1) ¡BIENVENIDOS QUERIDO PÚBLICO A ESTA MI PRIMER NOVELA SERIALIZADA EN LA PLATAFORMA!, ¡ESPERO QUE LE DEN UNA OPORTUNIDAD Y QUE ME VAYAN DEJANDO SU OPINIÓN EN CADA CAPITULO!
2) ESTA ES LA PRIMERA DE TRES HISTORIAS QUE JUNTAS CONFORMAN LA SAGA CRIMSON
1.– EL SEÑOR OSCURO Y LA GRAN BRUJA DE LA CALAMIDAD.
2.– EL SEÑOR OSCURO Y EL ORIGEN DE LOS VILLANOS.
3.– EL SEÑOR OSCURO Y LA VILLANA FINAL REENCARNADA.
DEPENDIENDO DEL ÉXITO Y EL RECIBIMIENTO DEL PRIMER LIBRO LIBERARÉ EL SEGUNDO Y SIGUIENDO LOS MISMOS REQUISITOS LIBERARÉ EL TERCERO.
ALGUNOS CAPITULOS (NO TODOS), PODRÍAN ALBERGAR CONTENIDO SENSIBLE, ASÍ QUE AHÍ LES VA LA ADVERTENCIA DE CONTENIDO (+18):
– LENGUAJE SOEZ.
– ALCOHOLISMO.
– DROGADICCIÓN.
– SITUACIONES DE RACISMO/CLASISMO.
– VIOLENCIA FÍSICA.
6.– VIOLENCIA SEXUAL.
– VIOLENCIA EXTREMA.
– CRUELDAD ANIMAL.
– MACHISMO.
3) YA HE CUMPLIDO CON ADVERTIRTE ACERCA DEL CONTENIDO QUE INCLUYE LA NOVELA, SI DESPUÉS DE LEER LAS ADVERTENCIAS ARRIBA DECIDES CONTINUAR YA QUEDAS ADVERTIDO.
4) SERÍA DE GRAN AYUDA DEJAR TUS COMENTARIOS EN CADA CAPITULO, ASÍ ME AYUDAS A SABER LO QUE OPINAS DE LA NOVELA Y TAMBIÉN ES UN MODO DE INTERACTUAR MÁS CONTIGO Y LEER LO QUE PIENSAS.
5) SIN NADA MÁS QUE DECIR, ¡ALISTEN SUS PAÑUELOS Y PREPÁRENSE PARA CHECARSE LA PRESIÓN A CADA RATO!
Att: Zero.
Hace mucho tiempo. En una era donde las lunas de sangre aún no resplandecían en las noches más oscuras, y en donde las criaturas de la noche se paseaban de un lado a otro en busca de su próxima comida. Había un reino caído en desgracia:
"Vieja–Arcadia" era su nombre. Y era una tierra pobre e insignificante. Que fue devastada por la codicia y la lujuria de sus habitantes; Sus campos eran grises y estériles, no había verde que creciera sobre ellos. Y sus fuentes de agua (ríos, lagos y lagunas) se estaban secando poco a poco. Alguna vez albergó una fauna silvestre única y abundante que habitaba en sus valles, galopaba en sus llanuras y protegía sus bosques. Pero esos días de gloria llegaron a su fin; cuando inició la guerra en contra de un enemigo malévolo, que surgió desde las profundidades del Inframundo:
"El Señor Oscuro" ascendió a la superficie, y trajo consigo legiones de demonios y criaturas sedientas de sangre humana que atormentaron y asediaron a todos los habitantes de estas tierras.
Inútiles fueron todos los intentos de resistencia en su contra. No había ejército mortal que pudiera combatir contra las fuerzas del mal; y abundantes fueron los ríos de rojo carmesí que fluyeron sobre los campos, en donde se libraron los intentos de resistencia de la humanidad en contra de los demonios.
Ancianos, hombres, mujeres e incluso niños inocentes fueron víctimas de su hambre insaciable, y su carne alimentó a los monstruos por años. Ellos no se detendrían hasta acabar con todos los habitantes de estas tierras. Matarían hasta al último de ellos y comerían su carne exquisita, porque para eso estaban ahí: para comer.
¿Por qué habían emergido de las profundidades para comerse a los humanos?, bueno, después de todo son demonios, ese comportamiento no debería ser extraño para nadie. El atacar sin razón aparente es algo que haría un demonio ¿cierto?.
Pero la realidad es que solo existe una única razón por la cual los seres del Inframundo ascienden a la superficie a depredar a los mortales; y esta razón era: "el dulzor de los pecados". Porque mientras más viles, despreciables y antipáticos fueran los mortales, más desprendían ese dulce olor que atraía a los demonios; y que los llenaba de gula por atragantarse con su carne pecadora y sazonada con el dulce sabor de sus pecados.
Y así había sido hasta ese entonces. Porque los habitantes de Vieja–Arcadia de aquellos días eran los más viles, despreciables y antipáticos que había sobre la tierra. Ellos mismos habían llevado su reino a la ruina, con sus inmoralidades y atrocidades, hasta que agotaron todos sus recursos. Y cuando finalmente se quedaron sin nada, invadieron y robaron a sus vecinos y los llevaron a la ruina.
La llegada de los demonios era inevitable, y cuando finalmente invadieron las calles y asediaron las ciudades, se dieron un festín como nunca lo habían tenido en miles de años. Y ahí se quedaron en Vieja–Arcadia. Por siete años exactos, devorando a su gente y expandiéndose por todo el continente.
Así fue hasta el día en el que el reino fue salvado, por las únicas personas que pudieron hacer algo en contra de las fuerzas del mal: "La Nobleza".
Los nobles no eran personas comunes y corrientes como los campesinos que araban los campos día y noche, o como los humildes trabajadores y comerciantes que trabajaban de sol a sol, cargando con el peso de sus espaldas y derramando litros y litros de sudor, con tal de llevar la comida a la mesa.
Los nobles simplemente poseían un par de cosas que la gente común no poseía:
1.– Recursos ilimitados (bienes, estatus, prestigio, propiedades y un título que determinaba su posición en la sociedad).
2.– Literalmente todos los miembros de la nobleza poseen "sangre azul".
Y fue gracias a ellos, y a todos sus aportes a la sociedad devastada por el hambre de los demonios, que los habitantes de Vieja–Arcadia encontraron la luz más allá de la oscuridad que los había asediado por tanto tiempo: Gracias a ellos, fue posible financiar la construcción de templos e iglesias por todo el territorio, en estos lugares a los que únicamente se podía acceder con ofrendas en mano, fueron invocadas las fuerzas celestiales que combatieron contra los demonios y finalmente los exterminaron. Y también les enseñaron nuevas doctrinas y artes, que ayudarían a los humanos a no cometer los mismos errores dos veces.
Pero eso no era lo único que los nuevos salvadores de la humanidad habían hecho por sus compatriotas. Cuando la guerra terminó y el reino fue libre una vez más, pusieron en marcha diversos proyectos que poco a poco recuperarían la antigua gloria de Vieja–Arcadia:
La agricultura, la ganadería y el comercio internacional regresaron al país, y con ello los ciudadanos arruinados y muertos de hambre tuvieron empleos otra vez. Trabajos proporcionados por la nobleza que los ayudaron a recuperar sus vidas después de la gran calamidad.
Sí; el Señor Oscuro había tardado siete años en arruinar por completo a toda una nación, pero tan solo se necesitaron dos años para que la sociedad resurgiera, y la estabilidad regresara al país. Y aproximadamente un año y medio después, el reino fue completamente restaurado, casi desde sus cimientos. Mientras los nobles invertían sus bienes para mejorar el país y la gente común pusiera su mano de obra para traer a la realidad los deseos de sus patrones. Habría esperanza de mejorar cada día más.
“Los nobles protegen a sus ciudadanos y ellos usan sus manos para hacer realidad sus sueños y ambiciones, así deben ser las cosas para que todo y todos estén donde deben estar”.
Y esa es la doctrina con la que todos y cada uno de los miembros de esta sociedad fueron formados.
Los nobles debían estar en la cima, y la gente común debía aspirar a servirles con la mayor diligencia posible. Después de todo, actualmente no había nada dentro del reino que no le perteneciera a algún "sangre azul". Desde las chozas más humildes que se esparcían por los campos de cosecha, hasta los grandes y lujosos edificios que decoraban las grandes ciudades.
“Todo les pertenecía a ellos, y nosotros solo tenemos suerte de que nos dejen vivir aquí”.
En ese entonces cada quien aceptó su rol en la sociedad, nadie tenía muchas opciones después de todo, por lo que hoy es posible notar discrepancias. Pero ¿Qué piensan de esto los habitantes de Nueva-Arcadia hoy, 1000 años después de la guerra?, eso lo veremos a continuación:
Nueva-Arcadia: (Año 1864)
– "Ya no puedo seguir leyendo esto". –dijo una bella doncella de piel blanca y delicada como la porcelana, y de un hermoso cabello de tono acaramelado. Ella se encontraba leyendo un libro de historia, y tanta fue la furia que sintió en cada verso que leía, que de golpe cerró el libro–. Estos libros solo realzan los privilegios de los nobles por sobre los de los demás. Con este veneno han controlado a la población durante los últimos 1000 años desde que la guerra terminó... Nos liberaron de los demonios para ser ellos los nuevos monstruos que buscan devorarnos. «Ojalá pudiera hacer algo para destruir todas estas injusticias... Así mi familia no tendría que sufrir más» –pensó.
Ella disfrutaba de su lectura; sentada en una banca metálica, ubicada en los pasillos de una prestigiosa academia que se encontraban de frente con los jardines coloridos y colmados de gerberas, margaritas y tulipanes que encantaban a la vista. Pero pronto su paz se vió interrumpida, cuando una vieja conocida apareció repentinamente para sacarla de sus estudios.
– ¡Vaya!, ¡Pero si es la vergüenza del noroeste, de la familia Bellstar!, ¿Qué estás haciendo pequeña idiota? –Preguntó una dama de actitud desagradable. Su forma de "saludar" inició con empujar el rostro de la doncella de cabellos lisos, hasta tumbar sus lentes redondos–. Te estás preparando muy bien para el examen de historia ¿eh?, pues me viene bien. Ya que no tengo planes de estudiar ni un poco así que otra vez necesitaré tu ayuda.
– Yo... este... No puedo ayudarte otra vez... La última vez el maestro se dio cuenta y casi me...
– ¿Eh?, ¿Me estás diciendo que no vas a ayudarme?, ¡Tú vas a hacer lo que yo diga mocosa!, ¡Y deja de tutearme Bellstar, yo soy tu superior y debes hablarme con respeto! –exigió la hermosa señorita de cabello rubio como el maíz. Si bien su rostro era agraciado y su figura era envidiable, su actitud dejaba mucho que desear.
– Lo siento mi señora... Yo... No puedo... El maestro Thompson nos descubrió y tuve que recurrir a medidas vergonzosas para evitar la expulsión. –respondió tímidamente, mientras acomodaba sus lentes–. Si vuelve a descubrirme no tendré la posibilidad de...
– ¡A mí no me importa una mierda lo que te pase, vas a ayudarme y punto! –respondió, salpicando el rostro de su compañera con pequeñas gotas de saliva–. ¡Si tanto te preocupa que el maestro vaya a expulsarte, haz lo que todos hacemos y págale para que haga la vista gorda!
– No puedo hacer eso... Es vergonzoso, y la última vez que lo hice me sentí muy mal. Tomé ventaja por sobre mis otros compañeros que se esfuerzan por obtener las mejores calificaciones, eso no me parece justo...
Pero antes de que pudiera continuar; recibió una bofetada.
– ¿Vergonzoso?, ¿te crees mejor que yo solo porque te matas estudiando para seguir siendo una inútil?, ¡conoce tu lugar Bellstar, sin importar lo que hagas tú y tu familia siempre serán parias en nuestra sociedad!, –de reojo notó los detalles en la vestimenta y los útiles de su compañera; y vió que su uniforme tenía algunos hilos sueltos, y que sus útiles también estaban algo desgastados–. ¡Un momento... ya lo entendí! –entonces comenzó a reír frenéticamente, hasta doblarse sobre su estómago, y cuando finalmente recuperó el aliento continuó–: ¡Eres una hipócrita de mierda, lo que pasa es que no puedes pagarle porque tu familia apenas si puede pagar tu mensualidad en esta escuela!
– Eso no... No es... No es cierto –replicó– «No permitiré que hable mal de mi familia, si lo hace yo voy a... Voy a».
– No trates de engañarme. Sé como piensan los pequeños idiotas como ustedes, que tratan de ahorrar cada miserable migaja como si eso fuera a cambiar algo. Pero te voy a dejar las cosas muy en claro –rápidamente tomó a su compañera por las mejillas, hasta clavar sus uñas postizas en sus pómulos rosados– Hoy me vas a ayudar en el examen, porque si no lo haces haré tu vida aún más miserable.
– Si, baronesa Lilliette Magnuson –respondió con humildad la jovencita de cabello acaramelado.
– Excelente. –dijo la baronesa, y finalmente la soltó tan pronto como obtuvo la respuesta que esperaba–. La verdad es que si te expulsan no podría importarme menos, detrás de ti siempre habrá alguien más que ocupará tu lugar. Eres tan reemplazable como los pobres zánganos que trabajan para nosotros... Eso son ustedes los Baronets: "Los siervos oficiales de la nobleza".
Cuando la supuesta baronesa finalmente se retiró del lugar, su compañera buscó entre sus pertenencias hasta encontrar su espejo de mano. Y vio los rasguños que le había provocado su compañera de cabellos dorados; y vió su sangre ni tan roja, ni tan azul, más bien morada que brotaba de los rasguños en sus mejillas.
Su nombre era: Lisa Bellstar. Era la segunda hija de la casa Bellstar, una familia noble del Reino de: "Nueva–Arcadia". que obtuvieron el título nobiliario de "Baronet" el rango más bajo de la nobleza, y que el resto de sus compañeros veían con desdén y desprecio, y que los ciudadanos comunes y corrientes veían con envidia y recelo.
Pero la vida de esta bella doncella de cabello acaramelado y ojos azules estaba a punto de cambiar. Pues hace tan solo unos momentos había llegado a la institución una persona muy especial, que se ha visto extrañamente atraída a esa institución por la mezquindad, egoísmo y soberbia que ahí habitaban. Podía olfatear la maldad en el aire, y relamió sus labios antes de cruzar los portones de oro y plata. Él era: "Un conde".
La Academia Edem. Ubicada en el centro de la ciudad más grande del país más rico del continente, "Nueva–Arcadia". Es una prestigiosa institución que ha existido por más de 200 años, y ha visto pasar muchas generaciones de los miembros más respetables de la sociedad.
Esta es la escuela predilecta y exclusiva para la alta sociedad. Aquí es donde se forjan los futuros gobernantes de la nación, desde Condes hasta Duques. No hay mejor educación en todo el continente que la que puede encontrarse en Edem.
¿Cómo podríamos explicar la gloria de la Academia Edem en pocas palabras?: ¡Gloriosa, imponente, competente y espectacular!, son tan solo algunos adjetivos que podemos usar para describir la magnitud de la institución.
Su extensión abarca más que tres hipódromos puestos juntos, y se alza por sobre todas las casas y edificios cercanos; como lo haría un castillo construído en lo alto de una montaña. Su infraestructura está sostenida por pilares de cuarzo, y piedra caliza de la mejor calidad, extraída directamente de la cantera propiedad del Barón Reinfield (maestro de la institución). Sus paredes están revestidas con acabados de oro y plata, tanto en el exterior como en el interior. Y en su interior alberga todo tipo de lujos y opulencias dignas de la alta sociedad. Desde muebles y enseres hechos de oro y plata, hasta obras maestras de arte, música, poesía y literatura expuestas en los salones y en los amplios pasillos de la institución.
Pero el mayor tesoro de la institución, no es otro que sus alumnos. Los hijos de aquellos que gobiernan el país: condes, barones, marqueses y duques, por mencionar algunos ejemplos. Ya que estos retoños son el futuro de la nación. Por sus venas corre un tipo de sangre azul único en el mundo que se distingue de la sangre roja común y corriente.
En sus manos está el futuro de la nación y también su paz y prosperidad. Por lo que formarse en esta academia, que es posiblemente la mejor institución del mundo es una obligación.
Sin embargo, la realidad dentro de la institución es muy diferente a la que se tiene concebida por parte de aquellos que aún no saben lo que ocurre en el interior de sus muros lujosos. Y es que para empezar, algunas de las personas que estudian aquí y que deberían ser respetables miembros de la comunidad, no son más que un montón de malcriados, interesados y clasistas.
¿Qué no lo crees dices?, entonces acompáñame a revisar lo que ha ocurrido esta mañana, cuando se anunció la llegada de un nuevo alumno proveniente de un país extranjero.
– "Escuché que es un conde".
– "¿De qué país viene?".
– "Dicen que es muy guapo".
– "Eso espero".
– "Si es así espero que sea soltero".
– "¿Desde cuándo te ha detenido que estén comprometidos?".
Eran algunos de los rumores y comentarios que resonaban en los salones de clase y en los pasillos repletos de estudiantes adinerados. Las jóvenes solteras ya no podían con la curiosidad, e incluso las que ya estaban comprometidas, estaban ansiosas por conocer al misterioso conde que recién había reclamado su cargo, a diferencia de la gran mayoría de los estudiantes de la institución que apenas se estaban preparando para ocupar su lugar en un futuro.
Los rumores que giraban en torno al conde, lo describían como todo un caballero de muy buena posición, y dueño de su propio dominio. Ahora solo tenían que confirmar su apariencia para terminar de decidir si les agradaría o no.
Hoy es Lunes 3 de octubre de 1864, en la academia Edem. Era un día soleado y el ambiente estaba muy agitado.
El invitado de honor finalmente había llegado. Con sus manos abrió las puertas del aula de par en par, y exudando confianza y seguridad ingresó a la habitación.
– ¡Es hora de darle la bienvenida al nuevo integrante del curso 1–A! –anunció el maestro Thompson, quien avanzó al centro del pizarrón para que toda la atención recayera sobre él y sobre el nuevo alumno–: ¡Él es el recientemente nombrado: "conde Tempest de Netirvania", y ha venido desde el lejano país de "Rumanía", para estudiar con nosotros, así que denle la bienvenida que se merece!
Y todos aplaudieron su nombre y su título tan pronto como lo escucharon. Inmediatamente notaron que su uniforme si bien seguía siendo el mismo que debían usar los varones en la academia: (una gabardina elegante, con una camisa de vestir y una corbata azul; con pantalones de seda y zapatillas negras), su conjunto era completamente negro, en lugar de beige como el que los estudiantes normalmente usaban, y su corbata también era de otro color (era roja en lugar de azul). Esto solo significaba que las autoridades de la academia tenían alguna especie de preferencia hacía él, y si bien, esto normalmente provocaba envidia o celos entre los alumnos, en este caso en particular ninguno sintió tales sentimientos cuando lo examinaron detenidamente de pies a cabeza.
La verdad es que los rumores no le hacían justicia a lo que era el conde en realidad: Su cabello era de color negro como la obsidiana y era tan largo que caía por debajo de sus hombros, hasta su espalda, sus pestañas eran alargadas, y resaltaban su mirada afilada y calculadora, y su piel bronceada hacía resaltar el castaño de sus ojos. Sus labios afilados eran rojizos y se curvaban cuando sonreía. Entonces finalmente profesó sus primeras palabras:
– Es un gusto por fin conocerlos –dijo con educación, e hizo una reverencia–. Espero que podamos llevarnos bien a partir de hoy. –Su voz también era profunda y algo ronca, pero transmitía confianza.
Con tan solo unos cuantos segundos, el conde ya se había embolsado el corazón de todas y cada una de sus compañeras de clase.
Rápidamente se apresuró a tomar uno de los lugares vacíos más cercanos a la ventana, en la última hilera de la clase. Y por donde caminó, provocó emociones cálidas en los cuerpos de las señoritas que habían quedado embelesadas con su atractivo casi sobrenatural. Cuando ocupó su lugar, se dispuso a saludar cordialmente a quienes tenía a su alrededor. A su izquierda se encontraba una hermosa señorita de piel blanca y cabellos rojizos como el azafrán. A su derecha había un joven de piel morena y cabello oscuro, y frente a él estaba Lilliette Magnuson, hija del gran barón Magnuson, que era uno de los pilares más importantes de esta sociedad.
– Es un honor recibirlo en nuestra escuela, su excelencia –dijo la señorita Magnuson con delicadeza– Si necesita ayuda en algo, lo que sea, no dude en consultármelo, será un honor para mí ofrecerle mi ayuda.
– Se lo agradezco milady –respondió el conde, y con mucha educación besó la mano de la señorita– La verdad no me esperaba una bienvenida tan cálida. Había oído rumores acerca de los nobles de este país. Como que eran muy reservados y cosas por el estilo, pero todos ustedes son muy gentiles, espero poder estrechar lazos de amistad que beneficien a nuestras naciones.
– ¡Déjemelo a mí, su excelencia! –la futura baronesa Magnuson tomó la mano del conde y mientras la acariciaba con delicadeza prosiguió–: ¡Los rumores que ha escuchado no son para nada acertados, aquí en Nueva–Arcadia somos muy amistosos, y nos gusta recibir a extranjeros importantes como usted!, ¡Si lo que desea es forjar lazos de amistad para mutuo beneficio de nuestras naciones, entonces será un honor presentarlo con la crema y nata de nuestra sociedad!
– Muchas gracias otra vez, y me disculpo por tener que disponer de su ayuda tan pronto.
– No se preocupe por eso su excelencia, para mí es un honor ser la primera en recibir su amistad... «Es tan... ¡Hermoso y además sabe lo que quiere!, definitivamente tengo que "llevarme bien" con él».–pensó–. ¿Ya conoce a la honorable hija del barón Willow?, ¡su nombre es Carolina Willow! –Apenas le había ofrecido su ayuda, pero la señorita Magnuson ya estaba presentándole a otros miembros de la alta sociedad. Ella no perdía el tiempo y siempre iba directo al grano cuando alguien le interesaba.
«La conozco perfectamente, seguro que ya está pensando en meterse con él. Siempre tan audaz y atrevida solo por qué los demás le temen» –la señorita Willow se guardó su deducción para si misma, mientras sonreía y saludaba con cordialidad–. «Aunque no la culpo, tal vez me le adelante esta vez. La verdad es que es irresistible». –Mucho gusto su excelencia. Es un placer –dijo con una sonrisa, mientras estrechaba su mano.
– Es un placer señorita Willow.
Cuando el conde estrechó su mano para saludarla, relamió sus labios y abrió sus ojos con impresión, pero nadie más lo notó. Acto seguido procedió a besar la mano de la doncella, y como resultado el rostro de la señorita se tornó completamente rojo como un tomate, y su respiración se entrecortó. Si no se controlaba podía ahogarse ahí mismo.
– Si me disculpa por la intromisión, también me gustaría estrechar su mano, su excelencia –dijo el hijo del conde Cash, sumándose a la conversación.
– ¡Creo que ustedes podrían ser muy buenos amigos! –comentó Lilliette–. Su excelencia permítame presentarle al futuro Conde Cash; su nombre es Robert, y también viene de un país extranjero.
– Es todo un placer para mí, su excelencia –Robert se acercó y estrechó su mano.
– El gusto es mío, sir Robert. –cuando se dio el apretón de manos, una sonrisa sospechosa se dibujó en el rostro del conde Tempest. Una vez más, nadie lo notó.
Pero había una última persona a la que había ignorado todo este tiempo: Aquella jovencita de cabello castaño y de apariencia tímida que ocupaba el último lugar detrás de él.
– Ella no es importante –comentó la señorita Magnuson, cuando vio que el conde miró en su dirección por unos segundos–: Ella es una simple baronet, no es alguien que merezca su atención.
Ante el comentario despectivo hacía su persona, la tímida Lisa Bellstar agachó la mirada y sumergió su rostro avergonzado en el libro abierto que tenía frente a ella. Esa clase de comentarios por parte de sus compañeros eran algo con lo que había tenido que lidiar toda su vida, hacía mucho que no le afectaban, pero cuando lo hicieron frente al conde, sintió una vergüenza repentina que enrojeció su rostro y recorrió su nuca.
«Al cabo que ni tenía ganas de conocerlo... Seguro es como todos los demás. Estoy segura de que en una semana me tratará como una plebeya, tal y como todos los demás» –pensó Lisa.
Algo extraño ocurrió mientras la señorita Bellstar se perdía en sus pensamientos. Un evento del que nadie más que ella, parecía ser capaz de presenciar:
Las hojas del libro que estaba leyendo comenzaron a pasar rápidamente, a pesar de que las ventanas estaban cerradas. Las páginas parecían no acabarse nunca, y a cada segundo aumentaban su velocidad. Pero cuando trató de tomar el libro con sus propias manos, fue salpicada por un líquido espeso de color carmesí: (era sangre), y la misma comenzó a brotar de las hojas del libro de texto, cada vez salpicaban más y más, con mucha intensidad, hasta que estuvo casi cubierta por completo de líquido carmesí.
Tanto su corazón como su respiración se aceleraron al límite, hasta el punto en el que sintió que se iba a desvanecer. Pero todo acabaría pronto cuando alzó la mirada y vió lo que tenía en frente:
Ahí estaba el conde Tempest frente a ella viéndola fijamente, pero su apariencia era muy diferente a la que había visto hasta hace un segundo. Él no reflejaba emoción alguna, pero sus ojos parecían ver através de su espíritu. Cada encuentro que tenía con su mirada, le cortaba la respiración y le provocaba una especie de excitación hasta el punto de hacerla sudar. Y fue cuando finalmente sintió que iba a desvanecerse por completo que tres imágenes borrosas pasaron rápidamente ante sus ojos:
Primera imagen: Unas tijeras.
Segunda imagen: Una persona desconocida, nunca la había visto pero extrañamente le era muy familiar.
Tercer imagen: Un libro que nunca antes había visto, pero que sabía que ya lo había leído.
– ¡Bellstar, Bellstar! –exclamó en repetidas ocasiones el maestro Thompson, hasta que finalmente sacó a la joven de su alucinación–. ¿Cómo se atreve a no prestar atención?, ¡Su actitud es muy lamentable!
– ¡Lo siento maestro, lo siento mucho! –repitió agachando la cabeza.
– Tengo que hablar con usted después de la clase, así que necesito que se quede –ordenó el maestro Thompson, y siguió con la clase.
La jovencita asintió avergonzada, con las burlas y las murmuraciones de sus compañeros resonando a su alrededor, mientras el temor crecía en su pecho luego de las indicaciones de su profesor.
Finalmente la clase había llegado a su fin, y ya era hora del receso. Los alumnos guardaron sus útiles escolares y lentamente abandonaron los salones, en dirección al gran comedor. Antes de partir se agruparon cada quien con sus amigos cercanos y juntos siguieron su camino.
La única que no pudo dirigirse al gran comedor fue Lisa Bellstar, quien tuvo que esperar a que el salón quedara completamente vacío para atender las indicaciones de su maestro.
En cambio, el conde Tempest fue uno de los primeros en abandonar el salón de clases. Sus nuevos compañeros: Lilliette, Carolina y Robert lo esperaron para acompañarlo hasta el gran comedor, pero gentilmente les explicó que antes debía ir a la dirección para atender algunos asuntos con respecto a su inscripción.
Pero esa no era la verdad.
En realidad caminó por los pasillos durante varios minutos, siguiendo las indicaciones del complejo retratadas en las paredes, en busca de la enfermería. Y cuando finalmente la encontró, tocó la puerta siete veces, muy lentamente, con siete segundos de diferencia entre los golpes.
– ¡Adelante! –dijo la doctora desde el interior de la habitación.
Lentamente se abrió la puerta, y cuando el conde se encontró por primera vez con una mujer de mediana edad que vestía la bata blanca, y que estaba parada frente a él.
Relamió sus labios y sonrió.
– Siempre supe que vendría por mí sin importar donde me escondiera... ¿Ha llegado mi momento?
– Sí. –respondió con seriedad– Su tiempo se acabó, estoy aquí para terminar con la paz de esta fiesta que se ha extendido por cientos de años.
– Oh, que crueldad milord –dijo la doctora, con melancolía y tristeza– ¡Que tenga que disponer así de nosotros es una crueldad mi señor!. Cree que hay algo que pueda hacerse para...
– Ya es muy tarde –interrumpió el conde–. Tuvieron tiempo de sobra, ya no hay nada que se pueda hacer.
– Entonces le ruego una última oportunidad de demostrarle que no somos una causa perdida. A cambio le daré... "Todo en cuanto poseo y gobierno". Si me concede un poco más de tiempo para demostrarle que podemos cambiar nuestro destino. ¿Puede tener piedad de mi una vez más?
Y por algunos minutos lo pensó seriamente. El conde puso su mano sobre su mentón y se paseó de un lado a otro por toda la habitación mientras consideraba la petición de la mujer mayor que solo le faltó ponerse de rodillas para tratar de convencerlo.
"Si podría, pero no quiero"
Fue su respuesta final. Y cuando finalmente la proclamó, hubo un viento furioso que cerró la puerta de un azote, dejando a ambos en el interior de la habitación mientras el ruido de las voces lejanas de los estudiantes cesaba cada vez más, hasta que finalmente no hubo ruido alguno.
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