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La Sombra Del Deseo

Capítulo 1: no enamorarse

AVISO DE LA AUTORA🤓: gracias a todos por tomarse el tiempo de leer, esta novela estará completa, sin embargo, espero su apoyo con like, puntuado la novela, incluso siguiéndome, de esta manera me motivan a seguir escribiendo al igual llegará a mas, con todas sus buenas vibras y comentarios ❤️

Para seguir con mis secuelas 🤫

Disfrutas y disgusta con calma👣

"Freya, por favor, no me dejes…"

La voz de Eli temblaba mientras se aferraba a mis pies. Sus lágrimas caían al suelo, formando pequeños charcos, pero yo solo sentía fastidio.

—Basta de lloriqueos —respondí, cruzando los brazos—. ¿Recuerdas la regla, Eli? No te enamores.

No tenía paciencia para estos dramas. Ella era solo una más del montón, una aventura pasajera que había dejado de ser divertida.

—¡Por favor, considéralo! Te entregué mi cuerpo… y mi corazón —sollozó, arrodillada ante mí.

Sus palabras solo aumentaron mi irritación.

—Te lo suplico, ámame.

—Levántate. Lárgate. La puerta está abierta —dije, sin siquiera mirarla.

No entendía por qué algunas mujeres no aceptaban los términos desde el inicio. Mi interés nunca pasaba de un rato de diversión, y lo dejaba claro: no quería amor, romance ni compromiso. Esa palabra me repugnaba.

Pero Eli no se movía. Seguía llorando, aferrada a mis tobillos, hasta que perdí la paciencia.

—¡Fuera! —grité, abriendo la puerta y obligándola a salir.

Finalmente, silencio.

 

Esa mañana, decidí que nada me arruinaría el día. Me tomó un par de horas arreglarme para la universidad, aunque gran parte de ese tiempo lo pasé esperando que Eli dejara de golpear la puerta. Era molesto, pero no sorprendente. Las mujeres como ella siempre eran tan... persistentes. Algunas entendían mis reglas, otras no. Y esas últimas no eran mi problema.

A las 8:00 en punto, escuché el motor del Bentley Continental GT gris de Charlotte. Como siempre, llegaba puntual. Subí al auto, disfrutando del lujo de los asientos de cuero y los acabados perfectos. Charlotte era la chica más rica de la universidad, pero eso nunca fue un impedimento para nuestra amistad.

Nos conocimos al principio de la carrera, ambas estudiábamos Administración y Negocios en una de las universidades más prestigiosas de México. Yo no tenía su fortuna, pero mi atractivo y mi inteligencia me habían abierto las puertas.

—¿Lista para otro día aburrido? —preguntó Charlotte con una sonrisa mientras arrancaba el auto.

—Como siempre —respondí, ajustándome las gafas de sol.

 

El día transcurrió sin sobresaltos, salvo por la presencia de Min-ju, mi "acosadora" número uno. Era imposible ignorarla; parecía estar en todos lados.

—Freya, vamos a beber algo, ¿o prefieres cenar? —dijo, caminando junto a mí con esa sonrisa constante en su rostro.

—Ninguna de las dos, Min-ju. ¿No te cansas de seguirme? —respondí, claramente fastidiada.

—Podría seguirte hasta por los rincones —dijo, como si fuera lo más natural del mundo.

Min-ju era una estudiante de intercambio coreana, de familia adinerada, y llevaba meses insistiendo en que saliera con ella. A pesar de mis rechazos constantes, siempre se acercaba con regalos: malteadas, café, notas con frases como "¿Sal conmigo?".

—¿Qué tengo que hacer para que dejes de molestar? —pregunté, agotada por su persistencia.

—Sal conmigo un tiempo. Solo quiero conocerte mejor.

—¿Y después me dejarás en paz?

—Por supuesto —respondió, sonriendo como una niña emocionada.

Suspiré. Durante cinco meses había rechazado sus propuestas, pero ella seguía ahí, inquebrantable. Tal vez, solo tal vez, aceptar no sería tan mala idea.

—Está bien. Aceptaré, aunque no te aseguro que funcione.

En cuanto escuchó mi respuesta, Min-ju salió corriendo, diciendo que me enviaría un mensaje con los detalles. No pude evitar sonreír un poco. Esa chica era… interesante. Persistente, dulce, con un encanto que no podía negar.

"¿Qué tenía que perder?" pensé, mientras me preparaba para lo que sería, sin duda, una noche fuera de lo común.

Palabras de la autora

-Agradezco que llegaras hasta aquí 🤓No olvides puntuar la novela, sobre todo darle like asi como seguirme para más contenido, eso me motiva a seguir escribiendo 💕

Con cariño :Cris_R

Capítulo 2: La noche roja

No pasó mucho tiempo antes de que recibiera un mensaje con los detalles de nuestra cita —Min-ju— había reservado en un restaurante exclusivo, uno de esos lugares a los que solo la élite podía entrar.

Mientras revisaba el mensaje, Charlotte, mi gran amiga, entró en mi habitación.

—¿Y si mejor vemos una película en tu casa esta noche, Freya? —propuso mientras se dejaba caer en el sillón, cruzando los brazos.

—No puedo, tengo una cita.

Charlotte arqueó una ceja, pero su expresión cambió de inmediato. —¿Quién es la afortunada?

—Min-ju.

Su reacción fue inmediata. Sus ojos se abrieron como platos, y luego frunció el ceño, casi molesta.

—¿¡Qué dices!?

—¡Guarda silencio! No quiero que nadie se entere de esto —dije en un susurro apurado.

—Discúlpame, pero... ¿por qué ese cambio repentino? Tú misma dijiste que no era tu tipo.

—Lo sé, es un fastidio, pero si salgo un tiempo con ella, dejará de molestar. Además, no es fea, así que puedo pasar el rato.

Charlotte apretó los labios, visiblemente incómoda.

—Me sorprendes, Freya. Parece que tienes una nueva conquista —dijo, con un tono que intentaba ser casual, pero había una pizca de sarcasmo en sus palabras—. ¿Dónde irán?

—Al Black Rest. Quedó en pasar por mí.

—Ese lugar es muy exclusivo. ¿No sería mejor que tú fueras directamente? Así, si la cita no sale bien, no sabrá dónde vives. No querrás otro caso como Eli.

—A ella ni la menciones, es un tremendo fastidio. Pero sí, tienes razón, pediré un taxi.

Charlotte negó con la cabeza, suspirando con cierta exasperación. —No digas tonterías. Yo iré por ti y luego te recogeré. ¿Te parece?

No pude evitar notar cómo su tono cambiaba cada vez que hablaba de Min-ju. Era como si la idea de que estuviera con alguien más la incomodara.

—Charlotte, no tienes que preocuparte tanto. Es solo una cita.

—Lo sé, lo sé. Es solo que... —dudó un momento antes de continuar—. Bueno, quiero asegurarme de que no termines arrepintiéndote.

Charlotte siempre había sido así de protectora conmigo, pero esta vez parecía algo más. ¿Acaso estaba celosa?

Charlotte siempre había sido así de atenta conmigo. La consideraba parte de mi familia, como una hermana. Crecí solo con mi madre; mi padre huyó de sus responsabilidades cuando yo era pequeña. Tener a alguien como Charlotte me hacía sentir menos sola.

 

Esa noche decidí llevar algo sencillo pero elegante: pantalones de vestir de tiro alto, una blusa blanca de mangas sutiles y tacones negros. No quería que Min-ju pensara que me había arreglado demasiado solo para verla, pero tampoco podía ir desarreglada a un lugar como el Black Rest.

A las 8:00 p. m., Charlotte pasó por mí en su auto.

—Si la cita es un desastre, solo llámame y vendré enseguida. ¡Diviértete!

Asentí con una sonrisa y bajé del auto. Apenas crucé las puertas del restaurante, recibí otro mensaje de Min-ju:

"Estoy adentro. Pregunta en recepción por mí, reservé una mesa."

Seguí las instrucciones y, para mi sorpresa, la recepcionista me señaló hacia el balcón. Allí, bajo la luz de las estrellas, había una única mujer, de espaldas a mí, mirando hacia la ciudad.

Cuando me acerqué, sentí que mi corazón se aceleraba. De la incertidumbre .

—¿Por qué tan pensativa? ¿Hay algo más interesante afuera que yo? —pregunté, tratando de parecer segura.

Min-ju giró hacia mí con una sonrisa suave.

—Nada es más agradable que verte, Freya. Solo te estaba esperando.

"Pum, pum." Mi corazón retumbaba. Se veía diferente esa noche, más impresionante de lo que recordaba. Su cabello negro caía sobre sus hombros, brillante como la noche. Su vestido rojo carmín acentuaba su figura, dejando sus hombros al descubierto y brillando sobre su piel pálida como porcelana. Y esos ojos oscuros... cuchillas directas a mi pecho.

—No digas tonterías. Cenemos para terminar con esto —respondí con frialdad, tratando de controlar el torbellino que Min-ju había desatado en mí.

 

Durante la cena, ella no dejaba de mirarme. Sentía su atención en cada movimiento que hacía, como si quisiera memorizar cada detalle.

—¿Te gustó tanto que no dejas de mirarme? —le dije, alzando una ceja.

—Siempre me has gustado, Freya. Solo que esta noche parece un sueño. No quiero apartar la vista por miedo a que desaparezcas.

—No voy a desaparecer. Al menos, no hasta que termine de comer.

Min-ju soltó una risa suave. —No sabía que eras tan glotona.

—La comida es la única alegría de la vida.

—¿Y el amor?

—El amor es para tontos que no saben estar solos.

—¿No piensas enamorarte nunca?

—Prefiero morir antes que perseguir a alguien.

—Uno nunca sabe. Quizás la persona indicada esté más cerca de lo que crees.

—Ya no digas tonterías —le corté, cambiando de tema—. Mejor dime, ¿por qué hoy luces tan diferente?

—¿A qué te refieres?

—Hoy... luces más atrevida. Más... candente.

Sus mejillas se tiñeron de rojo. Normalmente su estilo era dulce y recatado, pero esa noche parecía otra persona.

—Quería probar algo nuevo. ¿Qué tal me veo? —preguntó, tartamudeando.

Sonreí de lado. —Tan bien que podría llevarte a la cama.

Min-ju me miró directamente, sin pestañear. —Por ti iría hasta el fin del mundo.

La niña tímida que conocía había desaparecido. En su lugar, ahora tenía frente a mí a una mujer coqueta, segura de sí misma. Eso me gustaba.

Me incliné hacia ella, sonriendo. —Vamos a mi apartamento.

Esa noche, estaba segura de algo: no dormiríamos en toda la noche.

Capítulo 3:Seducción en la oscuridad

Al terminar de cenar, Min-ju salió conmigo del restaurante y abrió la puerta de su auto, un Mercedes-Benz negro brillante. Era imponente, aunque no era algo que me sorprendiera. Estaba acostumbrada a los lujos, sobre todo porque Charlotte siempre me llevaba en autos igual de costosos. La diferencia esta noche era mi compañía, y cómo ella lograba que todo pareciera distinto.

El trayecto hasta mi apartamento tomó unos 30 minutos. Vivía en un lugar algo alejado de la ciudad, pero afortunadamente sola, ya que mi madre trabajaba como profesora en otro estado. El departamento no era lujoso como los de mis compañeros, pero era cómodo y más que suficiente para mí.

—Por favor, pasa, Min-ju —dije, invitándola a entrar.

Min-ju se veía tan nerviosa que podría desmayarse en cualquier momento. Había algo dulce y casi inocente en su comportamiento que me hacía querer observarla aún más.

—Siéntate en el sofá. ¿Te parece si tomamos algo? Tengo agua, pero por lo que veo en tus manos necesitarás algo más fuerte. ¿Qué tal un whisky?

—Whisky con hielo estará bien —respondió con una voz temblorosa.

Mientras le servía, no pude evitar preguntarme si esta sería su primera vez. Su nerviosismo era evidente: no me miraba directamente, y sus manos no dejaban de frotarse entre sí. Cuando le pasé el vaso, lo bebió de un solo trago, como si estuviera sedienta.

—Tranquila, pequeña. La noche es joven, tómalo con calma —le dije, tratando de aliviar la tensión.

La verdad, yo también estaba algo nerviosa. Había estado con muchas mujeres antes, pero esta vez era diferente. Algo en ella me hacía dudar de mis movimientos. Era extraño y, a la vez, emocionante.

Con cada trago, la conversación fluyó más fácilmente. Hablamos de trivialidades, y para cuando estábamos en el quinto vaso, nuestras manos se encontraron. Sus dedos, pequeños y cálidos, temblaban al entrelazarse con los míos. No pude evitar darle un beso en las manos para tranquilizarla. Algo en mí había cambiado: nunca me preocupaba por cómo se sentían las mujeres con las que estaba, pero con Min-ju era distinto.

Al acercarme a su cuello con besos pude escuchar un gemido que salía de su garganta, eso me motiva a seguir mas adelante, al llegar a su oreja ese sonido se hizo mas fuerte, para esto mi cuerpo tenía la necesidad de hacerla mia.

La bese apasionadamente haciéndome probar sus labios grueso sabor a fresa me dejaban atónita en cada beso sentía una corriente que deslizaba por mi espalda una sensación que no había sentido antes.

Entre caricias mis manos se deslizaba por su espalda hasta sus caderas, me dispuse a quitarle su hermoso vestido por el cual no tuvo resistencia alguna, al deslizar su vestido mis ojos se abrió tan grande porque la imaginé de esa mujer era tan exitante un cuerpo con curvas que simplemente era perfecto, Lucía una lencería roja como su vestido y en el unos ligeros que cubrían sus muslo tan brillantes.

Mis manos perdieron el control de ellas misma al igual mi mente se nublaba, me sentía tan hambrienta que necesitaba comer carne, pase de besar sus labios al deslizarme hasta sus pechos los cual apreté, mientras mi lengua absorbida sus pezones, eso hacia que gimiera cada vez mas fuerte, su cuerpo temblaba pidiéndome mas.

Ya no podía resistir tenía que probarla mas, me deslice de beso a beso por su abdomen hasta llegar a su parte intima la cual toque lo que traspasaba de su ropa interior, eran sus propios fluidos, ella estaba tan mojada, al quitarle su ropa interior comprobé, estaba tan húmeda.

-¿qué haces? - ella dijo de forma sorprendida tartamudeando.

-tengo sed asi que beberé un poco.

Le dije mientras la miraba a los ojos, ella simplemente se cubrió con su propia mano mientras apretaba la sabana con sus manos.

Mi lengua se deslizó cada vez por su parte masíntima , ella tenía un sabor a fresa tan agradable, hice mi mejor movimiento absorbiendo todo.

-por favor mas rapido

La pequeña pedía a gritos mas rapido y yo estaba decidía a cumpliré su placer, mientras seguida en mi labor la pequeña se dejó venir en mi boca unas veces, estaba decidía hacerla llegar al máximo órgamo.

Mis dedos se deslizaron adentro de ella de un dedo, hasta dos dedos, pude sentir tan húmedo y caliente su zona que me motivaba a seguir mas rapido, rápido, mientras mordía sus labios y besaba todo su cuerpo, ella solo podía gritar mientras rasguñaba mi espalda.

Esa noche yo era un lobo y ella Caperucita, quien comería hasta el último hueso de su cuerpo, nada podía detenerme.

Todo parecía perfecto hasta que mi celular, olvidado en la mesa, comenzó a vibrar insistentemente, rompiendo la magia.

—¿Quién diablos llama a esta hora? —susurré con frustración mientras me levantaba de la cama.

La pantalla mostraba el nombre de Charlotte. Contesté de mala gana.

—Hola, dime.

—¿Por qué me ignoras, Freya? Han pasado cinco horas y no sabía nada de ti. ¿Dónde estás? —preguntó con un tono entre preocupado y molesto.

—En mi departamento. ¿Por qué tanto drama?

—¿Sucede algo? ¿Por qué no me llamaste?

—Nada, solo tengo visitas.

Hubo un silencio incómodo al otro lado de la línea antes de que Charlotte hablara de nuevo, esta vez con evidente irritación:

—¿Quién está contigo?

—Min-ju —respondí con un tono neutral, aunque sabía exactamente cómo se tomaría eso.

La línea quedó en silencio por unos segundos, y luego:

—¿Por qué...? Freya, no puedo creer que estés... —comenzó a decir, pero no la dejé terminar.

—Tengo que irme, Charlotte. Nos vemos mañana. Te quiero.

Corté la llamada antes de que su sermón continuara. Charlotte podía ser demasiado protectora, pero esta vez su tono había sido distinto: estaba molesta, casi furiosa. ¿Estaría celosa?

Suspiré y volví a la cama, donde Min-ju dormía profundamente. Su pequeño cuerpo se movió de forma inconsciente hacia el mío, abrazándome con fuerza. La miré por un momento y no pude evitar sonreír.

Había algo en ella que me atrapaba, algo que no entendía y que prefería no analizar. Mañana sería otro día, pero por ahora, solo quería disfrutar de su compañía, sus caricias y ese aroma cítrico que no podía sacar de mi mente.

 

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