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Del Caos A Las Estrellas.

Capítulo 1 Del Caos surgen las estrellas.

Caos y Pasión 1

“Del Caos surgen las estrellas”.

Elsa ISASA.

Capítulo 1. Carlo y Mar.

Carlo Brasco caminó por el aeropuerto de Bruske, recogió automáticamente su equipaje casi sin mirar el conglomerado de personas que lo rodeaban. Era un hombre muy atractivo de unos treinta años que parecía no darse cuenta de la impresión que causaba especialmente a las mujeres cuando al pasar lo observaban con miradas coquetas y sonrisas cómplices.

Su presencia en Bruske era temporal. Tenía una serie de reuniones para su empresa que no pudo evitar.

– Ve y prepara el terreno hijo- le dijo su padre. Virgilio era aún el pilar del negocio y sus apreciaciones eran respetadas. Esas reuniones tenían que salir bien, por ello no podía confiar la tarea en nadie más que en su propio heredero.

Carlo amaba a sus padres. Hijo único, su vida estaba encaminada en capacitarse para ocupar el lugar en la gran empresa automovilística de la familia.

Con Eugenia, su madre, el tema que generalmente era inevitable en su conversación, consejos sobre sus novias que a su madre, nunca le parecían adecuadas y su soltería cómoda que él defendía a rajatabla.

– No te quedes en un hotel. Ve al departamento de tu primo Robertito. Es mi único sobrino y está muy alejado de nuestro apoyo familiar – le dijo con reticencia Eugenia Brasco.

Carlo levantó los ojos al escucharla con bastante molestia tratando que su madre no viera su cara de desagrado. Robertito era Gay y su separación de la familia fue decisión personal para vivir su vida sin cuestionamientos.

– Está bien madre. Cómo tú quieras. - respondió molesto. Adoraba a su madre pero estos pedidos eran un grano en el traste. Gracias a Dios que su primo le dijo que no estaría por unos días y que el departamento estaba a su disposición.

Un chófer con el auto que había alquilado por internet lo esperaba en la salida del aeropuerto. El viaje hacia el centro de la ciudad donde estaba el departamento de Roberto Brasco fue con bastante tránsito como siempre en la populosa ciudad sede de grandes empresas y negocios.

El conserje del edificio le saludó con gentileza y le entregó las llaves. El departamento de Roberto era cómodo y amplio, pero decorado con rebuscamiento y osadía lujuriosa totalmente diferente a sus gustos, donde los colores brillantes no existían y los muebles eran sobrios y masculinos. Algunos cuadros de hombres desnudos llamaron su atención y un mural de un gigante pene sobre la cabecera de la amplia cama matrimonial lo llevó a la primera tarea doméstica, cambiar todas las sábanas de raso rosada por otras de lino de un blanco despojado. Luego se bañó y acomodó su ropa en el Placard. Hizo llamados telefónicos y en boxer se tiró en la cama a dormir un poco. Pero su descanso se vería afectado bruscamente.

Mar Velotti estaba exultante. Consiguió una semana de práctica gratuita con el médico cirujano más famoso del momento en todo el mundo civilizado. Sin dudas el tipo era un genio de tan solo 28 años. Cirugías a corazón abierto, trasplantes imposibles e incluso extracciones de tumores inoperables él lo lograba con una maestría envidiable. Ella adoraba como a un Dios al Dr Michelangelo Dartes.

Mar era una cirujana de renombre pero tener la posibilidad de practicar a su lado y ver operaciones al vivo y directo, la llenaba de regocijo.

Mar era una rubia preciosa. Llamaba la atención de todo el mundo masculino a su paso. Pero solo tenía amigos o amores inalcanzables como el Cirujano Michelangelo, al que ahora conocería.

Cuando se lo contó a su mejor amigo Ro Brasco unas semanas atrás , él le dijo:

– Te felicito muñeca. ¡Te lo mereces! Cuando viajes a Bruske quedate en mi departamento. Si no vienes a mi hogar no te miraré jamás.-

Sabía que si compartía una semana en el apartamento de Robertito, seguramente tendría que compartir con alguno de sus novios. Pero ella amaba a los Gay. Consideraba que eran los amigos más nobles y generosos que tenía.

Así que no lo pensó mucho.

Le mando un mensaje: “nos vemos en tu casa. Te amo”.

Cuando bajó del avión cargada con el libro de medicina robótica que leía y su valija tomó un Uber hacia el departamento de Ro, ubicado en el centro de Bruske.

Mientras le llevaban al lugar recibió un mensaje de Ro :

– ¡Genial amor! No estaré pero un buen amigo me cuidará el departamento. Estarás como en tu casa. Llegaré pronto. ¡Besotes Mar!

“Un buen amigo” pensó Mar. Seguramente uno de sus amantes gay. Nada que no supiera o no pudiera soportarlo.

El Dep de Ro era amplio. Tenía tres dormitorios así que no habría problemas con la pareja de amantes.

El conserje la reconoció y le dejó pasar sin problema. Tocó el timbre y después de un tiempo un poco extenso, el hombre más lindo del mundo vestido con el salto de cama de Ro, rojo con florcitas azules, entre abrió la puerta con ojos dormidos. Los ojos de Carlo se abrieron de golpe.

Vió a una mujer infartante que lo miraba sonriente en la puerta.

– ¿Sos el novio de Robertito, verdad?- dijo tirándose a sus brazos y dándole un abrazo cálido lleno de un perfume maravilloso- Si estoy equivocada me marcho. - concluyó.

– Claro– dijo Carlo tratando que esa belleza no saliera de sus brazos. Su cuerpo dormido aún empezó a reaccionar fuertemente con su proximidad.

– Jaja. Estás dormido y aun no fuiste al baño. Tienes a tu amigo parado. Me esperas un momento. Vengo haciéndome pipi- dijo Mar y corrió al baño.

Asombrado Carlo vio a la belleza bajarse las panty y sentarse en el water sin cerrar la puerta.

– Perdona – volvió a hablar ella - soy Mar, la amiga más fiel de Robertito - vengo por unos días a Bruske. No les molestaré para nada - el ruido de la orina de la chica término -

Fue cuando ella cerró la puerta y Carlo exitadisimo trató de cubrir su boxer con la multicolor salida de cama.

– No me molestas para nada- dijo casi rogando. Sintió el agua cayendo dentro del baño y luego un ruido semejante al de ropa sacudida.

Entonces vio salir a Mar sin camisa con los pechos más hermosos que el había visto sujetos en un brasier negro.

– Perdona. Voy a mi dormitorio - dijo arrastrando su valija– dime¿Porque ustedes los gay son tan hermosos? -

Carlo trató de esconder la mirada de lujuria de su rostro entre cerrando sus ojos. Si tuviera que convertirse en gay para pasar una semana con esa belleza claro que lo haría. Ella se confundió mucho, pero no sería él, la persona que le diría la verdad. Caminó detrás de Mar apretando con fuerza su salida de cama.

La situación era un caos. Pero alguien dijo una vez que del caos surgen las estrellas.

– Descansaré un momento. – dijo sonriendo–mañana tengo un día intenso. Nos vemos. – le dió un beso rápido en el rostro y con picardía le cerró la puerta en la cara.

Capítulo 2 Al límite.

Caos y Pasión 2

Del Caos surgen las Estrellas.

Elsa Elena ISASA.

Capítulo 2. Al límite.

– Escúchame primo.Una mujer preciosa ha llegado a tu departamento.¡ Y cree que soy tu novio!- dijo Carlo hablando después del impacto inicial.

– Si, lo sé. ¿Es divina verdad? Mar Velotti es un ángel hermoso. Dile que no eres mi novio sino mi primo.¡ Y que te gustan las mujeres!

– ¡ No! Ni pensarlo. Se marcharía a un hotel. Y verla caminar por el departamento semi desnuda es poesía pura amigo. ¿Quién es el tal Michelangelo del que habla todo el tiempo?-

– Un médico famoso y guapísimo. Y además heterosexual. Siento que perderás como en la guerra primo. Mis condolencias. Y además Mar odia la mentira. Así que sugiero que le digas la verdad. -

Carlo olvidó repasar sus reuniones en la laptop. En realidad trató, pero no pudo. Cada tanto iba al dormitorio donde la maravilla humana dormía semi desnuda con el cabello alborotado y solo de bragas y sostén.

Espiaba en la puerta entreabierta y sabía que no podía decirle la verdad. Perdería todo ese ambiente familiar y cariñoso que habían construido en ese poco tiempo.

Estaba recostado en un sillón de ratán que adornaba con gusto el balcón de su primo con una cerveza en la mano cuando sintió su presencia.

Ella caminaba descalza con una camisa grande y suelta sobre su cuerpo escultural.

Su perfume y sus movimientos l

hicieron vibrar cada fibra de su masculinidad.

– Hola Carlo. Ro me mandó un mensaje. Dice que tienes que decirme algo importante. - dijo Mar acercándose y dándole un beso en la mejilla.

– ¿Algo importante? Si. Bien…Ya no estamos juntos. Ro tiene un nuevo novio - dijo tratando de sonar compungido.

No podía decirle la verdad. Eso era imposible.

– ¿Tiene otro novio? Robertito me dijo que eras su primo…

– Si. Primos lejanos. Verás. A veces surgen esas pasiones incestuosas entre parientes…Se que está mal, pero en fin, ya terminó.

– No estés triste– dijo ella tomando su mano– eres el tipo más lindo que conozco. Pronto encontrarás otro amor. Ah…y el amor entre primos no es incesto. Soy médica. Y lo se. ¿No pasa nada, entiendes?

Carlos apretó su mano y sin pensarlo mucho la llevó a su boca. Le dió un beso húmedo mirándola a los ojos. El aroma de su piel le invadió el cerebro.

– Eres un amor- dijo como un estúpido - tu consuelo me hace muy bien. Dime. ¿Y tú vida amorosa? - preguntó con temor a que le diga que tenía novio.

– Inexistente. Estudio y trabajo es toda mi rutina. Tuve un novio, pero le descubrí en una mentira y corté por lo sano. ¿Y qué opina tu familia de tu orientación sexual? - preguntó interesada.

– ¿Mi familia? No. Nada. Aún no he salido del clóset frente a los míos. Siempre salgo con chicas. - dijo atajando la posibilidad que ella lo investigue en internet.

Mar se sentó en el otro sillón y lo miraba interesada.

– Mira Carlo. Creo que debes hacer un esfuerzo, y aclarar tu posición. No es bueno para tí vivir una mentira y menos para los que te aman.

– Tienes razón - respondió Carlo mirando fijamente sus hermosos labios apetitosos.

Se había metido en un gran lío. Pero no podía ahora que estaban llevándose tan bien en esa convivencia de amigos destruir ese ambiente.

– Yo estoy como nunca excitada por conocer mañana al doctor Michelangelo. Es super buen mozo y un genio médico. Claro que entre todo el equipo que trabajará con él, no creo que se fije en mi persona. Pero sabes, de ilusiones también se vive. - concluyó con una hermosa sonrisa.

Carlo comenzó a odiar profundamente al tal Michelangelo.

Pero sabía que perdía como en la guerra.

Un homosexual “hermoso”, como ella lo llamó contra un macho alfa, genio en la medicina, era una guerra perdida antes de empezar.

La noche caía en la ciudad. La luna comenzó a brillar en el cielo lleno de estrellas. Ella le tomó de la mano y le exigió ir a preparar algo para cenar juntos.

Escucharon música y picaron vegetales para la ensalada mientras Carlo se esforzaba en sacar a punto un trozo de carne sazonada con vino tinto.

Ella bailaba mientras cocinaba.

El sacrificio que estaba haciendo Carlo reprimiendo su testosterona era sin dudas algo nuevo para él y doloroso. Pero también encantador. Nunca había tenido una amiga. En realidad no creía en la amistad del hombre y la mujer. Sus “amigas” terminaban coqueteando y felices por llevarlo a la cama.

Después de la cena ella le dió un amistoso beso en la mejilla y caminó hacia su dormitorio.

Carlo se tiró en la cama y se agarró la cabeza. Su estupidez había llegado al máximo.

Es solo una mujer más Carlo- reflexionaba - bonita y carismática. Agradable y dulce. Abierta en sus conversaciones como buena doctora. Conversar y compartir con ella era una delicia. Pero él conocía muchas mujeres. Ya conocerá otra que le guste tanto como Mar.

Este clavo se sacaría con otro. Eso era seguro.

Tenía que dormir porque al otro día tenía una maratón de reuniones.

Cerró los ojos y trató de sacarla de su cabeza. Tardó un poco pero finalmente se durmió. Sus sueños estuvieron poblados de besos apasionados y fornicación continúa entre él y Mar, solo que ambos vestían como mujeres. Desesperado viéndola desnuda en su cama, se arrancó el sostén femenino, y horrorizado vio en su sueño que tenía dos mamones gigantes en el pecho. Gracias a Dios la puerta de su dormitorio estaba cerrada porque despertó con su propio grito. Este caos debía terminar, se dijo transpirando. Finalmente el cansancio lo venció y un sueño normal inundó sus neuronas.

Capítulo 3. Doble Crisis.

Caos y Pasión 3

Elsa Elena ISASA

Capítulo 3 : Doble Crisis en el primer día.

Mar se despertó apresurada. Era ya la mañana de su primer día de trabajo. El día se notaba hermoso desde el ventanal de su dormitorio. Saltó de la cama y entró al baño. Tomó una ducha rápida y se maquilló con detalle. Conocería al doctor que era una eminencia y quería causar buena impresión. Eligió dos conjuntos y con ellos en la mano fue a despertar a su nuevo amigo Carlo. Quería saber su opinión. Los gay eran grandiosos en seleccionar prendas y atuendos. El hecho que este Dios griego sea gay, daba cuenta que la suerte amorosa no era su aliada.

Dió unos toques a la puerta y luego la abrió.

Pero la habitación estaba vacía. Carlo ya se había marchado. Debió seleccionar sola su vestimenta.

En el comedor estaba su desayuno servido con una rosa sobre la servilleta blanca de lino.

Se imaginó como una mujer normal con un marido como Carlo. Que le ayude a cocinar o le prepare el desayuno entre besos y caricias.

En fin.

Sus sueños de sexo con un homo se debían, ella lo sabía muy bien, que hacía más de un siglo que no tenía relaciones con nadie.

Terminó su desayuno y tomó un taxi hacia el sanatorio.

Stella Rojas era la enfermera jefe del equipo médico encargada de recibir a los doctores de todo el país, seleccionados para trabajar durante una semana junto al doctor Dartes.

Apenas la vio , la reconoció por su foto en su currículo.

–¿Señorita Velotti verdad? Soy Stella. La acompañaré junto al equipo del jefe.

– Gracias - respondió Mar saludando la con su habitual carisma - ¿y que me puede contar del doctor Dartes, Stella?-

– Serio, profesional y un genio.Exigente y detallista. No busca relaciones sino enseñar y hacer bien su trabajo. - le respondió cortante.

– Me imagino - respondió Mar y la acompañó en su recorrido al salón de conferencias. Allí saludó al equipo que esperaba a Dartes. Dos doctoras y tres doctores. Tomaban un café mientras esperaban al genio médico hasta que el salón quedó en silencio y vieron entrar al especialista.

Tenía su chaquetilla puesta y se veía más atrayente aún que en las fotos de las revistas o los videos que Mar había visto. Delgado, alto y de anteojos de marco negro y un gran ego estampado en su frente.

Los miró a todos como desde la cima del mundo y comenzó de inmediato a detallar las reglas de trabajo y luego por por unas transparencias proyectadas las operaciones que debían realizar.

La comitiva acompañó a Michelangelo en el recorrido de las habitaciones de los dos pacientes que serían operados al otro día, operaciones que de hecho ella participaría.

Escuchaba las explicaciones del médico y los pasos de los procedimientos que se realizarían. Tomaba notas en una carpetilla que Stella le había suministrado.

Un señor muy obeso sería quien recibiría una bomba gástrica y una joven con la tráquea quemada un injerto de material inteligente, para poder, si daba cierto, comer y seguir sus alimentos.

Ambos parecían asustados cuando escuchaban las explicaciones del cirujano.

Mar acarició la frente sudorosa del paciente de gordura mórbida y este tuvo un ataque de tos con arcadas.

El hecho que el paciente devolviera hizo que los presentes sujetarán las inmediatas reacciones normales de arcadas que se producen cuando alguien vomita.

Mar buscó de inmediato un baño cercano para componerse.

– Esto no podía estar sucediendo– se dijo. Era médica. Había visto miles de circunstancias vergonzantes y heridas repulsivas y nunca se había inmutado. Ahora le pasó este percance justo frente al genio médico a quien admiraba.

El doctor la miró desde que salió hasta que volvió a ocupar nuevamente su lugar.

Mar avergonzada se disculpó ante el equipo y el doctor.

El siguiente paso fue la reunión para informar en el salón de conferencias los pasos de cada procedimiento. Increíblemente para Mar Velotti, el doctor Dartes la eligió pará ayudarle junto a él en estás cirugías.

Mar no se explicaba porque ella, del grupo de cinco médicos brillantes que hacían la pasantía fue seleccionada ese día. Sólo podía deberse a que ante el mínimo error sería expulsada del equipo.

Después de las indicaciones sobre el horario de las operaciones que se llevarían a cabo el siguiente día, la enfermera General Stella los despidió pidiendo puntualidad a todos.

Cuando quedó sola con Stella Mar preguntó:

– ¿Por qué crees que el doctor me ha elegido como ayudante en las dos cirugías de mañana Stella?

– Algo habrá visto en tu recorrido que le hizo seleccionarte. -

– ¿Vómitos y arcadas ante un paciente?- respondió cabizbaja Mar.

– ¡Ah No! ¿Qué le pasó doctora?¿ No estará embarazada verdad?-

– No Stella. Puedo asegurarlo. -

– Entonces quizá para ponerla a prueba…rigurosamente.

Mar entendió. El doctor Dartes la pondría a prueba antes de despedirla. ¿Qué doctor eficiente vomita ante un enfermo? Ni los fallecidos en la morgue le hicieron nunca asquearse de esa manera.

Quería volver al departamento de Ro y contarle a Carlo su estupidez. Necesitaba el hombro de un amigo para calmar su ansiedad y llorar su error.

Apenas entró al departamento escuchó las charla de una mujer, cautivadora y melosa.

– Oh. ¿Eres tu Mar! - dijo Carlo–. La vecina Nataly del tercero, ha venido a que le ayudemos con una taza de azúcar. -

Mar miró a la tal Nataly con odio contenido.

Era una hermosa morena con la falda muy corta y ojos apasionados.

Sabía que la tipa vino no por azúcar por supuesto. Y ella le dejaría bien claro que ese homo era suyo y de nadie más.

– Como doctora te digo que el azúcar te hará mucho daño – le dijo abrazando a Carlo y dándole un sonoro beso en la comisura de sus labios. – pero si quieres seguir engordando,allá tú. - terminó.

Carlo se preguntó qué había pasado allí. Tenia a la belleza que lo había convertido en homosexual prendida de su cuerpo y en una actitud belicosa con la vecina de piso.

– Bien doctora. Entonces me marcho. – dijo la morena –¿ me acompañas Carlos?-

– Aquí tienes la taza de azúcar. Y no se llama Carlos sino Carlo. Yo te acompañaré querida - dijo Mar entregando la taza a la visita con una sonrisa inexplicable en su rostro, tomándola del brazo y marchando hacia la puerta.

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