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No Dejaré Que Vuelvas Ahí.

00.

Hoy mi padre dijo que vendrían dos invitados a casa, por ellos me encontraba arreglado y peinado, sin un balón en los pies.
Estaba viendo las jugadas de Iniesta por la televisión, cuando él timbre de casa sonó, indicando que aquellos invitados habían llegado.
Rosy.
Rosy.
¡Pedri! ¿Puedes abrir, cariño?
Pedri.
Pedri.
Ya voy mami.
Al abrir me encontré con tres personas, una de ellas venía en brazos de una mujer.
Hombre: Hola Pedri.
Pedri.
Pedri.
Hola.
Salude y le abrí por completo la puerta.
Mi madre llegó a mí lado y me presentó persona por persona.
Rosy.
Rosy.
Ella es Belén, él es Pablo y él es Pablito.
Yo solo miraba al bebé, debía tener un año.
Belén bajo al pequeño y él se tambaleó un poco pero dio unos cuantos pasos hacia mi.
Yo con mis pequeños brazos abracé su pequeño cuerpo.
Entre mis brazos abrió su pequeña boca y me dió un "beso" en mi mejilla, dejándola con saliva.
Yo reí al sentir la zona mojada.
Su madre lo veía muy sorprendida.
Belén: Sus... sus primeros pasos.
Yo solo acaricie el pelo de Pablo, un pelo castaño y con pequeños rulos.
Pasaron toda la tarde-noche allí. Se quedaron a dormir al de invitados.
Al día siguiente irían a la playa.
Algo que tenía muy emocionado a Pedri, quería ir a la playa con Pablo.
A las 7:29 ya estaban todos de pie en la casa, menos Pedri y Pablo, quienes eran los más pequeños.
La familia Páez y González eran muy unidas, desde que nació Fernando eran unidas.
Pedri despertó en su cama junto a Pablo.
Acarició el pelo del pequeño, estuvo así mucho tiempo. Hasta que el pequeño comenzó a moverse.
Al ver a Pedri a su lado sonrío y comenzó a patalear.
Belén: Nos vamos.
Cargaron a los pequeños y bajaron las escaleras, al ser separados, Pablo comenzó a llorar a mares.
El papá de Pablo rió al ver cómo lloraba su hijo por estar cerca del otro chico.
Por ello, ambos pequeños se fueron con los hombres y ambas mujeres se fueron con Fernando, el cual estaba encantado.
En la playa se acomodaron y dejaron a Pedri junto a Pablo jugando en la arena.
Pedri pidió algo para poder tomar una foto a Pablo.
Luego siguió jugando con el pequeño, así hasta que se hizo de noche.
Cuando el sol se escondió por completo era hora de cada quien irse a su casa.
Pedri al llegar a casa pidió ayuda a su mamá para poder imprimir la foto que le había tomado a Pablo y poder ponerla en su escritorio.
La madre ayudó a su hijo con una sonrisa.
En cambio Pablo solo lloraba por no poder estar cerca del chico.
Camino a casa de los Páez, un borracho se cruzó por su camino generando un choque. Donde ambos padres fallecieron y dejaron a un bebé solo.

001.

Mi nombre es Pablo, aunque aqui me llaman de otras maneras.
Tengo dos años, pero dicen que tengo mente de uno de quince y eso está bien.
Eso yo no lo sé, pues nunca salgo de esas cuatro paredes.
Pero es lo que dice Scott.
A veces entran personas, mujeres más que hombres, pero siempre se van, ni un Hola o adiós.
Hoy no tendría visitas, por lo que dijo Scott...
Entonces al no tener visitas, me tape con mi sábana delgada hasta los hombros.
Fuera llovía a mares, y de vez en cuando sonaba uno que otro trueno...
X: ¡Abre la maldita puerta, Scott!
Una voz fuerte sonó fuera de mí habitación.
Scott: ¡Que no abriré!
X: Agarrenlo.
Dos toques se escucharon en mi puerta.
Destape mi pequeño cuerpo y agarre a Pepi, un peluche que me había encontrado.
X: Pequeño... ¿Puedes abrir?
Yo caminé lento y apretando a Pepi a la puerta.
X: No te haré daño, lo prometo.
Abrí lentamente y vi a un hombre arrodillado junto a unos ¿policías?
Bueno así les decía Scott.
X: Hola pequeño.
Gavi.
Gavi.
Hola.
Dije mirando a mí alrededor, hace un año que no veía fuera de esas cuatro paredes.
El señor estiró un poco su mano.
Yo puse mi pequeña mano encima de la suya.
X: Sígueme, ¿vale? Sin miedo.
El tiraba suave de mi mano y los policías abrieron paso y se pusieron detrás mío.
Yo caminaba de la mano del hombre y con Pepi a mi lado.
Gire mi cabeza y por entre los policías vi como otros dos policías sacaban mis cosas de la habitación, en realidad no eran muchas.
Llegamos fuera y vi un carro de policías, esos pasaban muy seguido por mi ventana, pero solo veía las luces, ya que era muy alta, solo una vez los vi, porque mi cama estaba debajo de ella y veía para fuera, hasta que una mujer la cambió y no pude ver más para fuera.
Abrieron la puerta y el señor me subió al asiento que está al lado del volante.
X: ¿Tienes hambre?
Yo negué.
Ayer me dieron de comer, hoy no puedo comer, según Scott para poder ser un chico fuerte.
X: ¿Seguro?
Mi estómago hizo un sonido, siempre lo hace.
Yo asentí.
X: Vale...
Luego de unos pocos minutos él le estaba hablando a una máquina.
X: Dame una cajita feliz, con nuggets.
Maquina: ¿Algo más?
X: ¿Puedes darme un agua? Nada más.
Maquina: Claro, pase a la ventanilla.
Él se despidió y fue a una ventana.
Pasó una tarjeta por una maquinita que emitía un pequeño ruido y avanzó nuevamente.
Cuando le dieron una bolsas, las dejó en el asiento de atrás y un aparato comenzó a sonar.
Rosy.
Rosy.
Amor, ¿ya vienes? Pedri ya llegó de su entrenamiento.
Fernando.
Fernando.
Ya voy en camino, voy junto a Pablito.
Rosy.
Rosy.
¿Pudiste?
Fernando.
Fernando.
Si, viene a mi lado, con su peluche.
Rosy.
Rosy.
Luego hablamos amor, gracias a Dios que Pablo esté contigo.
La llamada se cortó luego de que él hombre dijera adiós.
Fernando.
Fernando.
Pablo.
Yo gire mi cabeza para mirarle.
Fernando.
Fernando.
¿Te gustaría tener un amigo?
Un amigo.
¡Sabría lo que es un amigo!
Yo asentí rápidamente.
Con una mano él me despeina.
Fernando.
Fernando.
Se llama Pedro, pero le gustará que le digas Pedri. También está Fernando, pero le decimos Fer. Yo me llamo Fernando, igual que mi hijo.
Yo asentí y apreté a Pepi en mis brazos.
Fernando.
Fernando.
¿Como se llama tu peluchito?
Gavi.
Gavi.
Pepi...
Fernando.
Fernando.
Pepi le dice Fer a Pedri.
Yo estiré mi cuello para poder ver para fuera, ya que solo veía el cielo.
Fernando.
Fernando.
Luego si quieres vamos a Barcelona, pero nos están esperando en casa. Nosotros cuidaremos de ti, por siempre y para siempre.
Yo sonreí, algo dentro de mí me decía que ellos me harían feliz, pero había que tener cuidado.
De pasar a ver solo cielo ahora veía techos de casa gigantes.
Poco a poco la velocidad fue bajando, hasta que entramos a una parte y el auto se paró.
Él se bajó y dio la vuelta al auto y me abrió la puerta y me cargó.
Abrió una puerta y se vi una habitación muy grande.
Fernando.
Fernando.
Esta es la sala, aquí podrás jugar con Pedri y Fer.
Pedri.
Pedri.
¡Papá!
Fernando.
Fernando.
Bona tarda, Pedri.
Pedri.
Pedri.
Hola pequeño.
Yo lo saludé con mi manita.
Pedri.
Pedri.
¡Bajale papá, quiero mostrarles mis camisetas!
El hombre me bajó y me puse de cuclillas a mi lado, mientras su grande brazo rodeaba mi cuerpo.
Pedri.
Pedri.
¡Ven Pablo, te daré una camiseta!
Fernando.
Fernando.
Pedri, calmate, es la primera vez que está con otros niños, nosotros hablamos, tratale con cuidado.
Pedri se calmo e intento tomar mi mano.
Yo le di mi mano y tiro de ella suave.
Comenzó a caminar a un sofá, donde habían camisetas y una televisión donde estaba reproduciéndose algo.
Pedri.
Pedri.
Mira, está tiene mi nombre y está el de Iniesta, ¿sabes quién es Iniesta?
Yo negué despacio.
Él se giró en dirección a la televisión y buscó a alguien con la mirada.
Pedri.
Pedri.
Es el, ¿ves?
Habló cuando un cuerpo en grande apareció en esa televisión gigante.
Pedri.
Pedri.
¿Quieres una?
Yo asenti.
Pedri.
Pedri.
¿Cual.
Yo apunté a la que tenía su nombre.
Pedri.
Pedri.
¿Esa! Tiene mi nombre, pero podemos pedirle a mi padre que ponga el tuyo.
Yo negué, mi nombre no me gustaba.
Gavi.
Gavi.
Tú nombre.
Pedri.
Pedri.
Vale, si te gusta así.
El me puso la camisa.
Me llegaba a las rodillas al ser tan pequeño.
X: ¡Pedri, a comer!
Pedri.
Pedri.
Ven, vamos a comer.
Dijo él caminando hacia otra habitación.
Lo seguí detrás junto a Pepi.
Él se sentó en unas sillas altas.
Yo me quedé al lado de una silla.
Pedri.
Pedri.
Sube, Pablo.
Dijo golpeando suave la silla a su lado.
Rosy.
Rosy.
Es muy pequeño, Pedri.
Pedri.
Pedri.
Mamá, ¿podemos salir?
Rosy.
Rosy.
Pedri, fuera está lloviendo, os vais a mojar, hijo.
Gavi.
Gavi.
¿Porque tienes el pelo mojado?
Pedri.
Pedri.
La lluvia de fuera me lo ha mojado...
Gavi.
Gavi.
¿Mal?
Pedri.
Pedri.
No, no me hace mal.
OMNISCIENTE:
Pedri abrió la caja feliz y vio el juguete que venía dentro.
Pedri.
Pedri.
¡Mira Pablo! Es un perrito.
El mayor mostró el paquete donde venía.
El más pequeño sonreía mientras asintia.
Pedri.
Pedri.
Te lo regalo.
Dijo para estirarse y dejarlo delante del más pequeño.
El menor negó mientras lo movía más cerca del canario.
Gavi.
Gavi.
Es tuyo.
Pedri.
Pedri.
Yo ya tengo uno, le puse Nilo.
Al menor no le quedo de otra que aceptar aquel juguete.
Intento abrirlo con sus pequeñas manos, mientras él mayor lo veía atentamente y comía patatas.
Pedri al ver que él menor apretaba sus dientes al no tener la suficiente fuerza, dejó su patata en la mesa y estiró la mano, no sin antes limpiarse.
Pedri.
Pedri.
Dame, parece que no puedes abrirlo.
El menor asustado se lo entrego lento.
Al menor le traía ciertos recuerdos.
En en un momento a otro él mayor me arrebato el coso y lo abrió, sacó lo de dentro y me lo mostró.
Pedri.
Pedri.
Eres tan inútil.
Luego lo tiro al piso y salió.
Ese día no comí.
Gavi.
Gavi.
¡Lo siento!
El mayor lo vio preocupado y sin entender.
La mamá del canario llegó a la cocina.
Rosy.
Rosy.
¿Que hiciste, Pedri?
Pedri.
Pedri.
No quise asustarlo, lo siento mamá no quise, solo le quería ayudar a abrir el juguete, lo siento mamá.
Rosy.
Rosy.
Tranquilo, ve a tu habitación.
El mayor se fue cabizbajo a su habitación.
Rosy.
Rosy.
¿Que pasó, Pablito?
Preguntó la mujer acariciando el pelo un poco ondulado del menor.
El pelo al estar tan largo formaba pequeñas ondas y los dedos de la mujer se enredaban en ellos.
El menor veía como el canario subía lento las escaleras.
Gavi.
Gavi.
Pedri...
Rosy.
Rosy.
¿Quieres a Pedri?
El pequeño asintió sin mirar a la mujer.
El pequeño cuerpo del canario ya había entrado a la habitación.
La mujer separó el pequeño cuerpo de su grande cuerpo y lo sentó en la isla.
La mujer peinó el pelo revoltoso del menor y lo paró en la isla.
Le dobló la camiseta que llevaba puesta y le subió los pantalones.
El menor tenía ganas de hacer pis.
La mujer comenzó a desabrochar los pequeños zapatos, que estaban rotos y le quedaban apretados a Pablo.
Pablo comenzó a ponerse inquieto y a tocar sus genitales.
Rosy.
Rosy.
¿Quieres ir al baño?
El menor asintió.
La mayor tomó el cuerpo del pequeño y lo llevó al baño más cercano.
Rosy.
Rosy.
Venga, ¿te ayudo?
El pequeño asintió, siempre que iba a hacer pis no podía bajar sus pantalones por la desesperación y terminaba haciéndose encima.
La mujer bajo los pantalones y se dio cuenta que el ojimarron no tenía calzoncillos.
Ignoro el hecho, mañana si amanecía mejor irían a comprarle ropa al menor.
Gavi.
Gavi.
Pedri...
Rosy.
Rosy.
Nos lavamos las manos y vas donde Pedri.
Lo dejaría ir a ver a Pedri y antes de dormir bañarlo.
Para saber de donde venía, Pablo había agarrado rápido confianza, gracias a las personas que lo salvaron.
La mujer lavó y secó las pequeñas manos del niño y lo bajó. El pequeño se encontraba descalzo subiendo las escaleras.
Por otro lado Pedri se encerró en su habitación, se sentía culpable por hacer sentir así a Pablo.
Él no quería hacerlo sentir así, solo quería ayudarlo
Se tiró sobre su cama y hundió su cabeza en la primera almohada que encontró.
Dejó salir pequeñas lágrimas, mojando la funda de la suave cómoda almohada.
Llevaba varios minutos llorando y parándose solo para sonarse la nariz y volver a hundir la cara en la almohada.
Unos pequeños golpes se escucharon en la puerta cerrada.
Gavi.
Gavi.
Pedri. Quiero verte, Pepi.
El pequeño Pablo se puso de puntillas y con su mano estirada llegó la manilla y la giró para poder abrir la puerta.
Por un pequeño espacio metió a su peluche, Pepi.
Gavi.
Gavi.
Puedes abrazarlo, eso hacía yo cuando me gritaban. Lo siento.
Pedri se sentó en la cama viendo el peluche a un lado de la puerta.
Se iba a levantar pero Pablo había cerrado la puerta.
Gavi.
Gavi.
Esperaré aquí fuera hasta que salgas, quiero decirte lo siento y si me dejas darte un abrazo.
Dijo el menor y se sentó a un lado de la puerta.
El mayor agarró el peluche y lo llevó a su cama.
Quería abrir la puerta y decirle a Pablo que no importaba que él le gritara.
Pero se sintió culpable hacerlo casi llorar, le prometió a su padre y madre que no lo haría, que solo lo haría reír.
El quería cumplir eso, no porque se lo prometió, porque quiere, ama a Pablo.
Su familia llevaba dos semanas hablando de él, diciendo de dónde venía y cómo sufría en ese prostíbulo.
Él no sabía lo que era, pero le preguntó a sus padres y le explicaron.
Eso ama el canario de su familia, ningún tema se evita, es bueno explicar cosas.
Él sabía que Pablo sufría maltrato, maltrato que lo hacía llorar y él no quería eso para Pablo.
Él quería verlo reír, crecer junto a él, comer helado juntos, jugar fútbol juntos, hacer todo juntos o ver a Pablo triunfar o simplemente que sonría y le diga que lo quiere.
La mujer subió para ir a la habitación de su hijo y darle las buenas noches.
Al llegar se encontró con un Pablo sentado cabeceando.
Rosy.
Rosy.
Pablo, pequeño, ¿qué haces ahí?
Gavi.
Gavi.
Estoy esperando a Pepi.
Rosy.
Rosy.
Ven, dejemos que descanse.
La mujer cargó al pequeño y lo llevó al baño.
El agua salió con un color café.
La mujer miraba con pena al pequeño que jugaba con unos patitos de hule de Pedri.
Agarró el champú de Nenuco y lo puso en el pelo del bebé.
El bebé al sentir esa sensación puso sus pequeñas manos en su cabeza.
Rosy.
Rosy.
Es para que quede más lindo tu pelito.
El pequeño sonrió y salpicó agua.
Luego agarró el jabón líquido de Nenuco y lo esparció por el pequeño cuerpo.
Luego quito todos los productos y lo sacó de la bañera.
Lo seco y agarró la colonia del mismo Pack y lo esparció por su cuello y hombros.
El labio del pequeño tiritaba a causa del frío.
Rosy.
Rosy.
Iré donde Pedri a ver si tienen ropa pequeña.
Dijo bajándolo del mármol del lavamanos.
El menor corrió detrás de la mujer.
Gavi.
Gavi.
Quiero ir.
El menor caminaba descalzo envuelto en la toalla color café al lado de la mujer Canaria.
La mujer tocó dos veces y se escuchó un 'adelante' de parte del chico.
Rosy pasó y detrás de ella Pablo tímidamente.
Rosy.
Rosy.
Te sacaré un poco de ropa, es para Pablo.
Pedri se sentó con el peluche en sus piernas y su mirada fue al pequeño.
Agarró el control del aire y lo puso en tibio al ver como tiritaba el pequeño.
Agradecía que el piso era radiante y se encontraba tibio, ya que el pequeño estaba descalzo.
Su padre sacó una camiseta azul baby y un chándal gris.
Rosy.
Rosy.
Gracias Pedri. Vamos Pablito.
Volvio a decir poniendo su gran mano en la pequeña cabeza de Pablo.
Pedri.
Pedri.
Mamá, cámbiale aquí.
Rosy.
Rosy.
Luego lo dormiré, Pedri.
Gavi.
Gavi.
Mamá, mi habitación está tibia, afuera no está temperado.
Pedri bajo de la cama y cargó el pequeño y flaco cuerpo de Pablo.
Aunque se llevaran por 4 años, pensó que no lo podría cargar, pero el menor era muy flaco.
Lo sentó en el borde de la cama y con la capucha de la toalla secó su pelo.
Su madre siempre lo hacía así y él quería hacerlo con Pablo.
La mujer veía con los ojos brillantes a ambos niños.
Pedro con ayuda de su madre terminó de vestir a Pablo y fue al baño de su habitación.
Rosy.
Rosy.
Estás lindísimo Pablo. Venga, vamos a dormir.
La mujer iba a cargar al pequeño para poder hacerlo dormir cuando el canario grita.
Pedri.
Pedri.
¡No!
Sale corriendo desde el baño.
Pedri.
Pedri.
Tengo que secarle el pelo.
Una vez el pequeño con su pelo seco Pedri se ofreció llevarlo a la cama.
Rosy.
Rosy.
Pedri, cariño, ve a dormir, yo me encargo de él.
Pedri.
Pedri.
Pero yo quiero hacerlo mami...
Rosy.
Rosy.
Solo por hoy.
Pedri.
Pedri.
Solo por hoy.

002.

OMNISCIENTE:
A las seis en punto la familia Canaria estaba en pie por la casa.
Hoy los hermanos González volvían a sus clases.
El menor de los canarios bañándose.
El mayor de los hermanos alistando su mochila.
La mujer haciendo desayuno y un biberón.
Y el hombre de la casa arreglando su traje para irse a la oficina.
El bebé de la casa se encontraba dormido en su nueva habitación junto con su peluche.
Pedri al salir del baño se vistió con un pantalón gris chandal, una camiseta blanca básica y en los pies unas Nike blancas con superficie celeste.
Agarró la mochila que había alistado la noche anterior.
Antes de bajar fue a la habitación de Pablo a ver si seguía dormido.
Abrió un poco la puerta al ver al menor dormido abrazando su peluche bajo tranquilo.
Dejó su mochila al lado de la puerta y fue la cocina.
Donde se encontró a su hermano Fer y a su madre Rosy.
Rosy.
Rosy.
Buenos días, cariño.
Pedri.
Pedri.
Buenos días mami. Buenos días Fer.
Fer.
Fer.
Buenos días, hermanito.
PEDRI:
Nos andamos a desayunar y hablar de diversos temas.
Una vez terminamos de desayunar ayudamos a mi madre a lavar todo lo ensuciado.
Estábamos por salir, dándole el último beso a mi madre cuando un pequeño cuerpo baja las escaleras.
Bajaba lento y adormilado, con su pequeño puño en su ojito.
Gavi.
Gavi.
¿Pepi?
Dijo parando en el último escalón para llegar al piso.
Pedri.
Pedri.
Buenos días, bebé.
Él sonrió adormilado, agarrado de la baranda bajo el mismo escalón con dificultad y 'corrió' hacia mí.
Yo agarre el pequeño cuerpo y él me abrazó por el cuello.
Dejé un beso en su mejilla y lo bajé.
Gavi.
Gavi.
¿Donde vas?
Pedri.
Pedri.
Voy a la escuela.
Gavi.
Gavi.
¿Ecula?
Pedri.
Pedri.
Escuela, bebé.
Gavi.
Gavi.
¿Te vas?
Yo negué.
Pedri.
Pedri.
Volveré por la tarde.
Hizo un pequeño puchero mientras sus ojitos comenzaban a acumular lágrimas.
Fer.
Fer.
No llores Pablo, yo lo cuido y lo traigo a casa.
El pequeño lloró y mi madre lo cargó.
Rosy.
Rosy.
Ya se tienen que ir, el autobús está por pasar.
Yo veía como Pablo lloraba más fuerte e intentaba escapar de los brazos de mi madre.
Yo salí preocupado por como había quedado llorando.
Fer.
Fer.
Tranquilo, Pepi.
Dijo mi hermano al verlo callado y cabizbajo que estaba.
Pedri.
Pedri.
Se ha quedado llorando.
Dije recordando los gritos cuando la puerta fue cerrada.
Fer.
Fer.
Pero mamá ya lo calmará, tranquilo.
ROSY:
Rosy.
Rosy.
Venga Pablito, no llores.
Hablé mientras lo acurrucaba y paseaba por la casa.
Gavi.
Gavi.
Pepi.
Repetía ahogado.
Rosy.
Rosy.
Ya vendrá por la tarde, a Pedri no le gustará verte así...
Trato de respirar bien secando las lágrimas con su pequeña mano.
Fui a la cocina con él entre los brazos y calenté el biberón.
Estaba dándole el biberón cuando volvió a hacer puchero.
Se sacó el biberón de la boca y lloró.
Gavi.
Gavi.
¡Pepi!
Lo entendía perfectamente, Pedri era su lugar seguro, se dieron cuenta de ello hace dos días, donde Pablo se despertó en la noche y fue a la habitación del canario llorando por el miedo, pidiendo que el canario menor lo abrazara y alejara a los monstruos.
El niño seguía llorando y yo subí a la habitación de Pedri.
En ella busque alguna camiseta con su perfume.
Encontré una del Barça con su nombre detrás y la puse en mi hombro, donde puse la cabeza del pequeño.
Se calmó cuando se hundió el olor de aquella prenda y fue cerrando los ojos poco a poco.
...
OMNISCIENTE:
El pequeño Pablo durmió casi una hora, durante esa hora Rosy no se despegó de él.
Pablo al despertar sintió el aroma de su Pedri y vio a la mamá del canario.
Sonrió y llevó la mano al collar de la mujer.
Rosy.
Rosy.
Hola pequeño.
Gavi.
Gavi.
Hola.
El pequeño agarró la camiseta y la apegó a él.
Rosy.
Rosy.
Vamos a la cocina a hacer nuestro almuerzo.
El pequeños asintió y fue cargado por la mujer sin soltar la camiseta.
Se olvidó totalmente de Pedri mientras cocinaban.
Luego de comer irían al centro comercial, ya que los últimos cuatro días no habían podido.
Hoy el pequeño comería huevo con jamón, zanahoria y de postre un yogur, no podía comer mucho de golpe, ya que hace poco salió de esa rutina de comer un día de por medio.
Rosy.
Rosy.
Huevo.
Gavi.
Gavi.
Puevo.
Ciertas palabras el pequeño no las sabía.
Rosy.
Rosy.
Jamón.
Gavi.
Gavi.
Namón.
La mujer río y puso el plato frente a él.
Aún no tenían trona.
En realidad no tenían nada, de primeras ni vivían ahí.
Solo estarían un mes allí, que era por si al pequeño Pablo no lograban rescatarlo de ahí.
Pero se lo tomarían como unas vacaciones.
Aunque los niños fueron trasladados de la escuela de Canarias a la escuela de Barcelona al volver seguirían con las clases normal en Canarias.
Carlos se comió todo y ahora se encontraba tomando juguito de naranja.
Rosy.
Rosy.
Vamos a la habitación de Pedri a cambiarte.
Gavi.
Gavi.
¡Pepi!
Grito e intentó bajar de la silla.
Ambos subieron la escalera tomados de la mano al ritmo del más pequeño.
Al llegar abrieron la puerta encontrándose con la cama estirada y todo ordenado.
Gavi.
Gavi.
¿Pepi?
La mujer no dijo nada y entró buscando un suéter para el pequeño.
El bebe entró con la mirada confundida.
El pequeño miraba a todos lados.
Gavi.
Gavi.
¿Pepi? ¿Donde tas?
La mujer intentaba sacar la ropa rápida.
Gavi.
Gavi.
Pepi.
Dijo poniéndose a llorar.
Rosy.
Rosy.
Pedri esta en la escuela, ya vendrá por ti.
El pequeño seguía llorando mientras Rosy lo vestía.
Lo cargó y lo llevó al coche.
Una vez en el centro comercial compraron una carriola, una silla para ponerla en el auto, ropa, zapatillas y unos juguetes que le llamaron la atención, entre otras cosas.
También tuvieron que comprarle pañales, ya que se hace pis sin darse cuenta.
Cuando ya tenían todo pagado, fueron al baño para poder vestir al pequeño y ponerle un pañal.
Gavi.
Gavi.
Tete.
La mujer rompió el empaque y le dio el chupete color azul baby.
La mujer le puso perfume al bebé y salieron.
Ya en el auto le tomó una foto y se la mandó a su esposo para saber que está bien.

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