Hoy, como todos los días, comencé con mi nueva rutina de ejercicio, debo adquirir mayor flexibilidad, sueño con practicar parkour en el reino, peeero, mi condición física no es muy buena, así que he comenzado con los ejercicios básicos.
Desde hace un mes la escuela es un lugar muy tranquilo y, digamos que cumple su objetivo: educar.
Atrás quedaron los enredos amorosos, las declaraciones sin sentido y las luchas por un hombre, es curioso… pero pareciera que todo se detuvo y nadie sabe qué hacer o a dónde ir, además de las clases.
Los protagonistas están “atorados” en su “amistad” viéndose y suspirando desde lejos; la villana sólo mira a la heroína con odio, pero no hace nada; el villano principal sigue viendo de lejos al amor de su vida y odia cada día más al protagonista y yo, --la amiga de la infancia del prota—por fin puedo estudiar tranquilamente, sin que nadie me moleste, mis compañeros me ven con lástima, pero pocos saben que en realidad esto es lo que he esperado desde hace seis meses.
Creo que en este momento debo presentarme, soy Latifa Leibe, y soy amiga de la infancia del princeso, perdón, del Príncipe heredero del reino Sufan, Salomón; lo conozco desde los 10 años y la verdad no me gusta, es demasiado soso y predecible para que llame mi atención, pero por el bien de mi supervivencia he debido declararle amor eterno desde esa edad y pedirle que se case conmigo.
El tipo es el clásico príncipe de cuento de hadas… alto, atlético, de cabello rubio, ojos violetas (símbolo de la realeza) piel apiñonada, sumamente arrogante –se siente parido por Dios—y que nadie lo merece… bueno, no necesariamente así, pero este tipo suele ser bastante egocéntrico.
En este momento me encuentro estudiando en el primer año de la Real Academia, una escuela de élite que ofrece, como su nombre lo indica, educación de alta calidad a los miembros más distinguidos de sociedad y yo soy, en este momento, uno de ellos.
Salomón: Latifa, tráeme agua para refrescarme.
Latifa: Claaaaro (sin mirarlo) ¿de horchata o Jamaica?
Salomón: (con cara de no saber a qué se refiere) Agua fresca, siempre dices que quieres que me case contigo y que me amas, pero ¿eres incapaz de saber lo que es el agua fresca?
Latifa: Oh, disculpe Alteza (sardónica), es sólo que no sabía si la quería en botella, cubeta, fuente, lluvia, con el doble de “H” que “O”, para lamer, o en spray, tal vez desea solamente refrescarse, deseo hacer sus deseos realidad, ya sabe… es solo que quiero ser lo más precisa posible para que su humor sea el mejor una vez que las gotas del líquido pasen por su gañote o si desea que la experiencia lo lleve a sentir las gotas llegar al fondo de su estómago, intestinos y demás…
Salomón: Espera, espera, espera, hablas demasiado rápido y no entendí ni la mitad de lo que acabas de decir… solo quiero que hagas tu parte y me traigas agua. Si lo haces bien consideraré dejar que me veas beberla…
Latifa: (Más sarcástica) ¡En serio! ¿Si lo hago bien considerará premiarme permitiéndome verlo beber el agua? Wow, este es el día más maravilloso de mi existencia, seguramente debí salvar a toda una nación en mi otra vida para recibir como premio el permiso de mirar a su majestad saciar su sed, cuando todos en este momento nos derretimos debido al intenso calor que se ha vivido estos días, lo que ha hecho que mis neuronas deseen viajar a la playa para nadar y broncearse…
Salomón: Bueno, traerás el agua o no… tengo sed… y si no aprovechas esta oportunidad, ¿deberé pedirle a alguien más que lo haga?
Latifa: (Irónica) No, claro que no majestad, ¡jamás querría perder semejante oportunidad…!
Dicho esto, no me quedó de otra que ir a buscar el agua, afortunadamente Rufus siempre tiene suficiente en su tazón, así que sólo tuve que tomar prestada una copa de plata del comedor y afortunadamente ese pequeño pastor alemán no cuidaba bien de su molde de agua, llené la copa y la llevé directamente al principillo de pacotilla que me da órdenes como si fuera su esclava.
Latifa: Majestad, aquí está el agua que me pidió, espero sea lo suficientemente refrescante para usted.
Salomón: Vaya, te tardaste dos minutos en llegar, estaba pensando en pedirle a alguien más que me trajera una jarra con agua, pero veo que llegaste antes.
Latifa: (Sarcástica) Es bueno que me apuré, no fuera mi mala suerte que usted encontrara a un sirviente de verdad y le pidiera el agua...
Afortunadamente, para mí, el Príncipe es un hombre de palabra y cumplió su promesa de permitirme ver cómo se tomó completa la copa de agua que le llevé, la cual fue –por sus expresiones—lo suficientemente refrescante para él, se notó en cada gesto de su bello rostro que disfruto del líquido traído por mí… doy gracias en mi mente a Rufus por darle su sazón… jejejeje.
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Permítanme explicarles, desde hace medio año habito el cuerpo de Latifa, la amiga de la infancia del Príncipe heredero Salomón Sufan, se trata de una chica de 15 años, pero antes de llegar aquí yo era en realidad una mujer de 40 años que ya había vivido mi vida, me había casado, frustrado, divorciado, trabajado, enojado y todas esas cosas que hace uno cuando crece.
Mi último trabajo fue como planificadora de bodas, lo cual era bastante irónico por mi situación, pero me dio un infarto cuando me tocó ver que mi hijo amado y en quien había puesto todas mis esperanzas se pensaba casar con la hija ilegítima de mi marido, y aunque le expliqué que genéticamente era un error, este bastardo malparido me salió con el chiste de que si no quería verlo ser feliz que me muriera… y por el coraje… me morí…
Cuando desperté creí que estaba en el hospital porque estaba literalmente en un cuarto blanco, pero resultó que no era blanco, la habitación estaba vacía, sin ninguna personalidad, pero poco después entró Lara, mi nana, quien me explicó que me caí de las escaleras de la casa y estuve inconsciente por una semana sin despertar, por lo que ella tenía mucho miedo de que hubiera muerto.
Con mucho cuidado le pregunté poco a poco a la nana sobre este mundo y me di cuenta de que estoy dentro una novela que leí antes de morir llamada “Príncipe: cásate conmigo”. Sí, mi vida era tan frustrante que sólo me daba un poco de alegría leer novelas románticas, en particular esta tiene a personajes bastante tontos… es de esas de triángulos amorosos.
En la historia, el Príncipe heredero debe decidir entre tres damas: la protagonista Salma Tatli que es la hija de un humilde barón de quien se enamoró a primera vista, pero de muy bajo estatus, hasta que luego de tres años es adoptada por mis padres; la villana, Naya Palacios, que es la hija del Primer Ministro y está obsesionada con él, dispuesta a humillar y hacer cualquier cosa por llamar la atención del prota –sí, aburrido—; y finalmente yo, Latifa Durand, (sí, Durand, en un momento lo explicaré mejor) la hija de un marqués ambicioso y corrupto cuya única virtud es que su esposa es amiga de la infancia del padre del Príncipe, de ahí que obtuvieron la oportunidad de “competir” por el puesto de Princesa heredera.
Otro triángulo está con el villano principal, Zaid Yeber, él es el único hijo del Duque Yeber, siempre ha visto al Príncipe heredero como su némesis pues son los polos opuestos, mientras al Príncipe todos lo aman, el villano vive solo porque su madre murió al darlo a luz, así que su padre lo ignora y está dedicado al cuidado de sus tierras.
Desde pequeño encargó su educación y entrenamiento al general más fuerte de su ejército, Sir Yohan. Pero cuando tenía diez años vio a Naya en su fiesta de cumpleaños y quedó perdidamente enamorado de ella, un motivo más para odiar a Salomón, pues mientras que el princeso ni siquiera mira a la bella Naya, ella nunca ha detectado la existencia de Zaid.
Hasta donde recuerdo falta la llegada de un mago –nunca faltan en estas historias—que se enamora a primera vista de la joven Salma y un príncipe extranjero que queda prendado de Naya…
Sí, adivinaron, todo el mundo tiene más de una posible pareja… menos el villano (que es un terco de mal carácter) y Latifa, quien, pese a ser una chica muy bonita, hace el 90 por ciento de las propuestas de matrimonio, nadie se interesa sentimentalmente en ella y es la única que nunca recibe una petición para casarse.
La pobre chica es considerada como un mosquito que molesta a todos y nadie se fija realmente en ella. De ella, el Príncipe sólo dice que es su amiga de la infancia, pero realmente la trata como su criada, bufón particular, mandadero, etc… nunca le da el mínimo de credibilidad a sus afirmaciones, así que la chica es considerada una burla por todos.
Cabe destacar que, desde que lo conoció, Latifa ha declarado su “amor” unilateral semanalmente, parece reloj, dígase pancartas, cartas de amor, poemas, canciones y demás locuras para decirle frente a todo el mundo que se case con ella, lo cual le ha ganado su mala fama de rogona, ofrecida, pagafantas, perro faldero, etc, así que cuando llegué tuve que seguir con estas prácticas, porque no quería levantar sospechas, aunque no lo hice de corazón.
Pero, para los estándares de este mundo creo que la gente ve como grandiosos los esfuerzos; en los cinco meses que me tocó hacer ese numerito mandé las cartas de amor con palomas mensajeras, hice una coreografía de declaración, una comida que decía Te Amo, metí una nota y se la mandé en una especie de snich, pinté un mosaico en su ventana la frase “cásate conmigo”, entre muchas otras cosas, pero la respuesta siempre es indiferencia.
Aunque originalmente esperaba dejar que la historia fluyera, una semana después de mi llegada ya había recuperado las memorias originales de Latifa y al ver su triste vida, con su lucha constante por llamar la atención primero de sus padres y luego del protagonista en busca de recibir un poco de amor, decidí tomar cartas en el asunto y dejar el triángulo (que más parece cuadrado) amoroso.
Orgullosa por el éxito no obtenido, en este tiempo también he puesto en acción mi malévolo plan para tener una vida propia y dejar de lado estas payasadas que no me llevarán a ningún lado. Mis objetivos son: deshacerme de la obligación con el Príncipe; dejar la familia de pacotilla que de todos modos desprecia a Latifa; y encontrar un negocio rentable que me permita ganar dinero y viajar por todo el mundo.
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Cuando llegué a la escuela, luego de recuperar mi salud, me di cuenta de una cosa, en cada oportunidad que declaraba mi “amor” por el Príncipe además del prota estaba Salma, Naya y Zaid en el sitio y se lanzaban entre ellos miradas de amor y odio, nadie me veía a mí, en el caso de Salomón su mirada siempre estaba puesta en la joven de cabello liso rubio, nariz respingada, labios delgados y ojos de color verde esmeralda, por ejemplo.
Fue entonces cuando la luz llegó a mi cabecita… cada declaración pública hecha por Latifa, en realidad acercaba a los protagonistas y villanos, es decir, les estaba haciendo el trabajo de confesarse indirectamente y acercarse más… vaya bola de bribones… colgándose del trabajo de otros… mientras que Latifa era ridiculizada por ser rechazada por el Príncipe, él le decía telepáticamente a la prota que la amaba… ¡¡Vaya estafa!!
Así que decidí promover la adopción de la dulce Salma por mis padres antes de lo previsto. La verdad es que para ninguno de ellos era yo alguien de importancia, sabía que para estos progenitores quien era importante era mi hermano mayor, el heredero que seguiría con la línea familiar y para eso trataba de conseguir una buena prometida y por eso, el hecho de ser considerada candidata a Princesa Heredera era una tarjeta de oro para mejores oportunidades.
Sin embargo, debido a la indiferencia de Salomón hacia mi personita, mis padres habían perdido todo interés por mí, así que le pedí a Lara que trajera hoy para ayudarme a vestir a María, la sirvienta más chismosa del marquesado y le di instrucciones precisas.
Lara: Señorita Latifa, estamos aquí para ayudarla a arreglarse para la cena.
Latifa: (Con tristeza fingida) Adelante Lara, hoy me siento muy triste y quiero que me consientan con un buen baño y sentirme linda, ¿crees que se podrían hacer algo así?
María: Claro que sí señorita, permítame ayudarla.
Un sencillo gesto le dio a Lara la señal de iniciar la conversación.
Lara: ¿Por qué se siente triste mi señorita?
Latifa: Hoy volví a pedirle al Príncipe que se case conmigo, pero me di cuenta de que él sólo ve a la joven Salma Tatli, es la tercera hija de la baronía Tatli, va en mi clase, pero noté hoy que la mira como si se le fuera a declarar, fue incómodo y la verdad sentí que algo se rompió en mi corazón… es muy probable que ella se convierta en la pareja de Salomón… [como ocurrió en la novela original.]
Lara: No se preocupe mi señorita, usted tiene su propio encanto y no debería descartar que él llegue en algún momento a interesarse románticamente en usted…
Latifa: No lo creo Lara… de hecho, de la declaración de la semana pasada a esta son más las veces que he visto que ambos “coinciden” en la biblioteca o los jardines… solo de recordarlo me dan ganas de llorar (finjo limpiarme una lágrima)
María: No llore señorita… verá que las cosas van a mejorar.
Luego de esa breve charla, María hizo lo que esperaba de ella y al siguiente día mi madre me llamó al salón luego de que llegara de la escuela.
Najma Durand: Latifa, ¿se puede saber cómo lograste alejar al Príncipe en cinco años? ¿Eres tan tonta y fea que no puedes llamar la atención de un hombre? ¿Sabes cómo afectará a tu hermano si el Príncipe te rechaza?
Latifa: [¿Eres siquiera mi madre?] No entiendo lo que dices madre, desde que me presentaron con su Alteza, como me pidieron ustedes, le he dicho que lo amo y que quiero casarme con él, pero él nunca ha gustado de mí, ¿hay alguna forma de obligar a alguien a amar a quien odia? Si mi padre tuviera el nivel de Duque no tendría necesidad de hacer nada y simplemente se habría establecido ya un compromiso matrimonial con el Príncipe… así que no es del todo mi culpa…
Najma: ¡¡¿A caso nos estás echando la culpa a nosotros?!!
Latifa: Jamás… nunca podría decir eso… lo que digo es que no puedo obligar a su alteza a gustar de mí, sobre todo cuando ya hay alguien en su corazón…
Najma: ¿Y quién es esa? ¿Por qué si es la joven Naya no tendrás ninguna oportunidad? Es la chica más bella del reino.
Latifa: [De verdad ¡¿eres mi madre?!] No se trata de ella, es la joven Salma Tatli, tercera hija del barón Tatli, pero tengo entendido que es posible que no termine sus estudios en la Academia pues su padre tiene grandes deudas y no tienen mucho dinero… así que tal vez pronto deje de ir a la escuela…
Tras decir eso, mi cuasi madre decidió dejarme ir, pero como no quería que se desviara de sus objetivos, volví a pedirle a Lara que trajera a María para hacer un trabajo especial.
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