Imperio Heiyu,
a un año de la caída del emperador jade.
La noche pasaba serena en el imperio Heiyu. Ya hacía un año del asedio en los cielos y aunque todos intentaban hacerme sentir en casa, el hecho de que había pasado más de mil años en un sueño profundo, era totalmente una realidad difícil de digerir, más aún cuando la muerte y la ruina de todo lo que alguna vez llamé hogar, había sido el inicio de lo que hoy Liu Xin tiene como imperio.
Las cosas han cambiado de tal forma que el día de hoy, aquel guardia real al que aspiraba luchar batallas con un honorable rey, es el ser más imponente y grande de los tres reinos. No obstante, cada día y cada momento que mi presencia se muestra ante él, me trata como el ser más noble y significativo de la existencia, lo que me recuerda aún más lo que fue mi vida anterior.
A un año de mi despertar y aunque sea confuso todavía entender ciertas cosas, solo he podido hablar una sola vez con él a la soledad de las linternas. Él es un digno soberano y aunque el inframundo es su reinado, lleva la justicia por las venas, estoy seguro de que el general Liu Gong debe estar orgulloso de su hijo.
» Me dispuse a levantarme lentamente de la cama, tomé la linterna que reposaba en la mesada y me encaminé lentamente por los pasillos del palacio. «
Cada noche es difícil conciliar el sueño, el miedo a no despertar perturba mi mente al grado de inquietar mi corazón. Por lo que cada noche me dirijo al ala sur del palacio, Liu Xin construyó la sala de descanso para nuestros padres y todos los guerreros que murieron defendiendo a Wuya; aunque hay tantas tablas conmemorativas aquí que puedo suponer que muchas son caídas a lo largo de su eterna vida.
Tomando cuatro inciensos, los planto frente a cada una de las tablas conmemorativas de nuestros padres, arrodillado, oro por su pronta rencarnación y sus próximas vidas. «Espero que sea donde sea que estén, tengan una grata estadía, Este hijo ruega el perdón de sus padres y de su gente por no cumplir su labor y espera con todo su corazón que sus padres no tengan el corazón pesado por la desdichada suerte de este hijo.» Me incliné apoyando mi frente y mis palmas en el frío suelo.
—Alteza...
Un suave susurro junto a unas leves pisadas hizo eco en el silencioso salón. Me levanté levemente mirando hacia atrás y, allí estaba, parado rectamente con su espada enfundada a la cintura, aquella que sin importar donde estuviese, lo acompañaba como una fiel compañera. A veces por estúpido que sonase, sentía celos de esa fina arma que reluce en sus duras manos cada vez que la porta. Incliné levemente la cabeza volviendo a mirar las tumbas disipando para pensamiento innecesario. —Rey Liu Xin...
Aquellas palabras salieron de mi boca incluso antes de pensarlas; Era tan raro llamarle de aquella forma, pero se sentía tan correcto, como si él hubiera nacido para portar aquel título. Sentí como sus pasos se aproximaron a mí volviéndose un poco más pesados y como suspiró en derrota cuando la palabra "rey" salió de mi boca. —Alteza, no tiene por qué llamarme de esa manera... solo soy yo.
Llevé mi mano a mi mejilla. Sentía como el calor se acumulaba en ellas cada vez que tenía su presencia tan cercana, por más que viviésemos en el mismo palacio, los tormentos en mi mente no me dejaban actuar libremente delante de él y por mucho que tratase de ocultarlo, él lo notaba. Tampoco podía negar que las cosas habían cambiado tanto que, a pesar de mantener aquellos sentimientos de nuestra juventud intactos, el dar el primer paso a un inicio. Era casi una misión imposible en estos momentos. —Hm, yo, lo siento... aun es confuso para mí.
Le miré e intenté mantener la mirada en sus ojos, pero éstos se llenaron de una tristeza palpable y no pude hacer más que apartar la mirada y pretender no saberlo. —Está bien de cualquier forma que su alteza decida llamarme, yo jamás dejaré de ser Liu Xin, su guardia real...
Cuando mire nuevamente, sus ojos ya estaban puestos en las tablas frente a mí. Caminó unos pasos tomando un puñado de inciensos y los plantó en cada una de ellas para luego hacer un gran arco presentando sus respetos ante aquellos ya no existentes en este plano.
—Lo siento. — Un leve susurro se escapó de mis labios e incluso de mi inconsciencia, sabía que, para estas alturas mi timidez parecería mucho más un rechazo hacia él, pero por más que odiaba aquello, no lograba hacer nada para cambiarlo. —Alteza, usted jamás tiene que pedir disculpas frente a este servidor, han pasado muchos años, hay muchas cosas a las que su Alteza aún necesita adaptarse. Tómelo con calma.
Su mirada fija en mí y aquella cálida sonrisa hizo mi alma temblar cuando se conectaron. No pude evitar sonrojarme y sonreír ante aquello. —Liu Xin es realmente bueno con las palabras ahora, creo que es lo que más me costará procesar.
Una suave risa se coló por mis oídos y frente a mis ojos, una hilera blanca de dientes me deslumbraba el alma como jamás nada lo había hecho. No podía negar que cada sentimiento de nuestra juventud seguía tan vivido y ferviente en esta actualidad, es por eso por lo que no pude evitar sonreír de la misma manera. Este hombre frente a mí ¿Quién es realmente?, ¿es realmente aquel guardia orgulloso?, ¿pero siquiera, soy yo el mismo de aquel tiempo? Negué levemente esfumando aquellas preguntas pretenciosas que se asomaban intentando causar revuelta en mi pecho y mi mente hasta que escuché su voz, imponente, aun cuando fue un suave susurro. —Espero que este nuevo yo, logre ganar de mejor forma el corazón de su Alteza...
Su mirada penetrante se instaló en mí y aquellas palabras golpearon como rocas mi corazón, que de un minuto a otro retumbó con la fuerza de un tambor Ku, haciendo que la sangre subiera a mi rostro tan abruptamente que no pude disimular. —Porque Liu Xin diría algo como eso en un momento así...
Subí las manos ocultando mi rostro y caminé rápidamente evitando su mirada e incluso su respuesta; que, gracias a los cielos, no dio reacción hasta que estaba lo suficientemente lejos para evadir su mirada y controlar este torpe corazón.
Frené el paso cuando le escuché llamarme por quinta vez y su suave risa se había aclamado, aun con las palabras de reprimenda en el borde de la lengua, no pude evitar sonreír y girarme a verle con un rostro complicado incluso para mí. Él caminaba recto hacia mi persona, con ambas manos a su espalda y la mirada socarrona en su cara cantaba victoria de una guerra que jamás avecinó disputa. Ya a dos pasos de mí extendiendo su mano, sus finos dedos y su gruesa piel mostraban cuantas batallas habían pasado, por aquellas, le miré por unos segundos antes de tomarla, solo posando mis dedos suavemente, ni siquiera un agarre de manos casual; él simplemente mantenía su palma en el aire y yo reposaba mis dedos en ella como si estos estuviesen cansados de un arduo trabajo.
Caminamos por un largo rato, me guio fuera, a los jardines del palacio, aquella zona en donde solo yo y mis más cercanos teníamos permiso de estar, aquella zona que el ser frente a mí, había construido con sus propias manos en la añoranza de mantener vivo los recuerdos de un pasado, aun cuando causa un desgarrador dolor en su corazón. —Este lugar... es realmente hermoso, quisiera decir que es igual a mi antigua habitación, pero osaría de mentir, es incluso más hermoso.
Dije casualmente tocando uno de los pequeños lotos que volaban cual linternas de energía. Y es que nadie creería que en este momento estamos en el inframundo y mucho menos en el palacio del rey demonio. Nadie podría creerlo viendo lo pacífico y mágico de este lugar. —Intenté hacerlo lo más parecido al jardín de su alteza, pero para cuando tuve el poder de crearlo, ya habían pasado demasiados años y mi memoria estaba algo maltrecha.
Menciono suavemente mientras miraba alrededor con ojos llenos de melancolía. Y fue ese pequeño destello que vi apagarse en sus ojos, que hizo que mi mente volviese a actuar precipitadamente frente a las circunstancias. Y tomé su mano fuertemente en un acto reflejo haciendo que me mirara sorprendido. Aun con ello, como si no fuera suficiente, mi boca volvió a traicionar mi cordura y mi dignidad. —No necesito que sea igual, solo contigo a mi lado es suficiente para que sea mi hogar.
Las pupilas de mis ojos se dilataron al darme cuenta de lo que había dicho, pero mi cuerpo se rehusaba a responder y no me moví ni un solo paso de aquel lugar, aun cuando su mirada de sorpresa se posaba fijamente en mis ojos y una sonrisa cálida comenzó a surcar sus finos labios pálidos. —Si es de esa forma en que su alteza se siente, entonces este general no tiene nada que decir.
Sentí como entrelazó sus dedos con los míos, miré mi mano al sentir el acto y cuando levante a su mirada, aunque se podía distinguir claramente la sonrisa en su rostro, también se notaba como difícilmente intentaba ocultarla. No sé por qué no aparte mi mano, ni salí corriendo, siendo que mi cara quemaba de vergüenza; solo me quedé allí, mirando a escondidas la sonrisa cada vez más notoria en Liu Xin y sintiendo como una calidez abrazadora envolvía mí corazón.
Fue así como nos mantuvimos hasta que Liu Xin me dejó en las puertas de mi recámara, con una sonrisa en su rostro y sus ojos brillantes llenos de una promesa cautiva en sus labios, una que espera pacientemente por mí y mi corazón.
Caída del imperio celestial
Recuerdo claramente los gritos de victoria, las espadas y armas enemigas que caen al suelo en son de redención y tregua. El emperador Jade había caído, destruyendo su propia alma y aunque por fuera nadie se diera cuenta, el hecho de que el emperador se dio a morir en medio de la batalla, era un hecho inaceptable para mí. Pero uno que no podía refutar luego de la verdad dicha dentro del salón celestial.
Caminé unos cuantos pasos para recoger el núcleo de vida que había caído del emperador, aquella pequeña luz que se aferraba fuertemente a la vida mientras todo su ser se había esfumado. La sostuve fuertemente en mis manos presentando el respeto correspondiente luego de una batalla. Pero el dolor punzante en mi espalda me congeló instantáneamente, sentí como el filo de la espada atravesaba mi interior cortando lentamente cada órgano que se cruzaba en su paso hasta salir por la pared frente a ella, mi piel estaba totalmente abierta al paso de su filo y el dolor era un picor suave que en unos segundos volvió oscuro todo a mi alrededor.
Cuando desperté Chou Tai estaba parado frente a mi cama, con una mirada ennegrecida que se dirigía directamente a mis ojos. Tae Min miraba concentrado mi pecho mientras cocía mi herida con rapidez y Xiang Xi salía y entraba de la habitación cargando cuencos seguramente con agua para tratarme. No podía hablar y por más que pudiese, sabía que no era el momento de decir nada, La mirada de Chou Tai era una simple advertencia de mi descuido en el campo de batalla. Miré hacia el techo en resignación, pero la furiosa voz por fin se hizo presente solo para alarmar mis ansias. —Fue la emperatriz Fu.
Tanto yo como Tae Min le miramos, realmente me sorprendía las agallas de aquella mujer, sobre todo luego de saber la verdad sobre Xuě Tiān. Negué levemente e intenté respirar hondo, pero una punzada fuerte y la mirada de regaño de Tae Min me dio a entender que no podía moverme. Y nuevamente la voz furiosa de Chou Tài salió a luz. —Está custodiada en el calabazo de Hēiyù, nadie en los cielos abogó por ella. El paradero del príncipe heredero no es claro, muchos dicen que murió en la batalla y otras tantos dicen que lo secuestró Déwēi..., del cual no tenemos menor idea donde está.
Sabía la verdad, pero hablar ahora era una conmoción demasiado grande para los tres reinos, a pesar de lo que dijo el emperador Jade, no tengo más palabra, mis planes están frenados hasta saber completamente la verdad. Cerré los ojos en la espera de Tae Min terminara rápido, mi cabeza retumbaba y mi cuerpo estaba adolorido, quería dormir, dormir como de hace tanto no lo había hecho, fue entonces que recordé. —¡Su Alteza!
Intenté moverme rápidamente, pero Chou Tai golpeó fuertemente su puño contra la pared. —Muévete una vez más y pararé el tiempo junto contigo por todo un año.
Lo miré entre molesto y anonadado, Chou Tai estaba en realidad furioso y yo en realidad cansado, así que solo asentí. —Él está bien, los jóvenes dioses y Lu Xiao están encargándose de él y si realmente estás tan preocupado, puedo ir a ver cómo va, a estas alturas, debe estar despierto.
No dije nada, intentaba lentamente procesar la situación, pero una mirada entre Tae Min y Chou Tai, fue suficiente para entender que algo andaba mal y que Tae Min sería el encargado de darme las noticias. Por lo cual solo asentí para que fuera. —Volveré pronto, intenta levantarte de aquí y te congelaré una década Liu Huo.
Sonreí ante sus palabras y vi como lentamente salía de la habitación, miró una vez más antes de cerrar la puerta con un gran pesar en su mirada. Miré a Tae Min y la seriedad en sus ojos me advirtieron de su noticia. —Estás muriendo Liu Huo.
Miró a Tae Min seriamente sin procesar aquellas palabras, no era una broma, su mirada calaba hasta en lo más profundo. —Estás muriendo y lo estás haciendo demasiado rápido, a este paso...
Quitó su mano de mí y me senté aun con sus quejas y su expresión severa. —¿A qué te refieres? Esto es solo una herida superficial...
—¡Rey Liu!... sabes muy bien a lo que me refiero.
Metió su mano a la manga de su túnica y dejó en su palma descubierta tres pequeñas píldoras azules. —Vamos, no puede ser tan malo, siento mi energía resentida correr correctamente dentro de mí y mi núcleo esta...
Mi cuerpo completo se congeló cuando intenté sentir mi núcleo y no había signos de él, como si jamás hubiese existido dentro de mí. —Has consumido por completo tu núcleo, no sé cómo sigues con vida aún, por la gravedad de tus heridas y el hecho de que tu cuerpo ya no se regenera, quiere decir que aún antes de que la emperatriz Fu te apuñalara, ya habías perdido por completo tu núcleo de cultivo.
Quería refutar o simplemente callarlo, pero me mantuve demasiado ocupado intentando convencerme a mí mismo que esto no era real y que mi núcleo seguía en alguna parte dentro de mí. Tenía que estar, sentía mi fuerza correr por mis venas y mi energía resentida aún está intacta. No había forma de que conservara mi energía si mi núcleo se había esfumado. —¿Cómo es posible que mi energía siga intacta?
Fue lo único que mi mente me permitió preguntar, pero la negación de Tae Min me dejó mudo nuevamente. —No lo sé, tampoco sé cómo es que estás vivo, tu organismo está muy lastimado, no atravesó órganos vitales, pero aun así has perdido demasiada sangre y sin un núcleo que equilibre tu energía...
Apoyé mi mano en mi pecho, sintiendo como la bruma de energía se arremolinaba dentro de mí, como un monstruo sediento de sangre. —Me consumirá mi propia energía... ¿Cuánto me queda?
Tae Min negó y me tendió las pastillas nuevamente. —No lo sé con certeza, pero si no encuentro la forma de parar o estabilizar tu núcleo... a lo mucho serán tres años.
—Tres años...
Dije levemente en un susurro, miré la pastilla en mi mano y le miré fijamente luego de unos segundos. —¿Cuánto puedo retrasar los avances, tomando esto?, ¿y en cuánto tiempo empezaré a notar los cambios?
Él volvió a negar con suavidad mientras bajó sus brazos en resignación. —Rey Liu, lo siento, pero no creo que esto lo retrase por mucho, a lo sumo le dará un año más de aquellos tres; pero realmente no es nada seguro.
Suspiré e intenté acomodarme lo mejor que pude en la cama, el dolor en mi cuerpo empezaba a ser cada vez más notorio e insoportable. —Entiendo... eso significa que los cambios serán prematuros...
—Sí y por desgracia que ya no te regreses, es señal de que ya empezaron a dar presencia, de ahora en más, tu cuerpo volverá a ser el de un mortal, la energía resentida de su cuerpo le irá comiendo poco a poco, causando un dolor insoportable hasta que ya no quede nada... ni siquiera su alma.
Una fuerte punzada cruzó desde mi espalda a mi pecho y sentí como si todo dentro de mí se cortara. La sangre subió por mi garganta y por más que intenté retenerla, salió esparcida por mi boca. —¡Rey Liu!
Lo aparté con mi mano y tomé el paño que reposaba en el cuenco de agua para limpiar los restos de sangre en mí. —Estoy bien.
Lo miré fijamente y agarré el borde de su manga apretándolo con todas las fuerzas que me quedaban. —Busca una cura, o algo que me dé tiempo suficiente para estabilizar los tres imperios, nada puede pasarme hasta que no pueda darle el poder total a su Alteza, ¿entendiste?
—Sí majestad, haré todo lo posible para encontrar una cura o algo que logre retrasar los efectos de las esporas en su cuerpo; pero necesito que hasta que tenga algo, usted no se exponga a ningún tipo de peligro.
Se inclinó levemente mirando hacia el suelo, entendía la situación, entendía lo que decía, pero no podía prometer algo que sabía que no cumpliría. —Sabes que no puedo prometerlo, mi existencia solo depende del bienestar de su Alteza, no importa mi estado, si su Alteza corre peligro, nada evitará que lo proteja, incluso si pierdo mi vida... mi ser, le pertenece a él.
Tae Min no dijo nada, solo bajó la cabeza y suspiró. Sabía que en el fondo lo entendía, él también tiene una esposa a la cual ama con su vida y una hija que protege como su más preciado tesoro. Caminó en silencio vaciando el cuenco llenándolo nuevamente y siguió tratando mis heridas con calma. —Entiendo...
Susurró luego de un largo tiempo en silencio, fue un leve susurro, más para él que para mí, y ni siquiera se molestó en levantar la mirada de mi pecho. —Terminaré lo más rápido que pueda. Lo más seguro, es que su Alteza Xue Tian, desee verle una vez que esté totalmente consciente.
—Chou Tai fue con él, está realmente molesto, espero que no habrá la boca demás...
—Chou laozu solo está preocupado, él y el general Lu, aprecian mucho a su majestad, yo solo soy un conocido externo, pero respeto y admiro a su majestad, ha sido el soberano más grande de DiYu, y ante la situación me siento agraviado, incluso molesto, entonces no puedo siquiera pensar en cómo se sienten ellos, quienes lo consideran como un preciado amigo.
No dije nada, guardé silencio ante aquellas palabras, no tenía cómo contestar a ello, no cuando actuaría de la misma forma si estuviese en su lugar. —Lo sé...
Tae Min sonrió levemente y me tendió una pequeña taza con un líquido verdoso. —Son calmantes, le mantendrán estable y le permitirán moverse un poco; por favor, no se exceda con ello, esto es solo para que su Alteza no se preocupe demasiado cuando venga a verle, luego, tiene que guardar reposo o los dolores realmente le harán perder la cordura.
—Está bien, entiendo, no actuaré precipitadamente, ahora puedes irte, intentaré dormir un poco... su Alteza debe estar re conmemorando viejos tiempos con sus preciados amigos, en este momento.
Me recosté lentamente mientras Tae Min cerraba las cortinas con rapidez y recogía los utensilios utilizados. —Asegúrate de que nadie venga a molestarme en un rato, realmente necesito dormir.
—Bien, me retiro.
Sentí sus suaves pasos hasta la puerta y cómo está se abrió suavemente. Luego de que se fue todo quedó en silencio, un silencio perturbador. Cerré mis ojos e intenté pensar en todo lo que estaba pasando y cómo llevaría a cabo proteger a su Alteza en tan poco tiempo. Las dudas en mi mente se aglomeraban y a pesar de que solo habían pasado algunos minutos, la cabeza ya había empezado a dolerme con fuerza. Sentí la puerta abrir con suavidad y la ira empezó a dominar mi lengua. —¡Acaso no acabo de decir que no quiero ver a nadie!
«Suspiro hondo» me senté lentamente intentando no abrir la herida y estaba a punto de correr la cortina cuando escuché la voz de Lu Xiao. —Lo sé, Tae Min me lo informó, pero quería ver con mis ojos cómo estaba su majestad, además...
Me quedé totalmente quieto, sabía que, si me levantaba en ese momento, Lu Xiao no escatimaría en dejarme totalmente inmóvil. —Lu Xiao...
—Creo que la visita de cierta persona realmente es gratificante para su majestad.
Aquellas palabras atentaron totalmente contra mi curiosidad y mis ansias. Abrí lentamente la cortina y lo vi, estaba parado rectamente al lado de Lu Xiao, sus mejillas estaban sonrosadas y tenía una pequeña sonrisa que intentaba ocultar con todas sus fuerzas; pero lo que más me deslumbró, fue el brillo feroz en sus ojos.
Estaba vivo, vivo y despierto frente a mí. Mi corazón latió con tanta fuerza que creí que saldría de mi pecho y no supe cuándo mi cuerpo reaccionó, cuando me di cuenta, ya me encontraba rodeando con mis brazos aquel frágil cuerpo. Estaba cálido, y su respiración golpeaba entre mi cuello mientras intentaba corresponder a mis con sus con sus pequeños brazos rodeando mi cuello. Sentí las leves pisadas y la puerta cerrarse dándome a entender que estábamos a solas y ante la pérdida de mi mente entre el calor del cuerpo ajeno y la felicidad, una suave voz que jamás creí volver a escuchar se hizo presente endulzando mis oídos. — Liu Xin... volví a casa.
Las lágrimas salieron de mis ojos, pero no dije nada, le cargué lentamente hasta mi cama, le acosté y me recosté sobre él apoyando mi cabeza en su pecho, él no negó ni objetó a ninguno de mis actos. No había nada impuro en ellos, solo quería escuchar aquel fuerte latido dentro de él y asegurarme de que no fuese un vil sueño otra vez y luego de unos minutos, me senté mirándole fijamente. —Sí, su Alteza volvió... volvió a mí.
Su Alteza sonrió, aquella sonrisa que jamás creí que me dedicaría a mí, aquella donde sus ojos se pierden en una fina línea en forma de media luna y asintió suavemente aun cuando el calor de mis palabras coloreaba la blanca piel de sus mejillas. —¡Liu Xin!
Y ante mi ensimismamiento, un pequeño sobre salto de su parte me hizo despertar. —¿Pasa algo su Alteza?, ¿Le duele algo?
Lo agarré firmemente moviéndole para todos lados con delicadeza, en busca de algún problema, pero él golpeó mis manos con suavidad y me jaló a la cama haciéndome caer sobre él. Se salió de bajo mío rápidamente, pero objetó a cada intento que hice por levantarme; realmente no entendía nada hasta que sus ojos cristalinos estallaron en lágrimas y sus pequeñas y finas manos reposaron en mi pecho. —¡Mira cómo estás! Cómo pudiste pararte así e incluso cargarme...
Se levantó rápidamente de la cama y corrió a buscar un vendaje que había sobre el mueble, lo trajo a mí y lentamente limpió los restos de sangre que salían de mi pecho por el ajetreo de hace unos segundos. Puse una de mis manos entre las suyas para detener el acto y con la otra limpié suavemente las lágrimas que corrían delicadamente por su mejilla. —Estoy bien su Alteza, esto no es nada... ya no soy tan débil como antes...
Él me miró y negó suavemente mientras acunaba su cara entre mi mano y cerraba los ojos con lentitud. —Nunca has sido débil, y no importa lo que seas ahora, aún te puedes lastimar y por más fuerte que seas, aún duele y aún sangras... Así que, por favor, no me dejes verte en este estado, mi corazón duele, igual que en aquellos años...
Sonreí ante la ternura de sus palabras y le abracé suavemente atrayéndole a mí, su cabeza quedó recostada en mi pecho mientras acariciaba sus cabellos. —Estoy bien su Alteza, estamos bien ahora, nada hará que nos separemos... lo prometo.
Sentí cómo sus manos apretaron mi ropa y cómo lentamente su respiración se hacía cada vez más pesada hasta que cayó en un apacible sueño aferrándose a mí. No tardé mucho más en seguir su paso, aquella noche nos dejamos caer ante la calidez del reencuentro, ni él ni yo nos dispusimos a soltarnos en toda la noche, tal como aquel día cuando solo era un guardia codiciando el corazón de su Alteza. Pero esta vez no tenía planes de dejarle, no más. Y aunque sabía que de alguna forma le estaba mintiendo, aquella noche deseé con todas mis fuerzas que el destino me dejase estar a su lado por siempre.
Y esta vez, aun si mi tiempo es limitado, me dedicaría a retribuir todo lo que en el pasado nos había privado. Porque durante mil largos años, había conservado intacto aquel amor que no pude entregar. Porque durante mil largos años, le había amado en la lejanía, en las sombras y en soledad, pero ahora, ahora lo tenía de vuelta y, me encargaría de hacer su vida feliz, llena de recuerdos brillantes y, de él, el ser más poderoso y digno de los tres reinos, de aquella forma, aun si ya no estoy en su vida, podré asegurarme de que nada le pase y que solo haya luz a su alrededor.
«Toc, toc... Toc, toc.» El golpeteo suave y pausado en la puerta era el recordatorio diario de que ya había amanecido, pero por extraño que sea, el frío de la mañana estaba haciendo complicada la tarea de levantar mi cuerpo del calor entre las sábanas, la somnolencia y la suavidad de la tela que rodeaba mi cuerpo, no me di cuenta cuando había entrado Li Song a mi habitación. —Alteza, ¿vas a quedarte aun en la cama? Ya es pasado de medio día, falta muy poco para el almuerzo.
Mis ojos se abrieron en demasía al escuchar aquellas palabras y mi cuerpo reaccionó con brusquedad sentándome en la cama. —¿Medio día? ¿Por qué no me despertaron antes? ¡Li Song! Pásame mi ropa, tengo que vestirme, no he ayudado para nada, se supone que iría con Chou gongzu a recorrer la ciudad hoy en la mañana y luego con Yáng Měi al reino del sur para presentar los términos patrimoniales.
Me vestí rápidamente mientras negaba con angustia y nerviosismo, e ideaba una forma de disculparme, no entendía por qué justo hoy Li Song me había dejado dormir tanto y mucho menos cómo es que dormí tanto, de hacía meses que no lograba dormir más de dos horas y justo tenía que ser hoy. Sentí unas manos cálidas en mi cabeza y me detuve mirando a Li Song frente a mí que sonreía tranquilamente. —¡Alteza! Calma, no tienes que apresurarte, Chou Tai fue con Yáng Měi por el tratado esta mañana, Tae Min tenía que llevarlo temprano a la corte celestial por lo que ayer a última hora mandó una nota pidiendo ir lo antes posible. Fue Liú Huó que me dijo que le dejara descansar, porque no había dormido nada en la noche.
Lo miré en silencio mientras asentía y procesaba sus palabras, pero en cuanto la información de Liu Xin llegó a mis oídos, no pude evitar que el calor cubriera mis mejillas y terminé ocultando mi cara entre mis manos mientras en susurro aclaraba el malentendido que solo se había generado en mi cabeza. —Solo nos encontramos en la sala de oraciones, y hablamos un rato, no pasó nada más...
—Mm, nunca dije que había pasado algo, Liu Huó solo dijo que te vio desvelarte, ni siquiera mencionó que pasaron juntos la noche.
Li Song había cambiado su mirada seria a una sonrisa pícara que revelaba mis vergonzosos pensamientos y mis descarados sentimientos. —¡Li Song! ¡Cállate!
Agarré el pequeño almohadón en mi cama y se lo lancé a Li Song que reía descaradamente mientras lo esquivaba. Me dejé caer en la cama y no pude evitar reír de mí mismo mientras cubría mi cara con mis manos. Sentí el peso del cuerpo de Li Song hundía la cama y abrí mis dedos dejando ver mis ojos y fijándolos en el cuerpo al lado mío que me miraba sonriente. —No tiene que avergonzarse de lo que siente Alteza, después de todo eres correspondido, deberías solo ir a por todo y ser feliz, es lo que todos queremos para usted.
Li Song acarició mi frente y se levantó retirándose de la habitación. —Le esperaré abajo, no demores, la comida no tarda en estar.
Asentí sonriendo y me quedé totalmente quieto mirando cómo la puerta se cerraba y envolvía la habitación en un silencio sublime; suspiré hondo, miré la luz que se colaba entre las cortinas y me encaminé al balcón mirando la imponente ciudad infernal. —Tan ruidosa...
Sonreí cálidamente al paisaje; tan diferente a WūYā, pero se sentía tan cálido y reconfortante con todos allí. Mi mirada bajó posándose en el jardín sur frente a mí. Y ahí estaba la razón de que mi corazón latiera, de mi existencia misma. Tan calmado, su piel es mucho más pálida que cuando éramos jóvenes y sus ojos negros ahora son tan rojos como la sangre, y es mucho más alto de lo que recuerdo. Lo que para él fueron mil años, para mí fue solo un largo sueño; y aunque a veces intento pensar en la soledad de los años que tuvo que pasar Liu Xin, no logro comprender realmente su motivación para ello. Todos afirman que es por mí, que todo esto es por mí, pero ¿Cómo puedo siquiera pensar en atribuirme tal mérito? Son sus grandes méritos, sus logros y sus batallas, cuantas pérdidas, cuantas cicatrices adornarán su cuerpo hoy para ser quien es, ¿Cómo osar, solo pensar en ser la razón? ¿Nuestro amor?, aquel beso aquella vez, no fue más que una despedida, un acto de compasión por un débil e incompetente ser. —Yo no me atrevo...
Sin darme cuenta lo perdido que estaba en mis pensamientos, una penetrante mirada se posaba en mí, para cuando nuestras miradas se encontraron fijamente él ya me sonreía con calidez, inclinando levemente la cabeza me hizo una seña para que bajase. El calor pintó mi cara, podría jurar que estaba tan rojo como un tomate y por más que quería correr y esconderme bajo la cama, solo asentí tímidamente e hice lo que pidió, como si una cuerda invisible tirara de mi cuerpo hacia él.
Existo para ti y por ti.
El frío invernal abrazaba todo DíYú, y a pesar de ya no sentir de la misma forma, aún podía diferenciar el brusco cambio de temperatura en mi piel y eso solo era indicio de que mi cuerpo va mermando cada vez más rápido. Miré mi mano y la tonalidad azulada que mostraba mi cada vez más pálida piel, era signo de que ni siquiera las píldoras estaban cumpliendo su labor. —A este paso, no serán siquiera tres años...
Apreté los puños fuertemente y salí de mi estudio dirigiéndome al jardín sur,» tal vez con un poco de suerte, lo pueda ver asomarse por la ventana». Reí ante mis pensamientos y negué levemente sentándome bajo el durazno que mantenía sus ramas cubiertas de la blanquecina nieve; abrí los registros que Tae Min me había mandado de mi estado y por más que mirase no lograba entender nada, entre la frustración y mis caóticos pensamientos, sentí una mirada pegada a mí, levanté la vista y allí estaba, con sus brazos en la barandilla y su cabeza recostada en ellas mirándome fijamente sin siquiera pestañear, su mirada era intensa y quemaba como fuego, sabía que estaba perdido en sus pensamientos, pero no pude evitar sonreír ante la complejidad de la misma, y no fue mucho después que se dio cuenta de ello y se levantó rápidamente. Aún a la distancia podía distinguir el color de su cara, estaba tan roja que no pude evitar sonreír con más fuerza, él no se escondió, se quedó congelado en el mismo lugar bajando su cabeza, pero aun así no dejó de mirarme. Le hice una pequeña seña con la mano para que bajase y él simplemente asintió con timidez, pero antes de entrar, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios color cerezas.
No tardó mucho en llegar a mí, no solía usar el pétalo que le di, decía siempre que no sabía cómo utilizarlo y terminaba en lugares que no conocía, por lo que prefería caminar, pero dudaba que lo haya hecho en este momento, fue demasiado rápido. —Su Alteza, ¿pudo descansar bien?
Sus mejillas se colorearon aún más y desvió levemente la mirada asintiendo. —Eh... sí, yo dormí demasiado...
No pude evitar reír, él me miró con sus labios arrugados y su entrecejo fruncido, por lo que solo levanté mis manos en señal de rendición. —Lo siento, pero realmente me alegra escucharlo, últimamente nos encontramos cada noche y luego es uno de los primeros en despertar. ¿Para su Alteza, es muy difícil acostumbrarse aquí? Si a su alteza no le gusta aquí, puedo arreglar un establecimiento cerca de BáiYù, me encantaría decirle que puedo arreglarle una estadía en los cielos, pero creo que eso no es para nada prudente de mi parte.
La suave risa de su Alteza se hizo presente, cuando le miré a los ojos, estaba esa mirada cálida y pura que solo me dedica en extrañas ocasiones, pero que derriten todo mi ser. —Si su Alteza me mira de esa manera, creo que puedo conseguir estadía más allá del cielo si lo pidiese...
Cubrió su cara con sus manos y caminó lentamente a mí lado, tirando suavemente la manga de mi túnica con la punta de sus dedos; aún sin mirarme, con la cabeza hacia abajo, susurró. —Liu Xin está aquí, entonces yo pertenezco aquí.
Sentí mi corazón detener ante aquellas palabras, él subió la mirada posando sus ojos en los míos y con una leve sonrisa habló un poco más claro. —Aún... es todo confuso, extraño y me causa temor... pero Liu Xin, sabe que este intento de príncipe, siempre fue un cobarde.
—Alteza, usted...
La mano de su Alteza se posó en mis labios evitando claramente que hablara, por lo que solo asentí. —Si lo fui, yo fallé como heredero al trono, le fallé a mi gente, a mis padres y a ti... pero no es de lo que quiero hablar ahora...
Negue en espera de sus palabras, él retiró lentamente su mano de mi boca y bajó la mirada mientras jugueteaba con sus dedos en muestra de nerviosismo. —Yo... ¿Por qué Liu Xin no me dejó ir? ¿Por qué esperaste tanto por mí?
Sus ojos se fijaron en los míos, pero al no ver respuesta, aquellos lentamente se cristalizaron y su mirada empezó a bajar intentando centrarla en lo que fuese. Posé mis dedos en su mentón deteniendo su cabeza y atrayendo su mirada, levanté lentamente su barbilla y le miré fijamente a los ojos. Aquellos ojos estaban llenos de dudas, miedo y esperanza. Lo entendía, yo simplemente lo entendía. Sonreí levemente y me incliné con rapidez para besar con suavidad sus labios mientras con mi otra mano lo atraía a con firmeza rodeando su cintura.
Él no se resistió, abrió con fuerza y nerviosismo sus ojos antes de dejarse llevar por el cálido momento y terminar cerrando suavemente mientras sujetaba con fuerzas mis túnicas.
Fue hasta que el aire faltó que ninguno de los dos hizo el intento de separar nuestros labios, el sonido lascivo que se produjo al separarnos solo hizo que su Alteza se sonrojase más, pero aún con aquel nerviosismo y timidez, no se soltó de mí, sus manos estaban empuñadas sosteniendo la tela de mis túnicas mientras las mías reposaban atrevidamente en su cintura atrayéndolo cada vez más a mí. —Alteza...
Un pequeño sobresalto y mi llamado hizo que levantara la mirada, sus mejillas estaban rojas y sus ojos cristalinos, pero el temor que vi ante aquellas preguntas, había desaparecido totalmente. Aun así, sabía que eso no bastaría y tenía que responder, no quería malentendidos, no luego de tanto tiempo.
Guíe una de mis manos a su mejilla y acaricié suavemente mientras él se dejaba llevar en un acto somnoliento, recostando su mejilla en mi palma. —Su Alteza...
—¿sí?
Sonreí, negué con suavidad ante su comportamiento mimoso, no sé cuánto tiempo había anhelado e imaginado esta situación, pero jamás se compararía, está justo frente a mí, su piel cálida y sus ojos brillosos me miran con ternura y amor, nada se podría comparar. —¿Cómo podría dejarle ir?
Él me miró confuso, pero la curvatura de sus labios jamás abandonó su mirada, sus ojos llenos de ansias esperando mi respuesta. Respiré hondo recordando todo, el dolor y la soledad, todo para tenerlo justo aquí, justo así, y por fin poder decirle lo que debí decir hace mil años. —Alteza, este servidor merece la muerte mil veces para pagar todo lo que le hizo... desde que tengo memoria mi corazón solo latió de esta forma cuando le conocí, pero los malentendidos y la inmadurez fueron los jueces de mis actos mil años atrás; y cuando me di cuenta de mi error, tuve que clavar un puñal en su pecho para complacer el capricho de un pueblo codicioso.
Los ojos de su Alteza se llenaron de cristalinas lágrimas que no privaron en caer por aquellas níveas mejillas. —Los dos tuvimos la culpa de aquellos malentendidos, yo...
Picoteé sus labios con los míos en busca de callarlo y calmar sus lágrimas que rompían cada vez un poco más mi maltrecho corazón. —Su Alteza, yo era un simple guardia en aquel momento y usted era el futuro sol de la nación, de cualquier forma que lo vea, no fui más que un ser impertinente e irracional. Yo jamás le odié su Alteza, ni por un momento... creí hacerlo, realmente lo creí, hasta aquel día donde la fiebre lo consumía y aún con ello salió delante del pueblo y brilló como la estrella más ferviente del cielo, no había duda después de aquello, pero el orgullo de este inepto, llevó a la ruina lo que ni siquiera comenzó.
—No fue tu culpa Liu...
—Si lo fue Alteza, y si vuelve a interrumpirme, le volveré a besar hasta que no quede aire en sus pulmones.
La cara de su Alteza se enrojeció completamente y bajó su mirada sonriendo muy levemente. —Alteza...
Levantó su mirada torpemente relajando sus facciones, acaricié su mejilla y acomodé un mechón de su cabello tras su oreja. —Esto debí decirlo hace mil años, pero es solo en este momento que tengo realmente el valor para hacerlo...
Me acerqué descaradamente a sus labios, casi rozándolos. Le miré fijamente mientras sentía su aliento chocar en mi boca y sus pupilas temblar en nerviosismo ante mis actos, apoyé ambas manos en su cintura y lo jalé con fuerza a mí, mientras susurré sin siquiera pestañear — Te amo Xuě Tiān... Te amo tanto que mi sola existencia es por tu causa, te amó tanto que no me importaría esperar mil años más, si es por estar un segundo así, junto a ti.
Cerré lentamente los ojos mientras junté nuestros labios, terminaron de sellarse, su corazón retumbaba tan fuerte que podía incluso sentirlo en mi pecho, y aunque no reaccionó hasta segundos después, la sonrisa que surcó sus labios, derritió mi alma aun cuando no podía verle. Sus brazos rodearon mi cuello con fuerza y ante el acto, enderecé lentamente mi espalda elevando sus pies del suelo, haciendo que se apegue completamente a mí. Y aun cuando el aire empezaba a faltar, ninguna mostraba verdaderas ganas de querer separarnos y es que después de mil años, por fin me sentí realmente vivo.
Su Alteza abrió lentamente sus ojos mientras intentaba recuperar la respiración, habíamos cortado el beso hace unos segundos, pero aún se encontraba entre mis brazos, me había sentado en una de las bancas, por lo que sus piernas rodeaban mi cintura a cada lado y su cabeza se apegaba a la mía mientras una sonrisa brillante decoraba su perfecta mirada y sin que ni siquiera lo esperara, un leve susurro entrecortado, llegó explotando toda emoción en mi pecho y mi corazón. —Yo también te amo... Liu Xin
Su voz y la suave risa luego de aquellas palabras, se colaron por mis oídos y se estallaron directamente en mi pecho, provocando que finas gotas saladas salieran de mis ojos. Luego de mil años, por fin te tengo aquí Xuě Tiān. —Me gusta que tú digas mi nombre, Liu Xin... ¿Puedes llamarme así desde ahora?
—Mm, si es lo que su Alteza desea.
—Mm, lo deseo... Liu Xin...
—¿Sí?
—Gracias... gracias por esperar por mí.
—No, su Alteza no tiene nada que agradecer, es este ser quien le debe toda su felicidad, su Alteza, por favor, permítame amarlo por el resto de mi vida... permítame ser completamente suyo Xuě Tiān.
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