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El Vestido De Su Vida

Capitulo 1 : La Apariencia no es todo

León miró al espejo con desdén, ajustándose la corbata con una precisión casi quirúrgica. Su vida estaba construida sobre la imagen, sobre la perfección que solo él sabía crear. Sin embargo, había algo que lo irritaba profundamente: la constante suposición de que su amor por la moda estaba ligado a su orientación sexual. No, no era gay, simplemente amaba lo que hacía. La moda era su lenguaje, su arte, su refugio. No necesitaba que nadie lo etiquetara por eso. ¿Por qué no podían entenderlo? A veces deseaba que las personas se detuvieran a pensar que un hombre podía ser apasionado por el diseño sin que eso significara que su vida amorosa estuviera determinada por estereotipos.

—¿Otra vez con eso? —se murmuró mientras ajustaba el último detalle en su atuendo, preparándose para recibir a la nueva asistente. No le gustaba la idea de que alguien tuviera que trabajar para él, pero la vida de un diseñador de renombre era así, llena de personas que se cruzaban por su camino solo para ser parte de su visión.

La puerta se abrió con suavidad, y la famosa nueva asistente entró. León no pudo evitar que su mirada se detuviera en ella, aunque rápidamente intentó disimularlo. Su cabello rosa natural era lo primero que llamaba la atención, un tono suave y delicado que contrastaba con su atuendo sencillo y básico. Ella era un bombón, sin lugar a dudas, pero su estilo… no podía dejar de pensar en lo mucho que necesitaba una transformación.

—¿Tú eres Sophia? —preguntó León, su voz suave pero firme, mientras la observaba con una mirada crítica. La joven asintió tímidamente, sin decir una palabra.

León dio un paso hacia ella, recorriéndola con la mirada de arriba a abajo. No había nada de malo en su rostro, ni en su figura, pero la ropa que llevaba era completamente insípida. Una blusa simple, jeans gastados y unos zapatos planos. Nada que sugiriera que tenía el potencial para ser mucho más.

—Sophia, tienes mucho que ofrecer, pero lo que llevas puesto… —León levantó una ceja, con una sonrisa en los labios—. Necesitas cambiar.

Sophia lo miró confundida, sin entender bien a qué se refería.

—Para empezar, tienes un estilo único, pero no sabes cómo explotarlo. —León caminó hacia ella con paso seguro, como si estuviera guiando a una niña que aún no sabía cómo caminar en el mundo de la moda. —Tienes el cabello rosa, un color increíblemente audaz, pero tu atuendo es… básico.

Sophia se ruborizó, sintiéndose algo incómoda, pero al mismo tiempo, no pudo evitar sentirse intrigada por su confianza.

—Vamos a hacer algo —continuó León, tomándola por el brazo con suavidad—. Tú tienes todo lo necesario para destacar, solo necesitas un pequeño empujón. Yo me encargaré de transformarte.

Sophia sintió un cosquilleo de emoción recorrer su cuerpo. ¿Cómo podría resistirse a esa oferta?

—¿De verdad? —preguntó con una sonrisa tímida, pero sus ojos brillaban de emoción.

León asintió, guiándola hacia el vestidor de su estudio.

—Sí, pero para eso, necesitas confiar en mí. —León le sonrió, con una mirada que transmitía seguridad y determinación—. Ven, sígueme. Te mostraré cómo hacer de ti una verdadera estrella , si vas a caminar conmigo, acompañarme y estar a mi lado tienes que estar a la altura querida .

Sophia lo siguió sin pensarlo dos veces, como una niña emocionada por la posibilidad de ser transformada. Sin saberlo, estaba a punto de embarcarse en un viaje que cambiaría su vida para siempre.

Capitulo 2 : La transformación

León observó cómo Sophia se probaba cada prenda que él le había seleccionado. No podía evitar sentir que, a pesar de su belleza indiscutible, había algo en ella que le resultaba… desconcertante. Su inocencia era tan pura, tan casi irreal, que le costaba creer que alguien pudiera ser tan genuinamente dulce y desinteresada. Su rostro, aunque hermoso, parecía estar más allá de la superficialidad del mundo en el que él vivía. No había esa chispa de desconfianza, de astucia que él veía en otras personas. Sophia era como un ángel, pero un ángel que nunca había sido tocado por las sombras del mundo real.

León sonreía disimuladamente al ver como sus asistentes de moda la vestían como una muñequita en la vida real.

Mientras ella se cambiaba, León acariciaba distraídamente a Emperatriz, su gata persa. La gata, de pelaje blanco inmaculado, observaba a todos con una mirada que parecía juzgarlo todo. Sus ojos, grandes y penetrantes, seguían a Sophia con una intensidad que hacía que cualquier persona se sintiera incómoda. Emperatriz no era solo una gata de compañía; era una reina que se consideraba por encima de los humanos. Y, como toda reina, tenía un carácter algo celoso.

—¿Qué opinas, Emperatriz? —preguntó León en tono bajo, acariciando el pelaje suave de su mascota. La gata no respondió, pero sus ojos fijos en Sophia lo decían todo.

El sonido de la puerta del vestidor se abrió, y León levantó la vista, viendo a Sophia salir. El cambio era drástico. El atuendo simple que llevaba antes había sido reemplazado por una blusa de seda en tono coral, con un corte que resaltaba su figura sin ser vulgar. Los pantalones eran de talle alto, de un tejido fluido que le daba un aire elegante, y unos tacones sutiles completaban el conjunto. Su cabello rosa, ahora perfectamente peinado, caía en ondas suaves que enmarcaban su rostro, y sus ojos brillaban con una nueva luz.

León no pudo evitar detenerse por un momento. La joven estaba deslumbrante, mucho más de lo que había anticipado. A pesar de su intento de mantener la distancia profesional, algo dentro de él se removió al verla así. Era como si Sophia hubiera dejado atrás su fragilidad y ahora se presentara ante él como una mujer capaz de conquistar el mundo, o al menos el suyo.

—Así está mucho mejor —dijo León, su voz grave y controlada, mientras se acercaba para ajustar un pequeño detalle en su atuendo. Sin embargo, en su interior, algo se agitaba. Ella realmente estaba preciosa, y eso lo desconcertaba. No era solo la ropa, sino la forma en que se veía ahora, con una confianza recién adquirida que le daba un aire completamente diferente.

Sophia sonrió tímidamente, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo. No estaba acostumbrada a sentirse tan… poderosa. Pero algo en la mirada de León, esa mirada tan segura y evaluadora, la hacía sentirse más segura de sí misma.

—Gracias… no sé qué decir —murmuró, mirando sus manos, algo avergonzada por la atención.

León, ignorando el destello de suavidad que había visto en sus ojos, se levantó de la silla y dio un paso hacia ella.

—No tienes que decir nada, solo sigue mi ejemplo. —Le ofreció una sonrisa enigmática, mientras tomaba su tableta y se la entregaba. —Ahora que estás lista, comencemos a trabajar. Tienes mucho que aprender, pero estoy seguro de que lo harás bien.

Sophia aceptó la tableta con una sonrisa, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Ahora, más que nunca, se sentía parte de este mundo que León dominaba. Y aunque no sabía lo que deparaba el futuro, estaba dispuesta a seguirlo, a aprender de él, a ser su asistente.

León, por su parte, no podía evitar sentir que la joven tenía algo que lo atraía más allá de lo que podía controlar. Ella no solo estaba allí para trabajar, algo en ella lo hacía querer protegerla, y eso, en el mundo en el que vivía, era un sentimiento peligroso. Pero por ahora, solo podía concentrarse en lo que tenía que hacer: transformar a Sophia en la mejor asistente que pudiera tener.

Capitulo 3 : Él Mundo de León

León caminó por el pasillo con paso firme, su gata Emperatriz en brazos, como si fuera una extensión de su propio ser. La gata, siempre elegante y altiva, no parecía incomodarse por estar cargada, más bien parecía disfrutar de la atención que recibía. Sus ojos grandes y penetrantes observaban todo con una calma distante, como si estuviera por encima de todo lo que sucedía a su alrededor.

Sophia, por su parte, caminaba a su lado, sosteniendo su café con ambas manos, sintiendo el calor reconfortante que le recorría las venas. Había algo en el ambiente que la hacía sentirse como si estuviera en una película, y no solo por la apariencia de León, sino por la atmósfera que él mismo creaba. Su vida, pensó Sophia, debía ser como un escenario donde todo tenía que ser perfecto, cada detalle cuidadosamente pensado.

Llegaron al estudio, un espacio amplio y lleno de luz natural, con paredes blancas que reflejaban la pureza del ambiente. En el centro, varias mesas de trabajo estaban cubiertas con telas, patrones y bocetos de la nueva colección. El sonido de las máquinas de coser y el murmullo de los diseñadores trabajando en silencio creaban una armonía que parecía casi ensayada.

León caminó hasta el centro de la sala, y Emperatriz se acomodó sobre una mesa, mirando a todos con esa mirada de reina que nunca pasaba desapercibida. León, con su porte de hombre elegante y meticuloso, observaba el trabajo de su equipo, y Sophia no pudo evitar notar cuán preciso y delicado era en cada movimiento. No había nada de tosco en él, todo era un juego de gestos suaves, como si todo lo que tocara tuviera que ser tratado con la misma reverencia que a su gata.

—¿Cómo va todo? —preguntó León, su voz suave pero autoritaria, como si esperara una respuesta rápida y precisa. El tono de su voz tenía algo dramático, casi teatral, como si estuviera interpretando un papel que solo él conocía.

Uno de los diseñadores se acercó rápidamente, entregándole un patrón con una sonrisa nerviosa. León lo observó detenidamente, su mirada fija en el trabajo, mientras acariciaba distraídamente el pelaje de Emperatriz. La gata parecía complacida con la atención, pero también con la atmósfera que se respiraba allí: una mezcla de perfección, arte y, quizás, un poco de tensión.

Sophia observaba todo desde un rincón, tomando pequeños sorbos de su café mientras se daba cuenta de lo fascinante que era León. No solo su estilo, sino su presencia, su forma de moverse. Era tan delicado, tan meticuloso, que cada uno de sus gestos parecía una coreografía cuidadosamente ensayada. Su ropa, siempre impecable, su porte elegante, sus ojos, intensos pero suaves… Todo en él era una mezcla de perfección y misterio.

Pero, al mismo tiempo, había algo más en su presencia, algo que no podía dejar de notar. Su forma de hablar, de moverse, su aire de estar siempre en control, le recordaba a los personajes que veía en las películas antiguas, esos hombres sofisticados y dramáticos que sabían exactamente lo que querían y cómo conseguirlo.

Y entonces, mientras León daba instrucciones con su voz suave pero firme, Sophia recordó lo que siempre se decía de él. Que era un hombre extremadamente atractivo, sí, pero que, debido a su amor por la moda y su delicadeza, muchos asumían que era gay. Sophia, aunque no lo conocía bien, no podía evitar pensar que debía ser cierto. Todo en él parecía gritar que era un hombre al que le gustaban los hombres. La forma en que se cuidaba, su elegancia, su aire de no necesitar a una mujer a su lado… Todo apuntaba a eso.

Pero al mirarlo más de cerca, Sophia no pudo evitar sentir una extraña contradicción. Había algo en él que la hacía pensar que no todo era tan simple. Tal vez no lo sabía todo sobre León, y tal vez nunca lo sabría. Pero algo en su mirada, en su forma de ser, le decía que había más de lo que los rumores dejaban entrever.

León, por su parte, no se dio cuenta de que Sophia lo observaba con tanta atención. Estaba demasiado concentrado en su trabajo, en la perfección de su colección, y en la necesidad de que todo estuviera en su lugar. Sin embargo, había algo en la forma en que Sophia lo miraba, algo en su inocencia y su curiosidad, que lo hacía sentirse… intrigado.

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