La noche caía en el ocaso, las velas de las farolas de la aldea comenzaban a brillar a lo lejos, las luciérnagas resplandecían a mi alrededor, jugando a la orilla de un lago escondido en el centro de un bosque cercano me hipnotizaba las olas que se formaban en el agua al tocarla con un pasto mientras mi mente se desprendía de la realidad llevándome a un mundo mágico donde criaturas de todo tipo me rodeaban como caballos alados, ninfas, elfos y una especie diminuta que revoloteaba a mi alrededor dejando una estela de polvos brillantes que hacía picar mi nariz
¡¡Princesa Adaria!!, ... ¡¡Princesa Adaria!!
Unos gritos me sacaron de mi magnífico sueño vivido. De inmediato reconocí la voz de uno de los guardias que gritaba mi nombre: era Fergus mi lastre siempre que salía del castillo. Rápido me levanté del fango y salté el césped alto tratando de salir de él. Miré buscando, no encontrar con ningún guardia. Caminé por las calles empedradas, iluminadas por las velas de las farolas, no veía a nadie hasta que al doblar en una casa topé de frente con Fergus quien me tomó del brazo y me arrastró hasta el carruaje, obligándome a subir.
Dentro del carruaje me encontré con la tenebrosa mirada de mi madre Herís, quien no dejaba de hacer sonar su nariz al expulsar el aire de sus pulmones en manera de liberar algo de enojo. Me acomodé en el asiento del carruaje, apoyando mi recta espalda en el asiento y mi cabeza agachada en señal de vergüenza, jugaba con mis sucios dedos cubiertos de barro como el dobladillo de mi vestido esperando la reprimenda de mi madre que frotaba su abultado vientre en un intento de calmar el bebe que llevaba dentro
—Es una vergüenza que la reina tenga que salir a buscar a su revoltosa hija por todo el pueblo. ¿Qué pensaría tu padre si te viera es esas fachas? Dios, me libré que nadie te haya visto —desvió su mirada hacia otro lado tratando de calmarse.
El viaje de vuelta al castillo fue silencioso. Al llegar, fui arrancada del carruaje por Fergus. Entramos por la cocina hacia las escaleras del servicio tratando de evitar a mi padre y, si regaño, Fergus me arrojó dentro de mi alcoba cerrando la puerta con cerrojo.
Caminé por la oscura habitación hasta el estante sobre mi chimenea. Con un movimiento de mi mano, las velas sobre la oscura superficie llena de hollín y cera de vela se encendieron junto con las maderas en la chimenea. Sonreí por mi logro. Por lo general, me toma más de dos intentos de hacer que enciendan.
Caminé hasta mi cama ahora visible y me acosté sobre ella, dejando mi cabeza colgando sobre el borde, en lo que mis ojos se cerraban. Dos criadas entraron en mi alcoba inclinándose antes de hablar
—Señorita Adaria su baño está listo — me levanté frustrada, ya que había encontrado una posición cómoda me levanté y seguí a las criadas hasta mi baño donde me ayudaron a quitarme mi vestido, junto con mi corset y la enagua dejándome solo en camisón me quitaron las horquillas y soltaron mi largo cabello color rojo Carmesí
—No, señorita, está muy caliente— Sara trató de advertirme, pero ya era tarde. Había entrado en la bañera, el agua aún hervía, pero a mí solo me parecía agua tibia. No me quemaba, ni causaba ampollas en mi piel, ni siquiera un simple enrojecimiento; las criadas se miraban asustadas.
Pronto ambas chicas se acercaron con cuidado y comenzaron a tallas mi cuerpo cubierto de barro, pero se detenían porque el agua les quemaba las manos.
— Déjenme yo lo haré — trataron de negarse a dejarme bañarme sola, pero les salpique agua hirviendo haciendo que saltarás de mi lado quedando lejos mío ambas muchachas se inclinaron y salieron de la habitación dejándome sola tome el trapo y comencé a frotarme el cuerpo quitando todo el lado de mi cuerpo incluso frote mis uñas
ya lista me levanté Cora entro en la habitación con agua en un balde y me comenzó a tirar agua en el cuerpo para quitar todo resto de suciedad que haya quedado tomó mi mano y me ayudó a salir rápidamente Sara me cubrió con una tela de seda y me escoltaron de nuevo a mi habitación donde me esperaba un hermoso vestido color verde con detalles de piedras azules en la cintura y cintas doradas
me quité las prendas mojadas Sara me coloco un camisón limpio previamente calentado en la chimenea y Carol se acercó con el doloroso corset el cual apenas dejaba que entre algo de aire en mi cuerpo y hacía resaltar mis senos como si fueran dos balones apenas han pasado diez inviernos desde que nací, pero mi cuerpo se está formando muy rápido una vez atado en corset sobre él colocaron la enagua y varias capas de prendas y por último el hermoso vestido que llevaba consigo un collar y pendientes a juego en color verde jade con incrustaciones de plata magnífico en verdad esas piezas las creaba mi padre para nosotras una por cada onomástico que teníamos él fabricaba una joya tan preciada y tan única que nos e iguala una con la otra son verdaderas obras de arte
Me senté en mi cama y Sara comenzó a acomodar mi cabello en un moño algo desordenado, pero que dejaba ver mi esbelto cuello adornado por tan bellas joyas ya lista salí de la habitación escoltadas por mis criadas caminando por los pasillos decorados con piezas de oro llegué a unas escaleras de madera y mármol baje y me dirijo hacia el gran salón de banquetes donde mi padre había reunido a los lores de todas las regiones aledañas con el fin de comenzar la temporada de caza está vez dicho evento se celebraría en los bosques de la tierra blanca en el frío norte espero no morir congelada o atacada por un oso no entiendo porque debo ir desearía no hacerlo.
— La princesa Adaria— un soldado me anunció haciendo que las mesas repletas de caballeros y lord que comían y bebían vino se pusieran de pie para recibirme. Me sentí intimidada por la cantidad de ojos puestos en mi nunca había visto tantos caballeros juntos sin que hallan peleas entre ellos.
Camine por un largo pasillo formados por mesas a cada lado mío hacia el final de la habitación donde se encontraba una larga mesa que cubría todo el fondo en el centro de la mesa estaba mi padre a su derecha mi hermano Remiró, seguido por Tirón y Félix los tres mayores a su izquierda estaba mi madre junto a ella había una silla libre que era la mía y mis dos hermanos pequeños Salàs y Perseo
Al llegar a la mesa hice una reverencia a mi padre el cual solo me sonrió sus mejillas estaban rojas y su mirada algo perdida al parecer el vino ya había hecho efecto sin duda mi madre lo habrá emborrachado para no notará mi ausencia sin esperar mucho rodee la mesa y tome mi lugar los caballeros en la habitación volvieron a sentarse y las charlas y risas volvieron a retomar llenando el lugar con sonidos estridentes
— Te ves exquisita, hija mía, sin duda tu madre tiene buen gusto para los vestidos, ¿no lo crees?— Mi madre susurró a mi oído haciendo que me sonriera. Asentí sin hablar, y comencé a comer algo de perdiz. No tenía mucha hambre, pero le di gusto a mi madre: ese era su plato favorito.
Mi padre se puso de pie, golpeando su mano sobre la dura mesa, causando que todo el mundo le prestara atención. Aclarará su garganta y su discurso comenzó
— Gracias a todos por venir a mí y responder a mi llamado, disfrutad la cena que os preparé y mañana comenzaremos la travesía hacia las tierras blancas y darle comienzo a los tres días de celebración del onomástico de mi primogénito y futuro rey de la ciudad de oro — vitoreó, aplausos y gritos de guerra sonaban por todos lados mi padre levantó sus manos para calmar a los hombres
—Quiero también agradecerle a mí, amada esposa, por darme uno de los anuncios más esperados de todos: el bebé en su vientre es una niña— nuevamente los hombres volvieron a hacer sus festejos aplaudiendo y golpeando sus pechos y mesas con sus puños y vasos.
Mi padre tomó la mano de mi madre y le dio un tierno beso para luego besarle los labios, a lo que hizo que corriera la vista y cubriera los ojos de mi hermano, quien tenía en la mirada una clara expresión de que pronto vomitaría.
— Coman y bebas que hoy es de celebración — mi padre tomó su vaso y, junto a mis hermanos, se unió a los hombres frente a nosotros.
— Madre, ¿cómo sabes que es una niña?—le pregunté a mi madre, quien reía al ver a su esposo jugar a las luchas con sus amigos.
—Lo soñé así como lo he soñado con ustedes, algún día lo entenderás hija mía tu madre desciende de una larga descendencia de brujas y hechiceras algunas mujeres en mi familia aún practican la hechicería otras como yo por miedo a ser quemadas en la hoguera simplemente dividimos nuestro poder entre nuestros hijos tus ojos son la prueba de que hay poder en ti hija mía solo hay que esperar a que se manifieste— acaricio su vientre con una sonrisa en el rostro
Me volví a acomodar en mi silla y seguí comiendo hasta que unos ojos amarillos me observaban desde un rincón oscuro de la habitación un hombre sentado en una mesa con un jarrón de su mano derecha y su mano izquierda sujetaba la espada en su cintura me observaba con una sonrisa de lado dibujada en su rostro era sexi debo admitir su cabello negro como la noche caía a cada lado de su rostro sus vestimentas de cuero oscuro hacían resaltar sus grandes músculos
Mi garganta estaba seca y mis manos sudaban un cosquilleo comenzaba a crecer dentro de mí algo me decía que debía salir corriendo de ahí, pero estar bajo su mirada me dejaba inmóvil en mi sitio incapaz de apartar la mirada no fue hasta que mi hermanito me tomó del brazo que pude despegar mis ojos de ese bello caballero
—Adaria estoy cansado ¿puedes llevarme a la cama?— Perseo hablaba sin poder abrir los ojos mi madre asintió y tomé al pequeño en mis brazos y le entendí la mano a Salàs para que venga conmigo rodeamos la mesa y salimos del gran salón subir las escaleras con Perseo fue una gran lucha el pequeño luego de unos momentos pesaba más de lo que parecía
—Permítame princesa yo la ayudaré con el pequeño— un caballero del comedor estaba ahora junto a mí no pude evitar levantar la cabeza más halla de lo que podía él era verdaderamente alto junto a mi yo parecía una simple hormiga pequeña él tomó a Perseo en sus brazos y subió las escaleras con él en brazos mientras Salàs seguía a mi lado aferrado a mi mano.
Al llegar a la cima de la escalera, tomé el control de la caminata, siendo yo quien guio hasta la habitación de los pequeños, ayudé al caballero a acostar a Perseo. Ya los dos en la cama nos disponíamos a salir cuando perseo habló medio dormido.
—Cántanos Adaria— me reí, pero la leyenda del hijo de la Luna ellos amaban esa canción arropé a ambos pequeños les di un tierno beso a cada uno en la frente me acerqué a las cortinas y las abrí dejando entrar la luz de la luna en toda la habitación me volteé y ambos tenían sus miradas sobre mí me dio mucha ternura ver qué mis dos hermanos más pequeños este creciendo tan rápido acercándome hasta los pies de ambas camas inicie mi canto llenando la habitación de mi voz llevándome conmigo todo el silencio abrumador.
Tonto el que no entienda
Cuenta una leyenda
Que una hembra gitana
Conjuró a la luna hasta el amanecer
Llorando pedía
Al llegar el día
Desposar un calé
Luna quieres ser madre
Y no encuentras querer
Que te haga mujer
Dime, luna de plata
¿Qué pretendes hacer con un niño de piel?
Hijo de la luna
"Tendrás a tu hombre, piel morena"
Desde el cielo habló la luna llena
"Pero a cambio quiero
El hijo primero
Que le engendres a él
Que quien su hijo inmola
Para no estar sola
Poco le iba a querer"
Luna quieres ser madre
Y no encuentras querer
Que te haga mujer
Dime, luna de plata
¿Qué pretendes hacer con un niño de piel?
Hijo de la luna
De padre canela nació un niño
Blanco como el lomo de un armiño
Con los ojos grises en vez de aceituna
Niño albino de luna
"Maldita su estampa, este hijo es de un payo Y yo no me lo callo"
Luna quieres ser madre
Y no encuentras querer que te haga mujer
Dime, luna de plata
¿Qué pretendes hacer con un niño de piel?
Hijo de la luna
Gitano al creerse deshonrado
Se fue a su mujer, cuchillo en mano
"¿De quién es el hijo? Me has engañao' fijo"
Y de muerte la hirió
Luego se hizo al monte con el niño en brazos
Y allí le abandonó
Y las noches que haya luna llena
Será porque el niño esté de buenas
Y si el niño llora
Menguará la luna para hacerle una cuna
al terminar mi canto, los niños dormían plácidamente en sus camas, sin preocupaciones y sin miedos. Mi pecho se infló de orgullo de ser la hermana de ellos dos. Salí de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
El caballero estaba recostado sobre la pared frente a la puerta, creía que ya se había ido, pero creo que me equivoqué.
—Es usted muy amable al ayudarme con el pequeño Perseo, le estoy realmente agradecida, sir Duno — puse mis manos frente a mí entrelazando mis dedos tratando de ver al caballero a la cara, pero era verdaderamente algo
—Es un placer y un honor ayudarla majestad, pero también sería un placer y un honor que usted me tomara en gracia y afecto — mi seño se frunció levemente, no entendí a qué se refería
—Disculpe, sir Duno, no comprendo —tragué saliva esperando su respuesta, la cual me dejaba perpleja. El caballero avanzó tres pasos acortando nuestra distancia. Me hubiera gustado retroceder en ese instante, pero detrás de mí estaba la puerta, no tenía escapatoria
—Su majestad está pronta a cumplir su onceavo onomástico y sería un gran placer y honor para mí que luego de ese día me considerará para convertirme en su esposo prometo serle fiel y ser bueno con usted su majestad —mis labios se separaron y volvieron a cerrarse en un bago intento de responderle, pero las palabras no venían a mi boca haciendo imposible contestarle
—Seré bueno con usted, lo prometo— volvió a repetir mientras terminaba de avanzar los pocos pasos que había el uno del otro
—Sir Duno, deténgase —puse mis manos en su pecho tratando de parar su avance, pero ya era tarde. Lo tenía tan pegado a mí que no había espacio para respirar. Sus manos en mi cintura se aferraban tanto que no podía moverme, traté de alejarme, pero él me retenía en ese lugar.
—no se resista mi Leidy sé que usted quiere esto de la misma manera que yo lo quiero—su aliento estaba impregnado del olor a licor corría mi rostro cada vez que intentaba besarme hasta que soltó mis caderas una de sus manos apretaba mis senos tan fuerte que dolía cuando volvía a apretarme intentaba subirme la falda, pero luche para que no lo hiciera sus manos estaban por todo mi cuerpo apretando, y tirando como si quisiera desnudarme ahí mismo había todo parte de mi hermoso vestido con sus asquerosas manos
Sujeto mi cuello fue entonces que junto nuestras bocas en un beso muy mojado su lengua se pasaba por mis labios en un intento de entrar apreté fuerte mi boca, pero su mano derecha me sujeto la mandíbula apretando mis mejillas obligándome a abrir la boca aun sujetándome seguía tocándome me estaba empezando a quedar sin aire
Introdujo su asquerosa lengua hasta mi garganta causando que mis náuseas se incrementarán y las ganas de vomitar me invadieron por completo sumemos el hecho de que su boca sabía a vino era asqueroso en verdad mi cuerpo temblaba mis fuerzas no se podían comparar con la fuerza de ese gigante trate de luchar, pero él era más fuerte que yo trate de gritar, pero su boca me lo negaba lágrimas corrían por mis ojos como cascadas
—Suelte a la Princesa —. El caballero se detuvo en seco, lentamente aflojó su agarre sobre mí, alejándose de mí. Fue entonces cuando pude ver a Fergus con su espada en el cuello de Duno, con sus manos en alta se alejó de mí
Con mi respiración acelerada y mi corazón a mil, no podía controlar las lágrimas que caían de mis ojos. Limpié con el reverso de mi mano la saliva que él había dejado en mi cara.
—valla a su habitación mi Leidy yo me encargaré de que el señor Duno aprenda a respetar a las mujeres y más tratándose de la princesa porfavor señorita salga ya mismo de aquí — Fergus tenía toda su atención en el caballero no quería que se le escapara detrás de él habían varios soldados esperando sus órdenes me paré erguida aun llorando corrí hacia mi habitación sin detenerme
Entré en ella apoyándome en la puerta mientras escuchaba algunos gritos que lo dejaran y me metí directo en la cama. Quería que este maldito día acabara, quería poder salir volando de la habitación como las hadas de los cuentos que mi madre solía contarme: llore, llore hasta que las lágrimas dejaron de salir, llore tanto que me quedé dormida.
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