"No puede ser posible que no tengan la ubicación de Elza", grita Elliott molesto. Ya han buscado en todas partes y el pequeño collar que tiene ella con un GPS no está en el radar.
"Cálmate, Elliott, hemos buscado por todos lados y nada, no está, no aparece", le dice su amigo Marck, el comandante.
"No me pidas que me calme y sigan buscando, carajo". Sus gritos resuenan por todo el lugar.
"Hijo, debes calmarte, vamos a recuperarla. "Perdieron el rastro en el bosque, pero seguiremos buscando", dice su padre y él asiente. La OMSG entera sigue buscando, pero no encuentran nada.
Elliott sube a su auto y sale como alma que lleva el diablo, peinando todo el lugar donde el rastro de los vehículos terminó, mientras en la mansión del ruso...
"Hey, muñeca Barbie, aléjate", dice la pelirroja y Megan se gira a verla y luego sonríe, voltea y observa de nuevo al hombre frente a ella.
"Viktor..." Él asiente, coqueto.
"No te preocupes, tengo ese efecto en las mujeres". Sonríe y ella frunce su ceño. Se puede parecer en aspecto, pero Elliott es más serio y menos fanfarrón, piensa Megan.
"Entonces... quiere ayuda, no creo que pueda hacer algo con la Piovra, pero puedo preguntar". Se gira para esta vez ver al hombre mayor.
"Que tanto me observas, ¿no habías visto a hombres tan guapos?", dice el ruso y ella sonríe.
"De hecho, sí, pero... "Mejores" se burla y muestra el explosivo para luego guardarlo.
"Digamos que los ayudo, ¿que sabr de Alphonso que yo no?", Viktor sonríe.
"Eres precavida, me gusta", dice y la pelirroja bufa, haciendo que Megan sonría.
"Controla a tu mascota, guapo". Viktor observa a la pelirroja con una mirada de advertencia.
"Bien, escucho". Esta vez es el mayor quien le responde.
"Ese hombre es un idiota o lo era; sé de muy buena fuente que quiere tenerte de vuelta y no le importa con quién unirse para lograrlo". Megan asiente.
"No logrará nada, primero uso su cabeza para decorar la pared de mi habitación", dice con tranquilidad y el hombre la observa.
"Lo tengo muy vigilado, pero se está aliando con los griegos y eso es malo", Megan suspira.
"Bien, digamos que acepto; deben dejarme ir o se les avecina un torbellino que no les va a gustar", dice pensando en Elliott; lo conoce y sabe que no se quedará tranquilo.
"¿Ah, sí? No veo que nadie venga. Este lugar desactiva cualquier señal, también es muy difícil de encontrar; está fuera del mapa". Sonríe Viktor y ella lo observa.
"Digamos que quien me está buscando es alguien muy obstinado y si no quieren vetar cualquier negociación, deberían dejarme ir", Megan habla con tanta calma.
"Estás muy segura, ¿no es cierto? Sabes que te puedes morir ahora y nadie va a encontrar tu cadáver", dice la pelirroja y Viktor le advierte de nuevo con la mirada.
"Tienes la boca muy grande, el único motivo de que sigas viva es que mi boca está cerrada, porque si digo lo que sé, la que estará desaparecida será otra", dice con tranquilidad; en este momento sabe que no está en peligro, pero no sabe qué tan confiables son estos hombres.
"A qué te refieres, leyenda", pregunta el hombre mayor.
"Primero, preséntese, que no sé con quién estoy hablando", dice tan sobrada como siempre.
"Mi error, soy Vitaly Kasarov, jefe de la bratva y quiero la cabeza de la Piovra". Ella lo observa y le sonríe.
"Mucho gusto, pero ya sabe quién soy, así que al grano: usted quiere vengarse de Alonso, pero le aseguro que no hay mucho de qué vengarse". Su rostro marca una sonrisa sádica al recordar todo lo que le han hecho.
"No es solo venganza, necesito información, quiero saber qué hizo con mi hijo". Megan no aparta sus ojos de él.
"Y si te digo que sé dónde está, y si te dijera que ni él mismo sabe su paradero…" El hombre abre sus ojos y se acerca.
"Habla", ella sonríe y niega.
"No, cariño, esto es a mi modo. Déjame ir por las buenas y te doy noticias o... "Lo hacemos por las malas". Esta vez Viktor se ríe.
"Te creía más inteligente, leyenda. ¿Si ves dónde estás? "No estás en posición de exigir". Viktor pone su sonrisa más engreída.
"Creo que eres como tu gente, te falta inteligencia". Saca un pequeño dispositivo.
"Con este artefacto, cada dispositivo aquí se va a freír y me van a encontrar y créeme que ambos saldrán muy mal parados". Su sonrisa es triunfante.
"Baja esa cosa o te vuelo la cabeza", la voz de la pelirroja resuena de nuevo.
"O callas a tu perra o la revuelco, y aun los puedo hacer volar a todos o..." se ríe.
"Le disparo a él y uso a tu papi de escudo, lanzo la bomba y salgo tranquila". La calma en su voz da miedo.
"Esta zorra es una habladora, solo está..." se burla la pelirroja, pero Megan se voltea y le lanza una patada, la cual la deja en el suelo; enreda su cabello en su mano y golpea su cabeza contra el piso. Los hombres del ruso la apuntan y ella ni se inmuta.
"Te dije que no me jodieras". Vitaly sonríe por la demostración.
"Vaya... Sí que eres buena", dice Vitaly y ella se acerca mientras la pelirroja trata de levantarse.
"Fui secuestrada desde los cinco años y entrenada, cortesía de La Piovra". Habla con arrogancia y el hombre asiente.
"Así que también buscas tus raíces", ella niega riendo.
"Cambia a tu gente, no sabes mi vida y me estabas vigilando; si ellos hubiesen hecho bien su trabajo, no me necesitarías a mí para tus respuestas". El hombre fija su atención en ella.
"¿A qué te refieres?" El hombre entrecierra sus ojos.
"A que te toca confiar en mí, te daré respuestas". Sonríe y se para delante de él.
"Y bien, ¿me deja ir o qué?" Megan es segura cuando habla; ella tiene el control por ahora, pero no dirá nada hasta hablar con Elliott.
"Perfecto, te dejaremos ir; igual te dije que esto no era un secuestro", dice Vitaly y su hijo interviene.
"Yo te llevo" se ofrece, pero Megan niega.
"No, déjenme en la carretera y yo me regreso o corres el riesgo de que te maten". Ella observa al doble de Elliott y él sonríe con arrogancia.
"¿Quién? ¿tu pareja, el que según hirieron?, debe estar muerto; yo lo puedo suplir", Megan niega entretenida y responde.
"Lo conozco muy bien como para no dejarse morir mientras yo esté en peligro y sobre suplirlo", lo recorre con la mirada.
"No... No hay comparación; la burla en sus palabras lo irrita, pero ella lo atrapó con su actitud.
"Me gustan las mujeres como tú". Ella levanta una ceja.
"Lástima que no esté interesada". Sonríe y se acerca a Vitaly para estrecharle la mano.
"Me voy a retirar; es un placer hacer tratos con usted. "Quiero la ubicación de Alphonso y usted tendrá las respuestas que busca". El hombre toma su mano y la besa.
"Si te aburres de jugar con niños, aquí está un hombre de verdad". Ella lo observa y suelta una risita irónica.
"A veces hablamos sin saber. Hasta luego, don Vitaly". Se acerca a Viktor y le da la mano.
"Adiós, Viktor, domestíca a tu Lassie". Él le sonríe coqueto y ella se gira para mirar a la mujer y, al pasar por su lado, le dice.
"Más te vale que tu estupidez no haya sido grave o volveré y te haré suplicar tu muerte". Camina hacia la salida, pero se gira a ver a los hombres quietos en su sitio.
"Muévanse, ustedes me trajeron, ahora me regresan". Viktor les asiente con la cabeza y ella se retira; el hombre de ojos azules claros observa a su padre.
"Esa mujer debe llevar mi apellido". El padre lo observa y asiente.
"Yo también creo que sería una muy buena madrastra", le responde sonriendo a su hijo.
Los hombres acompañan a Megan a subir al auto; esta vez no va la misma cantidad que la trajo y mucho menos la pelirroja impertinente. Ella sube sonriendo y observa la ostentosa mansión por última vez antes de irse.
Viktor sale para despedirla y le lanza un beso con la mano; ella sonríe negando y sube al auto. El hombre que maneja arranca el auto y este comienza a alejarse y ella vuelve a observar el camino, aunque la primera vez bastó para grabárselo.
El bosque a su alrededor es denso y el camino es inestable; caminos de tierra y asfalto recorre el vehículo y el hombre a su lado la observa a ratos. Esto a Megan la inquieta, quiere saber qué tanto la mira, así que no se queda con la duda.
"¿Ocurre algo?" Él lo observa y él frunce su ceño.
"Nada, solo me intriga todo lo que hiciste allá adentro con esa cara que no combina con lo que haces", Megan se ríe.
"Tu cara tampoco combina contigo, te ves inteligente", se burla ella y el hombre moreno de cabello oscuro la mira mal.
"Tu arrogancia te matará algún día", dice y ella sube los hombros.
"Te aseguro que no será hoy... Y solo lo digo porque, ¿cómo es que me siguen si no saben muchas cosas?". El hombre la observa de reojo.
"No nos podemos acercar tanto, pero hay uno que otro vendido que da las respuestas que se piden y esa fue cuando ibas a salir". Megan asiente, tomando nota mental de que debe revisar al personal.
El auto sigue su curso y ella solo espera a que Elliott no esté cerca o habrá masacre.
Los árboles siguen pasando a su lado y ella ya comienza a reconocer el camino.
"Listo, déjenme aquí, o puede que este sea tu último día vivo", se burla y el moreno la observa con mala cara.
"De acuerdo, luego no te quejes si te comen las bestias". Ella se ríe mientras se baja.
"Entre bestias no nos comemos", comienza a caminar. Megan está más que segura de que será encontrada en cualquier momento, pero de repente un auto comienza a perseguirla, levanta polvo y ella comienza a correr tratando de salir de su camino y toma bosque adentro.
El auto se mete por el mismo camino que Megan y ella observa a todos lados buscando una vía de escape. No hay lugar; corre por un camino boscoso y con árboles cortados en el camino como obstáculos, observa un árbol mientras escucha el motor del auto que la persigue y sube a un árbol. Este es alto y frondoso, pero no se detiene; comienza a subir tomándose del relieve del árbol y de pequeñas ramas que sobresalen. Como puede, se esconde y observa con cautela.
El auto gira buscándola y ella trata de visualizar a quien la quiere atacar; el viento golpea las hojas de los árboles.
"¿Qué se hizo esa perra?", escucha que dicen.
"Debemos matarla o hablará; es obvio que tiene la información que quiere el jefe y aún no es momento". La voz de la pelirroja resuena y Valeria sonríe; el otro es el hombre que la llevó a la mansión y otro tipo más está con ellos.
"Matemos a esa perra, pero primero la quiero disfrutar", dice el de cabello rubio y ojos verdes, y ella sonríe. Megan observa sus opciones: lanzar la bomba y huir, pero debe ir bajando de a poco.
"No pudo ir muy lejos; debemos hallarla", grita el de cabello castaño claro y ojos azules con un acento ruso muy marcado.
"A mí me dejas algo". Ese fue un cuarto hombre; este no es ruso, parece inglés, tiene ojos claros y cabello negro.
"No me importa lo que le hagan, pero yo la mataré", la pelirroja declara con odio en su voz.
Los cuatro se van alejando mientras revisan y, cuando los ve subir al auto, lanza el explosivo, pero como aún no bajas del árbol, el impacto la hace caer.
"Mierda", dice quejándose un poco y se levanta. El explosivo solo hizo volcar el auto y mató a uno de ellos; los otros tres corren tras ella y Megan comienza a disparar. Balas vuelan por doquier y ella no para de correr.
"Detente, desgraciada", grita la pelirroja; tiene sangre reciente en la cabeza por el impacto del explosivo.
Megan se escuda tras un árbol y comienza a disparar; ellos se esconden y hacen lo mismo.
"Ríndete, zorra", grita el ruso rubio acercándose y ella le dispara, dejándolo tendido en el suelo.
"Asquerosa", grita la pelirroja y le hace señas al otro ruso de cabello castaño para que le llegue por detrás.
"Sal asquerosa, mataste a tres de los míos, somos solo nosotras, sal, puta cobarde". La provoca la pelirroja, pero Megan no es idiota, toma su otra arma y dispara hacia la chica mientras observa a sus espaldas. El hombre aparece y dispara y le da en el hombro, aunque Megan también le dispara y el hombre se esconde.
"Chicos, ¿dónde están, carajo?" La pelirroja llama a dos más de sus cómplices; Megan se mezcla con cuidado por el bosque, ya que no tiene más balas.
El sonido de un motor ruge y ella se esconde; luego las voces son de dos rusos, ella entiende cada palabra que dicen.
"Está por allá", espeta el ruso que Megan hirió, y ellos arremeten con sus ametralladoras por donde ella estaba hace un rato. Ella se arrastra con cautela, alejándose más, pero una bala le alcanza la pierna y deja un rastro de sangre.
"Debe estar muerta", grita uno y la pelirroja niega.
"Quiero su cadáver". Camina hacia ella buscando el rastro y Megan no se mueve; trata de visualizar alguna roca. No tiene nada más para defenderse hasta que más motores se escuchan y neumáticos resuenan.
"Mátalos a todos". La voz de Elliott la alerta y, seguido a esto, disparos resuenan; ella se cubre la cabeza y trata de alejarse. El hombro le duele y también sus caderas por la caída.
"Eliza, Eliza", grita mientras hay un cruce de balas volando de un lado a otro.
Dos rusos caen y solo quedan dos; ellos se acercan y los inmovilizan.
Megan espera y observa hasta que ve que es seguro salir; se levanta su hombro sangrando y su pierna también.
Elliott se voltea cuando escucha algo entre los árboles y apunta, pero baja su arma y corre hacia ella cuando la ve.
"Amor", grita mientras se acerca y la abraza.
"Elliott..." lo abraza y él pregunta notoriamente preocupado.
"¿Estás bien?" Un dolor en el vientre la alerta.
"Elliott, el bebé..." Los ojos del hombre se abren y el corazón se le salta un latido.
"Tranquila, amor". Elliott la toma en brazos y se sube en un auto con ella. Todo el mundo está sorprendido; nadie sabía sobre estos dos.
El auto arranca tan rápido que ni a su padre ni a su hermano les da tiempo de acercarse. Ella va herida; Elliott le hace un torniquete en la pierna y él va haciendo presión en su hombro para detener la sangre.
"Muévase, carajo", le grita al soldado que maneja.
"Amor, ¿estás bien? "Háblame, ¿te duele algo?" Megan lo observa y asiente.
"Me duele un poco la espalda baja y el vientre, pero no es tan fuerte, tranquilo". Él niega, frustrado.
"¿Por qué no me dijiste lo del bebé antes? No debiste dormirme, carajo". Ella se aferra a él con sus brazos para tranquilizarlo, pero está asustada; no cree que pueda soportar otra pérdida.
"Lo siento, todo estará bien, sí, no lo quiero perder y por primera vez en mi vida tengo terror". Elliott la besa dándole esa fuerza que necesita.
"No lo vas a hacer, amor, ambos estarán a salvo, lo prometo". Ella asiente y se aferra a él.
"Mierda", murmura al sentir un pequeño bajón.
"¿Qué ocurre, amor?" La preocupación en Elliott es notoria.
"Creo que estoy sangrando, Elliott, no lo quiero perder, no lo voy a soportar, no de nuevo". Los ojos de él se oscurecen y la abraza.
"Muévase, carajo, de prisa", le grita al soldado y saca su teléfono, marca a la clínica y habla.
"Habla el coronel Elliott McGattett: "Tengan todo listo, mi mujer está herida y embarazada; necesito que la estén esperando cuando lleguemos", ordena severo y Megan lo observa embobada.
"¿Estás bien?" Esta vez es ella quien le pregunta.
"Claro que lo estoy, Amor, pero no vuelvas a hacerlo de nuevo". La mira directo a sus ojos azules.
"No vuelvas a exponerte así y con nuestro bebé dentro menos; no me hubiese perdonado si te pasara algo". Ella lo besa mientras el auto sigue su curso.
El auto, un rato después de camino, estaciona en la clínica de la OMSG y Elliott baja con Megan en brazos.
"Solo un poco más de amor, por favor", dice y entra como un torbellino, observando a todos a su paso; su sola presencia los repele y le dan paso. Su cara da terror.
"Rápido, atiendan a mi mujer". Su voz firme resuena y acercan una camilla y luego se la llevan al interior de un quirófano. Un doctor se le atraviesa a Elliott para que no entre y este lo aparta de su camino con un empujón.
La camilla es colocada debajo de una lámpara y Elliott entra y se acerca a ella apretando su mano.
"Debe salir, coronel". Elliott fulmina al otro doctor con sus ojos y con su voz gruesa y demandante contesta.
"Eso no va a ocurrir y más les vale que ambos estén bien.
Una enfermera, temblando de miedo, se le acerca y le ofrece ropa quirúrgica; a regañadientes se la coloca y, al estar listo, regresa con Megan, pero ella está dormida, tiene una máscara de oxígeno y le están sacando las balas.
Elliott observa el caos ante sus ojos: unos doctores suturan a Megan, otro le detiene el sangrado, pide un medicamento y se lo inyectan, luego colocan un aparato en su vientre y él se pierde en el sonido que escucha; ellos asienten y hablan entre ellos.
"Tráigame los resultados de la paciente", pide el doctor; una enfermera sale del quirófano y Elliott sigue observando todo. No sabe ni en qué momento tomó su mano; solo sabe que no la piensa soltar.
Le colocan sangre y ella sigue inconsciente. Mientras trabajan en su cuerpo, parecen ignorarlo; solo tratan de hacer su trabajo. Elliott no escucha lo que dicen, él solo la observa a ella. Con sus ojos cerrados, siente su mano entre la de él y eso lo tranquiliza.
"Coronel... "Coronel", lo llaman y sale de su embeleso.
"¿Qué ocurre?", pregunta y el doctor le informa.
"Ya detuvimos el sangrado y le colocamos un medicamento para reducir las contracciones. Tuvo una caída fuerte que casi le cuesta la vida del feto, pero está estable, aunque debe guardar reposo". Elliott asiente y la observa.
"La tendremos en observación unas horas; luego será llevada a una habitación.
"Elliott asiente, pero no se sale; la mueven hacia un lado y él no le suelta su mano.
"Vas a estar bien, ambos estarán bien, lo prometo". Susurra y abraza su mano; el pecho le duele, es algo insoportable para él pensar en perderlos y no le importan ya los prejuicios y lo que digan, nada evitará que la haga su mujer ante todos.
Coronel, moveremos a la paciente". Elliott asiente y sigue a los camilleros de cerca; él va detrás. Al salir hacia las habitaciones, logra ver a su familia, quienes se le acercan, pero él observa por donde se llevan a Megan, queriendo seguirla.
"Hijo, ¿cómo está ella?", habla Elizabeth entre llanto.
"Está bien, mamá, estará bien". Alexander se acerca y lo abraza.
"¿Qué dijo el doctor, Elliott?" Le pregunta preocupado.
"Estará en observación, sufrió heridas de bala en el brazo y su pierna aparte..." Elizabeth se acerca.
"Aparte de Elliott, ¿qué ocurre con mi bebé?" Él la observa.
"Debe guardar reposo; tuvo una amenaza de aborto". Los ojos de todos se abren.
"Te voy a matar, Elliott", espeta Xander, su hermano.
"No es momento, Xander", advierte su padre.
"¿Cómo está el bebé?", le pregunta Alexander a Elliott.
"Está bien, pero puede que no", responde Elliott y Alexander lo abraza.
"Tranquilo, hijo, estarán bien, mi niña y mi nieto estarán bien". Le palmea la cara y besa su frente.
"Debo ir con ella, padre, no quiero que despierte sola". Él asiente y él va en busca de Megan.
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