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Hijo De Sangre

Libreta del sacerdote Rolando

Esta información es para plasmar lo que agobia mi alma, mis pensamientos aterrorizados, mi incertidumbre, mi vida, todo está concentrado en aquellos momentos que viví durante mi infancia. Aquella época terrible en la que ese ser y sus atrocidades acabaron poco a poco con la vida de muchas personas a nivel físico y en mi caso me la destrozó mentalmente.

Quiero hacer que el antiguo gobernador pague por todos sus crímenes y maldad. Desde ese entonces y hasta el día de hoy se ha mantenido impune. Nadie lo podía juzgar y mucho menos evitar que hiciera con nosotros lo que se le ocurriera a su antojo. 

Este trabajo lo he tratado de hacer en silencio, pero temo el no lograrlo. He dedicado mi vida investigando para hundirlo al fin. Es una misión difícil por ello es que deseo reunir pruebas suficientes para lograr que la sociedad y este pueblo no me tomen por un loco. Por esta causa quiero dejar mi relato por si alguien quiere conocer la verdad y si yo desaparezco puedan ayudar a mi causa.

Todo el terror ocurrió hace 17 años, en el pueblo que había sido mi hogar desde siempre. El gobernador se mostraba en público muy pocas ocasiones, pero aun así era muy temido por todos, incluso por grandes miembros del gobierno y la política del país, quienes le tenían miedo y siempre estaban a su disposición. Mostraba una actitud oscura y apática con todos en general pero ni aún con todo eso logramos imaginar su verdadera naturaleza.

Comenzó a despojar minuciosamente a los habitantes de sus terrenos y propiedades sin dejar oportunidad alguna, la economía decayó al grado de dejar a los habitantes solo para comer, personas desaparecían a lo cual las autoridades manejadas por él, nunca hicieron nada. A nosotros los niños nos reunía en su casa diciendo que habría actividades educativas pero lo que ese maldito nos hacía era tan inhumano que pido a Dios su misericordia.

El pueblo se enfureció y con sus últimas esperanzas iniciaron una revuelta para sacarlo del poder. Lucharon ferozmente con todo lo que tenían a su alcance, pero su esfuerzo fue en vano, él tenía una gran cantidad de hombres bien armados y preparados que lo seguían hasta la muerte. Esta revuelta provocó el enojo de este maldito ser y decidió vengarse. Ordenó a todos sus hombres que dejaran incomunicado el pueblo, cerraron cualquier camino, vigilaban todas las rutas y nadie podía entrar ni salir, todo esto para ejecutar su castigo.

Todas las tardes cuando el reloj de la catedral marcaba las 18:00, él salía de su casa para cazar a todos los que podía como un ganado en el matadero, no mostró remordimiento ni signos de piedad, arrasaba con cuantas personas podía hasta el amanecer. Todos quedamos atrapados y lo único que podíamos hacer era correr, escondernos, suplicar, llorar y morir. La situación era terrible, caía uno tras otro ante él, convirtiendo los días en agonía y las noches de horror.

Yo me escondí en una terraza donde pasé desapercibido varios días, todo lo que oía en mi escondite eran gritos, muertes y lamentos. Las personas desaparecieron rápidamente, unos intentando oponerse y otros se resignaban esperando la hora para morir.

Intenté resistir lo más que pude solo y con poca comida hasta que me quedé sin nada y lo inevitable sucedió; abandoné mi escondite por el hambre y la desesperación y decidí afrontar mi destino. 

Al salir observé algo raro, los guardias no estaban, miré el reloj y este marcaba las 18:15 pero él seguía sin salir. Quizá creyeron que no quedaba nadie lo que me pareció desconcertante tratándose de ese ser, se caracterizaba por ser prevenido y frío con un deseo de sangre insaciable. Esto me llenó de curiosidad y me dirigí a su casa para tratar de observar.

Al llegar permanecí escondido y observé que de las lejanías se acercaba alguien a la entrada principal, no era del pueblo o de algún lugar cercano por la ropa tan extraña que vestía. Pero lo que más llamó mi atención fue lo que cargaba en sus brazos. Miré detenidamente y cuando se acercó más no había duda, era un bebé en una canasta. La persona que tenía el rostro cubierto la dejó en la puerta del gobernador y se fue alejándose sin voltear atrás.

Al instante que se perdía de mi vista las puertas de la casa se abrieron y salió una persona: Ezequiel; la mano derecha del gobernador, quien ordenó a uno de sus hombres tomar al bebé y entraron a la casa.

Lo que yo debía hacer inmediatamente era huir, pero mi mentalidad de 12 años me pidió seguir mirando. Entré a la casa por una barda trasera y me asomé por una gran ventana y a través de ella pude ver a ese maldito gobernador, lucía muy extraño, mucho más viejo que cuando lo vi unas semanas antes. A su lado estaba otro individuo que parecía acababa de llegar de viaje, por un par de maletas que estaban enfrente de sus pies.

Hablaban muy serios, pero no logré entender bien, mi atención estaba en la boca de ese ser siniestro que nos había hecho tanto daño mientras nos gobernó. En ella se veían unos brillantes colmillos blancos que se asomaban cada vez que hablaba. 

Ezequiel entró a la habitación mostrándole al bebé, pero el despreciable ser exigió se lo llevaran de ahí. Se levantó, le dió un abrazo a su recién llegado y empezó a reír de una forma tan tenebrosa que salí corriendo de ese lugar.

Ahora después de estos 17 años las cosas en este pueblo han cambiado, lo ocurrido nunca nadie lo supo y está poblado nuevamente, me hice sacerdote y vivo en la hermosa iglesia del centro. Hay un nuevo gobernador, aunque sé que ese maldito sigue habitando esa casa y controlando todo desde las sombras. Pero hasta este día aún hay preguntas que agobian mi alma. ¿Por qué el vampiro dejó de salir desde aquella noche?, ¿quiénes eran las personas que lo acompañaban? y ¿qué sucedió con el bebé abandonado?

Capitulo 1. REVELACIÓN

—¿Cuánto tiempo más tendré que estar así?—Con amplio dolor se quejaba Lor.—¡Ya estoy harto!, ¡no soporto más!

—Recomiendo que te tranquilíces.—Le decía su acompañante, una mujer hermosa y joven mientras perforaba el músculo del brazo izquierdo con una jeringa, la cual contenía sangre que nutría el cuerpo de Lor.

—Tienes razón...—Respondió después que llegara la sangre que tanto ayudaba a su cuerpo. —Debo ser fuerte, no puedo caer ahora que estoy tan cerca de aliviarme.—Su mirada era dispersa, sus ojos cristalinos con un brillo rojo pero carecían de fuerza y de concentración. Apretaba los puños mientras reflexionaba, parecía que intentaba adquirir fuerzas de su interior pero al sentirse tan débil no lo consiguió.—Pero esto se vuelve tan difícil, este cuerpo se hizo viejo y al no poder salir de esta habitación se convierte en un tormento incesante.

Lo único que mantenía a Lor con vida era la sangre que cada día le administraban a su cuerpo por medio de las jeringas, sangre muy poco fresca pero que tenía lo necesario para mantenerlo con vida. 

Conservaba la esperanza de poder curarse y salir al fin de aquella habitación donde había permanecido durante 17 años. Una habitación muy amplia, o al menos la minuciosa cantidad de muebles la hacía ver así. Había una enorme cama muy fina pero muy descuidada. La base era de madera caoba color vino muy desgastada pero aún resistente, un colchón apenas estable y limpio por las sábanas color negro que lo cubrían. Sin cobijas pero con una almohada delgada de la misma madera que la base con una pequeña tela que la forraba, era muy dura para un humano pero ideal para que él reposara. La cama tenía función para levantar el respaldo o en los momentos de dormir recostarla. Esta era donde pasaba el mayor tiempo en esa habitación. 

También había una silla de cedrón color café con un decorado dorado en los extremos y parte del respaldo, marcados símbolos muy hermosos que sin duda hacían que esta fuera lo más vistoso en aquel lugar. En el extremo, muy cerca de la puerta estaba un mueble pequeño con anaqueles donde almacenaban los frascos con la sangre que lo alimentaba todos los días.

—¿Me mandaste a llamar?—Le preguntó un hombre de aspecto áspero que estaba en la entrada y cuyo nombre era Ezequiel.

—Si, adelante.—Le respondió sin cambiar su tono de debilidad y depresión aunque él tratara de fingir el sentirse autoritario. 

Ezequiel entró en la habitación y ayudó a Lor a levantarse de la cama para llevarlo hasta la silla.

—¿Qué se te ofrece?—Preguntó con voz tímida.

—¿Dónde está Ismael?—Respondió mientras lo miraba fijamente.-—Quiero saber como va el trabajo.

—Ya han ido por él.—Dijo tratando de no mirarle directamente.—Vendrá enseguida a decir su reporte.

Ezequiel se apartó de la compañía del vampiro y fue a ayudar a la mujer que estaba en la habitación y que minutos antes había inyectado a Lor. Ambos trabajaban lavando los frascos utilizados para almacenar la sangre, lo hacían en silencio y sin mirar al estresado ser. En la habitación no había ruido alguno por lo cual fue fácil interrumpir la tranquilidad cuando Ismael entró hablando.

—¡Buenas noches!—Saludó muy cortésmente permaneciendo en la entrada.

—Pasa, te estaba esperando.—Se animó un poco.—Venga, dime tu reporte.

Ismael se puso inquieto cuando sintió la mirada penetrante proveniente del vampiro, solo se limitó a suspirar y observar que había dos personas más en la habitación, lo que le transmitió un poco de confianza.

—Como ya sabe, desde hace dos años hemos entrado en la fase final del trabajo.—Pausó un poco.—Pero ahora que estoy tan cerca de terminar se ha presentado un problema.

—¿Qué dices?—Se levantó enfurecido tratando de tomar del cuello a Ismael, quien no hizo más que tirarse al suelo. Ezequiel intervino e intentó tranquilizar a Lor, quien esperaba una respuesta y la continuación del reporte.

Ismael incorporándose le pidió que se tranquilizara, mientras analizaba con detenimiento las palabras que utilizaría para terminar. El ambiente se tornaba un poco pesado, el vampiro enojado y varios de los hombres que trabajaban para él, entraron al escuchar el grito para verificar lo que pasaba.—El problema es que, —decidió continuar rápidamente, —necesitamos un corazón.

Lor lo miró y se tranquilizó un poco. 

—¡Es eso!—Tomó a Ezequiel para expresarle que lo soltara, ya estaba más tranquilo.—Pues mis hombres irán por uno.

Ismael suspiró de nuevo y decidió concluir rápidamente pues ya no aguantaba tanta tensión y quería salir corriendo.

—Pero no necesito cualquier corazón.—Exclamó con amplia seguridad.—Desde que te volviste viejo hace 17 años, noté que tu corazón no funcionaba bien, incluso que se podía detener en cualquier momento. A causa de eso tu no puedes salir ni cazar por tu cuenta, lo que nos deja el trabajo de alimentarte con la sangre que traemos para ti, pero esa no es sangre fresca y no ayuda a recuperar tu salud. Mi trabajo consiste en hacer una máquina lo mas similar posible a tu organismo para que pueda mantener y hacer sangre fresca para ti. Pero es una máquina tan sensible y perfecta que un corazón cualquiera no serviría.—Se detuvo para contemplar la reacción de Lor.—Todos estos años estudié tu anatomía, es tan rara y única que para hacer que esta máquina se adapte perfectamente, conserve y haga sangre fresca, construí un mecanismo que en la parte central necesita un corazón que sea capaz de purificarla. Un corazón capaz de adaptarse a tu cuerpo, un corazón limpio, un corazón puro.

El silencio se hizo presente de parte de todos los que ahí estaban, no sabían qué decir y mucho menos se atrevían a mirar al vampiro. Creían que todos los esfuerzos en esos años habían sido en vano.

Pero por el contrario, Lor se mantuvo firme y dijo que no sería difícil conseguirlo.

—¡Quiero que todos vayan a buscar ese corazón!—Ordenó muy animado.

Ezequiel quien a parte de ser el hombre más cercano a Lor y ser su mano derecha, era el líder del grupo de hombres que estaban a cargo de la vigilancia. Organizó a todos y en poco tiempo habían abandonado la casa para buscar el corazón que salvaría al vampiro.

En la habitación quedaron Lor, Ismael y la mujer que increíblemente no había mostrado expresión alguna en su rostro y continuaba lavando los frascos. Era una mujer de 1:70 de altura, delgada, con amplia juventud en su rostro, hermosa, con grandes ojos color claro, nariz afilada, mejillas delgadas, con cabello largo y rubio. Pero más que lucir notable belleza, parecía apática, sin sonrisa en el rostro, seco como un árbol en otoño, su mirada perdida y con ropas bastante desgastadas. Desde el día que llegó la desgracia para el vampiro ella estuvo con él, siempre fiel, siempre a su lado procurándolo, estando al pendiente de su cuidado y velando por el, siempre al servicio y acatando sus órdenes. Sin mostrar queja pero tampoco alegría, ni siquiera palabra alguna se asomaba en su boca cuando los demás le hablaban o pedían algo, simplemente los ignoraba o así lo interpretaban ellos.

Cuando terminó de lavar los frascos, dejó que escurrieran y se dirigió al lado de Lor para quedarse quieta ahí.

Ismael no pudo más que mirarle con una expresión de compasión hacia ella, miró también el rostro del vampiro que tenía una combinación de angustia y alegría y se incorporó a hablarle.

—¡Quédate tranquilo!—Le hablaba con un tono dulce.—No sufras más, pronto haremos que te cures y volverás a ser el mismo de antes.

En aquellos momentos se acercaba el mediodía, del día más esperado desde que comenzó su tragedia.

Ismael observó los frascos limpios y comprobó que ya no había frascos con sangre. Los tomó todos y dirigiéndose al vampiro dijo.

—Iré a preparar todo.—Hizo una pausa y dió la vuelta para salir.—Tu hijo llegará pronto.

Capitulo 2. DESTINO

Historia desarrollada en la habitación de Ismael

—Debo tener todo bien ordenado, el señor Ismael está a punto de llegar de su reunión.—Platicaba consigo misma una joven de nombre Eliz.— Seguro tendrá mucho trabajo, debo ayudarle en todo lo que pueda.

La habitación era muy amplia y siempre estaba ordenada gracias a Eliz, quien desde hacía 17 años había sido la mano derecha de Ismael en su trabajo. Pasaba todos los días limpiando la habitación, ordenando, lavando los artefactos y sacudiendo todo. 

Parecía un trabajo muy sencillo, pero el médico con el que compartía espacio era una persona que se la pasaba trabajando todo el día. Fabricaba cosas, desmontaba otras, vaciaba frascos, rellenaba otros, se estresaba por lo ocurrido en sus reuniones, aventaba cosas cuando algo no salía bien... había mucho por ordenar todos los días y la joven lo hacía gustosa.

Con el tiempo ella se acostumbró al ritmo de vida. No había mucho por hacer ahí, era la asistente de Ismael y como tal tenía que estar al pendiente de todo lo que él necesitaba. No había de otra, pasear por la casa estaba prohibido. Salía muy pocas veces de ahí y cuando lo hacía, las experiencias no eran nada gratas.

La mayoría de las malas experiencias las encontraba tras recorrer los tenebrosos pasillos que formaban parte de la enorme casa. Era oscura y se respiraba una energía muy densa que impedía la respiración relajada, sin duda la habitación de Ismael ofrecía un gran alivio a ese ambiente, era el mejor lugar para estar ahí.

Los guardias tampoco ayudaban mucho, todos ellos eran mal encarados y se la vivían recorriendo el lugar buscando una mínima provocación para pelear con las personas o entre ellos. Eliz fue víctima muchas veces de regaños, no podía entablar una buena conversación con ninguno de ellos por más noble que fuera su tono de voz, los guardias le gritaban y la corrían. Nuevamente acercarse a Ismael para expresarle su dolor era la solución, él la acogía y apoyaba para mostrarle el lado bueno de vivir ahí, aunque la mayoría del tiempo era mentira pues ni él lo veía así, solo era un invento de su mente para seguir pasando los días.

La pequeña se convirtió en una joven y aprendió de esa situación. Pasó el mayor tiempo de su vida en aquella habitación. Dadas las malas experiencias decidió salir solo si el médico se lo pedía o si había una situación que lo ameritara, pero eran muy pocas veces.

Sus encuentros con el vampiro fueron mínimos, sabía de su existencia pero no del tipo de ser que se trataba, nunca hablaron de eso. Ella se quedó con la idea de que era un ser muy imponente, dueño del lugar y al que no tenía que molestar. Así que se tomó eso muy enserio y el recuerdo de aquel ser fue muy vago en su mente.

Eliz se dirigió a la mesa donde estaba la mayor parte del trabajo y comenzó a limpiar cuando se vió interrumpida por la llegada del doctor.

—¡Hola, buenos días!—Saludó Eliz con voz muy dulce.—¿Qué tal estuvo su reunión?

—Buenos días jovencita.—Respondió Ismael mientras se acercaba a la mesa para continuar.—Lo único que quiero es terminar este maldito trabajo que me ha mantenido encerrado todos estos años.

—¿Acaso algo salió mal?

—Todo está saliendo mal pequeña, ahora todos sus hombres están fuera buscando el elemento final pero yo se que es casi imposible encontrarlo.

—Podría yo ayudar a buscar.—Dijo Eliz muy participativa.—¿Qué es ese objeto?

—Gracias pequeña, pero sabes bien que no puedes abandonar esta habitación.

—Es verdad.—Respondió con un tono de tristeza mientras se dirigió a una pequeña ventana en el rincón de la habitación.—Me gustaría mucho salir de esta casa aunque sea una sola vez.

Ismael le puso más atención por ese comentario y la miró para decirle.

—Pero no debes hacerlo. Además no se que sería de mi si no estuvieras tú, desde hace 17 años que te abandonaron en esta casa y has sido mi única compañía.—Levantó la mirada al techo. —Y pensar que Lor quería deshacerse de ti.—Comenzó a realizar unos cortes en la mesa.—Yo abogué para que no te dejara morir y él me dijo que entonces yo me hiciera cargo de ti pero que no deberías causar molestias porque te sacaría de su casa.

—Si, yo entiendo que el señor Lor es bueno al dejarme vivir aquí y darme de comer, pero es solo que quisiera saber que hay allá.—Eliz miró a Ismael un poco más emocionada.—¿Tú has estado afuera?

—¡Claro que si!—Dijo mientras recordaba.—Hace años cuando llegué solía caminar por las calles del pueblo, compraba algo de pan y me quedaba sentado en una banca cerca de la iglesia.—Seguía platicando mientras colocaba unas piezas con gran delicadeza.—Pero hace tiempo que ya no, este trabajo me tiene esclavizado. En verdad que es fabuloso para mi carrera pero a veces me pregunto si valdrá la pena.

—Por lo menos tú sabes hacer algo. Yo no, y ayudándote es la única manera de sentirme útil.

—Pequeña...—Ismael la miró intensamente.—Eres muy joven y ya eres una señorita quizás debas buscar tu destino en otro lado.—La tomó de la mano.—Habla con Lor, pídele que te deje ir, dile que quieres conocer el mundo afuera.

—¡Sí, eso haré!, No creo que se niegue ahora que estamos apunto de terminar el trabajo.

Eliz salió muy emocionada de la habitación pensando en todo lo que vería afuera. Mientras tanto Ismael solo la observó como poniendo sus esperanzas de libertad en ella, él daba por hecho que moriría en esa habitación.

Se quedó observando por unos minutos cada mueble, cada rincón, cada parte de esa habitación que había sido su hogar por 17 años, en ella había un par de camas separadas por una línea de tabla roca, había un sofá, un par de roperos, un librero y por supuesto la mesa de trabajo. Las paredes cafés, sin ventanas, solo cuadros evitaban una vista simple en ese lugar.

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