Anastasia es una joven de 17 años que reside con sus padres, David Blanco y Carmela Cruz, así como con su hermana de 18 años, Ana. A pesar de haber sido criadas en un ambiente similar, la relación entre las hermanas no es del todo armoniosa: Ana es aficionada a las fiestas y suele ser bastante contestona, mientras que Anastasia prefiere dedicar su tiempo a los estudios y no es muy propensa a salir. David, su padre, es el propietario de una de las empresas más destacadas de la ciudad.
Un día, mientras David se encontraba en su oficina, recibió una visita inesperada:
Ernesto Contreras, se presenta ante David solicitando su ayuda, ya que su empresa se encontraba al borde de la quiebra. Era consciente de que, para poder recuperarla, necesitaba casar a su único hijo con una de las hijas de David, quien dirige la empresa más prominente de la ciudad.
Ernesto comienza a exponer su situación, mientras David lo escucha, asombrado y sin poder creer lo que estaba escuchando. Tras un momento de reflexión, David le responde: ¿Acaso crees que soy como otros propietarios de empresas? Jamás casaría a ninguna de mis dos hijas sin amor.
Ernesto, visiblemente nervioso, le dice: Te entiendo, pero necesito tu ayuda.
David Blanco: ¿No crees que existen diversas maneras de solicitar ayuda?
Ernesto Contreras: Lamento si he dado esa impresión. Al ser la empresa más relevante de la ciudad, pensé que tú buscabas asegurar un futuro para tus hijas.
David Blanco: Te equivocas, mis hijas son mi mayor tesoro y jamás interferiría en la elección de sus parejas; son libres de decidir por sí mismas. Ahora, dejemos de lado el tema de ellas y, en su lugar, ¿cómo crees que podría asistirte sin hacer referencia a mis hijas? ¿Tienes alguna otra propuesta?
Ernesto Contreras expresó que no había considerado ninguna otra opción.
David le sugirió que pensara en una propuesta y lo contactara nuevamente. Alternativamente, le pidió que le informara sobre la actividad de su empresa para evaluar si podría ofrecerle ayuda.
Ernesto comenzó a explicarle que tenía una empresa dedicada a la fabricación de calzado para hombres y mujeres, pero que se encontraba a punto de cerrar debido a un incendio. Además, comentó que enfrentaba dificultades financieras, ya que había malgastado su dinero en cuestiones personales. David consideró que invertir en su empresa podría ser una opción viable, pero le solicitó más detalles para poder tomar una decisión informada.
Después de más de tres horas de conversación, David le comentó a Ernesto que hablaría con su familia y que al día siguiente le daría una respuesta. Ernesto se despidió agradeciéndole.
Posteriormente, David continuó con sus actividades y alrededor de las 6 de la tarde regresó a casa. Saludó a su esposa e hijas y se sentaron a conversar; él les narró la situación de Ernesto.
Ana le dijo: Papá, pienso que no deberías perder tu tiempo en eso, es un asunto que les concierne a ellos.
Carmela, por su parte, respondió: Hija, también puede ser beneficioso para nuestra familia a futuro.
Ana: Estaríamos perdiendo el tiempo, mamá. Papá comentó que ese hombre desperdicia dinero en mujeres y en bebidas.
David: Desde ese punto de vista, hija, tiene razón. Sin embargo, al ser accionistas y cofundadores, podemos designar un administrador personal y resolver todas las dudas antes de proceder.
Anastasia: Además, estaríamos ayudando a una familia, ya que papá mencionó que tiene un hijo y quizás una esposa de la que se preocupa.
Ana: No estoy de acuerdo, creo que solo van a perder dinero y tiempo.
Carmela: Amor, ¿qué te parece si contactas a Leo para que realice una investigación al respecto?
David: Es una buena idea, amor. En este momento, voy a ponerme en contacto con él.
David se levanta y se dirige a la oficina. Ana, que aún no está convencida de la idea, expresa: Están equivocados, no comprenden que no es una buena decisión; sería mejor permitir que ese hombre resuelva su problema por su cuenta.
Anastasia: Hermana, hoy son ellos; mañana podríamos ser nosotros.
Ana: Hermana, cállate. Eres una niña de 17 años y no sabes nada.
Anastasia: No me ordenes que me calle. Ya dijiste que no lo querías. Entonces, está bien, no opines más y punto.
Carmela: Niñas, por favor, dejen de pelear. Su padre investigará a Ernesto y así podrá tomar una decisión.
Ana: Mamá, no estoy de acuerdo.
Carmela: Hija, esperemos a ver qué le dicen a tu padre, ¿sí?
Ana: Me iré a mi habitación.
Anastasia se acerca a su mamá y le dice: Mamá, conozco al hijo del señor Ernesto, que también se llama así. Estudia en la misma universidad en la que yo estoy.
Carmela la mira y le pregunta: ¿Es tu amigo?
Anastasia: No, mamá, estudiamos carreras diferentes, pero sé quién es.
Si papá no les brinda su apoyo, no podrá continuar sus estudios, ya que esa carrera es bastante costosa.
Carmela expresó: 'Para poder ayudarles, es fundamental que conozcamos bien su situación, mi amor.'
Anastasia asintió, sumida en sus pensamientos. Ella solo podía pensar en Ernesto Contreras, el chico del que se había enamorado desde la preparatoria; era muy atractivo, y aunque nunca la miraba, ella sentía un profundo deseo de ayudarlo.
En ese momento, su padre salió de su despacho y comentó: 'Mañana a primera hora recibiré una respuesta. ¿Qué les parece si vamos a cenar?' Todos aceptaron la propuesta y llamaron a Ana para que también cenara.
Al día siguiente, David se despertó muy temprano y se dirigió a la empresa, donde Leo ya tenía todo lo que había solicitado preparado.
Anastasia decidió ir a estudiar. Al llegar a la universidad, lo primero que vio fue a Ernesto, acompañado de sus amigos. Mientras lo observaba, su mejor amiga se acercó y le dijo: ¡Hola, amiga! Estoy aquí. Anastasia se giró y la abrazó. Luego, Camila le comentó: Vamos, amiga, ¿hasta cuándo lo vas a mirar así? ¿Por qué no te atreves a decirle que lo amas?.
Anastasia respondió: ¿Acaso estás loca?.
Camila rió y dijo: ¡Jajaja, no, amiga!.
Anastasia: Vamos a estudiar, y durante el receso te contaré algo.
Camila: De acuerdo, vamos.
Al entrar al salón, Camila saludó a su novio, Juan; ellos estaban en una relación y salían juntos.
Asistieron a la clase y luego salieron al receso. Anastasia se sentó a solas con Camila y le compartió la situación de la empresa del padre de Ernesto, lo que dejó a Camila muy sorprendida.
Al notar la expresión de asombro en el rostro de su amiga, Anastasia le preguntó: ¿Por qué tienes esa cara? ¿Acaso ya lo sabías?
Camila: No, amiga; me sorprende que él venga aquí.
Anastasia expresó: ¿En serio?
¿Acaso he hablado demasiado alto? Quizás me haya escuchado. Amiga, me he metido en problemas.
Camila: Cálmate.
Ernesto pasó junto a sus asientos y siguió su camino. Camila y Anastasia suspiraron.
Camila: No pasó nada, no escuchó nada. Ahora, ¿qué puedo hacer al respecto?
Anastasia: Hablaremos en otro momento, todavía estoy en shock. Podría habernos escuchado.
Camila: Te gusta mucho, amiga. Se te nota en el rostro.
Anastasia: Ya basta, mejor vamos a la siguiente clase.
Camila: Amiga.
Anastasia: Dime.
Camila: He escuchado que Ernesto es muy mujeriego, y lo hemos notado. Quizás lo mejor sería que intentaras sacarlo de tu corazón.
Anastasia: Ojalá pudiera, amiga.
Cada vez que Camila salía con su novio Juan, veía a Ernesto acompañado de chicas. Ella no quería que su amiga sufriera, aunque en realidad no había nada entre ellos.
Al finalizar la clase, Anastasia le dijo a su amiga: ¿Vamos, amiga? y Camila respondió: Juan me ha invitado a salir, pero le diré que te llevemos primero, ¿te parece? Anastasia añadió: No, tranquila, tomaré un taxi. Ve con él.
Se despidieron y Anastasia tomó un taxi. Al llegar a su casa, se dirigió a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Ana también llegó y se retiró a su habitación para hacer lo mismo antes de salir nuevamente.
Mientras tanto, David se encontraba en la empresa acompañado de su esposa. Ambos eran conscientes de que Ernesto y su esposa eran personas de integridad, aunque Ernesto tuviera la tendencia de relacionarse con otras mujeres.
David fue directo con Ernesto al llegar a un acuerdo; le manifestó de forma clara que había estado investigando y que no le gustaba andar con rodeos.
Asimismo, le consultó a Ernesto si su familia estaba al tanto de la situación, a lo que este respondió afirmativamente, aunque aclaró que no estaban informados sobre las mujeres involucradas. David explicó que ese aspecto no formaba parte de su preocupación y que, para establecer la relación comercial, era necesario conocer a la familia.
Ernesto propuso que David se convirtiera en copropietario del 50% de la empresa, a lo que David accedió, aunque se estipuló que la empresa estaría registrada a nombre de una de sus hijas. Todos los involucrados concordaron y acordaron reunirse el viernes para conocerse mejor.
Ernesto regresó a su hogar con alegría para compartir la noticia con su esposa.
David y Carmela volvieron a casa y conversaron con sus hijas. Ana también estaba llegando y Anastasia bajó a recibirlos.
Al escuchar que David se ofrecía para ayudar a Ernesto, Ana expresó de inmediato su desacuerdo y manifestó que no quería saber más al respecto. Esto dejó claro a David que Anastasia sería la futura propietaria de la empresa. Al recibir la noticia, Ana preguntó con incredulidad: ¿En serio, papá? ¿Entonces yo seré dueña de qué?
David respondió: Ya buscaremos otra opción que te guste, hija.
Ana: Papá, soy joven y me gusta disfrutar de mi dinero, salir y gastar.
Carmela: Querida, para tener dinero es necesario trabajar.
Ana mira a su madre y responde: Para eso están ustedes, todavía soy joven.
David: Te comprendo, nosotros también fuimos jóvenes, pero trabajamos arduamente para alcanzar lo que tenemos. Es importante que comiences a pensar en algo que te apasione, de manera que puedas emprender tu propio negocio en el futuro.
Ana: Está bien, lo pensaré más adelante.
Carmela: Anastasia, ¿estás de acuerdo?
En relación a ser la propietaria de la mitad de la empresa de calzado.
Ana: Estoy segura de que estará de acuerdo, siempre dice que todo está bien, es bastante ingenua.
Carmela: Por favor, respeta a tu hermana. Si tú no estás de acuerdo es una cosa, pero permite que ella exprese su opinión.
Anastasia: Aún estoy en mis estudios; con 17 años, ¿cómo podría trabajar?
David: Seguirás estudiando, hija. No es necesario que trabajes en este momento; habrá alguien que ocupará tu puesto. Cuando llegues a la mayoría de edad y decidas empezar, lo harás sin inconvenientes.
Ana: ¿Trabajar en una empresa de calzado? ¡Qué risa!
Anastasia: De acuerdo, en ese caso, estoy conforme.
Ana se ríe y se dirige a su habitación.
El día viernes, Anastasia se encontraba en la universidad y comentaba a Camila: Amiga, esta noche iremos a cenar con nuestras familias, estoy muy nerviosa.
Camila respondió: ¿Por qué estás nerviosa, amiga? Siempre ves a Ernesto aquí.
Anastasia replicó: Pero no hablamos.
Camila intentó tranquilizarla: No te preocupes, todo estará bien.
Posteriormente, las chicas regresaron a clase.
A las 3 p.m., Juan llevó a Anastasia a su casa antes de irse con Camila.
Al llegar a casa, Anastasia saludó a la nana Nelly y luego se dirigió a su habitación.
A las 5 p.m., llegaron los padres de Anastasia. Mientras se preparaban para salir, ella ya estaba lista, pero les solicitó que no mencionaran que era la dueña de la empresa, ya que no quería que la noticia se difundiera en la universidad en la que estudiaba. Sus padres accedieron a su petición y, tras salir, encontraron a Ana afuera, visiblemente molesta, ya que no deseaba asistir a la reunión.
Al llegar al lugar, encontraron a Ernesto junto a su esposa y su hijo.
Anastasia se mostraba sumamente nerviosa. David inició la presentación. Buenas noches, Ernesto. Es un placer presentarles a mi familia: mi esposa, Carmela Cruz, y mis hijas, Ana y Anastasia.
Ernesto respondió: Mucho gusto, el placer es mío. Ella es mi esposa, Lucía Campos, y él es mi hijo, Ernesto.
Todos se saludaron cordialmente. Ana no podía apartar la mirada de Ernesto, quien le pareció muy atractivo, y le lanzaba discretas miradas. Anastasia, por su parte, se sentía feliz de tenerlo cerca.
Ernesto, el hijo, comentó: Te he visto en la universidad. A lo que Anastasia respondió: Igualmente.
Ana interrumpe y pregunta: Ernesto, ¿qué estás estudiando y cuántos años tienes?
Anastasia se percata de la intención de su hermana y la mira con atención.
Ernesto responde: Tengo 18 años y actualmente estudio administración de empresas; mi plan es continuar con otra carrera después.
Ana replica: Creo que tendré que retomar mis estudios. Antes también cursé esa carrera, pero la pausé. Pienso que debo disfrutar un poco primero.
Ernesto sugiere: En realidad, puedes hacer ambas cosas al mismo tiempo.
David añade: Es una buena idea que retomes tus clases.
Ernesto (padre): Me alegra saber que se están llevando bien.
Carmela: Sí, hemos comenzado por buen camino.
Lucía: Eso es cierto.
Después de terminar de cenar y conversar, se despidieron y cada familia se dirigió a su hogar.
Anastasia subió a su cuarto y se duchó para prepararse para dormir.
Ana, al darse cuenta de que a su hermana también le interesaba el chico, consideró la posibilidad de conquistarle primero, pensando que su intención era simplemente pasar una noche con él y luego dejarlo.
Transcurrió un mes, y Anastasia y Ernesto únicamente se saludaban en la universidad. En cambio, Ana consiguió salir con él en dos ocasiones, aunque aún no había logrado intimar. Ella estaba esperando el momento adecuado.
Era jueves y Camila no asistió a la universidad, dejando a Anastasia sola, ya que no tenía una relación cercana con las demás chicas. Estaba sentada afuera durante el receso cuando Ernesto, al notar que estaba sola, se acercó y le preguntó por qué estaba tan aislada. Al verlo, Anastasia se sorprendió y se sintió nerviosa; finalmente, le respondió con un hola.
Ernesto sonrió y la saludó, luego le preguntó de nuevo: ¿Por qué estás aquí sola?
Anastasia respondió: Mi amiga no pudo venir hoy y no tengo mucho trato con otros compañeros.
Ernesto le dijo: ¿Te molestaría que me sentara aquí contigo un rato mientras comienza la próxima clase?
Anastasia contestó: No, para nada.
Ernesto añadió: Te veo un poco nerviosa.
Anastasia replicó: No es nada. ¿Y tú cómo estás?
Ernesto respondió: Bien, gracias por preguntar. Estos días fui al parque con tu hermana y luego me fui porque tenía algunos asuntos que atender.
Anastasia: ¿Saliste con mi hermana?
Ernesto: Sí, ¿por qué reaccionas así? No pasó nada; solo fuimos al parque y luego me fui.
Anastasia: Disculpa, no hay problema. Solo me sorprendió.
Ernesto: ¿Qué te parece si mañana también vamos los dos al parque un rato?
Anastasia: ¿Tú y yo?
Ernesto: Sí, si lo prefieres, puedes invitar a tu amiga.
Anastasia: No podrá ir, está enferma. Hoy iré a visitarla.
Ernesto: Está bien. Entonces, ¿qué me dices? ¿Vamos mañana?
Anastasia lo mira y asiente afirmativamente.
Ernesto: Bueno, entonces nos vemos mañana al terminar las clases. Ahora debemos regresar a la sala.
Anastasia: Está bien, ve tú. Yo todavía no tengo clases.
Ernesto: Así que te quedarás sola otra vez.
Anastasia: No hay problema, ve a tus clases.
Ernesto: De acuerdo.
(Después de que Ernesto se fue, Anastasia sonrió y pensó: Saldré con el amor de mi vida.)
Caminó y preguntó si tenía clases a la siguiente hora. Como la profesora no vendría, decidió ir a casa de Camila para ver cómo se encontraba.
Ernesto se encontraba en clase cuando uno de sus amigos, Carlos, le comentó: Te podrías ligar a las dos hermanas.
Ernesto respondió: Puede ser, quién sabe, jajaja.
Felipe, preocupado, intervino: No hagas eso, Ernesto. Recuerda que la familia de ellas ahora también es dueña de la empresa, y eso podría traerte problemas.
A lo que Ernesto contestó: No se van a enterar.
Felipe insistió: No juegues con fuego, amigo.
Justo en ese momento, Laura, una de las múltiples novias de Ernesto, entró y, al escuchar la conversación, le dijo: Ni te atrevas, amor. Aquí solo me tienes a mí.
Ernesto replicó: Todo esto es solo un juego, cariño.
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