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El Resurgir Del Soberano Dragón Carmesí.

Capítulo 1: El Error del Siglo

El sol se alzaba sobre los campos de arroz de la aldea de Yanshui, tiñendo el paisaje de un dorado cálido. Las aves trinaban, los campesinos trabajaban... y Han Fei dormía en el techo de su choza.

—¡Fei'er! ¡Baja de ahí ahora mismo o te echo agua fría! —gritó su abuela desde el interior, sacando la cabeza por la ventana.

Han Fei, un chico de diecisiete años, delgado, de cabello revuelto y mirada soñadora, bostezó sin preocuparse.

—Abuela, si los sueños también cuentan como trabajo... yo ya debería ser terrateniente —murmuró, estirándose como un gato.

La vida de Han Fei era tranquila, casi demasiado tranquila. Cosechaba arroz, cuidaba gallinas y leía los pocos libros de estrategia marcial que su abuelo le había dejado antes de morir. No sabía pelear. No sabía usar un arma. Pero sí sabía imaginar.

Y esa mañana, mientras masticaba un pan duro y mal horneado, todo cambió.

—¡Fei'er! ¡Una carta! ¡Vino un mensajero imperial! —gritó su abuela, entrando con un sobre de papel rojo en las manos arrugadas.

El sello tenía el emblema de un dragón carmesí.

—¿Eh? ¿Me metí en problemas? ¿Otra vez? —preguntó Han Fei, tomando la carta.

La abrió con torpeza. Sus ojos recorrieron las letras cuidadosamente escritas. Su expresión pasó de desconcierto... a puro pánico.

*Estimado Han Fei,*

*Nos complace informarle que ha sido admitido en la Academia Dragón Carmesí. Su presencia es requerida en un plazo no mayor a tres días. Preséntese con sable ceremonial.*

—¿QUÉEEEÉ? —gritó, atragantándose con el pan.

Mientras tanto, en la capital...

—¿Han Fei? ¿Ese no era Han Feng, del Clan del León Azul? —preguntó un joven burócrata con cara de sueño.

—Meh, ya se imprimieron los certificados. Además, ¿quién va a notarlo? Todos esos nombres suenan igual —respondió su colega mientras sellaba el expediente.

*Y así, por un error administrativo digno de una tragedia cómica, Han Fei fue inscrito en la academia más prestigiosa del imperio.*

Tres días después, Han Fei llegaba con una mochila remendada, el sable oxidado de su abuelo... y una cara de no entender nada.

Frente a él, se alzaban los muros de la Academia Dragón Carmesí: enormes puertas rojas, columnas doradas, estatuas de héroes legendarios... y jóvenes de aspecto peligroso con túnicas bordadas.

—Vaya... pensé que sería más... ¿rural? —murmuró, impresionado.

Cuando intentó cruzar la puerta principal, una piedra le dio en la frente.

—¡Eh, campesino! ¡La entrada para la servidumbre es por el costado! —gritó un estudiante de cabello cuidadosamente trenzado y una sonrisa arrogante.

—Yo... yo soy estudiante nuevo —balbuceó Han Fei.

—¿Estudiante? ¿Tú? ¿Con esa cara de fideos mojados? —se burló otro, mientras el grupo reía.

Una figura femenina se acercó. Su presencia silenció a todos.

Cabello negro como tinta, ojos afilados como cuchillas y una expresión inexpresiva: Lin Yueran.

—Está en la lista de admitidos. Aunque… es un error obvio —dijo sin emoción, mirando a Han Fei de arriba abajo.

—¡Ah! ¡Gracias! ¡Prometo no causar problemas! —dijo Han Fei haciendo una reverencia exagerada. El sable se le cayó. El grupo volvió a reír.

Más tarde, en la ceremonia de bienvenida, Han Fei se sentó al fondo, entre un chico dormido abrazando una gallina y otro que hablaba solo.

—¿Qué clase de academia es esta…? —pensó, sudando.

El director Gao subió al escenario. Era un hombre viejo, de espalda recta, con una voz que cortaba el aire como una espada.

—¡Bienvenidos, jóvenes! Algunos de ustedes heredarán clanes. Otros, morirán antes del examen final. Pero todos... sufrirán —dijo, sonriendo siniestramente.

Han Fei tragó saliva.

—¿Me puedo ir? ¿Ya contaría como asistencia si vine al primer día? —susurró.

*Y así, el destino de un simple campesino se entrelazó con los herederos del poder... sin saber que dentro de él dormía un secreto que podría cambiar la historia.*

Capítulo 2: La Clase del Infierno

Han Fei no durmió bien su primera noche en la Academia Dragón Carmesí. Entre los ronquidos del chico que hablaba solo, el susurro constante de un misterioso búho que se negaba a callar y la cama que sonaba como si fuera a romperse con cada giro, su espalda amaneció en guerra.

—Bueno… al menos sobreviví al primer día —se dijo mientras se vestía con su uniforme nuevo, que parecía diseñado para alguien el doble de su talla.

El comedor era un caos: estudiantes peleando por bollos al vapor, mesas divididas por clanes, y una zona reservada para los 'élite', donde los utensilios brillaban y hasta el té tenía aroma a victoria.

Han Fei se sirvió un arroz aguado, esquivó un kunai perdido y se sentó en un rincón. Fue ahí donde se le acercó un chico de lentes gruesos y expresión calculadora.

—¿Tú eres Han Fei? El error administrativo.

—Eh… sí. El mismo. ¿Tú eres...?

—Qin Bu. Genio estratégico, ajedrecista marcial, campeón regional de adivinación por dados. Encantado.

—¿...Eso es un título real?

—No, pero suena bien, ¿cierto?

Antes de que pudiera responder, un chico con una capa llena de parches se sentó a su lado y le quitó un dumpling del plato sin pedir permiso.

—Yo soy Houzi. Ladrón reformado, artista de escape, y experto en meterme en problemas que no causé. Bueno, algunos sí.

—Esto es surrealista —murmuró Han Fei.

Una campana sonó tres veces.

—Hora de conocer a tu clase —dijo Qin Bu, ajustándose los lentes.

*Salón de la Clase 9.*

La puerta era vieja, con arañazos, grafitis en varios idiomas y una pequeña nota que decía: “Entrar bajo su propio riesgo”.

—Esto… ¿es una clase o una guarida de bandidos? —preguntó Han Fei.

Apenas cruzó el umbral, una tiza le pasó rozando la oreja. Otra voló en espiral y le pegó en la frente.

—¡Ataque anticipado! ¡Movimiento en L! —gritó Qin Bu desde atrás.

La clase estaba en caos. Un chico dormía colgado boca abajo de una cuerda. Otro cantaba mientras golpeaba una olla. Una chica jugaba con fuego. Literalmente.

Y entonces…

*¡BANG!*

La puerta se abrió de golpe. Un hombre alto, musculoso y con barba desordenada entró como un huracán.

—¡SILENCIO, ESCORIA!

Todos se callaron al instante.

—Soy el maestro Gao. Bienvenidos a la Clase 9. Ustedes no son los mejores, ni los peores. Son los que nadie quiso. Y por eso, yo los entrenaré hasta que puedan superar a los mimados de la Clase 1 con una mano atada y otra escribiendo poesía.

Han Fei tragó saliva.

—¿Dudas? ¿Comentarios? ¿Dolores existenciales? ¿No? Bien. ¡A correr vueltas al campo de entrenamiento! ¡Ahora!

*Campo de entrenamiento.*

El sol pegaba fuerte. El sudor les caía por los ojos. Han Fei casi se desmayaba en la primera vuelta.

—Vamos, piernas inútiles, ¡muévanse! —gritaba Gao desde la sombra, comiendo una manzana.

Después de las vueltas, vino la prueba de combate. Han Fei fue emparejado con Houzi, el ladrón reformado.

—No me tomes a mal, amigo, pero esto va a doler —dijo Houzi, sonriendo con todos los dientes.

Han Fei intentó defenderse. Cayó. Rodó. Tropezó con una piedra. Sin querer, pateó arena a los ojos de Houzi y lo dejó fuera de combate.

*Silencio absoluto.*

—¿Eso cuenta como victoria? —preguntó Han Fei, jadeando.

Gao rió fuerte por primera vez.

—Tal vez seas un desastre… pero tienes instinto. Me gusta.

Qin Bu anotó algo en su libreta.

—Conclusión: probabilidad de supervivencia aumentada al 12%. Buena suerte, Han Fei.

Desde una azotea, Lin Yueran observaba. Sus ojos afilados se entrecerraron.

—Definitivamente no es un error común...

*Y así, Han Fei fue oficialmente aceptado por la clase más temida, caótica y desastrosa de la academia. Y aunque aún no lo sabía… acababa de entrar al infierno que lo forjaría como leyenda.*

Capítulo 3: El Torneo de las Cuatro Clases

El tercer día en la Academia Dragón Carmesí amaneció con una tensión palpable en el aire. Desde antes del alba, tambores retumbaban en las montañas, anunciando algo importante.

Han Fei, aún con las piernas entumecidas por el entrenamiento de ayer, fue arrastrado por Qin Bu y Houzi hasta la explanada central.

—¿Qué está pasando ahora? —preguntó Han Fei, con ojeras del tamaño de lunas.

—El Torneo de las Cuatro Clases —respondió Qin Bu con una sonrisa. —Un evento de bienvenida… para que las clases midan fuerza y humillen públicamente a la Clase 9.

—Genial… ¿eso es sangre en la arena? —dijo Han Fei, mirando una mancha sospechosa.

La explanada estaba decorada con estandartes rojos y dorados. Estudiantes de las Clases 1, 2, 3 y 9 se alineaban frente a una plataforma elevada. En ella, el director Gao, otros instructores y Lin Yueran observaban en silencio.

—Hoy será un combate por equipos —anunció el subdirector. —Cada clase enviará un grupo de tres estudiantes. Lucharán hasta rendirse o ser expulsados del círculo.

*La Clase 1* eligió a tres miembros con túnicas bordadas, armas relucientes y posturas de campeones. Uno de ellos era Duan Ming, un joven alto de cabello plateado y mirada de halcón.

*La Clase 2* llevó a una formación equilibrada: una luchadora de lanza, un monje silencioso y un arquero con cara de aburrido.

*La Clase 3* optó por fuerza bruta: tres montañas con piernas que gruñían en lugar de hablar.

—Y por la Clase 9… —dijo Gao con una sonrisa traviesa —Han Fei, Houzi y Qin Bu.

—¿¡QUÉ!? —gritaron los tres al unísono.

—Yo solo vine a ver —protestó Han Fei.

—Tú pateaste arena en la cara de Houzi, técnicamente ganaste un duelo —respondió el maestro Gao.

—¡Eso fue un accidente!

No hubo tiempo para discutir. Minutos después, los tres estaban parados dentro de un círculo trazado en la tierra con cal viva. Frente a ellos, la Clase 3.

—Recuerden, no es necesario ganar. Solo… sobrevivan con dignidad —dijo Gao desde las gradas.

*Primera ronda: Clase 9 vs Clase 3.*

El combate comenzó con un rugido. Uno de los gigantes corrió directo hacia Han Fei, que chilló y rodó por el suelo.

Qin Bu sacó un pequeño espejo y reflejó la luz del sol en los ojos del segundo enemigo, distrayéndolo el tiempo suficiente para que Houzi le hiciera una zancadilla experta.

—¡Combo ladronil! —gritó Houzi.

—¿Eso fue un nombre de técnica? —preguntó Han Fei mientras esquivaba otro golpe.

El tercer oponente cargó hacia Houzi. El ladrón sonrió y se tiró al suelo justo antes del impacto, dejando que el bruto tropezara con el cuerpo inconsciente del anterior.

—Victoria por caos y torpeza. ¡Funciona! —dijo Qin Bu.

Contra todo pronóstico, la Clase 9 ganó la primera ronda.

*Segunda ronda: Clase 9 vs Clase 2.*

Aquí el asunto fue distinto. La lanza era veloz. El monje bloqueaba sin esfuerzo. Y el arquero disparaba flechas de energía.

Han Fei intentó correr en círculos para distraer, pero terminó desmayado por una flecha que le rozó la oreja.

Qin Bu y Houzi aguantaron cinco minutos más antes de caer. Derrota… pero con dignidad.

*Tercera ronda: Clase 9 vs Clase 1.*

El público guardó silencio. Nadie esperaba que la Clase 9 llegara tan lejos.

Duan Ming bajó al campo con una sonrisa fría.

—Es una pérdida de tiempo… pero servirá de advertencia para los demás —dijo.

Houzi fue el primero en caer, tras un golpe directo al estómago. Qin Bu intentó usar su espejo, pero Duan Ming lo rompió con una onda de energía.

Han Fei, solo, temblaba. Duan Ming caminó hacia él con lentitud.

—Tu nombre no merece estar aquí —murmuró.

Justo antes del golpe final, una figura cayó entre ellos.

*¡CLANG!*

Una espada detuvo el ataque. Era Lin Yueran.

—Esto es solo una demostración. No un asesinato —dijo, con voz helada.

Duan Ming retrocedió, furioso.

—Como quieras, Yueran.

El combate terminó sin ganador. Pero la Clase 9 había dejado una impresión.

-Maestro Gao- Debido a los resultados mostrados, se les permitirá ingresar al primer piso de la Gran Biblioteca, para que escojan un libro de Técnicas, esfuercence y sean inteligentes, tal ves la técnica que escojan sea la que decida su futuro en la academia.

*Más tarde, en la enfermería.*

Han Fei, cubierto de vendajes, miraba al techo.

—¿Por qué me está pasando todo esto…? Solo quería una vida tranquila.

Lin Yueran apareció en silencio. Le dejó una caja de medicina.

—Te vi. No sabes pelear. Pero tampoco huyes. Eso vale algo.

—¿Tú… me estás elogiando?

—No lo repitas —respondió ella, girando sobre sus talones.

*En otro rincón de la academia…*

El subdirector hablaba con un anciano encapuchado.

—El chico… Han Fei. ¿Es realmente un error?

—O el error más grande… o la clave para el futuro —respondió el anciano con voz grave.

*Y así terminó el torneo. La Clase 9 cayó… pero se levantó. Y Han Fei dio su primer paso para convertirse en algo más que un error administrativo.*

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