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Un Asesino Inocente

Un criminal.

¿Te pueden culpar y ejecutar por un crimen que no cometiste? 

¿Te pueden llevar a la silla eléctrica, siendo inocente? Soy Christian Montalbán, y ahora mismo, voy de camino a mi muerte… En pocos minutos dejaré de respirar, «mis enemigos han ganado», ya no hay nada que pueda hacer para detener esta injusta tragedia. Pensaba Christian, de camino a una muerte segura. El recorrido parece ser largo e interminable, los guardias los miran como la peor calaña que haya existido en la historia de la humanidad, ningún rostro conocido, aunque a lo lejos se puede ver la oscura y penetrante mirada de su abuelo William. —¡Esa mirada! ¿Es de decepción? Se preguntó el joven, al momento de cerrar los ojos y recordar todo aquello que sucedió y lo llevó hasta su tragedia. 

Minnesota, 3:45 de la tarde. 

 Cristian Montalbán, dormía profundamente, debido a que la noche anterior había salido con Samir, su hermano mayor. Lo cierto es que esa fiesta terminó, hasta que el joven Chris perdió el conocimiento. 

—Hijo… ¿Qué hiciste? La policía se dirige hacia acá, esto no te lo van a perdonar. Margarita Montalbán levantó la sábana con la que se abrigaba su hijo; en ese instante, descubrió que el joven tenía las manos manchadas de sangre, y parte de la vestimenta también contenía lo que parecía ser sangre. 

—Madre… — El joven se levantó de un salto, su madre lo ha sorprendido, pues rara vez lo visitaba. 

—Rápido, vístete, tenemos que salir de aquí, hijo, yo te voy a ayudar, por ti soy capaz de todo y lo sabes. Lágrimas bajaban por el rostro de la señora Montalbán, mientras que su hijo la miraba desconcertada. 

—¿Qué sucedió? Madre, ¿le ocurrió algo a mi padre? 

—¡No, Chris! Esto es por lo que hiciste. ¿Acaso no lo recuerdas? Anoche asesinaste a tres personas, entre ellas a Teresa, o eso es lo que se dice en los noticieros. Teresa dio una rápida explicación, mientras se apresuraba a cambiar la camiseta de su hijo. 

—¿Qué…?— Detente, Madre, eso no es cierto, yo no hice nada, yo quiero mucho a Teresa, hasta me casaré con ella. Hasta ese momento, Christian se miró las manos y en su rostro reflejó, desespero, dolor y titubeó al añadir.

—¡Yo no! El joven intentó recordar, pero tenía la mente nublada. No recuerda absolutamente nada de la noche anterior. 

A lo lejos se comienzan a escuchar las sirenas de las patrullas que se acercan a gran velocidad. Ante la desesperación, Margarita empujó a su hijo y lo sacó de la lujosa habitación. 

—No hay tiempo, Chris, te conozco muy bien, tú eres el ser más puro y bueno que existe en esta tierra. Cada palabra que dijo su madre, hirió el corazón de Christian. Ya que su madre no conoce su verdadera personalidad, es un hombre despiadado y cruel, y no tiene consideración con nadie, a pesar de ello, nunca había manchado sus manos con sangre. Decidido, el joven se detuvo y dijo: —¡No voy a huir! Voy a enfrentar mi destino, busca a Ramón, dile que haga lo posible por sacarme de la cárcel. Christian pretende dar la cara, siempre lo ha hecho, él nunca huye de los problemas. 

—Ramón ha huido, salió del país esta mañana, lo acusan de complicidad. Declaró, sulfúrica, la madre del joven. 

—Esto no está bien. El mundo se detuvo por un instante, y Christian podía sentir que le hacía falta el aire, pues ya no estaba llegando a sus pulmones. 

—¡Mi medicina! Mamá… no puedo respirar. Fue lo último que dijo, antes de desvanecerse. 

Desde pequeño sufre de asma, y es dependiente del medicamento que lo ayuda a mantenerse en pie. 

Unos minutos después, el auto de la señora Montalbán salió de la villa, no obstante, los policías le bloquearon el paso. Habían acorralado toda la villa; ellos buscan a un presunto asesino. 

—Deténgase, nadie puede salir de la villa. El teniente se acercó y la obligó a bajar las ventanas del auto. 

—Oficial, mi hijastro está sufriendo un infarto, puede comprobar que no miente. Las manos de Margarita temblaban y se aferraba fuertemente al volante, teme que descubran que es su hijo y el medio hermano de su hijo. 

—Solamente revisaremos el auto, abriremos la cajuela, y las puertas. 

En el asiento del copiloto, había un hombre con una gorra que le cubría el rostro. 

—Es el señor Samir, y está muriendo, déjalos pasar. Uno de los policías creyó reconocer al hombre convaleciente. 

—Escolten al señor Samir, no los dejen solos. Exclamó otro oficial, al parecer Samir es alguien muy importante en la ciudad. 

En ese instante, Margarita sintió mucho más temor. Si se acercan más, podrían darse cuenta de que no es Samir. Ellos tienen rasgos similares. 

Aunque solamente comparten lazos sanguíneos por parte de su padre. Leónidas. 

Lo cierto, es que el rostro de Christian se tornaba cada vez más pálido, pero Margarita no podía hacer nada para ayudar a Christian, ya que si el joven volvía en sí, se entregaría a la policía. 

—¡Hijo, aguante un poco más! Sé muy bien que esto es obra de tu hermano Samir, sabía que él no es bueno, es un vividor, igual que su madre Pamela. Dicen que las madres nunca se equivocan, y Margarita siempre ha tenido dudas sobre la personalidad de Samir. 

Cuando la inspección terminó, los oficiales dieron luz verde para que Margarita pudiera seguir su camino. Por suerte, ninguno se atrevió a acercarse al joven, por algo le temen tanto. —Escolten a la señora, asegúrense de que lleguen bien al hospital. El teniente es aliado de Samir, y le preocupa el bienestar del hombre que patrocina la policía estatal del condado. 

***Muy lejos de ellos, una bella joven observaba las noticias. Ana Lucía es una chica que recientemente obtuvo su licencia como abogada. En ese instante, ella preparaba un té, cuando de pronto encendió la pantalla y vio que los noticieros mostraron el rostro del joven Montalbán. 

—El macabro asesinato ha dejado a todos en shock, Minor Mayorga, Claudio Elizardo y Teresa Luján. Eran las tres personas que compartían en la cabaña del joven Montalbán, pero algo salió mal y, Christian, acabó con la vida de ellos. Al parecer descubrió que su novia le había sido infiel con estos dos hombres. 

Al escuchar lo que decía el reportero, Ana Lucia dejó caer la taza y desvío la mirada hacia una de las habitaciones de su casa. Su rostro era tan pálido como una hoja de papel, y es que la fotografía del joven Montalbán la dejó perpleja y con el cuerpo tembloroso. 

Escena del crimen.

2-. A pesar de los años, Ana Lucia, no ha podido olvidar aquel rostro. Montalbán es el progenitor de su hijo y lo ha buscado por todo lado. —¡El padre de Mathy es un asesino! ¿Cómo rayos se lo explico a mi hijo? ¿Cómo se lo diré? La mujer caminaba de un lado a otro y sujetaba su cabeza, sin saber qué hacer. 

—¡Tengo que verlo! Tengo que hablar con él. Como madre, Ana Lucia quería lo mejor para su hijo, por lo tanto, decidió afrontar a aquel hombre. 

—Quizás, al llegar a un acuerdo con él, lo mejor es que mi hijo lo vea y sienta el rechazo de su padre, así mi hijo quedará en paz. 

La mente de esta jovencita se mueve con destreza, es buena haciendo tratos y negocios, por algo se convirtió en abogada. 

Montalbán es ahora el hombre más buscado del país, pronto sentirá todo el peso de la ley, así que la joven pensó que sería fácil verlo. 

Por lo tanto, al salir de su casa, se dirigió al lugar donde sucedieron los hechos. 

La cabaña de Montalbán está siendo custodiada por la policía y los forenses recopilan evidencias. 

Esa tarde, Ana Lucía, llegó y se paró justo al frente del cordón de precaución. Parece que no podrá avanzar más; sin embargo, desde ahí podía ver la macabra escena. 

—Es terrorismo, ese hombre no tuvo compasión. Pensó al ver todo lleno de sangre, al parecer las víctimas fueron descuartizadas. 

Esto no lo pudo haber hecho solamente una persona, aquí hay más gente involucrada. Se cuestionó la abogada. Su carrera es corta, pero cuenta con algo de experiencia.

—¡No puedes estar aquí! Richard se acercó a ella y la corrió hacia atrás al mismo tiempo, intentando que ella no pudiera ver más. 

—¡Richard, qué bueno verte! ¡No sabía que veías este caso! Ana Lucia se sorprendió de que él estuviera en ese lugar. 

—¡Soy especialista en homicidios! ¿Lo recuerdas?, y es mi obligación estar aquí. El hombre sonrió al ver a Ana Lucía. 

—¡Eso es perfecto! Richard, necesito tu ayuda. Te diré algo: el presunto asesino es el padre de Mathias. Quizás la mujer se precipitó, y no tomó en cuenta los sentimientos de su novio. 

—¿Qué? Ana Lu, esto no puede ser, como lo dices con tanta tranquilidad, esto es grave, es un asesino, no sabes lo que yo he visto. Richard señaló un lugar en específico y añadió: esa chica no merecía morir así. Nadie merece morir en manos de un demente como esa. 

La abogada respiraba con profundidad, sabe la gravedad del caso, pero si se está involucrando, es por su hijo. 

—¡Lo sé! Pero Mathias quiere conocer a su padre, ok, lo admito y lo reconozco, es mi culpa por haberme acostado con un desconocido esa noche, pero es mi hijo también, y tiene derecho a saber quién es su padre. 

—¡Me niego! Ese niño es un angelito, no tiene ni una pizca de maleza. Richard la interrumpió, él se lleva muy bien con Mathias, y lo que menos desea es que el niño sufra. 

—Sí, pero tú no eres su padre, no puedes decidir sobre él, mi hijo tiene que saber la verdad. Ana Lucía habló con rudeza: esta joven es terca y testaruda, y cuando algo se le mete en la cabeza, nadie se lo saca. 

—Bien, confiaré en ti, ya lo decidiste y mi deber es apoyarte. Dime, ¿qué necesitas? Preguntó el agente a cargo. Aunque lo hizo solo por compromiso. 

—¡Quiero saber todo, empaparme del caso! Voy a ser parte de la defensa de Montalbán.  La joven añadió. 

—¡Ana Lu… eso no! Es un caso perdido, el nombre y las huellas de ese hombre están por todas partes, desde ya, perderás este caso, y eso no es bueno para tu carrera.  

—¡No me importa, ya medí las consecuencias, Montalbán es el padre de mi hijo! Por ende, quiero apoyarlo, lo haré por Mathy. Y sí que es terca, esta mujer, pero ¿qué se le va a hacer, una madre que hace lo que sea por su hijo? 

—¡Estás completamente loca! Pero espérame, te pasaré toda la información que tengo. El agente se volteó disgustado, y quizás por eso, no le mencionó que hay muchas cosas que no encajan en este caso, pues al parecer la escena fue manipulada y montada. Hay un gran pez que está manejando todo desde arriba. El agente fue en busca de su móvil y, antes de enviar la información a su novia, le advirtió nuevamente. 

—¡No te involucres mucho! Ana Lu, presiento que si lo haces destruirás tu vida. Puedes ponerte en peligro. 

—¡Ese es mi problema! Tú solo haz lo que te pedí. Ana Lucia está más que decidida, al parecer Mathias es lo más importante que ella tiene en su vida.

*** Media hora después, Margarita llevó a su hijo a urgencias, y una vez que estabilizaron la condición del joven. La señora comenzó a planear la salida del hospital, esto se debe a que el hospital está protegido por algunos oficiales de seguridad. 

—Madre, no quiero huir, esto me va a perjudicar aún más. Christian no ha desertado la idea de entregarse a la policía. Ambos se esconden detrás de una puerta. 

—¡Hijo, dices eso porque no has visto las noticias! Estás condenado, te llevarán a la silla eléctrica. Eso era lo que más le preocupaba a Margarita. Una vez que Christian pusiera un pie en prisión, jamás volvería a salir de ese sitio.  

En ese momento, el joven Montalbán sujetó con sutileza los hombros de su madre y, al mirarla a los ojos, le dijo. —¿Qué tan grave es? Mamá, yo soy inocente. La mirada de Chris, era tan pura, tanto así, que Margarita pudo ver la inocencia en la mirada de su hijo. 

—Madre, no te imaginas lo que me duele la muerte de Teresa. Yo la quiero mucho, jamás podría hacerle daño, fue la única que me hizo olvidar el incidente con aquella chica. 

Se dice que una madre puede sentir el dolor de su hijo y, así le sucedió a Margarita, ella podía sentir el sufrimiento de Christian. 

—Lo sé, hijo, es por eso que debemos estar juntos y descubrir quién está detrás de esto. 

Mírame y dime, ¿tienes más enemigos? La señora Montalbán miraba nerviosa a través del vidrio de la puerta; tenía miedo de que los descubrieran. 

—¡No, madre, yo no tengo enemigos, no tan poderosos! Respondió el joven con ligereza, y es que su más grande enemigo ha estado a su lado y nunca lo ha percibido. Por esta razón no comprende lo que ha sucedido. 

—¡Bien! Entonces, déjame sacarte de aquí sin que te vean, confía en mí. Le dijo estirando la mano para que su hijo la sujetara. Tenía la esperanza de que él no se entregase.

—¡Está bien! Pero debemos encontrar una forma de salir sin que nos vean, es muy arriesgado ir en mi auto. El joven accedió a esconderse mientras recolecta algo de evidencia, o al menos una pista que lo lleve a la persona que está detrás de todo esto. En ese momento sus bellos y brillantes ojos oscuros mostraron un poquito de fe, ya que minutos atrás no estaba seguro de salir de ese embrollo. 

Aunque solamente un milagro lo puede salvar de todo lo que se avecina. 

Que ellos se devoren.

3 —¡Carajos! Exclamó Ana Lucía detrás del volante. Lleva algo de prisa, olvidó que tenía que pasar a recoger unos resultados al hospital. Ana Lu, esperemos que todavía esté la doctora en el consultorio. La joven hablaba sola, mientras se dirigía a su destino.

Minutos después, Christian caminaba delante de su madre, ambos se escabullen con cautela para no ser vistos por la policía del condado. —Madre, está un poco rudo al salir de aquí, mira que…. En ese instante, se tragó las palabras, pues chocó bruscamente con la espalda de una persona. 

—¡Ten más cuidado! Ana Lucía se volteó molesta, pero al ver el rostro del joven, quedó completamente muda. 

—¡Discúlpeme, señorita! La mirada de Montalbán se clavó en el rostro de Ana Lucía, y sintió que ya había visto aquellos ojos verdes. 

—¡Hijo, por favor, continúe, no podemos estar aquí! Margarita intervino y se paró en medio de los dos jóvenes. Y es que supuso que la chica reconoció a su hijo. Ya que Montalbán está siendo buscado hasta por debajo de las piedras.

—¿Eres Christian? Tartamudeó la chica, tras salir de su shock. 

—¡Usted se equivoca, señorita, siga su camino! Margarita no dejará que su hijo caiga en manos de la policía, por esa razón, sujetó la mano de su hijo y prosiguió su camino. 

—¡Yo los ayudaré! La voz de la chica detuvo los pasos de Montalbán. 

—Puedo ayudarlos a salir. —¡Ana Lu! ¿Qué estás haciendo? Se preguntó al voltear con ligereza. Ella sabe las consecuencias que eso le podría causar. 

—¿Tienes un auto? Montalbán se soltó del agarre de su madre y caminó hasta la chica. La escudriñó de pies a cabeza, y su mirada no era otra más que de desconfianza. ¿Qué más puede pensar? Si vivimos en un mundo lleno de alimañas, lleno de personas que nos quieren ver caer, ver mal, ver en el suelo, arrastrándose e implorando por la salvación. 

Una vez que estuvo junto a ella, le volvió a preguntar. ¿En verdad puedes sacarme de aquí? ¿Tienes un auto? Quizás algo pasó por la cabeza del muchacho de 25 años, o en su desesperación por salir de aprietos lo llevó a aceptar aquella propuesta. 

La chica asintió de inmediato y añadió. Está frente al edificio. Ella se quitó el abrigo y se lo entregó a Margarita, luego revolcó el cabello del joven y le sacó las faldas de la camisa. 

—¿Qué rayos haces? Al joven le molestó que ella lo tocara todo. Por lo general, no permite que nadie lo toque. Hace unas horas era un empresario de corazón de hielo, y nunca nadie se atrevió a acercarse a él, ahora siente que su cuerpo fue profanado. No recuerda que él le quitó la pureza a Ana Lu. 

¿Quieres que te ayude? Preguntó con énfasis.  

—Entonces confía en mí. Ella le soltó algunos botones de la camisa y la desacomodó un poco. 

—¡Señora, usted también! Intenta no parecer tan pipis, la gente de plata se nota a leguas, saldremos de aquí a la vista de ellos y le aseguro que ni siquiera nos van a ver. Ana Lucia es una chica de clase media, aunque antes pasó por muchas penurias, esto porque su familia era de escasos recursos y su padre era un misceláneo. Limpiaba oficinas, así fue como le pagó los estudios. 

Christian, solamente, siguió a la chica y no se negó a colaborar. Tenía un singular brillo en la mirada y, al parecer, se traía algo en mente. 

Lejos de ellos, el abuelo William se volteó y sus manos aún continúan tras su espalda. Su postura era la de un hombre de setenta y algo de años. Su jorobada espalda deja ver que la vida le ha pasado la factura. Ha llevado una vida estrictamente laboral y recta, hasta la fecha no se jubila, y es que siente que no es el momento. 

—Me niego a creer que Chris me haya defraudado, prefiero hundir las empresas, antes de que pasen a manos de mi nieto mayor. Me niego a hacerlo. 

A un lado del hombre, el guardaespaldas corrió y lo ayudó a tomar asiento. 

—¡Señor! Esto no le hará bien, deja que los lobos lleguen a su madriguera, que ellos mismos se devoren entre sí, su vida ya está a punto de terminar, no tienes mucho tiempo. 

—¡Jamás! Me niego, a todo. El señor William lo interrumpió y continuó disgustado. —Mañana haré un comunicado, venderé las industrias Montalbán. El abuelo tomó la decisión de forma apresurada, jamás esperó despertar y encontrarse con que su nieto favorito es un asesino. 

—¡Christian me ha defraudado, no me queda nada, no tengo esperanza! Añadió cansado y con pesar. 

Inocente o no, Christian está en boca de todos. Un joven con un futuro prometedor y una exitosa carrera por delante, es ahora el hombre más buscado por la CIA y la Interpol, pues los aeropuertos han sido intervenidos. No podrá escapar de la justicia. 

*** En carretera, Ana Lucia conducía con los nervios de punta, está ayudando a ese joven solamente por su hijo, y la verdad no sabe si en verdad fue él quien asesinó a esas personas. 

Por tal razón, constantemente tiraba miradas al asiento de atrás. 

—¿Por qué nos ayudas? Margarita no quiso quedarse con la duda y tiró la pregunta de inmediato.  

—No lo entenderías, vi el caso en las noticias y el joven no tiene mirada de asesino. Soy abogada y quise buscarlo, y mira qué casualidad, Dios me los puso en el camino. La fluidez con la que pensó la respuesta, también sorprendió a Ana Lucía. 

—¡Soy inocente! Y mis abogados me defenderán. Montalbán contestó a la ligera. Con fe en las palabras, seguro de que esto es solo un malentendido. 

—Lo dudo, escuché que todos huyeron y no es por asustarte, pero el caso es más complicado de lo que parece. Uno de ellos fue detenido con dinero ilícito, y ahora mismo está siendo llevado a una celda de máxima seguridad. Es ahí donde llevan a los más grandes criminales. ¡Es donde irás si te llegan a agarrar!

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