—Usted está embarazada, felicidades, señora Worwick. –Las palabras del doctor me habían dejado estupefacta–.
¿Embarazada? ¡Eso es una locura!
Mientras conducía a casa, comencé a sentir todo tipo de emociones; Pánico, temor, ansiedad pero, también mucha felicidad. Siempre había querido ser madre, pero eso no quitaba el hecho de que era aterrador.
Llegué a casa y comencé a preparar una cena especial para mí esposo, quería darle la noticia de la forma más bonita posible, ¿Y qué mejor forma que hacerlo si no es con una deliciosa cena?
Me hice cargo de absolutamente todo, hasta puse velas en la mesa para que se viera más elegante. Estaba muy, muy ansiosa. Tal vez sea por el embarazo, pero no podía evitar notar esa sensación de incomodidad en mí estómago. Pero, decidí no darle importancia, nada arruinaría éste momento, nada.
Cuándo mí esposo llego, ya era pasada la media noche. No me sorprendió para nada, porque él siempre trabaja muy duro para mantener a flote su empresa.
—¡Mí amor! –Exclamé con emoción– ¡Llegaste, Daven! –Como si fuera una niña pequeña, me arrojé a sus brazos, besándolo. Un beso que él correspondió al instante, apesar de estar agotado–.
—Lamento llegar tarde, muñeca. –Respondió, mientras acariciaba mí mejilla con suavidad. Negué, regalándole una sonrisa–. No importa, hice la cena. ¡Y tengo una gran noticia para darte! –Dije con suma felicidad, él enarcó una ceja y sonrió, pero antes de que pudiera responder; su celular sonó–.
Noté como él observó la pantalla y su rostro se volvió sombrío.
—Lo siento, cariño, debo atender ésta llamada. –No me dió oportunidad de responder, salió afuera de la casa y contestó su llamada. No podía oír lo que decía, porque hablaba muy bajito, pero había algo en su voz, era sorprendentemente suave–.
Apenas cinco minutos después, volvió a ingresar, tomó sus llaves y me observó.
—No me esperes ésta noche. –Fue todo lo que dijo antes de irse, dejándome en shock–.
¿Qué diablos había sido eso?
La incomodidad en mí interior aumentó, al igual que mí ansiedad. Pero, confiaba en mí esposo, seguramente fue una emergencia de trabajo. Si, estoy segura de eso.
Esa noche mí esposo no regresó a dormir.
Cuándo desperté al día siguiente, observé mí teléfono; no tenía ni un sólo mensaje de mí esposo. Encendí la televisión y puse las noticias, eso es un hábito, siempre es bueno saber que sucede en el mundo.
Iba a prepararme un café pero, me detuve cuando escuché la noticia del día.
«La actriz Marizza Lancaster ha regresado a Londres».
Conocía perfectamente ese nombre, esa mujer... Es el primer amor de mí esposo. Aquélla sensación de incomodidad sólo aumentó aún más. Mí marido no regresó anoche a casa y no pude evitar recordar como se fue tan pronto como recibió esa llamada. Pero, él no estaba con ella, ¿Verdad?
«¡No sólo eso! Se la vió en el aeropuerto con un hombre misterioso, ¿Será su pareja?»
Observé la pantalla de la televisión y ahí estaba él, mí esposo, junto a su primer amor. Su brazo rodeaba su cintura mientras la guiaba fuera de los fans. No se le podía ver el rostro, pero una mujer conoce a su esposo y ese hombre era Daven.
La opresión en mí pecho me dificultaba respirar, mí mente comenzó a jugarme malas pasadas.
«Él no vino anoche porque estaba teniendo sexo con ella».
«Siempre supiste que sólo eras un reemplazo».
«No importa lo que hagas, nunca estarás a la altura».
Traté de ignorar aquéllos pensamientos intrusivos y fuí al trabajo. Es la misma empresa de mí esposo, pues soy su asistente.
Al llegar, me puse a trabajar. No he visto a mí esposo desde que se fue anoche, tampoco lo he visto ahora porque ha estado ocupado de reunión en reunión. Pero es frustrante, porque todos mis compañeros de trabajo estaban hablando de Marizza.
«La señorita Lancaster ha vuelto, ¿Creen que por fin se case con el jefe?».
«¡Ella es tan hermosa, siento envidia!».
«¡Yo creo que están juntos de nuevo, porque él fue a recogerla al aeropuerto anoche!»
Escucharlas decir eso, era como recibir una daga tras otra en mí corazón pero, no podía culparlos, lo cierto es que nadie sabe de mí matrimonio con Daven, salvo nuestros allegados y familiares. Él lo quiso así, y yo lo respeté.
Tomé unos papeles que necesitaban ser firmados y caminé a oficina de mí esposo, la cual tenía la puerta entreabierta.
Dentro pude a Daven, detrás de su escritorio firmando papeles y, frente a el, estaban los mellizos Caleb y James. Quienes son socios de la empresa y, también son los mejores amigos de Daven.
No debería, pero no pude evitar escuchar lo que decían.
—No nos mientas, hombre, todos vimos las noticias hoy. ¡Fuiste a buscar a Marizza tan pronto como llegó! Dinos, ¿Aún te gusta, cierto?
Mí ritmo cardíaco iba en aumento, necesitaba escuchar a mí esposo negar aquélla suposición pero, en su lugar, respondió con otra pregunta.
—¿Por qué? ¿A ti te gusta ella? –Soltó Daven, su tono era humorístico, pero no pasé por alto el hecho de que evitó aquélla pregunta–.
—Claro que me gusta. –Respondió Caleb, con una sonrisa arrogante–. Pero ella es tu chica, y lo respeto.
«Su chica...» Sentía que iba a vomitar, hasta que escuché la voz de James.
—Ya deja de decir estupideces, Caleb, Daven está casado con Evangeline. –Le recordó, su tono se escuchaba frustrado, como si estuviera molesto de que su hermano estuviera haciendo suposiciones sobre su amigo–.
Me sentí levemente aliviada, hasta que...
—No me vengas con eso, James, Daven sólo se casó con Evangeline porque Marizza lo dejó plantado en el altar. De lo contrario nunca hubiera volteado a mirarla. Quiero decir, ¿La has visto? Es nada comparada con Marizza.
Dios, quería llorar.
—Además, no estás viendo lo obvio. Daven fue a buscar a Marizza tan pronto como ella volvió. –Vi como sus ojos buscaron a Daven, buscando confirmación, pero éste siguió sin responder–. Dicen que mientras más tiempo alejados, más fuerte se hacen los sentimientos, no me sorprendería que te la hayas follado.
Tan pronto como escuché esas palabras, no lo soporté e ingresé al lugar. Estaba furiosa y creo que lo notaron porque ambos hermanos retrocedieron ante mí mirada venenosa.
No los reconocí, fue dónde mí esposo y no pude evitar notar que tenía un traje caro y muy bonito. Un traje que no era el que llevaba la noche anterior, me hervía la sangre.
Arrojé los papeles en su escritorio y él levantó la vista, observandome con su rostro estoico, pero lo conocía muy bien para saber que estaba desconcertado por mí acción.
—Firmalos, ahora. –Ordené, lo cuál era irónico porque el jefe era él. Él no dijo nada, comenzó a firmar los papeles y me los regresó, los tomé y salí del lugar–.
No sin antes escucharlos decir.
—Mierda... ¿Crees que haya escuchado lo que dijimos?
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Bienvenidos a ésta nueva historia❤️
Regresé a mí puesto, podría jurar que estaba echando humo por las orejas.
Me senté en mí escritorio, comenzando a trabajar.
—Marizza ésto, Marizza lo otro, ni que fuera la gran cosa. –Gruñí para mí misma, sin saber que alguien estaba escuchando–.
—Creo que alguien está celosa de Marizza. –Volteé irritada, pero me calmé al darme cuenta que era Blake, el medio-hermano de Daven, y mí mejor amigo.
Blake y yo íbamos juntos a clases desde el jardín de niños y todo lo que le sigue, gracias a él conocí mí esposo.
—Pudrete idiota. –Escupí, recostándome en mí silla. Él simplemente rió mientras levantaba ambas manos en señal de rendición–. –Ví las noticias. –Comentó, mientras encendía un cigarrillo–.
—Me lo imaginé, ¿Viniste a adular a Marizza también? –Solté sarcástica, mientras me cruzaba de brazos. Él sonrió con sorna, mientras exhalaba el humo en mí dirección–. –En realidad, sólo quería comprobar que no estuvieras llorando como una perdedora. –Se burló y lo golpeé–.
—¡Perdedor tú! –Espeté y el muy idiota rió a carcajadas–.
Incluso cuando es un imbécil, Blake siempre sabe cómo calmar mí estrés, incluso si es con comentarios sarcásticos como siempre hace.
—Muñeca. –Me estremecí al escuchar esa voz, volteé y ahí estaba Daven, cruzado de brazos y con la mandíbula apretada con fuerza, como si estuviera molesto–. Vamos a casa. –Ordenó y asentí–.
—Te veo luego, Blake. –Me despedí, acercándome a mí esposo–.
Salimos de la empresa y subimos al auto, el lugar estaba en silencio y me moría de ganas por reclamarle, pero quería que él me explicara todo primero.
—¿De qué hablabas con mí hermano? –Cuestionó, mientras comenzaba a conducir–.
¿En serio? ¿Hay una foto tuya con otra mujer recorriendo internet, pero te preocupa de qué hablé con tu hermano? Muy maduro.
—Hablábamos de que Marizza volvió. –Se tensó–. Y de cómo fuiste a recogerla al aeropuerto. Ya que estamos, no viniste a dormir anoche. Oh, y no se me pasó que no estás usando la misma ropa que ayer. ¿Qué estás esperando? Explicalo, ahora. –Dije furiosa–.
Él frunció el ceño, mientras se apretaba el puente de la nariz con frustración.
—No es lo que crees, Evangeline.
—Ah, ¿No? Porque creo que es exactamente lo que creo. Anoche te fuiste, no volviste a casa, los paparazzi te tomaron fotos con tu ex novia, ¡Y NO ESTÁS USANDO LA ROPA DE AYER!
—¡BIEN! –Gritó alterado–. Se ve mal, lo sé. Pero ella me llamó para que fuera a recogerla, nada más.
—¿Me estás diciendo que una actriz de su alcurnia no puede pagar un chófer que la lleve a casa? ¡¿Qué tan estúpida crees que soy, Daven?! –Levanté la voz y él suspiró frustrado–.
—Sólo iba a recogerla para que nadie descubra que había vuelto a Londres. No sé que pasó ni quién le avisó a la prensa, pero te juro que nada pasó entre nosotros. –Apesar de su frustración y de mis dudas, podía ver la verdad en sus ojos y la sinceridad detrás de sus palabras. Suspiré y enterré mí rostro en mis manos–.
—Eso no explica porque no viniste a dormir a casa y tampoco explica el porque no tienes la misma ropa del día anterior. –Insistí–.
—Evangeline. –Daven tomó mis manos, apartándolas de mí rostro, sus ojos se posaron en los míos; observándome con seriedad, como si no le gustara que dudara de él–. Luego de dejarla en su casa, regresé al trabajo. Tenía asuntos que atender y por eso no regresé a casa. Hoy, en la mañana, tuve que salir a una reunión de inversionistas y por eso le pedí a James que me comprara un nuevo traje. –Me informó–. Si no me crees, puedes ver las cámaras de la empresa, siempre estuve ahí, muñeca.
Un suspiro de alivio se escapó de mis labios y oculté mí rostro en su cuello.
—Aún así, no me gusta que vayas a recoger mujeres. Mucho menos a ella, no lo hagas de nuevo, Daven.–Supliqué, él enterró su nariz en mí cabello, inhalando mí aroma–.
—Lamento haberte hecho dudar muñeca, no volverá a ocurrir, lo prometo. –Verbalizó con seguridad y finalmente me calmé, busqué consuelo en su abrazo y él no me apartó–.
—Lamento haberte acusado de algo que no hiciste. ¡Pero no vuelvas a hacer algo así! –Lo regañé y él sonrió–. –Nunca más, lo prometo.
Nunca más volvimos a tocar el tema de Marizza. Al día siguiente, Daven usó sus influencias y logró eliminar aquélla noticia y también se encargó de que nuestros empleados dejaran de chismorrear.
Me sentía aliviada, pero ésta paz era sólo la calma antes de la tormenta.
Una semana había pasado desde que Marizza volvió y, para mí suerte, nada cambió entre Daven y yo.
Él seguía siendo mí esposo atento, era magnífico, casi llegué a creer que el regreso de Marizza no afectaría nuestro matrimonio, casi.
Porque ella le hacía llamadas constantemente, a tal punto que Daven debía apagar su teléfono.
Siempre que salíamos a cenar, muy "casualmente" la encontrábamos en los mismos sitios. Ella seguía siendo hermosa, quiero decir, es una actriz de gran calibre con millones de dólares en el bolsillo, todos son hermosos con esa suma en la billetera.
Aún así, cada vez que ella venía hacia nuestro sector, mí Daven se enfocaba únicamente en mí. Y podía ver la irritación detrás de la cara operada de Marizza, incluso cuando fingía ser amable.
Ahora mismo, estoy conduciendo a la mansión Worwick. Mí esposo me había llamado, diciendo que se iba a realizar una cena familiar y debíamos ir. Él tenía negocios que atender antes, así que llegué primero.
Cómo siempre, mis suegros me recibieron con los brazos abiertos.
Comenzamos a charlar de cosas triviales, hasta que oí la puerta abrirse y me quedé en shock. Ahí estaba Daven y a su lado estaba Marizza. Quién usaba un despampanante vestido rojo y su cabello castaño suelto hasta la cintura, sonreía victoriosa, como si supiera algo que yo no. Detrás de ellos, estaba Blake, quien también observaba ésto con diversión.
Al verlos, mis suegros cambiaron su alegría y sus expresiones se volvieron sombrías.
Ciertamente, en el pasado ellos la adoraban, hasta que le rompió el corazón a Daven y, desde entonces la odian.
La incomodidad en mí interior iba en aumento mientras los observaba.
—¿Daven? –Sonreí incómoda, queriendo una explicación él simplemente me observó con frialdad, algo que nunca antes había hecho. Ví como Marizza se acurrucó en su pecho, sonriendo y como Daven la rodeó con sus brazos, en un abrazo protector–.
Creo que voy a vomitar.
Los padres de Daven notaron mí incomodidad y se pusieron de pie, frente a mí; protegiendome.
—¿Qué estás haciendo, Daven? ¡No puedes abrazar así a otra mujer que no sea tu esposa, especialmente a ésta! –Mi suegro señaló de forma despectiva a Marizza, quien fingió estar asustada, ocultándose en los brazos de Daven–.
Mí esposo se irritó por las palabras de su padre hacia Marizza, la abrazó con fuerza y dijo.
—Estoy abrazando a mí esposa. –Sentenció, mientras yo sentía que iba a desmayarme en cualquier instante–.
—¿Q-Qué? –Logré decir–.
Él me observó con odio, mientras sus manos acariciaban descaradamente cada curva del cuerpo de Marizza, quien me observaba con burla.
—Lo que oíste, Marizza debió haber sido mí esposa désde un principio y lo sabes. ¡Y hubiera sido mí esposa, si no le hubieras pagado a hombres para que la retuvieran el día de nuestra boda! –Me acusó y retrocedí–.
¿Cómo sabía eso? Si, ciertamente pensé en hacer eso pero no lo hice.
—¡Eso no es cierto! –Me defendí–. ¿Por qué lo haría?
Escuché un sollozo falso por parte de Marizza.
—Ella lo hizo para ocupar mí lugar. –Habló entre lágrimas de cocodrilo, Daven se suavizó y le secó las lágrimas–. –No, muñeca, nadie ocupará tu lugar a mí lado, nadie.
Podía sentir mí corazón romperse ante aquélla confesión de amor hacia ella, las lágrimas llenaron mí rostro y podía sentír los ojos de todos sobre mí.
Rápidamente busqué a Blake, yo le había contado de mí plan, pero sólo era una broma. Nunca lo llevé a cabo.
—¡Blake! ¡Por favor, dile! ¡Sí, bromeé con eso pero nunca lo hice, lo sabes, estuviste conmigo todo el tiempo! –Literalmente estaba suplicando, necesitaba que mí esposo creyera en mí–.
Blake me observó en silencio, su sonrisa burlona ya no estaba al verme llorar. Observó a su hermano y asintió.
—Hermano, es cierto... –Sentí alivio, pero no duró–. Lo que Marizza dijo es cierto, Evangeline le pagó a unos matones para que la retuvieran el día de la boda, yo lo vi.
Mí mente era un caos, primero mí esposo y ahora mí mejor amigo, ambos me estaban traicionando.
—N–No... –Me acerqué a mí esposo, intenté tocarlo pero Marizza me empujó al suelo. Desde allí pude ver cómo era todo en realidad, Daven la abrazaba y ella me observaba con superioridad. Blake no me miró, y mis suegros... Me observaban con decepción, como si creyeran lo que acaban de oír–.
—Mi amor... Por favor... –Hablé de forma entrecortada, ya que el nudo en mí garganta no me lo permitía–.
—No me llames así, Evangeline. Haber hecho eso es bajo, incluso para ti. Sabías que amaba a Marizza y llevaste a cabo un plan macabro sólo para tenerme. ¡Me alejaste del amor de mí vida! –Mientras hablaba, yo negaba, pero sabía que nada de lo que hiciera le haría escucharme–. —Quiero el divorcio. –Sentenció y me arrojó los documentos de divorcio, los observé y ahí ya estaba su firma, como si hubiera esperado ésto hace mucho tiempo–.
Aún así, no quería perderlo, lo amaba demasiado como para dejar que éste plan lo aleje de mí.
—Daven... Por favor... –Supliqué pero, al levantar la vista vi como mí esposo, el amor de mí vida, estaba besando a Marizza como si no hubiera mañana. La besaba, tocaba y gemía contra su boca–.
Mí mundo se había convertido en un completo infierno.
Al separarse, ambos estaban jadeando por el deseo, los ojos de Daven buscaron los míos pero yo ya no estaba prestando atención. Juro que sentí haber perdido una parte de mí alma.
Tomé un bolígrafo y firmé, me quité mí anillo de casada y lo puse sobre la mesa.
No dije nada, salí de la mansión en silencio, subí a mí coche y me fui.
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