Rachel fiore
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-Cada vez que observo a mi hermana Lucía, de seis años, no puedo evitar notar la similitud que tiene con mi madre: su cabello color avellana y sus ojos cafés evocan en mí una profunda nostalgia.
La extraño. La veo caminar hacia la escuela, detenerse, sonreírme y luego correr hacia su destino. Después de esto, subo al auto y me dirijo a la bodega donde seguramente se encuentra Leandro Zanella, el hombre que salvó a mi hermana y a mí de las calles. Él nos brindó una segunda oportunidad, y siempre estaré profundamente agradecida con él. Es la segunda persona más importante de mi vida, ya que primero es mi hermana. Son las personas que más amo en el mundo. Sí, lo amo, pero lo amo como a un hombre. Desde que me salvó cuando tenía 14 años, desde allí le tengo admiración, pero lo deseo. Aunque sea un hombre más adulto y me lleve 12 años de diferencia, no me importa, siempre que me viera como una mujer y no como una hermana. Coloco mi mano en mi mejilla y me apoyo sobre la puerta del auto, pero sé que no tengo oportunidad con él. Él tiene una novia, la insoportable Olivia, en quien no confío. Después de 40 minutos, llego a la bodega y al entrar observo cómo Leandro está golpeando a un hombre con gran furia, mientras lo maldice. Me acerco y él me mira, diciéndome- Una vez más, los malditos de los fgn han encontrado uno de nuestros almacenes. Incautaron más de 500 toneladas de drogas, y este individuo era el encargado de supervisar esa mercancía, pero no me brinda respuestas. Observé cómo se giraba y empezaba a lanzar puñetazos. La sangre cubría su rostro mientras suplicaba por piedad. En estos años, las fuerzas de los FGN han incautado diversas mercancías, lo que nos ha afectado considerablemente. A pesar de nuestras investigaciones, no hemos podido identificar al informante, aunque sospechamos que se encuentra dentro de la organización. Lo vi sacar su arma y disparar en la cabeza a ese hombre. Luego se acercó a mí y me hizo señas para que saliéramos. Caminamos hacia el automóvil, ambos nos subimos y, mientras conducía, él dijo- Hoy viajarás a la capital para reunirte en la tarde con el líder Black Vannecelli. Llevarás un informe detallado sobre la situación actual, ya que necesitamos su apoyo. Eres la única en quien confío plenamente.
-Él tomó mi mano y me dio un pequeño beso, lo cual provocó una sensación de cosquilleo en mi abdomen y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Mi corazón se aceleró de alegría y, a pesar de mis intentos por controlar mis emociones, le sonreí y le dije- Gracias por tu confianza, hoy mismo viajaré.
-Él me responde- Me has demostrado tu lealtad; eres la hermana que siempre deseé tener, al igual que Lucía. -Mientras continúa conduciendo, me sonríe.-
-Sus palabras me afectan profundamente. A pesar de tener claro lo que sucede, no puedo evitar sentir dolor. Desearía poder dejar de experimentar este amor que me consume y me asfixia. Mi imprudente corazón decidió enamorarse y confundió generosidad con amor. Tal vez lo mejor sería desviar la mirada y darme una oportunidad con otra persona, pero carezco de paciencia para conectar con los demás. Todo me irrita y esa frustración me desborda. -
Rachel fiore
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-Al llegar a la capital, al descender del avión, me aguardaban tres vehículos. Al subirme a uno de ellos, uno de los hombres me entregó una capucha y me indicó que debía ponérmela por razones de seguridad, por lo que accedí a hacerlo. Después de aproximadamente una hora, el automóvil se detuvo y me informaron que podía retirarme la capucha. Al bajar del vehículo, me di cuenta de que nos encontrábamos en medio del bosque, frente a una casa. Me acerqué a la puerta, donde uno de ellos me revisó, me despojó de mi arma y me permitió el paso hacia la sala. Observo a un hombre de cabello blanco sentado en el sofá. Al notar mi presencia, se levanta y se acerca a mí. Quedo sorprendido por su belleza; verdaderamente, el hombre que tengo ante mí es un individuo impresionante. Es musculoso, con hombros anchos, evocando la imagen de un dios griego cuya belleza hace parecer insignificante a cualquier otro a su alrededor. Su aroma, tan viril, inunda mis sentidos. Además, es evidente que posee una carga de peligro; su mirada intensa transmite una sensación de poder que sugiere la presencia de una bestia capaz de destrozar cualquier cosa a su paso. Él es bastante intimidante. Disimuladamente, me pellizco para liberarme del encanto en el que me encuentro. Hasta que escucho que dice- Señorita, ¿me escucha?
-Nerviosa y algo avergonzada, le respondo- Lo siento, señor, ¿podría repetir lo que ha dicho?
-Él me contesta- Leandro me informó que usted trae una información. Quiero verla.
-Le entrego los documentos, y mientras él los recibe, observo cómo abre la carpeta y comienza a leer. Puedo notar cómo su expresión varía, pasando de seria a molestia, mientras manipula la carpeta con desdén y murmura algunas maldiciones. Luego, dirige su mirada hacia mí; intento mantener la mía, pero por dentro siento un leve temor, ya que su mirada es intensa y reflexiva. Es evidente que está muy molesto. Finalmente, me dice, de manera irritada- Dígale a Leandro que yo me encargaré de ese problema, y por ahora, que refuercen la seguridad.
-le respondo-Sí, señor.
-Me retiro, sintiendo la intensa mirada de aquel hombre. Al salir de la casa, percibo cómo el aire regresa a mí. Es un hombre realmente intimidante, me genera temor. Suspiro y subo al auto, donde me coloco nuevamente la capucha. Un tiempo después, ya estoy en la ciudad. Es de noche y reviso mi reloj: son las 7. Mañana regresaré a mi ciudad, pero no deseo irme a dormir. Quiero disfrutar de unas margaritas y desestresarme de todo esto. Le pido al chofer que me lleve a un hotel. Después de darme una ducha, me cambio a ropa cómoda.
Al subirme al auto, le indico al conductor que me lleve a la mejor discoteca de la ciudad, y así lo hace. Mientras transito por las calles de esta hermosa capital, pienso en mi hermana; sin embargo, en este momento debe estar dormida, dado que es tarde. Al llegar, me encuentro con una gran cantidad de personas, lo que me incomoda un poco, aunque es comprensible, ya que si es la mejor discoteca de la capital, seguramente atrae a muchos clientes. Tras pasar por el lugar, me dirijo al bar y pido una margarita. La música es excepcional, así que decido disfrutarla mientras tomo un trago. Tras varias horas, escucho a alguien pedir un vodka y siento que me observan. Al voltear, encuentro la mirada de un hombre atractivo que me contempla con una intensidad casi palpable, una mirada cargada de deseo. Esto me incomoda, así que, en un impulso, le digo- ¿Qué miras? ¿Se te perdió una igualita?
- Noto cómo me sonríe. Lo observo detenidamente; tiene un aire en lo físico al líder. No, no debo estar mal; él tiene el cabello blanco y este fastidioso tiene el cabello negro. Aunque tiene unos ojos hermosos, ojos azules tan profundos que pueden transportarte al cielo. Tiene un rostro bello, es guapo, no se puede negar. Esos tatuajes en su brazo y esos aretes en su oreja le dan un aire de chico malo. No es tan musculoso, pero tiene un buen cuerpo. Él me dice- Admiro tu belleza, que me tiene cautivado. Una belleza como la tuya es verdaderamente única. ¿Podrías decirme tu nombre?
-Tomé un sorbo de mi margarita. Este hombre refleja claramente su naturaleza mujeriega, un tipo que me resulta molesto y pierde su atractivo cuando cualquiera puede acceder a él. A mí me atrae lo exclusivo, lo que es difícil de conseguir. Así que le respondí- Sé que mi belleza no tiene comparación; no te interesa mi nombre, así que mejor piérdete.
- Dirijo mi mirada hacia el barman y le hago una señal para que me traiga otra. Esta margarita es mi debilidad, me encanta. Noto cómo el barman entrega la botella de vodka y, tras observarme durante unos segundos, me dice- Me gusta domar a las fieras como tú.
- Al escucharle, no puedo evitar sonreír y le respondo- Alguien como tú no podría domar a una leona como yo; solo eres un niño que juega a ser un hombre.
-Este pobre baboso jamás podría tener una oportunidad conmigo. Aunque ya tenga 20 años, nunca he estado con un hombre porque nunca he tenido novio. Solo tenía la esperanza de estar con Leandro. Aunque no tenga experiencia, no puedo pasar por inexperta frente a este fastidioso. Él se acerca un poco más a mí y dice en tono divertido-Este niño puede demostrarte perfectamente cómo domar a una gatita que se siente como una leona. Créeme, pedirá ser tu domador para siempre.
-Veo cómo tiene la intención de acariciar mi mejilla, por lo que tomo su mano y la doblo. Ese niño, aparte de fastidioso, es atrevido. Irritado, le advierto-Te advierto que no intentes tocarme, o podrías quedarte sin mano. En tus mejores sueños, no me tendrás. Ahora, por favor, aléjate.
Rachel fiore
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- Suelto su mano. Él acaricia la suya mientras sonríe y se aleja. Yo doy la vuelta y continúo disfrutando de mi margarita. Después de unos minutos, termino mi bebida, así que pido otra; esta será la última, ya que planeo irme. El barman me entrega la margarita y, en ese momento, noto cómo varias personas comienzan a correr y la música se detiene. Escucho discusiones, por lo que giro la cabeza y veo a mujeres gritando, mientras varios se pelean, tanto hombres como mujeres. Me doy cuenta de que uno de ellos es el que había estado molestando. Decido disfrutar de mi margarita mientras observo el espectáculo. La verdad es que la pelea es entretenida; tanto las mujeres como los hombres están peleando con habilidad, lo que evidencia que han recibido algún tipo de entrenamiento, ya que están dominando a sus oponentes. Continúo saboreando mi margarita cuando un hombre se acerca, derriba mi bebida y me dice- Apártate, perra.
-Observo cómo mi deliciosa y refrescante margarita de lima se derrama en el suelo. Una gran irritación recorre mi cuerpo; aunque podría haber perdonado que me llamara “perra”, lo de haber derramado mi bebida no tiene perdón. Por lo tanto, aprieto el puño y le propino un primer golpe en el rostro, incrementando la fuerza de mis ataques hasta que él cae de rodillas al suelo. Agarro su cuello y él me pide perdón, pero su disculpa no devolverá mi bebida completa a mi vaso. Sin pensarlo, le doblo el cuello y lo suelto; su cuerpo cae al suelo. Al mirar al frente, veo que el chico fastidioso me está observando, así que decido marcharme. No sé si me vio cometer el acto, pero debo irme rápidamente, ya que escucho las sirenas. Salgo del establecimiento a toda prisa y, de repente, me encuentro de frente con la policía, quienes me detienen.
Si me defiendo, podría levantar sospechas con la policía; no es conveniente. Ellos me llevan a una patrulla. Mientras respiro con pesadez, todo esto es culpa de ese maldito chico. Abren la puerta de la patrulla y lo veo entrar. No puede ser, ¡mi maldita suerte! Tantas personas debían ser él, por lo que se me escapa una maldición. Él voltea hacia mí y me pregunta con curiosidad- ¿Quién eres?
-Si no fuera por estas esposas, ya le habría partido el cuello por ser tan preguntón, así que le digo, irritada- ¿A ti qué te importa? Por culpa de tu grupo, mira en la situación en la que me encuentro.
- Él se acerca un poco más a mí y, en un susurro, me pregunta -¿Acaso nosotros tenemos la culpa de que hayas matado a ese hombre?
- Abro los ojos, sorprendida, ya que parece haber sido testigo de lo que sucedió, así que lo amenazo - A ti también te mataré si dices algo.
- Él me sonríe con picardía y me responde- Será nuestro pequeño secreto si me dices cuál es tu nombre.
- Revuelvo mis ojos y le digo- Me llamo Rachel. ¿Estás contento?
- Él me sonríe con aire triunfante y dice- Sí, sé que no me preguntaste, pero mi nombre es Gian. Un placer conocerte.
- Solo puedo observar su sonrisa arrogante. Hago una mueca de desagrado y le respondo- No me interesa, eres insoportable.
-Un oficial de policía se sube a la patrulla mientras conduce. Miro hacia la ventana y, de reojo, noto que ese individuo me observa, para luego sonreír y mirar hacia el otro lado. Pasados unos minutos, llegamos a la estación, donde me llevan a una celda. Para mi mala suerte, debo compartir la celda con él. Varios minutos después, introduce a su grupo en la misma celda. Al escucharles hablar, me doy cuenta de que son una familia.Me sitúo en una esquina, en el lado opuesto a donde ellos se encuentran, y decido ignorarlos por completo. Escuchamos al policía informar que permaneceremos aquí durante 48 horas, pero que si pagamos la multa podremos salir mañana. Ante esta situación, me rasco la nariz debido a la incomodidad; es una manía que heredé de mi padre, y la adopto cada vez que algo me incomoda o cuando tengo que mentir.
Escucho cómo ellos hablan de lo divertido que fue, pero cuando se entere, la familia estará en problemas. Por su forma de vestir, que denota ropa fina, y por sus joyas, se nota que son una familia adinerada. Recuesto mi cabeza contra la pared, cierro mis ojos hasta que siento que alguien se sienta a mi lado. Abro mis ojos y lo veo a él, ese fastidioso que me arruinó la noche, ese fastidioso al que quiero romperle el cuello. Contemplo su hermoso rostro, que evoca la imagen de un ángel, aunque también revela su faceta más irritante. Dirijo mi mirada hacia su grupo, que nos observa y sonríe mientras yo mantengo una expresión seria. Cierro los ojos y trato de ignorarlo mientras él continúa hablando de trivialidades. Intento respirar y contar hasta cien para evitar actuar impulsivamente, pero este hombre no facilita las cosas. Al abrir los ojos, él asume la misma posición y me dice -
¿Crees en el amor a primera vista? Porque me enamoré de ti. Quiero llevarte con mi madre y presentarte como mi futura novia y también como mi futura esposa. Si comenzamos desde mañana, podría mostrarte mis dotes de domador de leonas, y hasta podrías dejarte un cachorrito en tu vientre.
-Le doy un codazo en su costilla, por lo que él hace un gruñido de dolor. se lo merece por idiota le digo molesta- ¡Ya cállate, por el amor de Dios! Te juro que haré que te calles por el resto de la noche, o tal vez para siempre.
-Él me sonríe mientras se frota la costilla por el dolor y dice- Está bien, no diré más, pero tú, mi fiera, ya has encontrado a tu domador, y ese seré yo.
-Se reclina y cierra los ojos. Yo pongo los ojos en blanco y me recuesto hasta quedarme dormida.
Despierto al escuchar un golpe en los barrotes, que indica que ya podemos salir. Me levanto rápidamente de la celda, y mientras camino, siento que alguien me toma del brazo. Al girarme, es el fastidioso que me dice- ¿Podrías darme tu número para estar en contacto?
-No puedo soportar más la frustración que me genera este individuo. ¿Acaso no comprende que me molesta su comportamiento? Me encuentro llena de ira y exclamo- Eres realmente irritante, no te proporcionaré mi número. Más te vale guardar silencio acerca de lo que viste, o te arrepentirás.
-Salgo de la comisaría y tres vehículos me esperan. Decido subir a uno de ellos y respiro aliviada, ya que nunca más tendré que cruzarme con ese hombre tan insoportable. -
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