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La Obsesión Del Mafioso (Imperio Lombardi—II)

Prólogo

Era un día perfecto para la pequeña Molly de piel blanca, ojos grandes y verdes, labios cereza carnosos, mejillas rosaditas y cuerpo hermoso; a pesar de tener 16 años se había desarrollado muy bien. Después de una semana de no ver a sus padres, hoy era el día que volvían a la ciudad, estaba muy emocionada y feliz.

Por la puerta del salón entró el director de la escuela con una triste mirada.

—Disculpe que lo interrumpa, necesito a la señorita Molly Connor— Dijo el hombre con voz errática, ¿cómo demonios le iba dar la noticia a la pequeña que en su rostro angelical siempre llevaba una dulce sonrisa?

—Molly, ve con el director— Permitió el profesor y ella asintió, se levantó de su lugar y caminó hasta la puerta, el director se ahogó con su propia saliva y sus nervios incrementaron, salieron por el pasillo en silencio hasta llegar a la oficina de él.

—Tome asiento señorita— Titubeo, sudaba frío y no sabía por dónde empezar.

— ¿Para qué me mandó a llamar señor?— Dijo Molly muy educada al ver que el hombre se había quedado en silencio.

— Verá.... se aclaró la garganta.... recibimos una llamada donde nos dieron la noticia que sus padres tuvieron un accidente.... hizo una pausa y la miro a los ojos.... y lamentablemente fallecieron— Ese fue el detonante de la chica que explotó en un desgarrador llanto, sus bellos ojos rojos y su labio inferior temblaba, su cuerpo se paralizó y cuando reaccionó ya se encontraba corriendo por los pasillos, a lo lejos el director la llamaba, no hizo caso a su llamado y salió de la escuela.

Afuera de la escuela llovía fuerte, el agua tampoco fue impedimento para seguir corriendo por las calles, soltó su cabello sintiendo que la cabeza le iba a explotar, toda su ropa estaba mojada. Se detuvo en una esquina, ya sus pies así se lo pidieron, se quedó estática allí parada, con la cabeza gacha y las lágrimas cayendo por sus mejillas, las cuáles se mezclaban con las gotas de lluvia.

Remi Lombardi, llegaba a la ciudad, se dirigía hacia el club privado, necesitaba desahogarse teniendo sexo con alguna de sus chicas, había cerrado un trato muy importante y le habían causado algunos problemas en su negocio. Estaba muy molesto, su ira era palpable, miró por la ventana cuando el auto se detuvo en un semáforo, de repente la vio; su cuerpo pequeño pero con curvas hermosas, en una falda negra a medio muslo y camisa blanca, las cuales estaban completamente empapadas por la lluvia, pasó saliva porque la boca se le hizo agua, se mordió el labio inferior cuando vio sus carnosos y rojos labios, su cabello rubio lo llamó a gritos, lo quería tocar ahí bajo la lluvia, quería poseer esa hermosa niña. De pronto se dio cuenta que era solo una niña, frunció el ceño y se maldijo cuando vio la erección que la pequeña, ajena a todo, le provocó.

—Lucas, quiero saber todo de esa niña— Señaló por la ventana y su amigo se ahogo con el humo del cigarrillo.

—¿Qué te pasa?, si es eso, una niña. ¿Acaso no la ves? lleva uniforme de escuela— echó un vistazo a Molly, y negó varias veces. Sí, le pareció muy linda, pero era una niña, pensó que siquiera pasaba de tener 15.

—Me importa una mierda, solo haz lo que te digo— Inquirió Remi de mal humor, ya bastante le dolía no poder tocarla

Lucas tomo una foto a Molly y se la envió al jefe de técnicos, para que cuando ellos llegarán tuvieran toda la información.

—Listo— Dijo derrotado y la miró de nuevo, es una niña pensó Lucas.

El auto arranco y Remi seguía alucinando con la pequeña, los días pasaban y cada vez que tenía sexo con otra mujer, la imaginaba a ella, con la falda y la blusa mojada dejando ver sus pechos que tenían un buen tamaño, sus labios los veía en todas partes. Solo tenía la foto que Lucas le había tomado y con eso era más que suficiente para aumentar su obsesión por ella, una obsesión que lo llevaría ha hacer cosas que jamás imaginó.

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I. Feliz Cumpleaños, Pequeña

Dos Años Después.

REMI

—Remi estás seguro lo que estás haciendo—Dijo Lucas, mi mano derecha y mejor amigo.

—Sí, llevó dos malditos años esperando por ella— Murmuré y niega con la cabeza.

—Eres un maldito enfermo—Dice y sale azotando la puerta.

Sí, puede que lo sea, pero desde el primer día que la vi no la puedo sacar de mi mente, su uniforme de escuela todo mojado por la lluvia, su cabello húmedo y las gotas de agua bajando por todo su rostro, sus labios rojos y carnosos, su cuerpo pequeño pero hermoso, su blusa blanca pegándose a sus pechos, que hasta el día de hoy muero por probar. ¡Maldita sea! ¿Qué tiene esa niña que me volvió loco? Y como el maldito degenerado que soy, mi mano se mueve sola recordando cada parte de su pequeño cuerpo.

—Mañana serás mía, pequeña—Gruño molesto, limpiando mi mano de mis propios fluidos. Acomodo mi pantalón y bebo un trago para calmar la ansiedad.

Salgo de la oficina y me adentro en el club, hoy tengo una reunión con mis padres, hablaremos de la nueva mercancía. Espero que mi madre no se vaya a enojar cuando le diga que los árabes cancelaron el trato, ya estoy bastante estresado con tanta mierda.

—Pequeño bastardo —Saluda apenas me ve, le doy un beso en la frente y me siento en mi lugar.

—Dime que esos malditos árabes no nos van a joder—Dice mi padre serio.

—Se los dije, tarde o temprano esos putos nos iban a traicionar—Reprocha de nuevo.

—Les recuerdo que este es mi territorio y aquí el que manda soy yo—Dije apretando los dientes, me voltearon a ver y mi madre sonrió.

—Qué cabrón es tu hijo Maximiliano, así nos paga todo lo que le enseñamos— Recriminó viéndome con la mirada dura y fría.

—Mamá, ya mandé a investigar, dentro de poco sabré quién es el soplón y cuando lo tenga en mis manos se va arrepentir de habernos traicionado—Digo rechinando los dientes.

—Cambiando de tema, todavía sigues con la estúpida idea de joderle la vida a esa chiquilla— Habló mi padre con el ceño fruncido.

—Remi Lombardi, le llegas hacer daño a esa pequeña y te olvidas que tienes madre y créeme que no te gustará de lo que soy capaz— Amenazó y desafió con la mirada.

—Es mi problema, ya les dije no se metan en mis asuntos, ¿Algo más que quieran decirme? — Dije molesto, ya me tienen harto con el mismo tema. Emily se enteró de Molly al encontrar la foto en mi cajón. Desde ese día no han parado de joderme.

—Haz las cosas bien y no la cagues como tu papá —Dijo mi hermosa madre

—Tengo mucho que hacer —Dije, nos despedimos y salí en mi auto con Lucas.

Como todas las noches, desde aquel día; voy hasta la pequeña cafetería donde su abuela trabaja y ella le ayuda.

Es tan hermosa no me canso de verla y es donde me repito en mi mente ¿Qué tiene de malo desear a una mujer? para mí nada y tan solo de verla con esos pantalones cortos y blusa ajustada, ya tengo una erección de los mil demonios. Cierro los ojos mientras fumo del cigarrillo.

—Feliz cumpleaños, pequeña — Murmuro y Lucas me ve de reojo por el retrovisor.

—¿Por qué solo no le hablas?— Sugiere con un suspiro cansado.

—Que le digo, que la llevo a cine y a salir a pasear por el parque agarrados de la mano— Ironizó, qué gran mierda es todo esto.

—No me imagino a la bestia haciendo esas cosas— Se burla y subo el vidrio que separa el asiento de atrás con el de adelante. Enfoco la vista de nuevo en mi dulce y pequeña Molly.

MOLLY

Por fin cumplí mis 18 años, ahora si puedo buscar un buen trabajo para ayudar a mi abuela, no quiero que el resto de su vida termine en este lugar. Desde hace dos años solo estamos las dos, un horrible día de lluvia mis padres murieron en un accidente, estaba en la escuela y cuando me enteré salí corriendo de ahí, no quería saber de nadie en ese momento. La vida se volvió más complicada, mi abuela enfermó y la cafetería fue a la quiebra, así que no tuve de a otra que salirme de estudiar y desde ese día, le ayudo en todo.

Algunos no merecemos la vida que nos tocó pero así es la vida y hay que afrontarla.

—Mi niña hermosa, feliz cumpleaños— Dice mi tierna abuela dándome un gran beso y abrazó que gustosa le devuelvo.

—Gracias abuela, te amo — Le doy otro beso y me aferra a su cuerpo. Mis lágrimas salen, cada día recuerdo a mis padres, eran los mejores, cariñosos y comprensivos.

—No llores pequeña, ellos te ven desde arriba y estoy segura que están muy orgullosos de ti —Me anima mientras me acaricia el cabello

—Pequeña Molly, Feliz cumpleaños— Dice con una enorme sonrisa Aaron, mi mejor amigo y mi amor secreto de hace muchos años, pero tiene novia y bueno, me conformo con ser su amiga.

—Gracias, amigo— Le doy un abrazo.

—Vamos chicas, las llevaré a casa... hace una pausa.... no les parece extraño ese auto— Volteó a ver y sí, hay un auto estacionado al otro lado de la calle, es negro y lujoso, siento una mirada penetrante al otro lado de la ventanilla, mi curiosidad se apodera de mis pies y ya me encuentro caminando hacia él. Al llegar doy pequeños golpes en la ventana del conductor y esta baja lentamente, un hombre de unos treinta bastante atractivo, sonríe.

—Se le ofrece algo señorita—Inquirió y negué con la cabeza.

—No señor, solo pensé que quería algo de la cafetería— Mentí y sonrió de lado.

—Vámonos Lucas— Una profunda y gruesa voz, vino del asiento trasero, traté de mirar el asiento trasero, pero no se podía ver absolutamente nada.

—Hasta pronto— Dice el señor y enciende el auto, me quedo parada mientras el vehículo lujoso se aleja.

Al recordar esa profunda voz, toda mi piel se eriza al instante. Qué extraño, me digo a mí misma, entrando de nuevo en la cafetería, ¿Quién era ese hombre? y...¿qué es lo que quería?

II. Secuestrada

Molly

Me levanto muy temprano para ayudarle a mi abuela a hacer el desayuno y el aseo en la casa, pongo algo música mientras barro y no puedo evitar mover las caderas un poco, me gusta bailar, así sea con un palo de escoba, ¿qué tiene de malo todos lo hacen, no? Sigo con mis deberes hasta que mi abuela baja ya lista para ir a la cafetería. Ella es muy hermosa, me la imagino de joven y debió ser la mujer más bella, tiene ojos azules y no tantas arrugas, su piel es blanca y sus cabellos son tan blancos como la nieve. Es lo más importante de mi vida y lo único que tengo.

—Buenos días, abu— Saludo y me da una sonrisa

—Buenos días pequeña, iremos más temprano a la cafetería, hay que recibir un pedido— Dice y se sienta a desayunar.

—Listo jefa, ya mismo me arreglo — Subí por las escaleras a darme una ducha, el agua bajo por todo mi cuerpo y esa profunda voz tan varonil se caló en mi mente, sacudo la cabeza, ¿Qué hago pensando en una voz jodídamente cautivadora? Suspiro y termino de bañarme.

Al llegar a la cafetería, recibimos el pedido de harina y huevos, me quedé en la parte de atrás casi todo el día acomodando y limpiando la bodega, ya faltaba poco para cerrar y tocaba primero asear la parte de afuera.

— Yo lo hago, tu descansa— Le arrebate la escoba a la abuela, y me puse a recoger mesas y sillas para dejar todo impecable, tal como me gusta.

—Iré a botar la basura— Dije mientras la abuela atendía un señor que nunca había visto, salí por la parte de atrás, la piel se me erizo por el viento frío que golpeó mi cara.

—Hola, pequeña Molly— Dijo detrás mío esa potente voz. Di un salto y mis piernas se convirtieron en gelatina, giré lentamente encontrándome con unos bellos y fríos ojos grises sin emoción alguna, su cabello castaño caía en su frente y Dios, que hombre tan guapo, su mandíbula perfectamente delineada y labios carnosos, mi corazón se agitó muy deprisa cuando se acercó más a mí, retrocedí unos pasos hasta chocar con la pared y ahí aprovechó para acorralarme.

—Quítate— Mi voz salió en un susurro lleno de miedo. Sonrió de lado y alzó la mano, cerré los ojos cuando sus dedos fríos tocaron mi mejilla.

—Tu piel es mucho más suave de lo que imaginé— Dijo y trague grueso. ¿Qué dijo,? Que se imaginó? ¿Me está siguiendo? Dios, este hombre me va hacer daño, fue lo único que se me vino en mente. Se pegó a mi cuerpo y su loción tan varonil me descontroló todos mis sentidos, su aliento chocó en mi cuello y suavemente su nariz rozó mi piel.

—No me haga daño—Suplique en un hilo de voz.

—No lo haré, pequeña—Susurró en mi oído con voz ronca, me dio un beso húmedo en el cuello y dejé de respirar.

—Por favor— Tartamudee y me vio a los ojos lleno de lujuria, relamió sus labios, y no pude pensar claramente cuando se adueñó de los míos, su lengua se abrió pasó por mi boca, salvajemente me besó mientras sus manos recorrían mi cuerpo, trate de empujarlo con mis pequeñas manos temblando, obviamente fue en vano porque es tres veces más grande que yo.

—Mmm... Dulce... deliciosa—Dijo entre jadeos sobre mi boca, sentí su bulto duro en mi vientre bajo, me volvió a besar con más ímpetu. Apoyé mis manos en su pecho para no caer, su boca experimentada bailo en la mía con desespero, como si lo hubiera deseado por mucho, me soltó hasta que vio que necesitaba aire, mi pecho subía y bajaba rápidamente al igual que el suyo. Sus manos empezaron a masajear mis senos mientras muerde su labio inferior.

—Por favor, no me haga daño — gimo y suplico al tiempo, me suelta lentamente, me da otro beso en los labios, se apartó y se acomodó el cuello de la camisa.

No dijo más nada, dio media vuelta y se marchó. Solté todo el aire que había retenido y toque mi pecho, el corazón se quería salir de él.

¿Qué acaba de pasar? ¿Quién es ese hombre? Tomé aire varias veces antes de volver a entrar a la cafetería.

Abrí la puerta, aún estando en shock. No alcance a dar dos pasos cuando siento una gran mano tapar mi boca y con la otra me agarra de la cintura, haciéndome caminar de espaldas con él. Un fuerte olor inundó mi nariz, de a poco empecé a cerrar los ojos y en lo único que pensé fue en que sería mi fin.

Abrí los ojos lentamente y mi cabeza daba vueltas, me incorporé de a poco en la cama. Fruncí el ceño, no estoy en mi habitación, esta es muy grande y lujosa, me levanto como puedo y camino hasta la puerta, giré el mango para abrirla pero esta no abre.

—¡¡Hay alguien, abran la puerta!! Grité mientras la golpeaba con la mano.

Silencio... nadie contestó.

Camino por toda la habitación, buscando algo con que abrirla o alguna ventaja para poder escapar, pero no hay nada. Mi corazón se agita al pensar que estoy en un callejón sin salida. ¿Quién podría hacerme daño a mí? Siquiera tengo dinero como para que sea por ello.

—Estoy secuestrada— Mis lágrimas salen y me dejó caer al suelo, pongo mis piernas a la altura de mi pecho y hundo la cabeza en ellas. Lloro desconsoladamente, pensando en mi abuela y mis padres.

¿Quién estará detrás de todo esto? ¿Por qué deben pasar estas cosas?

La puertas se abren de golpe haciendo que de un brinco, al levantar la cabeza me doy cuenta que es ese hombre del callejón, está rojo de rabia, sus venas se brotan en su cuello.

Sus ojos... sus ojos son como el de una bestia hambrienta y sin pudor, me quedo quieta mientras entra a pasos grandes hasta cogerme por el brazo y levantarme con una brutal fuerza.

—¡Hijos de puta!! Masculle y tensa la mandíbula, mis lágrimas no paran de salir.

Él fue quien me besó hace poco y después me secuestra, ¿Qué pretende? Chillo de dolor, su agarre en mi brazo es fuerte, hasta siento que mis huesos se están quebrando bajo sus manos.

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