Aiden despierta sintiéndose el hombre más estúpido del planeta. Han pasado cinco años desde que ella se fue, no volvió y mucho menos pudo volver a contactarla, es como si se la hubiese tragado la tierra.
No dejó un mensaje, ni siquiera hubo una advertencia, simplemente desapareció de un día para otro. Al principio la busco, llamó al detective de confianza y por un año estuvo buscándola, hasta que se dio por vencido, estaba claro que ella no quería ser encontrada.
Realmente creía que su relación iba bien, después de que su hermana se mudó a Roma, Sophie y él prácticamente vivían juntos, no había aún planes de comprometernos pronto porque estábamos conociéndonos y además ella estaba estudiando.
Qué se marchará así, sin dar la cara y una explicación lo dejó dolido y sumamente resentido, no cree merecer ese trato, fue sincero con ella, se abrió completamente, confío ciegamente.
Aunque su vida ha cambiado considerablemente desde ese día, no deja de pensarla constantemente y algunas veces le gustaría que el rencor que siente lo abandonara de pronto igual que ella lo abandonó.
Su mente se traslada a aquel día, ese en el que todo cambió.
CINCO AÑOS ANTES.
Aiden llega a su apartamento después de un día complicado en la oficina.
- Sophie, estoy en casa- anuncia mientras deja sus llaves y su portafolio en la mesita del pasillo. Le llama la atención no ver una sola luz encendida.
Al no obtener una respuesta se dirige a la habitación, para su sorpresa no se encuentra ahí, marca su número y lo envía directo a buzón. Va a la cocina, quizá salió a comprar algo y cuando es así deja una nota en el refrigerador. No hay nada. Decide ser paciente y esperar.
Cuando el reloj marca las once de la noche comienza a preocuparse, quizá le sucedió algo, un accidente y está en algún hospital.
Hace varias llamadas sin éxito, no hay ninguna mujer con sus características, de cierta manera se siente aliviado porque eso quiere decir que ella está bien. Toma las llaves del apartamento de su hermana, quizá está molesta, o necesita estudiar y decidió quedarse allá.
El apartamento está en penumbras y no hay rastro de Sophie . Llama su atención la puerta abierta del armario en la que es su habitación y se aproxima para cerrarla, es en ese momento cuando ve que está vacío, abre ambas puertas de par en par y en efecto, sus pertenencias no están ahí.
Piensa que quizá por fin decidió mudarse permanentemente con él y ha llevado todo a su apartamento y quiere sorprenderle. Corre hacia allá y nada, en el armario solamente está su ropa.
Vuelve a marcar su número y lo manda a buzón otra vez. Ya no tiene dudas, se fue. ¿Por qué? No entiende, parecía estar feliz a su lado, no discutieron ni una sola vez.
A la mañana siguiente pasa por la Universidad con la esperanza de verla y hablar con ella, confía en que pueden resolver las cosas. No ha dormido nada, pero la preocupación que siente es mayor y el cansancio pasa a segundo término.
En las oficinas de control estudiantil le informan qué ayer se dio de baja sin dar explicaciones. Llega a la oficina, el dolor comienza a convertirse en coraje. Es la primera vez que le abre su corazón a una mujer y este es el resultado.
Deja pasar algunos días con la esperanza de que se comunique y le dé alguna explicación. No recibe ninguna llamada y mucho menos un mensaje.
Es el momento de contactar al investigador privado. Le entrega la información necesaria y comienza la búsqueda.
Piensa mucho en como darle la noticia a su hermana, seguro pensará qué es el culpable e hizo algo para que ella decidiera dejarlo.
📲 ¿Qué le hiciste, Aiden? Y dime la verdad, porque tarde o temprano me voy a enterar.
📲 Te juro que nada, no entiendo por qué se fue. Creí que las cosas marcharan bien entre nosotros.
📲 Hermano, los hombres jamás ven las señales. ¡Piensa! ¿Tuvieron alguna discusión? ¿Algún desacuerdo?
📲 Nada, llevo toda la noche en vela pensando y no hubo nada.
📲 El día de mi boda me pareció que había llorado, ¿recuerdas algo relevante ese día?
📲 No, de hecho la pasamos muy bien.
📲 Creo que pasó algo ese día y ni te enteraste. Trataré de contactarla, espero que a mí sí me conteste.
Días después Ava le dice que no le ha sido posible contactarla, su número ya no existe.
Los días transcurren lentamente, así pasa un año. Los resultados de la investigación indican qué tomó un vuelo a París, estuvo ahí algunos días y después fue imposible ubicarla.
Toma la decisión de terminar con esto, convencido de que nunca sabrá los motivos por los cuales se fue y prefiere continuar con su vida.
La ruptura con Sophie ha causado qué el viejo Aiden vuelva. La relación con su familia también se ha visto afectada, ya qué evita las reuniones familiares con el objetivo de no dar explicaciones, porque no las hay.
Samantha se ha acercado a su hijo en múltiples ocasiones buscando recobrar la cercanía sin éxito. A todos los tomó por sorpresa la repentina huida de Sophie, cada quien tiene su propia versión sobre el asunto.
- ¿Qué piensas que sucedió entre ellos, amor?- pregunta James por enésima vez.
- No lo sé, para Sophie debió ser algo muy fuerte qué tomó la decisión de irse sin más ni más.
- ¿Has hablado con Aiden?
- Si se le puede decir "hablar", sí. Sabes bien que no dice mucho.
- Creo que debemos viajar a Londres.
Días después se reúnen con su hijo en la casa familiar, la cena transcurre en silencio.
- ¿Alguna novedad?- indaga Samantha rompiendo el silencio.
- No, he cancelado la investigación. Ella no quiere ser encontrada y yo no pienso insistir con algo que no tiene sentido. Si ella me hubiese amado como decía hacerlo, jamás se habría marchado. Espero que ese tema quede en el pasado para todos.
- Respetamos tu decisión, hijo- asegura James.
Siguen cenando y hablando de otros temas.
Los años pasan, Aiden sigue evitando las reuniones familiares. Se le ve con diferentes chicas; modelos, actrices, hijas de familias importantes, pero con nadie entabla una relación formal.
Ava se entera por las redes sociales de las andanzas de su hermano, entiende que sigue dolido por el abandono de Sophie y no sabe si en algún momento podrá superarlo.
Ella también intentó ubicar a la chica, por supuesto, sin informar a su hermano. Lamentablemente, no consiguió nada relevante, llegó al mismo punto qué su hermano.
Han pasado cuatro años, Aiden debe asistir a una cena de negocios. Pretende cerrar el trato y marcharse, no le gusta convivir demasiado con sus futuros socios, prefiere mantener una distancia sana.
Federico Sánchez es un prominente empresario español dueño de varios viñedos y de una reconocida marca de vinos, ha viajado a Londres con la intención de asociarse con los Wilson. Lleva un par de años insistiendo y por fin consiguió una reunión.
El auto deportivo de Aiden estaciona junto a la acera de un elegante restaurante, el valet parking recibe sus llaves y él ingresa en el establecimiento.
Es recibido por una hermosa chica que no le quita los ojos de encima y lo guía con excesiva amabilidad hasta su mesa. Él la ignora, está concentrado en la mujer que acompaña al señor Sánchez.
- Buenas noches, señor Sánchez. Un placer conocerlo- se saludan con un cordial apretón de manos.
- El gusto es mío, señor Wilson. Le presento a mi abogada, Ximena Sánchez.
- Mucho gusto, señorita Sánchez,.deduzco qué el señor Sánchez es su padre.
- Así es, señor Wilson, mucho gusto.
Ximena extiende su mano y Aiden la toma con delicadeza. Ella es una mujer delgada, alta, cabello negro largo, unos ojos color miel expresivos y hermosos, piel morena. Facciones finas y delicadas. Ambos sienten una atracción mutua inmediata.
La conversación gira en torno a los negocios, Aiden ve bien una sociedad con ellos, resultará lucrativo para ambos.
- Nuestros viñedos se encuentran muy cerca de Pamplona, en el Valle de Elorz y sería importante que los visite personalmente- sugiere Federico.
- También creo que es importante. Debo organizar mi agenda.
- Claro, hagamos saber cuando pueda hacerse un espacio y lo recibiremos encantados- agrega Ximena.
Degustan una elegante cena de cuatro tiempos, acompañada de una botella de vino proveniente del viñedo Wilson.
La química entre Aiden y Ximema es palpable, no dejan de conversar y de dedicarse una qué otra mirada coqueta.
Al final de la noche acuerdan una cita para el siguiente lunes, no firmarán un contrato hasta que Aiden pueda viajar a España y conocer los viñedos.
En el ascensor del hotel, Federico Sánchez aconseja a su hija.
- Ten cuidado, cariño. Ese hombre no es de los que busca una relación seria.
- No te preocupes, papá. Lo sé.
- Sí cerramos el trato con ellos, lo mejor es mantener una relación únicamente de trabajo.
- Me gusta, no lo niego, pero no soy tonta.
- Y no es eso lo que estoy diciendo, solo quiero que tengas cuidado.
- Lo haré, papá. Te lo prometo.
Una vez en la privacidad de su habitación, Ximena busca en Internet información sobre el posible socio de su padre y en efecto, es un casanova. Un casanova demasiado atractivo.
Aiden se repite una y otra vez que no debe involucrarse con Ximena, si llega a cerrar el trato con su padre una relación amorosa puede complicar todo, además desde la partida de Sophie no ha tenido ninguna relación seria y no pretende tenerla ahora.
El lunes a la hora acordada se presentan los Sánchez. Ximena luce formal y muy sensual a los ojos de Aiden.
Acuerdan que a finales de mes viajará a España para conocer los viñedos y definir si habrá una sociedad.
- Estaremos esperando su visita.
- Gracias, señor Sánchez.
Se despiden y se marchan. Oliver ingresa en la oficina de su amigo.
- Vaya, la hija de Sánchez es bastante linda.
- Y yo la vi primero.
- Tranquilo, amigo, no es mi tipo.
- Viajamos a España a fin de mes. Prepara el contrato.
- Y supongo que no será el único trato qué vas a cerrar.
- No quiero problemas con Sánchez, es mejor mantener una relación exclusivamente laboral.
- Voy a darte un consejo, aunque sé que no me lo has pedido. Hace cuatro años que ella se fue, es momento de darle vuelta a la página.
- No creo estar listo para una relación seria. Lo intenté con ella y mira cómo terminó. Sin ni siquiera una explicación.
- Te entiendo, pero no puedes generalizar, no todas las mujeres son así. Dudo que tus relaciones casuales llenen ese vacío qué tienes. Ximena Sánchez te gusta más de lo que te ha gustado una mujer en los últimos años, es evidente. Inténtalo, no pierdes nada.
- Puedo perder un gran negocio. Sigamos trabajando.
- Ok, nos vemos más tarde.
Aiden se queda pensativo, es cierto que hace años que nadie despierta en él lo que Ximena ha logrado en unos días, pero teme volver a confiar.
Los días transcurren aprisa y con mucho trabajo. Seguir viviendo en el mismo lugar que compartió con Sophie se vuelve cada día más incómodo.
Ha pensado más de una vez mudarse de apartamento, este lugar le trae recuerdos constantes de ella y no quiere seguir viviendo en el pasado
Decide alquilar otro lugar y mantener el otro apartamento vacío. El nuevo está amueblado y solo requiere trasladar sus pertenencias personales.
- Vaya, amigo, este lugar tiene una vista espectacular.
- Sí, fue lo que me convenció.
- Te hacía falta un cambio, seguro te sentirás mejor.
Aiden sirve dos whiskies y le ofrece uno a Oliver. Ambos beben un par de copas más antes de despedirse.
- Nos vemos mañana a primera hora en el aeropuerto. No te retrases.
- Sabes que si algo soy, es puntual.
Al medio día del sábado, el avión aterriza en el aeropuerto de Pamplona. Son recibidos por Federico y Ximena Sánchez.
- Espero que hayan tenido un buen viaje, nos trasladaremos en vehículo hasta Valle de Elorz.
- No era necesario que viniera personalmente señor Sánchez.
- Son nuestros invitados y prefiero ser yo quien les muestre la zona.
- Mi padre nació en estas tierras y nadie mejor que él para mostrarles el lugar- agrega Ximena.
El recorrido resulta por demás agradable, la conversación gira en torno a los viñedos y los tipos de vino qué la casa Sánchez produce.
El automóvil entra por un camino privado, el sendero los lleva hasta una reja metálica, la cual se abre automáticamente.
En el centro de la propiedad se erige una hermosa mansión estilo barroco. Una enorme puerta principal tallada en madera de roble, con dos pilares de cantera a cada lado.
Oliver y Aiden son guiados por sus anfitriones hasta un salón igual de impresionante.
- Tiene usted una casa hermosa, señor Sánchez- halaga el mayor de los Wilson.
- Gracias, señor Wilson. Es una propiedad que ha pasado de generación en generación, siendo mi bisabuelo quien la construyó.
Una empleada ingresa con una charola en la cual lleva una botella de vino, copas y entremeses.
- Deberíamos esperar por su esposa- comenta Oliver.
- Mi madre falleció hace algunos años- explica Ximena.
- Lo siento mucho, disculpen mi imprudencia- se excusa Oliver.
- No se disculpe, no habría manera de que estuvieran enterados. Mi adorada esposa falleció cuando Ximena era apenas una adolescente y desde entonces somos solo ella y yo.
- Debió de ser difícil para usted educar solo a su hija.
- Tuve ayuda de la familia de mi esposa. Además, Ximena siempre ha sido muy madura.
Oliver le da un giro a la conversación, beben el vino y degustan de los entremeses.
- Cata, les mostrará sus habitaciones- indica Ximena- Tomen su tiempo para instalarse, nos vemos en el recibidor a las tres de la tarde para hacer un recorrido por los viñedos.
El ama de llaves los acompaña a sus respectivas habitaciones y ambos se dedican a desempacar y tomar un baño antes de bajar a reunirse nuevamente con Federico y Ximena Sánchez.
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