Narrador omnisciente
Un nuevo día comenzaba en la hermosa ciudad de Boston, el clima era soleado y agradable, parecía solo ser uno más como cualquier otro, pero no lo era del todo para dos personas en especial... Este día significaba el inicio de una gran historia para dos personas que romperían todas las reglas de lo que socialmente estaba bien visto y crearían y escribirían su propia historia. Su propio "Felices para siempre"...
POV Aurora
No puede haber una cosa que odie más que el sonido del maldito despertador ¡Dios, que fastidio!
Aunque mi cuerpo me exigiera descansar al menos cinco minutos más, mi mente me pedía comenzar a prepararme para este día, así que con toda la pereza del mundo, me levanté a regañadientes a apagar la alarma que me indicaba que era hora de levantarme y empezar a arreglarme para mi primer día, honestamente me sentía emocionada, muy emocionada para ser sincera...
¿Cuál era el motivo de mi emoción? Se preguntarán... Bueno, aquí les cuento un poco de mí y de mi historia.
Mi nombre es Aurora West, tengo 23 años y me estoy preparando para convertirme en abogada, tal como siempre lo he soñado. A este punto, ya he terminado con la carga académica de mi carrera, solo me resta poder hacer mis prácticas profesionales para poder concluir, recibir mi título y finalmente ejercer dentro de este mundo laboral.
Justamente es por eso que hoy me siento tan emocionada, se me presentó la oportunidad de poder realizar mis prácticas dentro del mejor bufete de abogados de la ciudad de Boston, "The New Age Law Firm", ese bufete era el mejor de la ciudad y uno de los mejores de todo el país entero, definitivamente era una oportunidad única.
Sin perder demasiado el tiempo, comencé a prepararme para poder partir con tiempo de sobra hacia aquel lugar. Me di una ducha rápida, hice toda mi rutina y me vestí de la forma más profesional que pude, llevaba un pantalón de vestir negro un poco entallado de la parte superior, y una blusa sencilla blanca. Mi estilo en general era algo bastante sofisticado, clásico aunque con un toque sensual a la vez, no importaba la ocasión, amaba vestirme así.
Estando ya lista, salí de mi departamento y tomé un taxi que me llevaría hacia el edificio donde haría mis prácticas. Sabía que ese bufete tenía tal éxito gracias a un abogado en particular, desconocía el nombre de dicho abogado, solo sabía que era demasiado respetado por todo el mundo y no había un solo caso que él perdiera; ahora que lo pienso, creo que debí informarme un poco más acerca de él, aunque siendo honesta, no creo siquiera llegar a pisar su oficina así que, ¿Qué más da? Me imaginaba que no me darían un puesto tan importante, y lo entendía perfectamente.
Llegué al lugar con bastante tiempo de sobra, caminé con paso seguro y una emoción contenida hacia las puertas de ese edificio, que era bastante grande. Al estar en la entrada pude notar que había bastante personal de seguridad alrededor, y podía imaginarme el porqué. En esta profesión, puede llegar un punto en el que se torne algo "peligroso" para nosotros, ya que no todo el mundo estará conforme con los resultados que se puedan obtener.
-Buen día señorita, ¿Tiene cita?- Preguntó un hombre amablemente en la entrada antes de dejarme pasar.
-Buenos días, así es. Soy practicante, me dijeron que me dirigiera a la sala de juntas 136-B, mi nombre es Aurora West- Dije dando la información que me habían entregado, el guardia pareció revisar una lista y regresó su mirada a mí.
-Claro, adelante. Tome el ascensor y marque el piso 19, ahí se encuentra la sala de juntas que mencionó- Me explicó el joven amablemente, le agradecí con una sonrisa y caminé al interno del edificio.
Tuve que pasar por el detector de metales y una pequeña revisión, vaya que se toman enserio la seguridad en este lugar. Sin más distracciones, me dirigí al ascensor y marqué el piso 19, que era de hecho el penúltimo piso. Me sentía algo nerviosa pero muy emocionada, estaba lista para dar todo de mí y demostrar de qué estaba hecha. Al llegar al piso, salí del ascensor y comencé a caminar lentamente por el lugar, todas las oficinas en este piso eran oficinas cerradas dando completa privacidad al interno, caminaba viendo las letras inscritas en cada puerta hasta que llegué al final donde había una placa metálica más grande indicando que ahí era a donde me dirigía. Tomé un poco de aire y toqué la puerta dos veces.
-Adelante- Dijo una suave voz varonil, suspiré y abrí la puerta sintiéndome confiada y segura. Al entrar pude ver una gran mesa redonda donde solo estaba ocupando lugar un hombre de algunos 30 años, tal vez un poco más, era bastante apuesto honestamente. Se puso de pie al verme y estiró su mano hacia mí.
-Tú debes ser Aurora, ¿Cierto?- Preguntó el hombre con una sonrisa, se le veía bastante amable y cálido.
-Buenos días- Fue lo primero que dije al tomar su mano –Sí soy yo, un gusto, ¿Usted es...?-
-El gusto es mío, Sebastian Stan, soy abogado penalista y sub-director del bufete- Se presentó con amabilidad.
Así que era la mano derecha del jefe... Notaba que era algo joven, ya que me imaginaba que el jefe sería seguramente un viejillo cascarrabias, ellos no suelen contratar a personas tan jóvenes para rangos tan importantes.
-Adelante, toma asiento- Me invitó a sentarme a su lado para conversar –Bien, entonces, Aurora- Repitió mi nombre viendo unos documentos rápidamente y cerrando la carpeta para volver a concentrar su mirada en mí –Tengo entendido que vienes de Portland, de la Universidad de Concordia, ¿Es así?- Preguntó queriendo corroborar mi información.
-Sí, es correcto- Respondí con una pequeña sonrisa.
-Excelente escuela, si me lo preguntas. El profesor Cumberbatch me pidió el favor de poder integrarte como practicante en el bufete, habló maravillas de ti y dio excelentes recomendaciones tuyas- Continuaba la conversación, él parecía ser muy agradable.
El profesor Cumberbatch, mi profesor favorito, gracias a él fue como pude conseguir esta oportunidad en el bufete, él mandó mis papeles y pidió el favor de que me pudiesen aceptar, le debía una.
-Sí, estoy muy agradecida tanto con él como con ustedes por esta oportunidad, le aseguró que daré lo mejor de mí para poder ser de ayuda en este lugar- Aseguré mirándolo con confianza.
-Estoy seguro de que sí, sé que Benedict no mete las manos al fuego por cualquiera, me gusta tu actitud. Pero hablemos un poco de ti, estarás trabajando con nosotros al menos 6 meses en lo que terminan tus prácticas profesionales, así que me gustaría conocerte un poco mejor para poder sobrellevar el tiempo de una forma más amena y cordial-
-Claro... Bueno, como mencioné, mi nombre es Aurora, nací en la ciudad de Portland, he vivido ahí desde que tengo uso de razón, hasta que fue momento de hacer mis prácticas y me mudé para acá. Me encanta leer, y solo disfrutar tiempo conmigo misma, creo que me considero bastante relajada y tranquila...- Explicaba bajo la atenta mirada de Sebastian.
Estuvimos conversando bastante como si fuésemos amigos de toda la vida durante más de una hora, sentía ya a este momento la confianza de poder pedir su apoyo para poder aprender mucho mejor en este lugar.
-Bueno, se te va a otorgar un gafete de entrada para que puedas pasar por la puerta del personal y no tengas que estar pasando por seguridad todo el tiempo, te asignaré una oficina en la planta de abajo, ahí alguien se encargará de decirte que hacer y en que ayudar cada día, te estaré llamando en algunas ocasiones para que puedas aprender de diferentes casos y puedas aportar tu conocimiento en ellos, yo estoy en la planta de arriba, el último piso. Cualquier duda o inquietud que tengas, puedes tener la confianza de dirigirte conmigo- Terminó por decir con una pequeña sonrisa la cual devolví.
-Se lo agradezco mucho señor Stan-
-Puedes pasar a mi oficina en tu hora de salida, te entregaré tu gafete, por ahora puedes ir a instalarte en tu oficina abajo, ahí alguien te asesorará. Bienvenida al equipo Aurora- Añadió levantándose de su asiento, yo imité su acción.
-Muchas gracias, señor Stan, más tarde pasaré con usted. Con permiso...- Respondí despidiéndome y saliendo de la sala de juntas para bajar al piso 18 donde me indicó Sebastian.
Hice justamente lo que Stan me indicó, bajé al piso que mencionó y ahí una señorita me ayudó y dio indicaciones de qué tenía que hacer, este piso era algo similar al de arriba, tenía muchas oficinas cerradas que conectaban por pasillos; pasé todo ese día recibiendo instrucciones de lo que debía hacer en ese lugar, todos estaban siendo muy amables conmigo y compartían consejos de como poder hacer un mejor trabajo.
El día pasó rápido y finalmente se dio mi hora de salida, me despedí de mis compañeros y me dirigí al ascensor, al estar ahí recordé que Sebastian mencionó que pasara a su oficina por mi gafete, por lo que marqué el último piso y esperé unos segundos hasta que las puertas de la caja metálica abrieron.
Se dejó ver la última planta, era impresionante, todo en este lugar gritaba lujo, era diferente a los otros pisos en los que estuve, aquí el espacio era mucho más abierto, había solo un par de cubículos de lado izquierdo, un par de pasillos y al fondo se podía ver una gran puerta color caoba, no alcanzaba a distinguir lo que tenía inscrita la placa metálica pero por supuesto que intuía que era la oficina del jefe, esta se encontraba entre abierta pero no alcanzaba a percibir nada al interno.
Caminé con lentitud apreciando los detalles de este lugar, era asombroso, comenzaba a dirigirme hacia una de las personas que estaban en los cubículos para preguntar por el señor Stan cuando escucho que mencionan mi nombre haciéndome voltear de inmediato.
-¿Aurora?- Volteo y me doy cuenta que se trata justamente de Sebastian quien me miraba con una sonrisa.
-Señor Stan, hola de nuevo, acabo de terminar mi turno y recordé que tenía que venir por mi gafete...- Expliqué.
-Oh, cierto. Ven conmigo- Pidió amablemente caminando en dirección a un pequeño pasillo, pasamos de largo la oficina de la puerta caoba y entramos a una oficina con el nombre de Sebastian inscrito en la puerta.
Me entregó el gafete con mi nombre, me dio un par de indicaciones para no tener problema al momento de entrar y me acompañó hacia la salida.
-¿Y qué tal tu primer día?- Preguntó con una sonrisa.
-Fue excelente, todos han sido muy amables, no puedo esperar para continuar aprendiendo de todos ustedes- Admití dejando ver un poco mi emoción.
-Me alegra que te sientas cómoda, ya sabes, cualquier cosa puedes venir conmigo- Terminó de decir cuando llamé al ascensor.
-Gracias de nuevo señor Stan, tenga un lindo día. Hasta mañana- Me despedí y comencé a caminar con dirección a la salida para poder irme a mi departamento finalmente.
Debía admitir que el día de hoy había sido muy bueno, la emoción de comenzar en este lugar aún invadía mi cuerpo; algo que me mantenía con bastante intriga era conocer el rostro del jefe, mis compañeros mencionaron su nombre en alguna ocasión cuando me hablaban un poco de la empresa, sabía que se llamaba Rafael Novoa, y lo único que dijeron de él es lo que ya conocía, que era el mejor en lo que hacía, nunca perdía un solo caso, era respetado pero también muy temido por las personas que se enfrentaban a él.
También me dijeron que era la persona más cascarrabias y malhumorada del mundo, el exigía nada más que la perfección y jamás salía de su oficina, únicamente para irse del lugar, era como un lobo en una cueva, me daba miedo toparme en algún momento con él, aun creo que es un anciano cascarrabias, que probablemente no esté muy de acuerdo en que alguien como yo esté en su empresa como practicante, pero no me dejaría intimidar, siempre me he caracterizado por ser una mujer muy segura y confiada de mí misma, así que no dejaría que el miedo a él me invadiera.
Decidí caminar hacia mi departamento, ya que no se encontraba muy lejos del edificio y disfrutaba de una buena caminata para poder relajarme y despejar un poco mi mente. Lo único que me daba algo de pesar era llegar a mi departamento y encontrar un lugar vacío, como se lo mencioné a Sebastian, he vivido en Portland toda mi vida hasta ahora, provengo de una familia bastante privilegiada donde la unión entre nosotros era algo muy importante, y el pasar de vivir con mis padres y estar en un lugar donde siempre estaba acompañada y cobijada a pasar a vivir completamente sola fue un poco duro para mí.
Muchas personas en Portland me tenían calificada como una niña consentida, pero yo considero que más bien contaba con el apoyo de mis padres en general, nunca pedí más de lo debido aunque ellos me lo ofrecieran, siempre luché por ganarme las cosas, trabajaba para poder pagar mis cuentas y no pedir más de lo necesario a ellos, aunque de nuevo, insistían en dármelo. Siempre fui fiel creyente en querer ganarme las cosas y no solo estirar mis manos.
Algo a anotar, es que en las prácticas profesionales nunca se paga realmente como si laboraras en el lugar, no hay un sueldo como tal, muchas de las veces no ofrecen ni un solo centavo, y otras veces solo dan una pequeña compensación; por lo mismo, sabiendo que lo que se me pagaría no sería suficiente, mis padres se ofrecieron a pagar el alquiler de mi departamento, lo cual agradecía infinitamente. Pensé en declinar la oferta y conseguir un empleo aparte de las prácticas, pero no podía dejar que mi orgullo hablara por él mismo, realmente quería tener toda mi atención en el bufete, así que acepté que pagaran solo eso y con lo que me dieran en el bufete creo que sería suficiente para mi estancia en el lugar.
Llegué a mi departamento después de 40 minutos, entré y me recosté en el sofá viendo hacia el techo y pensando en todo lo que estaba por venir... Tenía una buena corazonada con esto, sabía que algo bueno tenía el destino para mí y estaba lista para ello...
¡Qué día!
POV Aurora
¡Dios! ¡No sonó el maldito despertador! Corría hacia el edificio lo más rápido que mis tacones me permitían, venía en taxi, pero por el tráfico hubo un gran atasco y sabía que si esperaba a que se disipara no llegaría a tiempo y no estoy dispuesta a arruinar mi buena imagen con faltas por impuntualidad.
No faltaba mucho para llegar cuando se hizo el atasco, así que pagué lo que debía al taxi y corrí desde ahí hasta el edificio. Deberían darme una medalla por haber corrido cinco minutos seguidos en altos tacones, al llegar a la empresa me tomé un par de minutos para recobrar el aliento y pasado eso entré por la puerta de empleados.
Saludé a todos a mi paso con una sonrisa, llevaba ya 3 semanas y media en este lugar y estaba realmente encantada, la mayoría de las personas aquí eran muy amables y educados conmigo, como siempre había algunas excepciones pero en su mayoría me la pasaba muy bien, estaba aprendiendo demasiado de todo y de todos.
Llegué finalmente al piso que me correspondía con 10 minutos aun de sobra, lo cual era perfecto.
-Buenos días- Saludé a las personas que estaban ahí, caminé hacia mi pequeña oficina que se encontraba a lado de la de una buena amiga que había formado este par de semanas.
-Aurora, buenos días- Me saludó ella con una sonrisa.
-Hola Darcy, buen día- Respondí de la misma forma.
Darcy Cohen, tuve una conexión con ella desde el primer día que estuve aquí, ella amablemente me ha estado apoyando todos estos días y ha sido un gran soporte para mí, se ha ganado mi cariño en muy poco tiempo. Darcy es solo un par de años mayor que yo, ella trabaja como abogada de lo familiar en el bufete y aunque yo me especializaba en el ámbito penal, Darcy siempre buscaba la forma de apoyarme y orientarme, considero que he hecho lindas amistades en mi corta estancia aquí.
-¿A qué hora te fuiste ayer, linda? Cuando yo me fui aun estabas aquí- Preguntó la rubia con curiosidad.
-Creo que poco después de las 8- Contesté sin darle mucha importancia.
-No creo que debas sobre exigirte mucho, por lo que me has dicho, sé que es parte de ti hacer las cosas a la perfección, pero debes descansar- Pidió protectoramente, agradecí enormemente su gesto y preocupación, di un corto suspiro antes de responder.
-Debo admitirte que aunque en parte si tienes razón y me quedo aquí para poder seguir trabajando un poco más, por otro lado me quedo aquí porque odio llegar a mi departamento y ver solo un lugar vacío, es un sentimiento muy extraño al que no estoy muy acostumbrada a decir verdad- Admití abriendo un poco mi corazón, ella se acercó a mí y apretó mi hombro de manera reconfortante.
-Puedo entender perfectamente, sabes que puedes contar conmigo, podemos salir un día de estos para despejar esa mentecita tuya que no descansa- Ofreció amablemente con una sonrisa, yo solo pude sonreír de vuelta y asentir.
-Muchas gracias Darcy, en verdad lo aprecio demasiado. Nos ponemos de acuerdo en estos días para salir- Terminé por decir, ella accedió y cada una fue a hacer sus distintas ocupaciones.
Como he mencionado, la mayoría de las personas han sido sumamente amables conmigo, aunque como siempre, había unas cuantas excepciones; la persona encargada de decirme cuales eran mis pendientes diarios no parecía muy contenta de mi estancia aquí, la señorita Greta, una mujer de aproximadamente unos 50 años, siempre parecía molesta por solo tener que dirigirme la palabra.
-Buen día señorita Greta- La saludé con cordialidad cuando me acerqué a su escritorio para preguntar por mis obligaciones de hoy.
-Tus pendientes están sobre la mesa niña, quiero que los tengas listos antes del medio día- Dijo de forma seca sin siquiera voltearme a ver.
Di un corto suspiro y solo tomé las carpetas que estaban en el escritorio, no tenía caso lidiar con esa clase de gente sin educación. Volví a mi oficina y comencé con los pendientes que tenía. Tal como lo pidió la señora Greta, una hora antes de mediodía terminé con todo lo que tenía por hacer, iba a levantarme para llevarle los documentos pero antes de salir escuché que el teléfono de la oficina estaba sonando.
-¿Hola?- Contesté aun con las carpetas en mi mano.
-Hola linda, buen día- Respondió la otra persona alegremente del otro lado de la línea, era Sebastian -¿Cómo vas?- Preguntó con su humor característico.
El señor Stan se había ganado mi cariño muy rápidamente, él ha sido sumamente amable conmigo, iba muy constantemente a su oficina, me dejaba aportar ideas con los nuevos casos que se le asignaban y también me buscaba casos ya resueltos para ponerme a prueba y ver como lo hubiese hecho yo, afortunadamente estaba preparada para ello y lograba resolverlos sin mayor esfuerzo logrando impresionar a Sebastian, creo que podría considerarlo un amigo ya a este punto, aunque aún trato de manejarme con mucho respeto hacia su persona.
-Buen día señor Stan, todo perfecto, acabo de terminar lo que me asignó la señorita Greta, apenas iba a entregárselo- Le informé con voz tranquila.
-Excelente, te llamaba para decirte que tengo un nuevo caso para que analicemos, y encontré un par de archivos antiguos que te pueden servir para estudiar- Me ofreció amablemente.
-Claro señor, entrego los documentos y voy para allá-
-Prefecto, aquí te espero preciosa- Dijo para finalmente colgar.
Como decía, podríamos decir que hemos establecido una linda amistad, casi siempre después de avanzar en los casos solo platicamos de nosotros, de nuestros pasatiempos, y de lo que nos gusta en general, es muy divertido pasar las tardes con Sebastian. Salí de mi oficina cerrando la puerta y me acerqué hasta donde estaba la señorita Jones.
-Aquí está lo que me pidió, Greta- Dije poniendo las carpetas sobre su escritorio.
-Que bien que terminaste para que me ayudes haciendo lo mío también- Comentó ella con aires de superioridad y de forma algo grosera.
¿Qué carajos le sucede? No soy su maldita asistente personal, no voy a hacer su trabajo.
-Disculpe, no puedo. El señor Stan me llamó y voy para allá en este momento, con permiso- Solté con tono neutro y mi rostro serio, no di oportunidad a que ella respondiera ya que salí de su oficina dirigiéndome al ascensor marcando el último piso.
Sabía que se molestaría conmigo, pero yo no era su asistente y tenía que entenderlo, ella solo era la encargada de asignarme el trabajo diario, pero tenía que comprender que no iba a hacer el trabajo por el que a ella le pagaban. Sabía que yo no era de su agrado, pero no era mi problema el no caerle bien, allá ella.
Llegué al último piso y caminé al interno de este, como casi todo el tiempo, la gran puerta caoba del fondo estaba cerrada, lo que significaba que el jefe no quería ser molestado, es impresionante que en casi todo este mes que llevo aquí, no lo he visto una sola vez, ni siquiera una fotografía suya, pero bueno, no es como que me esté muriendo por conocer al viejillo cascarrabias que todos describen; Continué mi camino, pasé de largo la oficina del jefe y llegué hasta la de Sebastian donde ya me estaba esperando.
Narrador omnisciente
Hablemos de Rafael Novoa, el mejor abogado penalista de todo Estados Unidos, aquel que tiene el mejor bufete de todo Boston y uno de los mejores a nivel internacional, definitivamente hay muchas cosas que hablar sobre él, pero podríamos empezar con que es un hombre sumamente indescifrable.
Novoa era un hombre poderoso, muy poderoso, era muy respetado por aquellas personas que pedían su ayuda, pero también muy temido por aquellos que llegaban a enfrentarse a él. No podríamos decir que era una mala persona, pero definitivamente el tener tanto poder, lo convertía en un hombre peligroso. Había muchas palabras que lo podían describir: Egocéntrico, narcisista, perfeccionista, frío, arrogante, entre muchas cosas más, pero una palabra que no entraba en su vocabulario, era amor.
Él no conocía otra cosa más que la perfección al momento de trabajar, no había un solo caso que hubiese perdido, por lo que también exigía dicha perfección a sus empleados y de fallar, podrían considerarse automáticamente despedidos. Como era de esperarse, Novoa mantenía reglas importantes que eran irrompibles tanto para él, como para sus empleados.
Por ejemplo, nadie lo podía contradecir, para todos él era la máxima autoridad y estaba por encima de todo, y como más importante, no mezclar sentimientos, diversión y mucho menos amor en el trabajo, y eso iba para todos, incluyéndose a sí mismo. Fuera de su empresa podía divertirse con cuanta mujer se le antojara, pero jamás, por ningún motivo, hacia absolutamente nada dentro de su empresa, con nadie.
En pocas palabras, la palabra "sentimientos" no estaba en su vocabulario.
En este momento, Novoa se mantenía ocupado en su oficina terminando un papeleo de un caso vigente que tenían actualmente, se mantenía enfrascado leyendo dichos documentos hasta que escuchó que alguien tocaba la puerta de su oficina.
-Adelante- Habló en voz alta para que pudieran escucharlo, aún mantenía su vista en los documentos.
-Soy yo, idiota. Quita tu cara de amargado- Entró Sebastian a la oficina de Rafael, eran amigos de toda la vida, por lo que no le importaba hablarle como él quisiera, tenían esa confianza, era de las pocas personas con las que Rafael podía ser relativamente abierto.
-¿A qué debo tu molesta visita?- Preguntó Novoa aun sin voltear a verlo.
-Vengo por las carpetas de los casos resueltos que te pedí- Dijo Stan sentándose con confianza en la silla que estaba frente al escritorio.
-Las dejé sobre la mesa de allá- Respondió él simplemente levantando su vista por fin para ver a su amigo -¿Para qué las querías?- Preguntó por curiosidad.
-Se los estoy dando a Aurora para que los estudie y pueda practicar- Informó con una pequeña sonrisa, Sebastian le tenía aprecio a la joven.
-¿Qué Aurora?- Preguntó Rafael aún más confundido.
-¿Cómo que qué Aurora? Aurora West, la estudiante de Benedict- Contestó aclarando las dudas.
-Ah, ella- Añadió con algo de desinterés –Sabes que no estoy muy de acuerdo en que ella esté aquí, no quiero que mi empresa sea el conejillo de indias de esa chiquilla- Soltó con su tono frío característico.
-Créeme que no lo es, realmente estoy impresionado con ella, es muy brillante, ha logrado resolver cada caso que le he puesto sin falla alguna, deberías conocerla...- Comentaba Sebastian con una sonrisa sintiéndose algo orgulloso de la chica.
-¿Por qué tanta fijación con la chica, Stan? ¿Está pasando algo de lo que me deba enterar? Sabes perfectamente lo que pienso acerca de relacionar el trabajo y la diversión, no estas exento de la regla aunque seas mi mejor amigo...- Comenzaba a decir con un tono un poco molesto hasta que Sebastian lo interrumpió.
-Oye, oye, oye, tranquilízate, no está pasando nada de lo que tu estúpida cabeza está pensando, solo te estoy diciendo las cosas como son, Aurora es una chica muy inteligente y me parece que si sigue por el camino por el que va podría ser un gran elemento dentro del bufete, considera conocerla, te va agradar- Informó Sebastian tranquilizando la situación y levantándose de su silla –Nos vemos, tengo cosas que hacer- Dijo finalmente tomando las carpetas y saliendo de la oficina de Novoa.
Sebastian llegó a su oficina y llamó a Aurora informándole que tenía nuevos casos en los que podía trabajar, admitía que le agradaba mucho pasar tiempo con ella, la podía llegar a ver como una hermana menor, era muy divertido pasar tiempo a su lado y la consideraba una gran amiga. Sebastian escuchó que alguien tocaba a su puerta suavemente, supo de inmediato que se trataba de Aurora.
-Pasa- Dijo con voz audible.
-Buen día, señor Stan- Lo saludó ella con una gran sonrisa.
-Pasa, preciosa. Siéntate... y por favor, solo dime Sebastian, somos amigos- La corrigió con amabilidad y devolviendo la sonrisa.
Stan admitía que la mujer era toda una tentación andante, era una chica demasiado hermosa a sus ojos, una linda piel morena, unos ojos verdes que pudiesen hipnotizar a cualquiera, unos labios carnosos y un cuerpo que más de uno desearía, pero como se lo confirmó a Novoa, nada pasaba entre ellos, la veía más que nada como a una hermana, la conocía y sabía que él no era el tipo de hombre que una chica como Aurora merecía, así que estaba bien con ser su amigo.
-Me gusta tratarlo con respeto, señor Stan. No quiero que piense que soy maleducada- Admitió Aurora con una pequeña sonrisa tímida sentándose frente al escritorio y tomando las carpetas que Sebastian le tendía.
-Jamás pensaría eso de ti, si te sientes cómoda llamándome "señor Stan" en público, está bien, pero entre nosotros, solo soy Sebastian- Decía de forma amigable.
-De acuerdo...- Accedió ella -¿Qué veremos hoy?- Preguntó interesada en saber del caso que se estaba presentando.
Sebastian comenzó a explicarle primeramente el caso en el que trabajaba actualmente, comenzaban a compartir ideas vagas de lo que podían hacer coincidiendo en lo que se les ocurría.
Trabajaron así un par de horas, no era un caso tan complicado al que se enfrentaban, pero como todo, exigía tiempo y dedicación el cual consumía mucha energía, el cansancio comenzaba a hacerse presente en ambos.
-¡Dios! Me duele el trasero de estar sentado en la silla- Dijo Sebastian levantándose de su silla y estirándose, Aurora solo rió por el comentario.
-Hemos estado sentados al menos unas dos horas- Añadió ella levantándose de igual forma -¿Quiere que le traiga un café?- Ofreció con amabilidad.
-Claro, me encantaría. Gracias linda- Respondió con una sonrisa.
Ella devolvió el gesto y salió de la oficina, Sebastian también salió a estirar las piernas un poco pero se quedó en el pasillo donde podía ver casi todo el piso teniendo una perfecta visión de Aurora que estaba en la mesa donde tenían la cafetera, panecillos y esa clase de cosas.
Aurora se encontraba en la mesa del café preparando una taza para Sebastian, estaba algo inmersa en sus pensamientos cuando alguien se posicionó junto a ella.
-Hola Aurora- La saludó el hombre que estaba a su lado, ella volteó a verlo en cuanto escuchó su nombre.
-David... ¿Cómo estás?- Preguntó con cortesía con una sonrisa amable.
David Allen, era un chico un par de años mayor que Aurora, él trabajaba en el área de software dentro del equipo de investigadores privados, la cual estaba en el último piso junto a las oficinas principales. Desde que él la vio se sintió atraído innegablemente, aunque ella no estaba mínimamente interesada aunque fuese un chico apuesto.
-Perfectamente, ¿Y tú? Me alegro de verte cada vez más seguido en este lugar-
-Estoy bien, gracias. El señor Stan ha estado enseñándome un poco sobre algunos casos, es por eso que me has visto con más frecuencia aquí- Respondió con su atención puesta en la taza de café que prepara para Sebastian –Bueno, estoy algo ocupada, nos vemos luego David- Se despidió cortando la conversación ahí.
Aurora notaba las insinuaciones de David, pero no les prestaba mucha atención, fuera de eso pensaba que era un chico simpático con el que se podía tener conversaciones amenas, no más de eso. Sin pensar más en ese tema, caminó de nuevo en dirección hacia donde estaba la oficina de Sebastian, percatándose que él estaba fuera de esta y se encontraba acompañado de un hombre que a su perecer era muy guapo, demasiado guapo para ser cierto... Caminó sin denotar ninguna expresión hasta que llegó hasta ellos.
POV Rafael
Deseaba terminar ya con el papeleo que parecía no tener fin, así son las cosas en este negocio, consumen mucho de tu tiempo y energía, pero para esto vivo, es lo que soy. Después de un par de horas que parecieron una jodida eternidad, pude terminar lo que estaba haciendo, me levanté de mi silla y caminé hacia la puerta de mi oficina.
Me imaginaba que después de estas horas, Sebastian ya habría terminado de trabajar con la universitaria, no estaba nada de acuerdo en que estuviese aquí, pero un viejo amigo nos pidió a Sebastian y a mí que la aceptáramos, me rehusé pero no tuve más opción ya que Stan había dicho que sí. Ya me encargaría yo de juzgar si sabe tanto como Sebastian lo presume, no quería a cualquier mocosa en mi empresa.
Salí de la oficina encontrándome justamente a Sebastian que estaba recargado en una pared viendo a la nada, me acerqué con mis manos en los bolsillos del pantalón hasta quedar a lado suyo.
-¿Terminaste con la universitaria?- Pregunté con un tono serio, él volteó a verme un segundo y devolvió su mirada a la nada.
-No, estábamos analizando un poco del nuevo caso, vamos bastante avanzados- Me informó.
Seguí su mirada ya que notaba que no me estaba prestando mucha atención y me percaté que veía a una mujer que estaba frente a la mesa de la cafetera...
¿Quién era ella? Estaba de espaldas a nosotros, pero podía notar que tenía un cuerpo jodidamente perfecto...
-¿Quién es la mujer que está con Allen?- Pregunté más que interesado, vestía un pantalón de vestir algo ajustado, una blusa verde olivo y unos altos tacones, lucia muy profesional, por lo que podía asumir que trabajaba aquí... Se veía realmente sexy.
-Es Aurora, me ha dicho que David le ha hecho algunas insinuaciones, solo estoy cuidando que el idiota no vaya a molestarla- Soltó Sebastian, sabía que era muy cuidadoso con eso, él solía cuidar mucho a las mujeres.
La seguí mirando hasta que se dio vuelta, y... Mierda... No puede ser.
-¡¿Esa es Aurora?! Me estas jodiendo Sebastian- Dije en voz baja sin poder creerlo.
-¿De qué hablas hombre? ¿Por qué te mentiría? Claro que es Aurora, ¿Qué hay con eso?- Devolvió la pregunta viéndome confundido.
¡¿Cómo que qué hay con eso?! ¡¿Qué acaso no ha visto a la belleza de chica que tiene enfrente?!
No alcancé a responderle nada ya que ella se encontraba justo frente a nosotros, notaba que me veía algo confundida, me encantaría saber qué es lo que pasaba por esa linda cabeza.
-Aquí está su café, señor Stan- Le dijo a Sebastian directamente con una voz suave, tenía una linda voz.
Ella estiró la taza hacia él pero antes de que él la tomara yo la agarré de sus manos y la llevé a mi boca probando el café que había preparado.
-Eso era mío, imbécil- Me recriminó Sebastian viéndome tomar su café, Aurora veía mi acción un poco impresionada.
Al beber el café me percaté de que tenía azúcar, nunca había sido partidario del café dulce, pero el café que ella preparó sabia particularmente bien...
-Le traeré otro café, señor Stan- Se ofreció la chica tímidamente.
-No, descuida Aurora, yo lo hago-
-No, insisto... Enseguida lo traigo- Le dijo finalmente, antes de irse me dio una rápida mirada, pude observar brevemente su rostro, y lo que vi me dejó honestamente, impresionado.
Al alejarse completamente de nosotros me voltee hacia Sebastian viéndolo con el rostro completamente serio.
-¿Por qué carajos no me dijiste que la alumna de Benedict era una jodida modelo?- Le pregunté en un susurro.
-¿Y eso por qué importaría? ¿Y por qué carajos me robaste mi café?- Devolvió la pregunta igual de indignado.
-¡¿Cómo que por qué?! No creo que no te des cuenta del espectáculo que es esa chica- Decía aun embobado al recordar el rostro de aquella mujer.
-Y vuelvo a preguntar, ¿Por qué tendría que decirte si ella es bonita o no? Que yo recuerde tú eres el primero en decir que nada de diversión ni sentimientos en el trabajo- Me recriminaba.
Eso me hizo reaccionar un poco... Tenía razón.
-Ya lo sé, idiota. Claro que no haría nada, pero al menos sería agradable verla por estos lugares- Traté de justificarme un poco –Prográmale una entrevista conmigo mañana, vamos a ver si así como es de bonita es de brillante como tú presumes- Dije a Sebastian finalmente para regresar a mi oficina con la taza de café que le quité a Aurora de las manos.
Me senté en mi silla y pensé justamente en ella. ¡Dios! Hace mucho tiempo no veía un rostro tan perfecto como el de ella, de hecho, creo que jamás había visto a una mujer tan hermosa. Que sea un cabrón sin sentimientos no me hacía ciego, podía ser frío pero no podía negar el gran atractivo de aquella chica, era simplemente preciosa.
Con que ella era Aurora West, veremos de que estas hecha, bonita...
POV Aurora
¡¿Quién carajos era aquel hombre y por qué parecía ser esculpido por los jodidos dioses?! Me dejó algo shockeada su actitud, literalmente arrebató la taza de mis manos cuando se la tendí al señor Stan, definitivamente tenía que tener un alto cargo en la empresa o ser muy amigo de Sebastian para portarse con aquella actitud tan altanera y arrogante.
Regresé a la mesa a preparar otro café para Sebastian, estaba algo confundida, la pregunta aun rondaba por mi mente, ¿Quién era ese hombre? Era tan guapo que debería ser ilegal, tiene unos ojos hermosos que podrían hipnotizarte por completo, todo su rostro era jodidamente perfecto.
Terminé de preparar el café y tomé un panecillo de la charola para llevárselo al señor Stan, al voltear me di cuenta que aquel hombre ya no se encontraba en el pasillo, al igual que Sebastian, así que caminé directamente a su oficina.
-Aquí está su café señor- Le dije al entrar ofreciéndole lo que traía en las manos.
-Muchas gracias preciosa, que amable eres- Respondió él dándole un pequeño sorbo al café –Tienes que pasarme la receta de esto, no sé qué le pones pero es muy bueno enserio- Yo solo reí por el comentario.
-No me molesta hacerle café, pero si insiste le pasaré la receta algún día-
-Oye, por cierto, disculpa la actitud del imbécil de mi amigo, puede ser un completo idiota algunas veces- Soltó en un tono algo más serio.
Así que el dios griego arrogante era su amigo, ¿Trabajará aquí? Deseo con todas mis fuerzas preguntar algo acerca de él pero no lo hice por no querer verme entrometida.
-Descuide, no pasa nada, solo tuve que hacer un café más- Respondí sin darle demasiada importancia, aunque por dentro moría por preguntar aunque fuera su nombre.
Sin muchas más distracciones continuamos con nuestro trabajo, Sebastian continuó analizando un poco del caso que tenía y yo me puse a estudiar los casos anteriores que me entregó por la mañana. Así pasó lo que quedaba de turno hasta que dio mi hora de salida, hoy no tenía muchas ganas de quedarme más tiempo de lo usual ya que me sentía un poco cansada, por lo que decidí que mejor me iría a casa.
-¿Necesita algo más, Sebastian?- Pregunté antes de salir de su oficina.
-No nada, ya puedes irte linda. Hasta mañana- Se despidió con una pequeña sonrisa la cual correspondí antes de salir por completo del lugar.
Fui por mis cosas a mi piso para poder partir finalmente, lo cual hice de forma rápida, me despedí de Darcy que también estaba por irse y salí del lugar sintiéndome tranquila pero un poco cansada, adoraba aprender cada día de lo que Sebastian me enseñaba pero había de admitir que era algo agotador, y ni siquiera era un trabajo completo en sí, tenía que prepararme mentalmente para estas situaciones y saber que me enfrentaría a un gran estrés y presión con cada caso, pero estaba segura de que podría con ello.
El día siguiente llegó con rapidez, me sentía mucho mejor, estaba de mejor ánimo y más descansada, lista para continuar con el trabajo que quedó pendiente el día de ayer, pero como siempre, primero haría las obligaciones diarias que mandaba la señora Greta. Llegué a mi piso saludando a todos con cortesía, después de saludar a Darcy me dirigí con Greta.
-Buen día señorita Jones, ¿Qué pendientes hay para hoy?- La saludé amablemente, ella al escucharme me vio más feo de lo que me ha visto otros días, como si estuviese a punto de saltarme encima -¿Pasa algo?- Pregunté con voz seria sin dejarme intimidar.
-Hoy no tienes ningún pendiente, "niñita"- Comenzó a decirme con sarcasmo y molestia, yo la miré confundida –Te quieren ver en el último piso ahora mismo- Terminó de informar.
Yo estaba aún más confundida, ¿Por qué me querrían ver ahí? Cuando hay casos nuevos simplemente me llama Sebastian, ¿Y por qué le molesta tanto a ella? ¿Cuál es su jodido problema? No dije nada, solo me di la vuelta en dirección al ascensor y marqué el último piso, seguramente era Sebastian quien quería verme.
Al llegar al último piso caminé en dirección a la oficina de Sebastian, era muy temprano aun, nunca había venido aquí siendo tan temprano, estaba el piso prácticamente vacío. Toqué la puerta de la oficina dos veces cuando estuve frente a ella.
-Adelante- Escuché la voz al interno, abrí la puerta y pude ver a Sebastian sentado detrás de su escritorio -Aurora, buenos días linda- Me saludó en cuanto me vió.
-Buen día señor Stan, me dijeron abajo que querían verme- Informé aun confundida al no saber lo que pasaba.
-Ah, sí... Lo que pasa es que el señor Novoa quería verte- Me informó sintiendo mi cara palidecer.
¿Señor Novoa? Más vale que no hable del señor Novoa que estoy pensando...
-¿Se refiere al jefe?- Pregunté con algo de nervio.
-Sí, él- Respondió simplemente.
Ay no... ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡¿Para qué carajos me quiere ver el jodido jefe?! ¡¿Qué hice mal?! ¿Me va a despedir?
Por favor Aurora, ni siquiera trabajas aquí, ¿Cómo te va a despedir?
Me retracto, no quiero conocer al jefe, me importa un pepino quien sea, no quiero ir con el viejo cascarrabias...
-¿Hice algo mal, señor?- Me atreví a preguntarle a Sebastian con el rostro algo afligido.
-No, para nada linda, solo quiere conocerte, no pasa nada, tú tranquila- Trato de calmar mis nervios.
¿Cómo voy a estar tranquila? El hombre más temido y respetado de Boston quiere verme para quien sabe qué, para juzgar mi estancia aquí seguramente, pero, ¿Qué más da? Nunca me he caracterizado por ser una persona cobarde, y hoy no será el día en que lo demuestre, así que, hagamos esto.
-¿Quiere que vaya ahora?- Le pregunté por último a Sebastian.
-Claro, ve, cuando salgas puedes pasar para acá y terminar los casos de ayer si gustas- Ofreció con una cálida sonrisa.
-Claro...- Dije simplemente saliendo de su oficina y caminando directo a la boca del lobo... Digo, a la oficina del señor Novoa.
Me posicioné frente a la gran puerta caoba que he visto con curiosidad durante las últimas cuatro semanas, suspiré, regulé mi respiración y emanando seguridad y confianza, toqué la puerta dos veces, escuché una voz masculina del otro lado dándome el paso y abrí la puerta, finalmente pude ver el rostro de aquella persona sentada detrás del escritorio, y... un segundo...
¿Qué hace él aquí? ¡¿Dónde está el viejillo cascarrabias?! Él no puede ser el jefe... El maldito dios griego roba cafés de ayer estaba sentado en la silla del jefe... ¡¿Él era Rafael Novoa?!
Me detuve en mi lugar viendo a aquel hombre, ¿Me habré equivocado de oficina?
-¿S...Señor Novoa?- Pregunté con muchas dudas en voz algo baja, él me analizó con la mirada viéndome de arriba a abajo un par de segundos.
-Pasa, cierra la puerta- Dijo el hombre simplemente con una voz imponente y fría.
Sin dejar que el notase que su presencia me intimidaba un poco, actué de la forma más segura y confiada que pude sin denotar ni por un momento que por dentro moría de nervios. Cerré la puerta como él pidió y caminé hasta estar frente a su escritorio donde me mantuve de pie sin tomarme el atrevimiento de sentarme.
-Buen día, señor- Saludé cortés –Mucho gusto- Dije extendiendo mi mano frente a él, la miró un segundo, se levantó de la silla y estrechó mi mano manteniendo el contacto unos segundos más de lo normal.
-Igualmente, señorita West- Respondió sin dejar de mirar mis ojos, retiré mi mano lentamente y las puse detrás de mi espalda manteniéndome seria, él parecía analizar cada uno de mis movimientos. Volvió detrás de su escritorio tomando asiento, todo esto sin dejar de mirar mi rostro, esto estaba resultando incómodo y fastidioso.
¿Qué vamos a estarnos mirando el rostro toda la mañana sin hablar o por qué tanto jodido misterio?
-¿Quería hablar conmigo, señor?- Pregunté al ver que no decía nada.
-Sí...- Respondió simplemente –Siéntate-
Bueno, lo que este hombre tiene de guapo lo tiene de maleducado, ¿Qué no conoce la palabra "Por favor"? Lo vi con el entrecejo un poco fruncido pero no dije nada.
-Así que... Aurora West, la alumna de Benedict... Me han hablado mucho de ti- Dijo manteniendo un profundo contacto visual, admito que sus ojos son ridículamente preciosos, nunca había visto unos ojos tan bonitos.
-Bueno... espero que hayan sido cosas buenas- Contesté incomoda sin saber que responder a eso exactamente.
-Lo son... según palabras de Benedict y de Sebastian afirman que eres... brillante. Dime, ¿Eres una clase de... cerebrito?- Preguntó recargándose en el respaldo de su silla.
¿Un cerebrito? No lo creo, conocía a los "cerebritos" que estudiaban conmigo en la universidad y definitivamente yo no era uno de ellos, aunque mis notas eran buenas, no tenía el cien perfecto de aquellas personas que se mataban estudiando un libro días antes del examen, y era algo que el profesor Benedict veía en mí, sabía que mis notas eran el simple reflejo de la pasión y el amor que le tenía a mis estudios, a mi carrera y a esta profesión y es por eso que congeniábamos tan bien, sabe el respeto que le tengo a esto y cuanto me apasionaba hacer lo que hacía.
-Yo no diría eso señor, creo que ellos solo ven el respeto, pasión y responsabilidad que pongo al momento de hacer las cosas, mi profesor sabe lo mucho que amo hacer esto y creo que esa es la razón de mis recomendaciones- Traté de decir sin querer verme engreída.
-¿Entonces dices que no eres así de lista como ellos tanto presumen?- Cuestionó con la ceja enarcada.
¿Qué insinúa este tipo?
-No señor, no es lo que insinúo, me considero muy inteligente, más no un "cerebrito" o un "ratón de biblioteca" como pudieran pensar... son cosas diferentes- Me defendí contradiciendo lo que decía, él pareció sorprenderse de mi respuesta más no dijo nada durante un par de segundos.
Dios, ¿En qué me metí?
POV Rafael
Esperaba impaciente que llegara la universitaria a mi oficina, el día de ayer le había pedido a Sebastian que programara una entrevista para poder conocerla, verla me dejó con cierta curiosidad de saber más de ella, era extraño, mentiría si dijera que no había pensado en su rostro antes de ir a dormir. Aunque claro, solo es que mi cuerpo reaccionó al suyo, no soy ciego para negar lo innegable, es hermosa la chica, pero nada más que eso.
Cuando entró finalmente a mi oficina pude ver confusión en su rostro, ¿Esperaba ver a alguien más aquí? La hice pasar de inmediato, pero a partir de ese momento no demostró más que seguridad y confianza en su actuar, lo cual era nuevo para mí porque la gente únicamente demuestra nerviosismo y miedo al verme, ¿Por qué ella no?
Traté de hacerla desatinar haciéndole un comentario respecto a su inteligencia, pero en lugar de demostrar vacilación a la hora de responder solo me miró con el entrecejo fruncido y respondió con precisión a lo que le dije contradiciéndome por completo.
En los doce años que llevo manejando esta empresa nadie jamás se ha atrevido a contradecir absolutamente nada que salga de mi boca, ¿Cómo es que ella no tiene miedo de mí? Me impresioné demasiado, debí de ponerle un alto y exigir que nunca volviera a cometer una falta de esas pero no lo hice, solo la observé con detenimiento.
Presté atención a su rostro, era muy bonito, tenía unos ojos verdes preciosos que contrastaban con su piel morena clara, una nariz respingada y unos labios gruesos y carnosos que podrían incitar a cualquiera a probarlos, era un completo espectáculo de mujer. Su cabello era castaño, lo llevaba medianamente recogido, y al momento que entró pude notar que vestía de forma profesional y elegante, haciendo lucir su cuerpo deliciosamente perfecto... Era un hombre muy observador, prestaba especial atención a los detalles y más si era sobre algo que... llamaba mi atención.
Aunque me tuviera cautivado su cara bonita, no le pondría las cosas tan fácil, hablo enserio cuando digo que no quiero a cualquier persona en mi empresa, y eso la incluye a ella, por lo que me levanté de mi silla y caminé hacia un cajón donde guardaba los casos archivados, saqué uno medianamente complicado y regresé a mi escritorio.
Saqué la última hoja que tenía los resultados y manera de proceder del caso y le entregué la carpeta, ella me miró con una ceja enarcada y algo de confusión en su rostro.
-Quiero que me digas como resolverías este caso, ahora mismo, te doy una hora para que lo hagas- Pedí recargando mi barbilla en mi mano observando cada uno de sus movimientos, me miró como si no le pareciera del todo lo que le ordené, pero no dijo una sola palabra, solo abrió la carpeta y comenzó a leer.
Sabía que era un caso algo complicado de resolver, había que tener un amplio conocimiento de las leyes penalistas para saber que hacer de forma rápida, era un caso que entendía que mínimo podría tomar dos horas para comenzar a acercarte a una respuesta, pero me dejó muy sorprendido ver que Aurora resolvía cada punto de forma rápida, sin titubeos y sin una sola falla.
No era una cosa de todos los días que alguien me dejara tan impactado, y esta chica, lo hizo...
Resolvió el caso en apenas 40 minutos, de forma precisa y correcta, ¡¿Qué es esta chica?! ¡¿Un robot?! Definitivamente estaban en lo cierto, ella es... brillante.
Sebastian tenía razón, de continuar así, Aurora sería un valioso elemento que podría ser de gran ayuda en la resolución de futuros casos, necesito tenerla aquí, no puede estar perdiendo el tiempo en las oficinas de abajo haciendo papeleo simple, ordenaré que la transfieran cuanto antes a este piso y le otorgaré una oficina donde pueda tenerla cerca, necesito tenerla cerca.
-Admito que lo hiciste... bien- Dije después de que ella terminó de hacer lo que le pedí, "bien" se quedaba corto, fue impresionante.
-Gracias- Respondió ella simplemente con una pequeña sonrisa.
-Bueno, esto es lo que pasará, a partir de mañana trabajarás en este piso, se te asignará una oficina al final del pasillo junto a la de Sebastian, trabajarás más directamente en los casos con nosotros, ¿Entendido?- Ordené sin titubeos y manteniendo mi postura firme y sin expresión alguna, ella pareció un poco sorprendida de mi decisión.
-Sí, señor- Respondió un par de segundos después.
-Bien, puedes retirarte. Dile a Sebastian que pase a mi oficina- Dije para finalizar mientras la veía ponerse de pie, tuve una linda vista de su escultural cuerpo al verla caminar a la salida.
-Claro, con permiso- Añadió por ultimo antes de cerrar la puerta.
¡Maldita sea! ¿Por qué esta mujer me está haciendo titubear tanto? Creo que solo es que reacciono a su belleza sumándole a eso que es una mujer demasiado brillante, muy brillante para ser verdad, algo tiene que tener malo, no puede ser tan perfecta...
Mierda... ¡Que mujer!
POV Aurora
¡¿QUÉ CARAJOS ACABA DE PASAR?!
Maldito Novoa, quiso ponerme a prueba con un caso, pero afortunadamente logré solucionar cada uno de los puntos del mismo, le cerré la boca y demostré que estoy en donde estoy por algo, me sentí orgullosa de mí misma. Algo que me tenía con un sentimiento agridulce fue escuchar que quería que trabajara en este piso, por palabras de otras personas sabía que el jefe era un dolor de muelas y no exigía algo más que la perfección, era sumamente exigente, pero era algo que entendía por completo.
Sería algo difícil lidiar con esa clase de presión constantemente, pero por otro lado, me motivaba un poco saber que lo vería todos los días, el hecho de que fuera un maldito dolor de cabeza y fuera arrogante y grosero no quitaba que pareciera un maldito modelo, era de los hombre más guapos que he visto en toda mi jodida existencia, no era ninguna santa y sabía apreciar la belleza de un hombre cuando la tenía enfrente, así que no me molestaría tener algo lindo que ver todos los días.
Algo me decía que estaba a punto de comenzar algo bueno, veremos qué es lo que la vida me tiene preparado...
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