Desde que entré a la universidad como estudiante de Comunicación Social, mi vida ha experimentado muchos cambios. Algunos buenos y otros un tanto desagradables.
Afortunadamente, he estado en compañía de un gran novio que me quiere y me aprecia mucho. Él es muy tierno aunque también celoso. A veces discutimos, pero pronto nos arreglamos. Llevamos juntos bastante tiempo, algo que sorprende a aquellos que criticaron y dijeron que no funcionaríamos por la diferencia de edad. Él tiene 26 y yo apenas 20 años. No voy a mentir diciendo que no he intentado tirar la toalla y acabar con la relación, sin embargo, luchamos por seguir unidos.
Hay días en donde me pregunto si valdrá la pena o no tanto esfuerzo. El camino desde el inicio no ha sido para nada fácil y ciertas veces me invade el miedo de darme cuenta de que al final fue en vano. No sé describir mis sentimientos en estos momentos: Le quiero, pero a veces me decepciono de él, me gusta estar junto a él, pero no lo visualizo a mi lado dentro de diez años. ¿Casarme? No es algo que me quite el sueño todavía. ¿Es porque aún soy muy joven y no estoy preparada para enfrentar tal reto, o es que no lo amo lo suficiente como para querer hacer una familia junto a él?
Esas preguntas rondan por mi mente a diario, desde que despierto hasta que me acuesto. ¿Soy una buena novia? ¿No soy demasiado fría con él? ¿Acaso soy tóxica o discuto con propiedad?
Él es un hombre adulto, no va a esperar por mí tantos años. Por el momento, la excusa son mis estudios, que son mi prioridad por encima de todo. ¿Y cuándo consiga la licenciatura? ¿Qué voy a hacer?
Quizás me estoy precipitando a los hechos. Tal vez solo deba enfocarme en lo que tenemos ahora.
Mis padres apoyan completamente la relación. Javier es un empleado público, así que su paga es bastante buena. Ellos aseguran que a su lado, nada me faltará.
Últimamente, he estado coincidiendo con un chico de preparatoria. Se llama Leo. No hemos tenido encuentros muy gratificantes de momento Su hermano me ha pedido que le ayude a estudiar para el examen de admisión de nuestra universidad. Es un muchacho sorprendente, muy maduro en comparación con otros de su edad. Sin embargo, es algo taciturno conmigo, me preocupa que no le agrade y no cumpla mi objetivo de prepararlo académicamente. Tememos solo tres meses antes de los exámenes.
Adora jugar al basquetbol y su sueño más grande es ser titular en la selección nacional
Cuando estamos durante los horarios de estudios, tengo la sensación de que él es el hermano pequeño que nunca tuve. Pero no puedo confesarle semejante cosa a alguien a quien no conozco.
Javier aún no lo ha visto, últimamente ha estado muy ocupado en la oficina y no ha ido a visitarme con regularidad. Es normal en estas fechas. Solo Espero que no se sobrecargue de labores hasta llegar al cansancio.
—¡Qué se vaya al infierno! Está loco si cree que haré lo que él quiere.
—Helen, en serio. Tienes que cortarle. Eso no es amor.
—¿Y qué vas a saber tú de amor si le huyes a los hombres?
—Precisamente, porque sé como es el amor sano, puro y bonito es que espanto a ese montón de inadaptados sociales. A veces es mejor estar sola qué mal acompañada, pequeña Helen. No te tomes a mal lo que voy a decirte, pero...a veces pienso que tienes miedo de estar sola. Créeme, te entiendo. Después de cinco años de relación, es normal sentir temor a volver a estar soltera. Aun así no es muy distinto de cómo estás ahora. Ya ni siquiera existe un vínculo real entre ustedes dos. Es más, estoy casi segura de que estarás mucho más tranquila.
—Es complicado, Lilly. No puedo cortarle así porque sí.
—Oh, claro que puedes. Únicamente tienes que decir: "Oye, lo siento, de verdad te aprecio, pero creo que lo de nosotros no funciona, quizás deberíamos terminar". Y listo.
—No lo sé. No quiero lastimarlo, realmente no hay un motivo por el cual debamos terminar. no tengo las pruebas necesarias. Él ha demostrado que me quiere y es debido a ello que me cela tanto, porque se preocupa por mí y a veces no lo se comprender.
—No eres más estúpida porque estoy yo en tu vida. Haz como te plazca, pero no quiero lamentos después. Ambas sabemos que esa relación no funciona y tú te intentas convencer de que aún lo quieres. Cuando hay una ruptura, irremediablemente uno resultará afectado. Sin embargo, no hay algo que el tiempo no cure.
Lilly quiere apoyarme como la buena amiga que es, mas la situación no es tan fácil como ella piensa.
Le di un gran sorbo a mi bebida, mientras contemplaba desde la distancia al resto de universitarios en el campus. Una voz de pronto nos sorprendió por la espalda.
—¡Ay si amiga! Yo que tú, me busco a uno más rico—Exclamó sobreactuado Daniel, un compañero de clases—¡Ay no, tú! ¡Quítate! Tu gordura no deja sentarme—añadió mientras empujaba a Lilly por la banca para que le diera espacio.
—¿A Qué vienes?—Se quejó ella rodando los ojos.
—A nada. Estoy aburrido—dijo robando unas cuantas papas fritas qué estaba comiendo la chica—¿Y ustedes? ¿Criticando al pobre novio de Helen? Ese bicho parece una lombriz. Y con todo respeto, pequeña, que mal gusto tienes.
—¿Y quién pidió tu opinión?
—Nadie. De todos modos, todo lo que digo es pura sabiduría. Soy una especie de Sócrates moderno. Jamás te atreverías a abrirle los ojos a Helen como yo puedo hacerlo. Ah, por cierto. Ya recordé a que vine. Es Iván. Dice vayan a verlo jugar este domingo, especialmente tú, China—ese era el apodo que él le había puesto a Lilly por lo rasgado de sus ojos.
—Pues se pudrirá esperando, no pienso ir. Tengo cosas mejores que hacer.
—No seas así de cruel. Él está muy emocionado por verte. Dice que le traes buena suerte. Además, ¿qué puede ser mejor que ver hombres salvajes, sudorosos, hediondos y en su etapa más primitiva? Si fuera mujer, sería como estar en el Cielo. Y voy a estar ahí también. Mi presencia es suficiente para que vayas.
—Ahora tengo más razones para no ir—señaló ella con una sonrisa burlona.
Aunque Lilly no lo admitiera, ella y Daniel tenían una buena relación y por alguna extraña razón, él se mantenía allí, aun cuando lo trataba igual de mal que al resto.
—Pero hablando en serio, Iván necesita pedirte un favor o algo así, Helenita. No me quiso dar detalles. Dijo que lo discutiría contigo después del partido.
—¿Un favor? ¿Mío?
—Sí. Eso dije. Así que si o si tendrán que ir. Así que las veo allí a las once de la mañana. Les guardaré puesto. Si me disculpan, voy a cobrar una apuesta que hice ayer con Milton. Y para que sepan, participé por la necesidad, ¡no por lujo! Bueno, ahora si, chao—añadió antes de irse como papá por cigarrillos.
—Está demente.
—Yo creo que ese es su encanto. Tiene una personalidad bastante excéntrica. Más bien es sorprendente que no tenga perra que le ladre—En ese momento, mi teléfono móvil sonó. Era un mensaje de Javier hablando casualmente.
—¿Es Javier?—asentí—¿Qué te puso?
—Está en una pastelería y me está preguntando cuál dulce quiero.
—¿Y? ¿No se piensa disculpar?
—Supongo que esta es su manera de disculparse.
—Helen, las cosas se resuelven hablando, no comiendo cheesecake con café... Oh, esa tartaleta de ahí se ve buena—cambió de pronto la conversación mientras veiamos las fotos que Javier me había enviado minutos atras de los postres—Bueno, yo creo que, después de merendar pueden hablar y resolver las cosas.
—Sí... yo también lo creo... ¿Quieres tartaleta, entonces?
—Sí, está bien—respondió con indiferencia—Qué sean dos...la otra será para Tita.
Ella es mi mejor amiga, una chica obstinada y seria que se derrite por los dulces. Es bastante estricta con los estudios y siempre busca la perfección. Cada detalle debe ser revisado minuciosamente por ella para que nada perturbe su tranquilidad. Suele dejarse llevar por lo que dice la astrología y las cartas del tarot. La quiero mucho y aprecio cuanto se preocupa por mí. Espero que algún día encuentre la compañía perfecta con la que disfrutar su vida.
En cuanto a Daniel, no hay mucho que decir. Está completamente chiflado y pocas veces se le puede tomar en serio. De todos modos, es un amigo muy leal. Los chicos del club de basquetbol le tienen gran estima, a pesar de que no es miembro. Acostumbra estar en la cancha apoyándolos y aliviando las tensiones qué se generan previo a los partidos. Su mejor amigo es Milton, el capitán. Miles de veces ha sido invitado para formar parte del equipo, y miles de veces él se sigue negando. Sabrá Dios la razón.
Mis días en la universidad son muy entretenidos y con una pizca de estrés y ansiedad, todo gracias al dolor de cabeza que me causan el montón de trabajos, exposiciones y parciales. Pero definitivamente, esta es la mejor etapa de mi vida...
...Lo confirmo. Esta es la peor etapa de mi vida...
—¿Hasta cuando planeas seguir de vaga, Helen? Llevo dos años manteniéndote y hasta ahora no veo ni una moneda—Y aquí vamos de nuevo...—Y el cuentito ese de que los estudios te consumen no me lo como más.
—¿Vaga? ¿Acaso merezco ser llamada asi sólo porque no aporto dinero en esta casa? Dime, ¿quién limpia la casa? ¿Quién preparara el desayuno y la cena todos los días? ¿Quien hace la diligencia de pagar los servicios? ¿Tú? Puede que te encargues de otros oficios, no voy a desacreditarte por ello, pero cada vez que tengo la oportunidad de toparme contigo, te veo sentada en ese bendito sofá viendo novelas.
—Eres una verdadera malagradecida. No conforme con todo lo que hago, también quieres que salga a la calle a trabajar. ¿Qué pensarán los vecinos de mí? Una mujer de mi edad debe estar únicamente dedicada a su casa, en paz y con buena compañía.
—No pongas palabras que no salieron de mi boca. Cada quien cumple un rol en esta casa. Papá es quien se encarga de proveernos. Solo quiero hacerte ver que no soy ninguna vaga. ¿Y quién dijo que a tu edad hay que vivir encerrada en estas cuatro paredes? Tita—la abuela de Lilly—tiene setenta y cinco y aun dirije la floristería. Incluso, ella misma arma algunos arreglos. Solo dime que te da vergüenza hacer algo tan normal como lo es trabajar porque en tu mente ese hecho es algo que solo puede hacer la "clase popular"—tiré mi bolso sobre el sofá de la sala y me dirigí a la cocina a buscar un vaso con agua—¿Quién demonios no llenó la jarra de agua?
—A mi no me mires, debió ser tu padre.
—¿Y no pudiste llenarla?
—No fui yo quien bebió agua—Respiré profundo, a pesar de que tenía tantas ganas de sacarle en cara el montón de veces que he llenado la maldita jarra cuando ella la vacía.
—Lo más seguro es que Javier venga a la casa. No quiero comentarios sacados de contexto, por favor.
—Mira, mija. Esta es mi casa y yo puedo decir lo que me de la gana. Además, no he dicho nada malo en ningún momento para que hagas semejante acusación.
—No, pero que en cada oportunidad que tengas saques a colación el tema del matrimonio, me enferma. Entiéndelo: no nos presiones.
—Eres tan fría, Helen. Deberías apreciar un poco más al joven Javier. Un hombre tan dedicado, preocupado, cariñoso. Si no actúas rápido, una cualquiera te lo va a robar—su comentario me hizo hervir la sangre. Y más en ese preciso instante cuando había un pequeño problemita entre nosotros.
—Basta, no seguiré con esto, iré a mi habitación.
Y con eso, me libré de un sermón innecesario por parte de mi madre. Es una mujer que vive bajo la sombra del que dirán y se deja cautivar fácilmente por unos cuantos ceros en una cuenta de banco. Jamás ha conocido lo que es trabajar o sudar para conseguir el pan de cada día. Eso probablemente haya sido culpa de mi padre, que siempre le ha complacido en sus caprichos.
Aproveché el momento para tomar un baño y acomodar los apuntes que escribí en clases. El timbre sonó con insistencia, avisándome de la llegada de Javier.
—Hola preciosa. ¿Qué tal todo?—saludó dando un fugaz beso en mis labios.
—Lo de siempre—respondí con desánimo.
—Traje lo prometido—mencionó levantando la caja de la pastelería y regalando una gran sonrisa.
—Pasa—me aparté de la entrada para abrirle paso.
—¿Y tu madre?
—Hablando con sus plantas. Ya sabes, según ella, de ese modo le saldrán frutos.
—¿No te ha dicho nada extraño esta vez?—Se acercó al mesón de la cocina y buscó asiento en una de las sillas giratorias. Yo lo seguí y me dispuse a buscar platos y cubiertos para degustar el postre.
—Te aseguro que nada distinto a lo que acostumbramos a escuchar. ¿Qué tal te fue en el trabajo?—indagué sentándome a su lado.
—No pensé que preguntarías. Como estas molesta...
—Eso no significa que no me importes. Pero si, sigo enojada—él acortó la distancia entre nosotros para limpiar un poco de crema pastelera qué tenía en la nariz.
—¿Eso significa que el pastel no te endulzó la amargura?—no respondí. Él pareció entender que no estaba para bromas. Suspiró pesadamente antes de responder.
—Me fue normal. Tuve que asistir a algunas reuniones, hablar con algunos empresarios de interés para la empresa, acordar y programar los próximos encuentros y bla, bla, bla. Dentro de dos semanas tendré que irme de viaje al interior por un par de días, nada del otro mundo. Te estoy avisando con tiempo para que luego no digas que no te lo dije—finalizó dándole un gran bocado a su dulce.
—¿Y la llevaste a la oficina?
—¿A quién?
—No te hagas el imbecil qué tu sabes de quién estoy hablando—mi tono le incomodó, eso era evidente. La conversación no estaba yendo hacia la dirección correcta. Y no me importaba, tenía muchas ganas de discutir. Mamá suele decirme que es un síntoma premenstrual. Javier chasqueó la lengua y desvío la mirada hacia el trozo restante de pastel que quedaba en el plato.
—Celosa de mierda—susurró. Instintivamente le di un ligero golpe en su hombro—Sí. La llevé, es obvio. ¿Querías que la dejara sola en el apartamento y arriesgarme a que se llevara algo de allí?
—Ah, claro. No, pero que preocupado el hombre—mi sarcasmo se hacía presente—¿Y por qué no pensaste en eso antes de llevarla a tu casa?
—Helen, ya te lo he dicho no sé cuantas veces: yo-no-la-llevé. Ella apareció de la nada y la vi así y...
—¡Y te preocupaste! ¡Por supuesto que si! ¡Ahora eres San Javier! ¿Te prendo alguna vela para ver si se me cumple algún milagro?
—¿Qué? ¿Preferías que la dejará allí y luego sentirme culpable por ello? Helen esta embarazada de un hombre maltratador.
—¡Pero ella es tu jodida ex novia! ¡Entiéndeme! ¿Cómo puedes pretender que reaccione de forma comprensiva si le has dejado entrar a tu casa y quedarse? Y aun así piensas mostrarte desinteresado al decirme que la has llevado contigo al trabajo porque puede ser una ladrona. ¿De verdad piensas que voy a creer semejante cosa? ¡Basta de excusas baratas!
—¿Entonces que quieres? ¿Que diga que soy culpable? ¿Qué la acepté porque quise? Pues no, me niego. Porque las cosas no son así. No voy a disculparme porque no he hecho nada malo, al contrario, solo quise ser amable. No quiero que después se rieguen chismes sobre mí de que soy una mala persona. Tengo una imagen que cuidar y lo sabes. Y tampoco puedo arriesgar la figura de mi padre, que es un político activo. Deberías ser tu quién se disculpe conmigo por desconfiar así tan feo de mi. No puedo creer que hagas tremendo berrinche cuando esa pobre mujer ha sufrido tanto después de mí.
—Cierto. Olvidé que para ti y para todos en esta familia, lo que piensen o no los demás, es mucho más importante. Dejemoslo hasta aquí. No tiene caso discutir más si no llegaremos a ningún acuerdo. Lo mejor es que te vayas. De seguro la dejaste sola en el apartamento. ¿No se supone que te preocupa que desaparezca algún objeto de valor?—me levante de la silla y con pasos fuertes y apresurados llegué hasta la puerta—La próxima vez, inventa una mentira con más coherencia. No me escribas ni me llames. Lo haré cuando esté calmada. Ahorita solo quiero golpearte la maldita cara.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play