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Sombras De Seúl

La mirada de Hyunwoo

El aire en Bukchon siempre tenía un dejo de nostalgia, como si el pasado se aferrara a cada rincón de sus calles empedradas y faroles antiguos. Jiwoo caminaba despacio, con la cámara colgando de su cuello. Le gustaba capturar detalles que nadie más notaba: las grietas en las paredes, los reflejos en las ventanas, las sombras que parecían contar historias.

Esa noche, sin embargo, su atención estaba en algo más. O, mejor dicho, en alguien.

Habían pasado seis años desde la última vez que vio a Hyunwoo. Era un recuerdo borroso, casi irreal: un adolescente de mirada intensa, siempre callado, como si estuviera cargando un peso que no podía compartir con nadie. Luego, un día, simplemente desapareció.

Las teorías sobre su ausencia habían sido muchas. Algunos decían que su familia lo envió al extranjero tras un escándalo. Otros, que había huido por algo que había hecho, algo que nunca se aclaró. Pero Jiwoo no podía olvidar aquella noche en el bosque, ni lo que creía haber visto desde su ventana: Hyunwoo, con las manos cubiertas de algo oscuro, mirando hacia la casa como si supiera que ella lo estaba observando.

Cuando lo vio esa noche, parado frente a su antigua casa, sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo. No podía ser él, ¿o sí? Su cabello estaba más corto, sus facciones más definidas, pero había algo en su postura, en la manera en que miraba alrededor, que le resultaba inconfundible. Era Hyunwoo.

Jiwoo se detuvo al otro lado de la calle, escondida entre las sombras. Levantó su cámara casi por instinto, enfocando en silencio. Pero justo cuando estaba a punto de tomar la foto, él giró la cabeza, mirándola directamente con unos ojos fríos.

Por un segundo que pareció eterno, sus ojos se encontraron. Hyunwoo no sonrió, no mostró sorpresa. Solo la miró, con una calma inquietante, antes de darse la vuelta y desaparecer por una calle.

Jiwoo bajó la cámara, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza contra su pecho. No supo cuánto tiempo permaneció allí, paralizada, pero cuando finalmente volvió a casa, no podía dejar de pensar en esa mirada.

Esa noche, los sueños regresaron.

Estaba de pie en el bosque, rodeada de árboles altos que se mecían con el viento. El aire era frío, y todo estaba en silencio, excepto por el sonido de sus propios pasos sobre el suelo cubierto de hojas secas.

Había algo en el aire, un aroma metálico que le revolvía el estómago. Seguía caminando, siguiendo una sombra que se deslizaba entre los árboles. No podía verla claramente, pero sabía que estaba allí, esperándola.

Y luego, el grito. Un grito desgarrador que hacía eco entre los árboles y que siempre la despertaba.

La mañana siguiente Jiwoo despertó con el sonido de su alarma, su respiración agitada y las imágenes del sueño todavía frescas en su mente. Se pasó las manos por la cara, intentando calmarse, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal.

Decidió salir de casa temprano y dirigirse al único lugar donde podía encontrar algo de claridad: la cafetería del vecindario. Allí estaba Sooyeon, como siempre, ocupada preparando cafés para los clientes habituales.

—¿Otra vez las pesadillas? —preguntó Sooyeon sin preámbulos, mientras servía una taza humeante frente a Jiwoo.

Jiwoo asintió, tomando un sorbo para calmarse.

—Lo vi anoche —dijo finalmente.

Sooyeon dejó de moverse, sus manos deteniéndose sobre la bandeja.

—¿A quién?

—A Hyunwoo. Volvió.

Sooyeon se sentó frente a ella, con una expresión de preocupación.

—Escucha, Jiwoo. Sé que siempre te has sentido atraída por él, pero esto no es una película. Hay cosas de las que es mejor mantenerse alejada, y Hyunwoo es una de ellas.

—¿Por qué todos actúan como si él fuera un monstruo? —protestó Jiwoo, frustrada.

—Porque nadie olvida lo que pasó, aunque nadie hable de ello. Y tú tampoco deberías.

Pero Jiwoo no podía olvidarlo. Porque aunque no recordara todos los detalles, sabía que aquella noche en el bosque no solo Hyunwoo había estado allí. Ella también.

Ecos en el bosque

Esa tarde, Jiwoo no pudo concentrarse en nada. Las palabras de Sooyeon resonaban en su mente, mezclados con los fragmentos de recuerdos que había intentado enterrar durante años. Sabía que Hyunwoo había vuelto por una razón, pero también sabía que no podía confiar en nadie para averiguarlo.

La cafetería estaba casi vacía cuando Jiwoo revisó las fotos en su cámara. Al principio, las imágenes parecían normales: calles iluminadas por faroles, escaparates con luces cálidas. Pero entonces encontró la foto que no recordaba haber tomado.

Hyunwoo. De espaldas, su figura parcialmente oculta por las sombras de un callejón. Sus hombros tensos, como si estuviera esperando algo. O a alguien.

Jiwoo sintió que algo no cuadraba. Giró la cámara para revisar los detalles técnicos de la imagen. La hora marcaba las 2:37 a. m. Pero para entonces, ella ya estaba en casa, o al menos eso pensaba.

De pronto, una mano se posó sobre su hombro. Jiwoo dio un salto, girándose con el corazón latiendo con fuerza. Era Sooyeon, sosteniendo una bandeja.

—Tranquila, soy yo. ¿Qué estás mirando con tanta atención?

—Nada, solo fotos —respondió Jiwoo, cerrando la cámara con rapidez.

Sooyeon arqueó una ceja, pero no insistió.

—Deberías irte a casa y descansar. No tiene sentido obsesionarte con algo que no puedes cambiar.

Jiwoo quería replicar, pero sabía que Sooyeon tenía razón en parte. Había algo en su interior que siempre la empujaba a buscar más, a no detenerse hasta entender lo que otros preferían ignorar. Y esta vez no sería diferente.

Esa noche Jiwoo decidió que ya había esperado demasiado. No sabía si era el instinto o la pura obsesión lo que la empujaba, pero no podía quedarse quieta mientras Hyunwoo seguía caminando por las calles del vecindario, ocultando quién sabía qué.

Se envolvió en una chaqueta y salió al aire frío de la noche, su cámara colgando del cuello. Caminó hacia la casa de los Hyun, que había estado cerrada por años hasta hacía poco. Las ventanas estaban oscuras, pero algo en el ambiente la hizo detenerse.

Había un ruido. Pasos. Provenían del bosque que bordeaba el vecindario. Jiwoo se quedó inmóvil, su mente recordando de golpe las pesadillas que había tenido desde niña. Pero esta vez no era un sueño.

Sin pensarlo demasiado, comenzó a seguir el sonido. El bosque estaba envuelto en sombras, las ramas desnudas de los árboles extendiéndose como manos en el aire. El crujido de las hojas secas bajo sus pies le parecía ensordecedor.

Y entonces lo vio, Hyunwoo estaba allí, inclinado sobre algo en el suelo. Por un instante, Jiwoo pensó que era un animal, pero entonces vio el destello de algo metálico en su mano. Un cuchillo.

Hyunwoo levantó la cabeza, sus ojos encontrándose con los de Jiwoo como si hubiera sabido que ella estaba allí todo el tiempo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, con su voz baja y tensa.

Jiwoo no pudo responder. Su mirada estaba fija en el cuchillo, que ahora descansaba en el suelo junto a un objeto envuelto en tela oscura. Hyunwoo dio un paso hacia ella, su expresión indescifrable.

—Te hice una pregunta, Jiwoo. ¿Por qué me estás siguiendo?

Ella retrocedió un paso, sintiendo cómo su respiración se volvía irregular. Pero antes de que pudiera decir algo, un sonido rompió el silencio. Era el crujido de ramas, como si alguien más estuviera allí.

Hyunwoo giró la cabeza hacia el origen del ruido, su mandíbula apretada.

—Vete a casa. Ahora. —Su voz era casi un susurro, pero la urgencia en su tono era inconfundible.

Jiwoo dudó por un momento, pero algo en la forma en que Hyunwoo la miraba la convenció de que no debía quedarse. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y corrió de regreso al vecindario, con el corazón latiendo tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho.

Más tarde esa noche, de vuelta en su habitación, Jiwoo trató de calmarse. Pero cuanto más pensaba en lo que había visto, más preguntas surgían en su mente. ¿Qué estaba haciendo Hyunwoo en el bosque? ¿Qué había envuelto en esa tela?

Encendió su cámara para revisar las fotos de esa noche. Al pasar por las imágenes, vio algo que hizo que se le congelara la sangre.

En una de las fotos, capturada al azar mientras corría, había una figura detrás de Hyunwoo. Una sombra que no debería haber estado allá.

La sombra tras la cámara

Jiwoo no podía dejar de mirar la foto. La imagen no tenía sentido. Era solo un destello borroso, pero la figura detrás de Hyunwoo era demasiado real para ser una ilusión. Parecía un hombre, alto y delgado, envuelto en una especie de abrigo oscuro. Su rostro estaba parcialmente cubierto por la sombra de los árboles, pero sus ojos... sus ojos brillaban como si estuvieran iluminados desde dentro.

Intentó tranquilizarse, convencerse de que era un efecto de la cámara, un reflejo accidental. Pero una parte de ella sabía que no era así. Esa figura no estaba allí cuando ella miró directamente. Y, sin embargo, la cámara la había captado.

La ansiedad crecía en su pecho mientras revisaba la imagen una y otra vez, buscando una explicación. Al final, decidió hacer lo único que podía: enfrentarse a Hyunwoo.

Al día siguiente, Jiwoo esperó fuera de la casa de los Hyun. Sabía que era un riesgo, pero no podía quedarse con las preguntas atormentándola. Cerca del mediodía, Hyunwoo salió, vestido con ropa sencilla y un gorro que cubría parcialmente su rostro.

—Hyunwoo —dijo Jiwoo, su voz temblorosa pero firme.

Él se detuvo, sorprendido al verla allí. Luego, su expresión se endureció.

—¿Qué quieres?

Jiwoo sostuvo la cámara, como si fuera un escudo.

—Quiero saber qué estaba pasando anoche. En el bosque.

Hyunwoo la miró fijamente, como si estuviera evaluando si podía confiar en ella. Finalmente, suspiró y se acercó un paso.

—No tienes idea de lo que estás haciendo, Jiwoo. Lo que viste... no es asunto tuyo.

—Lo era cuando me encontré con esto. —Jiwoo encendió la cámara y le mostró la foto de la figura detrás de él.

Hyunwoo se quedó inmóvil, sus ojos clavados en la pantalla. Por un momento, Jiwoo pensó que estaba tan sorprendido como ella. Pero luego, su expresión cambió. Ya no había sorpresa en su rostro, solo una especie de resignación.

—Escucha, lo que crees que sabes... olvídalo. Por tu propio bien.

—¿Quién era? —insistió Jiwoo.

Hyunwoo negó con la cabeza.

—No importa. Solo aléjate de esto.

Antes de que Jiwoo pudiera responder, él se dio la vuelta y se alejó, dejándola allí con más preguntas que respuestas.

Esa noche, Jiwoo no pudo dormir. Las imágenes del bosque, la figura en la foto, las palabras de Hyunwoo, todo se mezclaba en su mente, formando un torbellino que no podía controlar.

Decidió buscar en su caja de recuerdos, una colección de objetos y notas que había guardado desde niña. En el fondo, encontró algo que no había visto en años: un dibujo.

Era un boceto hecho por ella misma cuando tenía doce años, después de la noche en el bosque. Mostraba una figura similar a la de la foto, con los mismos ojos brillantes y el mismo abrigo oscuro. Pero lo más inquietante era que había algo más en el dibujo: un segundo rostro, apenas visible entre las sombras.

Jiwoo sintió un nudo en el estómago. ¿Por qué había dibujado eso? ¿Qué estaba recordando?

Mientras intentaba procesar todo, su teléfono sonó. Miró la pantalla; era un número desconocido. Dudó antes de contestar.

—¿Jiwoo? —La voz era baja y apenas audible.

—¿Quién habla?

—Escucha con atención. No confíes en él.

—¿De qué estás hablando? ¿Quién eres?

La línea se cortó antes de que pudiera obtener una respuesta. Jiwoo miró el teléfono, su mente dando vueltas. ¿A quién se refería? ¿Hyunwoo? ¿O a alguien más?

El bosque llama de nuevo

Esa misma noche, Jiwoo se encontró caminando hacia el bosque sin saber exactamente por qué. Era como si algo la estuviera empujando, una fuerza que no podía resistir. Llevaba su cámara consigo, aunque no estaba segura de qué esperaba encontrar.

El aire era frío y pesado, el silencio absoluto. Pero mientras avanzaba, comenzó a escuchar algo: un susurro, suave y persistente.

Se detuvo, apuntando con la cámara hacia la dirección del sonido. A través del lente, pudo ver una figura en la distancia. Era Hyunwoo, de pie junto a un árbol, mirando algo en el suelo.

Jiwoo no pudo evitar levantar la cámara y tomar una foto. El clic del obturador pareció romper el hechizo del momento, porque Hyunwoo levantó la cabeza y la vio.

—Jiwoo —dijo, su voz apenas un susurro.

Antes de que pudiera decir algo más, una sombra se movió detrás de él.

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