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El Rey Del Mar

El mercado negro

Hace cien años, en el mundo de Nova...

Una maldición cayó sobre el planeta, inundándolo completamente. Las montañas más altas se convirtieron en islas diminutas, y los océanos lo cubrieron todo. Las ciudades se vieron obligadas a transformarse en estructuras flotantes, y la gente adaptó sus vidas a la nueva realidad. Algunos se volvieron pescadores, otros comerciantes, pero muchos tomaron un camino más oscuro: se convirtieron en piratas.

En esta era, gobernar los mares no era solo un privilegio, sino una necesidad para sobrevivir. Las ciudades flotantes eran constantemente atacadas, y los océanos se convirtieron en campos de batalla. La única esperanza residía en una antigua leyenda: un joven de otro mundo llegaría para cambiar el destino de Nova. Este joven, según los relatos, se convertiría en uno de los hombres más temidos, pero también en el salvador que restauraría el equilibrio perdido.

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Tierra, 2023

--Josh, no voy a ir por ese libro allí. Es el mercado negro, ¿entiendes lo peligroso que es?-- dijo Daniel mientras se pasaba las manos por el cabello, claramente nervioso.

--Dan, escucha-- insistió Josh, con una mezcla de emoción y ansiedad en su voz. --Es nuestra oportunidad. Ese libro nos hará ricos. El vendedor ni siquiera sabe lo que tiene en sus manos. Solo tenemos que engañarlo, conseguir el libro y salir de allí.

--¿Engañarlo? ¿Sabes lo rápido que podríamos acabar en la cárcel? Además, mi madre nunca me dejará salir.

--Dile que vamos a jugar fútbol, como siempre. Dan, somos jóvenes, tenemos 17 años. Nadie nos tomará en serio allí. Y cuando seamos ricos, las noticias hablarán de nosotros. ¿No quieres eso?--

Daniel suspiró profundamente, mirando a su amigo con duda. --Está bien, pero solo porque insististe. Haré que mi madre crea que estamos jugando fútbol, pero esto será rápido, ¿entiendes?

Minutos después, los dos salieron de casa con un balón bajo el brazo como coartada.

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El mercado negro

--Ven, es por aquí-- dijo Josh mientras guiaba a Daniel a través de un intrincado laberinto de callejones oscuros.

Daniel observaba nervioso los alrededores. Había un silencio inquietante, interrumpido ocasionalmente por sonidos distantes de gatos maullando o algún motor viejo en funcionamiento. Cada sombra parecía esconder algo peligroso.

--No sé si esto sea buena idea...-- murmuró.

--Relájate, Dan. Es un mercado negro, sí, pero nadie aquí delatará a nadie. Esa es la regla-- dijo Josh, sonriendo para tranquilizarlo, aunque no lo lograba.

Finalmente llegaron a una puerta oculta entre dos edificios. Dos hombres robustos, vestidos completamente de negro, custodiaban la entrada. Sus miradas eran tan afiladas como cuchillos.

--¿Qué quieren?-- preguntó uno de los guardias con voz grave.

--Buscamos un libro. La tetera del mar-- dijo Josh con una confianza que Daniel envidió, aunque no la compartía.

El guardia los examinó detenidamente antes de hacer un gesto con la cabeza para permitirles pasar.

El mercado negro era un lugar como ningún otro. Puestos improvisados cubrían el espacio, con luces tenues y parpadeantes iluminando productos que parecían salidos de un sueño (o una pesadilla). Había relojes antiguos, espadas oxidadas, joyas brillantes y libros de aspecto misterioso. La atmósfera olía a salitre y humo.

--Esto es una locura...-- murmuró Daniel, mirando a su alrededor mientras seguía a Josh.

El puesto que buscaban estaba al fondo, en un rincón oscuro. Allí, un hombre con el rostro cubierto por una capucha negra vigilaba atentamente un estante lleno de objetos antiguos. En el centro de todo destacaba un libro con letras doradas que relucían incluso en la penumbra.

--Ese es...-- comenzó Josh, pero el hombre lo interrumpió.

--¿Están interesados en La tetera del mar?-- preguntó el vendedor, con una voz rasposa que parecía arrastrar siglos de historias.

--Sí, queremos comprarlo-- dijo Josh rápidamente.

--Este no es un libro ordinario. Su precio es muy alto, y no creo que puedan pagarlo-- dijo el hombre, sus ojos brillando con algo que parecía más que simple curiosidad.

Josh sonrió. --Tal vez no, pero antes queremos verlo de cerca. Queremos asegurarnos de que es auténtico.

El hombre dudó por un momento, pero finalmente accedió. Con cuidado, tomó el libro de la vitrina y lo colocó sobre la mesa.

Josh se inclinó para observarlo detenidamente, pero Daniel no podía quitar los ojos del vendedor, que parecía estar esperando algo.

--Josh, vámonos de aquí-- dijo Daniel en voz baja, tirando de la manga de su amigo.

De repente, un ruido ensordecedor resonó por todo el mercado. Las luces comenzaron a parpadear violentamente, y una brisa extraña, fría y sobrenatural, llenó el lugar.

--¿Qué... qué está pasando?-- preguntó Daniel, sintiendo que su corazón se aceleraba.

El libro, que hasta entonces había permanecido inmóvil, comenzó a brillar intensamente. Sus páginas se movían como si una fuerza invisible las estuviera pasando rápidamente.

El viento se transformó en un torbellino que arrojó a varias personas al suelo. El vendedor retrocedió, pero sus ojos estaban fijos en los dos chicos.

--¡Josh, suelta el libro! ¡Tenemos que irnos!-- gritó Daniel.

Pero era demasiado tarde. Una luz cegadora los envolvió, y todo desapareció a su alrededor. Lo último que escucharon fue la voz del vendedor, que susurró:

--El elegido ha llegado.

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Mundo de Nova

Cuando Daniel abrió los ojos, lo primero que sintió fue el agua salada en sus labios. Se incorporó rápidamente y miró a su alrededor. Estaban flotando en un pequeño bote improvisado en medio de un océano infinito.

--¿Dónde estamos?-- preguntó, su voz temblando.

Josh, todavía aturdido, señaló el horizonte. Había barcos enormes con velas negras y ciudades flotantes construidas con madera y metal que parecían desafiar las leyes de la física. El cielo era de un color extraño, una mezcla de azul y púrpura que nunca había visto antes.

--Dan... creo que estamos en Nova.

--¿Nova?-- Daniel lo miró como si hubiera perdido la cabeza.

--El mundo del que hablaba la leyenda en el libro-- dijo Josh, con una mezcla de temor y emoción. --Estamos en la historia.

Antes de que Daniel pudiera procesar lo que estaba diciendo, un barco se acercó rápidamente a ellos. Era enorme, con un diseño imponente y una bandera que mostraba un cráneo atravesado por un tridente.

--Creo que... estamos en problemas-- dijo Daniel, tragando saliva.

El barco se detuvo junto a ellos, y una cuerda descendió. Una figura alta, cubierta de cicatrices y con una capa roja ondeando al viento, los miró desde la cubierta.

--¡Ustedes! ¿De dónde han salido?-- rugió el hombre con una voz que parecía hacer eco en todo el océano.

--Nosotros... no somos de aquí-- tartamudeó Daniel.

El hombre sonrió, pero no era una sonrisa amable. --Entonces, muchachos, bienvenidos a Nova. Prepárense, porque aquí solo sobreviven los fuertes.

Mientras los subían al barco, Daniel y Josh comprendieron que habían sido arrojados a un mundo completamente diferente, donde las reglas eran despiadadas y la esperanza era escasa. Sin saberlo, acababan de dar el primer paso hacia un destino que cambiaría no solo sus vidas, sino el curso de toda Nova.

Leviatan negro

El Marea Negra cortaba las aguas con un vaivén que hacía crujir sus tablones, mientras Daniel y Josh permanecían en la cubierta, rodeados por un grupo de piratas que no dejaban de mirarlos con desconfianza. El líder del barco, un hombre corpulento con un parche en el ojo, se plantó frente a ellos con una sonrisa burlona.

--¿Entonces qué, forasteros? ¿Qué traen para pagar su paso por mi barco?- preguntó, sacando un cuchillo y jugueteando con él. --Nadie sube al Marea Negra sin dejar algo de valor. ¿0 acaso creen que esto es un maldito transporte público?-

--Ya les dijimos, no tenemos nada-- replicó Daniel, tratando de mantener la calma, aunque podía sentir cómo su corazón latía con fuerza. --Solo estamos perdidos. No sabemos ni cómo llegamos aquí. -

Uno de los piratas, más bajo pero con una risa siniestra, se acercó. -Perdidos, eh? ¿Y qué tal estas monedas de oro?-- Sacó una bolsa que colgaba del cinturón de Daniel, algo que él no recordaba haber tenido.

--¿De dónde salió eso?-- exclamó Daniel, completamente confundido. Miró a Josh, quien alzó las manos, tan sorprendido como él.

El líder del barco alzó una ceja y tomó la bolsa, examinándola. --Monedas del Reino del Norte... Interesante. Y si llevan esto, deben tener más escondido. ¿0 acaso quieren que busquemos?-- Dicho esto, hizo un gesto a los demás piratas, quienes se acercaron con sogas y dagas.

Josh retrocedió, levantando las manos en señal de paz. --Oigan, no sabemos nada de esas monedas. En serio. ¡Solo estamos tratando de entender dónde estamos!-

Pero los piratas no escuchaban. Dos de ellos se lanzaron hacia Josh y Daniel, listos para amarrarlos, cuando un grito resonó desde el vigía en el mástil.

--¡Barco a la vista! ¡Es el Leviatán Negro!--

El ambiente cambió de inmediato. Los piratas se tensaron, dejando caer las sogas mientras corrían hacia los cañones. A lo lejos, un barco colosal se acercaba rápidamente. Sus velas negras ondeaban como sombras en el horizonte, y su proa, decorada con la figura de un dragón dorado, parecía amenazar con devorar cualquier cosa en su camino.

--¡Prepárense para pelear!-- gritó el capitán del Marea Negra, sacando una espada curva. --Si vienen por nosotros, no les daremos cuartel.--

--¿Qué está pasando?-- susurró Josh, mirando a Daniel con los ojos abiertos como platos.

Antes de que Daniel pudiera responder, el Leviatán Negro lanzó un disparo de advertencia. La bola de cañón pasó rozando el Marea Negra, levantando una columna de agua que empapó la cubierta.

Una voz resonante y autoritaria se escuchó desde el barco enemigo, amplificada por el viento. -¡Ríndanse y entreguen a Steven y Naou, o los hundiremos!--

--¿Steven y Naou?- murmuró Daniel, frunciendo el ceño. --¿Quiénes son esos?--

--¡Nos confunden con otros!- exclamó Josh, tratando de entender la situación.

El capitán del Marea Negra giró hacia ellos con una mezcla de furia y miedo. --¿Qué demonios hicieron para que el Leviatán Negro venga tras ustedes? ¡Son un maldito imán de problemas!-

--¡No sabemos nada!-- gritó Daniel, pero nadie lo escuchaba.

El Leviatán Negro se acercó más, y una pequeña embarcación descendió, acercándose rápidamente al Marea Negra. De ella saltaron varios hombres armados con espadas y mosquetes, liderados por un hombre imponente. Era alto, de cabello oscuro y largo, con una barba cuidadosamente arreglada. Su presencia era tan intimidante como cómica, pues llevaba un sombrero ridículamente grande y una capa que parecía demasiado elaborada para un pirata.

--¡Ajá! ¡Por fin los encontramos!-- exclamó, señalando directamente a Daniel y Josh. -Steven y Naou, ¿pensaron que podrían huir de mí?--

--¡Espere! ¡Esto tiene que ser un error!-- dijo Daniel, dando un paso atrás.

--¡Error, mis botas! Yo nunca me equivoco-- respondió el hombre con una carcajada. --¿Cómo se atreve mi propio capitán, Steven, a decir que no me recuerda? Y tú, Naou, ¿acaso tu ingenio se quedó en el último puerto?--

Josh y Daniel se miraron, incrédulos. ¿Capitán Steven? ¿Naou? ¿De qué demonios habla?-- susurró Josh.

El hombre, aún riendo, avanzó hacia ellos. --Soy Jonathan Roderick, segundo al mando del Leviatán Negro. Vine a buscarlos porque el Consejo de los Siete Mares está furioso por su desaparición. ¡Y aquí están, disfrazados de simples viajeros! Qué astutos.--

--No sabemos de qué está hablando. Somos...-- comenzó Daniel, pero antes de que pudiera continuar, Roderick lo interrumpió.

--¡Bah! No importa cómo hayan llegado aquí, lo importante es que regresen al barco. El Leviatán Negro no puede navegar sin su capitán y su primer comandante. ¡Vamos, antes de que decidan hundir este cascarón!--

Los piratas del Marea Negra miraban con asombro cómo los hombres del Leviatán Negro escoltaban a Daniel y Josh hasta la pequeña embarcación. Daniel, aún confundido, intentó resistirse, pero cuando miró su reflejo en el agua, su resistencia se desmoronó.

Su rostro no era suyo. Era el de un hombre con cabello corto y una cicatriz que cruzaba su mejilla derecha. Josh, a su lado, lucía un parche en el ojo y una armadura de cuero desgastada.

--¿Qué... qué nos pasó?-- susurró Daniel, tocándose el rostro.

Josh tragó saliva. --Estamos en otros cuerpos.--

El viaje hacia el Leviatán Negro se hizo en un silencio lleno de tensión. Al subir a bordo, Roderick los guió hacia una cabina lujosa, decorada con mapas, armas y un trono improvisado.

--Steven, Naou, no sé qué juego están jugando, pero espero que recuerden sus responsabilidades pronto. El Consejo no perdona la deslealtad.--

Cuando Roderick salió, cerrando la puerta detrás de ellos, Daniel se dejó caer en una silla. -Josh, esto no tiene sentido. No somos estos tipos, pero todos aquí creen que lo somos. ¿Qué hacemos?--

Josh se cruzó de brazos, mirando por la ventana hacia el vasto océano. -Primero, averiguamos qué significa todo esto. Y segundo... tratamos de sobrevivir.--

---¿Sabes que es lo bueno de todo eso Josh?-- miro Daniel con una risa

---No, no sé que es lo bueno de todo esto, yo veo que esto es una desgracia.

--Bueno que yo soy el capitán o sea tengo poder hacia ti-- dijo Daniel riendo un poco

--Muy chistoso, pero no te a va a durar mucho esa risa

La tetera del mar

El Leviatán Negro navegaba imponente hacia la ciudad costera de Marine, una joya entre los mares que se alzaba como un refugio para mercaderes, piratas y aventureros. Desde la cubierta, Daniel y Josh —ahora Steven y Naou en apariencia— observaban con creciente desconcierto el bullicio del puerto que se desplegaba ante ellos. Los muelles estaban llenos de barcos de distintos tamaños y estilos, y las calles adoquinadas estaban repletas de gente que comerciaba, discutía y reía. Marine tenía el aura de un lugar donde los secretos y el peligro se entrelazaban en cada esquina.

--Bueno, mis queridos capitanes-- dijo Roderick con una sonrisa exagerada mientras ajustaba su enorme sombrero. --Hemos llegado. Ahora es su turno de tomar el mando. Yo me quedaré a bordo del Leviatán Negro para asegurarme de que nadie intente robarnos. Este puerto es famoso por sus ratas oportunistas.--

Daniel, aún ajustándose a su nuevo papel como "Steven", cruzó los brazos con nerviosismo. --¿Y qué se supone que debemos hacer en Marine?--

Roderick alzó una ceja, como si la pregunta fuera absurda. --Oh, querido capitán, ¿olvidaste tu propia misión? Negociar con los comerciantes, reforzar las alianzas y, por supuesto, reunirte con los aliados que nos esperan. Pero no te preocupes, estoy seguro de que todo regresará a tu mente pronto. Ahora vayan, ¡Marine no espera!--

Josh, en su papel como "Naou", se inclinó hacia Daniel y susurró con sarcasmo: --Perfecto. No sabemos quiénes somos realmente, ni por qué estamos aquí, pero al parecer tenemos aliados en este lío. ¿Qué podría salir mal?--

--Lo mismo que siempre sale mal cuando estamos juntos-- respondió Daniel en voz baja, suspirando mientras bajaban por la pasarela hacia el muelle.

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El puerto de Marine

La llegada del grupo no pasó desapercibida. Los marineros y comerciantes en el puerto miraban con curiosidad y respeto mientras Daniel y Josh, flanqueados por algunos hombres del Leviatán Negro, caminaban por las tablas de madera del muelle.

--¡Capitán Steven! ¡Naou! ¡Finalmente regresan!— Una voz femenina resonó desde la multitud, y una figura de cabello morado corrió hacia ellos. La joven tenía un rostro dulce, con ojos brillantes y una sonrisa llena de entusiasmo. Sin dudarlo, se lanzó a abrazar a Daniel con tanta fuerza que casi lo derriba.

--¡Te extrañé tanto! ¡Pensé que nunca volverías!-- dijo ella, hundiendo su rostro en el pecho de Daniel.

--Ehm… sí, bueno… también te extrañé-- dijo Daniel con torpeza, sin saber cómo responder. Miró a Josh en busca de ayuda, pero este estaba ocupado lidiando con otra figura que se acercaba con expresión severa.

La segunda mujer, de cabello amarillo recogido en una trenza y una postura firme, se detuvo frente a Josh, cruzándose de brazos. Su mirada era analítica, como si pudiera ver a través de cualquier mentira.

--Naou, ¿dónde demonios se metieron? Se suponía que volverían hace semanas.-- Su tono era directo, casi desafiante.

--Estábamos… eh… ocupados-- respondió Josh, esforzándose por parecer casual. --Cosas importantes de capitán y comandante, ya sabes.--

--¿Cosas importantes?-- repitió ella, arqueando una ceja. --Espero que tu definición de "importante" incluya explicaciones convincentes, porque tienes mucho que explicar.--

Antes de que pudieran seguir, un joven de piel oscura y sonrisa amistosa apareció junto a ellos. Llevaba una chaqueta ligera y parecía irradiar confianza.

--Capitán, Naou, no puedo creer que estén aquí. Los rumores decían que el Leviatán Negro había desaparecido en una tormenta.--

--Bueno, ya ves que no fue así-- respondió Daniel con una risa nerviosa, aunque por dentro intentaba procesar toda la información.

Sin embargo, la situación se tensó de inmediato cuando un hombre alto, de cabello negro y una cicatriz en la mejilla, se acercó con una sonrisa maliciosa. Su presencia era imponente, y su mirada se dirigió directamente a Josh.

--Naou, pensé que finalmente te habías rendido y habías dejado este trabajo para alguien más competente. Pero aquí estás, como siempre, intentando estar a mi nivel.--

--¿Quién demonios es este tipo?-- murmuró Josh para sí mismo, pero forzó una sonrisa. --Ah, claro, siempre tan encantador como recuerdo.--

El hombre soltó una carcajada. --Parece que el tiempo en el mar no mejoró tu ingenio. Por cierto, capitán Steven-- añadió, dirigiéndose a Daniel con una inclinación teatral --, es un placer volver a verte. Lástima que sigas cargando con este lastre.--

--Oh, claro… el placer es mío…-- respondió Daniel, tratando de mantener la compostura.

Roderick había mencionado aliados, pero claramente también había enemigos, y este hombre era uno de ellos. A pesar de no conocerlo, el desprecio mutuo entre él y Naou era evidente.

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La Tetera del Mar

Después de unos momentos incómodos y muchas miradas inquisitivas, la atención se centró en otro barco atracado al final del muelle. Era pequeño, con velas gastadas y un casco que parecía haber visto mejores días. Su nombre, La Tetera del Mar, estaba pintado en letras descoloridas en el costado.

--Espera… ¿ese es nuestro barco?-- preguntó Daniel, incrédulo, señalando la embarcación.

--Por supuesto que lo es-- respondió la chica de cabello morado con una sonrisa, aún aferrándose a su brazo. --¿No lo reconoces? Pasamos tantas aventuras en él.--

Daniel frunció el ceño. --Pero es tan… pequeño. Y venimos del Leviatán Negro.--

La mujer de cabello amarillo soltó una risa seca. --El Leviatán Negro es un barco de guerra prestado. Tu verdadero barco siempre ha sido La Tetera del Mar. Lo llamas "pequeño pero confiable", aunque yo lo llamaría "un milagro flotante".--

Josh miró a Daniel con una mezcla de sorpresa y resignación. --Esto cada vez tiene menos sentido, amigo. ¿Ahora somos capitanes de un bote que parece que se hunde con una ráfaga de viento?--

El joven de piel oscura intervino, palmeando a Daniel en el hombro. --No subestimes La Tetera del Mar. Puede que no sea el barco más imponente, pero ha resistido más batallas de las que puedas imaginar.--

Con cierta renuencia, Daniel y Josh subieron a bordo. El interior era modesto, con una cabina diminuta, un par de hamacas colgantes y un timón desgastado que parecía estar a punto de romperse.

--Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer ahora?-- preguntó Daniel, mirando a los demás.

La mujer de cabello amarillo lo fulminó con la mirada. --Steven, en serio, estás actuando extraño. Lo primero es planear la reunión con los comerciantes de Marine. Hay mucho en juego.--

Daniel asintió, aunque no tenía idea de lo que estaba en juego ni de cómo proceder. --Claro, claro. La reunión. Sí, por supuesto.--

Mientras tanto, Josh observaba desde la cubierta, tratando de encajar las piezas del rompecabezas en el que estaban atrapados. Sabían que no podían mantener la farsa para siempre, pero mientras no descubrieran cómo habían terminado en este lugar y en estos cuerpos, no tenían más opción que seguir adelante.

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Un giro inesperado

Cuando todos estaban ocupados ajustándose al barco y preparando la supuesta reunión, Roderick apareció en el muelle, observándolos con una sonrisa. --¡Ah, la gloriosa Tetera del Mar! No sé cómo pueden preferir este cascarón al Leviatán Negro, pero cada loco con su tema, ¿no?--

--¿No vas a venir con nosotros?-- preguntó Josh, esperando que al menos tuvieran algo de ayuda.

--¿Y perderme la oportunidad de cuidar de mi preciado barco?-- respondió Roderick, colocando su sombrero con un movimiento dramático. --¡Ni en mis sueños! Además, ustedes son los capitanes del barco principal Yo solo soy un humilde hombre en mi barco que pertenece a sus servicios y de sus hazañas.--

Sin más, Roderick se alejó, dejando a Daniel y Josh con más preguntas que respuestas.

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Mientras La Tetera del Mar zarpaba hacia su próximo destino, Daniel y Josh no podían evitar sentirse atrapados en un juego que no comprendían. Los aliados confiaban en ellos, los enemigos los desafiaban, y las expectativas como "Steven" y "Naou" parecían aplastantes. Sin embargo, sabían una cosa con certeza: si querían sobrevivir en este mundo extraño, tendrían que aprender rápido.

La pequeña Tetera del Mar avanzaba lentamente por las aguas, su casco crujiendo bajo el peso del destino que ahora cargaba.

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