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La Reencarnación De La Hija Ignorada Del Duque

Capitulo1: el final trágico de Liliane

El Reino de Alyria estaba al borde del colapso. Las naciones vecinas se preparaban para atacar, y la guerra ya había comenzado a desgarrar las fronteras. Sin embargo, en el interior de la corte, un conflicto mucho más profundo se libraba. No era una guerra de espadas ni de ejércitos, sino de traiciones, ambiciones y secretos oscuros. Liliane D’Este, hija de una familia noble, había vivido a la sombra de sus hermanos durante años. A pesar de ser la mejor espadachína del reino, su linaje no la favorecía; sus logros en el campo de batalla eran ignorados por su propia sangre. A lo largo de su vida, Liliane había aprendido a no esperar nada de su familia, pero había decidido que lucharía por su país, no por ellos.

La gran oportunidad de su vida llegó cuando el segundo príncipe Aiden, heredero al trono, la eligió como su prometida. Era un compromiso político, sí, pero también una oportunidad para que Liliane tuviera la influencia que tanto deseaba. Aiden, un hombre de temperamento calculador y una inteligencia aguda, sabía que Liliane era la única que podía ayudarle a asegurar su lugar en el trono. Ambos formaban una alianza sólida, y Liliane, aunque desconfiada, se entregó a la causa.

Seraphine Devereux, la cortesana astuta y encantadora, no tardó en darse cuenta de que Liliane era un obstáculo para sus propios planes. Aunque era amante del príncipe, no deseaba que la guerrera compartiera la cercanía y la influencia que Liliane ejercía sobre él. Seraphine sabía que para conseguir lo que quería, debía desplazar a Liliane. La belleza y la inteligencia de Seraphine no eran más que una fachada, detrás de la cual se escondía una ambición insaciable por el poder. Usó su seducción y sus astutas manipulaciones para ganarse el corazón de Aiden, despojándolo de su lealtad a Liliane.

A pesar de las maniobras de Seraphine, Aiden aún no podía ignorar el valor de Liliane en el campo de batalla. Ella era su protectora, su apoyo incondicional. Juntos, lograron conquistar varias victorias cruciales para el reino. Pero la relación entre ellos se tensó cuando Aiden, cada vez más influenciado por Seraphine, comenzó a distanciarse emocionalmente de Liliane.

Una noche, mientras el reino celebraba otra victoria, Aiden llamó a Liliane a su cámara privada. La tensión en el aire era palpable. Liliane, con la espada a su lado, entró confiada, esperando encontrar en él el mismo respeto que siempre había tenido por ella. Pero algo había cambiado en Aiden.

Aiden

(mirando fijamente a Liliane con seriedad)

-Liliane... Lo que hemos logrado juntos ha sido impresionante, pero el reino necesita más que solo victorias. Lo que necesitas entender es que yo soy el futuro de este reino, y tú, aunque útil, ya no eres indispensable.

Liliane

(frunciendo el ceño, confundida y sorprendida)

-¿Qué estás diciendo, Aiden? ¿Cómo puedes decirme eso después de todo lo que hemos hecho juntos? ¡No te estoy fallando!

Aiden

(se levanta lentamente de su trono, con frialdad en sus ojos)

-Ya no te necesito como mi protectora, Liliane. Seraphine y yo hemos planeado un futuro juntos. La guerra está ganada, y ahora, el trono es mío. Lo que haces aquí ya no tiene sentido.

Liliane

(*el corazón le late fuerte mientras asimila las palabras de Aiden)

-¿Me estás diciendo que todo lo que hemos vivido fue solo para que me traiciones cuando más te necesitaba? ¡Este reino se debe a lo que hemos luchado juntos!

Seraphine

(entrando en la habitación con una sonrisa fría, cruzando los brazos)

-Es el momento, Liliane,"(dice con suavidad, pero una frialdad palpable)

El príncipe ha hablado. Ya no eres necesaria.

Liliane

(mirando a Seraphine con furia creciente)

-¿Tú? ¿Acaso no tienes nada mejor que hacer que jugar con las vidas de los demás, Seraphine?

Aiden

(con un suspiro de impaciencia, desenfundando su espada)

-Ya basta, Liliane. (su voz se torna severa)

Te lo advertí. Este es el fin de tu reinado como mi aliada.

Liliane

(con los ojos llenos de dolor, mirando a Aiden por última vez)

-Si alguna vez me amaste, si alguna vez me consideraste alguien... ¿por qué? ¿Por qué ahora? No lo puedo creer...

Antes de que Liliane pudiera decir algo más, Aiden alzó su espada y, en un movimiento mortal, la clavó en su abdomen. Liliane cayó al suelo, el dolor lacerante llenó su cuerpo, pero lo que realmente la desgarró fue la traición en los ojos del hombre que amaba. En su último suspiro, miró Aiden.

Aiden

(mirando fijamente a Liliane con seriedad)

-Liliane... Lo que hemos logrado juntos ha sido impresionante, pero el reino necesita más que solo victorias. Lo que necesitas entender es que yo soy el futuro de este reino, y tú, aunque útil, ya no eres indispensable.

Liliane

(frunciendo el ceño, confundida y sorprendida)

-¿Qué estás diciendo, Aiden? ¿Cómo puedes decirme eso después de todo lo que hemos hecho juntos? ¡No te estoy fallando!

Aiden

(se levanta lentamente de su trono, con frialdad en sus ojos)

-Ya no te necesito como mi protectora, Liliane. Seraphine y yo hemos planeado un futuro juntos. La guerra está ganada, y ahora, el trono es mío. Lo que haces aquí ya no tiene sentido.

Liliane

(*el corazón le late fuerte mientras asimila las palabras de Aiden)

-¿Me estás diciendo que todo lo que hemos vivido fue solo para que me traiciones cuando más te necesitaba? ¡Este reino se debe a lo que hemos luchado juntos!

Seraphine

(entrando en la habitación con una sonrisa fría, cruzando los brazos)

-Es el momento, Liliane, (dice con suavidad, pero una frialdad palpable)

El príncipe ha hablado. Ya no eres necesaria.

Liliane

(mirando a Seraphine con furia creciente)

-¿Tú? ¿Acaso no tienes nada mejor que hacer que jugar con las vidas de los demás, Seraphine?

Aiden

(con un suspiro de impaciencia, desenfundando su espada)

-Ya basta, Liliane. (su voz se torna severa)

-Te lo advertí. Este es el fin de tu reinado como mi aliada.

Liliane

(con los ojos llenos de dolor, mirando a Aiden por última vez)

-Si alguna vez me amaste, si alguna vez me consideraste alguien... ¿por qué? ¿Por qué ahora? No lo puedo creer...

Antes de que Liliane pudiera decir algo más, Aiden alzó su espada y, en un movimiento mortal, la clavó en su abdomen. Liliane cayó al suelo, el dolor lacerante llenó su cuerpo, pero lo que realmente la desgarró fue la traición en los ojos del hombre que amaba. En su último suspiro, miró Aiden.

Liliane

(con un hilo de voz, antes de perder la consciencia)

-Te amé... pero... no te importé... no.… me... importas...

Con la mirada fija en él, Liliane respiró con dificultad, su vida desvaneciéndose poco a poco. Pero, antes de morir, algo pasó en su corazón. Liliane miró a Aiden, al hombre que una vez amó, y en su mente se formó un último pensamiento: No dejaría que esta traición quedara sin respuesta.

Seraphine

(con una sonrisa triunfante)

-Finalmente, todo está en su lugar. Aiden será mío, y Liliane ya no será un obstáculo.

Aiden

(mirando el cadáver de Liliane, sin una pizca de remordimiento en su rostro)

-Te lo dije, Liliane, (en un susurro casi imperceptible)

-Eres una pieza que ya no encaja en mi juego.

En el momento en que la vida de Liliane se extinguió, su alma flotó por encima del cuerpo inerte. En sus últimos momentos de conciencia, vio cómo Aiden y Seraphine celebraban su victoria sobre ella. La traición de ellos dos la rompió por dentro, pero también la llenó de una determinación feroz: ¡No dejaría que su sacrificio fuera en vano!

Adrian (Primer Príncipe)

(en su propia habitación, al enterarse de la muerte de Liliane, grita con furia)

-¡Hermano! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Si de verdad la amabas, nunca habrías dejado que esto sucediera! ¡Te cegó el poder, y ella pagó el precio por tu ambición!

Aiden

(sin emoción alguna, mirando fijamente a Adrian)

-Te advierto, Adrian, (con una voz fría y calculadora)

Si sigues interfiriendo, acabaré con todo lo que queda de ti también

Adrian

(con los puños apretados, sus ojos llenos de furia)

-¡Esto no va a quedar así! ¡Voy a vengar su muerte! ¡Nadie, ni tú ni Seraphine, quedarán impunes!

Pero antes de que Adrian pudiera actuar, la traición ya se había adueñado de todo. La furia de Adrian lo llevó a enfrentarse a Aiden, pero el príncipe, ahora emperador, no iba a ceder tan fácilmente. En un giro mortal, Adrian cayó también, junto con Liliane.

Capítulo 2: el Renacer de Liliane

La oscuridad envolvía el alma de Liliane. Después de su trágica muerte, no hubo nada, solo vacío. Su espíritu estaba atrapado entre la vida y la muerte, sin comprender lo que sucedía. Todo lo que conocía y amaba había quedado atrás. Pero algo, una fuerza interna, comenzó a moverse dentro de ella.

Voz misteriosa:

(profunda y resonante)

-Liliane D’Este, tu sacrificio no ha sido en vano. Has sido elegida para regresar. Tu alma tiene un propósito aún no cumplido.

Liliane intentó hablar, pero no podía. La confusión y el dolor se apoderaban de ella.

Liliane: (pensando) (en su mente)

-¿Por qué regreso? ¿Qué más tengo que hacer en este mundo? ¿Qué sentido tiene?

Voz misteriosa:

(más suave, pero llena de poder)

-El reino necesita una salvadora. Tu destino está atado al de Adrian. Solo tú puedes cambiar lo que sucedió. El futuro depende de ti.

Un resplandor cegador comenzó a rodearla, y una sensación extraña recorrió su ser. La luz la envolvió por completo. Sintió cómo su cuerpo volvía a tomar forma, como si todo su ser regresara a la vida, pero de una manera diferente. La presión en su pecho, la falta de aire, desaparecieron. La oscuridad fue reemplazada por una suave luz dorada.

Liliane despertó con una respiración profunda, como si hubiera estado conteniendo el aliento durante demasiado tiempo. La habitación en la que se encontraba era lujosa, rodeada de paredes de mármol y tapices que nunca había visto antes. Liliane se sentó en la cama, mirando alrededor con ojos atónitos.

Liliane: (pensando)

-¿Dónde estoy? Esto... esto no es mi hogar. ¿Qué ha pasado?

Sintió el peso de la espada a su espalda, algo que siempre había estado con ella en sus batallas pasadas. Se levantó con rapidez, buscando respuestas, y al acercarse al espejo, vio una figura que no reconocía completamente, pero que al mismo tiempo le resultaba familiar.

Liliane: (sorprendida)

(hablando consigo misma mientras observa su reflejo)

-Es... mi cuerpo, pero no lo es. ¿Qué significa esto?

Mientras se tocaba el rostro, las piezas comenzaron a encajar. Liliane recordó su muerte, la traición de Aiden y Seraphine, y el dolor de ser abandonada por aquellos en los que confiaba. La confusión la embargó nuevamente, pero algo dentro de ella, una fuerza inexplicable, la empujó a actuar.

De repente, la puerta se abrió, interrumpiendo sus pensamientos. Un hombre apareció en el umbral de la habitación, con una postura imponente y una mirada preocupada. Liliane lo miró fijamente, sintiendo una extraña sensación de familiaridad, como si ya lo conociera de alguna parte.

Hombre: (Javier)

(con voz profunda y cálida)

-¿Te encuentras bien, joven dama?

Liliane no podía comprender completamente quién era, pero algo en su tono le daba una sensación de seguridad. A pesar de la confusión, intentó mantener la calma.

Liliane: (con desconfianza, pero sin agresividad)

-¿Quién eres?

Javier: (haciendo una ligera reverencia)

-Soy Javier, el sirviente personal de la familia D’Este. No me recuerda, joven dama?.

Liliane frunció el ceño, intentando recordar, pero la confusión la invadió nuevamente. No lograba encajar las piezas. Lo único que sabía con certeza era que algo había cambiado, y no podía quedarse quieta.

Liliane: (con algo de dolor en la voz, tocándose el pecho)

-No... no te reconozco. Algo no está bien. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué... estoy aquí?

Javier: (con suavidad, preocupado)

-Estabas enferma, joven dama. Has estado en reposo durante días. Pero ahora estás bien, ya no tienes fiebre. Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo.

Liliane: (murmurando mientras intenta procesar lo que ha sucedido)

¿Enferma? Yo... ¿por qué no puedo recordar nada claramente? Mi mente... mi vida, todo parece distorsionado.

En ese momento, Liliane comenzó a comprender algo más grande. Su regreso no era un accidente. Había sido elegida para una nueva misión. Adrian, el hombre que una vez la había valorado, era ahora el único que podía salvar, pero también, el hombre que debería salvarse a sí mismo de su destino trágico.

Liliane: (pensando)

-De alguna manera, todo esto está conectado. Tengo que encontrar a Adrian, tengo que evitar que repita los errores que cometió... y lo haré.

Javier, sin saber exactamente lo que sucedía en la mente de Liliane, se retiró silenciosamente, dejando a la joven para que pudiera reflexionar en paz. Pero, al salir de la habitación, un escalofrío recorrió su espalda. Sentía que algo más grande que él se estaba moviendo en el aire, y aunque no podía explicarlo, sabía que la joven a la que servía había vuelto por una razón mucho más profunda de lo que cualquiera podría imaginar.

Liliane: (pensando)

-Esta es mi segunda oportunidad. No la desperdiciaré. No dejaré que el sacrificio de mi vida pasada sea en vano.

Autora: hola disculpen por la demora de este capítulo es e estado ocupada y gracias por leer esta pequeña historia.

Capítulo 3: La decisión de cambiar el destino

El sol comenzaba a filtrarse por las ventanas de la habitación. La luz dorada bañaba el rostro de Liliane, quien seguía sentada frente al espejo, intentando aceptar la realidad de su regreso.

Liliane (pensando):

"Volví... No solo para vivir, sino para arreglar lo que se rompió... Y esta vez, no dejaré que me utilicen."

Tocó el medallón que inexplicablemente colgaba de su cuello. No recordaba haberlo tenido antes, pero cuando lo abrió, dentro había un pequeño grabado: "Confía en tu instinto, el destino puede torcerse."

La puerta volvió a abrirse suavemente.

Javier:

—Joven dama, la duquesa desea verla en el salón principal.

Liliane (serena, pero decidida):

—Gracias, Javier. Iré de inmediato.

Se levantó, alisó el vestido que no se sentía suyo, y caminó por los largos pasillos del castillo D’Este, un lugar que le había sido familiar pero que ahora parecía completamente nuevo.

Cuando llegó al salón principal, su madre, la duquesa Marguerite, la esperaba con su habitual expresión fría.

Duquesa Marguerite:

—Finalmente has despertado. Pensamos que no sobrevivirías.

Liliane (con voz firme, aunque respetuosa):

—Estoy aquí, madre. Gracias por preocuparse.

La duquesa levantó una ceja, sorprendida por la compostura de su hija.

Duquesa Marguerite:

—Hoy vendrá el segundo príncipe, Aiden, a visitarnos. Recuerda comportarte. Él sigue siendo tu prometido.

El nombre de Aiden atravesó su corazón como una daga. El mismo hombre que había traicionado su amor y la había llevado a la muerte en su vida anterior...

Liliane (pensando):

"En esta vida, no te amaré ciegamente... Esta vez, no me destruirás."

Liliane (con una sonrisa falsa):

—Por supuesto, madre.

La duquesa asintió y la despidió con un movimiento de mano.

Horas más tarde, en el gran salón, el carruaje imperial se detuvo. Los sirvientes abrieron las puertas, y Aiden, el segundo príncipe, bajó elegantemente, acompañado de su sombra inseparable: Seraphine, vestida de forma sobria, pero con una mirada altiva.

Liliane (pensando al verlos llegar):

"Aquí empieza todo. La serpiente y el traidor."

La duquesa les dio la bienvenida con la cortesía habitual.

Duquesa Marguerite:

—Su Alteza, es un honor tenerlo aquí.

Aiden (con una sonrisa encantadora):

—El honor es mío, duquesa. He venido a visitar a mi prometida.

Se giró hacia Liliane, y por un momento, sus ojos se encontraron. En la vida pasada, ese encuentro habría hecho latir su corazón. Ahora solo sentía un frío amargo.

Aiden:

—Liliane, me alegra verte recuperada.

Liliane (con una sonrisa suave, pero llena de distancia):

—Gracias por su preocupación, su Alteza.

Seraphine, a su lado, no pudo evitar intervenir:

Seraphine (fingiendo dulzura):

—Lady Liliane, he rezado cada día por su salud. Qué bendición tenerla de nuevo entre nosotros.

Liliane (con una mirada cortante):

—Gracias, Lady Seraphine. La vida siempre nos da nuevas oportunidades… ¿verdad?

Seraphine palideció ligeramente, pero mantuvo su sonrisa.

Aiden:

—Liliane, me gustaría pasear contigo por los jardines. Necesito hablar contigo a solas.

Liliane (asintiendo sin emoción):

—Como desee, su Alteza.

Caminaron en silencio hasta el invernadero. Allí, Aiden se detuvo y la miró con una mezcla de cariño y… culpa.

Aiden:

—Han pasado días difíciles para ti…

Liliane (serena, mirándolo fijamente):

—Y aún más difíciles los que vendrán, su Alteza.

Aiden (confundido):

—¿A qué te refieres?

Liliane:

—A que, a veces, lo que creemos controlado se desmorona sin aviso… Y las promesas, cuando se traicionan, tienen un precio.

Aiden (desconcertado, pero recuperando su compostura):

—Liliane, no entiendo tu tono. ¿He hecho algo para merecer tal distancia?

Liliane (con frialdad):

—Aún no.

Aiden:

—Quiero que sepas que te valoro profundamente.

Liliane (con una sonrisa amarga):

—Yo también valoraba muchas cosas… en otra vida.

El silencio entre ellos fue tenso. Aiden no entendía el peso de sus palabras. Pero Liliane sí sabía que, desde ese momento, comenzaría a proteger su corazón. Y a cambiar el destino que le había sido impuesto.

Liliane (pensando mientras se alejaba de él):

"A partir de hoy, no seré la tonta que te ayudó a ascender solo para ser sacrificada. Esta vez... yo decido."

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