Imagina que los momentos son simplemente instantes que se quedan grabados en tu memoria. ¿Lo aceptarías?
Las decisiones erróneas que tomamos tienen consecuencias, ya sea a corto o largo plazo. ¿Te gustaría cambiar algunos eventos de tu pasado para mejorar tu presente y, tal vez, tu futuro?
A veces, los encuentros no son meras coincidencias, ni mucho menos "diosidencias". ¿Te has detenido a reflexionar sobre esto?
Si compartiera mi historia contigo, ¿seguirías sintiendo el mismo amor por mí?
Si, por casualidad, revelara mis momentos más oscuros, ¿seguirías viéndome con ese brillo de amor que me ofreces
¿Confías en mí?
¿Realmente me amas?
¿Crees que puedo olvidar?
¿Es posible que continúe llevando esta máscara por más tiempo?
¿Es cierto que el tiempo lo cura todo?
¿Puede una persona que ha sido destruida resurgir como un ave fénix?
¿Alguien que ha vivido la mayor parte de su vida como un espectro puede volver a encontrar la vida?
¿Son genuinas esas sonrisas?
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...Prólogo:...
-Día 01 de Diciembre
Un castillo de arena
en la orilla del mar
siempre será una utopía
para una ola.
Autor: ndjocu.davies
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En una cafetería, cuatro destacados empresarios se reunieron para intercambiar ideas y mantener una conversación amena sobre diversos temas.
- Eso es precisamente lo que sostengo. ¿Cuál es la razón por la que una mujer no se satisface con lo que nosotros le ofrecemos? Le proporcionamos placer, recursos económicos, joyas y algo de nuestro tiempo; sin embargo, siempre buscan amor, y es en ese punto donde surgen los conflictos -expresó Charles, uno de los socios de la empresa BLUEROSE COMPANY-.
- Por esa razón, tiendo a pasar las noches en compañía de diferentes mujeres, asegurándome de establecer expectativas claras desde el primer momento en que iniciamos una conversación y avanzamos a la siguiente etapa. - dijo Arthur
- Eso es porque no han encontrado el amor de su vida. Era lo mismo que decía antes de contraer matrimonio con mi esposa Isabel. “Todo mi tiempo, dinero, placer..” -
-¡Oh vamos!- expresaron su descontento dos de ellos
-Desde que te casaste, has cambiado y ya no vez el mundo a tu alrededor de la misma forma que nosotros. Haz perdido el juicio Félix- se burlo Arthur
-¿Y tú que dices Michael?- preguntó charles Preocupado por la falta de respuesta de su amigo, quien observaba con desánimo su whisky sin participar en la conversación.
- No lo se - levantó su rostro y contempló el semblante de sus tres amigos quienes lo miraban atentamente -Ya no siento lo mismo. Como explicarlo... quiero sentir esa chispa de la que habla Félix, esa mirada de amor que refleja cuando habla de su esposa. ¡Quiero algo ... -
Sus palabras pasaron a un segundo plano cuando, por descuido, su mirada se desvió hacia el amplio ventanal del bar.
Su atención se centró en una mujer que pasaba por el lugar, cautivado por su impresionante presencia. Tenía el cabello largo y negro, que caía elegantemente hasta su busto. Sus largas pestañas y ojos de un azul profundo, reminiscentes del vasto océano, destacaban notablemente. Las cejas bien definidas y la textura de sus labios, que se podían apreciar a la distancia, eran carnosos y atractivos. Su piel, blanca como la nieve, y su nariz delicadamente respingada complementaban una figura excepcional. En un momento de distracción, se encontró imaginando cómo sería compartir veladas explorando su belleza. Sin duda, era una mujer deslumbrante.
- "Es una diosa," murmuró, cautivado por la presencia de aquella enigmática mujer. Su aura intrigante despertó en él una curiosidad insaciable y un deseo palpable, alimentado por la idea de explorar la suavidad y sedosidad de su piel.
- Cierra la boca amigo- le dijo burlonamente su amigo Charles
- ¿No estás viendo aquella diosa?- dijo apuntando con su dedo el rastro de aquella obra de arte.
- No se ve nada mal ¿No me digas que te has enamorado a primera vista?- dijo un jocoso Arthur
- Para serte sincero hacía tiempo que nadie ha llamado mi atención de esta forma, solo he tenido la oportunidad de observar su figura de manera distante, y es un tanto irracional pensar que me he enamorado a primera vista - comentó con agudeza.
... …
Esa tarde, mientras se sumergía en la abrumadora cantidad de tareas pendientes, su mente no podía evitar divagar sobre una figura que había quedado grabada en su memoria. "¿Quién eres y por qué has irrumpido en mi vida?" se preguntó repetidamente. A pesar de su esfuerzo por concentrarse, no podía dejar de pensar en ella. Lo más intrigante era que esta mujer parecía tener un vínculo familiar con alguien que él creía conocer, aunque no lograba recordar con quién estaba realmente relacionada.
Al finalizar su jornada laboral, decidió regresar a casa y darse una ducha fría para revitalizarse. Una vez cambiado y vistiendo un pantalón de pijama, se acomodó en su sillón de piel de oso, acompañado de un vaso con dos pulgadas de whisky. En ese momento, comenzó a reflexionar, sintiéndose solo por primera vez en su vida. Se preguntó: "¿Qué me está sucediendo?" Nunca antes le había importado llegar a un hogar vacío, ni había sentido la necesidad de encontrar a alguien esperándolo con la mesa lista. Lo más curioso de esta situación era que la imagen que su mente evocaba era la de esa mujer desconocida.
- Sin embargo, me pregunto: si nunca hubiera conocido a esa chica, ¿por qué ocupa mis pensamientos? ¿Qué provoca este sentimiento confuso de desear una relación con ella? - sonrió con ironía, reconociendo que la falta de sueño le estaba jugando una mala pasada.
- Simplemente me iré a dormir, y sé que mañana todo esto será solo un mal momento - afirmó con confianza.
A la mañana siguiente, se levantó con calma y se dirigió al baño. Se aseó y se vistió con un traje a medida de color gris pálido, complementado con una camisa blanca que realzaba su apariencia y unos elegantes zapatos negros.
Su cabello, suave y bien peinado hacia atrás con ondas definidas, y su barba cuidadosamente recortada, completaban su imagen profesional. Salió de su departamento con un maletín en mano y se dirigió a su Bugatti, que puso en marcha. Mientras conducía por las concurridas calles de Medellín, reconoció una silueta familiar. Redujo la velocidad para confirmar si era la misma mujer que había visto el día anterior.
"No puede ser", murmuró mientras la observaba detenidamente, hasta que el sonido de un claxon lo sacó de su ensimismamiento. Regresó su atención a la carretera, aunque su mente seguía divagando.
"¿Es posible que la haya visto de nuevo hoy, o es solo una coincidencia?"
Si ayer no pudo dejar de pensar en ella ni un solo momento, hoy era aún más difícil. Cada vez que su mirada se posaba en un objeto de color rojo, su mente lo asociaba automáticamente con la vestimenta de la escultura de aquella mujer cuyo nombre aún desconocía.
Hizo todo lo posible por deshacerse de la imagen de su silueta en aquel vestido rojo tan impactante, que quedó grabada en su memoria. Intentó calmarse con un trago, pero las bebidas solo intensificaron sus pensamientos confusos. Movía la cabeza de un lado a otro, rechazando la idea de que pudiera enamorarse a primera vista. "¡Eso es absurdo!", se repetía, convencido de que su corazón, que no latía por nadie, no podía verse atrapado por alguien a quien ni siquiera conocía. La idea de que su corazón, que siempre había permanecido indiferente, pudiera sucumbir ante una persona cuya existencia apenas había registrado, le resultaba inaceptable. Finalmente, decidió que lo mejor sería tomar una siesta, convencido de que su agotamiento mental era la causa de su confusión. Sin embargo, al dormir, solo pudo soñar con ella, y solo con ella.
...-Día 02 de Diciembre -
...
-Siento en el pecho un océano a tu lado.
Siento una gravitación; una gravedad; atracción; un tirón hacía ti; una verdad,
¿Por qué estoy cerca y a la vez tan alejado?
Autor: ndjocu.davies
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Con los ojos cerrados y aún en un estado de somnolencia, recorrió con sus dedos la superficie dura de su escritorio. Un leve quejido escapó de sus labios al sentir las pulsaciones en sus sienes; sus párpados parecían pesados y se resistía a abrirlos, aunque el lado izquierdo de su rostro le recordaba el cansancio acumulado tras largas horas de trabajo en contacto con la madera áspera.
Con esfuerzo, levantó la cabeza y estiró los brazos en un medio círculo frente a él, buscando un poco de comodidad. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, el malestar se intensificaba, volviéndose cada vez más difícil permanecer en esa posición.
Tomó la decisión de levantarse de su incómodo asiento giratorio. Al bostezar, sintió la sequedad en su boca y la incomodidad de su trasero adormecido. Se frotó los ojos y, como parte de su rutina, miró la hora en su reloj: 12:30. Rápidamente, bajó su brazo, pero antes de que pudiera caer a su costado, lo levantó de nuevo, alarmado por lo tarde que era.
"¿Cómo pude quedarme dormido tanto tiempo?", se preguntó, haciendo una mueca de dolor y cansancio al observar la cantidad de trabajo pendiente a un lado de su escritorio. Su estómago rugió, recordándole lo hambriento que estaba.
Se acercó al intercomunicador con la intención de solicitar una botella de agua y algunas aspirinas para aliviar su malestar. Sin embargo, antes de enviar el mensaje, decidió cancelarlo, consciente de que los empleados estaban en su horario de descanso y su asistente probablemente se encontraba en el área, disfrutando de un momento de relajación.
Por esta razón, optó por dirigirse al restaurante donde solía almorzar. Se ajustó la ropa y aceleró el paso. Con un ligero mareo, salió de su oficina y apreció el silencio de su piso, un alivio que valoró enormemente en ese momento, especialmente con el dolor de cabeza que lo aquejaba. Tomó el ascensor y salió del edificio.
Al salir del edificio, sintió un breve soplo de aire fresco, pero este fue rápidamente ahogado por el bullicio de los transeúntes. "¡Qué frustrante!", pensó, sintiendo que su cabeza estaba a punto de estallar. Miró hacia las puertas corredizas que había dejado atrás y deseó regresar para disfrutar de ese silencio, pero un extraño ruido en su estómago lo hizo desistir de la idea.
Con un aire de urgencia, avanzó por la concurrida acera de la Av. Oriental, esquivando a los peatones mientras aceleraba el paso hacia el restaurante, donde esperaba encontrar la tranquilidad que anhelaba. Se detuvo en la acera, esperando a que el semáforo cambiara de rojo a verde.
Bufo se sentía incómodo en medio del bullicio de la ciudad, rodeado por el ruido de las conversaciones y el tráfico. Su pie golpeaba el suelo con impaciencia, ansioso por que el semáforo cambiara a verde y poder escapar de la situación.
Mientras intentaba distraerse, su atención se centró en un restaurante cercano, donde de repente reconoció a alguien. Entrecerró los ojos para confirmar su identidad: era ella, la responsable de su resaca. A través del cristal, la veía sonreír, con una postura relajada mientras sostenía delicadamente una taza de café.
No pudo evitar fijarse en sus labios, que se entreabrían para recibir el café humeante, y luego se cerraban para saborearlo. La forma en que disfrutaba de la bebida resultaba cautivadora y casi hipnótica.
Su desesperación alcanzó su punto máximo cuando la vio levantarse, tomar su cartera con delicadeza y colocarla en su antebrazo. Miró con ansiedad el semáforo, que seguía en rojo, como si el universo estuviera conspirando en su contra.
La idea de cruzar la calle entre los automóviles en movimiento cruzó su mente, pero se desvaneció cuando los vehículos finalmente se detuvieron y la luz se tornó verde. Se vio empujado por la multitud de personas que, al igual que él, deseaban atravesar el paso peatonal.
Con un último esfuerzo, comenzó a avanzar, esquivando a quienes se interponían en su camino, pero perdiendo de vista su objetivo en el proceso. Su cuerpo le pedía agua para mantenerse en pie, pero se negaba a detenerse, a pesar de que la distancia parecía interminable.
Finalmente llegó y se detuvo un momento para tomar aire frente a la puerta. Su cuerpo se sentía débil y fatigado, y el dolor de cabeza persistía. A pesar de ello, se esforzó por entrar al local y buscarla con la mirada, pero no logró encontrarla.
Deprimido por no haberla visto, se dirigió al asiento que ella solía ocupar y se dejó caer en él. Una sensación cálida lo envolvió, y una sonrisa se dibujó en su rostro. No estaba imaginando cosas; ella había estado allí, y la evidencia era el calor que aún permanecía en el asiento.
Cerró los ojos y respiró profundamente, reconociendo el aroma que lo rodeaba. Su interior se agitó al identificar la esencia del perfume. Notas de miel, pachulí, azar, jazmín, naranja amarga y frambuesa se entrelazaban en el aire. Era "Lady Million", un perfume muy apreciado entre las damas de la alta sociedad, no solo por su fragancia floral, sino también por su atractivo seductor que genera adicción.
Su momento de reflexión fue interrumpido por la mesera, quien, al acercarse, dejó su propio perfume en el aire. Michael la miró con una expresión de desdén, lo que hizo que la joven se sintiera incómoda bajo su mirada.
A pesar de su deseo de revivir la fragancia que lo había cautivado, se dio cuenta de que solo podía percibirla mezclada con el aroma de la mesera. Frustrado, decidió hacer su pedido con desinterés.
-Día 03 de Diciembre-
Pues porque estoy en secreto enamorado. Porque creo que es necesaria la otredad. Y como ya no quiero esta soledad, a veces pienso compañero aislado,
Autor: ndjocu.davies
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- "Por favor, tráeme un croissant y un latte," solicitó con desinterés, manteniendo su mirada fija en el ventanal. Los pasos de la mesera se alejaban, desvaneciéndose en el local.
De repente, sonó el timbre de una llamada entrante, seguido de la vibración en su bolsillo. Al ver el nombre del remitente, decidió contestar: "Mom."
-"Hola, madre," fue su primera respuesta, mientras colocaba el celular en su oído derecho y continuaba observando a los transeúntes que pasaban y desaparecían de su vista.
- Estimado hijo,
Te llamo para informarte que debes venir a la Villa, ya que tu hermana Odette tiene un anuncio importante que hacer.
La voz de la señora Rose reflejaba su entusiasmo y emoción por la noticia que su hija mediana compartirá.
- ¿Cuándo y a qué hora debo llegar?
- Es hoy, querido. Te esperamos al atardecer.
La llamada finalizó con un pitido, indicando que él debía atender la solicitud de su madre.
Pocos segundos después de recibir su pedido, la mesera lo dejó sobre la mesa y se retiró. Él observó el croissant y su latte, preguntándose si ella habría hecho la misma elección. Tomó la taza e intentó replicar el gesto que había visto antes; el latte se mezcló con su saliva y su estómago protestó. Sin embargo, el dolor de cabeza y el hambre quedaron en un segundo plano cuando finalmente terminó de degustar su pedido.
Pagó la cuenta y salió del establecimiento sintiéndose más animado y relajado. Al regresar a la empresa, tenía una decisión clara en mente: agilizar el trabajo. Se adentró en sus oficinas con renovada determinación.
El sonido de la alarma programada interrumpió su concentración y le recordó la reunión familiar que tenía pendiente. Se levantó de su asiento y ajustó su vestimenta.
El trayecto hacia la villa donde se encontraba su familia fue rápido y silencioso. Como era de esperar, las rejas negras se abrieron para él.
En el área de la piscina, reconoció algunas caras familiares. Algunos disfrutaban del agua cristalina, mientras otros tomaban el sol en los chaise longues. Su madre, una mujer de presencia imponente y aura de autoridad, se acercó a él con pasos decididos, como si caminara por una pasarela. Sus hombros estaban alineados, su espalda erguida y sus pasos marcados por el sonido de sus tacones.
- Finalmente has llegado, le dio la bienvenida la señora con una cálida recepción y un abrazo afectuoso.
Los niños corrían de un lado a otro, llenando el ambiente de risas, mientras la música creaba un contraste vibrante. Los más cercanos se acercaron para saludar al invitado.
- Ahora que mi querido hermano mayor está aquí - se escuchó la voz de una joven, captando la atención de todos.
》 Permítanme explicar el motivo de esta reunión - dijo, con una sonrisa radiante de alegría. Su esposo la apoyaba desde atrás, con las manos en la cintura de su esposa.
Esta situación no pasó desapercibida para Michael, quien rápidamente comenzó a sospechar lo que se anunciaría a continuación.
》"¡Estamos esperando un bebé!" exclamó con entusiasmo, fundiéndose en un apasionado beso con su pareja.
Michael sintió una profunda tristeza al recordar que nunca tendría la oportunidad de experimentar la emoción de decir "Voy a ser papá". Aunque intentaba alegrarse por su hermana, era consciente de que no podría tener un hijo propio.
Sintió un suave apretón en el hombro y, al buscar la fuente, se dio cuenta de que era su padre, quien se acercó para brindarle ese apoyo silencioso que solo él sabía que su hijo mayor necesitaba en ese momento. No intercambiaron palabras; simplemente se dedicaron a observar cómo todos se acercaban a la pareja.
- Tío - dijo una voz.
- ¡Oh! - exclamó Michael, sorprendido por la repentina aparición - Pero mira a quién tenemos aquí. ¡El pequeño Aarón!
El pequeño asintió con entusiasmo, recordando la promesa: "Dijiste que me traerías un juguete cuando vinieras".
Michael, buscando encontrar a su hermano menor, miró a su alrededor, pero el niño no olvidó ese detalle.
-"Qué travieso es mi sobrino", comentó mientras le acariciaba el cabello desordenado. "Vamos a buscar a tu padre, que está al fondo".
-"Pero... ¿y el juguete, tío?", insistió el niño.
-"Sobre eso...", respondió Michael, acelerando el paso hacia su objetivo.
-"Hola, cuñada", saludó con un beso en la mejilla.
-"Enzo", dijo, estrechándole la mano.
- ¿Cómo te va, hermano?
- Excelente - respondió con una sonrisa mientras entregaba al niño a su madre y se dirigía al minibar junto a su hermano.
La conversación se tornó amena mientras los vasos se vaciaban y se llenaban de alcohol repetidamente. En ningún momento se mencionó al bebé; Enzo fue un compañero leal, guardando silencio.
Ambos se acomodaron en los bancos, saciando su sed con bebidas y ahogando sus penas, sin preocuparse por la resaca del día siguiente.
La fiesta en la piscina alcanzó su punto máximo cuando el reloj marcó la medianoche. La mayoría de los asistentes estaban alcoholizados, incluido Michael, quien, a pesar de su estado de embriaguez, permanecía sentado en el mismo lugar y en la misma posición, observando el panorama desde una perspectiva diferente.
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