Ella había luchado toda su vida por ser nombrada un “buen ejemplo”. Conformadose y haciendo suya esa idea, para ser aceptada en una sociedad donde la perfección es casi imposible. Su crianza la había llevado a creer que seguir las normas era la mejor manera de vivir aún si eso significaba dejar de lado sus sueños e ilusiones e incluso placeres.
Renunciando a ser igual que la mayoría de las personas para obtener la aprobación de un pequeño grupo de personas. Incluso renunció a su primer amor y quiso continuar su vida como siempre lo había planeado.
Había hecho lo que creía correcto, había tomado una decisión que todos aplaudieron si tan solo lo hubieran sabido, personas que eran de su misma religión
Su cara no reflejo el dolor inmenso que sentía por dejar ir a ese chico que también gustaba de ella, por renunciar a la vida normal que todos tenían, incluso a tener opiniones que estaban llenas de controversias.
Incluso con el tiempo quizás su corazón se corrompió, pues estaba cansada de ser quien sufría, de ser quien tenía que reprimirse, de ser siempre la que tenia que perder algo.
Pero el amor mueve a las personas y el odio que existe en el interior ayuda a corromperse.
Un día decidió por si misma, dejando un mensaje en redes sociales. El viento frio mecía sus cabellos y su corazón latía de prisa mientras escribía lo que serían sus últimas palabras.
“No es culpa de nadie que quiera morir".
Su teléfono comenzó a sonar en el instante que hizo eso, ella sonrío pues habia intentado de todo para huir, y esa parecía ser su última opción. Llamo la atención hasta de personas que solo dedicaron a criticarla y esa era su intención. Se había cansado de buscar esa aceptación en exceso, ahora quería el odio de todos.Así que ya en ese viaje sin retorno llamó a alguien que sin dudarlo se pondría a investigar el por qué había decidido morir de ese modo.
Llamo a ese chico que ahora era un hombre, y el contestó de inmediato.
—Tal como lo dijiste... Soy una cobarde hasta el final — dijo rápidamente antes de colgar el teléfono.
Apagó su teléfono y lo dejo caer en el suelo, sobre el pasto seco con color amarillento, que estaba cerca de un precipicio, lugar que no solía ser frecuentado por lo peligroso que era estar ahí.
Ese lugar significaba tanto para ella, por qué ahí comenzó todo y ahí mismo terminaría para ella.
— Debí haber resistido hasta el final— Dijo Julieta acercándose al precipicio, escuchando el sonido de las piedras cayendo hacia el agua que estaba al fondo de ese precipicio — Pero supongo que este es el castigo por todo lo que hice.
Julieta se dejó caer con una sonrisa llena de miedo, aceptando su destino, sin arrepentimiento alguno.
Por solo unos días hacia logrado subir al cielo, pero el peso de sus pecados, ahora la arrastraba hacia el fondo del infierno. La represión es una enfermedad que cala en los huesos y mata el alma dejandoa deshoyada.
UNA SEMANA DESPUÉS DE LA DESAPARICIÓN
“Sigue la búsqueda de una mujer de 22 años, según sus conocidos era una mujer muy alegre que nunca desaparecería por su voluntad”. Se escuchó en el noticiero.
—¿Israel, no es esa la chica que te rechazó por su religión?— Preguntó Isaac, compañero policía de Israel, casi burlándose— ¿Crees que realmente se haya suicidado?.
Israel lo golpeó en la cabeza.
—Me llamó antes de desaparecer —contestó Israel sostenido una hamburguesa en sus manos y a punto de comerla— pero hasta ver el cadáver realmente no puedo decir nada.
— ¡¿Que te dijo?!—preguntó Isaac lleno de curiosidad.
Israel estuvo a punto de contestar, pero en el televisor volvió a pasar una noticia relacionada a la desaparición.
“Julieta Sanz fue encontrada en una orilla de un lago, lamentablemente sin vida, la causa pareciera ser un suicidio, su cuerpo fue encontrado después de una semana de búsqueda”.
—¡No puede ser!—Dijo Israel dejando caer su hamburguesa al suelo, manchando por completo de catsup la playera blanca que llevaba.
Se levantó de inmediato y corrió hasta su auto olvidando el aspecto desaliñado que le otorgaba esa gran mancha roja, condujó con rapidez y desesperación hacia la única morgue de la ciudad, su mente llena de pensamientos y emociones contradictorias. No podía creer que la joven mujer que había conocido y amado durante 6 años hubiera terminado su vida de esa manera.
Al llegar ala morgue, Israel se dirigió directamente a la sala de autopsias, donde sabía que quizás encontraría a Julieta, lamentablemente sin vida.
Al entrar en la sala, Israel vio un cadáver con una pulsera en el brazo indicando su nombre en letras rojas y entendibles.
El cadáver de una mujer llamada Julieta Sanz, según la marca de identificación estaba acostada sobre una helada mesa metálica, examino con detenimiento lo que era el cuerpo de Julieta. Se acercó a ella, sintiendo una oleada de tristeza y desesperación, su cuerpo estaba en estado de descomposicion por lo tanto no había como reconocerla.
— Julieta... —dijo Israel, su voz temblorosa— ¿Realmente piensas que esto te hace valiente?
Israel se detuvo frente a la mesa, su mirada fija en el cuerpo de Julieta. La descomposición había avanzado demasiado, y era imposible ver un poco de la mujer que había conocido.
Se sintió invadido por una oleada de tristeza y desesperación. No podía creer que Julieta hubiera terminado su vida de esa manera. Se acordó de la llamada que había recibido de ella antes de desaparecer, y se sintió culpable por no haber podido hacer nada para evitar su muerte.
— Lo siento, Julieta — dijo Israel, su voz era temblorosa, casi al punto de quebrarse- Lo siento mucho.
Se quedó allí durante un rato, sumido en sus pensamientos y emociones. Luego, se dio cuenta de que necesitaba saber qué había llevado a Julieta a tomar esa decisión.
Se volvió hacia la puerta, decidido a encontrar respuestas. Pero antes de salir, se detuvo y miró hacia el cuerpo de Julieta.
No podía creer que esa mujer que había conocido en su adolescencia, estuviera así.
No podía entender por qué se había quitado la vida tan de repente, cuando presumía en sus redes sociales felicidad y seguridad de si misma.
Al de salir del edificio, escucho la voz de un hombre joven de su misma edad hablando por teléfono. Sin querer escucho la conversación.
—Sí, ya lo sé — dijo el hombre joven — El cuerpo fue encontrado por la madre de Julieta, no descanso día y noche aún cuando todos se iban a descansar.
Israel se detuvo en seco, su corazón latiendo con rapidez. ¿Qué estaba escuchando? ¿Quién era ese hombre y qué sabía sobre la muerte de Julieta?
Se volvió hacia el hombre joven, que seguía hablando por teléfono sin darse cuenta de que Israel lo estaba escuchando.
— ¿Qué pasa? — preguntó Israel, su voz firme y autoritaria.
El hombre joven se sorprendió y se calló de inmediato, mirando a Israel con una mezcla de miedo y sorpresa.
— Nada —dijo el joven hombre, intentando sonreír. — Solo estaba hablando con un amigo.
Israel no se creyó la excusa. Sabía que había escuchado algo importante, algo que podría estar relacionado con la muerte de Julieta.
-—¿Quién eres? — preguntó Israel, su voz llena de firmeza y decisión
El hombre joven se encogió de hombros.
—Me llamo Julian — dijo —.Y tú, ¿quién eres?
Israel se identificó como policía y le pidió a Julian que se sentara con él para hablar. Julian se mostró reacio al principio, pero finalmente accedió a sentarse con Israel.
— ¿Qué sabes sobre la muerte de Julieta Sanz? — preguntó Israel lleno de curiosidad.
Julian se encogió de hombros.
—Jamás pensé que ella haría algo así— contestó—solía hacer bromas al respecto, sobre la felicidad que obtendría antes de morir... Y ser libre.
Israel se quedó meditando en esas palabras, aún sin entender a qué se refería Julieta sobre morir para ser libre. El había creído que toda su vida ella era el alma libre que demostraba. La sonrisa que había tenido en su vida Julieta era solo una máscara con la que había engañado no solo a él si no a cualquiera que la llegara a conocer.
Volvió a la sala de autopsias y miró de nuevo a quien el creía era Julieta, a escondidas del médico forense se puso un guante y midió su mano con la de ella.
Una sensación extraña invadió su cuerpo, al ver cómo esa mano era más pequeña de lo que el recordaba, sintiendo la mayor sospecha de que realmente esa no era Julieta, levantó la sabana y descubrió la piernas del cadaver.
—No es ella—dijo en voz baja.
El médico forense se acercó y lo miró de forma extraña.
—¿La conoces?... Está es su identificación— preguntó el médico sin despegarle la mirada.
Antes de responder, Israel pensaba en lo que había visto, y oido de Julian. Pensaba si debía hacer lo correcto y decir que ese cuerpo no parecía ser el de Julieta o callar. Pensar en que quizás Julieta por fin había alcanzado su libertad lo hizo romper la regla que jamás pensó transpasar.
—Sí, la conozco — dijo Israel, su voz firme y decidida -. Y sí, ese cuerpo es el de Julieta Sanz.
El médico forense asintió, como si hubiera esperado esa confirmación.
— Lo siento, supongo que era tu amiga—dijo el médico —. Sé que esto debe ser difícil.
Israel asintió, fingiendo tristeza y dolor. Miró el cuerpo con tranquilidad, pues sabía que no era Julieta.
—¿Puedo hacer algo? — preguntó Israel, sintiendo la necesidad de hacer algo para honrar la memoria de Julieta y seguir el juego que parecía haber orquestado.
El médico forense se encogió de hombros.
—No hay mucho que puedas hacer en este momento — dijo —. Pero si quieres, puedes hablar con la familia de Julieta, ofrecerles tus condolencias.
Israel asintió, sabiendo que eso era lo menos que podía hacer. Se despidió del médico forense y salió de la sala de autopsias, sintiendo un peso en su corazón.
Mientras caminaba hacia su auto, Israel no podía dejar de pensar en Julieta y en lo que había pasado, sobre todo pensaba en que lugar estaría ella y si finalmente encontró lo que tanto buscaba.
Horas después se enteró de la dirección donde era su funeral, y sin pensarlo asistio. Al llegar miró a decenas de personas sentadas mirando hacía la nada, preguntándose como alguien tan joven murió de esa manera, sin demostrar señales.
La caja estaba sellada, y cerca estaban solo dos personas a las cuales ofreció las más sinceras condolencias
—Siento mucho su perdida—Dijo Israel intentando consolar a la madre de Julieta, que tenía los ojos rojos y los ojos hinchados.
La madre de Julieta lo miró sorprendida, y miró también a Joshua novio de su hija Julieta que se encontraba a su lado, encontrando semejanzas físicas entre los dos. Dándose cuenta de que lo que su hija una vez menciono por casualidad era real.
—Suegra, es mejor que descanse un poco— dijo Joshua llevandose a la madre de Julieta.
La madre de Julieta, se nego a irse, en cambio decidió callarse y no hablar absolutamente nada.
—Soy Joshua...el novio de Julieta... bueno lo fuí —dijo Joshua extendiendo su mano hacia Israel—.¿Quien eres tu?.
—Soy un viejo amigo—contestó Israel mirando a Joshua con detenimiento.
Israel no podía creer como Joshua podía parecerse tanto a él, excepto por su altura y unas leves diferencias que lo hacían un poco distinto. Su piel morena y ojos casi café claro, labios carnosos y hasta el timbre de voz eran similares. La forma de acomodarse el pelo y la misma forma de caminar.
La madre de Julieta miraba con nerviosismo a ambos, pues Joshua hacia lo mismo con Israel y lo examinaba, pero esa coincidencia le pareció insignificante en un momento así. Israel se marchó sin decir palabra alguna estaba demaciado conmocionado. Subió a su auto y se quedó hundido en sus pensamientos, pensando si realmente era una coincidencia que el novio de la difunta Julieta fuera casi su gemelo.
Continúaraa.....
Israel al ser policía pudo acceder al teléfono de Julieta, intento encontrar la razón de por qué Julieta había desaparecido, el sabía que Julieta no dejaría todo asi de fácil.
A entrar en su celular, le pareció extraño ver cómo tenía en su aplicación de notas, miles de ellas, todas con fechas de no más de 6 años. En todas confesaba como se sentía tan asqueada de si misma, como deseaba morir o encontrar la manera de dejarlo todo.
Llamó su atención la última de las notas, con la fecha más reciente.
“Quería decirlo, para ya no esconderme detrás de la máscara perfecta que había usado toda mi vida.
Realmente casi lo hice, decir lo sucia y inmoral que era, pero al ver su mirada que me aterrizaba. Sabía que me romperían, de nuevo tendría que doblegarme. También romperé a ese hombre tanto como lo estoy yo, si muero el estará mucho mejor.
Lo engañe de todas las maneras por haber, me enamore por creer que podía reemplazar a alguien a quien no me quedo más opción que renunciar. Vendí mi cuerpo y oculte esos secretos. Tengo pesadillas sobre ese día... Dónde todos descubran lo que he hecho... Incluso que descubran lo que he ocultado a la perfección.
Se que leerás esto Israel, después de todo serás la última persona a quien llamaré. Si hubiera renunciado a todo por tí, no hubiera hecho tantas cosas malas de las cuales no me arrepiento. Pero ahora sí quiera no lamento haber renunciado a ti”.
NARRADO POR ISRAEL.
La imagen de perfección que tenía hacia Julieta se desvaneció, al final era una humana ocultando decenas de secretos, incluso me preguntaba que tipo de secretos había tenido todo este tiempo y era más que claro que había más que yo no sabía.
Seguí buscando en el teléfono, tratando de encontrar la respuesta, del por qué había desaparecido y por qué había un cuerpo utilizado para reemplazarla. También la curiosidad me invadía por la incognita sobre ¿por qué decía haber vendido su cuerpo para ocultar algo que realmente temía?
Mientras esperaba por un milagro, sentado en la comisaría, ví como ese hombre que había visto no hacía ni siquiera 24 horas de acercaba a dónde yo estaba. Con un semblante totalmente diferente a el que había visto en el funeral.
— Tú fuiste amigo de Julieta, así que debes saber lo que encontré — Dijo Joshua mostrando su teléfono— Creó que ella no murió.
Analice la situación y la mejor opcion que se me ocurría era fingir que realmente estaba en sintonía con las demás personas y seguir creyendo sobre el estado de Julieta.
— Déjala descansar, tu bien sabes que ella ya no está aquí — dije golpeando su hombro, intentando darle consuelo.
— No, no entiendes — insistió Joshua —. Encontré algo que me hace dudar de que Julieta haya muerto realmente.
Me sentí intrigado ante su insistencia ¿Qué podría haber encontrado Joshua para hacerle dudar de la muerte de Julieta?
— ¿Qué es? — pregunté, intentando mantener la calma.
— Bueno, desde que la conocí sabía que le gustaba escribir, incluso supe que publicó su primera novela— dijo Joshua, mirando a Israel con una mezcla de curiosidad y sospecha.
Israel asintió. Sabía que Julieta había escrito algunos cuentos y poemas, pero no sabía que había publicado algo.
— Sí, lo sabía — respondió Israel —. Pero no sabía que había publicado algo.
— Bueno, resulta que Julieta era una escritora anónima de libros para adultos— reveló Joshua —. Y ayer, mientras estaba en el funeral, vi que subió un capítulo nuevo a su sitio web.
— ¿Julieta no sabía de esto cierto?— preguntó Israel.
— No, de eso estoy seguro — respondió Joshua —. Para ser sincero por eso le pedí ser mi novia, sabía que eso que tanto le apasionaba, no sería aceptable en nuestra comunidad... Yo había descubierto eso sobre ella y me negué a decírselo.
— ¿Qué tan mal le iría si se revelaba eso sobre ella?— pregunté lleno de curiosidad, pues eso realmente no me parecía algo inaceptable.
— Para empezar mis padres, me obligarian a terminar con ella, sería excluida de todo hasta que decidiera dejar de escribir y se arrepentiera— contestó Joshua—Nadie se atrevería a estar con ella por eso.
— ¿Por eso decidiste salir con ella?— preguntó Israel — ¿La amabas, te diste cuenta de algo antes de que desapareciera?.
— No, ella actuaba como siempre solía hacerlo... — contestó Joshua — Aún que solía llorar seguido cubriendo sus ojos con unas gafas oscuras.
Me sentí conmocionado por la revelación de Joshua. No sabía que Julieta estaba pasando por tanto sufrimiento y que había estado llorando en secreto. Julieta siempre se negaba en llorar frente a personas, así que si lo hacía, significaba que eso que debía pasar por mucho dolor.
— ¿Y no hiciste nada? — pregunté sintiendo una mezcla de ira y tristeza.
— No sabía qué hacer — respondió Joshua —. Me sentí confundido y no supe cómo reaccionar. Pero ahora creo que debí haber hecho algo.
Me sentí frustrado por la inacción de Joshua, pero también me dí cuenta de que Joshua estaba sinceramente arrepentido por no haber hecho nada.
— ¿Crees que Julieta podría estar en peligro? — pregunté sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
— Sí, lo creo — respondió Joshua —. Si alguien descubrió su secreto, podría estar en peligro. Y si ella se sintió obligada a desaparecer para protegerse a sí misma... entonces podría estar en un lugar muy peligroso.
—¿Y si ese no fuera el único secreto que escondía, si la Julieta que conociste no es quien crees que es?— Preguntó Israel— ¿Si la llegarás a encontrar la traerías de regreso?.
Joshua tardo en responder, quizás meditaba en lo que Israel le había dicho. Quizás también imaginaba si Julieta escondía aún más secretos. El creía que si la veía a los ojos entendería sus motivos de desaparecer así.
— Quiero que revises su habitación, sin que su madre sepa que fuiste solo a eso— dijo Israel— No debemos decir sobre nuestra sospechas, de que ella está viva.
Joshua hizo caso a lo que decía Israel, por un extraño motivo hacia lo que el decía, parecía creer en el. Así que cuando llegó a casa de Julieta, vio como todos se preparaban para el entierro de Julieta, así que no dudo en aprovechar la oportunidad para colarse a la habitación de Julieta.
Busco por toda la habitación, desde los cajones más pequeños, a los más grandes que había, hasta que llegó al baño de su habitación y reviso un pequeño mueble que parecía solo tener un montón de toallas de baño desordenadas. No quiso revisar al principio pero una corazonada lo movió a sacar todo de ese mueble.
Al sacar todas las toallas, escucho que algo pequeño sono al caer, así que volteo de inmediato.
Continúaraaa...
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