió Freen, abrazándolo) Protege corazones rotos.
Becky la miró.
Algo, en ese momento, hizo clic.
Tal vez su robot ya no era lo más interesante de la feria
Pasaron los años.
El corazón de Freen empeoraba, y su madre comenzó a buscar alternativas médicas en secreto. Mientras tanto, Becky ascendía como estudiante estrella, y nunca olvidó a aquella niña de ojos rojos apagados.
El destino las volvería a unir, pero no sería fácil.
Porque cuando el amor finalmente despierta… también
despiertan los monstruos.
Y uno de ellos se llamaba Tara.
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Capítulo 2: Corazones en silencio
Capítulo 2: Corazones en silencio
La habitación del hospital olía a desinfectante y soledad.
Las paredes eran demasiado blancas, demasiado frías para una niña que soñaba con dragones y nubes de algodón. Freen yacía en la cama, conectada a monitores que sonaban como campanas tristes. Su pequeño pecho subía y bajaba con dificultad. A veces, se detenía unos segundos, lo justo para que una enfermera corriera. Lo justo para que su madre perdiera el alma en un suspiro.
Aileen no se movía del lado de su hija.
Freen niña
Estoy bien, mamá (susurraba Freen, aunque no lo estaba).
Aileen le acariciaba el cabello blanco con ternura. Lo trenzaba en silencio, cada nudo una promesa. Promesa de aguantar. De pelear. De no rendirse.
Aileen
¿Recuerdas la historia del dragón dormido? (le preguntaba Aileen cada noche)
Aileen
Exacto. El dragón tiene un corazón herido… pero un día, alguien vendrá y lo despertará. Y su corazón volverá a latir fuerte. Más fuerte que nunca
Freen cerraba los ojos, soñando con eso.
Con ese “alguien”.
Y mientras dormía, Aileen lloraba en silencio, pidiendo al universo que su hija llegara a ver su próximo cumpleaños
La casa de Becky siempre estaba llena… de cosas, no de personas.
Paredes con diplomas, premios de robótica, planos electrónicos. Pero pocas fotos familiares. Su madre viajaba constantemente por trabajo. Dejaba regalos y notas, pero nunca abrazos. Becky aprendió a no esperar más de lo necesario.
Becky niña
Papá, ¿mamá no viene esta semana tampoco? (preguntaba con voz apagada mientras ajustaba un brazo robótico con su soldador de juguete.)
El padre de Becky, Andrés, se arrodillaba a su altura.
Andres
Tu mamá es muy ocupada, corazón. Pero yo estoy aquí, ¿sí? Siempre estaré
Andrés no era perfecto, pero era todo para Becky. Le enseñaba a programar, la llevaba a ferias científicas, le cocinaba macarrones con queso aunque no supiera hacerlo bien. Era un hombre de ciencia, pero entendía que su hija necesitaba algo más: presencia
Becky niña
Un robot no puede amar, ¿verdad? (preguntó Becky un día, mientras ajustaba sensores de temperatura en uno de sus proyectos.)
Andres
No. Pero tú sí puedes. Y algún día, vas a amar a alguien tanto, que todo lo que construyas no será suficiente para protegerla
Becky no lo entendía aún.
Pero esas palabras se quedaron en su mente.
Esperando
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