*Niña buena
El frío cala mis huesos, me aferró contra mi cuerpo que está helado por el frio, hace días no pruebo bocado. Estoy en este lugar olor a humedad, en penumbras, soy sensible a la luz, los sonidos me aturden, todo me asusta, estoy aterrada, se que a la noche cuando todos duermen el cuco se hace presente, ha sido así desde que tengo memoria.
Pasó mucho tiempo durmiendo, es como si no pudiera controlar el sueño.
Me acurrucó debajo de mi manta, su respiración agitada la puedo oír, el olor que emana de transpiración combinada con colonia barata es fuerte y picante para mí gusto.
Abrazo contra mi pecho, mis rodillas, al estar en forma fetal, para que mi corazón no quiera salir.
Puedo sentí su peso sobre mi cuerpo, me duele, me aplasta, su aliento a alcohol traspasa las mantas.
Ruego cerrando los ojos fuertes para que se vaya.
"Por favor vete, soy una niña buena, vete"
Siento que se levanta y puedo respirar, sus pasos se alejan, y eso me tranquiliza, sobrevivo una noche más.
En mis sueños siempre busco una salida, pero está habitación no tiene puertas, la humedad de las paredes las siento en la palma de mi mano.
A la mañana me despierta esa señora con aroma a fritura, que se supone es mí abuela materna, pero no tiene nada de amor hacía mí, sus manos regordetas me estiran mi larga cabellera para alisarla de algún modo, sin dejar de regañarme.
"SOLO POR SER NIÑA BUENA SIGUES AQUI"
"SI NO LO ERAS SERIAS COMIDA DE CERDOS"
"HAZLO BIEN ESTA VEZ, SOLO DEBES VERTE BIEN"
"TRATA DE SONREIR PARA EL SEÑOR CARDOZO JOSE "
Me dice vistiendome de manera brusca, como si la tarea la fastidiara en gran medida.
Me lleva a los jalones, las voces de otros niños vienen a mis oídos, no abro los ojos, o solo miro el piso, siento que si les miro a la cara me quemarán.
Me sienta de sopeton en una silla de metal fría, lo siento en mis piernas, el vestido que me puso es corto.
"ES FLACA, NO SERVIRÁ"
Escucho la voz grave de un hombre, como si de mi hablara.
Siento que debo irme de aquí, escapar, estar en otro lugar no haría la diferencia, aquí no me dan de comer, solo cuando se supone cumplí con la tarea encomendada, pero eso no pasará, según él que hablo soy pequeña.
"EN LA OSCURIDAD SERVIRÁ"
Escuché decir a esa mujer, que ni merece que la llamé abuela, que me sostiene del brazo y sus uñas se clavan en mi piel hasta rajar la carne.
"TRAE OTRA"
Le ordeno severo, el señor.
Me lleva arrastrando a toda prisa, no me permite dar un paso por su manera brusca que me trata.
"MALDIGO EL DIA EN QUE NACISTE"
"NO VEO LA HORA DE DESHACERME DE TI"
"A BUENA HORA MI HIJA DESOBEDECIÓ, AL SALIR DE NOCHE Y LA TOMO EL POMBERO"
"O ESO DICE ELLA"
"QUIEN SABE"
Dijo con fastidio regresandome del hueco de dónde me saco.
¿QUIÉN SERÁ EL POMBERO?
¿ES EL QUÉ ME VISITA DE NOCHE?
¿LE DIRAN ASI A MI PADRE?
SI TENGO UNO ¿POR QUÉ NO ME LLEVO CON ÉL?
Al parecer nadie me quiere.
"FUEGO"
"FUEGO"
Escucho que gritan, me incorporo apenas tanteando las paredes en la oscuridad, todo se siente pegajoso y húmedo.
Suspiro volviendo a mi rincón, sentandome sobre ese viejo colchón que huele muy mal.
Abrazo mis rodillas y lloro en silencio, no deben escucharme hacerlo o los enfadara peor.
Se escuchan gritos, corridas, nada fuera de lo común a mi parecer, siempre a sido así en este lugar.
Las únicas veces que me sacaron para disimular ser una familia normal, era cuando venían unos señores de traje y le hacían preguntas de cuantos vivian aquí, si había baño y agua potable.
Mi madre jamás me quiso, me dejó bajo el cuidado de mi abuela que de por sí tenía sus propios niños. Por lo poco que escuchaba de sus conversaciones la que era mi madre, era la hija mayor de ella, una adolescente rebelde, que solo cuando se preñaba venía a dejar su bastardo aquí.
Por lo que deducía que los otros niños eran hermanos míos o no, la verdad nunca me aclararon nada.
Mi abuela cada vez que tenía oportunidad acomodaba a los niños con familias que estaban dispuestas a pagar por ello.
Conmigo no tenía esa suerte, como no tenía la imagen regordeta y saludable como los demás, creían que estaba enferma por lo que no me llevaban.
Lo que nunca entendía era el porque siempre me ponía un gorrito para tapar mi cabello, me colocaba unas gafas oscuras y me daba un palito, me enseñaba que lo mueva de un lado a otro.
Pero esta vez se tomó el trabajo de arreglarme, ponerme un vestido blanco, y hasta me puso color en las mejillas y los labios. Y ni aún así me llevaron.
Imaginaba que estaría muy furiosa, por lo que considere que era mejor no decirle que tenía mucha hambre, solo trate de distraerme con la fruta pequeñita roja, que provenía de un rincón de una plantita, no se si será venenosa, pero era dulce.
Después de un rato los gritos se calmaron, me quedé dormida por la misma debilidad que sentía, sabía que la frutita pequeña no era suficiente.
Un ruido estruendoso, de que algo cayó donde estoy, me despertó, una claridad que se formó por el agujero que produjo lo que atravesó el techo, ilumina a un señor desplomado en el suelo.
Me asusto ver eso.
"Murió" pensé.
Me incorporo despacio y me aproximó a tocarlo.
"Tiene sangre en su frente" retumba en mi cabeza.
Se de golpes, de cortadas y como curarlas, aprendí por mi misma.
Si me pasaba mi abuela me decía.
"Tu te lo hiciste, tú te curas, con llorar no lo solucionas"
Por lo que diviso un pañuelo en su bolsillo y le apoyo en su frente para que deje de sangrar.
"La sangre debe quedar en el cuerpo o de lo contrario se muere".
Eso me dijo mi abuela.
Lo que debía salir era la "orina" y las "eses".
Fue lo poco que me enseñó mi abuela, entre sus reproches hacia mi persona.
El señor gime abriendo los ojos, me quedo mirando fijo, abrió grande los ojos. Me corrí asustada, regrese al rincón oscuro donde estaba.
Se enderezó sentándose en el mismo lugar donde estaba.
"VEN, NO TE HARE NADA"
Se dirigió a mi.
"¡ESTAS BIEN!" Escucho que le grita otro desde arriba.
"HAY ALGUIEN AQUI" Le respondió gritando fuerte.
"ESPERA YA BAJAMOS" Le dijeron
Veo que al rato baja uno de rojo, su pelo cubierto con un gorro rojo.
"QUE PESTILENCIA" Exclamo tapándose la nariz.
"ESTA HACIA ESE RINCON" Le señalo el que había caído.
"¿VOS CÓMO ESTAS?" Le pregunto el señor de rojo.
"BIEN, SOLO FUE UN GOLPE, FIJATE AHI" Le señala
Iluminan hacia mi rincón, me cubro la cara, la claridad no soporto.
"OH POR DIOS, SOBREVIVIO UNA" Exclamo el de rojo.
Veo que se aproxima el de rojo y corro, no se de donde saque fuerzas, pero del miedo lo hago y me atrapa el otro.
"TRANQUILA, NO TE HAREMOS NADA, SOMOS OFICIALES, MIRA, MIRA TEN", Me dice agitado tratando de calmar mi resistencia y me entrega una cosa de metal brillosa redonda.
"VES" Me dice agitado.
Cuando siento que el otro se aproxima, grito de una manera que le hago doler los oídos.
"¡ALEJATE, LA ALTERAS!" Le indico el que había caído y me abrazo a él ocultando mi rostro en su cuello, su aroma me agrada, no es como los que solían frecuentar aquí.
"SI QUE TIENE PULMONES, LLEVALA TU" Le indica fregandose los oídos.
"FUE DIRIGIDO A VOS EL GRITO, A MI NO ME AFECTO" Le contó el otro.
Él se sujeto por un tipo soga, dónde enredo su pie y su brazo, mientras yo iba aferrada a su cuerpo.
"LA LLEVAS BIEN" Le pregunto el de rojo.
"SI, NO PESA" Le responde
Al llegar afuera me quedé sorprendida de la escena. Todo estaba quemado, solo se veía hilos de humo, estaba todo negro, y dónde yo estaba era un cuarto bajo el piso donde me tenían castigada siempre por no hacer bien lo que me pedían.
Cuando me sacaron completamente, los perros empezaron a enloquecer, ahora comprendía la razón del porque me tenían lejos de la luz, a mi abuela le molestaba que los perros ladraban por mi culpa, ella lo veía como una molestia, y yo sentía que se alegraban por verme.
Él me bajo, y corrió mi largo cabello de mi rostro, al descubrir mi cara todos me miraban con la boca abierta.
"Se ve que soy horrenda para que se sorprendan así". Pense
"El color de sus ojos, es como ver el cielo infinito", expreso uno
"¿Dónde la encontraste ?" Se aproximó uno para tocarme y me prendo por mi salvador ocultando mi cara.
"ALEJATE, LA ASUSTAS" Lo reta.
"DEBES HACERLA VER CON EL DOCTOR, POR SI ELLA SUFRIO LO QUE PASABAN LOS DEMAS" Le dijo otro de ropa color azul.
"VAS A TENER QUE LLEVARLA, NO SE DESPEGA DE TI" Le dijo otro.
"DE PASO TE HACES VER ESE CORTE" Le indico otro.
"VAMOS TE LLEVO AL DOCTOR" Me dijo
Me llevo hasta un vehículo, no quería entrar, siempre que llevaban a un niño al doctor desaparecia.
"TRANQUILA, ESTAS A SALVO CONMIGO" Me dijo.
Me llevo hasta el interior y me acomodo en la silla atandome contra ella, se ve que no quería que me escape.
"Tal vez ya sea mi hora", pensé preocupada.
Llegamos a una casa que estaba en una esquina poco iluminada.
"ESPERAME" Me dijo bajando del auto.
Dónde iría, me tenía presionada con esa cinta negra contra el asiento que se estiraba pero regresaba contra mi cuerpo, divise como estaba atada, la estire más y logré salir de su presión.
De golpe él abre la puerta y me alza en sus brazos.
"Está mi amigo" me susurro.
Sentía miedo, no sabía que podía esperar, pero al ver sus ojos sentía confianza, por alguna extraña razón sentía que podía confiar en él.
"Nico es ella" escucho que le anuncia a alguien.
"Muéstrame tu rostro" me pide.
"Hay mucha luz" susurro en el oido de mi benefactor.
"La luz, le molesta, debe ser por estar mucho tiempo en penumbras", escucho que le dice.
"Bueno Franco, dejaremos solo esa luz del velador", dijo.
"Ahora sí", me dijo dejándome sobre un banco y corrió el cabello de mi rostro, con la punta de sus dedos elevo mi cara y me miro a los ojos.
Suspiro, ví como si le diera escalofríos. Volví a ocultar mi rostro avergonzada.
"Porque ocultas tu rostro" me pregunta con una voz suave.
"Se que soy horrenda, por eso todos me miran así", le digo con pena.
"Je, no, no es así, pareces una muñeca, espera", me dice alejándose.
Regreso con algo en la mano que coloca ante mi, había una joven enfrente.
"Dime qué ves" Me dice.
"Es una chica" Le dije
"Eres tu" me dice
"No, no puede ser, no recuerdo haber crecido tanto, yo, yo no recuerdo mucho" Expreso agitada.
Me abrazo a mi benefactor agitada.
"Se ve que la mantenían dormida hace mucho, o alejada de la realidad, es una pena", comenta el que me enseñó la imagen
"Nico puedes revisarla, saber si, ya sabes, hicieron con ella", le dice.
"¿Cómo te llamas?" Me pregunta.
"He" pregunto
"¿Cómo te decían?" me consulta.
Quedé pensando, tratando de recordar las pocas veces que me hablaron.
" No me nombraron" le digo
"Vas a tener que llevarla a servicios sociales, ellos van a saber que hacer, si no tiene padres, habla con Cardozo Jose", le dice el amigo de mi benefactor.
Al escuchar el nombre recordé al que iba a la casa en busca de los demás niños.
"NO, ÉL ME VENDERA, ABUSARA DE MI, NO, NO QUIERO" Le dije agitada al escucharlo.
"¿Quieres decir que lo conoces?" me consulta
"Huele a alcohol y cigarrillo, a mi no me llevo por ser flaca, llevo a una con más curvas, le gustan las rellenitas, y a la que llevo ya no volvio, los que lo hicieron pararon en el pozo, otro pago extra para rellenar el terreno" Le digo.
"Si lo ves, lo reconoces" Me consulto mi benefactor, me abrazo fuerte por él.
"No permitas que me lleve, no quiero, huele muy mal, no me gusta que me toque, no quiero que me lleve", Le suplico llorando.
*INVESTIGADOR
Soy un investigador, siempre que aparece un caso donde negocian con niños estoy presente, tengo muchas familias que me piden a diario que investigue por su niño o niña desaparecido.
Me llamaron anunciando que debía ir a un sitio rural, alejado de la ciudad, era una comunidad pequeña, que tenían su propia religión, que no seguían las costumbres de la vida moderna, alejados de todo lo tecnológico, que sobrevivían con lo que la naturaleza les aportaba.
No dejaban ingresar a ajenos a su comunidad, pero esta vez nadie nos impidió el ingreso, se produjo un incendio que arrasó con todo en ese sitio.
No entendía porque me llamaban a mí, si eran los bomberos y paramédicos los que debían estar en el sitio, además de algún representante de la justicia.
Al llegar y presenciar la escena lo entendí. Nadie con estómago blando aguantaría estar ahí.
En una de las viviendas había una habitación donde solo quedaban los cuerpos de niños, el incendio devoro todo, solo quedaban de pie las paredes, el techo se ve que era de paja, no estaba, algunas construcciones estaban derrumbadas, se veía que solo eran de adobe, camine por esa casa evaluando la escena, para descifrar si era un sitio donde trataban con niños, al ver algunos rostros reconocí por las fotos de los que tenía en la pizarra de mí oficina.
"Avisen a las familias" les ordene con pesar.
En una parte al caminar hacia el fondo el piso se derrumbó a mis pies, caí pesadamente, pero no fue tan profundo, el lugar apenas tenía un metro y medio de altura, quedé tendido un rato tratando de recuperarme por el impacto cuando siento que me tocan la frente al abrir los ojos me encontré con la cara de una joven, una belleza única, parecía un ángel. Ella al ver qué desperté se escondió en la oscuridad.
Con uno de los bomberos conseguimos dar con ella, que solo conmigo quiere estar, su actitud es tímida, no habla, oculta su rostro en mí cuello, tiembla del miedo, la luz le molesta, su aroma es suave, creí que oleria mal por estar en ese sitio oscuro, húmedo, pero no era así, al abrazarla su fisonomía es delgada, se ve que no la alimentaban.
Al sacarla a la luz pude apreciar su larga cabellera de un dorado oscuro con reflejos en mechones a los costados, el color de sus ojos me despertaba curiosidad, era un celeste que se oscurecía con la luz y en la oscuridad sobresaltaba, como los gatos, su rostro en forma de gota, su fina y pequeña nariz, era una obra de arte, por sus senos pequeños tendría una edad en que las jóvenes se empiezan a desarrollar, pero a la vez parecía una niña.
Me revolvía el estómago pensar que le hicieron algo, que abusaran de su persona, eso explicaría su miedo y confusión, al no saber en qué tiempo y momento se encontraba.
La lleve a hacer ver con mí amigo que es médico, no la expondría a un lugar repleto de personas, como era un nosocomio, demasiado se sentia abrumada y asustada.
Él le supo hablar, entrar en confianza para preguntarle de manera discreta si le habían hecho algo. Lo que me dejó pensando cuando nombró al de servicios sociales para que tome su caso y la acomode con una familia de acogida, ella se alteró, dijo que un hombre con el mismo nombre venía en busca de jovenes.
Podía ser coincidencia o tenía sentido si él era uno de los que hacían negocios con los niños, estaba en un puesto que trataba con niños todo el tiempo, tenía un cargo en ese lugar, nadie desconfiaría.
En un momento veo que la joven se desvanece.
-Esta débil, le daré suero, debe reposar, y deberá comer liviano de a poco, no le des nada de golpe, te haré una lista. Me dice preocupado mí amigo.
-Me haces cargo a mí. Le digo.
-Si, tu la trajiste. Me dice.
-Puede quedarse, aún debo solucionar esto. Le pido.
-Sabes que mí novia es muy celosa, si la ve aquí. Me dice.
-ERES MÉDICO, DEBE ESTAR ACOSTUMBRADA QUE TRATES CON PACIENTES. Le reto alterado.
Él le coloca el suero y la acomoda en una camilla.
-De acuerdo, pero solo una noche, si no quieres ocuparte de ella, hasta que des con su familia, llévala a servicios sociales. Me dice.
-Eso lo veremos después, por el momento que tome fuerzas. Le encargo.
Veo que suspira observándola.
-¿Por qué la miras así? Debería darte vergüenza es una niña. Le digo.
-No pienses mal (Sacude las manos en negación) La miro y me pregunto que cosas malas le hicieron, o de lo que se salvó. Me comenta con tono preocupado.
-Ya la oíste, la rechazaban por ser delgada, eso la salvó de algún modo. Le digo.
De repente nos sobresalto que cayeron los porta retratos de las paredes y un florero que estaba en una mesa cerca de ellos.
-No ajustaste bien eso. Le señale.
-Yo no fui, soy médico. Me dice.
Vemos que la joven respira con dificultad y se toma el pecho, mí amigo se apresura a revisarla.
Ella se incorpora nerviosa.
-Tengo frío. Dijo.
-Ya te traigo una manta. Le dijo mí amigo que salió corriendo por una.
-¿Qué es esto? Pregunto nerviosa al ver el suero.
-No lo toques, es para que recuperes nutrientes. ¿Tienes hambre? ¿Te consigo algo? Le consulto.
-No me dejes. Se me prende temblando.
-No te voy a dejar, solo te buscaré algo de comer. Le digo.
-Quiero ir contigo. Me dice, aún su tono es tembloroso, como si el miedo no se fuera de su sistema.
Suspiro observando la habitación que solo cuenta en el centro con la camilla y un fichero, del otro lado cerca de la puerta el escritorio de mí amigo con un velador y cerca de el una báscula. No tiene ninguna nevera ni nada que contenga comida.
Al rato él aparece con una manta y una bandeja con unos aperitivos.
-Te traje esto también para que comas. Le dice a la joven.
-Gracias. Le dijo ella con un tono animado.
Miro la caja de jugo y el sándwich.
-¿Cómo se abre esto? Pregunto mostrando el jugo.
Me pareció raro que no sepa, me aproxime y le enseñe como introducir el sorbete y que tome.
-Recuerdas algún número de celular, que nos lleve con tu familia. Aproveche a consultar.
-Mi abuela jamás ocupó eso, o al menos nunca me enseñó uno. Me responde.
-Cuando dices abuela, te refieres a la señora con la que vivías. Le digo.
-Si, mí madre jamás me quiso, era muy joven cuando me tuvo, y dijo que solo le robaría su juventud, así que me dejó al cuidado de mí abuela, que tampoco me quería, me enseñó desde pequeña a hacer limpieza, cocinar, para que al menos trabaje de mucama, pero por ser menor, nadie me aceptaba, busco que me adopten otras familias, a cambio de dinero, pero no lo consiguió porque creían que estaba enferma. Nos cuenta.
-¿Por qué te tenían en ese sótano? Le pregunto.
-Sera su manera de castigarme cuando algo no hacía bien, pero creo que solo por respirar me castigaba. Nos responde.
-Alguna vez te pegaron o lastimaron de algún modo. Le pregunto.
-No debía tener marcas si me darían, por lo que sus maltratos eran verbales. Nos cuenta.
-Vi que tienes un corte en tu palma. Me señala.
-Ya está sana, eso me lo hice al tratar de cortar un zapallo. Le digo.
Veo que apenas comió y tomo lo que le trajo mí amigo.
- ¿Por qué no comes todo? Le pregunto.
- Es para después. Me responde.
Se ve que el miedo de no tener que comer le hacía actuar así, de guardar para después lo que tenia.
-No te preocupes, si quieres más, solo pide. Le digo.
De repente se cortó la luz, y los ojos de ella brillaron, note que se sentía cómoda en la oscuridad, tenía la cabeza levantada y miraba hacia todos lados.
-Tranquilos, ya tendremos luz, tengo el generador. Escucho que me anuncia mí amigo.
Al rato volvió la luz y ella agachó la cabeza cubriendo su rostro con su cabello.
-Apaga la luz, quiero que la mires. Le digo a mí amigo que me miró frunciendo el ceño, como si no entendiera, pero me hizo caso de todos modos.
Escucho que mí amigo expreso un suspiro como impresionado.
-¿Ves en la oscuridad? Le pregunto a la joven.
-Si, veo mejor que en la luz, aunque puedo diferenciar figuras, pero en la oscuridad veo más, escucho hasta el caminar de las hormigas, por lo que me alejo del bullicio y siento los aromas. Le respondió.
-Por eso estabas incómoda y te cubrías el oído.
Recordé cuando la traía, parecía incómoda, se ve que para ella los sonidos se intensifican.
-Cuéntame como ves en la oscuridad, que color es para vos. Le pregunto mí amigo.
-AZUL. Le respondió.
-¿Puedo llamarte así?. Le pregunté.
-Si. Respondió tímida.
Alguien encendio la luz sobresaltandonos.
-¿QUIÉN ES ELLA? Escucho la voz de una mujer muy molesta.
-Leticia, regresaste. Dijo mí amigo aproximándose para recibirla con un beso, pero ella se esquivo aproximándose a la joven a quien vamos a llamar Azul, la tomo del rostro mirándola a los ojos, frunció el labio molesta.
-Es una joven a quien rescate y traje para que la revise. Le dije, ella me miró con severidad, al considerar que solo cubría a mí amigo.
-DEBERIA TOMAR UN BAÑO, ESTA DESPASARRASTROSA, AUNQUE ESO NO LE OPACO SU BELLEZA. Expreso con envidia en su voz, ella jamás alcanzaría esa belleza con todas las cirugías que se haga.
-NO, NO AGUA NO. Grito preocupada Azul.
-¿POR QUÉ NO? Indagó con desprecio Leticia.
-ME QUIERE MATAR. Grito Azul.
Mí amigo saco a su novia de ahí, para que Azul se calme, me aproxime a abrazarla.
-Nadie te va a matar, cuéntame porque lo crees. Aprovecho a preguntarle.
-A-ASI, ASI DECÍA MI ABUELA CUANDO LLEVABA A LOS NIÑOS QUE SE PORTABAN MAL, A LA LAGUNA
"VAN A BAÑARSE PARA QUE SEAN NIÑOS BUENOS"
-Ella, ella decía y ya no regresaban. Dijo con la voz temblorosa
-Tranquila, aquí no te haremos eso. Le aseguro.
-Esta señora no me quiere, me mira igual que mí abuela, no quiero estar cerca de ella. Me dice y sonrió por dentro, sabía juzgar a las personas, Leticia era muy celosa por mí amigo, o solo era su propia inseguridad que le hacía desconfiar de todo y por todo.
- Falta poco para que termine el suero, si no te molesta te llevaré conmigo a mí casa, después debo llevarte para que te acomoden con tu familia o una familia de acogida. Le aclaro.
-¿Podemos comer algo?, tengo mucha hambre. Me comenta con timidez en la voz, sonrió por lo tierna que se ve al decírmelo, sumado a que sus mejillas se pusieron rojas y eso la deja más bella.
-Si, pediré algo para que comamos juntos, yo también necesito. Le digo.
En eso recibo una llamada.
📱Localizamos a la madre de la niña.
Escuché a mí compañero.
📱Ella la abandonó, no podemos dejarla con quien no la quiso.
Digo lo que pienso en voz alta.
📱Es la madre, si se prueba que no es capaz de cuidarla, para en servicios sociales y sabes que no es un buen lugar.
Me comenta mí compañero.
📱Bien, mañana me ocuparé de ello, ahora está siendo atendida.
Le informo y corto la llamada.
Suspiré frustrado, en otras ocasiones era una alegría juntar a los niños con sus madres o padres que los buscaban y sabía que los querían por ser sus hijos. Pero en este caso, su madre jamás la quiso, la dejo con su abuela y sufrió todo tipo de maltrato que le dejó temerosa por todo, hasta para tomar un simple baño.
Termino el suero y la lleve a mí casa, suspiré molestó mirando hacia la casa vacia, por lo que la lleve a la casa de mis padres, así podría ver de qué manera evitar que quede con la madre que no la quiere.
#NAHUEL#
Con mis padres teníamos una tradición familiar, nos íbamos de vacaciones a la casa de mis abuelos paternos en el campo, que quedaba a cuatro horas de la ciudad, por un camino de tierra y frondosa vegetación. No se veía un alma alrededor, sus vecinos más próximos estaban como mil metros de distancia.
Ellos eran personas que se resistían a todo lo que era considerado moderno, vivían como la época colonial.
Al cumplir 15 años y mi hermano 17 años mi madre murio en un accidente, por lo que mí padre se vio obligado en llevarnos con mis abuelos paternos un tiempo, porque el debía trabajar.
Mis abuelos al tener una casa muy enorme, alquilaban habitaciones, los fines de semana, para los amantes de la naturaleza que iban a pescar o cazar y les gustaba todo eso de tener la experiencia de vivir como era antes de la tecnología y las grandes ciudades.
La verdad no me gustaba ir, menos me gustaba cuando llovía, mi hermano mayor disfrutaba asustarme en la inmensa mansión e inventaba historias para verme aterrado sin querer ir a ningún lado.
Cerca de la casa de mis abuelos, en el campo, donde pasábamos, había una vieja cabaña cerca del único espejo de agua que se formaban por las lluvias, como una laguna artificial, pero igual en ella había peces que con mi abuelo íbamos a sacar con su red que él mismo tejió, mientras él lo hacía, yo junto a mi hermano mayor juntábamos caracoles enormes, solo en ese lugar median veinte centímetros de diámetro. El sitio estaba rodeado de árboles de poca altura, pero sus copas eran tupidas.
"NO SE ACERQUEN A ESA CABAÑA"
Nos encargaba mi abuelo.
"¿POR QUÉ?"
Preguntaba con curiosidad.
"EN LA EPOCA DE MIS PADRES, CUANDO TENIAN PLANTACIONES DE ALGODON Y VENIAN GENTE DEL OTRO LADO DEL RIO A TRABAJAR EN LOS CAMPOS, A LA HORA QUE QUERIAN COBRAR POR SU TRABAJO, LOS LLEVABAN EN ESA CABAÑA Y LOS MATABAN A SANGRE FRIA, DESPUES LANZABAN LOS CUERPOS EN UNA ENORME FOZA QUE ELLOS MISMO ESCARBABAN, Y HASTA AHORA MUCHOS JURAN OIR GRITAR LAS ALMAS EN PENA EN ESE LUGAR."
Nos relato mi abuelo.
-LA FOZA ES LA LAGUNA ARTIFICIAL DONDE PESCAMOS. Agrego.
Con mi hermano nos miramos un momento, no voy a negar que me recorrió un frío por la espalda de solo imaginar que en ella habitaban demonios o fantasmas o los dos juntos.
-Nahuel te apuesto a que no te animas a ir y pasar una noche en esa cabaña. Me dijo mi hermano mayor un día en que estábamos aburridos.
Lo mire con los ojos muy abiertos, estaba loco para proponer eso, después de lo que nos advirtió mi abuelo.
-Estas loco Dante. Le respondí molesto.
-Sabia que te cagari@s encima. Se carcajeo.
-Si eres tan valiente ve tu. Lo desafié.
Así pasamos ese día, nos tentábamos, pero ninguno se animó.
Mi abuela junto a la cocinera armaron la mesa y prepararon la ensalada y el pollo al horno, mis abuelos eran ajenos a la tecnología, a pesar de que mis padres les regalaban para que tengan toda la comodidad, no lo usaban, solo la luz y el aire acondicionado cuando veníamos de visita o de lo contrario no lo usarían.
Lo único que nos distraía era ir a pescar con mí abuelo. La verdad no me agradaba el olor que destilaban de los mismos, y no tenía ganas de comerlos al saber de dónde los saco, de esa fosa donde lanzaban los cuerpos sin vida de los trabajadores.
En su momento mi padre contó que su abuelo tenía esclavos, creí que solo eran historias que inventaba, pero después de lo que me contó mi abuelo, ya no lo creía tan así.
Miraba con admiración el equipo de pesca de mi abuelo, lo tenía todo muy bien ordenado en una pequeña caja de madera, que él mismo construyó con sus propias manos.
Cuando llego el sábado, a la tardecita se largo una fuerte tormenta, se cortó la luz, quedamos en penumbras.
Con mi hermano gritamos asustados por el estruendo de los rayos que partían los árboles en dos.
-No se preocupen, se que tenemos una vela por aquí. Dijo mi abuela con la voz calmada.
En la oscuridad escuché como si alguien corriera descalzo, un sonido de plash contra el piso de madera de la sala, mi abuela me entregó una vela, alumbre hacia donde escuché el sonido pero no había nada.
-Bueno, cada uno a su cuarto con su vela, apaguen antes de dormir, no queremos accidentes. Nos encargó mi abuela.
-No salgan de sus cuartos, si quieren ir al baño tienen un contenedor bajo la cama para hacer del uno. Nos indico mi abuelo.
-¿No podemos ir al baño? Le pregunté a mi abuelo.
-La mansión es grande, no quiero que en la oscuridad sufran algún accidente. Respondió serio.
Mire las escaleras, parecían no tener fin, me temblaban las piernas por el miedo, la furia de la tormenta que azotaba contra la casa.
-No te preocupes Nahuel, la casa es segura. Me dijo mi abuela al ver mi cara de pánico, poso un beso tierno en mi frente.
-Ha, el bebito, guagua, tiene miedo, más bien es un boludo enorme. Se burla Dante.
-DANTE, ERES SU HERMANO MAYOR, DEBES CUIDARLO, NO BURLARTE. Lo reprocha mi abuela.
-No seré niñero de un bebé llorón. Se cruzó de brazos Dante.
-No soy ningún bebé lloron. Me defendí, a pesar de que el miedo se hacía dueño de mi en cada fibra de mi cuerpo.
Me fui a mi cuarto caminando firme, señal que nada me daba miedo. Me metí debajo de las mantas, acurrucado, tapando mis oídos. En eso me dió sed, no tenía ganas de salir de ahí, pero quería agua, pensé en llamar a mi abuela, pero recordé a Dante, no dejaría de burlarse si escucha que llamo a mi abuela.
Miro la vela que no se consumió del todo y la tomo encaminandome de nuevo a la planta baja, baje escalón por escalón, no me gustan los truenos, pero lo hice, el silencio era profundo, solo se escuchaba la lluvia.
"Eres grande, estás en preparatoria, no debes tener más miedo", me repito de manera constante.
Al llegar a la cocina me paralice, antes de poder pasar la puerta, ví una figura blanca, parada en una esquina, mis manos tiemblan, yo tiemblo completo. Al ver bien era una niña de ojos claros muy brillosos, ella se asustó al verme, se agachó cubriéndose la cabeza con los brazos.
Suspiré hondo, que me podía hacer esa niña, estaba empapada, descalza, parecía que tenía un vestido como esos que usa mi abuela largos en blanco.
-No te asustes. No te haré nada. Le hable con voz suave.
Ella se enderezó, elevo la cabeza para mirarme, su belleza era única, sus labios rosados en forma de corazón, sus ojos redondos grandes como una caricatura, su cabello era muy largo, le llegaba a la mitad de sus cuartos.
-¿De dónde vienes?. Le pregunto.
Ella gira, me señala hacia arriba. Solo sonreí, no creí que sea de ahí, debe ser que no tiene sentido de la dirección.
Cayo un trueno, ella se me abrazo asustada, me mojo mi pijama. Pero no me importo, por alguna razón ese abrazo me gustó, como si yo también necesitará un abrazo.
Decidí llevar un paquete de galletas y agua a mi cuarto, además de a ella.
-Ven conmigo así te secas. Le dije.
Ella me miro sin animarse.
-Tengo galletas. Le enseñe.
Ella miro como si eso no le llamará la atención.
Escuché que alguien se aproximaba, por lo que nos escondemos debajo de la mesa. Era mi abuelo junto a mi abuela.
-Voy a solucionar esto. Escuché decir a mi abuelo.
-Ten cuidado. Le encargó mi abuela.
Vi que llevaba un rifle, la niña se prendió escondiendo su rostro en mí hombro.
-Ese felino sigue merodeando a nuestro gallinero, lo atrapare. Escuché que dijo mi abuelo por último llevando una linterna con él.
Cuando ví que mi abuela lo acompaño a la puerta aproveche para ir con la niña hacia mi habitación, la lleve al trote de la mano, entre agitado trabando la puerta.
La mire, ella me miraba extrañada, no era de hablar, eso me gustaba por alguna razón.
Tome una toalla, una remera y un short.
-Secate, creo que te quedará grande. Le dije pasándole la ropa.
Ella miro como no sabiendo que hacer, suspiré hondo.
-Me permites ayudarte. Le pregunté señalando su camisón mojado.
Ella se abrazo a si misma asustada.
-No te haré nada, si te quedas con eso mojado puedes enfermar, solo deja que te desprenda el cuello y lo demás lo haces sola. Le dije.
Ella se giro, retiró su largo cabello lacio, que tenía un mechón blanco que aprecie de cerca. Le desabroché el botón y me aleje para que se cambie. Nos dimos la espalda para secarnos y cambiarnos. Termine enseguida. Sentí que ella me tocó apenas con el dedo, no podía sacarse su camisón por lo que la ayude, al quitárselo tenía de ropa interior como un short largo en blanco y una blusa blanca de tiras, no sabía que las niñas vistan así, pensé. Le indique cómo ponerse la remera blanca que le quedaria como un vestido, lo mismo con el short y me gire para que lo haga en privado. Una vez lista le ayude a secar su cabello y a peinarlo, era como si tuviera mi propia muñeca.
Ella bostezó, y me resultó tierno verla hacer eso, le cedi la cama para que duerma. Ella me miro intensa señalando su lado, como diciéndome que podía acostarme con ella, al hacerlo se acomodo en mis brazos y se durmió, yo también lo hice relajado.
Cuando amaneció me desperté sintiéndome muy bien, pero ella ya no estaba, mire bajo la cama por si se cayo, pero no.
-Buen día Nahuel. Ingreso mi abuela, me dió un beso.
-Buen día abuela. Le dije.
-Vamos a llevar a Dante con el doctor, se resfrío, no quiero que empeore . Me cuenta.
-Pero llovió mucho, como saldremos. Le digo.
-Si, así es, pero tú abuelo con la camioneta no tiene problema -Me responde - Ponte esta ropa. Me señala lo que sacó del ropero.
-Puedo quedarme. Indague, quería aprovechar a investigar por la niña.
-Si no te molesta quedar solo, tienes el desayuno listo en la cocina. Me dice.
Al bajar escucho que mi abuelo conversa con ella.
-Anoche se accidentó una familia durante la tormenta, aún no encuentran el cuerpo de su pequeña.
-¿Dónde paso?. Pregunto mi abuela.
-En el camino hacia la ruta, capaz veamos el vehículo incrustado en la zanja. Le señalo.
-¿Cómo te enteraste? Le pregunto mi abuela.
-Vino un oficial temprano, para averiguar si vimos algo. Dijo mi abuelo.
-Nahuel quiere quedarse. Le dice mi abuela en un momento.
-No quiero que ande de curioso por ahí, menos en mi estudio. Dijo con una voz grave como si eso le molestará.
-Se le activa la televisión, y sabes que eso lo distrae por horas, o el videojuego. Le dijo mi abuela.
-Aun no vino el técnico para conectar ese condenado videojuego, la televisión puede ser. Respondió enojado.
-Aunque no te guste, va a ser el único modo que no ande de fisgón como dices. Le dijo mi abuela.
-Buenos días. Los saludé.
Mi abuelo me miro serio.
-Desayuna y puedes mira la televisión, no salgas, así no te enfermas como Dante. Me señala al ver que llega mi hermano tosiendo y sonando su nariz.
-Él es alérgico al cambio de clima, mamá le daba un medicamento. Les informo.
-Averiguaremos con su doctor, por eso lo llevamos. Me dice mi abuela.
Estaba triste por la perdida de mi madre, y me agobiaba tener que alejarme de mis amigos, pero ahora tenía una misión, encontrar a esa niña, por lo que me fui a seguir la dirección que me señalo.
Tome un par de potes de yogur, jugo y fruta, no se veía a la señora de limpieza por ningún lado, subí las escaleras, me fijé cuarto por cuarto, hasta que ví a la de limpieza bajar por una escalera que quedaba detrás de una pequeña puerta que al cerrarse parecía parte de la pared, me escondí en un rincón, ella cruzó sin verme. Me dirigí a esas escaleras y pise escalón por escalón en el espacio tan estrecho que solo uno cruzaba. Un ruido abajo me asusto y apresure mis pasos hasta ingresar en una pequeña habitación en penumbras.
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