*Autora*, esta historia está basada el 60% en hechos reales, el otro 40% es ficción. Desde este momento les doy las gracias por leer mis historias, todas están escritas con amor, espero que sea de su agrado y ayuden a esas personas mayores que nos necesitan (llámese mamá, tía, abuela, etc.).
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Esta historia es acerca de Bertha, una mujer mayor (77 años), que descubrió el amor en un hombre más joven que ella.
En esta vida todo puede pasar, y el amor es parejo para todos.
A la vez se describe la vida de un hombre, Marco, que el destino lo puso al lado de Bertha.
Esta historia desencadena muchas emociones, hay momentos donde la familia parece estar en un campo de batalla. Los esposos pelean delante de los hijos.
En ese entonces Marco solo tenía 4 años, pero él oía a sus padres pelear tanto que se fastidió.
Pero eso lo explicaré más adelante.
Los hijos de Bertha, de entre 53 y 48 años, no estaban de acuerdo en esa unión tan dispareja.
Pero eso a ella le venía valiendo cinco. Era su vida y no necesitaba la aprobación de sus hijos ni pedir permiso. "¿Desde cuándo los patos le tiran a las escopetas?", pensó.
"Mi vida es mi vida, y si no les gusta pues ese es su problema".
Ella había sido una buena madre, les dio educación, techo, comida, y todo el amor que una madre podía dar a sus hijos.
De eso no tenía la menor duda, solo que los hijos a veces piden demasiado.
Cosas que, de antemano saben que no es posible cumplir.
Pero, ¿cómo se les ocurre siquiera pensar que su madre debe hacer siempre lo que ellos dijeran?, ella es un ser humano que también necesitaba el amor de un hombre. Claro, no que todas las mujeres pensaran así, pero ella en especial, sí lo necesitaba.
Nada ni nadie la iba a hacer cambiar de opinión.
Mientras ese hombre quisiera estar a su lado, ella no opondría resistencia.
Y que sus hijos pensaran lo que quisieran.
Marco, por su parte estaba a gusto con la señora, en ella encontró paz, apoyo, y un amor desinteresado. Ambos se hacían compañía, ya que la vida de Marcos no es lo que envidiarían los demás hombres. Siempre solo, caminando por esas calles solitarias y llenas de peligros.
Aunque, él había escogido esa forma de vida al escapar de su casa que no era un hogar, sino un campo de batalla donde los padres discutían casi a diario.
Los hijos de 10, 8, 6 y 4 años respectivamente, solo lloraban al ver a sus padres discutir tan fuerte como si se tratara de un incendio.
Marco, a esa edad era más maduro que sus hermanos, él veía la vida a futuro, no se imaginaba en su casa con unos padres que solo sabían pelear entre ellos.
Él quería algo mejor, aunque no había escogido bien su vida, al menos logró conseguir ya no escuchar las discusiones de sus padres, ni el bullying que le hacían sus hermanos mayores.
Dada su edad (4 años), aún no sabía bien su significado (bullying). Él solo veía cómo sus hermanos se reían de él, y Marco, tan inocente también reía feliz.
Más tarde él se daría cuenta.
*Autora*, les pudo que no me critiquen, no sean tan duros en sus comentarios, muchos no saben lo que nos cuesta escribir, tratamos por todos los medios agradar al lector con nuestras historias. Les ponemos alma y corazón. Les pido que si critican por lo menos sean constructivas, se aceptan todos los comentarios, gracias por sus opiniones.
Saludos a todos lo lectores, de todas partes de donde nos leen, un abrazo desde Nuevo León, México.
En un lugar de apartado de la ciudad de Escobedo, N. L., una pareja de esposos discutían acaloradamente.
Ya me tienes harto, Rocío, ¿crees que por haberme dado cuatro hijos ya voy a estar en paz contigo?, pues te equivocas.
¿Y tú crees que con tu mísero sueldo que traes a la casa alcanza para mantener a todos tus hijos?, muy apenas alcanza para pagar los gastos, los recibos.
Pues qué cómono, ¿no? ¿Y por qué no trabajas tú?, así me ayudas con todos los gastos.
No me digas. Y luego, ¿quién va a cuidar a tus hijos?, piden de comer a toda hora.
Ya están grandes, hombre, ya se pueden cuidar solos.
Estás loco, el mayor apenas tiene 9 años, ¿cómo se te ocurre que podría dejarlos solos en la casa? Ni siquiera van a la escuela porque no me alcanza con lo que me das.
Ya te dije la solución, ponte a trabajar para que me ayudes.
Y yo te dije que no pienso dejarlos solos, es muy peligroso.
Ni que te importaran tanto, ya sé que te largas todo el día a la calle cuando yo no estoy. ¿Acaso me estás engañando?
Claro que no, solo salgo a comprar víveres. Los niños necesitan comer y tú también.
Pues qué considerada eres, mi amor, dijo él arrastrando las palabras.
Aunque lo digas así, es la verdad.
Pues no te creo nada, eres una embustera. Si descubro que me eres infiel, te juro que te aviento ácido en la cara.
El león cree que todos son de su condición.
Además, ¿para qué quieres que los niños vayan a la escuela?, la mejor escuela que pueden tener es la vida ellos aprenderán de la vida, Damián estaba muy convencido de sus palabras.
Qué vida ni qué nada, ellos necesitan ir a la escuela, tú qué, tú ni siquiera sabes hacer nada. Eres un mediocre, nunca fuiste a la escuela por desafiar a tus padres y ahora te das contra la pared porque no sabes hacer absolutamente nada.
¡Cállate!, Damián le pegó con el puño en la cara a su esposa.
Ella cayó al suelo y después él le propinó una golpiza.
Los niños lloraban al ver la escena.
Marco, de 4 años no entendía bien lo que estaba pasando, pero al ver a sus hermanos llorar él también lo hacía.
El mayor de 9 años abrazó a su hermanito, ya no llores marco ya verás que esto pasará pronto.
Después de que Damián golpeara a su esposa salió de ahí hecho una furia.
Rocío quedó tirada en el piso sangrante adolorida. Jesús, el mayor fue a pedir ayuda a la vecina de al lado.
Jesús, pero, ¿qué te pasa?, ¿por qué lloras?, preguntó la vecina, alarmada porque el niño lloraba a mares.
Mi papá golpeó a mi mamá y la dejó tirada en el piso, por favor, está muy mal.
¡Santo Dios!, dijo su vecina en cuanto vio a la señora toda golpeada. Llamaré a la ambulancia, tranquilo, hijo.
Al poco rato la ambulancia llegó por la señora.
¿Cómo pasó esto?, preguntó el paramédico.
El marido la golpeó, dijo la vecina.
Ya en el hospital... señora, tiene que denunciar a su esposo, dijo él el médico.
No puedo denunciarlo, es mi esposo, si hago eso ¿cómo le voy a hacer para sobrevivir? Tengo cuatro hijos, incluso no puedo estar aquí internada mis hijos están chiquitos.
Eso es lo malo de muchas señoras que son golpeadas por sus esposos creen que no podrán vivir sin ellos. Señora, si no denuncia a su esposo seguirá golpeándola, hasta puede matarla algún día, ¿está usted consciente?
Sí, doctor, pero no pienso denunciarlo, lo siento.
Pero estos golpes se sucedieron durante mucho tiempo y la Rocío nunca decía nada ni lo denunciaba.
La vecina de Rocío la instaba a denunciarlo.
Pero vecina, ¿que no se da cuenta de que puede acabar muerta si sigue con esa idea de no denunciar a su esposo?
Por favor, no se meta en lo que no le importa. Yo le agradezco que me haya cuidado a mis hijos en lo que estuve en el hospital, pero eso no le da derecho a meterse en mi vida privada.
Lo siento, si yo le digo esto es para que no vuelva a sufrir más golpes de su esposo piense en sus hijos ellos no deben ver esas cosas.
Mis hijos están bien. Y, por favor, váyase. Yo sé lo que hago.
La vecina solo encogió los hombros y se fue.
Los hijos de la señora eran Jesús de nueve años, Alicia de siete, Edgar de cinco, y Marco de 4.
Ellos estaban aterrados por la forma en que su padre trataba a su madre, pero, pues, no podían hacer nada apenas eran unos niños.
En la tarde, Damián llegó a su casa, su esposa estaba preparando la cena.
Damián se acercó a su esposa, llevaba un ramo de flores.
Rocío, por favor, perdóname, he sido muy bruto contigo te prometo que ya no volverá a pasar te amo con todo mi corazón.
Mi amor, yo también te amo. No te preocupes, te perdono de corazón.
Y como era de esperarse ellos hicieron el amor, luego dicen que la reconciliaciones son fabulosas.
Las manos de ambos parecían tener alas y volaban por sus cuerpos.
Él tocaba cada parte de su cuerpo haciéndola gemía de placer.
Los dos se compenetraban bastante bien, era como un amor salvaje.
Ella sentía elevarse al cielo, mil partículas se rompían en su interior y un escalofrío le recorría todo el cuerpo.
Sentía un placer infinito al ser poseída por su esposo. En ese momento no se acordaba de sus hijos, ni de que tenía hambre, ni que su esposo ganaba muy poco dinero y no le alcanzaba para nada.
Los brazos de su esposo eran mágicos, Damián empezó a recorrer su cuerpo ahora con la boca y ella sentía arder de pasión.
Mientras ella acariciaba su hombría y él sentía expandirse en la pasión.
Sentían cómo su sangre hervía en sus venas, mientras probaban las mieles de la pasión.
Dos seres que se volvían uno solo. Acariciando aquí y allá, con suavidad y, a la vez con ansias y deseos que se volvían desesperados. Él entraba y salía de ella de manera rítmica. Ella le seguía los pasos y se movía a su ritmo.
La vista se les nublaba y gozaban, hasta que de pronto él estalló en gemidos, y poco después ella lo alcanzó, llegando al clímax casi al mismo tiempo.
¡Mamá!, una voz los sacó de su ensimismamiento.
Ella pronto tomó la sábana y se cubrió al igual que él.
¿Qué pasa, Jesús?, ¿acaso no te he enseñado a tocar la puerta?
Marco está llorando, tiene mucha fiebre.
Está bien, enseguida voy.
Rocío se puso una bata y fue a ver a su hijo.
Ella logró bajarle la calentura y le dio un paracetamol.
El resto de la noche ella se quedó a su lado.
Al día siguiente, Damián estaba molesto porque Rocío lo había dejado solo para irse con su hijo.
Si lo sigues tratando así lo harás un inútil, deja que se valga por sí mismo para que valore lo que tiene.
¡¿Qué dices?! Marco solo tiene cuatro años.
No importa, así va aprendiendo.
Los pleitos entre Damián y Rocío se sucedían día tras día.
Jesús cuidaba a sus hermanos porque Rocío se vio obligada a trabajar.
Pero en lugar de que cambiaran las cosas, todo iba peor, Damián se enojaba porque "quién sabe si de verdad trabajes o andes de loca"...
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En otra parte del mundo, Bertha, una chica de 26 años celebraba su boda con Félix, de 28 años.
Ambos eran muy felices.
¡Vivan los novios!, gritaban los invitados. Los nuevos esposos no tenían problemas de dinero porque el padre de Félix le había heredado una fortuna en vida. Además de pagarle la luna de miel a Hawái.
Pronto se despidieron de los invitados...
Gracias por venir, nosotros nos vamos, el taxi ya llegó por nosotros.
Varias horas después llegaron a su destino. El hotel era de primera, había una gran alberca al costado del hotel y al otro lado un hermoso jardín.
Las mariposas revoloteaban en los rosales y flores de mil colores.
También alguno que otro colibrí se posaban en las flores.
Todo era belleza, el cuarto era muy amplio y había una pequeña mesa y dos sillas.
La cama era cómoda y amplia.
Gracias, amor, me gusta todo lo que he visto.
Entonces Félix la cargó y la llevó hasta la cama.
La depositó suavemente, poco a poco la fue llenando de caricias y besos, primero suaves, pero se fueron convirtiendo en besos llenos de deseo y pasión.
Primero la poseyó lento, fue subiendo de intensidad, haciendo que Bertha gozara. Ambos se compenetraban muy bien, el amor les brotaba por todos los poros.
Eres muy bella, me encantas, dijo él.
Y tú a mí, le contestó ella.
La luna de miel duró dos semanas; cuando regresaron, el papá de Félix ya lo estaba esperando para darle trabaio.
Amor, yo no me quiero quedar aquí, dijo Bertha.
Claro que no, nuestra casa ya casi está lista. Mañana mismo nos iremos, la están amueblando. Por lo pronto, nos quedaremos aquí, no te preocupes por mis padres, ellos no se meterán para nada en nuestra relación.
Está bien, pero solo por hoy.
Mientras, vamos a caminar por el bosque, el clima está estupendo.
Prefiero darme una ducha y acostarme, estoy muy cansada del viaje.
Vamos, pues.
Al poco rato, Bertha salió del baño, iba envuelta en una toalla.
Félix la vio y no pudo evitar hacerla suya, le encantaba esa mujer tan hermosa y de un cuerpo de Diosa.
Ella no opuso resistencia, se amaron una y otra vez hasta quedar exhaustos.
Al día siguiente ya estaban listos para marcharse a su nueva casa.
Mañana te espero para llevarte al trabajo, le dijo su padre a Félix.
Si, papá. Voy a llevar a Bertha a nuestra casa. Mañana aquí estaré temprano.
Me parece bien.
Pero uno propone y Dios dispone... No se pudieron ir porque se vino una gran tormenta. Truenos y relámpagos caían a borbotones.
Ni siquiera estabs previsto, la tormenta llegó de pronto.
Lo siento, amor, tendremos que esperar a que pase la lluvia. Se ponen muy feas las avenidas. No vayamos a sufrir un accidente.
Está bien, no pasa nada.
Félix y Bertha se fueron a su cuarto, se pusieron a ver tele en lo que pasaba la lluvia.
Oye, amor, esa película no me gusta, ¿por qué mejor no hacemos otra cosa?, ella se prendió de sus labios.
Después de unos besos apasionados, siguieron las caricias.
Eso prendió mucho a Félix, quien la tomó en sus brazos y la puso suavemente en la cama.
La pasión fluyó como olas bravas. Cada caricia era como una bomba que explotaba dentro de su alma. La sangre bullía en sus cuerpos con ardiente pasión.
Bertha se dejaba querer, en cada estocada se arqueaba pidiendo más y más.
Félix la complacía ardiendo de deseos por ella.
Los dos eran muy ardientes, y aprovechaban cualquier oportunidad para entregarse a la pasión.
La lluvia hacía más emocionante el panorama.
Llovía a cántaros, y opacaba el ruido de los gemidos que tenían ahí dentro.
Los truenos y relámpagos se sucedían uno tras otro. Era una verdadera tormenta.
Tanto la de afuera como la que estaba en el cuarto.
Fueron varios días de intensa lluvia. Se reportaron inundaciones en varias partes de la ciudad.
Vaya, por fin se acabó la lluvia, es hora de irnos a casa.
De todos modos Félix se fue a trabajar todos los días. Se iba con su padre.
Bueno, hijo, no es que necesites trabajar, pero no quiero que te hagas un inútil. El trabajo es bueno, ya es hora de que te valgas por ti mismo. Sé un buen hombre y nunca denigres a tu mujer.
Claro que no, padre, yo amo a Bertha, ella es lo mejor que me pudo haber ocurrido en la vida.
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El día tan esperado llegó, Félix y Bertha por fin llegaron a su casa.
Antes de entrar, él como todo un caballero la cargó, y la depositó en la cama con suavidad.
Desde hoy tú eres la que manda en esta casa. Mañana vendrá una muchacha para que haga todas las labores.
¡Oh, amor!, eso es fabuloso. La casa es muy hermosa.
No más hermosa que tú, te lo aseguro.
Eres muy galante, te amo.
Los besos y caricias no se hicieron esperar.
Le entraron duro a la pasión. La sangre les hervía en las venas, ellos sacaron todas esas energías que tenían acumuladas en el cuerpo.
El tiempo pareció detenerse en ese instante. Para ellos no existía nadie más. Eran los únicos seres sobre la tierra.
Se amaron hasta quedar exhaustos.
Ambos llegaron a la cima casi al mismo tiempo.
Después de eso, quedaron acurrucados muy juntos, abrazados, percibiendo el aroma mutuo que desprendían esos cuerpos vestidos de pasión y entrega.
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