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Más Allá Del Altar.

Prologa

"Maite, ¡detente! Debes regresar a la iglesia."

Escucho a papá gritarme desde la entrada de la iglesia mientras camino apresurada por el jardín. Necesito salir de aquí.

Me siento atrapada en medio de la nada. Puedo oír los sonidos a mi alrededor, pero es como si no estuviera realmente allí. Las lágrimas corren por mis mejillas, mis manos tiemblan, y un nudo en la garganta me ahoga. De repente, el toque de una mano en mi brazo me obliga a detenerme.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué saliste corriendo así? ¡Estás a minutos de casarte! —escucho la voz de mi mamá. No puedo responder. Lo único que hago es mirarla. Esos ojos verdes, esa sonrisa… Y no puedo evitar reírme de mí misma. Qué ilusa fui. Creí que ellos me amaban. Consideré que ella me podría amar. Pero hoy me doy cuenta de que he estado viviendo rodeada de mentiras.

Mis pensamientos se desvanecen cuando siento un ardor en la mejilla.

Papá me ha dado una bofetada. Lo miro directamente a los ojos y, después de tanto tiempo, vuelvo a ver esa expresión de furia en su rostro.

—Vuelve ya mismo a la habitación. En menos de quince minutos te casas, y no nos harás pasar el ridículo con tus tonterías.

Una sonrisa amarga se forma en mis labios. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Por qué no vi quiénes eran realmente? ¿Dónde están mis padres, los que me llenaban de besos cuando llegaba del colegio? ¿Dónde está mi madre, la que me prometió estar siempre a mi lado? ¿Dónde está el amor que juraron darme?

Respiro profundo, tan profundo como puedo, y finalmente hablo:

—Quiero que lean esto, y luego me digan si realmente vale la pena que entre a esa iglesia y me case con él.

Les entrego la carta. Mamá y papá la leen en silencio. A medida que avanzan por las líneas, sus rostros cambian de expresión: asombro, arrepentimiento, y finalmente algo que no puedo identificar.

Papá levanta la mirada hacia mí, mientras mamá sigue leyendo.

—Maite, hija, sé que esto se ve mal, pero no es lo que parece. Solo entra y cásate con él. Es tu deber como primogénita de la familia. No te arrepentirás.

Sus palabras, llenas de cinismo, me llenan de ira.

—¿Casarme? No lo haré. Ustedes destruyeron mi sueño de estudiar en el extranjero, arruinaron mi relación con Alex y ahora quieren que actúe como si nada. Sabían que me casaría con él solo porque me juraron que estábamos en la quiebra y que este era el último deseo de la abuela. Sabían cuánto la amaba y que haría cualquier cosa por cumplir ese deseo. Pero no puedo creer que, para lograr sus objetivos de aumentar la fortuna, decidieran destruir mi vida.

Limpio las lágrimas de mi rostro, levanto la mirada y les dedico una última sonrisa.

—No me casaré. Así que entren y díganles a los invitados que la boda se cancela. Yo voy a cumplir mis sueños.

Sin esperar una respuesta, salgo corriendo hacia el estacionamiento. Allí está Loren, mi mejor amiga.

Subo al coche en silencio y escucho el sonido del motor al arrancar. Entonces, ella rompe el silencio.

—Estoy aquí para ti, amiga. Este es tu momento, y sé que estás lista para empezar una nueva vida.

La miro y le devuelvo una sonrisa. Loren ha sido la única persona leal a mí. Ha sido mi compañera, mi amiga, y, sobre todo, mi hermana.

—Lo haré —susurro con determinación—. Hoy muere la joven mimada de la familia Villarreal.

...****************...

Espero que disfruten esta historia, una que estoy segura les hará sentir una montaña de emociones.

Me encantaría leer sus comentarios y contar con su apoyo siguiéndome, ¡así podré seguir avanzando y compartiendo más con ustedes.

besitos y nos vemos pronto. 🦋

La carta

Para Maite:

Sé que no quieres saber nada de mí, y lo entiendo. Traicioné tu amor y tiré a la basura tres años de relación. Sé que no tengo perdón, pero aun así, quiero que sepas la verdad detrás de nuestra ruptura.

No voy a mentir, sería inútil no admitir mi error a estas alturas. Solo te pido que leas esta carta hasta el final y conozcas toda la verdad, aunque sé que ni siquiera esto será suficiente para redimirme.

Todo comenzó cinco meses antes de aquella tarde. Recuerdo que un día tus padres llegaron a mi puerta y me pidieron que terminara nuestra relación. En ese momento, me pareció absurdo, y los eché de inmediato. Pensé que estaban exagerando, que solo querían interferir en nuestra vida, y lo más difícil fue que nunca supe que esa solicitud venía acompañada de algo mucho más profundo. Con el tiempo, creí que se habrían resignado a nuestra decisión, pero algo había quedado en el aire, una tensión que nunca se disipó.

Poco después, tú y yo tuvimos una pelea muy fuerte por tu sueño de estudiar en el extranjero. Mi rabia fue tanta que salí con mis amigos a una discoteca, buscando distraerme, a no pensar. Fue ahí donde la conocí. Al principio, no pasó nada, ni una conversación profunda, pero luego comenzó a aparecer constantemente en mi vida, y fue en una de esas ocasiones, una noche que no debí permitir, cuando ocurrió lo que no debía pasar. Fue entonces cuando supe, con una claridad aterradora, que te había perdido para siempre, junto con tu amor, tu confianza y la promesa de nuestro futuro.

Hoy estás a punto de casarte, y aunque no lo merezco, quiero que sepas dos cosas antes de tomar esa decisión final.

La primera es que tus padres contrataron a esa mujer para que me sedujera y termináramos nuestra relación. Sé que esto te costará creerlo, pero investigué más sobre tu familia y descubrí cosas que te costará aceptar. Pregúntale a tu tío Andrés sobre su secretaria, Anna, y entenderás todo lo que ocurrió. Fue entonces cuando entendí que no solo perdí tu amor, sino que también fui una pieza más en un juego que no controlaba.

La segunda verdad es aún más difícil de confesar. En realidad, sí te aceptaron con beca en la universidad de Inglaterra, aunque no te lo dije en su momento. Tus padres y yo decidimos falsificar la carta de aceptación y enviarte una carta de rechazo para que no viajaras. Ellos decían que eras demasiado joven y que no querían que su “bebé” enfrentara dificultades lejos de su familia. Por mi parte, mi motivo era egoísta: no quería perderte, no quería que te alejaras de mí.

Han pasado un mes desde nuestra ruptura, y decidí escribirte ahora porque no tengo el valor de decírtelo cara a cara. Hace unos días, descubrí la verdadera razón detrás de todo esto, y mi corazón se rompió aún más. Tus padres planearon nuestra separación con el objetivo de mantenerte en este país, porque tienen un contrato millonario con la familia Romero. Ese contrato incluye una alianza matrimonial que buscan asegurar a toda costa, una que garantizaría su fortuna a través de un matrimonio contigo.

Sé que no tengo perdón. Yo tampoco me perdonaría. Pero espero que no ignores estas palabras, aunque sé que quizás ya es demasiado tarde. En este sobre encontrarás la carta original de aceptación de la universidad. Todavía estás a tiempo de cumplir tus sueños.

Siempre seré tuyo, Álex.

Te amo.

...****************...

Esta es la carta que Maite recibió minutos antes de su boda y que cambió el curso de su vida.

Besitos nos vemos en un próximo capítulo.

Una noche loca

Una semana después

Hoy hace una semana habría sido una mujer casada, pero ya no lo seré. Estoy decidida a estudiar mi carrera de Finanzas y Comercio Internacional en Inglaterra. Esta es mi última noche en Corea; mañana viajaré hacia mi nueva vida.

—Maite, ¡vamos a divertirnos!

Loren me toma de la mano y me lleva a la pista de baile. La observo mientras se mueve, y en segundos mis caderas comienzan a seguir el ritmo. La verdad es que estoy algo tomada, y hace mucho que no me sentía así.

—Vamos, amiga, toma un poco más, ¡hoy vamos a enloquecernos! —dice Loren mientras sigue bailando con una botella en la mano.

Un chico se le acerca, y comienzan a bailar muy pegados. Le quito la botella de la mano, doy un trago y salgo de la pista. Después de unos pocos pasos, me siento algo mareada. Tambaleo mientras me acerco a la barra, y me llevo la botella a la boca. ¡Ach! Esta estúpida botella ya está vacía.

—Una botella de whisky —le pido al bartender.

—Señorita, usted ya está muy tomada. ¿Quiere que le llame un taxi? —me dice con amabilidad.

—No, gracias, estoy con mi amiga.

—Bueno —me regala una sonrisa y me pasa la bebida.

Me volteo para buscar a Loren con la mirada. Ahí está, sonriendo mientras baila con aquel guapetón.

Doy un sorbo al whisky, camino hacia la pista y dejo que la música me envuelva. Muevo mis caderas al ritmo, me dejo llevar por el momento. Pero entonces siento una mano tocándome el trasero. Me volteo rápidamente y encuentro a un hombre con una sonrisa asquerosa en el rostro.

—Quita tus sucias manos de mí —le exijo con firmeza.

Ignora mis palabras, pero logro apartarlo. Se acerca a mi oído y empieza a hablar.

—Sé que eres una putita. Con ese vestido que deja ver tus tetas y tus nalgas, está muy claro lo que quieres. Así que relájate y dime cuánto me cobras por una noche.

La sangre me hierve de rabia. ¿Quién se cree este idiota para categorizarme así solo por mi vestimenta?

El hombre se separa y yo le regalo una sonrisa falsa.

—Claro, baby, acércate y te digo mi precio.

Cuando se acerca lo suficiente, le doy una patada en las bolas. Su expresión cambia de lujuria a dolor en cuestión de segundos.

—Ve y acuéstate con tu puta madre, idiota.

Salgo de la pista de baile y busco a Loren con la mirada, pero no logro encontrarla. Seguro está divirtiéndose. Me río para mis adentros y saco mi celular para escribirle.

“Amor, voy a salir de la discoteca. Me voy al apartamento. Nos vemos, diviértete.”

En segundos, recibo su respuesta:

“Dale, princesa. Nos vemos mañana. Este morenazo está de ataque.”

Guardo el celular y salgo del lugar. Intento hacer señas para detener un taxi, pero ninguno para. Sigo caminando, aunque el mareo me obliga a apoyarme contra una pared. Entonces escucho una voz desconocida.

—Mira quién me encontré, la zorra de la discoteca.

Levanto la mirada y encuentro al mismo hombre asqueroso de antes.

—Aléjate, idiota —le digo con voz firme.

Él se acerca, y mis manos empiezan a temblar. Intento ganar tiempo.

—Mi amiga ya viene.

—Podemos empezar de una vez. Hoy tendrás la mejor follada de tu vida, putita.

El miedo me invade, pero reúno fuerzas para gritar por ayuda.

—¡Cállate! —dice mientras me tapa la boca con una mano y baja el cierre de mi vestido con la otra.

Mis pensamientos se nublan, pero, de repente, el hombre sale volando y cae al suelo.

—¿Estás bien? —pregunta una voz masculina.

Levanto la mirada y veo a un chico, que parece un poco tomado, pero sus ojos verdes me transmiten tranquilidad.

—Sí... lo estoy —respondo con voz temblorosa.

En un instante, siento cómo todo se nubla.

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