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Mi Guardaespaldas

1

Hacía una mañana espléndida y Elizabeth se había despertado muy temprano, era un día especial para ella puesto que tenia que hacer un viaje a Londres donde vivía su madre; hacía aproximadamente tres años que se había divorciado de su padre por supuestos problemas de infidelidad de parte de él algo que su padre negaba rotundamente. Ahora Gabriela, que así se llama la madre,se había convertido en todo una famosa en el mundo de la moda y era una de las mejores de la ciudadde Londres a donde se había mudado. A pesar de los cuarenta años que llevaba, todavía lucia hermosa y radiante. No estaba casada ni tenia compromiso alguno, era mujer libre que dependía de si misma sin ayuda de ningún hombre, aspecto del que Elizabeth se sentía orgullosa. pero ahora había llegado el momento en el cual tenía que convivir de nuevo con su hija; durante esos tres años no había tenido la oportunidad de estar con ella ya que toda su concentración se encontraba en su trabajo y la única

forma en la que se comunicaban era por móviles y correos.

Ya la maleta estaba lista, ahora solo tenía que esperar a Bruno, su chófer de toda la vida, a que viniera a recogerla y así llevarla al aeropuerto. En su bolsa de mano puso todo lo necesario para tener un viaje agradable, era muy cuidadosa y no le gustaba olvidarse de esos pequeňos detalles. La idea de tener una nueva vida con su madre no le parecía muy emocionante pero procuraba pensar que lo era, su padre había pasado una semana entera intentando convencerla a que estuviera con su madre y al fin lo había conseguido como siempre. Le quería tanto que no conseguía oponerse a sus deseos. Miró hacia atrás y allí estaba él mirándola con esos ojos lindos a los que ella no quería pasar tanto tiempo sin ver, le encantaban. Se acercó a él y le ofreció un fuerte abrazo, no quería pensar que sería el último abrazo que le daba y sin poder evitarlo se le hizo un nudo en la garganta y se le nublaron los ojos pero procuró no llorar, su padre siempre había querido que fuera fuerte e iba a serlo. Su padre le dio un beso en la mejilla y le acompañó hasta la salida donde estaba Bruno esperando mientras introducia las maletas en el maletero del coche.

Elizabeth se detuvo mientras lo miraba guardar sus cosas apoyada en el hombro de su padre, después de un rato se enderezó y le dio otro abrazo a su padre quien no se lo negó.

—Te echaré mucho de menos—susurró ella.

—Y yo a ti. No olvides que te quiero.

—Lo sé —se apartó de él y le dedicó una triste sonrisa. Se acercó al auto y subió sin mirar hacia atrás

*****

La trayectoria le resultaba aburrida, observó a las azafatas que pasaban entregándole a los pasajeros algo que consumir mientras "disfrutaban"del viaje, suspiró hondo y miró por la ventanilla de su asiento, habían transcurrido ya varias horas desde que despejaron y deseaba de una vez por todas llegar. Tenia bien asegurado el cinturón de seguridad y solo deseaba escuchar el anuncio del aterrizaje a Londres.

Después de algunos minutos, elavión ya se había aterrizado, Elizabeth se quitó lentamente el cinturón y bajó del avión. Era la primera vez que pisaba esa ciudad, toda su vida la había pasado en Los Ángeles desde muy antes que se separaran sus padres.

Miró a su alrededor e intentó identificar algo que le resultará familiar y allí estaba; era un señor de aproximadamente cuarenta y pico de años, bien uniformado quien le hizo acordar de Bruno. Tenia una encantadora sonrisa y llevaba en las manos un cartel que ponía "mss.Elizabeth", se acercó a él y sepresentó

—Hola soy Elizabeth.

—Ah, hola señorita—dijo tendiéndole su cálida mano—encantado deconocerla. Su madre está muy ansiosa por verla.

Elizabeth observó cómo le abría la puerta trasera del coche pero "woau!!" no podía creérselo, no era un coche cualquiera sino una ¡limusina!, su madre había alquilado una limusina para que viniera arecogerla, seguía con su cara desorpresa. Estaba bien claro que sumadre se había convertido en toda una millonaria Cuidadosamente se metió dentro del auto y no paraba de mirar la maravilla que había dentro. Por supuesto que su padre era rico, un gran empresario de la ciudad de Los Ángeles pero nunca se había permitido el lujo de tener un carro de esa calaňa. Sin poder negarlo esa fuela mejor trayectoria que había tenido desde que había abandonado Los Ángeles y le encantaba. Cogió sumóvil del bolso y le envío un mensaje a su padre avisándole que había llegado bien y que lemantendría informado de todo.

2

Minutos después Elizabeth observó que el coche giraba y se adentraba en un patio enorme y precioso.

—Hemos llegado—oyó decir al conductor una vez aparcado el coche en la entrada de la casa, bajó y se dirigió a abrirle le puerta.

Ella salió del auto sin dejar de mirar aquella maravilla de casa "parece una casa sacada de una revista" pensó ella; era un chalet de dos pisos pero precioso, el patio estaba cubierto de hierba recién cortada. Aun extremo de la la casa se podía distinguir una piscina, su punto débil, le encantaba. Salió de sus pensamientos una vez que escuchó una voz que le resultaba familiar, miró hacía atrás y allí estaba de pie con esa mirada sonriente y alegre a la que hacía tiempo que no veía.

—¡Elizabeth! Llegaste—era su madre quien con una gran sonrisa se acercó a ella—no te imaginas cuánto te he estado esperando.

Le dio un fuerte abrazo. Elizabeth no tenia palabras y solo se limitó a en volverse en sus brazos; reconoció ese perfume suyo, no lo había cambiado desde que la conocía y por primera vez después de tres largos años volvía a sentir su calor. Cerró los ojos y se hundió en sus brazos mientras que el chófer metía sus maletas en la casa.

***

Observó su nuevo cuarto, era suficientemente amplio que el anterior y estaba muy bien ordenado que le recordaba a los cuartos de princesas que en alguna ocasión había leído Entró una criada a su cuarto y por su apariencia debía ser unos años más mayor que su madre.

—Hola señorita. Soy Valeria—se presentó amablemente —quiero que sepa que estoy aquí para lo que necesite.

—Muchas gracias —se limitó a decir.

—Si necesita que le ayude a instalarse...

—No, no hace falta en serio, puedo sola.

—De acuerdo. No sabes lo mucho que hablaba tu madre de ti—comentó— dijo que eras hermosa y por lo visto tenia razón, eres preciosa.

Ella apenas consiguió sonreír y se sentó al borde de la cama.

—Así que mi madre te ha hablado de mí.

—Muchísimas veces.

—¡Vaya! ¿Cuánto hace que llevas trabajando aquí?

—Desde que vino a vivir a esa ciudad hace tres años, yo la ayudaba en casi todo. Nunca se me olvida ese momento—dijo intentando recordar aquello.

—Así que la conoces muy bien—suspiró

—Lo suficiente como para saber que te traerá muchas sorpresas—dijo con una sonrisa.

—Bueno, te dejo para que te instales.

Después de despedirse salió de la habitación

Cuando se hubo marchado, Elizabeth se cambió y se puso una blusa más cómoda, se echó en la cama e intentó descansar un rato.

Despertó sobresaltada al escuchar que llamaban a la puerta. Miró su reloj de mano, ¡las cuatro de la tarde! Lo que significaba que había dormido por lo menos durante dos horas

.

—Adelante —dijo incorporándose enbla cama. De pronto apareció de nuevo Valeria.

—Perdone que la interrumpa, abajo están esperándola.

¿Esperándola? ¿Pero quienes? Si apenas acababa de llegar

—Me daré una ducha y enseguida bajo—se limitó a decir. Cuando se hubo marchado se puso en pie aduras penas, se quitó la ropa que llevaba, se ató con una toalla rosa y se metió en el baño.

##

Bajó cuidadosamente las escaleras y cuando ya estaba en el salón se preguntó dónde estaban todos. Afortunadamente llegó Valeria en ese instante.

—Estás preciosa—le dijo observándola

Ella echó una ojeada al vestido que llevaba, era violeta, su color favorito y le llegaba hasta las rodillas. Se había recogido el cabello y se había maquillado solo un poco.

—Todos estan afuera esperándola.

—¿Puedo saber qué está sucediendo?— preguntó algo indignada.

—Es una sorpresa de tu madre—dijo amablemente.

"Ya" pensó y salió fuera. Sí que era una verdadera sorpresa. Lo había planeado todo; unas cuantas mesas bien alineadas y una enorme mesa cubierta de alimentos con todo tipo de bebidas en medio del patio. Sirvientes de un lado para otro procurando que todos los participantes estuvieran satisfechos. Se podía notar que todos los allí presentes eran de alta sociedad. Porlo visto su madre se había convertido en una mujer muy importante en aquel país y podía conseguir lo que quisiera. Fijándose bien pudo distinguir algunos cuantos periodistas dispuestos a recibir cualquier información de lo que sucediera De repente notó que la mirada de todos estaba sobre ella lo que la hizo ruborizarse y se puso nerviosa. Por suerte se acercó se madre hacía ella con una amplia sonrisa y le tomó de la mano dispuesta a presentarla ante todos sus amigos con todo el orgullo de una madre. Intentócontrolar el pánico que la invadía, nunca había querido ser expuesta al público de la fama y solo observaba cómo lo hacían sus padres con total naturalidad. Después de supresentación pudo ver cómo se acercaban a tenderle la mano deseándo que le agrade su nuevo país. Procuró sonreír a cada uno de ellos y en ningún momento se apartaron los flash de los fotógrafos sobre ella, eso la hizo creer que en algún momento se iba a marear hasta desmayarse en medio de esa gente.

Su madre siempre iba acompañada de un guardaespaldas dispuesto acualquier movimiento inadecuado. Se extrañó de cómo soportaba tenera alguien todo el tiempo pegado a ella, le parecía inhumano y extremadamente insoportable.

Al final todo culminó siendo una cena agradable aunque fuera en medio degente desconocida pero no estuvo nada mal

3

Había transcurrido ya una semana y ya su imagen salia en las revistas, la consideraban como una de las bellezas de la ciudad gracias a que su madre era una gran diseñadora. Desde que había llegado a Londres la habia notado muy ocupada; si no estaba sobre algunos papeles que suponía su trabajo, siempre iba pegada al celular. No tenía casi tiempo para nada, se había sacrificado en cuerpo y alma a su trabajo y no quería que hubiera

ningún fallo en ello. En ocasiones su madre se mostraba preocupada por no poder atenderla en todo y ni siquiera había podido mostrarle la ciudad, algo que había querido hacer desde el primer momento, pero por ahora no importaba porque Elizabeth la entendía perfectamente. De todos modos tenía a Valeria que era muy amable y de vez en cuando hablaban de cosas interesantes mientras trabajaba y hasta en ocasiones habían hecho la compra juntas y cuando se metía en su cuarto hacía dibujos. Le encantaba dibujar y así se distraía o hablaba con su padre por teléfono.

Aquella mañana se había duchado y como no iba a salir, se puso unos pantalones cortos de color blanco y una camiseta y bajó para la cocina pero cuando ya se encontraba en el salón se sorprendió con que su madre seguía en la casa y por lo visto estaba arreglando un asunto.

—¿Mamá? ¿qué haces todavía aquí? Pensé que ya te habías ido atrabajar.

—Lo sé hija pero quería traerte personalmente la sorpresa que he preparado para ti.

Recordó que Valeria le había advertido de dichas sorpresas, pero ahora qué se había tramado.

—¿De qué se trata?—preguntó. No quería recibir de nuevo gente extraña.

—Está fuera—contestó emocionada.

Elizabeth miró hacia fuera y pudo ver aun hombre de espaldas que seguramente era un guardaespaldas pero estaba bien claro que no era el de su madre y se podía notar que era un poco más joven La inundó el pánico y deseo que no fuera lo que se imaginaba.

—Mamá, ¿qué es eso?

—Es para ti. Tu nuevo guardaespaldas y chófer.

—Es una broma ¿verdad?—quería que fueran alucinaciones, no quería que fuera cierto.

—Por supuesto que no ¿como crees?— dijo seria—aunque es nuevo, es uno de los mejores que hay. Se llama Héctor y conoce muy bien la ciudad, podrá llevarte acualquier lugar que quieras, a ver si así te despejas un poco y deje de parecer que te tengo aquí encerrada.

Ella nunca había pensado en eso pero conocía a su madre, no había nada que la hiciera cambiar de opinión. Con lo bien que ya se sentía. Pero tenía que reconocer que debía visitar a menudo la ciudad y así conocerla pero ¿con la guía de un guardaespaldas?

—Reconozco que al principio no es fácil—dijo su madre mientras recogía su bolsa para regresar al trabajo— pero ya te acostumbrarás y me lo agradecerás, eso te lo aseguro Fijó su mirada en su hija quien todavía no estaba de acuerdo con dicha idea. Se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.

—Yo que tú no perdía tiempo y me iba de compras. Que te diviertas.

...Vio cómo salia de la casa al mismo tiempo que era acompañada por su guardaespaldas,...

" ya te acostumbrarás" se le vinieron a la mente las frases de su madre. Ya no era una niña, había cumplido ya los veinte y quería independizarse aunque fuera solo un poco pero era imposible teniendo a unos padres como ellos quienes no querían arriesgarse a enfrentar algo inesperado.

Se acordó de que tenía que conocera su nuevo guardaespaldas, suspiró hondo y salió al patio donde estaba Héctor con una mano apoyada en la otra, con la común postura de los guardaespaldas. Llevaba puesto un traje negro y tenía la mirada fija; ella se armó de valor y estaba decidida a deshacerse de él. Llevaba encima su talonario, regalo que le había hecho su madre una vez que llegó, pero lo que no entendía era por qué lo llevaba si no había tenido planes de salir y ahora lo importante era que iba a hacer uso de él.

Una vez que se puso delante de él se quedó paralizada y no conseguía articular palabra alguna, por un segundo se había que dado en blanco. Nunca antes había visto algo tan bello y perfecto, tenía unos ojos preciosos de color azul marino y el pelo castaño, tenía unos labios perfectos y deseables... De repente consiguió aclararse, no tenía por qué estar allí de pie observándolo de esa manera que cualquiera leería sus pensamientos. Llevó la mano al bolsillo que tenía detrás del pantalón y sacó el talonario, sin pensárselo dos veces le quitó a Héctor el bolígrafo que llevaba colgado de su chaqueta sin importar la mirada sorprendida de éste.

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