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EL CÓMPLICE

PRÓLOGO

¿Quién diría que estaríamos unidos por nuestra venganza?

Había incontables cosas que nos hacían distintos, pero el amor que nos teníamos nos hacía completamente iguales.

Aun recuerdo tus tibias y suaves caricias, recuerdo como el dorso de tu mano recorría mi rostro como si fuera un aventurero recorriendo el mundo.

Recuerdo la seguridad en tu mirada en el momento en que me dijiste «Te salvaré», la esperanza que creaste en mí fue sin duda la más bonita sensación jamás sentida.

¿En qué momento paso esto?

Tal vez cuando llegaste a casa.

¿En qué momento nos enamoramos?

Tal vez aquel día en la playa.

¿En qué momento deje de ser la borde tía que se aleja de las personas?

Tal vez cuando tú abrazó bajo mis defensas.

¿En qué momento me volví cómplice de tu amor?

Tal vez cuando me di cuenta de que te amaba.

¿Es acaso natural que el amor se sienta así?

O mejor dicho...

¿Estoy enamorada de tí?

 

Cualquier apoyó siempre es bienvenido.

CAPITULO 1: ETHAN

ELIZABETH

—Él te salvará...

El hilo de voz de mi madre hizo eco en toda mi cabeza provocando que me despertara sobresaltada nuevamente.

Era otro día nuevo en el que me despertaba transpirando y con el corazón acelerado. Otro día que me sentaba en la cama abrazándome a mi misma para conseguir calmar mi respiración.

Aveces me preguntaba en que momento dejaría de recordar, en que momento dejaría de tener estas pesadillas tormentosas que convierten mis miedos en lo peor.

Suplicaba el poder saber en que momento dejaría de ser un caos...

Necesitaba quitarme esta pesadez que sentía encima, decidí ir a darme una larga y relajante ducha. Sentir las gotas de agua fría cayendo por mi cuerpo que aún estaba caliente, era la sensación más placentera que podía sentir al despertar. Las agitados despertares, provocaba que me tomara mi tiempo en la ducha para relajarme.

Después de ese relajante baño, mi estómago rugía del hambre que empezaba a sentir, debía desayunar pronto.

Salí de mi habitación con rumbo a la cocina, cuando en el pasillo me cruce con Jack.

—Dime el secreto para amanecer tan bonita —dijo en tono coqueto.

—Un mago no revela sus trucos —bromeé golpeando suavemente su hombro a lo que él negó con la cabeza y se río.

Desde que lo conozco siempre fue un chico muy simpático, la verdad me sorprende su sentido del humor debido al ambiente en el que se encuentra. Tenía grandes problemas detrás de esa adorable simpatía. Pero aun así, siempre se mantuvo con la mejor de las sonrisas resplandeciendo y con una cara de angelito de esas que jamás llegas a imaginar la clase de persona que se esconde detrás.

Llegamos a la cocina y el tomo asiento en una de las sillas que rodeaban la gran mesa que se encontraba en el centro de la cocina, prepare un poco de café para luego servirnos a cada uno en una taza, cuando sentí el café entrando en mi sistema logre que dejaran de pesarme los ojos. Esto ayudaría a estar unas horas más lucida sin la necesidad desesperante de una cama.

—Tu padre dijo que preparemos a las nuevas chicas que llegaran hoy —Jack dio un sorbo a su café luego de decir eso.

—Entiendo. —Bebí un poco más de café y quede con la mirada perdida un segundo, pensando en que aun que mi padre tenga una hija, no siente remordimiento en la venta de mujeres. Supongo que así de frío debes ser cuando ganas el dinero suciamente— ¿Estarán en el mismo lugar de siempre?

—Si nena —eso significaba que estaban en el sótano o como solían llamarlo «cuarto especial».

Nos tomamos un tiempo más para poder terminar el desayuno y luego de eso decidimos ir a saludar a mi padre mientras esperábamos que llegaran las chicas. Nos encaminamos a su oficina, golpee la puerta esperando que me dijera «pase».

—Buen día —le dije sentándome en una de las sillas de cuero que tenía frente a su escritorio, él levanto la mirada de sus papeles y sonrió.

—Hermoso día hoy, ¿no? —estaba mucho más optimista de lo normal, no es que fuera un hombre amargado, pero normalmente no tenía un humor muy elevado, solo lo justo—. Hoy llegarán nuevas muchachas... —parecía que no solo eso le estaba provocando alegría—. Y un nuevo integrante a esta gran Familia —Jack y yo nos miramos sorprendidos en cuanto escuchamos eso, él nunca contrataba gente así por que sí.

Se escuchó unos golpes en la puerta a lo que mi padre dijo que pasara, me voltee a mirar curiosa de quien se trataba, pues esto no era común. Mi padre solo tiene gente de su confianza alrededor. Mi sorpresa fue aún más grande cuando vi pasar a un chico alto, de pelo negro como la noche, de cuerpo ancho, su piel era pálida y provocaba un contraste con los tatuajes negros que cubrían su cuerpo. Su mirada se cruzó con la mía dejándome ver que tenía unos profundos ojos celestes.

—¡Eres la persona a la que quería ver! —mi padre y el chico estrecharon sus manos acompañadas de una agradable sonrisa.

—Nuevamente agradezco que me haya aceptado aquí Sr. Martínez —debo admitir que al escuchar su voz, algo en mí se revolvió. Tenía ese tipo de voz grabé que era música para los oídos.

—Déjame presentarte a mi hija, ella es Elizabeth, Elizabeth él es Ethan —caminé hasta él para saludarlo, sintiendo su pesada mirada sobre mí. Cuando estuvimos frente a frente, quise pasarle la mano pero en lugar de eso él decidió acercarse a mí dejándome un suave beso en la mejilla. La fragancia de su perfume pareció adormecer mis sentidos.

—Un placer conocerla —sonrió, correspondí con una involuntaria sonrisa tímida. Me sentía algo tonta, ya que solía ser un poco más borde normalmente.

—Luego tenemos a Jack, él junto con Marck que no se encuentra aquí ahora, son mis fieles ayudantes —Jack se acercó a Ethan y se saludaron amistosamente—. Serán compañeros —Ethan asintió agradeciendo nuevamente la oportunidad que le había dado mi padre.

La puerta se abrió y Marck se asomó un poco para hablar.

—Jefe ya llegaron —mi padre asintió aprovechando que había llegado y los presento.

Era momento de irnos a seguir con él trabajó, caminando hasta el sótano Jack aprovecho para mostrar un poco de la gran casa a Ethan. En un momento sentí una presencia a mi lado, cuando levante la cabeza para ver quien era me encontré con esos ojos claros.

—Sorprende un poco ver a una mujer en esto —comento caminando a mi lado.

—No es como si tuviera opción —si hubiera tenido la oportunidad, jamás hubiera elegido esto.

—Tal vez si la tienes... —dijo en voz baja. Sonreí sarcástica, parecía no saber lo difícil que era librarse de esto.

Entramos al sótano viendo que se encontraban alrededor de diez chicas allí, algunas abrazándose así mismas, otras estaban sollozando, algunas ya parecían rendidas a su destino y tenían la vista totalmente perdida. Me daba un poco de pena siempre esta situación, por que sabía que detrás de cada una había una vida, una familia o alguien quien las extrañaría. Nosotros no les hacíamos daño, pero cuando eran vendidas, quien sabe lo que les sucedía.

—Una de ellas me mordió —Marck se quejó mostrándome su mano que tenía una gran marca de los dientes de alguna chica. En parte entendía esa acción, probablemente si estuviera en peligro también reaccionaria de esa forma.

—Lamento que estén aquí... —suspire mientras dirigía mi mirada a todas—. Pero nuestro trabajo es prepararlas hasta que sean vendidas —era difícil aquello, hace bastante tiempo lo hacía pero aun así cada vez costaba más.

—Tú eres una mujer... —una de las chicas que se encontraba sollozando hablo—. ¿Por qué no nos liberas?

—Yo tampoco tengo elección... —dije dándome la vuelta para tomar la ropa que se encontraba sobre una pequeña mesa en un rincón. Me acerque a cada chica para darles la prenda, debían cambiarse pronto, ya que su ropa debía ser quemada para matar cualquier tipo de pista.

—No nos hagan daño... —la última chica a la que le di su ropa me tomo de la mano mientras me miraba con ojos suplicantes.

—Yo no seré la que les haga daño —con el tiempo aprendí que en este tipo de «trabajo» jamás debes dejarte llevar por las emociones.

Para mi era algo muy difícil, aun que intentaba ser más cerrada, me conocía lo bastante bien como para saber que era una persona con emociones a flor de piel.

—Tendrán que cambiarse de ropa, cuando más rápido cooperen, más rápido terminaremos todo... —escuche a lo lejos la voz de Jack mientras yo salía del sótano para buscar las mantas que usarían esa noche para dormir. Salí hasta el pasillo en donde a solo unos pasos estaba una puerta, era un armario donde se encontraban todas las mantas y toda la ropa preparada para cuando llegaban chicas. Me puse en puntitas para intentar alcanzar la bolsa con mantas que se encontraba en el estante más alto.

—Aparentas ser fuerte —la voz de Ethan se escuchó detrás de mí y vi su brazo pasar por encima de mi cabeza alcanzando con facilidad la bolsa que a mi tanto me estaba costando agarrar.

—Gracias... —me di la vuelta y él me paso la bolsa, en todo momento trataba de apartar la mirada por que cuando sus ojos encontraban los míos me sentía muy nerviosa—. Y no aparento ser fuerte, soy fuerte —afirmé, aun sabiendo que me estaban temblando las piernas por sentirlo cerca.

—Tienes razón, pero por lo poco que te conozco, también sé que eres un libro abierto de sentimientos... —se acercó más a mi rostro y sonrió. En esos momentos estaba apretando con fuerza la bolsa de mantas a mi cuerpo para que no se notara lo nerviosa que me encontraba.

¿Por qué tenía esa seguridad de decir eso de mí?, nos conocíamos hace prácticamente horas y el ya había deducido de mí que era un libro abierto de sentimientos. Cuando yo de él solo sabía que me intimida al estar cerca, y en mi caso, considerando que soy una chica bastante controlada al caos de emociones que soy, no era de mi agrado que alguien totalmente nuevo llegara y me hiciera temblar tan solo con su cercanía. ¿Qué me pasaba? tan solo era un extraño en estos momentos, un extraño bastante guapo. Pero aún sigue siendo un extraño.

—Aún no tienes el derecho de suponer cosas de mí —al terminar de decir eso me moví de ahí caminando lo más rápido que podía hasta llegar al sótano nuevamente. Al entrar vi que las chicas ya estaban listas y habían puesto toda sus ropas en una bolsa negra.

—Aquí tienen mantas para dormir —deje las mantas en el suelo y agarre la bolsa negra para llevármela.

—¿Cómo se supone que durmamos aquí? —una chica que se encontraba sentada en el suelo me miraba con enojo.

—Si no duermes solo te harás mal tu misma.

—Que podría ser peor que esto... —baje la mirada cuando escuche eso, por que después de todo tenía razón. Estar sin dormir era lo menos horrible que les podía pasar.

Terminando con todo tan solo salimos del sótano y cerré con llave la puerta. Cada uno tomo su camino para hacer distintas cosas y yo me dirigí hasta el patio trasero en donde quemaría la bolsa con ropa. Al salir me di cuenta de que ya era de noche, una maravillosa noche totalmente llena de estrellas acompañada de una luna llena brillante. Puse la ropa dentro de un barril que había especialmente para esto, al tirar la ropa dentro también tire un fósforo que rápidamente comenzó arder junto a la ropa, me quede mirando el fuego que consumía todo y por un momento la angustia invadió mi cuerpo.

¿Qué estoy haciendo? ¿Qué diría mi madre si viera en la persona que me convertí?

—Que decepción eres Elizabeth... —me susurré a mi misma.

A veces solo deseaba dejar de ser un caos.

......................

Grácias por el apoyo

Ig: vibesgirlx

CAPÍTULO 2: LA CABAÑA

ELIZABETH

—Hija siéntate por favor —mi padre señalo el sofá que se encontraba frente a él mientras cerraba y acomodaba el diario que estaba leyendo en la mesita a su lado.

—¿Qué sucede? me dijeron que me mandaste a llamar —algo muy característico de mi padre era que él jamás se tomaba el tiempo de siquiera llamar a alguien cuando necesitaba hablar de algo.

—No es nada malo, primeramente quería saber ¿cómo estás? —se cruzó de piernas y puso sus manos entrelazadas sobre esta.

—Pues supongo que bien... —esta era mi oportunidad de preguntarle por qué había contratado a Ethan—. Sabes, tengo una pregunta que está rondando mi cabeza desde que llego Ethan.

—¿El porqué lo contrate? —me interrumpió quitándome la pregunta de la boca.

—Exacto... Después de todo, no eres alguien que contrata ayudantes solo por que sí.

—Me había mandado una carta hace semanas, contándome que era hijo de Hernández y le hacía ilusión trabajar con nosotros —que tendría en la cabeza este chico para que le haga ilusión trabajar en algo como esto, si entras en esto, ya jamás vuelves a salir. O si sales, no sales limpio.

—¿Tu antiguo socio? —lo miré confundida, ya que no nos habíamos enterado de que tuvo algún hijo.

—El mismo, al parecer cuando viajo a Canadá para estar lejos de todo, tuvo a este chico.

—Que raro que jamás nos haya avisado —él asintió pensativo.

—Hernández habrá tenido sus motivos, pero como fue un gran aliado mío en su momento. Me pareció una buena forma de agradecerle todo, aceptando a su hijo aquí —sonrió, Hernández había muerto hace ya un tiempo, recuerdo que por mucho tiempo fue un gran amigo y socio de mi padre, hasta que un día aviso que se retiraría. Viajo a Canadá y nunca más se volvió a saber de él, supongo que tal vez su misteriosa retirada fue a causa de su hijo.

—Entiendo... Pues ahora tiene un poco más de sentido todo.

—Ira mejorando con el tiempo, confía en él. Se le ve un gran muchacho, si no entiende como nos manejamos aquí, tú sin problema puedes enseñarle —claro, ahora también sería maestra del chico que me hace temblar las piernas sin tocarme. Sonaba fácil, pero era bastante estresante.

—Si tú lo dices...

—Cambiando de tema, te llamé para algo más —dijo volviendo a su expresión seria—. Andy tiene unos encargos que me debe, por favor ve a buscarlos y ve con Ethan para que se vaya familiarizando con esto —asentí un poco disgustada de tener que ir con él, pero tampoco podía negarme a llevarlo. Eso llevaría a una discusión con mi padre que no quiero tener.

Me entrego el dinero que necesitaba para dárselo a Andy y ahora me tocaba a mí buscar a Ethan para que nos fuéramos. Normalmente me encontraba a Ethan recorriendo la casa o en el patio trasero haciendo alguna llamada, como no lo encontré en la primera opción, supuse que estaría en el patio trasero.

Efectivamente al pasar por la puerta de vidrio que daba al patio lo vi a él, con la mano en los bolsillos mirando el cielo. Me tomé un momento para mirarlo de espaldas y apreciar lo grande que era, si lo abrazara supongo que mis brazos apenas lo rodearían. En su nuca podía apreciar algunos tatuajes y otros que se escondían bajo su remera, me pregunto si algunos tendrán significado. Aun que llevemos unos días en la misma casa, no hemos hablado tanto. Solo algunas palabras de saludos y despedidas, era un chico bastante reservado y yo tampoco era la excepción. Era solitario, muchas veces lo miré cuando estaba distraído y en su mirada se veía algo extraño, como si algo lo estuviera atormentando. Aveces me recuerda tanto a mí.

Corrí lentamente la puerta de vidrio para no hacer ruido y que se diera cuenta de que estaba allí.

—Así que eres hijo de Hernández... —me acerqué a él hasta quedar a un paso detrás.

—¿Disculpa? —se dio la vuelta y me miro confundido.

—Me lo contó mi padre hace un rato.

—Ah sí... —se volvió a dar la vuelta dándome la espalda.

—¿Por qué jamás dijo que tenía un hijo? —tal vez me hacía parecer metida, pero me daba curiosidad.

—Era un hombre reservado y no quería meterme en problemas supongo... —elevo los hombros con indiferencia.

—¿Por qué elegir trabajar en esto?

—Por que quise —se dio la vuelta y me miro algo irritado—. ¿Algo más que quieras saber?

—Joder, solo quería saber de ti —dije apenada, ya que no me parecía lo mejor el que me contestara así cuando yo solo intentaba hablar con él.

—Per...

—Henry dijo que tenemos que ir juntos a un encargo atrasado, te espero en el garaje —dije cortante y salí de ahí sin esperar ninguna contestación de él.

Espere dentro del auto a que viniera y cuando lo hizo solo entro sin nada que decir, en todo el camino no cruzamos palabra alguna. Supongo que el orgullo de los dos era demasiado grande como para romperlo, aun así, sentía que él me debía una disculpa. Casi siempre cuando hablábamos terminábamos así, no podíamos hablar de más o ya era el principio de una discusión, él estaba a la defensiva casi siempre cuando intentaba saber de él. Al igual que yo cuando él intentaba saber de mí, me ponía muy tensa y terminaba yéndome de donde estuviera. Somos tan iguales en algunas cosas que eso hace que choquemos bastante.

Como si estuviera leyendo mis pensamientos, rompió él silenció.

—Perdón por estar a la defensiva siempre que intentas saber de mí —suspiro—. Es solo que no me gusta hablar de algunas cosas de mi pasado, en especial mi padre... —supongo que había algo detrás de todo que provocaba que fuera tan difícil hablar del tema.

—Entiendo... —dije y una pequeña sonrisa se formó en mi rostro.

Había dejado su orgullo por mí...

Luego de eso, el silencio volvió a reinar entre nosotros, pero esta vez ya no era un silencio incómodo.

Después de un largo rato en la carretera habíamos llegado a destino, era una alejada cabaña a lado de una carretera muy metida en el bosque. Un lugar difícil de encontrar y que solo muy pocas personas lo sabían, era casi imposible que alguien llegara aquí. Ethan y yo bajamos del auto, me dirigí hasta el baúl es busca de la protección que necesitábamos, después de todo. Uno nunca sabe lo que puede suceder.

—¿Armas? pensé que eran de confianza —pregunto confundido cuando le pase un revolver.

—No nos estamos cuidando de ellos, nos estamos cuidando de sí algo llega a salir mal —Ethan asintió y tomo el revolver escondiéndolo en su chaqueta. Yo hice lo mismo y empezamos a caminar metiéndonos cada vez más en lo profundo del bosque.

—Joder, por que tan escondidos... —escuche a Ethan decir con fastidio.

—¿Esperabas carteles luminosos?- dije rodando los ojos sonando obvia de que alguien que hacía estas entregas, no tendría el lugar totalmente a la vista—. Ahí esta... —vi la cabaña y aceleré el paso.

Por fin nos encontrábamos en la puerta de aquella misteriosa cabaña que tanto costaba encontrar, cualquiera diría que esto se trataba de un cuento de terror. Toque la puerta y se escucharon pasos acercándose, la puerta se abrió dejando ver a un chico alto, de cabello rubio con raíces oscuras su rostro perfilado mostraba una mirada de ojos verdes totalmente despreocupados, su figura alta y delgada era un buen factor a su estilo de ropa vintage.

—Llegaste —dijo con una sonrisa que mostró sus perfectos dientes blancos.

—Andy... —dije también sonriendo en forma de saludo.

Hace un tiempo atrás me atreví a confesarle mis sentimientos a Andy, era un chico simpático y atractivo que había llamado mi atención. Como era de esperarse él no desperdiciaba su belleza, eso significaba que así como yo, muchas chicas se le declaraban. Para mi mala suerte, no fui especial, me acepto pero solo me buscaba cuando necesitaba el cariño de alguien. Cuando me di cuenta de lo utilizada que me sentía, tan solo me aleje con la esperanza de que siguiéramos como amigos.

—Adelante tú y... —se quedó mirando a Ethan tratando de saber quien era.

—Soy Ethan, un nuevo ayudante de Martínez —le paso la mano a Andy y este la agarro para saludarlo.

—Debe tenerte mucha confianza... —comento Andy, ya que él también tenía el conocimiento de que mi padre no aceptaba a cualquiera.

—Al parecer si —contesto Ethan entrando a la casa.

—Debes decirle a tu padre que me perdone el retraso —Andy se rascó la nuca nervioso—. Es que la policía anda muy activa últimamente, por suerte rescatamos algunos cargamentos —lo escuche decir mientras subía unas escaleras al segundo piso. Luego de un momento bajo acompañado de tres chicos más que traían grandes bolsos negros llenos de lo que supongo sería la mercancía que tanto estaba esperando mi padre.

—¿Está la cantidad necesaria verdad? —le pase el dinero que me había dado mi padre y él asintió mientras la contaba— ¿Ethan me ayudas con esto? —llame la atención de Ethan quien se encontraba en silencio recostado en la pared.

—Te ayudo —dijo Andy mientras cargaba un bolso para llevarlo al coche.

—Tan amable tu amigo... —dijo Ethan entre dientes cuando estuvo cerca mío. Lo miré confundida sin entender a que venía ese comentario. ¿Acaso estaba celoso?.

Cargue el otro bolso faltante y fuimos hasta la camioneta, lo guardamos todo en el baúl y cuando lo cerré di un salto del susto al ver a Andy a mi lado sonriendo.

—Sigues teniendo mi número? —dijo sonriendo mientras recostaba su espalda en el coche.

—Jamás lo borraría —dije siguiendo ese juego que ya conocía. Andy podía ser muy simpático y agradable, pero aveces tenía un carácter egocéntrico insoportable.

—¿Puedes llamarme cuando necesites sabes? —se acercó a mí agarrando un mechón de mi cabello rojizo.

—Lastima que no te necesita —dijo Ethan apareciendo con una sonrisa de lado.

—No sabía que tenías algo con el novato... —Andy se alejó de mí riendo.

—No me dirás novato cuando...

—¡Chicos paren! —dije cuando empece a escuchar sonidos que no provenían de nosotros— ¿Escuchan eso?... —dije en voz baja.

Ethan y Andy pararon su discusión escuchando con atención que era ese sonido. Eran pasos que se escuchaban cada vez más cerca de nosotros. ¿Pero quién podría andar por este sector a estas horas, más en esta zona tan alejada de la carretera?. Andy hizo señas para que nos escondiéramos detrás del auto, caminamos agachados hasta escondernos detrás y esperar a saber de que se trataba eso.

—Parece que se encuentran dentro de la casa Señor... —se escuchó las voces de algunos hombres hablándole a alguien que parecía ser un líder. Asome mi cabeza un poco para ver de quien se trataba y mis ojos se abrieron a un gran tamaño debido a la sorpresa.

—¿Qué coño hacen policías aquí? —dije alterada.

°°

Ig: vibesgirlx

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