NovelToon NovelToon

Dominio

Capítulo 1

[ Clínica de Rehabilitación | Final de la Tarde]

Ethan estaba sentado en su escritorio, mirando el expediente de un paciente que no se presentó. El silencio de la sala pesaba como hormigón. La rutina se ha convertido en esto: salas vacías, miradas desconfiadas de los colegas y la sensación constante de que en cualquier momento alguien dirá que está fuera.

La puerta se abrió.

— Ethan, ¿tienes un minuto? — dijo el director de la clínica, sin sonreír.

Él asintió, levantándose. La última vez que intercambiaron más de tres frases, fue el día de la acusación.

— Siéntate — dijo el director, entrando con la autoridad de quien ya ha decidido todo.

— ¿Alguna novedad? — preguntó Ethan, tratando de sonar firme.

— El consejo aún está "analizando" la denuncia. — Hizo comillas con los dedos. — Pero mientras tanto, necesitamos resolver un problema más urgente.

El hombre arrojó un expediente sobre su mesa. Ethan leyó el nombre:

KAEL DRUMMOND

— Es un luchador profesional. Arrogante, agresivo y, honestamente, un dolor en el culo. Nadie quiere tomar este caso. Solo que está pagando bien, y como tú estás… disponible, pensé que era justo ofrecértelo.

— ¿Él sabe de mi historial? — preguntó Ethan.

— No le importa. Él quiere resultados. Y rápido.

Ethan se quedó en silencio por un segundo. Ya ha tratado a atletas antes. Pero Kael era diferente. El expediente tenía una lesión en el hombro, historial de reincidencia, y varias observaciones médicas que más parecían alertas de peligro.

— ¿Y si él es violento conmigo?

— Graba todo. Protégete. Pero acepta. Porque, sinceramente, Ethan… no estás en posición de rechazar nada.

[Apartamento de Kael | Noche]

La puerta del apartamento era de metal grueso, con marcas de golpes. Ethan apretó el timbre. Silencio.

Lo apretó de nuevo.

Pasos pesados se acercaron, y entonces la puerta se abrió. Kael Drummond estaba allí — más alto de lo que parecía en las fotos, cuerpo cubierto por tatuajes, y un corte aún abierto en la ceja izquierda.

— ¿Tú eres el masajista? — preguntó Kael, apoyado en la puerta, voz baja y burlona.

— Fisioterapeuta. Ethan. Fui contratado para ayudar en la rehabilitación de tu hombro.

Kael se rió con un soplo.

— Claro… "ayudar".

— Si no quieres mi ayuda, puedo irme ahora.

Kael lo miró fijamente durante largos segundos. Era el tipo de mirada que probaba límites. Ethan mantuvo el suyo.

— Entra rápido — dijo Kael, dándose la vuelta. — Pero no me toques sin mi permiso.

El apartamento era oscuro, mal ventilado. Había bolsas de hielo derritiéndose en el fregadero y una pila de botellas de energizante en el suelo. Ethan abrió el maletín y comenzó a organizar los materiales.

— ¿Te lastimaste de nuevo? — preguntó, señalando el corte en la ceja.

— Lucha de ayer. — Kael se sentó en el sofá, sin camisa, los músculos tensos. — Un idiota me provocó. Yo respondí. Normal.

— Eso no es normal.

Kael levantó la cabeza, mirándolo con una media sonrisa.

— ¿Siempre juzgas a tus pacientes así?

— Solo cuando se creen invencibles.

Silencio.

Kael pareció casi divertirse.

— Bueno saberlo. Será divertido quebrarte también.

Ethan tensó la mandíbula, pero continuó enfocado. Se acercó con cautela, poniéndose los guantes.

— Necesito evaluar la amplitud de tu hombro. Va a doler un poco.

Kael no se movió.

— Te dije que no me tocaras sin permiso.

— Me contrataste para esto.

Kael se inclinó hacia adelante, muy cerca. Ethan sintió el olor a sangre seca y loción barata.

— Yo te contraté para arreglar mi brazo. Solo eso. Así que ten cuidado con dónde pones tus manos.

Ethan respiró hondo.

— Vas a necesitar confiar en mí. O esto no va a funcionar.

Kael lo miró como si analizara cada parte de su rostro. Entonces, lentamente, extendió el brazo.

— Tienes cinco minutos. Impresióname, doctor.

Capítulo 2

[ Apartamento de Kael | Noche]

El reloj marcaba las 21:07 cuando Ethan terminó de evaluar los movimientos de Kael. Cada prueba era una batalla.

— Levanta el brazo hasta donde puedas — pidió por cuarta vez.

Kael giró el hombro con dificultad. La mandíbula tensa, la respiración controlada.

— ¿Eso es todo? — preguntó Ethan, anotando los datos.

— Eso es lo que vas a arreglar — respondió Kael, seco.

Ethan se agachó para guardar los materiales, pero mantuvo el tono calmado.

— Sabes que no vas a volver a luchar con ese hombro en ese estado, ¿verdad?

Silencio.

Kael se levantó del sofá, el cuerpo inmenso moviéndose con rabia contenida. Caminó hasta la cocina y abrió una cerveza. Dio un trago largo.

— ¿Entonces viniste aquí para desmotivarme?

— Vine aquí porque nadie más quiso. Y porque necesitas a alguien que te diga la verdad — respondió Ethan, mirándolo fijamente. — Puedes recuperarte, sí. Pero va a doler. Va a exigir disciplina. Y eso… no parece ser tu fuerte.

Kael sonrió de lado, irónico.

— Y parece que te gusta provocar.

— Solo hago mi trabajo.

— Y yo solo soy bueno cuando peleo. Entonces tal vez combinemos.

[Flashback de Ethan | De camino a casa]

Mientras conducía de vuelta, Ethan se sorprendió pensando demasiado en la última frase de Kael. "Tal vez combinemos". La frase quedó resonando. E incomodando.

Recordó cómo todo se derrumbó.

La paciente que lo acusó. El rumor esparcido. La mirada del equipo de la clínica cambiando de un día para otro. El director diciéndole que "se quedara en silencio y esperara a que pasara".

El silencio nunca pasó. Solo se volvió más pesado.

En el fondo, odiaba admitirlo… pero algo en la mirada de Kael era familiar.

Era la mirada de quien vive listo para ser atacado.

[Apartamento de Kael | Dos días después]

En la segunda sesión, Kael estaba sin camisa, como antes. El hombro aún hinchado, pero con menos tensión.

— Acuéstate en la colchoneta — dijo Ethan. — Necesito soltar la escápula y trabajar en el trapecio. Va a doler.

— Qué bueno — respondió Kael, sin dudar. — El dolor me distrae.

Ethan se arrodilló a su lado y comenzó el trabajo manual. Los músculos de Kael estaban duros, tensos como cuerdas a punto de reventar.

Kael cerró los ojos por un momento.

— ¿Siempre fuiste así? — preguntó, rompiendo el silencio.

— ¿Así cómo?

— Callado. Frío.

Ethan vaciló, manteniendo las manos en el trabajo.

— No soy frío. Solo aprendí a protegerme.

Kael giró la cabeza y lo miró.

— ¿Alguien te hirió?

— ¿Y tú? — replicó Ethan. — ¿Ya dejaste que alguien se acercara lo suficiente como para lastimarte?

Kael no respondió. Pero su mirada lo dijo todo.

[Últimos minutos de la sesión]

Ethan se quitó los guantes, respirando hondo. Le dolían las manos. Pero no era solo físico.

Kael se sentó, con los ojos fijos en la nada.

— ¿Volverás mañana?

— Si quieres.

Kael se levantó. Se quedó frente a frente con Ethan.

— Me miras diferente — dijo, con la voz baja, casi peligrosa. — No sé si es por pena… o deseo.

Ethan lo miró fijamente, firme.

— No siento pena por ti.

— ¿Y el deseo?

Silencio.

Ethan respiró hondo. Cogió el maletín.

— Ya veremos eso después de la rehabilitación.

Kael sonrió. Por primera vez, de verdad.

— Cobarde.

— No. Profesional.

Capítulo 3

[Apartamento de Kael | Segunda Sesión – Tarde]

Ethan llegó a tiempo. Kael no respondió al timbre, así que golpeó la puerta con más fuerza.

—Está abierto —gritó desde adentro.

Entró. El olor a alcohol de farmacia y sudor viejo aún dominaba el ambiente. Kael estaba en el mismo sofá, sin camisa, con un paño helado en el hombro.

—Pensé que te habías olvidado de mí —dijo Kael, sin quitar los ojos de la TV, que estaba encendida en una lucha antigua.

—Nunca me olvido de mis pacientes —respondió Ethan—. Solo de los que no colaboran.

Kael rió, seco.

—Intenta que no te guste tanto. Puede ser peligroso.

Ethan ignoró el comentario, se puso los guantes y se arrodilló al lado de la colchoneta en el suelo.

—Necesito evaluar la respuesta de tu hombro a la última sesión. Acuéstate aquí.

Kael fue, sin resistencia. Pero mientras se acostaba, habló bajo, casi en tono de provocación:

—Sabes, hay gente que pagaría por tenerte tan cerca así. Tocando de este modo.

—¿Y tú? —dijo Ethan, comenzando a trabajar los puntos de tensión—. ¿Pagas para no sentir nada?

Kael quedó en silencio por algunos segundos.

—Pago para no pensar. Solo eso.

[Durante la sesión]

Ethan apretaba los músculos del trapecio y del deltoides, sintiendo el cuerpo demasiado tenso bajo las manos. El hombro estaba duro, inflamado, pero algo más allá de la carne parecía trabado allí.

—Necesitas relajarte.

—Relajarme no es lo que me mantiene vivo.

—Entonces vas a continuar rompiéndote, pedazo por pedazo.

Kael abrió los ojos.

—¿Y qué sabes tú sobre estar roto, eh?

Ethan detuvo el movimiento por un segundo.

—Más de lo que quisiera.

Kael giró el rostro hacia un lado, como si eso lo afectara. Pero luego disimuló con una pregunta.

—¿Crees en la redención?

Ethan respondió demasiado rápido:

—No.

—¿Y en el amor?

Silencio.

Kael sonrió, casi satisfecho.

—Ya. Tienes más grietas de las que parece.

—Y tú escondes las tuyas detrás de músculos y bromas —devolvió Ethan, levantándose—. Pero no me importa en qué crees. Solo estoy aquí para arreglar el hombro.

Kael se sentó, mirándolo con los ojos medio bajos.

—Arregla el hombro, Ethan. Pero cuidado… a veces, cuando uno mueve mucho una herida, ella vuelve a sangrar.

[En el coche, después de la sesión]

Ethan quedó algunos minutos parado antes de encender el motor. Sentía la tensión en los dedos, en el cuello. Pero era otra cosa lo que pesaba más.

La manera en que Kael lo miraba.

No como un paciente ve a un terapeuta. Sino como alguien que ve debilidad… y también se reconoce en ella.

Recordó la noche en que todo comenzó a desmoronarse. La paciente, el malentendido, las miradas de desconfianza. Y después, el silencio. El abandono.

“Tienes más grietas de las que parece”.

Kael dijo aquello como si hubiera visto a través de él.

Y aquello incomodaba.

[Dos días después]

Kael estaba más callado que lo normal. Se sentó directo en la colchoneta, sin decir nada.

—¿Dormiste bien? —Ethan intentó entablar conversación.

—Mal. Pero soñé contigo.

Ethan detuvo de acomodar los equipos por un segundo.

—¿Qué tipo de sueño?

Kael esbozó una sonrisa.

—De aquellos que no se cuentan. Principalmente al terapeuta.

—Entonces guárdatelo para ti.

—Pena. Te pondrías rojo.

Ethan suspiró.

—Necesito que estés girado de lado hoy. Vamos a trabajar movilidad de rotación.

Kael obedeció, acostado con el brazo para adelante.

—¿Sabes por qué yo acepto esto? —preguntó, mirando al suelo.

—¿Esto qué?

—Que me toques.

Ethan se detuvo, sorprendido con la pregunta.

—¿Por qué?

—Porque eres el único que no parece tener miedo de mí. Pero tampoco intenta arreglarme por dentro.

—Yo no vine aquí para curar tu alma, Kael.

—Óptimo. Porque ella no tiene salvación.

[Final de la sesión]

Kael estaba sentado, sudando. El hombro más suelto, pero el rostro más tenso.

—¿Vas a volver mañana? —preguntó, sin mirar.

—Si tú continúas apareciendo, sí.

Kael se aproximó despacio, más cerca de lo necesario.

—Cuidado, Ethan. Hay una parte de mí que funciona mejor cuando todo alrededor está en ruinas.

Ethan miró firme, sin retroceder.

—Entonces tal vez sea por eso que sientes ganas de destruirme.

—Tal vez —dijo Kael—. O tal vez… yo solo esté cansado de sentirme solo en el dolor.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play