¿Cómo sucedió?, es un misterio. Lo que sí es seguro es que Sofía Morin asesinó a sus padres.
El salvajismo con el que lo hizo conmocionó a todo el pueblo.
Toda la gente le puso por mote la parricida sin alma y sin corazón.
La condenaron con 30 años de prisión, aunque los jueces hubieran querido darle cadena perpetua, ya que lo que hizo fue una masacre.
Ellos pidieron la pena máxima, pero por lo pronto con 30 años era suficiente.
La acusada no demostró emoción alguna al oír la sentencia, su propia sentencia.
Todo el que la veía sentía una especie de asco. Era una mujer exageradamente gorda, el cabello rubio, se veía cenizo y graso. Tenía unas manchas negras en las axilas, toda ella se veía ridículamente grasosa.
La pobre mujer gorda muy apenas podía caminar, arrastraba los pies y, por el mismo peso las piernas se le doblaban, de manera que se veía zamba.
Parecía que iba montando un caballo.
Su ropa se adhería al cuerpo como una segunda piel, dada la gordura de ella.
Toda ella parecía sacada de una película de terror.
Hasta los ojos se le perdían en esa cara regordeta, tan grasosa como todo el resto del cuerpo.
Esta mujer era objeto de curiosidad de la gente que la veía en la tele porque estaba en prisión.
Las mismas compañeras de celda le tenían miedo. Y no era para menos, esta mujer daba miedo hasta al mismísimo diablo.
El caminar de Sofía era lento, más lento que el de una tortuga, ya que por su peso era muy doloroso para ella ponerse en pie.
Ella jamás sonreía. Era como si tuviera miedo de que las personas que la veían lo hicieran con asco, o lo que es peor, con morbo.
Era muy difícil olvidar a esta mujer, ya que ella cometió un crimen horrendo. Su figura completamente amorfa, levantaba una oleada de asco y miedo.
Sofía no quiso un abogado, se declaró culpable desde un principio.
Ahí en esa prisión la llamaban "la parricida".
Ella no se molestaba en absoluto. Le era indiferente. Además, ella no necesitaba a nadie. Siempre había sido autosuficiente.
Y ahora, metida en ese lugar de mala muerte, menos necesitaba nada.
Varios abogados habían querido ayudarla, pero ella los rechazaba a todos, aduciendo que ya para qué los quería, si la sentencia estaba dictada.
Las compañeras le sacaban la vuelta, le tenían mucho miedo.
A Sofía le gustaba mucho dibujar rostros, tenía una gran variedad de dibujos que había hecho a lo largo de los meses que llevaba en ese lugar, ya tendría tiempo de hacer más.
Pasaría casi toda su vida en esa cárcel. Ya no tenía nada más que esperar.
No hacía amistad con nadie. Ella no confiaba ni en su sombra.
Las mujeres, sabiendo esto no se le acercaban para nada. Y ella les agradecía eso, no tenía la menor intención de tener una sola amiga.
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En un periódico de prestigio...
Alison, es necesario que te pongas las pilas.
Necesitamos urgentemente, un buen artículo o esto se irá para abajo. Yo no sé por qué siento que últimamente no le estás echando ganas a tu trabajo.
Lo siento, patrón, hago todo lo que puedo. He hecho todo lo que está en mis manos, pero no he podido concentrarme.
Pues lo siento, aquí solo se acepta gente responsable y trabajadora si no puedes cumplir con tu trabajo serás despedida.
No, por favor, deme otra oportunidad, sacaré el trabajo adelante, se lo prometo.
Está bien, tienes exactamente un mes porque vendrá el director empresarial más importante de todos los periódicos, para entonces tiene que haber un artículo que mueva a la gente a leer nuestro periódico, de lo contrario, date por despedida.
Gracias, patrón, no se arrepentirá se lo aseguro.
No me digas patrón, llámame Imanol.
Gracias, Imanol. Buscaré ese artículo que necesitas.
Recuerda que si le va bien a la empresa nos va bien a todos. Quiero que saques un artículo de esa mujer que mató a sus padres. Y tiene que ser a la de ya. Necesitamos que el periódico crezca, de otra manera, ya sabes, quedarás despedida.
Está bien, Imanol, no tienes que recordármelo.
Bueno, pues, ¿qué esperas?, a trabajar.
Alison se fue directo a su casa. En su mente revoloteaban todas las cosas que le dijo su jefe.
"¿Por qué tengo qué entrevistar a esa bruja?, ¿será peligrosa? Ni siquiera la conozco, pero si no quiero perder mi trabajo, no me queda de otra".
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Al día siguiente, después de desayunar, Alison fue al penal a solicitar un permiso para entrevistar a la parricida sin alma y sin corazón.
Si se puede, pero primero tenemos que hablar con el director general. Y eso lleva su tiempo.
¿Cuánto tiempo?, no tengo mucho.
Será una semana más o menos.
Está bien, si no hay remedio.
En cuanto esté listo el permiso le llamaremos.
Alison regresó a su casa.
Esperaba con ansias ese permiso. Tenía poco tiempo para salvar la imagen del periódico y su trabajo.
Confiaba en su criterio, ella haría un buen trabajo. Lo que sí le daba temor es no saber con lo que se iba a encontrar en la cárcel.
No sabía si esa mujer se iba a prestar para hablar con ella o la correría a patadas de su celda.
Sin embargo, si quería salvar su trabajo tenía que agarrar "al toro por los cuernos".
Se puso a investigar toda la papelería que tenía en la pequeña oficina que había acondicionado en un pequeño rincón de su casa.
"Bueno, todo está en orden, ya solo me queda esperar"...
Una llamada la sacó de sus pensamientos.
Amor, ¿cómo estás?, preguntó al contestar la llamada.
Hola, ya regresé de Nueva York, espero verte mañana, ¿puedes?
Sí, aquí estaré, prepararé una comida especial.
Gracias, entonces mañana ahí estaré.
Buenas noches, amor.
Alison e Igor eran novios desde hace dos años.
Él aún no le había pedido matrimonio, pero esperaba hacerlo en los próximos días.
Su trabajo consistía en la compra, venta y renta de tráileres. Su viaje a Nueva York fue para cerrar un contrato con una empresa nueva. Todo iba muy bien.
Ganaba bastante bien, y se permitía tener tantos lujos como quería. Alison era su único amor. Él la acompañaba varias veces a las entrevistas del periódico.
A él le gustaba andar con ella en todos lados, solo cuando viajaba lo hacía solo.
Alison recibió la notificación del reclusorio.
El permiso fue concedido. Le darían una hora para entrevistar a Sofía Morin.
Aunque ella no estaba muy convencida de querer hacerlo, sentía una especie de asco y terror de solo pensar en estar frente a esa mujer.
En su mente escuchaba algunas noticias que había escuchado.
En unas se pensaba que era inocente, pero en otras ella era una asesina sin alma.
Ella no se sentía con ánimos de verla, pero si no sacaba esa historia podría ser despedida.
Igor la alentaba a seguir.
Tú puedes, amor. Además, estarás custodiada, nadie te va a hacer daño.
Es que siento como si fuera directo a la silla eléctrica, esta mujer me da mala espina. En fin, todo sea por mi trabajo.
Espero que todo te salga bien, amor. Yo tengo que ir a la empresa, necesito cotizar unos tráileres que voy a vender. Mañana paso por ti para llevarte al reclusorio.
Gracias, amor.
En cuanto quedó a solas, se puso a checar su carpeta. Tenía muy pocas preguntas que hacerle. No podía concentrarse por más que se esforzaba. El terror la invadía, había cosas que no cuadraban.
¿Por qué se decía que era inocente cuando había matado a sus padres con premeditación, alevosía y ventaja? Además, ella ya lo había admitido.
Era un misterio y, aunque no entendía muy bien, ella lograría sacar a la luz la verdad absoluta.
Ya se la había prometido así misma.
"Vamos, Alison, tú puedes", se dijo frente al espejo.
Todavía no estaba frente a ella y ya le sudaban las manos copiosamente.
"Tengo que lograrlo, estaré bien", se dijo.
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Al día siguiente...
Bueno, pues aquí vamos. Alison iba muy decidida, aunque en el fondo se sentía como res a punto de ser sacrificada.
Tranquila, amor, estarás bien, le dijo Igor palmeándole la espalda suavemente.
Gracias, amor, nos vemos más tarde.
Alison respiró profundamente, y luego entró decidida.
La custodia la llevó directamente al lugar donde estaba Sofía Morin.
Hola, me llamo Alison Borgui.
Ella extendió la mano hacia Sofía.
Sofía le estrechó la mano sin mostrar ninguna emoción en su cara. Hola, ¿a qué ha venido?
"Dios, no voy a poder con esto", pensó, estaba muy nerviosa.
Tranquila, ¿o acaso piensa que la voy a devorar?, dijo Sofía con una sonrisa malsana en la boca.
Alison sintió que un escalofrío le recorrió por el cuerpo. Era la primera vez que se paraba por un reclusorio.
Ella necesitaba ese trabajo porque, aunque su novio era rico, ese dinero no era de ella.
Bueno, no es precisamente el lugar en que me gustaría estar, dijo Alison a modo de respuesta.
A todo se acostumbra uno. Aquí la vida no vale nada. Dime a qué has venido, o lárgate de una vez.
Por favor, solo serán unas preguntas.
No me gustan las preguntas, ya declaré todo lo que tenía que decir.
Por favor, seré breve. Espero que no le moleste si grabo esta conversación. La directora ya dio su permiso.
Sofía hizo un gesto despectivo y se sentó en la única silla que había ahí, dejando los lados de su cadera en el aire. Se veía muy chistosa.
Claro, Alison solo se dedicó a observarla, sin comentar nada acerca de su obesidad.
Espero que no se vaya a desmoronar esta silla, estoy tan gorda que siempre me pasan accidentes, dijo Sofía con una sonrisa que parecía más una mueca absurda.
Nunca es tarde para empezar una dieta, Alison quería romper el hielo.
¿Crees que a mi edad puedo empezar una dieta?
Alison se estremeció al escucharla hablar tan fuerte.
Trató de serenarse.
Bueno, mis padres siempre me dijeron que nunca es tarde para empezar una nueva vida, al menos a mí me ha funcionado.
Pues a mí eso no me funciona. ¿Qué sabes tú de todo lo que he sufrido a causa de mi obesidad? Siempre soportando la burla de los demás. Tratando de sobresalir en todas partes, sin que nadie te escuche, ni siquiera tus padres.
¿Por eso los mataste?, preguntó Alison, tan nerviosa que le temblaban los labios.
Ellos jamás me apoyaron en nada. Siempre haciéndome sentir menos que una cucaracha.
Alison la escuchaba como autómata, algo no estaba bien. ¿Por qué extraña razón creía que Sofía mentía en lo que hablaba?, ella trataría de averiguar la verdad a como diera lugar.
Eso no contesta mi pregunta, ¿tú los mataste?
No tengo nada que decir, esta conversación termina aquí. Y, ahora lárgate. ¡Guardia, abran la puerta!
Alison tomó su carpeta y salió de ahí, estaba a punto de vomitar y corrió al baño.
Media hora después, Igor pasó por ella.
¿Cómo te fue con Sofía Morin, amor?
Es... algo muy difícil de asimilar. Esta mujer no tiene sentimientos, es como si hablara con un monstruo.
Y, ¿qué has decidido?
Si dejara el caso, ¿me amarás igual?, preguntó ella.
¿Por qué dices eso?, ya sabes que yo te apoyo en lo que decidas. Sé que esta entrevista es importante para ti, pero será tu decisión seguirla o dejarla. Lo que decidas yo te apoyo.
Gracias, amor, no me equivoqué al andar contigo.
Cuando llegaron a la casa de ella, entraron directo a la alcoba.
Alison deseaba en ese momento sentir el amor de Igor, ya que la entrevista tan corta que tuvo con Sofía la dejó exhausta.
(Lo que pasó dentro del cuarto se los dejo a su imaginación).
Esa noche, Igor se quedó a dormir con Alison.
Las estrellas brillaban en todo su esplendor como presagiando un nuevo día lleno de buenas vibras.
Al menos eso pensaría cualquiera que se tomara un momento de ver hacia arriba.
Otro día más, Alison fue directo al trabajo.
Gracias, amor, que todo te salga bien, dijo Alison a modo de despedida de Igor.
Al entrar al periódico sus compañeros la miraron con compasión.
Ella se dio cuenta, pero los ignoró, "babosos", pensó.
Su amiga Sheila le salió al encuentro.
Amiga, nuestro jefe piensa despedirte. Yo misma lo escuché cuando decía: "si no me trae un reportaje que valga la pena en una semana, se irá directo a la calle".
¿De verdad escuchaste eso?, a mí me dijo que un mes.
Pues ya cambió de opinión, le dijo Sheila sin ánimo de ofender.
"Maldito bastardo", pensó Alison. "Cualquier día de estos lo mando al carajo".
Yo tenía que decírtelo, continuó diciendo su amiga. Yo también estoy corriendo la misma suerte.
Y no es que Sheila quisiera maltratar a su amiga con esas palabras, pero tenía que hacerla reaccionar, por favor, Alison, ponte las pilas, no quiero que pierdas tu trabajo. A todos nos puede afectar que el periódico cierre. Necesitamos ese reportaje. Yo, como tu jefe inmediato te digo que no hay tiempo, o te pones las pilas o te despides de tu trabajo. Créeme, me duele mucho esto, antes que nada soy tu amiga, pero necesito eso a la de ya.
Está bien, no te sulfures, pero es que me da terror estar frente a esa mujer que apesta a sudor rancio. Le huelen las axilas y está toda grasosa. Si me entiendes, ¿verdad?
Claro que te entiendo, pero aquí no necesitamos amigas, sino reportajes, artículos que vendan. Además, así es la condición de esa mujer, tú tienes que ser fuerte y tolerante.
Está bien, ya te entendí.
Recuerda, es muy importante, ¿me estás escuchando?
Sí, perdón, ya te escuché.
Alison se fue a su escritorio, en silencio repasó el momento en que fue a visitar a Sofía Morin, es mujer tan desagradable a la vista como a su nariz.
El director general la mandó llamar...
¿Recuerdas que te dije un mes?, pues he cambiado de opinión, solo tienes una semana.
Usted sabe que estos reportajes no son pan caliente, se tienen que hacer lo mejor posible y una semana no es suficiente.
Está bien, un mes, ni un día más. Lo voy a anotar en la agenda.
"Anótelo en el cu...", pensó Alison. De acuerdo, se hará como usted diga.
Alison salió del despacho de su patrón, más desanimada que nunca.
"Como no eres tú el que se va a ver con esa mujer que parece todo menos mujer".
.
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Rato después, Igor pasó por ella, su cara denotaba toda la felicidad que sentía en ese momento.
Hola, amor, ¿cómo te fue?
No pudo haberme ido mejor. Cerré el negocio, vendí 10 tráileres, y de los mejores.
¡Oh, mi amor, qué bien!
¿Qué has decidido sobre tu trabajo?
Voy a seguir adelante, no les voy a dar el gusto de verme derrotada.
Eso, amor, yo sé que tú puedes. Yo te apoyaré siempre.
Tu apoyo es lo que me impulsa.
Me alegra poder servirte de algo. ¿Qué te parece si vamos al cine?, hay una película muy buena, la están anunciando mucho, hoy es el estreno.
Sí, necesito espabilarme.
Pues vamos.
Varias horas después...
Entonces, ¿mañana irás al reclusorio?
Sí, no puedo permitir que me sigan viendo con compasión. Yo no soy ninguna novata. Le voy a demostrar a todos que soy la mejor. No en vano llevo cinco años en ese mugroso periódico.
Bueno, vamos a festejar tu decisión, aquí tengo una botella que yo sé que te va a gustar.
Salud, dijeron los dos, chocando sus copas.
Por el mejor reportaje, dijo ella.
Por tus reportajes, dijo él.
Alison se sentía apoyada por su novio Igor, aunque no estaban casados vivían juntos.
Igor no la dejaba pagar nada, pero a veces ella se enojaba porque no la dejaba ayudar en los gastos, era cuando cedía y permitía que ella pagara los servicios. Solo de vez en cuando.
El resto del día se la pasaron jugando dominó. Estaban muy entretenidos, hasta que Alison mostró cansancio.
Veo que ya te cansaste, vamos a dormir, mañana nos espera mucho trabajo, pero sobre todo a ti. Yo sé que puedes, por eso no debes preocuparte.
Ya no sé de lo que soy capaz.
No te desanimes ahora. Ya sabes que yo estaré siempre para ti.
Los besos no se hicieron esperar, Igor la cargó y la llevó a la cama.
La despojó y se despojó de las ropas. Abundaron los besos y caricias. Todo un espectáculo de amor. El ambiente se iluminó con las estrellas, que parecieron caer del cielo, justo para iluminar ese amor y esa pasión que se desbordaba de esos cuerpos sedientos.
Alison no parecía ella misma, solo era una mujer en la plenitud de la vida. Deseosa de amar como cualquier otra. Amaba con locura a Igor y viceversa. En él saciaba todas sus ansias de mujer.
Toda la preocupación que sentía por su reportaje lo olvidaba en los brazos de su amado.
Igor tenía el poder para hacerla olvidar, pero solo en el momento.
Cuando todo acabó, quedaron dormidos, ambos abrazados.
Aún en esa situación, el amor les brotaba por todos los poros.
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La luz del sol entraba por la ventana, dando a conocer que un nuevo día comenzaba.
Alison se dio una ducha, y al poco rato ya estaba listo el desayuno de los dos.
Alison, recuerda, tú puedes, no dejes que nada ni nadie te intimide.
Gracias, amor.
Como todos los días, Igor llevó a Alison a su trabajo y después se fue al suyo.
Todo saldrá bien, ánimo.
Con un beso lleno de apoyo ambos se despidieron.
Gerardo Noriega, la vio desde la ventana. En cuanto entró la mandó llamar.
¿Qué haces aquí?, se supone que debes estar en el reclusorio.
Solo vine por unas cosas, ya me voy.
Pues ya estuvieras, dijo Gerardo no de muy buena manera.
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