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Catalina : El Infierno Vive En Mí

Capítulo I Despertar en la oscuridad

Punto de vista de Catalina

Voy camino a mi casa después de un largo día de trabajo, a mis veinte años me ha tocado trabajar duro para ayudar a mi familia.

Caminaba por las oscuras calles de mi barrio, en este lugar todos me conocían y por eso nadie se metía conmigo, hasta los mala conducta del barrio me respetaban. Al cruzar la esquina que daba a mi casa, vi a los vecinos alrededor de mi vivienda, las sirenas de los autos de policía anunciaban la tragedia. Mi corazón empezó a latir con fuerzas, a mi alrededor todo se volvía negro al presentir lo peor, corrí hasta llegar a la barrera que separaba a los curiosos de la entrada principal.

"¿Qué está sucediendo, donde están mis padres?", pregunté con un nudo en la garganta.

Oriana una de mis vecinas se acercó con cara de horror, no espere a que me dijera nada, salí corriendo burlando la seguridad, al entrar a mi casa la escena fue horrible, mis padres estaban en la sala, amarrados a una silla. Los habían torturado hasta la muerte, un policía se acercó a mí. "Señorita, no puede estar aquí", me dijo molesto.

"Esta es mi casa y ellos son mis padres", las lágrimas empezaron a salir sin control, la oscuridad me estaba abrazando el dolor se había instalado en mi corazón.

Entonces recordé a mi hermana, no la veía por ningún lado "¿Dónde está Annia, donde está mi hermana?", pregunté con desesperación.

"Lo siento mucho, tu hermana se encuentra en la habitación de arriba... Ella está sin vida", sus palabras terminaron de acabar con mi mundo, todo empezó a ponerse negro a mi alrededor, hasta que perdí el conocimiento.

Horas antes.

"Catalina, hija el desayuno está listo", grito mi mamá.

"Ya estoy lista, mami. Creo que llegaré tarde al trabajo de nuevo", me sente al comedor y devore mi desayuno.

"Come despacio querida, puedes afectar tu estómago comiendo así", en eso vi que Annia salía de su habitación, llevaba un hermoso vestido azul, ella era menor que por un año. Trabajaba de sol a sol para que ella pudiera tener una buena educación, mi hermanita estaba yendo a la universidad y eso me satisfacía.

"¡Guao!, que hermosa te ves, pareces una princesa", dije con una sonrisa.

"Gracias Cata, lamento no poder decir lo mismo de ti, mírate estás hecha un desastre", sus palabras siempre me herían, ella parecía no apreciar todo lo que yo hacía por esta familia.

"Deja de decir esas cosas, Catalina se ve hermosa", intervino mi mamá levantándome la autoestima.

Alfredo mi padre llegó golpeando fuertemente la puerta, él era todo un personaje; sin embargo, era mi padre y yo lo quería mucho. "Sírveme el desayuno, y tu Catalina deja de perder el tiempo y vete al trabajo".

Sin decir una palabra más, me puse de pie y me despedí de mi mamá, la abracé fuertemente y le dije lo mucho que la amaba, ella me devolvió el abrazo y beso mi frente. Así salí de mi casa y me fui a mi primer trabajo, pues tenía dos trabajos en el día y uno en la noche.

Fin del recuerdo.

Desperté en una habitación que nunca antes había vía visto, estaba algo aturdida pensaba que lo ocurrido con mi familia había sido una pesadilla, pero rápidamente salí de mi trance y entendí que todo era verdad. Mis lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas sin control y el dolor que sentía en el pecho me estaba asfixiando, las imágenes de mis padres atados a esas sillas y el contraste de las imágenes de ellos en la mañana. El trance me hizo olvidar que estaba en un lugar desconocido.

De repente la puerta de la habitación se abrió y la figura de un hombre apareció de pronto. Era un hombre algo mayor, vestido con un traje elegante. Me llené de terror apenas lo vi.

"Veo que ya despertaste muchacha", comentó el sujeto con ojos agudos y mirada desafiante.

"¿Quién es usted y qué hago yo aquí?", pregunté con nerviosismo.

"Cada pregunta tendrá su respuesta, pero por ahora pediré que te traigan algo de comer y ropa limpia, no te puedes presentar en esas fachas ante en señor", El sujeto no dijo nada más, solo dio media vuelta y se marchó.

Revisé mi cuerpo en busca de algún signo de maltrato o de abuso, pero al parecer todo estaba en su lugar, no me sentía diferente. Me levanté de la gran cama y en el acto tuve un mareo. Estaba muy débil y caí al piso. No sabía cuanto tiempo llevaba en aquel sitio.

Nuevamente, la puerta se abrió y entró una joven de más o menos mi edad, traía consigo una bandeja con alimentos. "¿Señorita, que le paso?", dejo la bandeja en una mesa y corrió hasta donde estaba yo.

"¿Dónde estoy?", pregunté con la poca fuerza que tenía.

"Está a salvo, ahora venga la ayudo a levantarse", dijo la muchacha ayudándome a volver a la cama.

Me quede sentada en esta, apoyando mi espalda a la cabecera, la joven acercó los alimentos y lentamente me ayudo a ingerirlo. Con cada bocado que daba sentía que iba recobrando fuerzas.

"Trate de descansar, llevaré esto a la cocina y volveré con su ropa", ella salió de la habitación sin decir nada más, ni siquiera supe como se llamaba, me quede sentada observando a mi alrededor, a simple vista se podía notar que esta no era una casa sencilla, que las personas que vivían aquí tenían mucho poder.

Después de un par de minutos, la puerta volvió a abrirse entrando nuevamente la misma joven de hace rato. "Aquí tiene ropa limpia, en el baño encontrará lo que necesite para su aseo", tras decir esas palabras salió de la habitación, ya no era tan amable como hace rato, cosa que me pareció muy extraña.

Entre al baño, este era muy lujoso, ni en los mejores hoteles en los que trabaje vi un diseño tan exquisito. Al abrir la llave del grifo y sumergirme en la cálida regadera, no pude contener más mis lágrimas, mismas que se camuflaban con el agua. En mi mente estaban las imágenes de mis padres, extrañaba tanto a mi amada madre, además de la incertidumbre de saber quien me había traído a esta casa.

Capítulo II La propuesta

Salgo del baño envuelta en una toalla, veo la ropa que acababan de traer tendida con cuidado en la cama, ni en mis mejores sueños vi algo tan bonito. Sabía que mientras estuve en la ducha alguien entró y escogió la ropa que usaría, era un vestido azul hermoso, además para mi tono de piel era el indicado.

Procedí a vestirme, mis emociones estaban a flor de piel, el dolor por la perdida de mi familia y el miedo que estaba sintiendo me consumían.

Después de vestirme, busque algo para secar mi cabello, este era ondulado y largo, lo llevaba hasta la cintura, al verme en el gran espejo que tenía frente a mí: mis ojos color miel estaban apagados y sin el brillo que siempre me había caracterizado, en mi rostro se reflejaba el dolor y el miedo, mis labios estaban pálidos... no era yo, esta mujer frente a mí estaba muy lejos de ser quien había sido en el pasado.

Recordé aquella terrible escena y sin saberlo cada vez que volvían a mí esas imágenes mi corazón se endurecía. "Señorita, el señor la espera", la voz de la joven que me había visitado temprano me saco de mis pensamientos.

"¿Quién es ese hombre que me trajo a este lugar sin mi autorización?", las palabras salían de mi boca sin permiso.

"Ya lo sabrá, ahora sígame", fui detrás de esa mujer, quería saber que hacía yo en aquel lugar.

Al salir de la habitación me encontré con un lugar asombroso, esto era un palacio, caminamos por un enorme pasillo que deslumbraba con las pinturas colgadas en la pared, seguimos el camino hasta llegar a una escalera de cristal, el contraste entre el pasillo por el cual cruzamos a este era increíble, mientras que la parte superior parecía de un lugar antiguo, una vez que llegas a este punto el modernismo te abraza. Baje las escaleras detrás de la joven que me había atendido desde que desperté, aún no sabía su nombre, pero en este momento me daba igual.

Llegamos frente a una gran puerta, después de cruzar la moderna sala, este lugar era el sueño de cualquier mujer. "Ya la anuncio", comentó la mujer llamando mi atención hacia ella.

No lo voy a negar, estaba muerta de miedo; sin embargo, no lo iba a demostrar. No entendía de donde estaba sacando esas fuerzas, somo sabía que no podía demostrar temor.

"Puede pasar", dijo la joven al salir nuevamente de la oficina.

Entre sin titubear, quería saber de qué se trataba todo esto, quéría terminar con todo e ir a despedirme de mi familia.

"Catalina Miranda, eres mucho más hermosa en persona que por fotos", las palabras del hombre que estaba sentado detrás de un gran escritorio me recibieron.

Lo miré extrañada, nunca antes había visto a este sujeto, pero al parecer el sí me conocía a mí.

"Por favor acércate, y toma asiento", me quede paralizada en mi sitio. No podía negar que era un hombre muy guapo, su mirada era profunda, enigmática y atrapante, parecía que te dejaba hipnotizada, pero al mismo tiempo sabías que era un hombre muy peligroso.

"No repito ordenes", dijo con voz fuerte y determinada.

Sin más remedio caminé hasta donde se encontraba ese sujeto y me senté en la silla frente a él. "¿Quién es usted y qué desea de mí?", no supe de donde saque el valor para formular aquella pregunta.

"¿Quién soy?, solo confórmate en saber que soy quien te ayudara a vengar a tu familia y ¿qué quiero de ti?, pues lo único que me puedes dar...", no era ninguna estúpida y sabía muy bien a que se refería este hombre.

"¿Qué gana con todo esto?, porque estoy segura de que las mujeres le llueven". Respondí mirándolo a los ojos.

"Así es, tengo muchas mujeres a mi alrededor, pero desde que te vi me gustaste y te deseo", respondió sin titubeos.

"¿Sabe quien le hizo eso a mi familia?", pregunté con un nudo en la garganta.

"La verdad es que no lo sé, pero te aseguro que lo averiguaré y pondré en tus manos sus cabezas", dijo con firmeza.

"¿Por qué creer en usted?, no lo conozco y no parece alguien de fiar", respondí mirándolo fijamente a los ojos, no iba a negar que estaba asustada y que por dentro moría de ganas de salir corriendo, pero la propuesta era tentadora, alguien era culpable de la muerte de mi familia y debían pagar.

"Tampoco creo que quieras conocerme, ti solo acepta mi propuesta y te prepararé para que regreses por tu venganza, mira el lado positivo, solo te entregaras a mí un par de veces, ni que fuera algo que nunca hubieras hecho antes", trate de contenerme, no quería que se diera cuenta de que en realidad nunca había estado con ningún hombre, siempre me había guardado para estar con el amor de mi vida, aunque no lo había conocido aun.

"Cuando es por amor, ese acto no es una tortura, pero cuando es a la fuerza las cosas son diferentes", estaba molesta, sentía mucha impotencia, era como si me estuviera vendiendo y para eso no me educo mi madre.

"Eres demasiado inocente cariño. Yo no sé que es el amor, ni me interesa saberlo, ahora te daré un par de días para que lo pienses, mientras puedes quedarte aquí y disfrutar de mi casa", tras decir eso, me pidió que saliera del estudio, ni siquiera me dijo su nombre y así pensaba que me apostaría con él, no tengo nada que pensar; buscaré a mi manera la forma de vengar a mi familia. No necesito a este sujeto.

Salí del estudio y de aquella casa, ni loca me entregaría a un tipo tan frío y déspota. Hablar de sexo como si eso se tomara a la ligera.

Iba caminando por las calles de vuelta al barrio en el que creci, la tristeza me inundaba a medida que me acercaba a mi casa, las lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Estaba distraída y no me di cuenta que me estaban siguiendo, cuando estaba cerca de la casa de mis padres sentí como una mano tapaba mi boca, no pude ver a los sujetos que me estaban llevando, estaba aterrada e indefensa, no yenia las fuerzas para salir de esta situación.

Capítulo III El peligro acecha

Punto de vista de Gabriel

Soy Gabriel Lombardo, tengo 30 años, exitoso, millonario dueño de una de las empresas más importantes del país, pero eso es solo una fachada, pues el verdadero negocio familiar es otro.

Mi padre Federico Lombardo es el jefe de la mafia Costa Negra y yo soy su mano derecha, hemos luchado mucho por el estatus con el cual contamos.

Hace aproximadamente dos meses llegué a uno de los hoteles de la familia, estaba ahí por cuestiones de negocios. Siempre estuve acostumbrado a que las mujeres me persiguieron, era algo normal para mí, ese día tenía una cita después de la reunión con algunos inversionistas con una hermosa rubia deslumbrante.

Al terminar la reunión me dirigía a una de las habitaciones VIP del hotel, al llegar pedí servicio al cuarto, mientras esperaba empece a leer algunos de los mensajes en mi teléfono, la mayoría de mi padre, estaba molesto, ya que lo deje embarcado, teníamos que hablar sobre él otro negocio familiar, pero yo quería distraerme un rato. Escuche que llamaban a la puerta, en este lugar no tenía necesidad de tanta seguridad, pues mientras yo permaneciera en el hotel la seguridad se duplicaría.

"Adelante",dije despreocupado.

Al abrirse la puerta vi entrar a una hermosa joven de cabellos ondulados recogido en una cola desordenada. "Buenas noches, señor. Aquí le dejo su pedido", su voz era como una invitación a tomarla en ese preciso momento; sin embargo, ella me miró con indiferencia para luego salir de la habitación, era la primera mujer que no se lanzaba encima de mí. La muchacha llamo mi atención, así que envie a investigar todo de ella, habia puesto la mirada en ella y no descansaría hasta hacerla mía, luego bueno cada quien su camino.

Así fueron pasando los días y mi obsesión por ella iba en aumento. Conocía cada uno de sus pasos: donde vivía, donde trabajaba, quienes eran sus amigos. Ya tenía planeado la manera en la que me encontraría con ella, tenía que ser algo impactante que dejara una huella en ella y que nunca se olvidara de mí.

El día y la hora habían sido escogidos, pero en un abrir y cerrar de ojos todo cambio, como siempre mi gente la seguía de vuelta a su casa, al llegar a su destino se pusieron en contacto conmigo, lo que había ocurrido era algo terrible la familia de la chica había sido torturada hasta la muerte, pedí que no la dejara sola ni un momento, mientras tanto yo me preparaba para ir hasta ese barrio de mala muerte.

"¿Dónde está ella?", pregunté a penas llegue al lugar.

"Está dentro de la casa, nadie pudo detenerla", respondió Natanael uno de los hombres que seguía y Catalina y mi mano derecha.

Estaba por responder cuando veo salir de la casa a un hombre con ella en brazos, la subieron a una ambulancia. "Síganlos", ordene con voz fría.

En el camino la ambulancia fue detenida por un auto negro, nunca antes había visto a los hombres que de este bajaron, fueron directamente a la parte trasera, al parecer su objetivo era el mismo que el mío y no lo iba a permitir.

Así que nos enfrentamos a esos rufianes, no pudimos ver quienes eran, ya que llevaban pasamontañas, los hicimos huir como los cobardes que eran, fui hasta la parte trasera de la ambulancia saqueue en brazos a Catalina, era extraño que no hubiera despertado aun, algo no andaba bien.

La llevé hasta mi fortaleza, un lugar donde estaríamos seguros, al llegar la hice revisar por un doctor, y en efecto ella había sido sedada, ¿quién querría lastimar a tan inocente joven?, con muchas otras preguntas en mi cabeza le pedí a Esmeralda una muchacha empleada de mi casa quien tendría aproximadamente la misma edad de Catalina que estuviera pendiente. También le pedí a Carlos que la mantuviera vigilada y que cuando despertará me avisara, él seria quien resguardara la puerta de la habitación de Catalina.

Estuvo inconsciente por varias horas hasta que finalmente me informaron que ella había despertado, Esmeralda se encargó de ayudarla, pero cometió el error de querer entablar amistad con mi huésped, eso era una falta de respeto hacia nosotros, ya que ella no era más que una simple empleada en mi casa y Catalina era mi futura mujer, nadie podía osar querer ponerse a su nivel.

Después de ser reprendido, la envié nuevamente a la habitación de Catalina, pedí que le llevaran alimentos y ropa limpia, ansiaba poder hablar con ella y que se sometiera a mi voluntad, imaginaba su cuerpo entre mis brazos y finalmente poseer ese delicado cuerpo que ella tenía.

Espere impactante por un largo tiempo hasta que Esmeralda entro a mi estudio. "La señorita esta lista", dijo con timidez. A decir verdad siempre me gusto que las mujeres fueran sumisas e hicieran lo que yo pedía.

"Dile que pase", respondí con frialdad.

Esmeralda salió de mi estudio y segundos después entro Catalina, ella no mostró miedo hacia mí en ningún momento, su mirada era retadora, con una intensidad que demostraba su valor.

"Pasa y toma asiento", le dije con determinación.

Ella se quedó mirándome fijamente, daría toda mi fortuna por saber que estaba pensando; si embargo, estaba acostumbrado a que me obedecieran sin dudar.

"No repito órdenes", dije con frialdad. Que se creía esa mocosa insolente, debía enseñarle a obedecer mis órdenes sin chistar.

Vi que caminaba hacia mí mirándome de manera retadora, me estaba haciendo perder la paciencia. Sin darle mucho rodeo a la situación le hice una propuesta, era muy tentadora, ella tendría todo lo que quisiera, hasta vengarse de las personas que le quitaron la vida a su familia a cambio de que fuera mi mujer, lo que nunca imagine fuera que me rechazara, fue un golpe a mi ego y no conforme con rechazarme también se fue de ni casa.

Estaba furioso por su osadía, pero tampoco podía dejarla desprotegida, así que envíe algunos hombres a cuidar de ella.

Era tarde en la noche cuando me informaron que estaba yendo hasta su casa, sabia que estaba corriendo peligro así que fui hasta ese lugar tan peligroso y espere a que llegara, pero a unas calles de su casa fue emboscada por unos sujetos, gracias al cielo mis hombres fueron mucho más ágiles y lograron rescatarla a tiempo.

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