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Cita Con El CEO

Colombia-Uruguay

La presión familiar que ejercen los señores Arango contra su único hijo es casi terrorífica, porque a pesar de tener 29 años, a él todavía no se le ha conocido ninguna mujer, ni siquiera por error de farándula.

Ellos, solamente, quieren verlo feliz y con futuros herederos para dejarle su patrimonio cuando sus almas abandonen el mundo.

La idea les parece sencilla, pero no tanto como concertar citas a las que él jamás asiste, aún más sabiendo quiénes son las mujeres interesadas en ser la "señora Arango". Así que, como última opción, le dan una buena suma de dinero al mejor amigo de Esteban, quién no solo es bromista, sino que también está cansado de su eterna soltería y desea que quite su mal humor.

En Colombia, país natal y residencial de Esteban, las mujeres son voluptuosas. Tanto por genética como por operaciones. Hay muchas artistas, modelos, empresarias, y demás. Excelentes profesionales en sus ramas y también con buenas familias, no solo en el ámbito monetario. Sin embargo, a él le parece que todas son lo mismo. Con su exquisito y variado acento coqueto, con una u otra palabra diferente, pero lo mismo en todo sentido. Mismos gestos, costumbres, e incluso, los mismos insultos. Y quiere algo diferente; algo que en ninguna de ellas ha encontrado, aunque no sabría describir qué es.

Para su suerte, el negocio mercantil ha funcionado tan bien que ha podido expandirse a otro país. El que le recomendó su mejor vendedora, Valentina. Uruguay.

Ese pequeño destino fue visitado algunas veces por Esteban, quien a pesar de respirar un aire diferente y encontrar diversas versiones de mujeres, que le atrajeron para investigarlas; solo se enfocó en su negocio. Entonces, compró un edificio central en la ciudad capital y lanzó varias ofertas laborales a través de diferentes medios de comunicación.

Uruguay se maneja con una moneda muy diferente a Colombia y su dólar tiene un valor mucho menor al que creía, pero en ese caso es algo rentable. Que puede crecer o no y de ser así, simplemente se irá con tranquilidad, sabiendo que al menos lo intentó. Además, sabe que al principio será difícil porque es una marca nueva que los ciudadanos deberán consumir, primero por curiosidad y después, por gusto propio.

En Uruguay, Soledad está cansada de su aburrida vida. Sin empleo fijo, sin pareja estable, ni siquiera una mascota porque incluso, se considera mala con eso. Ni siquiera puede tener una plata porque se olvida de regarla, así que se muere. Y sí, lo ha intentado muchas veces, con algunas que le regalaron o que compraba para la decoración de su hogar, pero al final desistió y les prohibió a todos que intentasen colocar "vida" en su casa.

Es totalmente independiente y trabaja de lo que sea para mantenerse día a día, tanto en limpiezas por las casas de sus conocidos, como de niñera. Aprovechando de sus ganancias para alimentarse y pagar sus gastos mensuales.

Sus estudios variaron en profesiones que no tienen que ver entre ellos, al menos con los primeros cursos: Gastronomía, Fisioterapeuta, Administración, y Negocios nacionales e internacionales. Sin embargo, en ninguna de esas tantas oportunidades la han llamado, por más curriculum que envíe a las empresas (chicas o grandes), los restaurantes, pastelerías, centros de spa, centros médicos, etc.

Hasta que le llega una notificación al celular, que le brinda una nueva ilusión...

"La nueva empresa de alimentos FITNES abre sus puertas en los próximos días y con estos, la convocatoria a aspirantes para uno de sus tantos puestos disponibles..."

Sumado a toda su historia colombiana, quién es su dueño actualmente, el correo que recibirá sus currículum, la elaboración de sus productos y cuándo sería la fecha de inauguración.

—Y bueno, otra negativa no va a derrumbar mi autoestima— dice Soledad rendida mientras carga el documento web al correo con el siguiente título.

"Si me rechaza, deme un buen motivo"

Algo completamente atrevido de su parte, pero es lo que menos le interesa. Nadie, jamás, en ningún momento, le han dichopor quéé no la solicitan, ya que considera que si al menos agarran su presentación laboral, deberían llamarla para negarle el trabajo por una "x" razón. Aunque sea para decirle que no tienen puestos disponibles o descubrieron faltas de ortografía en su hoja de vida. Pero no, ni siquiera para burlarse de sus desesperados intentos.

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INICIAMOS UNA NUEVA NOVELA, antes de terminar el año 2024.

Les comunico que no tendrá fecha exclusiva de actualización porque tengo dos en emisión por otra app. así que ,será cuando haya tiempito🖤

Recuerden dejar su MG, sus comentarios y seguir la novela para no perderse sus nuevos capítulos.

En Instagram y Facebook, dejaré foto de los protagonistas con sus edades y nacionalidades para que no se les olvide. @tgautora o Batichica TG Escritora.

Lamento dejar solo un capítulito, pero sus mensajes por las redes, me instaron a esto 🤣

¡FELICES FIESTAS!

Posible nueva trabajadora

Iniciar el negocio en un país diferente es complicado, pero no imposible, aunque manejarlo a la distancia sí, por eso lo mejor para Esteban es mudarse temporalmente a la capital de Uruguay. Además, será mejor hacerse cargo personalmente de las entrevistas laborales, no solo para evitar engaños y preferencias, sino también por si desea considerar la oportunidad a quienes tal vez no tengan experiencia, pero sí ganas de salir adelante.

En menos de una semana, llama al ex dueño del edificio que compró para su marca y consultó por hoteles que le dieran alojamiento por al menos dos meses. El señor en cuestión le escribió al siguiente día con diferentes números a los que podía comunicarse, así que actualmente está viviendo en un nuevo país.

Entre los tantos correos que le solicitaron trabajo, uno de ellos llama su atención por el título que le han puesto, siendo que al parecer, la joven dueña de tal hoja de vida no se rinde con un solo "Lo sentimos, por ahora no es requerida" y eso, a veces es bueno para las ventas.

Lee con detalle sus cursos y estudios, tratando de entender quién mezclaría  profesiones tan diferentes entre ellas y comprende, sin querer juzgar, que seguramente no ha cumplido sus metas por tal razón.

La respuesta es directa, pero asegura mentalmente que la señorita Soledad necesitará aprender que su manera de comunicarse es un poco... informal o desubicada para pedir un puesto laboral. Sin embargo, en todo caso, deberá explicarle cómo hablar con sus posibles compradores.

Título: "No hay excusa.

Señorita González, quisiera comunicarle que su curriculum parece interesante y desearía entrevistarla personalmente para corroborar cuál sería su ubicación dentro de la empresa.

Saludos cordiales."

No hay nombre, ni algo que lo deje en evidencia como el mismísimo jefe, porque prefiere leer abiertamente qué responden o escriben los que desean comunicarse con la empresa, ya que en Colombia tuvo una secretaria que leía y respondía por él, pero evitaba comunicarle los insultos. Algo que actualmente, prefiere saber para evitar nuevas demandas. Como por ejemplo: la venta de un producto caducado. Algo que sus revendedores no devolvían para reemplazarlo, entonces varios clientes denunciaron directamente a la empresa por indisponerlos, cuando en realidad, los culpables eran otros. Aunque, desde entonces, han creado un supermercado solamente para sus productos, ampliando también en otros alimentos y bebidas, además de seguir en el negocio anterior.

Definitivamente, un problema y una solución.

La respuesta a Soledad le sirve más que nunca, ya que uno de sus empleadores le ha avisado que se mudará de ciudad y se le complicaría ir a limpiar a su casa, entonces sabe que hasta allí obtuvo sus ganancias. Aunque, por su buen trabajo, puntualidad, compromiso y honestidad; ha recibido su último pago triplicado como compensación. Sin embargo, tal ayuda como empleada doméstica no asegura estabilidad por más de dos meses, así que esa entrevista y posible oportunidad, le viene como anillo al dedo.

Por obviedad necesita responder, siendo que el reminente de tal oferta no le ha dado día, ni hora para asistir a la entrevista.

Asunto:"Gracias...

Gracias por su oportunidad, pero por si no se ha dado cuenta, necesitaría saber qué día presentarme y su horario correspondiente."

Estando muy tranquila en su hogar, lee y relee el correo y luego lo envía, creyendo que no hay nada malo en su respuesta. Aunque, a decir verdad, le faltó ser más amable y no tan autoritaria, atrevida e insolente.

Si tan solo supiera que quién lee esos mensajes es su posible jefe, sería más amable, paciente e incluso, un poco hipócrita, cuando en realidad quisiera reclamarle su falta de información desde un inicio.

Esteban debería acostumbrarse a la nueva ciudad, pero solo sale a caminar unos metros hasta un mini mercado para comprar sus productos de higiene e ir al restaurante del hotel en sus horarios alimenticios, así que no se ha tomado el tiempo necesario para hacer turismo.

Mientras que entra al restaurante, su celular suena con la notificación de un nuevo correo, por lo que decide esperar a estar en su mesa para revisarlo. Luego de que un mozo toma su pedido, se queda solo y vuelve su atención al aparato que ha estado ocupando su tiempo la mayor parte del día.

Observa la respuesta de Soledad y sonríe sin quererlo porque ella no dejó pasar su falta de información, algo que le parece bien porque, si bien no lo hizo queriendo; le podría hacer conocer sus errores o le avisará la posibilidad de nuevos problemas, sin miedo a ser sincera. Aunque, tal vez crea que solamente está hablando con la encargada de recursos humanos, pero de igual manera, Esteban, piensa que su respuesta no hubiese cambiado si sabía quién era.

La siguiente respuesta lleva el título de disculpas y su mensaje es, directamente, el día y la hora. Sumado a la frase "La esperamos puntual". Una que quiso enfatizar sólo para que comprenda que su urgencia laboral no será secundada o perdonada por la impuntualidad.

Después de su última respuesta coloca el celular en silencio y cena tranquilo. Cuando vuelve a su habitación, agarra el dichoso aparato para llamar a sus padres y nota la cantidad de mensajes, por lo que se apresura a comunicarse con ellos pensando que ha pasado algo malo.

En realidad, sus padres solo quisieron saber si está vivo o si le ha pasado alguna calamidad, ya que es su único hijo y está fuera de su radar, pero le agregaron tanto drama a la cantidad descomunal de mensajes, que el pobre CEO se estuvo lamentando mentalmente, el estar tan lejos.

Cara a cara

El día tan esperado llega con una horrible tormenta, una con fuertes vientos, truenos, rayos y relámpagos, augurando el peor día para una entrevista laboral.

Esteban aparca su nuevo auto en el estacionamiento de la empresa, donde ya tiene algunos empleados de vigilancia constante para evitar los robos o presencias no autorizadas.

Desde el sótano, donde quedan resguardados los vehículos; sube al ascensor y va hasta recepción para anunciarle al chico que empezó ayer; la futura presencia de Soledad González, quién puede subir directamente a su piso, en donde la esperará la mismísima ausencia de personal, ya que no ha encontrado una secretaria capaz.

Después vuelve a usar el ascensor para ir a su oficina, leyendo nuevamente otras hojas de vidas para sus tantos puestos laborales.

La rubia, en su casa está esperando un taxi, ya que ningún transporte público la dejaría cerca de su destino, por lo que podría mojarse y dar una mala impresión. Cuando su transporte estaciona frente a su casa, se sube y le da la dirección al chófer, el cual no pierde tiempo en iniciar una conversación.

—Un clima de miedo, ¿no?— dice el señor.

— Amo estos días si puedo estar en mi casa, pero hoy debo salir... — responde —, que mala suerte— murmura creyendo que el tiempo climático podría estar enviándole un mensaje subliminal sobre el bendito trabajo.

— Estás nubes negras no proclaman nada bueno— agrega el taxista— Debí quedarme en mi cama— bromea tratando de meterle humor al asunto.

Sin embargo, sin saberlo, Soledad está pensando exactamente lo mismo que él. Hoy no parece ser un buen día para visitar una empresa nueva, para tener una entrevista, para dar una buena imagen, ni para caminar por la calle.

Al llegar a su destino, le paga al chófer y le agradece por acercarla lo más que pudo a la puerta principal, aunque la orilla de la calle está repleta de autos.

Dos segundos fuera del taxi; solo dos segundos son suficientes para que la lluvia se largue sin piedad sobre su cabeza, mojándola inmediatamente, aunque corre hasta la entrada, donde abre apresuradamente sin mucha educación.

Su calzado mojado gracias a los charcos de agua que previamente ya estaban, su ropa con un leve rastro de agua y sus pelos algo voluminosos por la humedad; ya no le permiten brindar lo que desea.

Saluda a los guardias por respeto y camina hacia la recepción, donde un joven la mira con gracia, casi riéndose en su propia cara.

—Buenos días, vengo a una entrevista— avisa Soldad.

—Su nombre, por favor— pide.

— Soledad...

—¿González?— completa el hombre viéndola asentir— El jefe te espera en su oficina. Es el último piso, golpea su puerta y espera su autorización.

—¿El jefe?— cuestiona sorprendida.

Ella siempre creyó que las entrevistas las haría alguien de recursos humanos, así como quién respondió sus correos, pero parece que el propio dueño quiere conocer a sus posibles empleados.

—Sí, señorita.— le señala el ascensor invitándola disimuladamente a que mueva los pies y haga lo que debe.

Sin mediar una palabra más, ella resignadamente acepta a asistir como está actualmente. Las puertas de lata se cierran frente a ella, brindándole una aterradora imagen, de la cual sinceramente ella misma se hubiese reído; pero el problema es que apenas puede peinarse con sus propios dedos, los cuales no logran mucho.

Su ropa ni siquiera tiene arreglo; se nota que está mojada y adherida a su piel como un bendito guante. Algo que no es tan formal o elegante en este preciso momento.

El ascensor se abre en un piso desolado, donde únicamente puede ver un área extensamente vacía y blanca, tres puertas (una de vidrio negro y dos de madera blanca) y un escritorio vacío, sin siquiera una computadora. Camina a paso firme hasta la que, cree, es de la oficina y golpea, esperando pacientemente una respuesta.

—Adelante— una voz medianamente gruesa, con un delicioso acento seductor suena desde el interior y por consiguiente, le hace caso.

—Permiso, señor. — dice la rubia mostrándose de pies a cabeza— Buenos días, soy Soledad González — se presenta mientras camina directamente a las sillas que tiene Esteban frente a su escritorio. Aunque no se sienta por estar mojada.

—Tome asiento, señorita González — el colombiano le hace una seña mostrándoles los lugares disponibles, pero ella niega con la cabeza.

—No quisiera mojar nada— avisa con sinceridad.

—No hay problema. Siéntese — responde con firmeza— Sé que el clima no ayuda, señorita. Sin embargo, su responsabilidad da una gran impresión.

—No así la vestimenta— murmura enojada con la repentina lluvia que la agarró fuera del edificio.

—Estoy seguro que si estuviese seca, también daría una buena imagen— la halaga un poquitito para tranquilizarla.

Soledad se sonroja por sus palabras y no es que haya sentido un coqueteo de su parte, sino porque la ha escuchado claramente cuando, casi, maldice el aguacero.

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