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El Heredero

Nuevo comienzo

Capítulo 1

Paso un año después de la muerte de Said, Matías cumplía seis años. Todos los días iba a la cripta familiar a visitar a su padre. Pasaba a veces horas ahí conversando con él sobre su día a día. Cecilia sabia que no era sano su comportamiento.

Un día Cecilia anunció que se casaría con el dueño de la hacienda vecina, su nombre Alejandro Barbosa. A Matias le agradaba Alejandro, sin duda el cariño que le tenía era genuino.

—felicidades cuñada, deseo que tengas un matrimonio feliz. Vanessa y yo decidimos irnos a vivir a la hacienda del Carmen.—le anunciaba Elías

—¿por qué? Esta es su casa.—preguntaba Cecilia con cierta nostalgia

—Es mejor que tengas tu espacio, para que formes una familia.—respondió Elías

Después de la boda, Alejandro se mudó a la Gavia con su nueva familia, ayudó a su esposa a hacer crecer la gavia en la ganadería. Era un excelente esposo y un padre para Matías. Al año nació su hijo Alejandro, Matías estaba feliz con su nuevo hermano. Celebraron un enorme bautizo dentro de la gavia invitando a familiares, amigos y conocidos.

—Gracias por haber venido al bautizo de nuestro hijo Alejandro, ahora si a festejar.—agradecía Alejandro

Cecilia se veía feliz y radiante, Matías no se quedaba atrás. Margarita y Alfonsina estaban felices. Hasta que un día comenzaron los problemas, Alejandro quería registrar a Matías con su apellido.

—No, eso no está a discusión.—respondió Cecilia

—Es mi hijo también debería llevar mi apellido.—decía enojado Alejandro

—Solo un Sámano puede heredar la gavia, él es el heredero.—respondió

—Me estás diciendo que nuestro Alejandro no va heredar nada. Es absurdo quiero a Matías como si fuera mi hijo.—decía Alejandro

—No lo entenderías, agradezco que tengas cariño por mi hijo. Pero si no acepte el apellido de su verdadero padre, tampoco el tuyo.—respondió Cecilia

Alejandro se sentía desplazado, además se sentía como un empleado más de su esposa. Eso realmente le enojaba, pero la amaba por eso cedía siempre.

Un día sin esperarlo llamaron para avisarle a Cecilia que su hermana mayor Rebeca y su cuñado habían tenido un accidente. Ambos perecieron al instante, solo su pequeña hija Mariana se había salvado. Cecilia sufrió bastante con la muerte de su hermana, así que la custodia de su sobrina se la entregaron a ella.

Matías, Mariana y el pequeño Alejandro se hicieron muy unidos. Pero Cecilia se volvía más fría y distante. Amaba a sus hijos, a su esposo y ahora a su sobrina que veía en ella a su amada hermana.

Un día decidió comprar todas las hectáreas de su vecino Rosendo que alguna vez perteneció a la gavia, su padre las vendió antes de desaparecer para siempre. Sin embargo Heriberto Rivera le había ganado la compra. Eran sus vecinos más cercanos, en teoría. Lo había comprado porque acababa de nacer su hija, así que necesitaba ampliar su producción y tener una casa más grande, además la empacadora de los Sámano había hecho trato con ellos.

—Aquí estás hermosa princesa.—saludaba Alejandro

—Si, necesitas algo.—respondió Cecilia

—estás de mal humor hoy.—dijo Alejandro

—Me ganaron la compra de las huertas que pertenecían a la gavia y que don Rosendo compró, al parecer Heriberto Rivera fue el que más adquirió. Pero en fin tal parece tiene contratos con la empacadora de nosotros. Así que lo invitaré a la casa, para conocerlo.—respondía Cecilia

—Estoy de acuerdo contigo querida.—respondió Alejandro

Días después Heriberto en compañía de su esposa Romina, se hicieron presentes para la comida. También los acompañaba la hermana de Romina, Natalia quien cuidaba a su sobrina Paulina todo el tiempo.

Romina estaba fascinada con la Gavia, a diferencia de la casa que construía su esposo parecería una choza. Pero quedó hechizada por Alejandro, era muy guapo. Además de millonario, durante toda la comida le coqueteó. Era inevitable para él ignorarla porque era una mujer atractiva y seductora.

Sin darse cuenta y al pasar de los días, Romina se cruzaba en el camino de Alejandro como si fuera solo coincidencias. No desaprovechaba la oportunidad para seducirlo. Pero él no pudo resistirse más, comenzaron un romance. Teniendo sus encuentros en la hacienda de Alejandro llamada Ojo de Agua. Estaba lleno de pasión por ella, Romina quería persuadirlo de dejar a su esposa para que ellos pudieran estar juntos. Heriberto comenzaba a sospechar de Romina y de un posible romance clandestino.

Origen de los problemas

Capítulo 2

Romina y Alejandro derrochaban sin freno toda su pasión, no había testigos de lo que estaban viviendo. Además Alejandro sentía con ella amor y comprensión, Romina era entregada y lo hacía sentir importante, sobre todo que ella lo necesitaba.

Pero Heriberto había recibido rumores sobre Alejandro y su esposa, llegó más temprano a su casa. Algo que no era normal en el, su cuñada Natalia como siempre cuidaba a su hija Paulina.

—Buenas tardes Natalia, ¿dónde está Romina?—preguntó él mientras sujetaba la pequeña mano de su bebé.

—La verdad no sé, pero no tengas pendiente. Todo está bajo control, pediré que sirvan la comida.—respondió

—Si por favor, Natalia gracias por cuidar de nosotros. No sé qué haríamos sin ti.—le decía Heriberto

—No tienes que agradecer ustedes son mi familia.—respondió mientras le entregaba a la pequeña Paulina

—De verdad, no sé qué haríamos sin ti.—expresó Heriberto

Natalia también sospechaba de su hermana, pero no podía también alimentar los rumores sobre ella. Estaban comiendo cuando llegó Romina.

—Heriberto no pensé que estarías aquí.—decía Romina

—Mejor explícame ¿dónde estabas?—preguntó enojado

—Me aburro bastante aquí, así que solo salí a caminar.—respondió mientras encendía un cigarro

—Basta, no te creo nada. Nunca has hecho el intento de hacer una amiga.—reclamaba Heriberto

—Desde que nos casamos y vine contigo a este lugar. Siempre he sido como la apestada, todos en el pueblo creen que no soy suficiente para Heriberto Rivera.—decía

—No seas absurda, o no será que en verdad los rumores sobre ti sean verdad.—reclamaba

—Ahora resulta que hay rumores sobre mí. Bien cree lo que quieras, no me importa. Estoy harta de tus celos absurdos, así que tomaré a mi hija y a mi hermana nos iremos de aquí.—gritó Romina de inmediato fue a encerrarse a su habitación

Natalia solo sentía lástima de Heriberto, ella sabía que era un buen hombre. Además que estaba dispuesto a luchar para darle la vida que quería su esposa.

Mientras tanto Alejandro volvía a La Gavia, Margarita observaba al esposo de su sobrina, se veía feliz y los reclamos hacia Cecilia habían cesado.

—Señor bienvenido, ¿le sirvo de comer?—pregunto Rocio la nueva ama de llaves.

—Si por favor muero de hambre.—respondió

—Buenas tardes Alejandro, te estaba buscando Alfonso para ver contigo algunos detalles del ganado que acaban de traer pero no te encontramos por ningún lado.—lo cuestionaba Margarita

—Estaba en mi hacienda, no es fácil estar al pendiente de dos y menos de algo tan grande como la gavia.—respondía Alejandro de una manera hostil

—Tranquilo no es para que te molestes, llamó Cecilia. Que regresa en dos días más, y que le agradaría que la alcanzaras en la capital para su tercer aniversario.—le decía

—Como usted lo dijo, tengo mucho que hacer aquí en la gavia. Le llamaré a mi esposa, gracias. Y si me permite ya se me quitó el hambre, le recuerdo que soy el esposo de su sobrina, no su empleado.—aclaraba Alejandro

Margarita sabía que algo estaba ocultando, sospechaba que tenía una amante. Pero siempre la verdad sale a la luz, no sería ella quien inquietara a su amada sobrina con sus suposiciones.

Heriberto revisaba la cosecha de la huerta, su capataz Álvaro lo veía pensativo. Así que no dudó en preguntar qué le sucedía.

—¿todo bien?—preguntó Álvaro

—No, la verdad es que mi esposa está hostil conmigo. Está inconforme todo le molesta, además me dijeron que me estaba engañando.—respondió

—Señor a veces la gente en este pueblo no tiene otra forma de pasar el tiempo. No haga caso de rumores, la gente ataca con su lengua a quien pueden. Además siempre los que llegan a vivir aquí, no son bienvenidos.—le aconsejaba para que ignorara los rumores. En ese momento llegó Alejandro a caballo.

—Esto es propiedad privada.—dijo Heriberto

—Tranquilo, solo necesito hablar sobre negocios. En unos días será mi aniversario de bodas, y quiero darle algo que anhela mi querida Cecilia. Cuanto quieres por todo esto que pertenecía a la gavia, ponle precio. Estoy seguro que con lo que te puedo pagar, puedes irte y llevarte a tu mujer lejos. Créeme te estoy haciendo un favor.— le hacia la propuesta

—No está en venta, además Cecilia me hubiera hecho el ofrecimiento. Ella tiene mucho, créeme estas hectáreas son insignificantes. ¿Que favor me estarias haciendo?—

—El favor de que tu esposa vuelva al buen camino, acaso eres el único que no sabe que tu esposa te es infiel.—respondió Alejandro

—Eres un infeliz.—respondió Heriberto mientras se le iba a los golpes

Alejandro le respondió la agresión, incluso sacó su arma para detenerlo.

—Quieto, yo no tengo la culpa que a tu esposa le gusten tanto los hombres.—Alvaro se metió en la pelea para proteger a Heriberto.

—Váyase señor Alejandro, por favor.—

Subió a su caballo y se retiró, Heriberto subió a su camioneta y fue a su casa dispuesto a que Romina le diera una explicación. Ella estaba conversando con su hermana cuando Heriberto entró hecho una furia.

—Ahorita mismo me vas a decir quién es tu amante!—gritó Heriberto mientras la sostenía del brazo

—Suéltame, como te atreves a calumniarme. Yo no tengo ningún amante, estoy cansada de tus celos enfermizos.—dijo Romina se soltó de su mano y corrió a su habitación

—Abre la maldita puerta, quiero la verdad!—gritaba Heriberto

Natalia abrazaba a su pequeña sobrina angustiada por la situación que vivía su hermana, era inevitable que se convirtiera un infierno su matrimonio. Más aún cuando no se tiene la confianza.

Descubiertos

Capítulo 3

⚠️En este capítulo, tiene contenido erótico, etc. No aptos para personas susceptibles a ellos. Si no crees adecuada la lectura estás en libertad de omitirla.⚠️

Alejandro estaba en su hacienda, también tenía un contrato con la empacadora de su esposa. Cecilia aún no regresaba de la capital, aún Alejandro recordaba la plática con Heriberto. Aunque quería alejar a Romina, también era inevitable resistirse a ella. Heriberto saldría de viaje a Toluca para comprar material para la huerta, así que llegaría a otro día.

En cuanto se marchó, Romina se puso su mejor vestido para pasar el día con Alejandro. Natalia entró a su habitación para preguntarle qué quería para la comida.

—Romina.—hizo una pausa al verla tan arreglada.—¿a dónde vas?—preguntaba su hermana

—A dónde no te importa.—respondió

—Entonces es verdad, tienes un amante. Cómo te atreves a engañar a tu esposo.—le reclamaba

—No puedes juzgarme, me equivoqué al casarme con un mediocre.—respondía

—No hables así de tu esposo, Heriberto es un buen hombre que se esfuerza en darte todo.—decía Natalia indignada

—Tu siempre defendiéndolo, y no me extraña siempre estuviste enamorada de él. Pero yo me merezco algo mejor, un hombre que me hace feliz en todo aspecto, Alejandro Barbosa me ha hecho sentir una verdadera mujer.—se confesó

—Que dices el esposo de Cecilia Sámano, como te atreviste, si se entera terminará su contrato con tu esposo y no será fácil recuperar lo que ya ha invertido. Eres una tonta crees que él abandonaría a su familia por ti, es el esposo de la dueña de la gavia. Su esposa es millonaria, y tu sinceramente no tienes en qué caerte muerta. Así que no saldrás de aquí no permitiré que sigas enlodando a Heriberto, además no vuelvas a decir que estoy enamorada de él. Lo que siento por él es admiración, sé reconocer un buen hombre.—decía Natalia

—Quítate.—le dijo Romina empujándola para poder salir

—Romina! Vuelve.—gritaba Natalia mientras ella se iba a reunir con su amante.

Más tarde llegó hasta la hacienda, Alejandro ya la esperaba con ansias. sin esperar más Alejandro la besaba con mucha pasión, de pronto se detuvo, Romina se levantó de sus piernas para estar frente a él, ella dejó su cuerpo totalmente desnudo para que pudiera admirarla, él se levantó y quitó su camisa también su pantalón. Ambos estaban desnudos, sus cuerpos estaban realmente excitados.

Alejandro se acercó para besarla, sus besos le robaban el aliento, la acercaba a su cuerpo para sentirla, después la acostó en la cama. Mientras que la piel de Romina vibraba y los gemidos no se detenían, sentía la ansiedad en ella por unirse a él

Se poso entre sus piernas, mientras la besaba en la boca, poco a poco se introdujo dentro de ella, sintió el suspiro que ella había dejado escapar. Comenzó a embestirla lentamente, sentía como el cuerpo de Romina se contraía, era excitante. Alejandro entrelazó sus manos con las de ella, mientras estaban unidos. Ella no dejaba de gemir de placer, Alejandro la hacía suya con cada embestida. No se detuvo hasta que juntos llegaron al clímax. Mientras se oscurecía y estaba en sus brazos Romina rompió el silencio.

—Te amo, dejaría todo por ti.—expresaba ella

—También lo he pensado, si te hubiera conocido antes me hubiera casado contigo. Pero no dejaré nunca a Cecilia es la madre de mis hijos y mi esposa. Esto es lo único que puedo ofrecerte.—

—Pero yo quiero vivir contigo, amanecer entre tus brazos, sobre todo que me hagas el amor día y noche.—decía ella mientras lo besaba para provocarlo de nuevo a que la hiciera suya

Mientras en casa de Romina y sin esperarlo Heriberto regresó de su viaje, Natalia estaba muy nerviosa, no pudo fingir su cara de espanto al verlo llegar.

—¿Qué te pasa Natalia?—

—Nada, es que no podía dormir. Pensé que volverías mañana.—respondió

—Si ese era el plan pero todo lo conseguí rápido, pero ¿qué haces despierta?—

—Paulina se acaba de dormir, y bajé por una taza de té.—respondió

—Romina ya se durmió supongo.—expresó, sin embargo Natalia se veía aún más preocupada con lo que le acababa de decirle.—Natalia responde.—insistía

—No está, salió y no ha regresado.—

—Está con su amante verdad, eres una alcahueta. ¿Dime quién es su amante? Dime!—gritaba

—No yo no sé nada.—respondió llorando, Heriberto la sujetó de los brazos para sacarle la verdad

—Habla Natalia, no me hagas perder mi confianza en ti. Dime!—insistía mientras la sujetaba de ambos brazos

—Su amante es Alejandro Barbosa, quise evitar que saliera. No pude detenerla.—la soltó Heriberto y fue por su escopeta

—No que vas hacer, Heriberto espera que ella regrese. No arruines tu vida.—trató de detenerlo

—Mataré a ese perro, y a la prostituta de tu hermana.—dijo y empujó a Natalia

Natalia trató de detenerlo, pero fue en vano. Alejandro llevaba a Romina a su casa en su caballo. Mientras él caminaba jalándolo. Ella iba montándolo, eso le encantaba a Romina que la trataba como una dama. En eso fueron interceptados por Heriberto.

—Eres un cobarde, porque no me dijiste que eras el amante de mi mujer. Y ni lo nieguen, tú Alejandro te vas a morir, teniendo una mujer como Cecilia la vas a perder por esta ramera.—lo confrontaba Heriberto

Romina se bajó del caballo para evitar que Heriberto asesinara a Alejandro.

—No le hagas nada, yo fui quien lo seduje. Si quieres mátame a mi, con él he sido la mujer más feliz. No me importa si acabas conmigo, lo amo.—intentó que bajara su arma, pero él la empujó

—Te dije que vendieras y te fueras con tu mujer lejos, es una mujer divina. Pero se lo dije nunca voy a dejar a Cecilia o a mis hijos.—respondió

Heriberto estaba a punto de dispararle cuando Romina se lanzó sobre él para detenerlo. En eso se le salió un disparo hiriendo a Alejandro en la pierna. Después se intentó acercar para acabar de una vez con su vida, Romina lo golpeó con un palo en la nuca para defender a Alejandro, tomó la escopeta y le disparó al padre de su hija.

—¿Qué hiciste?—preguntaba Alejandro sorprendido

—Tenía que salvarte la vida, no puedo vivir sin ti.—respondió Romina después arrastró el cuerpo de Heriberto hasta su camioneta

Después ayudó a que la herida de su amado no siguiera perdiendo sangre, cargó a Alejandro para que subiera al caballo y acercarlo a la gavia llevando la escopeta con ella. Antes de llegar a la entrada principal, dejó que se fuera solo para que los vigilantes de la entrada no la vieran llegar con el.

Romina después regresaba a su casa, estaba bañada de sangre de su esposo y de Alejandro. Busco un lugar para sepultar la escopeta, para que no fuera acusada de nada. Después siguió su andar a su casa, al verla entrar Natalia se sorprendió cuando la vio llena de sangre.

—Romina ¿que es lo que sucedió? ¿Donde está Heriberto?—

—No sé, intento matar a Alejandro y yo lo defendí.—

—¿Qué le hiciste? Te has vuelto loca Heriberto era tu marido.—en eso llamaron a la puerta, era uno de los empleados de Ojo de Agua

—Si dígame.—respondió Natalia

—Lo siento, es que andaba haciendo rondín cuando vi al señor Heriberto en su camioneta, pensé que estaba tomado. Lo lamento mucho al parecer alguien le disparó. Llame a la policía para que se llevaran su cuerpo.—

—No, no por favor.—comenzó a llorar Natalia, el trabajador se retiró. Romina salió de la habitación

—¿Ya se fue?—

—¿Qué le hicieron tu maldito amante y tu?—pregunto Natalia mientras sentía mucho coraje

—Heriberto iba a matar a Alejandro, lo hirió en la pierna y si no hubiera hecho nada hubiera acabado con su vida.—respondía Romina preocupada por Alejandro

—No hables de ese animal frente a mí, era tu marido el padre de tu hija y él te adoraba. Pero no seré tu cómplice iré a denunciarte a ti y a tu amante de su muerte.—le advertía

—Eres mi hermana, piensa en Paulina se va a quedar sola.—

—Eso lo hubieras pesado antes, de convertirte en una prostituta y asesina.—

Salió Natalia directo a la comisaría, mientras tanto en la gavia Cecilia había llegado antes, cuando entraron con Alejandro herido, se angustió demasiado. El médico que vivía en la gavia lo atendió, extrayendo la bala y cerrando la herida. Pero aún así pidió que lo llevaran al hospital porque necesitaba una transfusión de sangre.

—Cecilia, me alegra que estés aquí.—expresó Alejandro

—Mi amor como sucedió esto, el doctor dice que vas a estar bien. Tenía tanto miedo de perderte.—decía Cecilia mientras no dejaba de llorar.

—Perdóname Cecilia, te amo mucho.—

—También yo, eso no lo dudes.—respondía

Natalia reconoció el cuerpo de su cuñado, Álvaro se encargaba del trámite. La policía pensaba que había sufrido un asalto, era una tragedia, lo ocurrido recorría todo el pueblo. Mientras que a Romina solo le importaba saber cómo estaba su amado Alejandro.

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