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El Corazón De La Bestia

Alana

Alana Rosental, es una chica extrovertida, de largos cabellos negro azulado y ojos azules  profundos, hija de Evans Rosental, un poderoso hombre de negocios y también en su juventud fue conocido como uno de los mejores hechiceros del mundo, Alana heredo la belleza de su difunta madre y los poderes de su padre, el fuego es su magia, aunque no es algo de lo que presuma, tampoco la fortuna de su familia, a ella le gusta su libertad, viajar por el mundo y divertirse de diferentes maneras, entre ellas cazar seres que intentan perturbar la paz de personas indefensas, su vida es perfecta a pesar de haber carecido del amor de su madre, su padre siempre estuvo al pendiente de ella y la consintió dándole todos los lujos a su alcance, pero también le enseño a ser humilde y bondadosa con todos.

Alana está comprometida con Joan Black, su novio de tres años, lo conoció en uno de sus viajes y para ella fue amor a primera vista, Joan era guapo, atlético, divertido, muy similar a ella, tenían muchas cosas en común, por lo que no tardaron en hacer oficial su noviazgo y dos años después decidieron comprometerse, ahora solo están a unas semanas de su boda, está casi todo listo, será una gran boda, mejor dicho, la boda del año de Amatista, uno de las ciudades más acaudaladas del país de Violet.

- Alana\, hija\, ¿Estás segura? – Pregunto Evans Rosental\, había citado a su hija a su oficina\, para hablar sobre aquella boda que está a solo unas semanas de efectuarse\, aún tenía dudas sobre ese matrimonio.

- Por supuesto\, papá\, ya hemos hablado de esto- Dijo cruzando los brazos\, sentada en una de las sillas del otro lado del escritorio de su padre. - ¿Acaso es por el estatus de Joan? Papá sé que no es una familia acaudalada\, pero él es el indicado para mí\, tenemos tantas cosas en común…- Dijo de manera risueña\, Evans asintió ante aquella respuesta.

- Sabes que su estatus no es importante\, al menos no para mí\, lo único que me importa es que te haga feliz- Se puso de pie y camino hacia a ella\, Alana sonrió y se puso de pie- Eres mi preciada hija pequeña- La abrazó\, Alana respondió alegre a aquel abrazo.

- Gracias\, papi\, te aseguro que Joan es el hombre ideal para mí- Dijo en susurro.

****************

Alana llegó a casa, vivía en una gran mansión, la más grande de la ciudad, todo debido al estatus de su padre, no solo era un gran hombre en negocios, su pasado era asombroso al ser uno de los hechiceros más poderosos del mundo, bien pudo convertirse en el gobernante del país Violet, pero él no quiso tal título, solo quería ser feliz con su amada familia, saco su teléfono y realizo una llamada, pasaron varios segundos sonando, hasta que le desviaron su llamada.

- ¿Por qué no contestas? - Pregunto molesta mirando el teléfono\, pensaba hacer nuevamente la llamada\, pero escucho risas provenientes de la sala\, camino hacia aquel lugar y se encontró con dos mujeres y un hombre.

- ¡Oh! Alana- Dijo la mujer mayor de cabellos cobrizos y ojos claros\, vestía un vestido elegante color rosa\, Alana sonrió y su mirada se fijó en la pareja sentada una a lado de la otra\, la mujer sonrió con ternura y se puso de pie\, se acercó a ella y la abrazo.

- ¡Hola\, hermanita! - Dijo abrazando a Alana\, aquella chica de cabellos castaños y ojos claros\, cortos hasta los hombros.

- Hola\, Dana- Contesto\, Dana era la hija de su madrastra Maritza\, aquella mujer de cabellos cobrizos\, miro al hombre que estaba sentado ahí\, era Joan Black\, su prometido\, se acercó a ella y sonrió mostrando su dentadura perfecta.

- Cariño\, te vine a ver y me dijeron que no estabas\, amablemente Maritza y Dana me han hecho compañía- Dijo\, Dana se apartó de su hermana\, Joan aprovechó para darle un beso en la mejilla.

- Ok\, estaba con papá- Respondió aquella chica mirando a su prometido\, Joan era guapo rubio de ojos azules\, alto\, de complexión delgada\, por supuesto tenía músculos\, pero no tantos\, provenía de una familia noble\, sus padres eran maestros de magia.

- ¿Ah sí? – Hablo Maritza extrañada de aquella respuesta\, pues Evans y Alana pudieron haber charlado en casa.

- Ay\, hermanita\, le decía a Joan que estamos muy emocionados por la boda- Hablo Dana\, quien seguía cerca de ellos\, Dana tenía 23 años\, solo dos años menor que Alana\, su padre se casó con Maritza\, cuando ella tenía quince años\, al principio se sintió algo incómoda pues esa boda había traído consecuencias en su pequeña familia feliz\, pero con el tiempo se acostumbró\, Dana empezó a decirle “hermanita” alegando que siempre quiso tener una\, aunque ciertamente para Alana la relación con Dana era solo superficial\, no sentía que realmente fueran hermanas de corazón.

- Sí\, creo que todos lo estamos ¿Necesitas ayuda en algo\, querida? – Pregunto Maritza acercándose de manera elegante.

- No\, gracias\, todo está listo- Respondió Alana rápidamente\, se negó desde un principio a tener la ayuda de aquellas dos mujeres\, tal vez acepto el matrimonio de su padre\, pero no a ellas por completo\, las respetaba y les daba su lugar\, pero sin embargo jamás sintió el cariño de ellas como familia.

- Bueno\, los dejamos solos- Dijo Maritza\, tomo a su hija del brazo y salieron de aquella sala

- ¿Qué pasa? – Pregunto Joan al ver a su prometida algo molesta.

- Nada\, sabes que no son de mi agrado total- Camino con él hasta el sofá donde tomaron asiento.

- Son parte de tu familia\, Alana- Dijo tomando sus manos\, Alana suspiró\, en eso era en lo único que no concordaba con Joan\, pero no le importaba\, no iniciaría una conversación a la que no llegaría a ningún lado- Hey\, espera…- Dijo Joan mirando a los lados\, Alana se sentaba a ahorcajadas sobre él\, coloco sus manos alrededor de su cuello. - Alana\, pueden vernos- Dijo con el ceño fruncido.

- Tranquilo…será rápido- Dijo divertida\, mientras se acercaba para besarlo\, Joan respondió al beso titubeante\, coloco sus manos alrededor de la cintura de aquella chica.

- No- La aparto bruscamente\, Alana casi cae al suelo\, soltó un pesado suspiro y lo miró- Debemos comportarnos en tu casa- La amenazó\, Alana cruzo los brazos\, Joan se había vuelto demasiado reservado últimamente\, antes el lugar no era un impedimento para tener sexo.

- Bueno… Vamos a mi recamará- Se acercó a ella y lo jalo del brazo\, Joan comenzó a reír\, se acercó a ella y besos sus labios.

- Cariño\, me encantaría\, pero debo ir a ver a mis padres- Dijo mostrando su teléfono\, un mensaje de su padre citándolo en media hora en cierto lugar\, Alana frunció el ceño.

- Bien\, ¿Nos vemos está noche? – Pregunto\, Joan lo pensó por unos momentos y luego asintió\, se despidió de un largo beso\, provocado por ella y después se marchó.

Alana miro a su prometido marcharse, fue rápidamente a su recamará, hacía días que no tenía sexo con Joan, ambos habían estado ocupados con la boda entre otras cosas, se acostó en la cama mirando al techo, realmente se sentía frustrada, desde que se conocieron el sexo era algo normal entre ellos y le fascinaba sentía que sus cuerpos se complementaban, además de que lo amaba tanto, suspiro, llevó sus manos a su entrepierna y comenzó con sus caricias, su excitación comenzó a crecer, jadeo el nombre de Joan, tocaron la puerta para su mala suerte, ella gruño frustrada, se levantó y abrió molesta.

- Señorita\, llegó su vestido- Dijo una de las empleadas\, el enojo de Alana se desvaneció\, dejo que entraran con aquel costoso vestido\, estaba emocionada.

Ella miro aquel vestido era color blanco, aunque ella no quería ese color, fue por Joan que así lo quiso, pero no le importo, el diseño era perfecto, tomo su teléfono y envió un mensaje a su amado, diciéndole que ya tenía el vestido, él solo le respondió con un “Ok” frunció el ceño, pero tal vez se debía a que estaba con sus padres.

***********************

Evans Rosental, estaba camino a casa, a pesar de su estatus era muy poco de tener guardaespaldas, no le gustaba, se sentía incómodo, pero aquella noche tal vez hubiera sido lo mejor, freno bruscamente frente a él había un hombre encapuchado, Evans salió del coche, estaba lloviendo, miro al hombre estar parado en medio de la calle.

- ¿Qué es lo que quieres? – Pregunto Evans mientras se quitaba su saco\, a pesar de ya ser un hombre mayor seguía conservando un buen físico\, el hombre enemigo no respondió\, solamente ataco.

Evans comenzó a esquivar los ataques de ese hombre, su velocidad aumentaba con cada ataque, así que ese hombre no dudo en usar su elemento para contraatacar, el fuego rodeo sus puños que no se apagaba a pesar de la fuerte tormenta, sus golpes atravesaban a ese hombre quien termino siendo vencido en un par de minutos, Evans suspiró, se acercó a él para cerciorarse de que siguiera con vida, así lo necesitaba pues tendría que interrogarlo, tenía enemigos lo sabía, pero era extraño que lo atacaran, al estar cerca de ese hombre bajo la guardia cuando trato de quitarle la capucha, sintió un fuerte dolor en su pecho, miró, ese hombre le había atravesado con una daga dorada, escupió una gran cantidad de sangre, mientras aquel encapuchado se levantaba, saco aquella daga sin piedad, miro como el hombre caía al suelo desangrándose, permaneció ahí hasta que Evans Rosental quedara sin vida.

********************

El testamento

Alana estaba en su recamará la boda sería el fin de semana, estaba tan emocionada pronto uniría su vida al amor de su vida, se asomó por la ventana del balcón aquella tormenta la asustaba, nunca le habían gustado los días lluviosos, mucho menos cuando había relámpagos, por lo menos esta noche no los había, de lo contrario no tendría en quien refugiarse ahora, su padre aún no llegaba y Maritza o Dana no eran una opción, tampoco podría contar esta vez con Joan pues estaba ocupado atendiendo asuntos de trabajo, últimamente estaba muy ocupado, pero debía dejar todo listo antes de irse de luna de miel, se lanzó a la cama emocionada pronto sería la señora Black, miro su mano izquierda donde llevaba su anillo de compromiso, era sencillo, no tan costoso, pero para ella tenía un gran valor sentimental. Tocaron la puerta, ella no dudo en levantarse a abrir.

- ¿Sebastián? – Preguntó con un tono preocupante\, aquel hombre de cabellos castaños y ojos avellanas\, vestido con un traje elegante\, la miraba de extraña manera\, él era el asistente personal de su padre\, su papá le tenía gran cariño.

- Señorita Alana- Dijo\, no sabía cómo continuar\, sabía que la noticia que tenía para ella sería demasiado dolorosa- Su padre\, sufrió un ataque camino aquí- Continuo\, miró como Alana apretaba sus puños\, sus ojos oscuros se llenaban de lágrimas- Lo siento mucho\, murió- Dijo con dolor\, incluso para él la muerte de Evans Rosental era dolorosa\, aquel hombre lo crío desde niño\, cuando su padre murió.

Alana sintió el dolor en su corazón, sus lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas, no podía creer aquellas palabras, su padre, no podía estar muerto, se casaría el fin de semana, él la entregaría a su futuro esposo, cayó de rodillas y soltó un grito desgarrador, Sebastián se arrodillo y la abrazo, mientras escuchaba su desolado llanto.

*************

La ciudad entera asistió al funeral de Evans Rosental, todos sentían la muerte de aquel hombre, no se imaginaron siquiera que alguien se atreviera a quitarle la vida a ese importante hombre, miraban a la familia, Maritza y Dana parecían sufrir, pero eso no les quitaba estar perfectamente vestidas y maquilladas, en cambio Alana parecía estar totalmente devastada, vestía un sencillo vestido negro largo hasta las rodillas, su cabello estaba sujetado a una simple coleta, sus ojos y nariz estaban rojos de tanto llorar, a su lado estaba Sebastián aquel fiel hombre que servía a Evans Rosental, sorpresivamente no estaba su prometido, la gente comenzaba a murmurar sobre eso, pero callaron al ver como ese rubio llegó apresurado vistiendo un traje negro, se colocó al lado de ella, quien al verlo comenzó a llorar de nuevo y la abrazó, Sebastián se apartó dejando a la chica con aquel hombre, miro a su alrededor, su mirada se fijó muy a lo lejos de aquel funeral, detrás de un árbol, había una mujer con un elegante conjunto negro, pantalones, blusa, gabardina larga, con un sombrero cubriendo parte de su rostro, dejando a la vista solo sus perfectos labios rojos.

- Tranquila\, bebé\, estoy contigo- Dijo Joan abrazando a aquella chica\, Dana y Maritza se acercaron\, Dana se aferró a él quien no dudo también en abrazarla

**********************

La familia Rosental en compañía de Joan y Sebastián regresaron a la mansión, Alana estaba devastada por la muerte de su padre, se sentó en el sofá de la sala mientras una de las empleadas le servía una taza de té, ella negó, no tenía ganas de nada.

- Debe tomarlo- Se acercó Sebastián con la taza- Por favor\, Señorita- Dijo con preocupación\, Alana asintió y tomo un sorbo de té.

- ¿Qué harán con la boda? – Pregunto Dana con su voz chillona\, Alana la miro y suspiró\, no tenía mente ni siquiera para eso.

- Lo mejor será que la cancelemos- Dijo Joan sentándose al lado de Alana\, mientras pasaba una mano alrededor de su cintura.

- ¡Oh\, No! - Hablo Maritza- Tienen ya todo listo\,

deberían continuar…es lo que querría mi querido Evans- Dijo Maritza, mientras se limpiaba sus lágrimas con un pañuelo.

- ¿Qué dices? – Pregunto Joan\, Alana lo miró y bajo la mirada\, su mirada se centró en aquel té\, no sabía qué hacer\, tal vez lo correcto era cancelar todo y darle el luto que se merece a su padre\, pero también tenían razón todo estaba listo para la boda\, levantó su mirada y la dirigió a Sebastián.

- ¿Qué me aconsejas? – Preguntó para sorpresa de todos\, Joan frunció el ceño ese hombre no era de su agrado\, le daban demasiada confianza.

- Por ahora debe descansar\, después toma su decisión- Respondió con una leve sonrisa- Además\, el testamento de su padre se dará lectura en dos días- Dijo mirando de reojo a Maritza.

- Bien – Alana se puso de pie y Joan con ella- Iré a descansar- Miró a su prometido\, sorprendido de que haya accedido a la petición de Sebastián\, cuando él en todo el camino del cementerio a la mansión se lo sugirió y ella respondió de manera negativa.

Joan acompaño a Alana hasta su recamará, la arropo y espero hasta que ella se quedará dormida, miro el teléfono de su prometida en el buró cerca de la cama, lo tomo, pero tenía contraseña, escribió su fecha de aniversario, para su sorpresa esa no era la contraseña, frunció el ceño y miró a la chica, dejo nuevamente el teléfono en su lugar y salió.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunto Joan mirando de pies a cabeza a Sebastián\, estaba como una estatua parado frente a la puerta.

- Cuido de la señorita- Dijo sin rodeos.

- Yo estoy para eso\, largo- Soltó molesto\, Sebastián jamás había sido de su agrado desde que lo conoció.

- Lo siento\, pero con la muerte del señor Rosental\, la señorita Alana es la única que puede darme ordenes- Respondió con seriedad sin siquiera moverse de su lugar.

- Seré pronto su esposo y tendrás que obedecer mis órdenes- Dijo de manera autoritaria acercándose a paso firme a Sebastián.

- Hasta entonces\, usted sigue siendo nada para mí- Respondió Sebastián sin pestañear\, aquellos ojos avellanos lo miraban sin mostrar una pisca de temor.

- Imbécil- Dijo entre dientes\, se dio la vuelta y se alejó\, Sebastián lo miró alejarse sin perder su seriedad\, después dirigió la mirada hacía la puerta\, sabía que la muerte de Evans Rosental no era normal\, una simple venganza\, había algo más y lo investigaría\, pero de momento debía cuidar de Alana Rosental\, su ahora ama.

**********************

La lectura del testamento de Evans Rosental, estaba por iniciar, Maritza, Dana, ya estaban en primera fila, vistiendo elegantes trajes negros para respetar el luto de su difunto esposo y padrastro, Alana entró en compañía de Joan y también Sebastián, ese hombre no se había apartado de ella desde la muerte de su padre, se lo agradecía, lo conocía desde niño y siempre había sido muy protector con ella.

- Señorita Rosental- El abogado un hombre mayor se acercó a ella e hizo una reverencia.

- Abogado Parker\, podemos empezar- Dijo Alana\, su rostro estaba pálido\, podían verse aquellas enormes ojeras\, sus ojos seguían rojos e hinchados aquella chica no había podido dejar de llorar\, apenas y se alimentaba\, se notaba que había bajado de peso en tan poco tiempo.

- Pero\, señorita\, falta la señorita mayor Rosental- Dijo el abogado\, Maritza frunció el ceño al escuchar esas palabras\, Alana suspiró\, ciertamente tenía una hermana mayor\, pero desde que su padre se casó con Maritza se fue de casa y no había vuelto desde entonces y la comunicación entre ellas era nula\, incluso con la muerte de su padre\, ni siquiera se había comunicado.

- Ella no estará presente- Respondió Alana con su apagada voz. El abogado asintió\, aquella señorita mayor estaba en el testamento\, pero no era un secreto que se había ido lejos una vez que Evans Rosental se casó nuevamente.

- Retírate- Dijo con autoridad Joan a Sebastián- Yo cuidare de mi prometida- Lo miro de pies a cabeza\, Sebastián le dirigió la mirada a Alana esperando orden directa de ella.

- El joven Sebastián Holmes\, también debe estar presente- Dijo el abogado para sorpresa de todos\, bueno no para Alana\, su padre le dijo en algún momento que lo incluiría en el testamento y ella no se negó a eso.

- Sentémonos- Dijo dándole una rápida mirada a Sebastián\, todos tomaron asiento\, en la primera fila estaban Alana\, Maritza y Dana\, detrás estaban Sebastián y Joan.

El abogado comenzó a dar lectura al testamento, Alana no prestaba atención a tal cosa, no le interesaba realmente el dinero, al contrario, cambiaria toda la fortuna por la vida de su padre, escuchó un grito ahogado proveniente de Maritza, ella la miró y luego miro al abogado

 - ¿Pero ¿qué dice? - Se quejó Maritza.

- Como lo escuchó Señora\, el setenta por ciento de la herencia pertenece a las hijas de Evans Rosental\, mientras que el otro treinta por ciento es para el joven Sebastián Holmes- Dijo el abogado quitándose los lentes\, Alana miró con sorpresa al abogado y luego miro a Maritza y Dana\, aquellas dos hervían de ira.

- ¿Qué pasara conmigo? Soy su viuda- Dijo molesta\, apretando sus puños.

- Recibirán una mensualidad controlada por parte del joven Sebastián Holmes- Respondió sin rodeos\, Maritza miro a aquel joven quien seguía sin mostrar expresión alguna\, a ella tampoco le agradaba aquel hombre\, siempre tan fiel a Evans y Alana\, pero con ella y Dana siempre fue diferente.

- Eso no puede ser\, ¡Debe haber algún error! - Grito Maritza\, colocándose de pie\, miro a Alana quien parecía perdida en aquello- Incluso\, ¿Dejo algo para esa hija malagradecida?  Ni siquiera se presentó a su funeral- Continúo\, al escucharla Alana se puso de pie\, a pesar de todo\, amaba a su hermana mayor y entendía sus razones por haberse alejado de su padre y ella\, por lo que no permitía que hablaran mal de ella.

- No vuelvas a hablar así de ella- Se puso de pie Alana y miro desafiante a Maritza\, de la misma manera lo hizo Sebastián respaldando a aquella chica.

- Alana\, tranquila\, bebé- Joan se acercó a ella para tranquilizarla- Terminemos de escuchar la lectura del testamento- Dijo tomando su mano y sentándola de nuevo.

- Bien\, continúe Parker – Se sentó de nuevo mirando a aquel hombre\, Maritza igual se sentó\, pero sabía que aquel testamento ya no había nada más para ella.

- En lo que conlleva a manejo de la empresa\, todo estará bajo las órdenes directas de mi hija mayor\, en su ausencia Sebastián Holmes será quien lleve el control total\, en el lapso de un año si mi hija mayor Anastasia Rosental\, entonces las empresas Rosental pasaran a ser de mi esposa Maritza Carles – Terminó\, la sonrisa de Maritza se hizo grande por unos segundos\, pero tuvo que disimular\, sabía que Anastasia Rosental no regresaría en ese tiempo estipulado\, por lo que la empresa Rosental pasaría a ser de ella.

- Querida\, ¿Todo bien? – Pregunto mirando a Alana esperando que aquella mujer no se alterara por la decisión de su padre.

- Si\, sé que mi hermana hará un buen manejo – Dijo con una leve sonrisa\, conocía a Anastasia sabía que ella volvería en algún momento\, aunque le gustaba que fuera pronto\, pues ahora la necesitaba más que nunca.

Después de la lectura del testamento, faltaba decidir qué hacer con la boda, Joan miraba a Alana, ella es quien tendría la última decisión.

- Continuemos\, este fin de semana- Dijo tratando de sonreír\, debía continuar con su vida\, nada haría que su padre regresara\, Joan sonrió de oreja a oreja y la abrazo\, ella respondió al abrazo\, pero su mirada se dirigió a Sebastián\, quien la miraba con aquella seriedad de siempre.

Cancelación

El día de la boda finalmente llegó, Alana se miraba al espejo, aquel vestido corte princesa era tan hermoso, su maquillaje perfecto había cubierto sus enormes ojeras, sentía que no estaba haciendo lo correcto, la muerte de su padre había sido hace tan solo unos días, camino hasta la cama donde se sentó.

- Sebastián- Lo llamo, sabía que aquel hombre estaba del otro lado de la puerta, desde la muerte de su padre hacía lo había hecho.

- Dígame- Entró vistiendo un elegante traje negro, al ya no estar su padre, le pidió a él que la entregara, quien no se negó en lo absoluto.

- ¿Estoy haciendo bien? – Pregunto mordiendo su labio inferior, impidiendo que sus lágrimas salieran, Sebastián cerró la puerta y se acercó a ella.

- Alana, eres la única que puede responder a esa pregunta – Dijo arrodillándose frente a ella y tomando sus manos, cubiertas con guantes de fino encaje. – Escucha tu corazón- Continúo dedicándole una leve sonrisa, muy raro en aquel joven.

- Tienes razón- Soltó Alana en un suspiro, Sebastián era de confianza, sabía que podía confiar totalmente en él - ¿Sabes algo de ella? – Pregunto refiriéndose a su hermana, Sebastián negó, pero recordó el día del funeral, a aquella mujer alejada, tal vez se trataba de ella, pero tampoco quería darle falsas esperanzas a Alana y menos en ese día. – Sabes…tengo algo que hacer- Se puso de pie con aquel ostentoso vestido, Sebastián la miró, pero ella no dijo nada más, salió de la recamará en búsqueda de su prometido, tenía que hablar con él, sabía que él entendería su decisión. Al llegar a la habitación que le habían asignado, la puerta estaba entre abierta, escuchó unas voces y las conocía a la perfección.

- Ahora que te cases, estaremos más cerca juntos- Dijo la chillona voz de Dana, Alana frunció el ceño.

- Si, pero tenemos que ser cuidadosos, Alana no es ninguna tonta y además tiene a ese perro fiel de su lado- Hablo Joan.

- Tranquilo, bebé, Sebastián estará ocupado con la empresa y Alana seguirá llorando un par de meses más por la muerte de Evans- Continuo Dana, la ira crecía en Alana, apretaba sus puños con coraje, no podía creer que ese hombre quien decía amarla la estuviera traicionando.

Escuchó un par de risas y luego el silencio, para después escuchar los jadeos de Dana, apretó la perilla con fuerza está comenzó a derretirse, sus ojos se llenaban de lágrimas, Sebastián llegó en ese momento, suspiró, aquel suspiró provoco un helado aire que controlo el vapor que expulsaba Alana, ella lo miró.

- Los voy a matar- Dijo con los dientes apretados, entro de golpe, sin darle tiempo a Joan y Dana de reaccionar, los encontró en la cama, Joan arriba de ella con solo unos pantalones desabotonados y ella en ropa interior.

- Alana, bebé- Dijo separándose de Dana, quien trató de ocultar su sonrisa, tomo su vestido de dama de honor y trató de cubrirse- Hay una explicación – Continuo mientras se abotonaba los pantalones y se acercaba a ella.

- Lo sé, te estás follando a la estúpida de mi hermanastra ¿Desde cuándo? – Pregunto tratando de controlar su ira. Dana frunció el ceño por la forma en la que se expresó de ella.

- No es así, bebé… yo- Trato de excusarse, ya estado a un paso de ella

- ¡Vete a la mierda! - Le grito dándole una gran bofetada, Joan cayó al suelo del impacto, Alana le había roto el labio, la miró con coraje, se puso de pie, paso su mano por su labio y miro la sangre que salía de él.

- Perra- Gruño lanzándose a querer golpearla, pero Sebastián se interpuso para defenderla- Quítate basura- Dijo amenazante, pero Sebastián ni siquiera se movió.

- ¿Qué pasa? - Entró Maritza vestida con su elegante vestido negro, Alana la miró y suspiro al verla.

- La perra de tu hija como siempre queriendo lo que me pertenece, se ha estado revolcando con mi prometido- Respondió sin rodeos, Maritza miró a Dana con cierta sorpresa- Perdón, ex prometido- Corrigió mientras se quitaba en el anillo de compromiso.

- Alana, no, todo está listo, no podemos cancelar la boda…- Dijo nervioso, sabía que eso sería un gran escandaló, sus padres estarían furiosos si la boda se cancelaba.

- Me importa una mierda, no me casare con una basura como tú- Le lanzó el anillo a Dana- Toma- La miro de pies a cabeza- Quédate con mi basura- Le dijo con una leve sonrisa, aunque en el fondo estuviera cayéndose en pedazos, no mostraría debilidad ante nadie.

Se dio la vuelta y miro a Maritza, camino con autoridad hacia a ella quien rápidamente se hizo a un lado, Sebastián la seguía de cerca, Alana caminaba a agrandes pasos por los pasillos de la mansión, la boda pensaba llevarse a cabo en ese lugar, sabía que ya debían estar los invitados esperando, llegó hasta el gran jardín decorado perfectamente, miró todo a su alrededor, se había esforzado casi un año en aquellos preparativos, para nada, todo se fue a la basura, sentía tanta rabia, expulsaba un vapor caluroso que sabía que Sebastián estaba controlando con su propio poder. Se paró frente al altar donde Joan y ella pensaban decir sus votos, tomó el micrófono.

- Gracias a todos por venir, pero lo siento, la boda se cancela- Dijo sin rodeos, los invitados se miraron unos a los otros y comenzaron a murmurar sin entender lo que pasaba- Se preguntaran el motivo, es fácil, mi ahora ex prometido se ha estado revolcando con mi querida hermanastra, ok, omitan lo de querida- Continúo mientras caminaba de un lado a otro con el micrófono. – Lamento haberlos hecho venir, pero descuiden, la boda puede seguir, solo que habría cambio de novia- Sonrió con grandeza al ver llegar a Joan con una camisa mal abotonada y Dana con el vestido azul que había elegido para ser su dama de honor. – Ya todo está pagado, deberían aprovechar, jamás podrían tener una boda como está, su pobreza no se los permite- Soltó el micrófono y todos se taparon el oído al escuchar aquel molesto ruido.

Alana comenzó a bajar los pocos escalones y ahí estaba Sebastián esperándola, hizo una reverencia y extendió su mano a ella, Alana no dudo en dar la suya y camino con elegancia con aquel ostentoso vestido, dejando a todos los invitados sorprendidos, algunos fieles a la familia Rosental y amigos de Alana se pusieron de pie y marcharon una vez que aquella chica ya no estaba a la vista.

*********************

Alan llegó a su recamará comenzó a quitarse aquel ostentoso vestido sin importarle que lo rompiera en el proceso, camino hasta su armario era más que otra habitación, busco ropa que usar, se puso un vestido negro corto que se ajustaba a su cuerpo, soltó su cabello negro azulado y se miró al espero, sus lágrimas caían sobre sus mejillas, tomo un servilleta y comenzó a secarlas, arreglo su maquillaje, se puso unos tacones y salió nuevamente de la recamara, ahí estaba Sebastián como siempre, ella sonrió amargamente.

- Tienes que buscar a mi hermana, ella debe volver y no dejarle la empresa a ese par de perras- Dijo de manera autoritaria.

- Ya estoy en eso- Respondió con una leve sonrisa, mirándola de pies a cabeza- ¿A dónde vas? – Pregunto cruzando los brazos.

- A divertirme un rato, lo necesito- Comenzó a caminar, él la siguió- Tienes prohibido intervenir en lo que haga ¿Quedo claro? – Lo miró de manera amenazante, él asintió con una leve sonrisa- Y deja de sonreír, me asustas- Dijo mientras hacia un gesto de desagrado, Sebastián solo se encogió de hombros.

*************************

Alana llegó a un club al que acostumbraba ir, aunque era aún de día este ya estaba en servicio, todo estaba oscuro, apenas iluminaban las luces de colores, camino hasta la barra y pidió una botella de Whisky, el mesero le sirvió un vaso, ella lo tomo como si fuera agua, miro a su lado estaba Sebastián aquel hombre solo se quitó la corbata y desabotono algunos botones de la camisa, pidió un vaso y tomo aquella botella, se sirvió un poco y volvió a llenar el vaso de Alana.

- No deberías estar buscando a mi hermana- Dijo mientras le quitaba la botella.

- Mis hombres ya están en eso- Respondió y después bebía un sorbo de aquella bebida- ¿Qué harás aquí? – Pregunto mirando alrededor, a pesar de ser temprano, ya había gente divirtiéndose.

- Ya te dije, divertirme un rato- Respondió, mientras servía nuevamente de aquella bebida, miro a los lados, ella no era ninguna santa, había estado con uno que otro hombre antes de conocer a Joan, pero desde que inició su relación con él, jamás lo engaño y de nada sirvió, él se revolcó con su estúpida hermanastra, ahora volvería a buscar a alguien para desahogarse, ahora entendía porque el perro de Joan no había querido tener seguido sexo con ella desde hacía algunos meses, si ya se estaba follando a la sucia de Dana, continúo buscando a alguien que le gustara, pero no lo había, centró su mirada en Sebastián, no era feo, para nada feo, era demasiado guapo, incluso más que Joan, pero había algo de él que no le atraía por completo, pero sino encontraba a alguien, tal vez podría ser una opción.

- Deja de pensarlo, no eres mi tipo- Respondió Sebastián despreocupado, dirigió su mirada a ella.

- ¿Por qué no? Soy hermosa- Le dijo ofendida, Sebastián se encogió de hombros y dirigió su mirada a ella de pies a cabeza, ciertamente era hermosa- Te faltan mínimo quince centímetros- Le señalo directamente su busto, Alana abrió la boca de sorpresa.

- Jódete – Dijo molesta, mientras tomaba la botella y se alejaba de él, Sebastián la miró marcharse y rio levemente, hizo una seña al mesero y le pidió otra botella, cuidaría de ella, pero obedecería su orden en intervenir en lo que sea que hiciera, no era una niña, ya era una mujer y sabía lo que hacía, o eso pensaba.

***********************************

Las horas pasaron en aquel club, se fue llenando de gente quien se hundían en el alcohol, Alana bailaba en la pista sin dejar que ningún hombre que no fuera de su agrado se le acercara de más, sentía ya los efectos del alcohol, ni siquiera recordaba cuantas botellas llevaba ya, a lo lejos la observaba Sebastián, quien permanecía sereno a pesar de ya ir por su tercera botella, miraba a los hombres que rodeaban a Alana, ninguno se veía amenazante, no de la manera que él esperaba, frente a él se puso una mujer con un busto muy grande, su tipo, la miro de pies a cabeza y luego hizo su cabeza a un lado, Alana seguía bailando alegremente.

- Bueno, también necesito diversión- Dijo encogiéndose de hombros, atrapo a aquella mujer en sus brazos y la beso apasionadamente.

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