Hola de nuevo. Primero que nada, gracias por todo su apoyo. Gané dos concursos gracias a ustedes y estoy más que feliz de tenerlos aquí siempre para mí, como yo lo estoy para ustedes. Aquí les traigo una nueva historia, esta vez de mafia, militares y asesinos. Ya saben que me encantan estas historias.
Como en la mayoría de mis novelas de este tipo, les voy a advertir que si son de esas personas que les gustan las historias vainilla donde todo es amor, pueden ir y leer otra de mi autoría o de cualquier otro autor de Noveltoon. Hay muchos y muy buenos, pero esta no es una de ellos.
Aquí encontrarán un sube y baja de emociones. Van a llorar y reír, van a querer matar a cada personaje porque ni los protagonistas están libres de pecados.
Aquí encontrarán: violencia gráfica, sexo lo más explícito que me permita la app, escenas de tortura, temas muy delicados y fuertes; también habrá amores prohibidos. Esta es mi primera saga donde los protagonistas seguirán siendo los mismos y no sus hijos como en otras, esperen de todo y no se encariñen con nadie, así que están advertidos. Hasta yo voy a quedar sin estabilidad emocional, ja, ja, ja, pero bueno, veremos cómo sale.
Aquí encontrarán una protagonista arrogante y prepotente, decidida y tan hija de puta como Lía Harrington; si la conocen, ya deben tener una idea de cómo será nuestra dulce protagonista. Sin nada más que agregar y recordándoles que dejen su apoyo con me gusta y votos, comenzamos. Los adoro, besos 😘 😘. Ah, y para los nuevos lectores antes de que pregunten actualizo a diario, a menos que suceda algo que me lo impida.
En esta novela encontrarán mafias, organizaciones militares y organizaciones de asesinos que son ficticias; por eso mismo los rangos son salidos de mi imaginación para no ofender a nadie.
Años atrás.
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte de Washington D.C., tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Un autobús escolar, lleno de niños asustados, avanzaba lentamente por una carretera desierta, escoltado por dos camionetas negras. Dentro del autobús, los secuestradores del cartel mantenían a los niños bajo la amenaza de sus armas, mientras el conductor, con las manos temblorosas, seguía las órdenes sin rechistar.
A unos kilómetros de distancia, en una base secreta de la OMSG, la coronel Elizabeth revisaba el plan de rescate con su equipo. "Ya han pasado 24 horas, no podemos permitir que estos niños sean llevados fuera del país", dijo con firmeza. "Capitán Smiths, tú y tu escuadrón asegurarán el perímetro. Teniente García, tú liderarás el equipo de infiltración. "Yo estaré en el helicóptero coordinando la operación".
El equipo se movilizó rápidamente. Los soldados se equiparon con chalecos antibalas, armas de asalto y dispositivos de visión nocturna. En cuestión de minutos, los helicópteros de la OMSG estaban en el aire, dirigiéndose hacia la ubicación del autobús.
El capitán Smith y su escuadrón descendieron en paracaídas a una distancia segura del convoy. Se movieron sigilosamente entre los árboles, posicionándose estratégicamente alrededor de la carretera. Mientras tanto, el teniente García y su equipo se acercaron al autobús escolar desde el aire, descendiendo con cuerdas desde el helicóptero.
"Equipo Alfa, en posición", susurró el Capitán Smiths por el comunicador. "Equipo Bravo, listo para infiltración", respondió el teniente García.
La Coronel observaba todo desde el helicóptero, sus ojos fijos en las pantallas que mostraban las cámaras de los soldados. "Adelante", ordenó.
El Capitán Smith y su escuadrón abrieron fuego de precisión, eliminando a los guardias en las camionetas sin alertar a los secuestradores dentro del autobús. Simultáneamente, el teniente García y su equipo rompieron las ventanas traseras del autobús y entraron en silencio.
Dentro del autobús, los secuestradores se dieron cuenta demasiado tarde de lo que estaba ocurriendo. En cuestión de segundos, fueron desarmados y reducidos por los soldados de la OMSG. Los niños, aunque asustados, comenzaron a llorar de alivio al ver a sus rescatadores.
"Objetivo asegurado", informó el teniente García. "Todos los niños están a salvo."
La coronel dejó escapar un suspiro de alivio. "Buen trabajo, equipo. "Llevémoslos a casa". Dijo con una voz firme, pero también con un tono aliviado: esos padres que perdieron a sus pequeños los volverían a tener.
El amanecer despuntaba en el horizonte, bañando el centro de operaciones de la OMSG con una luz dorada. Los helicópteros aterrizaban uno tras otro, trayendo de vuelta a los niños secuestrados. Los agentes de la OMSG, exhaustos, pero satisfechos, escoltaban a los pequeños hacia una gran sala donde sus familias esperaban con el corazón en un puño.
La coronel Elizabeth, con su uniforme impecable y una expresión de alivio en el rostro, observaba cómo los padres se agolpaban en la entrada, buscando desesperadamente entre los rostros de los niños. “Adelante”, dijo suavemente, dando la señal para que los niños entraran.
El primer niño en cruzar la puerta fue un pequeño de cabello rizado, que al ver a su madre, corrió hacia ella con los brazos extendidos. “¡Mamá!” Gritó, y en un instante, ambos se fundieron en un abrazo lleno de lágrimas y risas. La madre, con la voz entrecortada, repetía una y otra vez: “Gracias a Dios, gracias a Dios”.
Uno a uno, los niños fueron reencontrándose con sus familias. El capitán Smiths, que había liderado el equipo de rescate, observaba la escena con una mezcla de orgullo y emoción. “Esto es por lo que luchamos”, pensó, mientras veía a una niña pequeña abrazar a su padre, quien no podía contener las lágrimas.
El teniente García, aun con el casco en la mano, se acercó a la coronel. “Misión cumplida, coronel”, dijo con una sonrisa cansada. Ella asintió, sus ojos brillando con lágrimas contenidas; no quería imaginarse en esa posición. “Hicieron un trabajo excepcional, teniente. Estos niños están a salvo gracias a ustedes”.
En un rincón de la sala, una madre se arrodilló para estar a la altura de su hijo, acariciando su rostro con ternura. “Te extrañé tanto”, susurró, mientras el niño, con los ojos llenos de lágrimas, se aferraba a ella como si nunca quisiera soltarla.
La sala se llenó de murmullos de agradecimiento, sollozos de alivio y risas nerviosas. Los agentes de la OMSG, aunque acostumbrados a situaciones de alto riesgo, no pudieron evitar sentirse conmovidos por la escena. Sabían que habían hecho algo más que cumplir con su deber; habían devuelto la esperanza a esas familias.
La coronel se acercó a un grupo de padres que aún esperaban noticias. “Todos los niños están a salvo”, anunció con voz firme. “Gracias por su paciencia y confianza. Ahora pueden llevar a sus hijos a casa”.
El aplauso que siguió resonó en toda la sala, un tributo a la valentía y dedicación de los agentes de la OMSG. Mientras las familias se retiraban, abrazando a sus hijos, la coronel elizabeth y su equipo se permitieron un momento de respiro, sabiendo que habían hecho una diferencia en la vida de esas personas.
Días después.
En Washington D.C., la capital de Estados Unidos, se lleva a cabo una gran celebración. Otro cartel ha sido desmantelado gracias al arduo trabajo de la Organización Militar de Seguridad Global (OMSG). Esta organización, aliada con casi todos los países del mundo, se encarga de la protección de los civiles.
La OMSG está liderada por el Director General Alexander y su esposa, la coronel Elizabeth, quienes hoy celebran junto a los demás miembros de la organización y sus hijos otro logro más.
Para ellos, es crucial eliminar estas plagas de las calles, ya que han estado robando niños que nunca vuelven a aparecer. En esta ocasión, rescataron a unos treinta menores 24 horas después de ser secuestrados en un autobús escolar. Esto y más es lo que hace la OMSG.
El director general Alexander y la coronel Elizabeth han dedicado sus vidas a la OMSG, una organización donde se conocieron y se enamoraron, enfrentando numerosos obstáculos para estar juntos. Hoy, tienen tres pequeños hijos: uno de diez años, otro de ocho y la pequeña consentida de cinco años.
"Felicidades por su excelente trabajo, Coronel", le sonríe el General de la OMSG y amigo de Elizabeth y Alexander.
"Gracias, General, pero solo cumplía con mi deber; debo limpiar el mundo para mis bebés". Sonrió Elizabeth y el general Adams Walker asintió.
"Tranquilo, compadres, nadie tocará a mis ahijados", dijo de nuevo Adams y Alexander asintió.
"Así será, hermano, nuestros pequeños son el futuro de la OMSG", respondió orgulloso el director general.
"¿Qué han sabido de los italianos, principalmente de la piovra?" Preguntó Adams mirando a Alexander. La piovra era el líder de la cosa nostra, un hombre peligroso y sin escrúpulos con un sadismo enorme.
"piovra... "Están hablando de esa plaga sin mí; debe estar escondido como la rata que es, o mejor dicho, molusco". Se ríe el teniente general Harry Carson y observa a Elizabeth con una gran sonrisa.
"Te ves hermosa esta noche Elizabeth", dice, y Alexander la toma de la cintura por la espalda expuesta debido a su hermoso vestido azul que resalta sus hermosos ojos celestes.
"Lo sé, yo se lo digo a diario". Sonríe el director general y besa a su esposa en los labios. Estos cuatro eran mejores amigos desde que entraron a las filas de la OMSG, pero por conflictos debido al amor de Elizabeth, ahora simplemente se toleran y es que Alexander es demasiado celoso y posesivo.
La celebración en la sede de la OMSG estaba en su apogeo; la mansión estaba decorada elegantemente con tonos dorados y rojos, los colores preferidos de Elizabeth; el lujo rodeaba el lugar. Los niños corrían y jugaban mientras los adultos conversaban y brindaban por el éxito reciente. De repente, un estruendo sacudió el edificio. Las luces parpadearon y el sonido de alarmas llenó el aire. Alexander y Elizabeth se miraron, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y determinación.
"¡Los niños!" Gritó Elizabeth, corriendo hacia la sala de juegos donde habían dejado a sus hijos. Alexander la siguió de cerca, su mente ya calculando posibles escenarios y estrategias.
Al llegar, encontraron a sus dos hijos mayores; el pequeño estaba asustado, pero el mayor tenía un golpe en el labio. Al parecer, trató de defender a su hermana y no lo logró. La pequeña de cinco años, su consentida, no estaba por ninguna parte. Elizabeth cayó de rodillas, su corazón latiendo con fuerza mientras lágrimas de desesperación llenaban sus ojos.
"¡No está aquí! "¡Se la llevaron!", sollozó, su voz quebrada por el dolor.
Alexander apretó los puños, su mirada fría y calculadora. "Vamos a encontrarla. "No importa lo que cueste".
La OMSG se movilizó rápidamente. Equipos de búsqueda fueron desplegados y las cámaras de seguridad revisadas. Las imágenes mostraban a un grupo de hombres armados llevándose a la niña en medio del caos y La Piovra le sonrió a la cámara con la niña en brazos. Elizabeth, con el rostro endurecido por la determinación, se levantó y tomó su arma.
"No me detendré hasta tenerla de vuelta", dijo, su voz firme y llena de resolución.
Alexander asintió, sabiendo que el camino por delante sería difícil y peligroso, debido a que la piovra era el ser más escurridizo del mundo; nunca se sabía dónde podía estar. Pero también sabía que no había fuerza en el mundo que pudiera detener a unos padres decididos por encontrar a su hija.
Director General Alexander
Coronel Elizabeth.
Años atras.
En un lugar muy remoto se encuentra La Falange Oscura, una organización secreta de asesinos de élite que opera bajo el amparo de varias mafias italianas, incluyendo la Cosa Nostra, la 'Ndrangheta y la Camorra. Su misión principal es llevar a cabo operaciones encubiertas, eliminaciones selectivas y sabotajes para proteger los intereses de estas organizaciones criminales y expandir su influencia.
Esta organización se dedica a las eliminaciones selectivas: Asesinatos de figuras clave que representan una amenaza para las mafias, como testigos protegidos, fiscales y líderes de organizaciones rivales.
También se dedican al sabotaje: Destrucción de infraestructuras, operaciones de contrabando y otras actividades que perjudiquen a los enemigos de las mafias.
El espionaje es otro de sus objetivos: La recolección de información crítica sobre enemigos y operaciones policiales para anticiparse a posibles amenazas.
Allí hay una jerarquía y rangos en la organización: La Falange Oscura tiene una estructura jerárquica estricta, basada en la lealtad y la habilidad.
Il. Supremo (El Supremo): El líder absoluto de la Falange Oscura o un general. Toma todas las decisiones estratégicas y tiene la última palabra en todas las operaciones. Este rango es ocupado por un miembro de alto rango de la mafia con una vasta experiencia en operaciones encubiertas.
Consigliere (Consejero) o básicamente un coronel. El segundo al mando actúa como asesor principal del Supremo y coordina las operaciones diarias. También se encarga de la formación de nuevos reclutas y de la supervisión de las misiones.
Caporegime (capitán): Líderes de equipos de asesinos. Cada caporegime está a cargo de un grupo de asesinos y es responsable de planificar y ejecutar misiones específicas. Reportan directamente al consejero.
Sicario (asesino): Miembros de la Falange Oscura que han completado su entrenamiento y han demostrado su lealtad y habilidad en el campo. Son los ejecutores de las misiones y operan bajo las órdenes de los caporegime.
Recluta: Nuevos miembros en entrenamiento recolectados a sus cinco años de edad, robados de todas las partes del mundo para unirse a las filas de la mafia. Pasan por un riguroso proceso de formación que incluye entrenamiento físico, mental y técnico. Solo los más fuertes y leales ascienden a sicario.
La Falange Oscura había establecido su base en una isla remota, oculta en medio del océano y fuera de las rutas aéreas comerciales. Esta isla, conocida como Isla Sombra, estaba rodeada por densas nieblas y corrientes traicioneras, lo que la hacía prácticamente invisible y difícil de alcanzar.
Al llegar a la isla, los visitantes eran recibidos en un puerto discreto, donde los barcos se camuflaban entre la vegetación costera. Desde el puerto, un camino de grava conducía a través de un espeso bosque hasta el corazón de la base.
La infraestructura de la isla combinaba elementos naturales con tecnología moderna. Los edificios, construidos con materiales resistentes y sostenibles, se integraban perfectamente con el entorno. Las luces LED discretamente instaladas proporcionaban iluminación sin romper la atmósfera opresiva del lugar.
El centro de operaciones de la Falange Oscura se encontraba en un complejo subterráneo, accesible a través de una entrada camuflada en una colina. Este complejo, conocido como El Bastión, estaba equipado con la última tecnología en seguridad y comunicaciones. En su interior, las paredes de hormigón reforzado y las puertas blindadas garantizaban la máxima protección.
En el nivel subterráneo de El Bastión, se encontraba la sala de control. Este espacio, lleno de pantallas y terminales, permitía monitorear todas las actividades en la isla y coordinar las misiones globales de la organización. Los operadores, vestidos con uniformes oscuros, trabajaban en silencio, analizando datos y enviando órdenes a los equipos en el campo.
La isla también contaba con un centro de entrenamiento de última generación. Este complejo, conocido como El Coliseo, incluía campos de tiro automatizados, áreas de combate cuerpo a cuerpo y un circuito de obstáculos diseñado para simular condiciones de combate real. Los asesinos de la Falange se entrenaban aquí, perfeccionando sus habilidades en un entorno controlado pero desafiante.
Además, la isla estaba equipada con un sistema de defensa avanzado. Torretas automatizadas, drones de vigilancia y sensores submarinos protegían la isla de cualquier intrusión o evitaban que alguien saliera de ella. En caso de emergencia, la isla podía activar un sistema de camuflaje que la hacía prácticamente invisible a los radares y satélites enemigos; era una verdadera fortaleza en cuanto a seguridad.
Un grupo de personal espera al barco que trae a docenas de niños y niñas; estos son empujados y caen al suelo llorando. Tienen entre cinco y siete años; la falange oscura recluta jóvenes para poder moldearlos a su régimen.
"Quiero a mi mami", grita una pequeña de ojos negros y cabello castaño; está asustada y nerviosa.
"Por favor, ¿dónde está papá?", grita otro niño y así todos se desesperan; uno a uno va llamando a sus padres. Estos niños, la mayoría, tienen vestidos y trajes de fiesta; se los arrancaron a sus familiares en un momento de alegría, dejándoles ahora un gran dolor.
"Silencio, aquí no hay padres, todos sus padres murieron", dice uno de los capitanes a cargo de ellos. Unos niños hacen sonidos de asombro; otros simplemente no saben lo que significa morir y, como todo niño, hacen berrinches.
"Me quiero ir ahora, quiero a mi mamá, suéltame", dice un pequeño niño y ellos solo lloran, haciendo que un gran alboroto comience.
Los niños, más de treinta, se ven entre sí y comienzan a llorar; varias niñas corren como locas y, al culparlos, son solo niños, de repente.
"Bang", un sonido seco, crea el silencio en el lugar; uno de los pequeños cae al suelo inerte, los otros niños se tapan la boca con sorpresa y otros han mojado su traje.
"Dije silencio, el próximo que haga otra pataleta se muere, y sus padres están como este pequeño revoltoso". Los niños se quedan en silencio, temblando; unos sucios por el miedo, otros solo optan por callar.
"Este es su hogar, bienvenidos, aquí entrenarán hasta ser grandes elementos; no quiero bebés llorones o morirán". Todos asienten y la voz severa y firme del capitán resuena.
"Sí, señor, así deben responder y adoptar esta posición. No quiero bebés, he dicho, ¿entendieron?", grita parándose firme.
"Sí, señor", gritan los niños, no tan uniforme, pero lo hacen.
"Bienvenidos a su infierno; a diario entrenarán: el que no sirva se muere, y uno de ustedes mismos lo hará o también deberá morir". El miedo los recorre y tiemblan; unos solo se quedan petrificados, otros no dejan de ver con disimulo al pequeño muerto.
Por si no fuera lo suficientemente traumático para ellos, dejan ver un enorme cocodrilo que traen encadenado; todos se echan hacia atrás y el animal devora el cadáver frente a todos y mientras el desgraciado habla.
"Así terminará el que no obedezca y no trate de escapar; aquí no solo tenemos al cocodrilo, también hay tigres, leones y todo tipo de bestias llenas de hambre, y ustedes se ven deliciosos". La sonrisa que se dibuja en el hombre es cruel y todos asienten asustados; no saben por qué la vida se olvidó de ellos, solo saben que la muerte está a la orden del día.
Una pequeña niña del grupo traído, llamada Valeria, con solo cinco años, ya había aprendido que la vida en la Falange Oscura no era fácil. Cada día traía nuevos desafíos y pruebas que debía superar para sobrevivir.
“¡Atención, niños! Hoy vamos a trabajar en nuestra coordinación y equilibrio. Quiero que todos se alineen y sigan mis instrucciones”. Dijo el entrenador, un capitán de unos treinta años.
Valeria se alineó junto a los otros niños, sus ojos grandes y atentos, observando cada movimiento del instructor; tenía una capacidad de aprender enorme y era como si solo tuviese que observar para aprender.
“Primero, vamos a saltar de un pie a otro siguiendo esta línea en el suelo. Mantengan el equilibrio y no se caigan”. Habló firme, el hombre.
Valeria comenzó a saltar, concentrándose en mantener su equilibrio. Cada salto era un pequeño triunfo, una prueba de su determinación, mientras que los que sí se caían recibían un fuetazo.
“Muy bien. No todos, claro. Ahora, vamos a trabajar en nuestra fuerza. Quiero que hagan flexiones modificadas. Apoyen las rodillas en el suelo y bajen el pecho hasta tocar el suelo”. Ordenó el hombre y todos obedecieron; el miedo era muy grande.
Valeria junto a los otros niños se arrodillaron y comenzaron a hacer flexiones. Sentía sus brazos temblar, pero no se detuvo. Sabía que debía ser fuerte para sobrevivir; observaba de reojo a algunos pequeños quejarse y escuchaba sus gritos por el castigo.
"Que no son bebés, son malditos soldados", gritó furioso; el hombre observó a los que sí lo hicieron y asintió.
“Excelente. Ahora, vamos a practicar nuestra agilidad. Vamos a correr a través de este circuito de obstáculos. Salten, esquiven y corran lo más rápido que puedan”.
El aire en la base de la Falange Oscura estaba cargado de una tensión palpable. Valeria, con solo cinco años, se alineaba frente al circuito de obstáculos, su rostro serio y concentrado. Detrás de ella, los demás niños observaban con nerviosismo. Este no era un juego; era una prueba diseñada para seleccionar a los mejores, aquellos que podrían sobrevivir y prosperar en un mundo implacable.
El primer obstáculo era una serie de túneles estrechos y oscuros, apenas iluminados por luces parpadeantes. Valeria se arrastró a través de ellos, sintiendo el peso de la oscuridad y el miedo a lo desconocido. Cada túnel se hacía más angosto, obligándola a usar toda su fuerza y determinación para avanzar.
Al salir de los túneles, se encontró con una pared de escalada cubierta de barro resbaladizo. Sus pequeñas manos y pies luchaban por encontrar agarres mientras subía, sabiendo que una caída podría significar el final de su entrenamiento y tal vez de su vida. La pared estaba diseñada para desafiar incluso a los más fuertes, y solo los más tenaces lograban llegar a la cima.
El siguiente desafío era un campo de alambre de púas bajo el cual debía arrastrarse. El alambre estaba tan bajo que cualquier movimiento en falso podría causar cortes dolorosos. Valeria avanzaba lentamente, su cuerpo pegado al suelo, sintiendo los raspones en su espalda y los dolorosos cortes, el peligro constante sobre su cabeza.
Después del alambre de púas, la esperaba una serie de plataformas inestables suspendidas sobre un pozo profundo. Valeria debía saltar de una plataforma a otra, manteniendo el equilibrio mientras el viento soplaba con fuerza. Cada salto era un riesgo, y solo aquellos con nervios de acero lograban cruzar sin caer. La motivaba ver lo que les hacían a los caídos: los tiraban y los dejaban con sus huesos rotos hasta que todos terminaban y los llevaban a curar.
El último obstáculo era una carrera a través de un campo minado. Valeria debía usar su ingenio y agudeza para detectar las minas ocultas y encontrar un camino seguro. Cada paso era una prueba de su capacidad para pensar bajo presión y tomar decisiones rápidas. Quiso ir de primera, pero lo pensó mejor. Uno de ocho años corrió sin pensar y fue horrible ver cómo quedó y, por más cruel que suene, le dio una manera de como no hacer las cosas.
Valeria corría mirando los pequeños bultos en la tierra y evitándolos a toda costa; tenía el corazón en la boca y solo evocaba a su familia para que le diera fuerza.
Al cruzar la línea de meta, el corazón de Valeria latía con fuerza, pero una sonrisa se dibujó en su rostro. Sentía que estaba mejorando. Ella sabía que había superado una prueba brutal. Había demostrado su valía en la Falange Oscura, pero también sabía que este era solo el comienzo de un camino lleno de desafíos aún mayores. Detrás de ella, los demás niños seguían enfrentando el circuito, inspirados por su valentía. Ella era rubia y pequeña; parecía una muñeca de porcelana frágil, pero la estaban volviendo a las malas de acero.
“Muy bien, reclutas. Ahora, vamos a trabajar en nuestra precisión y control. Quiero que lancen estas pelotas a los objetivos en la pared. Apunten bien y sean precisos”. Dijo, sabiendo que estaban agotados.
Valeria tomó una pelota y apuntó cuidadosamente. Lanzó la pelota y golpeó el objetivo. Sentía una mezcla de orgullo y alivio; los demás estaban más concentrados: habían perdido a cinco compañeros y ver las escenas, y más como era el campo limpiado por animales, los hacía centrarse. Estaba más que claro que llorar no los iba a sacar de allí; al contrario, los podía matar.
“Finalmente, vamos a practicar el movimiento silencioso. Quiero que caminen sobre estas hojas sin hacer ruido. El que haga más ruido tendrá que repetir el ejercicio o lo metemos unos minutos con nuestras mascotas”. Sonrió el hombre con crueldad.
Valeria caminó lentamente sobre las hojas, concentrándose en no hacer ruido. Cada paso era un desafío, pero logró moverse con sigilo; los demás la veían y la seguían. Era impresionante cómo veían a la pequeña.
“Muy bien, Valeria. Has hecho un excelente trabajo hoy. Recuerden, reclutas, que la precisión y la disciplina son clave para su éxito”.
Valeria asintió, sintiendo una nueva determinación crecer dentro de ella. Sabía que cada día de entrenamiento la acercaba más a convertirse en una asesina altamente calificada y tal vez, solo tal vez, podría volver con su familia. Tenía la esperanza de que no estuviesen muertos o eso era lo que su mente fantasiosa anhelaba, pero la falange haría de todo por borrar los recuerdos de sus vidas pasadas. Este entrenamiento era diario; debían firmarlos bien para que fueran el futuro de la mafia.
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