—¡No, tú no puedes pedirme eso!—Gritaba la directora con mucha desesperación.—¡No me obligues, debes recapacitar por favor!
Le suplicaba desde su escritorio a un hombre que estaba parado en la ventana de su oficina. Uno que llevaba puesta una capucha negra que le impedía revelar su rostro. Su silueta era humanoide pero era muy escalofriante. Le rodeaba una energía muy espesa e intimidante, sin conocerlo y viéndolo por primera vez se podría definir como un ser poderoso.
—Ya lo he decidido y no hay vuelta atrás.—El hombre encapuchado tenía una voz muy gruesa y seria que daba miedo incluso escucharla a lo lejos.—Supongo que no te atreverás a negármelo. No es una cosa tan difícil.—Sonrió macabramente—No se diga más, nos vemos pronto.
El individuo saltó por la ventana sin importarle la cantidad de pisos que había hasta el suelo.
—¡No, espera por favor!
Sus últimos gritos y súplicas fueron en vano pues su acompañante se había marchado.
Steysi era el nombre de la mujer desesperada y era la máxima autoridad de ese lugar, se caracterizaba por tener un carácter duro y difícil de ceder a algo que no consideraba oportuno para sus intereses. Una mujer con un rostro maduro, como de 50 años pero que con su basto conocimiento en la gama de hechizos de belleza, lograba tener una apariencia más joven. Era una persona que le gustaba ser admirada y siempre bien vista por todos, usaba ropa elegante que lucía con su notable cuerpo bien proporcionado; escotes, vestidos cortos, todo era válido para robar miradas.
—¡Señora directora!, ¿Qué sucede?—Su asistente había llegado muy agitado para saber el motivo de esa angustia.—¿Por qué grita así?
Cuando entró, solo se encontró con su jefa sentada con las manos en su cabeza y esta recargada en el escritorio en señal de desesperación.
Desplazó su mirada para observar si había otra persona o algo anormal ahí pero no encontró nada más que la oficina ordenada como siempre. Observó que la ventana estaba abierta y esto era algo que no le gustaba a la directora. Sin obtener respuesta por parte de ella, él se asomó para analizar el panorama pero no vió algo extraño en las instalaciones de aquel instituto.
—¡Por favor hábleme!—Giró la cabeza para intentar hacer comunicación nuevamente.—¿Qué le sucede?
—Él estuvo aquí y me pidió algo que no me puedo negar a hacer.—Su mirada delataba su preocupación.
—¿Quién es él, señora?, ¿a qué se refiere?
—Ajaw, ese estúpido se presentó aquí para hacerme una petición para él mismo.
—Ese nombre me suena pero no puedo recordar.—Colocó su mano en la barbilla para hacer memoria y entender la situación.—Pero, ¿Qué clase de petición le hizo?
—Él quiere que busque entre los alumnos cinco personas que tengan mucho talento sin pulir para llevárselas a entrenar él mismo.
—Pero si él es tan bueno como dicen, ¿no sería un honor para las personas elegidas aprender con él?
—¡Estás loco!—se alteró demasiado solo de imaginarlo.—Por muy bueno y poderoso que sea, es un monstruo que no sabe enseñar, sus entrenamientos son más una tortura que exprimirá y desquiciará a quien esté a su lado.
—No tenía idea que sus métodos fueran así de salvajes.—Se sentó para seguir conversando con la directora.—Entonces, ¿por qué no solo decir que no?
—Porque eso nos pondría en un dilema aún mayor. Ese hombre podría desquitarse si es que contradecimos un deseo suyo.—Su mirada era el reflejo del estrés absoluto.—Además, sin ese brujo y lo que hizo no tendríamos este instituto de pie. Él ayudó a vencer al congreso de brujos de la sangre. Un grupo que deseaba utilizar el poder para dominar a todos. Tampoco deseaban que el conocimiento de la magia fuera mostrado a personas sin linaje. Digamos que eran todo lo opuesto a nosotros y cuando el conflicto llegó… nos hubieran vencido si Ajaw no hubiera intervenido.—Se quedó en silencio un poco de tiempo y levantó su rostro para mirar por la ventana.—Sin contar que le debo un par de favores personales y desea cobrarse uno de ellos.
—Ya veo, es el brujo legendario que no aparece mucho en los relatos por miedo a que las personas se asusten o quieran seguir sus pasos. Además son tan orgullosos que no permitirán que se sepa que un solo hombre venció a nuestros enemigos y gracias a eso, la hechicería blanca puede enseñarse en estos días. Todo un dilema…
El instituto "Gold Huay" es uno de los pocos que existen en el mundo. Se encuentra en México y es un lugar de sueño para todas las personas con habilidades para la hechicería que desean pulir sus talentos.
Un lugar que como base tiene la medicina naturista. Técnicas como acupuntura, reiki, herbolaria y muchas más, son enseñadas y usadas para atender pacientes. Pero dentro de sus instalaciones, el uso de la magia es una gran herramienta para seres humanos que desean despertar en este campo. Uno que oficialmente es reconocido por las instituciones del país y que no necesita estar en el anonimato. Se practica libremente aunque solo debe hacerse dentro de ese lugar en un orden disciplinario como cualquier instituto educativo.
Con formaciones básicas como materias, exámenes, calificaciones y ascenso a los siguientes niveles. Cuenta con maestros calificados de todo el mundo bajo un sistema de enseñanza que implementó la propia directora para beneficio de todos. Siendo ella la que decidía cuando avanzaba alguien, cuando era aceptado y su posición posterior al terminar su aprendizaje básico ahí.
—Pero entonces ese brujo debe estar preparando algo muy malo para querer robarse a los alumnos más prometedores de este año. ¿Por qué quiere hacer algo así?
—Lo mismo le pregunté yo y su respuesta fue muy simple. Con su espantosa sonrisa me dijo: "Lo hago porque estoy aburrido"
—¡No puede ser!—Mora gritaba al enterarse de una noticia importante. —¡Me han aceptado en el instituto de magia!, ¡Que felicidad!
Ella había estado en su habitación acostada cuando recibió una carta especificando que había sido seleccionada para unirse ese año a la tan esperada escuela. Se puso unas sandalias y salió corriendo de su habitación para compartir la noticia con su familia.
—¡Mamá, lo logré!, ¡Me han aceptado en la escuela!
Su madre había escuchado desde la cocina los intensos gritos mientras preparaba el desayuno. Dejando lo que estaba haciendo se acercó a la sala para encontrarse con su emocionada hija y compartir las buenas.
—¿Enserio, te han escrito ya? —Se estaba secando las manos con un trapo antes de agarrar y abrazar a su hija.
—Si, hoy por la mañana llegó por el correo aéreo y entró a mi habitación.
—¡Que emoción hija, me da mucho gusto que al final vayas a cumplir uno de tus sueños!
—¡Awwwwww!, ¡Qué afortunada soy!—Escucharon esos gritos provenientes de la habitación de su hermana, quien salía corriendo de ahí para verlas.
—¡Me han escrito una carta del instituto Golden Huay diciendo que fui seleccionada para entrar este año!
Las dos hermanas se miraron mutuamente deteniendo los gritos un momento, ambas vieron que en sus manos tenían el mismo papel de bienvenida y eso las llenó de gusto.
—¡Wowww seremos compañeras!—Mora gritaba de emoción mientras abrazaba a su hermana mayor.
—¡Que alegría! Esto no puede ser mejor, iremos juntas al mejor instituto de hechizos que hay.—Angy era una chica alta con 24 años de edad, cabello café corto, muy delgada y de tez blanca. Ojos grandes color café claro y boca ondulada. Su estilo de ropa era el mismo que su gusto por la música; Disfrutaba el rock y su ropa la catalogaba como una gran fan de metallica. Su playera tenía el estampado de estas importantes figuras del género. Además era una chica muy reservada que solo en ocasiones importantes compartía sus sentimientos con la familia.
Desde pequeña había sido portadora de lo que se denomina “el tercer ojo”, podía ver espíritus en las calles y hasta en su propia casa cuando alguien cercano fallecía. Veía auras en las personas y energías en todos lados. Esos dones no le habían permitido tener una vida normal desde siempre. Hablar de esos temas con sus amigos no era agradable ni mucho menos se había dedicado a pulirlos creyendo que era una maldición. Hasta que su hermana pequeña comenzó a mostrar un comportamiento similar a una corta edad.
Mora tenía actualmente 22 años pero desde los 5 empezó a decirle a sus padres que podía ver escenas futuras a corto plazo. Entre ellos, catástrofes naturales y muerte de algunos allegados. Sus padres al inicio no mostraron mucho interés ni credibilidad pero poco a poco se dieron cuenta de los aciertos que tenía al comentarlos con ellos. Desde ahí notaron que tenía un don especial pero nunca buscaron ayuda.
Angy se empezó a acercar más a ella por esta cuestión, sabía que no podía dejar que se sintiera sola cuando sus amigos y amigas se burlaran de ella por lo que decía. Su convivencia se hizo muy cercana debido a este tema, incluso llegaban a ver los mismos espíritus cuando salían de compras.
En una ocasión deseando descubrir más acerca de sus dones, con tan solo 15 y 13 años buscaron ayuda en un lugar obscuro donde se percataron de estos talentos y las quisieron utilizar para su propio beneficio. Angy se dió cuenta de esto y sacó a su hermana menor de ahí. Pero esos brujos no se quedaron tan contentos y desde ahí sus visiones aumentaron. Eran agredidas por espíritus en las noches e incluso algunos se metían a sus cuerpos para dar mensajes. En ese momento sus padres optaron por pedir ayuda a la iglesia donde pudieron ayudar expulsando y alejando esos espíritus de ellas. Pero sus dones no quedaron muertos, al contrario, se potencializaron aún más. Dada su experiencia anterior no quisieron saber más de instructores. Hasta estos días donde Mona contactó al instituto después de buscar en internet y leer los mejores comentarios respecto a ellos.
Platicó con su hermana sobre esta opción y ambas decidieron presentar la prueba y la inscripción respectiva. El proceso fue largo y pesado pero a ambas les dió buenos resultados el resistir pues fueron aceptadas.
—Dice que tenemos que presentarnos mañana mismo.—Angy continuaba leyendo las indicaciones.—Será el día de bienvenida, conoceremos las aulas y nos explicarán a detalle todo el funcionamiento.
—Debemos llevar ropa cómoda, una libreta para anotar e imprimir nuestro gafete que fue agregado. A este tenemos que colocarle una fotografía.—Continuaba Mora emocionada.
—¡Ay hijas mías! no se que decirles, espero que este sea un buen lugar como el que ustedes se merecen.—Su madre se ponía un poco sentimental. —Yo les confieso que hubo un tiempo que no creía en nada de esto y ahora que lo hago me duele no tener las herramientas para guiarlas en este camino o darles algún consejo útil. Solo me queda confiar en que ese instituto tiene los recursos necesarios para ustedes y que puedan convertirse en unas personas de bien, usando esa magia para el beneficio de muchos y no para la maldad.
—Tranquila ma, nosotras estamos en el buen camino.—Angy trataba de animarla. —Con la experiencia que tuvimos con esos brujos del mal nos queda claro nuestro camino y lo que nosotras debemos hacer. Este conocimiento será única y exclusivamente para ayudar. Lo que queremos es que nos expliquen qué es todo esto y al aprender lo podamos expandir.
—Yo opino lo mismo. Ahí nos van a solucionar muchas dudas que tenemos sobre estas cualidades, además que por fin conoceremos personas similares con las cuales podamos hablar de esto sin escondernos de nada.
Las tres se tomaron de las manos y se dieron un abrazo cariñoso, algo que empezaba a ser común desde su vínculo espiritual.
El instituto abría sus puertas por primera vez en el año. Estas eran color dorado, de 4 metros de alto con muchos símbolos grabados en ellas. Estos últimos eran de muchas partes del mundo y eran conocidos en el mundo de la magia como fuertes representantes. El resto del edificio en la parte posterior era de color blanco, uno que con el sol brillaba demasiado dando una luz muy relajante a quienes podían apreciarla. La arquitectura era algo nunca antes visto en esa zona. Toda la edificación tenía ventanas muy grandes en forma de hexágonos. Además de tener un efecto visual gracias a que no eran planas sino onduladas. Eran vidrios polarizados, es decir, que no se podía ver qué ocurría dentro de las habitaciones en aquel lugar. Tenía un edificio central que terminaba en punta como si del estilo gótico se tratara.
Ese edificio era la oficina central en dónde la directora y los grandes funcionarios hacían sus actividades fundamentales. También estaba dividido en secciones. Siendo la de hasta arriba, la oficina principal a la que solo la directora tenía acceso y nadie más debía pasar ahí. Desde esa oficina se podía tener acceso visual a cada rincón del terreno, bastaba con asomarse por una de las ventanas que lo rodeaban. Los patios eran muy grandes y en cada uno de ellos se practicaba una disciplina diferente con actividades que pulían los dones de los alumnos.
El colegio recibió a 100 personas nuevas en este nuevo ciclo escolar, lo cual sumaba un total de 1200 que componían el total de alumnos ahí. Todos bajo el mando de profesores muy bien calificados.
Los alumnos de recién ingreso estaban todos agrupados en el salón de bienvenida, un espacio muy amplio con barras en donde los aspirantes estaban sentados escuchando atentamente. La reunión fue muy sencilla, hubo algunas presentaciones, discursos de bienvenida, una clase de exhibición de todo lo que ahí podían aprender. Por último, una presentación en video del sistema y años que llevaba funcionando el instituto.
Los cien alumnos parecían estar muy emocionados por el encuentro y el recibimiento que les dieron, pero lo que más anhelaban era irse a la práctica.
—¿Tienen alguna duda del sistema educativo y de todo lo que hemos visto hasta ahora?—Preguntaba el profesor Richard encargado de darles la bienvenida.
—Yo tengo una.—Alzó la mano una chica de la fila de enfrente que había estado muy atenta en todo momento.—¿En qué nivel aprenderemos hacer viajes astrales a voluntad, es necesario cursar el mismo sistema educativo o podría pasar directamente a ese tema?
—¿Cuál es tu nombre señorita?
—Me llamo Edith y desde pequeña mi espíritu sale de mi cuerpo por las noches cuando duermo. Me dijeron que es algo que puedo hacer a voluntad, eso es lo que me interesa aprender.
—Muy bien señorita, sus intenciones son muy buenas en cuestión de ampliar sus conocimientos a ese nivel. Pero debe entender que el curso que aquí se imparte se hace tomando las bases para cualquier actividad espiritual, eso incluye los viajes astrales a voluntad que es algo muy complejo de lograr.—Dió unos cuantos pasos para seguir explicando.—Si nosotros nos dedicaramos a mostrar técnicas tan avanzadas sin una previa preparación los resultados no serían tan favorables. Todos ustedes tienen unos dones muy talentosos por eso están aquí pero no pueden correr sin antes aprender a dar sus primeros pasos. Pero no sé desanimen les invito a qué conozcan el curso, no se van arrepentir.—El profesor se sentó en el escritorio que estaba cerca para cambiar el tema.—Bueno antes de irnos me gustaría darles oficialmente la bienvenida aquí y es hora de irnos a dar un recorrido por el lugar.
El profesor era un hombre joven, 40 años de edad. Había ejercido durante 3 años ya, manejando un excelente nivel. Cabello corto, lentes y un rostro muy interesante con una sonrisa discreta que siempre mostraba a los alumnos.
—Espere profesor, antes de irse tengo que dar un comunicado.—La directora del instituto irrumpía en la clase muy agresivamente sorprendiendo a todos.
—Directora, ¿qué hace aquí? —Desconcertado preguntaba el profesor.
—¿Perdón?—Respondía ella indignada y con voz golpeada.—¿Qué hago aquí? No sabía que necesitaba avisarle o reportarle en donde me paro, querido profesor. A la otra le daré mi itinerario para que no realice esas preguntas.
—No señora no es necesario.—Se puso muy nervioso.—Usted es bienvenida aquí y en cualquier parte del instituto, a lo que me refiero es que es una sorpresa tenerla por aquí.
—Bueno soy la directora ¿no? Creo que eso me permite ir a cualquier parte del instituto y más si hay alumnos nuevos. Mejor guarde silencio para apresurarme.
—Si, claro que sí.—Se trató de poner lo más firme y derecho que pudo. —Les presento a la bruja más importante para todos nosotros, es un honor que les acompañe en este su primer día, algo que casi nunca sucede. Ella es la directora Steysi Buns.
Los alumnos no sabían si aplaudir o simplemente comportarse de la mejor manera posible, les imponía una gran autoridad y era necesario hacer méritos.
—No tardaré mucho. Los siguientes nombres que diga me acompañarán por favor. El resto del grupo puede continuar con su recorrido.
El rostro de los alumnos mostró mucha sorpresa, como bien les dijeron no era normal que la directora se tomara el atrevimiento de ir personalmente y menos con una lista de alumnos. Se empezó a especular que sería algo malo, tal vez un error al momento de admitirlos o alguna prueba más. Cualquiera que fuera el caso nadie deseaba ser nombrado.
—Mora Celeste, Angy Celeste, Luz Villa, Edith Hausen y Rachel Mont. —Levantó la mirada de su hoja.—Ustedes cinco esperen un momento, los demás pueden irse ya.
La sensación de alivio para los que no fueron nombrados fue demasiada, respiraron profundamente y sonrieron al saber que podían continuar. Se levantaron para salir rápidamente mirando con lástima a las cinco chicas que estaban frías al oír su nombre.
—Bien chicos vamos a hacer una fila aquí afuera y me seguirán, les mostraré el camino al comedor.—El profesor miró de la misma forma a las chicas y no se atrevió a decirles nada más, él también desconocía el asunto por el que fueron nombradas.
Las cinco chicas se miraron unas a otras discretamente pues trataban de apoyarse aunque fuera con la mirada. La directora simplemente las observaba como si buscara algo en ellas, una mirada hasta cierto punto incómoda.
—Pobres chicas, son tan jóvenes.—Hablaba en voz baja la directora lamentándose por ellas.—Espero resistan y no abandonen su sueño por la magia.
—¿A qué se refiere?—Angy preguntó desconcertada.—¿Nos pasará algo malo?
—No, no para nada.—La directora levantó la mirada al notar que si la habían escuchado.
—Necesitamos saber ¿Qué está sucediendo?—Edith hablaba con un poco de autoridad.—¿Por qué nos han sacado del grupo principal?, ¿estamos fuera de la escuela?
—Por el contrario.—Al fin se disponía a decir algo.—Sucede que ustedes cinco han sacado el mejor promedio en la etapa de reclutamiento en mucho tiempo. Son chicas muy talentosas y me temo que el curso normal no será suficiente ni está al nivel de ustedes. Necesitan mucho más para pulir sus habilidades.
—Sabía que mis dones eran fabulosos.—Presumía Edith en voz alta. —Mis viajes astrales son tan avanzados que no cualquiera puede hacerlos.
La directora no pudo más que observar su actitud y continuar su relato.
—Es por eso que ustedes no llevarán el curso normal y esa actitud que tiene señorita, espero le dure mucho tiempo. Porque llevarán un curso especial con un maestro especial. El curso que llevarán será muy diferente a lo que pensaban pero créanme, valdrá la pena
—Bueno, esas son buenas noticias entonces.—Mona mostraba una gran sonrisa para motivar a las demás.—Podemos relajarnos y estar orgullosas de nuestro desempeño.
—Creo que tienes razón, ahora solo queda dar lo mejor de nosotras.
—Me da gusto esa actitud que están tomando. Lo hice lo mejor que pude con ese discurso que les di. En un minuto nos iremos.
—¿Podemos saber qué esperamos?—Seguía Edith en modo rudo.
—Si, debemos esperar que su grupo vaya lo bastante lejos para que no vean a dónde nos dirigimos.—La directora era directa, clara y cortante, no las veía a los ojos para nada.
—¿Qué hay de malo que sepan a dónde vamos?
—Ya se los dije, es un entrenamiento diferente en un lugar diferente. No cualquiera puede ir y ver lo que pasa o querrán hacerlo y no seguir el curso. Además que quizá no podrían hacerlo, ¿Está claro?
—Si, bastante claro señora.
—Bueno es hora de irnos, de pie y siganme lo más rápido que puedan.
El grupo de chicas se lo tomó muy enserio pues la directora salió muy a prisa del lugar, no dejando siquiera que ellas agarraran sus cosas. Las tomaron como pudieron y salieron corriendo detrás de ella.
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