Sofía, era una niña que vivía con su mamá Mónica y Leonardo, el esposo de esta. El entorno familiar de la pequeña era reducido, pero básicamente de los mejores. Diego, un joven médico, era su padre del corazón (aunque ella no lo veía exactamente así), Los amigos de su mamá, eran sus tíos, e Inés la mujer dueña de la pensión donde Sofía vivió sus primeros años de vida era su abuela.
Cuando Sofía tenía apenas cinco o seis años su vida cambió, al conocer a Erick, un joven de veinte años que aún estaba en la universidad y a la vez trabajaba para Leonardo, a su vez más tarde Erick se convertiría en su socio y mano derecha. Para la pequeña Sofia, ese primer encuentro fue suficiente para proclamar que él sería su novio cuando ella creciera. Erick, divertido y halagado, lo tomó como una inocente ocurrencia infantil. Pero lo que para él fue un momento fugaz, con el tiempo se convirtió en una promesa que marcaría el corazón de la pequeña.
Con el paso de los años, Erick se convierte en un exitoso hombre de negocios y en el mejor amigo de Leonardo. Mientras tanto, Sofia crece bajo el influjo de la ilusión del primer amor, observándolo con la fascinación de quien ve a su primer amor como un héroe. A sus ojos, él es el príncipe de sus cuentos, el hombre que encarnaba todas sus ilusiones. Sin embargo, para Erick, Sofía no es más que la hija de su amigo y socio, una niña dulce e inocente a quien proteger, aún a costa de sí mismo.
Todo cambia cuando Sofía cumple 17 años. Cansada de ser vista como una niña y convencida de que su amor no es un capricho adolescente, decide confesarle a Erick sus sentimientos nuevamente. Ese momento, lleno de valentía y vulnerabilidad, provoca un terremoto emocional en Erick. Pero lejos de aceptar su amor, él, abrumado por la diferencia de edad y su responsabilidad hacia la familia de Sofía, decide tomar medidas drásticas para distanciarla. El mismo día del cumpleaños de Sofia, Erick llega acompañado de una hermosa mujer a quien presenta como su novia. El corazón de Sofía se rompe en pedazos, pero en lugar de rendirse, su determinación se fortalece.
Devastada y herida por los desplantes del pasado, la joven decide hacerle probar a Erick el mismo dolor que él le causó.
En medio de este juego de engaño, pasiones y redención, ambos aprenderán importantes lecciones sobre el amor. Para Sofía, amar también implica aprender a perdonar y valorar los sentimientos del otro. Para Erick, el verdadero amor no siempre sigue las reglas de la razón y, a veces, reconocerlo puede llegar demasiado tarde. ¿Será este el caso? ¿O lograrán encontrar un camino hacia el perdón y la felicidad juntos?
"Siempre fuiste tú" es una historia de amor profundo, persistencia y segundas oportunidades, donde los corazones rotos también pueden sanar si se atreven a amar de nuevo.
Mensaje personal del autor:
Para las lectoras que llegaron hasta aquí, después de esperar esta historia: Gracias por leer las anteriores, y por seguir leyendo esta.
Para las nuevas lectoras, les cuento que en esta historia voy a contarles sobre la vida de Sofía, que es la hija de Mónica (protagonista de "Donde el corazón manda") quien al igual que su hija tuvo que luchar contra los prejuicios sobre la diferencia de edades entre ella y el hombre que amaba, aunque Sofía luchará por su amor de una manera muy diferente.
La celebración del cumpleaños número quince de Sofía estaba en pleno apogeo, la familia y los amigos de la niña estaban reunidos en el jardín de su casa. Entre luces y música, Sofía e Ian se alejaron del bullicio para sentarse en un rincón tranquilo junto a la fuente. Ian, quien ya tenía dieciseis años, se había convertido en su mejor amigo y confidente, y siempre sabia cómo hacerla sentir cómoda.
-Bueno, princesa- le dijo Ian esbozando una sonrisa cariñosa- estás espectacular esta noche. Ese vestido, esas luces... parece que todo el universo estuviera conspirando para que seas el centro de atención.
-Gracias, Ian- replicó ella devolviéndole la sonrisa-
Tú siempre dices cosas lindas, ya me acostumbré.
-¡Y las digo con razón! Siempre tienes que ser el centro del universo.
-¿Sabes? A veces pienso que solo me dices esas cosas porque sabes que me gusta escucharlas- comentó como si eso fuera evidente- Creo que te gusta adularme.
-¿Yo? ¿Adulándote?- Ian se hizo el sorprendido- ¡Jamás! Todo lo que digo es la pura verdad, tú sabes que a mí hermana no le gusta que mienta.
-Hablando de verdades... quiero preguntarte algo, pero tienes que prometer que no te reirás.
Ian cruzó una mano sobre el pecho dramáticamente.
-Prometo solemnemente no reírme- dijo, y Sofía bajando la mirada hacia la fuente preguntó...
-¿Crees que Erick podría enamorarse de mí algún día?
Ian se quedó en silencio un momento, sorprendido por la seriedad de su pregunta. Luego sonrió con ternura.
- ¿Sabes qué pienso, Sofi?- indagó, ella hizo un gesto afirmativo- Creo que sería imposible que no lo hiciera.
Sofía levantando la mirada hacia él, sorprendida agregó...
-¿De verdad crees eso?
-Claro que sí- asintió con seguridad- Eres increíble, Sofía. Eres divertida, hermosa, decidida... cualquier tipo con cerebro se enamoraría de ti.
Sofía frunció el ceño con una expresión de duda en su rostro.
-Pero Erick es diferente. Es... no sé, como de otro mundo. Siempre lo he visto como alguien perfecto, inalcanzable.
- Pues te diré algo- replicó Ian- hasta la gente que parece perfecta tiene un corazón, y si hay algo que sé, es que tú tienes una forma de meterte en el de todos muy fácilmente.
Sofía sonríe tímidamente.
-Gracias, Ian. Aunque no estoy tan segura de que Leonardo, mi mamá, o mi papá opinen lo mismo si eso llegara a pasar.
-Oh, definitivamente no- acotó su amigo- Si Erick se atreviera a enamorarse de ti, Leo y tu mamá se infartarían al instante. Y ni hablemos Diego. Él seguro se iría directo a Suiza con un pasaje de ida y un bate de béisbol- Sofía rió divertida al imaginar la escena, aunque sus ojos brillaban de nostalgia.
-Tal vez tienes razón. A veces me siento como si lo que siento por Erick fuera una especie de locura, algo que nunca debería contarle a nadie.
-Sofi, no hay nada de loco en amar a alguien- le dijo poniendose serio- Lo que importa es lo que haces con esos sentimientos. Y si alguna vez decides volver a decirle lo que sientes, yo estaré aquí, apoyándote, como siempre.
-Gracias, Ian. No sé qué haría sin ti- dijo ella abrazandolo.
-Pues seguro te morirías de aburrimiento, porque nadie más sabe hacerte reír como yo- replicó él con diversión- ¡Y ni hablar de aguantarte!
Sofía se río de las ocurrencias de su amigo y le dió un leve golpe en el brazo, mientras Ian la observa con cariño. Para él, Sofía siempre será alguien especial, y aunque no lo dijer muy seguido, haría cualquier cosa por verla feliz.
La fiesta de quince años de Sofía había sido un evento esperado por todos. El jardín estaba decorado con luces cálidas, flores elegantes y una gran carpa donde los invitados disfrutaban de la música y los aperitivos. Todo estaba perfecto, pero para Sofía, la noche no estaría completa hasta que Erick llegara. Como en cada cumpleaños suyo o de Marco, su hermano menor, Erick siempre encontraba la manera de estar presente, sin importar que viviera ahora en Suiza.
Alrededor de las nueve de la noche, el ruido de un automóvil estacionándose llamó la atención. Sofía, que estaba conversando con algunos amigos, giró instintivamente hacia la entrada. Y ahí estaba él. Erick, impecablemente vestido con un traje oscuro, irradiaba esa elegancia natural, y llegaba esbozando esa hermosa sonrisa que a ella siempre le había fascinado. La joven sintió un nudo en el estómago y no pudo evitar soltar un leve suspiro que no pasó desapercibido para Mónica, su madre, quien la observaba desde la distancia junto a Leonardo, su esposo.
-¿Viste eso?- le susurró a Leo, él hizo una mueva de incomprensión- La forma en que Sofía lo mira…
-Tranquila, amor- le dijo él pasando su brazo alrededor de la cintura de ella- Erick es como de la familia. No va a hacer nada que la lastime.
Mónica no respondió, pero su mirada seguía fija en su hija, que ahora se acercaba a Erick mientras este entraba al jardín con un paquete elegantemente envuelto en sus manos.
- ¡Feliz cumpleaños, princesa! - exclamó Erick mientras ella se acercaba sintiendo que su corazón se aceleraba cada vez más.
-Gracias, Erick. Me alegra que hayas venido- replico ella tratando de controlar sus emociones.
-No podía faltar, eres mi princesa. Ya lo sabes- dijo él extendiendo el paquete para que ella lo tomara- Espero que te guste.
Sofía tomó el regalo con cuidado, sintiendo su corazón acelerarse. Abrió la caja y sus ojos se iluminaron al descubrir un collar delicado, de plata, con un colgante en forma de estrella. Era simple, pero perfecto, justo como le gustaba.
- Es hermoso, Erick. Gracias- le dijo completamente emocionada.
-Me alegra que te guste- le dijo él con ternura- Una estrella para otra estrella.
Sofía sintió que su rostro se ruborizaba, pero antes de que pudiera decir algo más, Erick se inclinó para darle un beso en la mejilla y luego se dirigió hacia donde estaban Mónica y Leonardo, uniéndose al grupo de adultos que conversaban animadamente.
Durante el resto de la fiesta, Sofía no podía evitar mirarlo de reojo, tratando de ser discreta. Y Mónica, atenta como siempre, notó cada una de esas miradas y no pudo evitar que ese pequeño temor que sentía se instalara un poco más en su corazón.
Cuando la fiesta terminó y los últimos invitados se habían ido, Mónica entró en su habitación, donde Leonardo ya estaba quitándose el saco.
-Estoy preocupada, Leo- dijo Mónica suspirando mientras se sentaba en la cama. Leonardo levanto la vista.
-¿Por qué, cielo? Todo salió perfecto. La fiesta fue un éxito.
-No es la fiesta. Es Sofía...- respondió ella mirando hacia la ventana- es por lo que siente por Erick.
-¡Ay , amor!- dijo él- Ya te he dicho que no debes preocuparte por eso.
- No me gusta cómo lo mira- dijo ella con voz suave- Es como si… como si estuviera de verdad enamorada de él.
-Vamos, Mónica- dijo Leo intentando tranquilizarla- Es normal que Sofi admire a Erick. Él es un buen tipo, atractivo, exitoso… Es un modelo a seguir- Mónica sacudió la cabeza negando.
-No es solo admiración, Leo. Yo la vi. Lo mira como... como yo te miraba cuando nos conocimos.
Leonardo se acercó y puso una mano en el hombro de su esposa.
-Escucha, nena- le dijo- Erick jamás haría algo que pudiera lastimar a Sofi. Lo conozco bien, y sé que él la ve como una niña.
- Pero Sofía ya no es una niña- replicó ella sin dejar de mostrar su preocupación- tengo miedo de que mi niña termine con el corazón roto.
-Bueno supongamos que tienes razón- dijo él en un tono lleno de comprensión- Entonces veamoslo solo como un enamoramiento pasajero, Mónica. Esas cosas se pasan. Dale tiempo. Ya verás que pronto estará interesada en alguien más- Mónica suspiró.
-Espero que tengas razón, amor… por el bien de todos.
Leonardo la abrazó, tratando de calmar sus temores, pero Mónica no puede evitar sentir que la situación sería más complicada de lo que parecía.
Unos cuantos años atrás...
Cuando Mónica y Leonardo estaban en la mejor etapa de su relación, conociéndose y disfrutando junto a Sofía la pequeña hija de Mónica, de momentos en familia...
Mónica y Leonardo le habían prometido a Sofía llevarla al parque acuático, y obviamente habían cumplido, se hallaban precisamente en uno de esos momentos en los que estaban tomando un descanso junto a una de las piscinas, cuando un joven se acercó a ellos, y saludó a Leonardo con una sonrisa gentil y segura. Su nombre Erick Blackwood, un joven de apenas veinte años, quien había logrado destacar rápidamente en el ámbito universitario, y cómo buen observador Leonardo no había dudado en agregarlo a la nómina de los empleados de su empresa que era innovadora en proyectos de energía sustentable, aún cuando el muchacho seguía cursando sus estudios, Leonardo supo notar su potencial.
El estilo desenfadado y la energía jovial de Erick contrastaban con la elegancia relajada de Leonardo, pero ambos parecían compartir una camaradería y respeto muy profesional.
-Leonardo, ¡qué gusto verte por aquí!- exclamó Erick mientras extendía su mano para saludarlo.
-Erick, ¡qué sorpresa!- respondió Leonardo, estrechando su mano con cordialidad- Te presento a Mónica y Sofía.
-Mucho gusto, es un placer, Erick- saludó Mónica, sonriendo.
-¡Hola!- dijo Sofía, observándolo con los ojos bien abiertos.
-Hola, princesa- la saludó Erick sonriéndole ampliamente, con la típica simpatía que lo caracterizaba, y le guiñó un ojo a la pequeña antes de volverse hacia Leonardo.
-Así que, ¿este es el famoso equipo que escuché mencionar en la oficina?- bromeó el joven, guiñándole el ojo a Leonardo.
Leonardo rió y asintió.
-Sí, este es mi equipo favorito- afirmó con un tono cariñoso que hizo sonreír a Mónica.
Después de unos minutos de conversación sobre la empresa y algunos planes, Erick se despidió de todos y se alejó, dejando a Sofía observándolo fijamente mientras él se marchaba.
-¿Quién era él, Leo?- preguntó Mónica con curiosidad.
-Un joven con un gran futuro- respondió Leonardo, sonriendo- Lo conocí en una charla en la universidad de tecnología donde yo estudié. Erick ha sabido manejarse bien en el mundo empresarial, aunque aún le falta mucho por aprender.
En ese instante, Sofía se giró hacia ellos con una expresión seria.
-¿Sabes, mami?- dijo la niña, Mónica la observó- Cuando yo sea grande, él va a ser mi novio- declaró, con la convicción que solo una niña podría tener.
Leonardo y Mónica intercambiaron una mirada divertida antes de reír suavemente. Mónica la tomó de la mano y le dijo, con una sonrisa traviesa:
-¿Así que ya te decidiste, Sofi?
-Sí, mamá- afirmó Sofía- Es que tiene una sonrisa muy bonita y huele rico.
Leonardo no pudo evitar reír y revolverle el cabello.
-Bueno, Sofi, quién sabe… pero por ahora, Erick está un poco ocupado con el trabajo- comentó.
-Lo sé, pero algún día…- respondió Sofía, como si hablara de un sueño lejano.
A medida que el día continuaba, el parque se llenaba de más momentos preciosos: Mónica y Leonardo lanzándose en carreras para llegar primeros a la piscina, Sofía enseñando orgullosa sus “piruetas” en el agua, y las risas al compartir helados bajo la sombra de una palmera. Era el tipo de día que todos querrían revivir, lleno de promesas, diversión y pequeños sueños de una niña.
Dos años después del primer encuentro con Erick...
Mónica y su amiga Isabella estaban en la sala de la casa de Mónica, mientras Sofía, Ian, Lucas y Marco jugaban en el jardín. Las dos mujeres disfrutaban de una taza de té y una conversación relajada.
-No sabes la última ocurrencia de Sofía- dijo Mónica con un tono que era mezcla de diversión y vergüenza.
-¿Qué hizo ahora?- preguntó Isabella intrigada- Esa niña siempre tiene algo nuevo en mente.
Mónica suspiró con una mezcla de ternura y exasperación.
-Ayer cuando acompañamos a Erick al aeropuerto, le dijo frente a todos, que va a casarse con él cuando sea mayor.
- ¡No puede ser!- exclamó Isabella sin poder evitar la risa- ¿ Y qué dijo Erick?
- Se puso completamente rojo y no sabía si reírse o esconderse- respondió Mónica- Fue tan gracioso verlo incómodo. Claro, que trató de explicarle a Sofi con dulzura que eso no era posible, pero ya conoces a Sofía, no acepta un “no” como respuesta.
-Bueno, al menos la niña tiene buen gusto- comentó su amiga- Erick es un hombre muy guapo y sumamente encantador.
-Sí, y eso es parte del problema. Sofía está fascinada con él- dijo Mónica- Desde que lo conoció, no para de hablar de él como “su príncipe Erick”- Isabella arqueó una ceja.
-¿Príncipe Erick? ¿Eso no es de alguna película de Disney?
-Exactamente. Desde que vio La Sirenita, está obsesionada con la idea de los príncipes. Y ahora resulta que Erick tiene el “nombre perfecto”.Para ella, debe ser una señal del destino.
-¡ Ah, claro! - dijo Isabella entre risas- porque todo lo que Sofía ve es un cuento de hadas. La imaginación de los niños no tiene límites.
-Es adorable, pero me preocupa un poco. No quiero que termine decepcionada cuando se dé cuenta de que los cuentos de hadas no son reales.
-Mónica, no te preocupes tanto. Sofía apenas tiene siete años- le dijo su amiga- Es normal que idealice cosas y personas. Esto es solo una fase.
-Lo sé- replicó Mónica- pero es que ella habla tan en serio. Es como si de verdad creyera que su vida ya está escrita, y que ellos terminarán juntos.
Isabella sonrió con ternura.
-Eso es parte de su inocencia, y hay que disfrutarla mientras dure- comentó- Antes de que te des cuenta, crecerá y empezará a mirar a chicos de su edad. Erick solo es “su príncipe” porque coincide con el nombre.
- Supongo que tienes razón. Aunque no puedo negar que a veces es divertido verla tan decidida.
-Y a Erick, ¡lo tienen de protagonista de su cuento sin que él lo pidiera!
-Pobre chico- dijo Mónica- se está ganando el cariño de Sofía de maneras que no esperaba.
-Bueno, mientras sea un príncipe solo en su imaginación, todo estará bien.
Ambas rieron juntas, mientras observaban a los niños en el jardín, tan felices y despreocupados como cualquier niño de su edad.
El tiempo avanzaba de manera peculiar. A veces parecía que los días se deslizaban entre los dedos de la familia de Mónica y Leonardo como arena, mientras que otras veces cada momento se sentía eterno, cargado de significado. Sofía y Marco, al igual que Ian y Lucas, crecían rápidamente, cada uno desarrollando su personalidad y dejando su huella en la familia. Erick seguía formando parte de sus vidas, aunque ahora lo hacía desde la distancia. Su viaje a Suiza había fortalecido su carrera, y cada visita que hacía a la familia, era normalmente en los cumpleaños de los niños, los cuales se convertían en un evento esperado por todos.
Con el paso de los años, la relación entre Erick y Leonardo se consolidó. No solo se respetaban como socios en los negocios que compartían, sino también como amigos. Sus conversaciones iban desde proyectos empresariales hasta los pequeños detalles de la vida diaria, reforzando un lazo que ninguno había previsto. Mónica y Leonardo habían podido compartir la dicha de un nuevo embarazo, el cual trajo consigo gemelos cuando Sofia tenía trece años, así que a partir de ese momento se convirtió en hermana de Marco, y también de Alex y Paúl.
Diego, amigo de Mónica, y el único padre que Sofía había tenido desde que estaba en el vientre de Mónica, encontró una oportunidad de trabajar en una prestigiosa clínica en la misma ciudad donde vivían Mónica y Leonardo. Esto le permitió estar cerca de su hija adoptiva y ayudarla a superar los momentos de tristeza que aún le provocaba la distancia con Erick. Aunque Sofía crecía rodeada de amor, su añoranza por Erick no desaparecía, sino que parecía fortalecerse con el tiempo.
Durante las visitas de Erick, Sofía nunca perdía la oportunidad de recordarle las palabras que había pronunciado cuando tenía apenas seis años: que sería su novia cuando creciera. Erick, al principio, se reía y tomaba esas declaraciones como la dulce inocencia de una niña. Sin embargo, a medida que los años pasaron, la sonrisa de Sofía al decirlo dejó de ser infantil, y su mirada transmitía una firmeza que le incomodaba.
Mónica, observadora y protectora como siempre, no tardó en notar el cambio. La relación entre Erick y Sofía empezaba a transitar un terreno peligroso, especialmente ahora que Sofía se había convertido en una joven llena de gracia y determinación. Mónica intentó hablar con su hija en varias ocasiones, recordándole que Erick era mucho mayor y que la diferencia de edad podía ser un problema. Pero Sofía, con la convicción de una adolescente segura de sus sentimientos, no estaba dispuesta a escuchar razones.
Erick también comenzó a sentir que la situación podía complicarse. Aunque había visto crecer a Sofía como una hermana pequeña, ahora no podía ignorar el hecho de que la niña soñadora de antes se había convertido en una joven que despertaba admiración. Su incomodidad creció con cada visita, y aunque intentaba mantener las cosas ligeras y distantes, Sofía siempre encontraba la manera de acercarse más de lo que él consideraba prudente.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play