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El Calabozo De Moff.

Prólogo + Capítulo 1.

^^^Dedicatoria:^^^

^^^Para todas aquellas lámparas de aceite que se han apagado, y para aquellas que luchan por no hacerlo.^^^

...Prólogo:...

En el mundo existen múltiples leyendas, desde una gran roca oculta en las profundidades de una montaña que al romperla libera demonios, o algo más simple como un objeto con una maldición.

Sea como sea, ninguna es real.

¿Por qué estoy seguro de ello?

La respuesta es simple, me dedico a desmentir esas leyendas..., esos tontos mitos, todo junto a la ayuda de mi hermano. Pero un día todo fue diferente, a mis manos, luego de terminar con nuestra última misión, llego otra leyenda extraordinaria: Trataba sobre un Ángel.

Estaba realmente escéptico, ¿un Ángel?, ¿si quiera uno podía existir?

Tenía mucha curiosidad por desenvolver el misterio, además algo más había sucedido para alentarme en ir en su busca...

Después de ese día toda mi vida cambio.

¿Qué era real, qué era falso?

...•...

...•...

...•...

...Capítulo 1:...

...Los festejos se pueden convertir en malos augurios....

...•...

...•...

...•...

El ambiente era extremadamente animado, las charlas entusiasmadas y divertidas rebotaban por todo el espacio de la taberna bien iluminada. Si uno miraba bien hasta podía ver personas jugando a las cartas, incluso apostando algún objeto de valor que traían sobre ellos, otros simplemente armaban pequeñas riñas entretenidas, movían las sillas y las mesas para crear un pequeño recinto. Los espectadores miraban desde sus asientos mientras tiraban sus apuestas al aire.

— ¿Quién crees que ganara?

—El muchacho más alto, es obvio. Mira lo fuerte que se ve.

Alfred no pudo evitar regalarle una sonrisa a su hermano mientras le daba un trago a su cerveza. A veces los músculos no lo son todo, pensó.

— ¿Cuánto apuestas, Hugo?— Así se llamaba su hermano, un hombre corpulento y alto, de ojos de un marrón intenso. La tez de este resplandecía con un toque color acaramelado gracias a la luz. Hugo pasó su mano por su cabello castaño extremadamente corto.

—Una moneda de plata—. Respondió.

—Que tacaño—. Se burló, Hugo rodó los ojos y le dio un trago a su cerveza.

En realidad no quería que su hermano gastará dinero.

— ¿Tú cuanto apostaras?

Alfred quedo levemente desconcertado por su pregunta, su cerebro iba un poco aletargado gracias al alcohol que había y aún estaba consumiendo. Giro su rostro y miro el espacio de la pelea, el más pequeño le había pegado un puñetazo al hombre más alto y rápidamente se deslizo entre sus piernas solo para tomarlo por atrás con una llave.

— ¿En qué universo tengo dinero?, prefiero mirar y no gastar impulsivamente.

—Exclamo la persona que hace minutos me llamo tacaño—. Se burló y continuo mirando la pelea, después de unos segundos se puso de pie y se acercó al hombre que estaba aceptando las apuestas.

—Vas a perder tú dinero—. Murmuro Alf entre dientes mientras bajaba su vaso vacío.

— ¿Entonces no es conveniente apostar al musculoso?

El hombre de cabello castaño soltó un "ah" y giro su rostro ya enrojecido, pero aun así sus ojos resplandecían con absoluta conciencia. Examino al joven que lo estaba mirando desde un lado apoyado en una columna de madera, tenía un brillante cabello rubio que no llegaba hasta sus hombros, unos ojos almendrados levemente enrojecidos y la cara llena de pecas.

No era de por aquí, eso estaba claro cuando hablo con un acento que Alfred no logro identificar.

—Puedes apostar a quien quieras, pero sería más inteligente ver la pelea con atención—. Hablo con calma mientras el joven se movía hacia él, se sentó en el lugar que originalmente pertenecía a Hugo, Alf alzo una ceja. —Si tus ojos funcionan bien es fácil notar que el grandote solo golpea al azar, pero el más pequeño tiene una estrategia. Sabe cómo manejarlo.

—Apuesta al más pequeño y ganaras, ¿eso me quisiste decir?—Claramente el otro muchacho, que por cierto se veía más joven que él, había entendido y solo le quería sacar algo de charla.

—Eso mismo.

—Entonces es bueno que ya haya hecho mi apuesta.

—Mph, que bueno.

Claramente no se mostraba muy entusiasmado al ver a las personas derrochar dinero, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

Si tenían dinero que lo gastaran como se les diera la gana.

—Por cierto—. El chico se acomodó en la silla y le tendió la mano por sobre la mesa. Por alguna razón su voz sonó ronca, como si en cualquier momento se largara a llorar.—Soy Andy.

Alfred no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo del rubio, pero quedó momentáneamente desconcertado, ¿acaso también él había bebido de más?, le extendió la mano y tomo la de Andy con un fuerte, pero suave apretón.

—Alfred, es un gusto. No eres de por aquí, ¿verdad?—Finalmente no pudo contener su curiosidad y pregunto.

—Soy originario de Moet, estoy aquí por negocios. Debo de decir que Layare es un país muy interesante y caluroso.

—Es insoportable—. No pudo evitar refunfuñar, el calor solo se podía soportar por las noches. —Después de todo antes Layare no era más que arenas y dunas. Jamás he estado en Moet—. Agregó.

—Deberías de ir algún día, es un buen lugar, los robos están bajando y hay cada vez menos secuestros de turistas.

Wow, que buen lugar.

—Yo puedo ofrecerte alojamiento, mi familia está a cargo de una posada.

—Por el momento no tengo pensando viajar, declinare su oferta, pero muchas gracias por su amabilidad.

¿Acaso Andy pensaba que era estúpido?, ¿siquiera Andy era su verdadero nombre?

Alfred quería fruncir el ceño, pero mantuvo su rostro impasible ante el joven que se mostró algo decaído por sus palabras. Él bien sabía que Moet era un lugar medianamente peligroso, ni aunque estuviera loco iría.

Entrecerró sus ojos mirando al pecoso, ¿este hombre era algún traficante de personas?, ¿por qué se ofrecía así, tan sutilmente a llevárselo a otro país?, Alf negó mientras una idea aún más ridícula y descarada pasaba por su mente. ¿Este joven quería ser su Sugar?

Rápidamente sacudió su cabeza en estado de aturdimiento, Andy lo miro ladeando la cabeza.

Si no sabes en que gastar tu dinero dónalo a los más necesitados, idiota.

— ¿Estas bien?

—Perfectamente.

Andy abrió su boca, parecía querer decir algo más, pero en ese momento gritaron el nombre del ganador: Tod.

Era el más pequeño.

El muchacho sentado frente a él se puso de pie con una gran sonrisa.

Los que habían apostado a Tod vitorearon con alegría y se apresuraron a ir a recoger sus premios, otros, como Hugo, solo maldijeron y escupieron al piso enfadados.

—Perdiste.

—Y una mierda, cállate—. Hugo se pasó una mano por el cabello mientras se acercaba, miro a Andy de arriba a abajo, los dos median prácticamente lo mismo. — ¿Quién es este?, ¿te está intimidando?

Alfred se atraganto con su saliva al escuchar la última pregunta.

— ¡Tonterías! ¿Crees que alguien se atrevería a intimidarme?

Estaba evidentemente indignado, ¿en verdad su hermano creía que era tan fácil de intimidar?, ¿por qué un muchacho qué parecía apenas tener alrededor de veinte dos años intimidaría a alguien de casi treinta?

¡Ya no tenía diecisiete años!

Recordaba vagamente haber sido intimidado en el pasado, pero no lo recordaba con nitidez cuando ni en qué lugar fue eso. Después de todo su memoria era muy mala, cuando sentía que estaba a punto de sumergirse en sus recuerdos una niebla espesa los cubría, por lo cual ya no podía acceder a ellos.

A veces era realmente molesto y el alcohol en su sistema no lo estaba ayudando en lo absoluto.

Le lanzo una mirada mortal a Hugo, este solo levanto un poco sus manos y alzo sus hombros.

—Soy Andy—. Hablo por fin el joven rompiendo la ligera tensión en el aire con una risilla. —Su nuevo amigo—. Añadió sin la menor pizca de descaro, Alfred no pudo evitar mirarlo con diversión mientras sus ojos se cerraban a medida que sonreía.

Hugo miro a su hermano que prácticamente era un borracho feliz, algo que era extraño. Alfred jamás demostraba tantas sonrisas aunque estuviera en tal estado, por lo cual lo contemplo como si se tratase de una especie en peligro de extinción. Luego su mirada se desplazó al joven, lo examino con determinación por unos segundos, sintiendo que todo estaba en orden. Volteo a ver a su hermano y no pudo evitar preguntar.

—Hugo..., soy Hugo. —No pudo evitar inquietarse un poco, estos dos parecían ser amigos que se acababan de encontrar después de muchas dificultades. —¿Este hombre te hace tan feliz?, que cruel. A tú hermano casi nunca le sonríes. ¿O es que te dio alguna droga?

Alfred, que hace unos minutos era todo sonrisas, lo miro con un rostro levemente oscurecido. Realmente deseaba levantarse y golpearlo, pero era muy perezoso para hacerlo en ese estado de letargo cómodo en el que se encontraba.

—Si la estupidez y la incapacidad para razonar correctamente hubieran tenido un hijo, ese serias tú.

Hugo arrugo la nariz mientras se sentaba, claramente molesto por su comentario, por otro lado Andy se rió, aparentemente divertido al ver la curiosa interacción de este par. Busco una silla y la arrastro junto a Alf.

— ¿Entones?

— ¿No vinimos aquí para celebrar nuestro actual logro?, por eso estoy feliz. Por favor, usa tu cerebro y no lo utilices solo para gastar con imprudencia—. Pronuncio con un deje de maldad, haciendo que Hugo le pisara el pie por debajo de la mesa tras recordarle su apuesta fallida. Alfred farfullo una maldición a su hermano.

Andy giro su rostro con curiosidad hacia Alfred.

— ¿Ustedes tienen un negocio?—. Tras escuchar la palabra "logro" supuso que Alfred y Hugo debieron de prosperar con algún emprendimiento personal. Pero en cambio el hombre a su lado negó con suavidad.

—No exactamente un negocio...común—. Hugo ya se mostraba un poco más relajado al hablar.

—Entiendo, no quiero meterme en nada ilegal por ahora, así que no me digan más—. Si estas personas tenían un "negocio poco común" no quería saber de qué se trataba.

— ¿Por ahora?

—¿En qué piensas?—. Alfred no pudo evitar reír, sin duda la mente de los jóvenes era sumamente escandalosa. Andy enrojeció por la vergüenza. —Mi hermano y yo nos dedicamos a desmentir leyendas, por ejemplo—. Alfred se incorporó en su silla y miro al joven con sus ojos brillantes. —Hace poco desmentimos una boba leyenda, se llamaba "El ojo"—. No pudo evitar burlarse, hasta el nombre era sumamente estúpido.

—Admitiré que si es un nombre tonto, ¿de qué trataba la leyenda?, ¿un ojo maldito?

—Algo así, nah. Era una piedra que según decían encerraba un ojo maldito extremadamente poderoso, al romper la roca, gracias al ojo, podías obtener poderes inimaginables—. Andy lo escucho con suma atención, como si solo ellos dos estuvieran en el lugar. El típico entusiasmo de los jóvenes, pensó Alfred para después continuar. —Fuimos a un remoto valle y subimos una pequeña montaña, al llegar al lugar indicado efectivamente, había una piedra redonda, pero al romperla no tenía nada más que fósiles de caracoles.

—Un total desperdicio—. Añadió Hugo. —Luego esparcimos la noticia de la leyenda falsa, y obviamente esta leyenda dejo de circundar por el mundo. Este hombre—. Señalo a Alfred con su dedo acusador, —Es el ser más terco del mundo, a pesar de que habían muchos indicios de que esta estúpida leyenda era rotundamente falsa me hizo caminar kilómetros y kilómetros, ¡incluso me hizo subir una montaña!— Su tono era tan exagerado que Andy no pudo evitar reír junto con Alf, parecía que Hugo recordaba el dolor de esa caminata con tan solo relatar una breve parte. —Mis nalgas salieron beneficiadas de esto, ellas si adquirieron un súper poder: La firmeza.

De repente todo el lugar quedo en silencio, solamente se escuchó un "Pfff" por parte de Alfred antes que todos estallaran en sonoras carcajadas. Hugo enrojeció de la vergüenza.

— ¡BAH, ENVIDIOSOS!

El lugar volvió a retumbar con risas.

Mini escenario:

Andy: Alfred, ¿entonces si los acompaño a su próxima expedición podre tener las nalgas tan firmes como Hugo?

Alfred: ¿Por qué suena como si me estuvieras diciendo "niño explorador"?, no. Ni pienses en acompañarnos, algo malo podría pasar.

Hugo: ¿Qué puede salir mal?, ¡definitivamente si nos acompañas tendrás muchos más músculos!

Alfred: (Le da un zape a Hugo y mira hacia el frente.) Esto es lo que pasa cuando tienes hermanos, constantemente están en tu contra para verte cabreado.

Capítulo 2: La leyenda llega a sus manos.

Miro por la ventana, las estrellas ya cubrían el cielo como pequeños diamantes. Se notaba que debía de haber una suave brisa, ya que los pocos árboles que llegaba a ver balanceaban sus ramas secas, como en una lenta, pero divertida danza.

—Ya es tarde—. Murmuró para si mismo, Andy ya se había ido hace un rato y él ya estaba más sobrio.

El muchacho le había agradado, aunque solo compartieron un rato se mostró bastante amable y divertido, no parecía ser ningún traficante. Además su acento era agradable de escuchar y el joven se marchó prometiendo que se volverían a ver para nuevamente compartir una cerveza y una entretenida charla.

No estaba mal.

Tenía una pequeña sonrisa en sus labios, pero inmediatamente esta fue reemplazada con un ceño fruncido y una mueca de desagrado cuando noto que Hugo seguía apostando y bebiendo. Él no solía ser así, quizá era la emoción pasada de haber "resuelto" una leyenda, o quién sabe. Alfred solo sabía que este comportamiento desenfrenado suyo comenzaba a molestarle.

Le daría un buen golpe si esto continuaba.

Se puso de pie y acomodo la silla, se acercó a su hermano él cual estaba rodeado por un grupo de hombres, pidiendo permiso se hizo paso entre ellos, solo para que sus ojos se abrieran con incredibilidad.

¡Su hermano estaba en una competencia de bebidas!

— ¿¡Qué haces!?— Finalmente no lo soporto más, lo tomo del brazo y lo jalo provocando que Hugo se pusiera de pie.

—Solo me divierto.

—Que admirable—. Se burló Alfred antes de sentir un peso extra en su hombro eh inconscientemente giro su rostro para ver al hombre que se recargaba en él.

—Amigo, ¡no seas aguafiestas y únete a nosotros!— Sus palabras salieron con torpeza y algunas silabas eran arrastradas por su lengua, claramente había bebido de más. De hecho el fuerte olor a alcohol golpeo a Alfred en la nariz, su rostro se oscureció, aun así le sonrió amablemente y aparto de un manotazo al hombre antes de decir en un tono helado:

—No somos amigos, no me hables como si fuéramos cercanos—. Luego miro a su hermano, el cual había aprovechado hace un tiempo la distracción del otro hombre para liberarse del suave agarre de Alfred y tomar asiento en done estaba antes. —¡Si quieres beber hasta la muerte, adelante!, luego no iré a reconocer tú cuerpo a la morgue y dejare que sea donado a algún lado. ¡Adiós!

Y se marchó ardiendo en cólera.

¿Quién se creía Hugo? ¿Estaba haciendo estupideces que no pudo hacer a sus 23 años?

No sabía por qué de repente se sentía tan molesto.

En cuanto el viento de la noche golpeo su rostro logro disparar su ira como volutas de polvo, se sintió arrepentido, ¿cómo pudo haber dejado a su hermano solo en un lugar así?

Era de lo peor.

—Se lo merece—. Trato de consolarse mientras alzaba la vista al cielo, realmente era hermoso a pesar de que no se veían muchas estrellas gracias a las luces de la calle. Todo estaba en extremo silencio descartando el sonido de las hojas de los árboles y el viento que zumbaba en sus oídos. Se recostó en una de las paredes de madera y cerro sus ojos tratando de ordenar sus pensamientos, estuvo así por un tiempo indefinido hasta que sintió que ya era suficiente. Le echo un último vistazo a la taberna y se marchó directo a casa. Lo único que lo acompaño en este trayecto era el sutil movimiento de su collar con un colgante barato que simulaba ser una piedra de color celeste.

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Se dejó caer en un viejo sofá de cuero sintético y suspiro con cansancio mientras observaba todo con atención, sentía que había cosas fuera de lugar. Como su taza favorita para tomar café, en este momento estaba sobre la mesa, pero él estaba seguro de que la había dejado en la habitación, o una pila de papeles que antes estaba completamente desorganizada, pero ahora se encontraba apilada en un rincón.

¿Qué rayos?

Sintiéndose cada vez más inquieto se puso de pie y se dispuso a mirar todo con más cuidado, descubrió que la taza estaba extremadamente limpia cuando se acercó, sabiendo que siempre la dejaba sucia. Sumándole a eso la pila de papeles organizados, ¿habían entrado a su casa a...ordenar?, ¿o estaban buscando algo y entre tanto desorden no podían encontrarlo?

Bueno, tampoco es que la casa fuera un completo basurero...

¿Pero quién había ordenado?

Se dirigió a su habitación y movió la cortina para pasar, sí. No tenía una puerta. Se encontró con que todo parecía normal y en orden, su cama ordenada, la ropa en su lugar dentro del armario. Lo único extraño era un libro, que claramente era suyo, fuera de su estantería. Descansaba sobre la mesa de luz. Cuando lo tomo y lo abrió se dio cuenta que era el libro que Hugo le había regalado, este contaba un poco la historia de Layare. Como fue descubierta y colonizada, como era descrita como un páramo seco que parecía el mismo infierno.

En Layare solían producirse grandes sequias durante la temporada de verano, por esa misma razón el Emperador había solicitado construir una represa nueva hace unos años, para asegurarse de que a este país del infierno jamás le faltara el agua en los hogares. Para esto había hecho un acuerdo con los encargados de las vías fluviales de Eura. Después de todo ese país era muy rico respecto a las aguas, y que nosotros consumiéramos de esta no era una perdida para ellos, sino una ganancia. En poco tiempo el país de Eura se volvió uno de los más ricos del mundo y el Emperador decidió construirse una residencia allí en vez de vivir en el desolado desierto. (Layare.)

Alfred ojeo un poco más el libro y lo cerro, perdiendo interés en él. Su ceño se función y su boca dejo escapar un "oh" cuando vio sobre la mesa una carta, al parecer el libro la había estado tapando. Devolvió el libro a su lugar originar y volvió para echarle una leída a la carta, la cual tenía unas tres hojas, sus ojos se abrieron con asombro y se dejó caer en su cama.

¿¡Qué era esto!? ¿Acaso la persona o personas que entraron sabían a lo que él se dedicaba?, ¿por qué habían dejado esto en su habitación?

—Absurdo.

¿Quién se atrevería a entrar a su casa y dejar esto aquí?, ¿por qué no solo la dejo en la casilla desgastada del correo que había afuera?

Sacudió su cabeza para despejarla de todas las incógnitas que comenzaban a abordarla y volvió sus ojos hacia el papel que tenía entre sus manos. De hecho, ahora que prestaba más atención no se trataba de una carta, sino de un viejo diario que estaba amarillento por el paso del tiempo, sentía que si pasaba sus dedos con demasiada fuerza por el papel se rompería. Así que lo sostuvo con aun más cuidado antes de leer:

"Se cuenta que hace muchos años un Ángel bellísimo bajo a la tierra para ayudar a la humanidad, la cuál se encontraba sumida en una total catástrofe; Una cruel guerra se desataba entre dos reinos en ese momento, ambos reyes no podían tolerarse y uno solo de ellos se quería proclamar Emperador del mundo. Gracias a esto las masas más humildes sufrieron duras perdidas, tanto humanas como materiales".

"La hambruna y la enfermedad que la guerra trajo consigo era imposible de frenar, hasta que este ser celestial apareció para traer paz. Muchas personas comenzaron a seguirlo y así logro formar un ejército con diversos humanos de diferentes clases sociales. En tiempos así todos eran uno".

"Tiempo después todo termino con otra guerra, se dice que una persona enigmática lo ayudo. Se especula que quizá era su amante en la tierra o simplemente un rebelde que ya no quería obedecer a ninguno de los reyes".

"La guerra había dejado grandes pérdidas, la gente estaba deprimida. El Ángel comenzó a llorar lágrimas doradas, oro líquido y así pudo ofrecerle a la humanidad una fuente de riqueza momentánea para ayudar a reponer los gastos".

Hizo una pausa mientras leía y miro las palabras "lágrimas doradas, oro líquido...", ¿qué tan bueno podría ser eso?

Le parecía un tanto ridículo eh internamente se burló para continuar leyendo.

"Su trabajo en la tierra estaba hecho, estaba más que listo para volver a los cielos, pero dudo al hacerlo. En plena guerra había conocido a una mujer que logro robarse su corazón. ¿Qué tan malo podía ser quedarse a vivir entre mortales?, aunque los otros Ángeles en los cielos le habían advertido que esto era considerado un tabú a él no le importo y se quedó junto con su amada".

"Quizá su vida no estaba en los cielos entre las nubes. Sino en el mundo mortal, en el polvo rojo junto con la persona que amaba".

"Lástima que su amor terminara en una total desgracia..."

"Al tiempo de por fin haber comenzado una relación en paz junto con un reino próspero, las personas comenzaron a querer más y más de estas lágrimas doradas. Después de todo, ¿Cómo podrían dejar de utilizar un recurso así de impresionante?"

"Pero el Ángel ya no lloraba, cada que iban a pedirle estas preciosas lagrimas él se negaba diciendo que ya no eran necesarias. Su trabajo ya estaba hecho y solo quería vivir en paz entre la humanidad".

"Por desgracia la humanidad en ciertas circunstancias es una raza muy codiciosa, por ende pensaron; Si el ángel no quería llorar, lo harían llorar".

"Intentaron muchos métodos para esto, desde cosas simples como tratar de hacerlo reír hasta que le doliera el estómago o pedirle que cortara cebollas. Para sorpresa de todos esto no funcionaba, así que pasaron a un siguiente nivel; El dolor físico".

"Le lanzaban cosas como piedras, palos eh incluso cristales rotos con la esperanza de que derramara alguna lágrima, ¿pero cómo un Ángel que estuvo en la guerra y sufrió heridas más importantes que esas sentiría el dolor?"

"No lloro".

Alfred pasó la página sin saber cómo sentirse al respecto.

"Las personas estaban profundamente descontentas, ¿qué más podrían hacer?"

"Y una idea cruel y sádica paso por sus mentes colectivas: Atacar a la amada del ángel".

"Ya que este no reaccionaba a cosas típicas como el dolor, ¿podría reaccionar al ver como atacaban a alguien a quien amaba?, no tenían nada que perder, así que una noche forzaron la puerta de la casa de la feliz pareja y entraron. Quizá fue el destino o la mala suerte de la joven, pero ella fue la primera a la cual los aldeanos encontraron. Le proporcionaron fuertes golpes sin dudarlo, sin dejarla reaccionar a nada. Ella gritó hasta que su garganta dolió, finalmente otra "persona" había entrado a la casa, jadeando. Era el Ángel que al ver tal escena se quedó estupefacto, cuando pretendió actuar fuertes cadenas se desplazaron a su alrededor y presionaron con fuerza su piel, tenían hechizos. Intento liberarse, pero él no quería usar toda su fuerza y lastimar a estos humanos por los cuales había luchado en el pasado..."

"No lograba entender que había hecho mal."

"Justo en ese momento alguien arrastro a una pobre mujer que estaba cubierta de heridas y algunas sangraban profusamente, sus ojos se encontraron con los del ángel mientras una pequeña sonrisa se filtraba en la comisura de sus labios para después murmurar un: —Está bien..."

"—Está bien, sabíamos que esto pasaría".

"Ella tampoco lucharía, después de todo estaban en absoluta desventaja. Solo pudo sonreírle a su amado mientras ambos eran golpeados. Tenían la esperanza de que pronto todo pasaría, cuando eso ocurriera huirían juntos a pesar de estar maltrechos, se tomarían de la mano y emprenderían rumbo hacia un nuevo amanecer, pero..."

"Pero el destino siempre es cruel con aquellos corazones desinteresados y bondadosos".

Las letras color sangre hicieron que leyera una y otra vez ese fragmento, una lágrima cayó sobre el diario, era difícil no emocionarse al leer algo así y sentía una leve premonición que oprimía su pecho.

"De repente algo brillo en la mano de una persona, estaba muy cerca del Ángel. La mujer arrodillada en el suelo abrió ampliamente sus ojos y escupió la sangre de su boca mientras gritaba y se ponía de pie, dándole un cabezazo a quién la retenía ".

"La daga penetro en su pecho y la sangre escurrió por el piso cuando su cuerpo se desplomo de lado".

"Todo había quedado en silencio, todo se había salido de control".

"Finalmente el Ángel lloro".

"No era lo que esperaban, esperaban ver relucientes lágrimas doradas derramarse de sus ojos, en cambio todo el rostro del ser celestial estaba embarrado de negro. Sus lágrimas eran tan negras como el alquitrán".

"Lágrimas doradas de felicidad, lágrimas negras para la infelicidad..., la tristeza, el dolor".

"Los aldeanos claramente no sabían eso y ahora que habían logrado su cometido con un resultado totalmente inesperado, se sentían mal".

"Eran bestias en cuerpos humanos".

"¿De qué les servía este patético Ángel ahora?"

"Justo cuando estaban pensando en acabar con él y venderlo por partes, una risa enloquecida los sobresalto, el Ángel de inmediato desplegó sus alas, las cuales con un hechizo siempre mantenía guardadas, las cadenas no resistieron, se partieron en pedazos".

"Lo que ocurrió después fue un baño de sangre".

"Todos los mortales de ese lugar murieron en sus manos".

"Se había vuelto loco".

"Los cielos se enteraron rápido de esta noticia. ¿Cómo podían permitirlo?, decenas de Ángeles bajaron a la tierra y lo sometieron a un castigo divino: Cortaron sus alas y se las entregaron al Emperador como gesto de paz".

"Luego volvieron a los cielos dejando la vida del Ángel a manos del pueblo".

El relato estaba por llegar a su fin.

"Dicen que a pesar de este Ángel había matado a bastantes personas lo había hecho en defensa propia, no querían ser malagradecidos y matar a un muy buen benefactor que los había ayudado enormemente en el pasado, así que decidieron encerrarlo en las profundidades de una calabozo ubicada en una montaña. Hicieron los arreglos para su aprisionamiento, primero construyeron un camino hacia la montaña y el calabozo, para evitar inconvenientes al trasladar al prisionero".

"Y así sucedió, fue encerrado como un animal. Olvidado por el mundo..., por los mortales y seres celestiales".

"Se había quedado solo en medio de la oscuridad".

"Ya nadie se preocuparía por él, todo el calor de su vida fue reemplazado por unas frías rocas".

Alfred levanto la mirada cuando acabo de leer, procesando toda la información. Se limpió los ojos con la palma de la mano y no pudo sentir un toque de tristeza eh irritabilidad.

La humanidad sí que podía ser de lo peor.

Aunque sabía que claramente esta historia era falsa no pudo evitar simpatizar con el Ángel.

Dió vuelta la página que tenía en la mano, para cerciorarse de que la otra carilla estaba vacía, pero no fue así. En tinta más reciente estaba escrito:

"Quien se atreva a subir a la montaña y sumergirse en lo desconocido para encontrar al Ángel será recompensado con cuatro mil monedas de oro. Ya sea que la leyenda sea cierta o no, ¡mientras suba y traiga una prueba de que estuvo ahí a la posada Kerba recibirá el dinero!"

¿Qué carajos era eso?

No pudo evitar burlarse con cierta incredibilidad, ¿habían dejado este pedazo de diario por qué lo querían guiar a esa posada?, ¿qué estaba pasando?

Volvió a leer la recompensa.

Cuatro mil monedas de oro...

Hugo y él podrían vivir prácticamente dos años sin preocuparse de conseguir dinero con una recompensa así, era muy bueno para ser real.

Estaba sospechando mucho, ¿querían guiarlo a una boca de tráfico?

Que estupidez.

Y él se sentía aún más estúpido por casi creerlo.

Arrugo el diario para después lo tiro en una esquina de la habitación mientras se recostaba por completo en la cama y cerraba sus ojos. Sus pensamientos giraron en torno al tonto de su hermano, en verdad esperaba a que llegara bien a casa..., por otro lado también giraban en torno a la leyenda que acababa de leer. Por alguna razón se repetía una y otra vez en su cabeza.

Era muy molesto.

Finalmente, después de un tiempo se durmió y tuvo un sueño.

Capítulo 3: Advertencia.

Iba como un fantasma errante flotando sin rumbo por el extraño mundo de los sueños. Estaba en un camino oscuro, de la nada a sus costados se desplegaron rectángulos del tamaño de puertas mostrándole diferentes escenas de su vida, algunas de estas puertas mostraban imágenes de un profundo color gris, dejando a la vista que esos recuerdos estaban olvidados.

Había muchas puertas así.

Pasó al lado de una y se detuvo a ver, en esa puerta estaba Hugo y él, riendo y comiendo un helado, recordaba ese día. Fue hace muchos años, cuando su hermano había conseguido su primer trabajo y festejo junto con él invitándole un helado. Estaban muy tranquilos disfrutando y mirando el cielo.

En esos tiempos su vida era muy tranquila, aún no habían iniciado en su trabajo —no remunerado— de ahora como buscadores de leyendas. Todo era relativamente mejor.

Extendió su mano, queriendo entrar y volver a esos tiempos, pero una fuerza extraña lo arrastro hacia adelante y lo tiro directamente dentro de una de esas puertas, no tuvo tiempo a reaccionar antes de verse en vuelto en un ambiente extremadamente violento.

¿Qué estaba pasando?

Lo descubrió enseguida cuando lo hicieron caer de rodillas, no sintió dolor, pero su corazón se encogió cuando levanto la mirada y se encontró con unos intensos ojos de color verde.

Eran tan verdes como la esmeralda.

Un escalofrío le erizó los bellos y un sudor frío recorrió de inmediato su espalda, abrió la boca para hablar, pero el sonido de su voz se perdió entre tantos gritos, sus ojos se movieron de manera frenética por la habitación, antes de nuevamente encontrarse con esa persona, su mente quedo en blanco al ver las enormes cadenas que lo estaban atando.

¿Por qué esto le parecía familiar...? ¿¡No era una escena de la leyenda que acaba de leer!?

Quiso ponerse de pie, protestar, pero su cuerpo no lo obedeció, de hecho, ya no parecía su cuerpo, sino el de alguien más.

Sabía lo que sucedería a continuación, ya lo había leído y a pesar de todo su corazón latía muy rápido. El Ángel encadenado lo miraba ahora con tanta desesperación, casi podía escuchar los latidos frenéticos de su corazón, los cuales parecían fundirse con los suyos.

A pesar de la desesperante situación un sentimiento cálido lo envolvió y sus ojos enrojecieron.

El hombre encadenado que lo miraba con atención tenía miedo, él también tenía miedo, pero era una sensación extraña: No era miedo porque algo pudiera pasarle a él, sino miedo por lo que le podría sucederle al otro.

Sentía una profunda preocupación.

Algo brillo, sabía lo que era, una daga. Se puso de pie y le dio un cabezazo a la persona que lo retenía, esta se hizo hacia atrás con un gemido de dolor mientras él avanzaba.

Sangre.

No tuvo tiempo ni de sentir el penetrante dolor en su abdomen antes de caer.

Después todo fue confuso, sombras vagas moviéndose de un lado a otro, el olor a cobre de la sangre que se intensificaba más y más, y después...unos brazos que lo envolvieron con fuerza mientras murmuraba:

—No me busques.

¿Qué no lo busque?, ¿a qué se refería?

Quería abrir sus ojos y preguntarle, pero él era consciente de que en ese sueño no tenía el control. Unos segundos después sintió que todo su cuerpo se volvía pesado y finalmente se desplomaba del todo a la inconsciencia, pero antes de eso sintió una corriente cálida desplazándose por su cuerpo.

Durmió más profundamente.

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Al despertar descubrió su frente bañada en sudor y no pudo evitar girar su rostro para ver el papel arrugado en un rincón de la habitación.

¿Qué sueño fue ese?, verdaderamente había sido una pesadilla. Gracias a los cielos ya se había terminado.

Se incorporó en la cama y apoyo sus pies descalzos en el suelo, la sensación de frialdad subió a través de su columna vertebrar y disipo un poco el shock que estaba sintiendo en ese momento solo para ser reemplazado por un dolor de cabeza.

— ¿Alfred?— Hugo se asomó a través de la cortina con una taza humeante.

— ¿Cuándo llegaste?— Pregunto con el ceño apenas fruncido al ver dos grandes círculos negros bajo los ojos del contrarió, los cuales estaban ligeramente rojos. —Debes dormir más.

—En la madrugada llegue a casa. Tú... ¿estás bien?— Al notar que su hermano lo miraba con un gran signo interrogativo en su cara, continúo—. Ayer en la noche no dejabas de temblar—. Rápidamente el pequeño deje de preocupación que había dejado filtrarse en su voz fue reemplazado por un tono de burla. — ¿La princesita estaba teniendo una pesadilla?

Realmente era un dolor de cabeza.

—Piérdete, necesito un café.

—Luego tengo algo que discutir contigo—. Dudo un momento al decirlo y antes de que Alfred volviera a hablar salió disparado de la habitación.

— ¿Y ahora?—. Masaje sus sienes, en este momento no estaba de humor para las estupideces que su hermano vivía haciendo, se preguntaba si algún día este se haría cargo de las consecuencias. La respuesta por el momento era un gran NO.

Se puso de pie y recogió la "carta" del suelo, sin siquiera desdoblar la bola que había hecho la guardo dentro de un cajón, no tenía ni la más mínima energía para volver a leer esa leyenda, con la pesadilla ya había sido más que suficiente.

Inconscientemente se llevó una mano a sus labios, el lugar en dónde había sentido que se iniciaba la corriente cálida en su sueño y suspiro.

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Unos minutos después ya se encontraba duchado y vestido adecuadamente con la ropa más holgada que había encontrado en su armario. Realmente se sentía más cómodo y en paz mientras bebía su café eh indagaba en su escasa memoria. Algo que le había llamado más la atención en ese extraño sueño fueron las puertas, algunas simplemente estaban grises, como con un espeso humo. ¿Por qué no lograba darle un recuerdo a cada una de ellas?

Aunque no se sorprendía, después de todo su memoria había ido en decadencia con los años, pero aun así le dejaba un sentimiento extraño.

Sentía que había olvidado cosas verdaderamente importantes...

Si solo pudiera recordarlas.

Comenzaba a frustrarse un poco, pero tras unos momentos suspiro y dio un gran sorbo al café que ya estaba tibio.

Si no podía recordar, que así fuera. Quizá después de todo no era nada digno o bonito de acordarse.

Estaba bien.

—Hermano—. Levanto una ceja inquisitivamente, Hugo solo lo llamaba así cuando se había mandado alguna macana, a excepción de ayer. (1)

— ¿Qué hiciste?

Hugo soltó un resoplido estridente.

— ¿Acaso ya no puedo llamar a mi hermano, hermano?, ¿desde cuándo eso a merita que hice...algo?— Tartamudeo lo último al notar como los ojos de su hermano brillaban con total incredulidad ante sus palabras. —Bueno, bueno. Me atrapaste, metí la pata en grande...

— ¿Qué hiciste?—. Repitió, odiaba que Hugo diera vueltas al asunto una y otra vez.

—Sera mejor que te sientes.

Alfred sintió como el dolor de cabeza volvía a apoderarse de él y se sentó antes de cometer algún acto de violencia contra su hermano: Como tirarle la taza que tenía en la mano por la cabeza. Para evitar esto dejo la taza amarilla sobre la mesa y miro fijamente al otro hombre.

Hugo claramente se inquietó por esta mirada, un par de ojos café y ojos miel se miraron por un largo tiempo, hasta que el culpable de sus acciones murmuro un "no me mates y no te vayas a enojar" antes de comenzar a hablar, Alfred solo pudo escucharlo en silencio.

Él ya estaba enojado.

—Ayer bebí de más, en verdad. Me pase, hice apuestas muy, muy grandes y las perdí a todas. Las personas que estaban conmigo me tendieron una mala jugada, aliándose para dejarme en la banca rota—. Alfred puso los ojos en blanco, lo cuál no paso por desapercibido por el hablante. — Ey, en verdad lo siento.

— ¿Cuánto debes?—El rostro de Hugo enrojeció, él no quería decirlo. —Habla ya.

—Mil quinientas monedas de oro.

Silencio.

Mucho silencio.

Alfred inmediatamente se deprimió, ¿de dónde sacarían tanto dinero?

— ¿Es en serio?

—Es en serio, lo siento.

¿De que servían las disculpas ahora?, sentía que su cabeza se partiría en dos mientras trataba de manejar su mal genio, estaba usando todo su autocontrol para no regañar hasta por los codos a su hermano.

—Eso no es solo una metida de pata, ¡has entrado de lleno a un frasco! (2)

Hugo bajo la mirada, aún más avergonzado, sabía que su hermano estaba verdaderamente enfadado. Y razones tenía.

Alf tomo la taza de café que había apoyado en la mesa, su hermano podía jurar que quería tirársela, pero al contrario de sus expectativas, Alfred se bebió todo el café, que ya estaba frío, de un sorbo. Su rostro estaba alternando entre el blanco y amarillo, finalmente respiro hondo mientras se hundía un poco en su asiento.

Fue su culpa.

Si él no hubiera descuidado a su hermano nada de esto hubiera ocurrido, ¿qué clase de hermano era dejando a Hugo solo en una taberna?, de repente ya no podía enojarse más con Hugo, pero si consigo mismo.

—Bien, lo resolveremos.

— ¿Tienes un plan?

—Trabajar y reunir el dinero.

Hugo sabía que era algo muy difícil de lograr, pero al ver la determinación en la cara de Alfred supo que no valdría de nada discutir con él.

—Bien...

—Antes de eso, necesito otro café—. Dicho esto se puso de pie, taza en mano. Y fue directo a prepararse otro.

Los siguientes días fueron muy ajetreados para los hermanos, ninguno de los dos tenía un trabajo fijo o estable, pero se las arreglaban ofreciendo su mano de obra en diversas áreas, como cortando el pasto—Alfred no le cobraba a las personas mayores por esto—, limpiando, cuidando a algún animal, etc.

Entre los dos era Alfred el cuál trabajaba más, incluso por las noches iba a cuidar viejas casas, casi ni dormía.

Quería saldar la deuda de Hugo lo antes posible, aunque sabía que su hermano había hecho mal, él no podía ignorar la responsabilidad que sentía ante lo que había sucedido, pero tras un mes entero trabajando día y noche solo había conseguido trescientas monedas de plata, y Hugo solo había recaudado unas ciento y poco.

Esto no estaba funcionando, les tomaría tres vidas llegar a pagar la deuda.

— ¿Qué vamos a hacer?, aún tenemos que pagar los gastos comunes.

Alfred sintió un leve tic nervioso en su ojo mientras se bebía el sexto café del día, su pierna se movía de arriba abajo con inquietud, causando un leve sonido de repiqueteo cuando la suela de su zapato impactaba contra el suelo.

—Descansa—. Le hablo a Hugo, el cuál se veía algo demacrado. Alf internamente sintió que se merecía verse así, pero tras pensarlo unos segundos no quería ver mal a su hermano. — Lo resolveré.

Siempre podía resolver todo, por lo tanto Hugo se fue tranquilo a dormir, era una lástima que no notara el estado de su hermano...o quizá lo había notado y no había dicho nada al respecto.

Alfred se recostó en la mesa, cansado. Tenía ojeras profundas y oscuras, la tez más pálida de lo normal. Si alguien externo a su entorno lo viera pensaría que acabo de recibir el resultado de alguna enfermedad terminal.

Sentía que solo tenía una alternativa, pero no quería tomarla. Nada le cercioraba que lo que estaba escrito en esa "carta" fuera real, pero si lo fuera..., seria grandioso. Solucionaría parte de sus problemas.

¿Perdía algo al intentarlo?, no. Por supuesto que no.

Porque además de Hugo, ya no tenía más que perder.

Pero sin dudas todo despertaba un leve sentimiento de sospecha en él.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Notas:

1. Macana: Es como mandarse algo malo, en otras palabras mandarse una cagada.

2. Has entrado de lleno a un frasco: Hace alusión a que se encerró solo en una situación complicada.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Mini escenario:

Alfred: (+Buscando en algún libro como hacer que su hermano no gaste dinero imprudentemente.+)

Enzo: Puedo darte un préstamo bancario, ¿cuánto necesitas?

Alfred: Mil quinientas monedas de oro.

Enzo: Oh... (No manejan la misma moneda.)

Enzo es el personaje de mi otro libro: "Su aroma a Sándalo".

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