EL HOMBRE OSCURO
Capítulo 1
Él
La vida era rara, o en especial la mía, hablo desde mi punto de vista. Creí que el nacer, crecer, estudiar, luego trabajar, luego casarte, formar tu familia, como hace casi todos los demás, no era para mi, en realidad se me hacía absurdo, lo veía como un borrego ir al matadero, era tan ilógico para mí, no tenía sentido. Pasar toda tu vida en un círculo vicioso, no era lo que profusamente llamaba Vida. Lo único que me sostenía vivo, era algo, no se explicar, pero sentía que no debía morir aún, aún no, debía esperar, así mis días fueran grises, estaba esperando algo, no sabía con certeza que, pero, tenía que hacerlo.
Narrador
Le gustaba estar solo, no le gustaba estar rodeado de gente cuando acudía a reuniones, que por lo general su jefe las organizaba en un salón, ni siquiera conversaba con sus colegas, se ubicaba en la esquina más oscura y menos concurrida. Las personas le parecían aburridas, fastidiosas, antes de conocerla a ella, no recordaba lo que era la felicidad en ese entonces, veía a la gente sonreír, veía sus labios moverse hacia arriba, escuchar una carcajada sonora, y se preguntaba, ¿cómo harán eso?, ¿qué les causara tanta gracia?, ¿Cuál es el motivo por el cual tienen ese comportamiento?, ¿qué es la felicidad, a que sabe, a que huele?
A él solo lo rodeaba la soledad, el dolor, la desesperación, la oscuridad, ¿acaso ellos no sentían lo mismo?, realmente no se les veía un atisbó de infelicidad,…pero ahora, ahora todo era diferente, se le venía a la mente tantos recuerdos de su niñez, es claro que ella era su detonante, es la que me adentra en mi ser, después de verla, después de conocerla a ella… Comenzó a recordar por fin sus inicios, lo atrapó su inocencia, se podría decir que lo capturo en cuerpo y alma, e hizo de él, una nueva persona, ¿quieren saber cómo lo logró?, pues le contaré mi querido lector, y como toda historia, se debe empezar por el principio.
Nací en los suburbios, donde vivir bajo techo se refería a tener un cartón en tu cabeza, una cama para dormir era tener un piso seco, frio, pero seco, y donde tener una casa, era una acera de alguna casa abandonada o sin construir.
Los alimentos que eran “frescos”, eran referencia a comida que estaba a dos días de ser usada (Las sobras) de la basura. No sé cómo llegue ahí… digamos que cuanto empecé a tener uso de razón, los demás habitantes de esa zona, de alguna forma me cuidaban, con sus indiferencias, vicios, y sus cosas, pero entendí que gracias a ellos sobreviví. Aquí casi nadie hablaba, era una forma de que, con la sola vista, mirada, sabias perfectamente que querías decir. Era Sobrevivir. Lo más importante era llevar alimento a tu estómago, no importaba como luciera, lo importante era que se te quitara ese vértigo interno que sentías a los dos días de no comer nada. Algunos de los habitantes, estaban ahí porque tomaron malas decisiones, y por ende una cosa llevo a la otra, y termino ahí, pero, había otros, que habían tenido la mala fortuna de confiar en personas que no debían, bien fuera, familia, amigos, parejas, que no bastaban con aprovecharse de sus cosas, si no también robarle lo que tenían, como empresas, casinos, negocios. Y bueno, un día después de tanto luchar, se encontraron en esta penosa situación.
Uno de esos casos le pertenecía al señor Ramon, lo recuerdo porque siempre trataba de darme un pedazo de lo que encontrara, era canosito, parecido a Papa Noel, pero en versión económica, su mirada daba calor, daba amor, daba compasión, cuando lo veía, solo lo dejaba abrigarme y acompañarme esos minutos que lo veía.
Narrador:
En realidad, el señor Ramon, había confiado demasiado en sus hijos, crió a sus niños solo, por decirlo así, con ayuda de su nana. Su esposa lo abandonó debido a la vida que le daba, la fábrica donde trabajaba había cerrado, y ella al ver lo que se avecinaba, huyó, lo dejó por alguien más y se fue a vivir a otro país, dejándolo a cargo de tres criaturas, que pedían a gritos comida, y el no sabía que hacer. Le pidió a su vecina, que le cuidara sus niños, y en la tarde vendría con la paga, y así, apresuradamente, se hizo un contrato verbal, donde ella le cuidaba sus niños y él le pagaba al finalizar el día. La cuestión es que, en tantas idas y venidas, encontró un billete de lotería, y fue a revisarlo a ver que tal, y da la casualidad de que sí era ganador, no cabía de la dicha y la felicidad, se arrodilló y miró al cielo, dándole Gracias a Dios, por darle una segunda oportunidad. De inmediato se fue al parque a pensar, ¿cómo debería empezar?, ¿en qué debería invertir?, y así cuando supo su respuesta, puso en marcha su plan. Todo fue dando forma y avanzaba, se dedicaba mucho a su trabajo, sus niños a sus estudios, le pagaba muy bien a la señora, tanto, que se dedicó en cuerpo y alma a sacar esos muchachitos adelante, prácticamente dormía con ellos y vivía con ellos, el problema era que siempre le repetía a ellos que su papa debería pasar más tiempo con ellos, que era como si no los quisiera, si no , no los dejaría así de abandonados, que grave error. El señor se había expandido tanto, que ocupaba casi todo su tiempo, y no se daba cuenta lo que la vecina cizañosa les decía a sus niños, confiaba mucho en ella, y de cierta forma, sus niños crecieron con resentimiento, y cuando crecieron, él por hacer algo de buena voluntad y demostrarle a sus hijos que los amaba, los dejo a cargo de todos sus bienes, sin pensar en las consecuencias, ya que a la semana, lo echarían de su propia casa y de sus negocios, alegando que su verdadero papa o realmente mama era la señora que los crió. No, no, no…
Capítulo 2
¡Cristo bendito! El señor Ramon, no lo podía creer, pero, en fin, sin poder para sacar dinero de las cuentas, y de sus negocios, y mucho menos entrar a su casa, lo sacaron con el mero bastón y una maleta. Su dolor fue tan profundo, que no fue capaz de decir nada, le habían empacado una maleta para que se la llevara, pero era tanto su dolor, que la dejo ahí, echo una última mirada con sus ojos aguados a sus hijos y a su casa, y paso a paso se fue alejando, llorando todo el camino.
Recorrió a pie y a su ritmo la ciudad, y en la madrugada, llegó a ese lugar con su vista perdida, y con su corazón roto. Siempre pensaba que al fin y al cabo, todo lo que trabajó y se esforzó, era para ellos, pero realmente nunca pensó que harían eso con él, y que su rencor fuera tan grande, pero, en medio de todo, le agradeció a Dios, por cumplir su promesa, sus hijos ya estaban grandes, a cada uno se le dio su respectiva carrera, y su vida estaba resuelta, en esa parte, se sentía pleno, dolía todo, pero sentía, que ya era momento de descansar, quería silencio, y quería paz, y aunque sonara irónico, en donde estaba actualmente sentía paz y más cuando veía esa cara inocente de a veces ojos grises, o verduzcos o dorados, era raro pero según su temperamento, cambiaban de color, a ese bebito, a ese paquetico envuelto, que, una noche, alguien en un auto lo dejó ahí, tirado en una acera, con duda se acercó, y al abrirlo descubrió que era un bebe recién nacido, quizás de unas horas o un día, todavía colgaba su cordón umbilical, era tan pequeñito, que prácticamente cabía en una de sus manos.
Al principio se asombró, y no podía creer que el ser humano llegara hasta allá, pero, luego sintió, que Dios le daba esa bendición, disfrazada de crueldad, acogió al niño en sus brazos, y desde ahí cuido de él, no fue fácil, pero entre todos, lo ayudaban y así fue creciendo. Su corazón comenzó a sanar con el tiempo, compartir con aquel niño, le daba alegría, calidez, amor, perdón, redención, y sentía que fuera lo que fuera, todo estaba mejor, cuando lo veía. Pensaba que él en algún momento debía tratar de sacar a ese niño de ahí, pero, sentía que moriría si lo hacia él. Le dolía su alma, de solo pensar que tendría que dejarlo en algún lugar, se aseguraba que no le faltara nada “dentro de lo posible”, pero era cierto que necesitaba salir de ahí. ¿Sera que con el pasar de los años, me convertí en un cobarde?, pensaba el señor Ramon, no tenia la fuerza ni la voluntad para dejarlo ir, ¿será que su amor era egoísta?, o realmente, ese niño, ¿se había convertido en la columna vertebral de su existencia? Estaba reuniendo valor, para sacarlo de ahí y dejarlo en el centro de la ciudad, para que las entidades gubernamentales, pudieran hacerse cargo de él, de solo pensarlo, sus piernas flaqueaban, pero ya era hora, su niño crecía, y necesitaba educación de primera mano, era muy audaz e inteligente, así que debía encontrar pronto la forma de cambiarle la vida. Oraba todos los días, para que su valor se fuera restableciendo, y así llevarlo de una buena vez.
Pero, una noche, paso lo que tanto temía, una camioneta gris, con varios hombres vestidos de negro, estaban recogiendo a jóvenes y niños para llevárselos de ese lugar. En uno de esos momentos, alguien cogió a su niño, y entonces don Ramon, comenzó a gritar, los demás que estaban cerca, junto con don Ramon, empezaron a pelear impidiéndoselo llevar, sostenían su cuerpo y no dejaban que lo subieran, se encontraban en una fuerte lucha, pero entonces de pronto comprendió, que quizás esa era la señal que estaba esperando, su niño, tenía la oportunidad de ir a un mejor lugar, de recibir educación, y ser un hombre de bien, así que, se tenía que aprovechar.
Miro a su captor, con los ojos exorbitados, lleno de emociones encontradas le gritó:
_¡Júramelo!, ¡Júrame que lo protegerás, y le darás una buena vida, Júramelo! – su captor lo vio a los ojos, y seriamente asintió, quedando así una promesa. Don Ramon, volteó a ver a sus ayudantes, y todos, entendiendo su decisión, soltaron el cuerpo de su niño, permitiendo que lo suban a la camioneta y viendo los dulces ojos de su niño, se despidió: - Adiós hijo mío, - haciendo que por primera vez el niño hablara y gritara a la vez: ¡Noooooooooo!
El niño se marchó, y el alma y cuerpo de Don Ramon, también esa noche a ese lugar abandonó. En sus últimos momentos, con su cuerpo tendido en el piso, y con su rostro sonriente y agradecido, observando hacia el cielo, exclamó, ¡Vive mi niño, Vive!, Gracias Dios, Gracias mi niño, Gracias Ramón, lo hiciste bien”, cerrando sus ojos y expirando por ultima vez, se dejó ir en paz.
Su corazón no soportó más, y de un ataque al corazón, murió.
Ciertamente el señor Ramon, quizás sintió que había cumplido lo último que había querido hacer, y nada da tanta gratitud y plenitud, que cumplir lo que se promete y saber que todo lo que tenía que hacer, se hizo. Al fin y al cabo, ya nada lo ataba a este mundo.
El señor Ramon. (Un ángel de la guarda, disfrazado de abuelito).
El
Yo era muy joven, pero era muy inteligente, lo poco que la gente hablaba, lo entendía, digamos que a ese punto y en ese lugar, la gente no se comunicaba por la boca, desde la mirada, ahí todo se hablaba, no bastaba más, solo eso, si querías conectar, solo lo veías a los ojos y comprendías todo. No se hablaba, porque no se tenía ganas, porque su dolor era tan fuerte que los consumía por dentro, y otros vivían su propio sueño, su propio idilio de amor, en una burbuja, donde nada era malo y todo lo que había era bueno, por eso, al despertar de ella, chocaban con la realidad y tenían sus arranques de crisis, de pesares, lloraban, se desesperaban, y luego volvían a soñar, era un círculo vicioso.
A los 5 años, alguien llego en una camioneta y me recogió. Como podían los habitantes de los suburbios y en especial el señor Ramón, lo evitaba, lloraba fuerte, y gritaba, ¡júrenme que lo cuidaran, y se los daré, júrenmelo!, y alguien asintió, debido a eso se rindieron, quizá sintieron, que era lo mejor, sea lo que sea que fuera que me esperara, quizás pensaron que era mejor, a lo que estaba presenciando en ese momento, no los culpo, pero, si que me dolió, y por un tiempo estuve resentido. Pero en fin, eso ya pasó.
Capítulo 3
No recuerdo cuanto tiempo estuve arrinconado en una esquina de la camioneta, amordazado, pero cuando llegamos, no sabía que era un orfanato, por fuera parecía un castillo, era oscuro, sombrío, muy grande, llovía a grandes cantaros, así como estaba el clima, estaba mi corazón, no tenia en si casa, pero si un lugar al cual llamar “Hogar”. Te preguntas, ¿Qué es un hogar?, yo te respondo: Para mi, un hogar es un lugar del cual no intentas escapar sientes paz, sientes que las cosas están bien, sientes que has llegado y aquí estas. Para mi, eso es hogar y eso representaba ese lugar en los suburbios. La gente con la que quería estar, con la que no me daba miedo, y por lo tanto no quería escapar.
Caso contrario a lo que sucedió al ver ese castillo oscuro llamado Orfanato Remo Kod Luor (idioma hablada en Kenia y Tanzada, por el pueblo Luo.), que en español significa “Sangre y Honor”. Me bajaron como bulto de papa, venia mareado y con mucha hambre, apenas entramos, me recibió una señora de gafas, cabello recogido, y mirada severa, sabia por mi lectura de ojos, que ahí, iba a sufrir muchísimo.
Cuánta razón tenia, no lo sabía en ese entonces, pero, sea las circunstancias, o lo que sea que haya vivido, había acogido un don, de aprender a leer las vibras, los ojos, el alma, no lo sé, pero con solo ver a alguien, sabía si era bueno, o no, y en ese momento, todo mi ser quería correr, huir, no sé qué había dentro, pero por donde viera, todo era oscuridad.
Las paredes del sótano, eras húmedas, olía a moho por doquier, el aire era denso, pesado, asfixiante, y hacia frio. El estar en ese lugar era un castigo, la señora Mork consideraba que los niños que no acataran ordenes, sus órdenes, debían estar encerrados para reflexionar lo que habían hecho mal, el obedecer a cierta autoridad, era considerado un Honor y era la forma más respetuosa posible que se le concedía a alguien de rango mayor en ese lugar.
Me encerraron ahí, debido que, al momento de llegar, apenas me soltaron, quise salir a correr, me cogieron de mi cabello y me jalaron para adentro, la señora Mork quiso sostenerme, vi la oportunidad y la mordí, y bueno. Aquí estamos.
El “orfanato”, por así decirlo, se dedicaba al cuidado de niños, por supuesto, pero con un fin, se entrenaban exigentemente durante años, hasta convertirlos en asesinos profesionales, sin alma y corazón, con un solo propósito, servirle a su benefactor, ser una herramienta efectiva dentro de su organización. Una orden, era una ley, inquebrantable, sin preguntas, sin quejas, solo se hacía y ya.
Me sacaron del sótano en la noche, me tiraron a un espacio abierto donde habían zanjas y con una manguera me bañaron, con agua helada, perdí el control de mi cuerpo, temblaba demasiado, tenia mucho frio, hambre, rabia, todo se mezclaba. Me vistieron, y me dejaron cerca de una chimenea, con un plato de avena caliente y un trozo de pan. En eso, la señora Mork, habló:
– así me gusta, domadito, sin berrinches y pataletas. Quiero que sepas que aquí se hace lo que yo diga, si me llevas la contraria, te dejare encerrado nuevamente en el sótano, no un día, serán cuatro, hare que entiendas, que mientras estes aquí que la ley soy yo, y nada será gratis, se te asignara un lugar en el cual podrás dormir, tendrás techo y comida, pero tu deber será, aprender, todo lo que te enseñaremos aquí y deberás ser el mejor. Ese es tu propósito a partir de ahora niñito. Tu, cuando termine de comer, llévatelo al lugar que se le fue asignado.
_Como ordene sra Mork- habla un tipo de ayudante en el orfanato.
La rutina comenzaba a las tres de la mañana, nos hacían tender nuestras camas, limpiar el espacio, lavar nuestro pijama, color azul oscuro con bordes blancos, se dejaba listo, tendría todo el día para secarse, íbamos a una sección del orfanato, y limpiábamos pisos, ventanas, lo que correspondiera ese día, de acuerdo con el cronograma. A las 6 de la mañana, pasábamos al comedor, desayunabamos caldo y seco, debo decir que nos servían bien, el sabor era extraño, pero si se trataba de dejarnos llenos, si, lo hacía.
Luego nos íbamos al campo de entrenamiento, entrenábamos espada, arco, lucha cuerpo a cuerpo, armas de todo tipo, especialistas en francotirador, artes marciales, de todo. A las 12 se almorzaba, a la 1 nos dividían, y nos asignaban un salón correspondiente a cada niño, las clases iban desde estrategia, leguas extranjeras, señas, todo, absolutamente todo lo que debería saber un asesino, reconocimiento de los lideres de mafia, bancos, gobierno, del país donde estábamos y de todos los demás, quienes eran los que lideraban el comercio, las leyes, todo, todo era importante, y todo debíamos saberlo.
Había un maestro en particular que decía: “El conocimiento y las habilidades son poder, sin eso, en cualquier momento podrías morir, y en este campo de batalla, debes estar atento al más mínimo detalle, debes desconfiar hasta de tu propia sombra, es decir, de todo lo que te rodea, recuérdenlo bien muchachos”.
Cuando entendí como era el asunto aquí, mi mundo se empezó a oscurecer, mis recuerdos a borrar, y ya solo veía, sangre, armas, y todos los que me rodeaban era un objetivo, era similar a un robot, no existía amigos, familia, nada, solo tu compromiso, tu propósito a la organización, loa orden que te haya sido asignada, debía ser ejecutada a la brevedad posible. Y así me volví, lo que soy ahora. Frio, crudo, no creo en nada ni en nadie, me cuido de todo y de todos, no recuerdo la primera vez que haya dormido una noche entera, hay compañeros que en cualquier momento, aprovechaban para asesinarte, así que si, mi primer objetivo, fue uno de ellos, le ordenaron hacerme daño y yo, respondí, la primera vez te traumas, pero ya después era como tomarte un vaso de agua. Si estas vivo y respiras, eso es lo que importa.
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