Introducción:
En esta introducción les presentaré a los queridos protagonistas de esta apasionante historia de romance y humor. Espero que la disfruten tanto como yo al escribirla.
CARLOS: Un empresario exitoso, ambicioso y con un gusto refinado por lo mejor y lo más caro. Es un hombre fiestero, pero siempre encuentra tiempo para cumplir con sus responsabilidades. Su atractivo y carisma lo convierten en el centro de atención, aunque su vida no está exenta de líos. (29 años)
SEBASTIÁN: El mejor amigo de Carlos. Comparte su gusto por las fiestas y la vida lujosa, pero es más tranquilo y evita los problemas. Millonario por herencia, siempre está dispuesto a ayudar a Carlos a salir de apuros y a mantener el equilibrio en sus aventuras. (29 años)
JANETH: Una joven humilde de gran corazón y aspiraciones. Sueña con convertirse en una gran cantante algún día. A diferencia de Carlos y Sebastián, no le interesa la fiesta; prefiere trabajar arduamente para salir adelante y cuidar a su abuelo enfermo, su única familia desde que perdió a sus padres a los 4 años. (27 años)
En esta historia encontrarán amor, desamor, rivalidades y sorpresas inesperadas. ¡Espero que les guste!
Capítulo 1:
En una noche fría y oscura, Janeth estaba a punto de dormir, ya que al día siguiente tendría que salir a buscar trabajo. Sin embargo, su abuelo empezó a toser fuertemente, por lo que Janeth se levantó rápidamente y fue a su cuarto para ver qué le sucedía. Al entrar, lo encontró tirado en el piso, con un papel lleno de sangre en la mano. Asustada, llamó a una ambulancia, que llegó cinco minutos después.
Minutos después, llegaron al hospital.
El doctor llevó al abuelo de Janeth para examinarlo y determinar qué le había ocurrido.
Al entrar en el pasillo, una enfermera se acercó y le dijo:
Enfermera: Señorita, no puede pasar.
Janeth: Necesito saber cómo está. *dijo con tristeza*
Enfermera: Lo siento, pero no puede pasar.
Janeth: Solo quiero verlo. *comenzó a llorar*
Mientras el doctor seguía atendiendo a su abuelo,
Janeth se dirigió a la sala de espera.
Media hora después, salió el doctor.
Doctor: Familiares del paciente Sergio Bustamante.
Janeth: Soy yo, soy su nieta. Dígame, doctor, ¿cómo está mi abuelo?. *sollozando*
Doctor: Su abuelo está estable, lo tendremos en observación, pero necesitamos hacerle algunos estudios.
Janeth: ¿Por qué? ¿Pasa algo malo?. *preocupada*
Doctor: No señorita, solo es un procedimiento rutinario para descartar problemas. En un momento más le avisaremos para que pueda verlo.
Janeth: Muchas gracias, doctor. *más calmada*
Después de realizar los estudios, una enfermera condujo a Janeth hasta la habitación donde se encontraba su abuelo. Al verlo, se sintió un poco más tranquila. Se sentó a un lado de su cama y se quedó dormida, ya que era muy tarde.
A la mañana siguiente, Janeth despertó por el rechinido de la puerta al abrirse. Al voltear, vio al doctor, quien le hizo una señal para que saliera al pasillo, ya que su abuelo aún estaba dormido.
Ya fuera de la habitación, el doctor le dijo:
Doctor: Ya tenemos los resultados de los exámenes que le hicimos a su abuelo.
Janeth: ¿Y cómo está? ¿Está bien?
El doctor hizo una pausa, dejando a Janeth ansiosa.
Janeth: ¡Dígame, no se quede callado! *preocupada*
Doctor: Señorita, su abuelo tiene hemoptisis aguda.
Janeth: angustiada ¿Y tiene cura?
Doctor: Puede que haya una, señorita.
Janeth: Dígame, doctor, no importa lo que cueste, haré lo que sea, pero mi abuelo tiene que ponerse bien.
Doctor: Tendríamos que realizar una operación, pero es algo costosa.
Janeth: ¿Qué tan costosa? *preocupada*
Doctor: Estamos hablando de unos $100,000 pesos.
Janeth: pensando para sí misma ¿De dónde voy a sacar todo ese dinero? No tengo trabajo.
Doctor: ¿Se encuentra bien?
Janeth: Sí, solo estaba pensando. Mire, doctor, no tengo esa cantidad, pero si me da un poco de tiempo para conseguir el dinero, se lo agradecería.
Doctor: Trate de conseguirlo. Mientras tanto, le recetare algunos medicamentos que no son tan costosos.
Janeth: Se lo agradezco mucho, doctor. *más calmada*
Doctor: No hay de qué. Iré a darle el alta a su abuelo, pase por recepción para su factura.
Janeth: Claro, y nuevamente, muchas gracias.
El doctor se retiró, y Janeth fue a recepción a recoger la factura.
Janeth: Vengo por la factura del paciente Sergio Bustamante.
Recepcionista: Aquí tiene, señorita. Que le vaya bien.
Janeth: Gracias.
Janeth se dio la vuelta y se sentó en una de las sillas de la sala de espera, mirando la factura con preocupación.
J: ¿De dónde voy a sacar el dinero para pagar esta factura y los medicamentos? Ni siquiera tengo trabajo, y ni hablar de la operación, que es carísima. Pero no importa, haré lo que sea para que mi abuelo esté bien. Es la única familia que me queda. *triste*
Una hora después, le dieron el alta a su abuelo, y Janeth lo llevó a casa para que descansara. Al llegar, lo acomodó en su cuarto y lo ayudó a recostarse en su cama antes de salir a comprar las medicinas.
De camino a la farmacia, vio un puesto de periódicos y decidió comprar uno para ver si encontraba algún empleo. Después de comprar las medicinas, regresó a su casa, se sentó en la mesa del comedor y comenzó a revisar las ofertas de trabajo. Pasados algunos
minutos, encontró un anuncio en el que buscaban una secretaria para una empresa de prestigio llamada "Villanueva Inc."
J: Mañana, a primera hora, iré a conseguir ese trabajo.
Ya entrada la noche, Janeth se fue a su habitación a dormir, sabiendo que al día siguiente tendría que levantarse temprano para la entrevista de trabajo.
En otra parte de la ciudad, en una casa elegante, dos jóvenes guapos estaban planeando una de sus mejores fiestas. Con mucho alcohol, mujeres atractivas, buena música y el mejor ambiente, la noche prometía ser inolvidable.
Carlos: Esta será una de las mejores fiestas en las que hemos estado, no puedo esperar a que llegue el día.
Sebastián: Yo también estoy emocionado, pero tengo que ir a casa a empacar.
Carlos: ¿Empacar para qué? -dijo, curioso.
Sebastián: Tengo un viaje de negocios. -respondió sin entusiasmo.
Carlos: No vayas, hermano. Mejor acompáñame a Acapulco, tengo unas amigas que darán una fiesta este fin de semana. (Para aclarar, es jueves por la noche y la fiesta es el sábado)
Sebastián: No puedo, esta reunión es muy importante, no puedo faltar. ¿No se supone que tú deberías estar buscando a alguien para casarte?
Carlos: Ni me lo menciones, amigo. Mi padre está terco con que me case para quedarme con la disquera y con su fortuna.
Sebastián: Pues ya estuvieras, hermano. Con tantas chicas con las que sales, pero ninguna te ha hecho sentar cabeza.
Carlos: Es que eso no es para mí, lo mío son las fiestas y la diversión.
Sebastián: Como tú digas, pero no esperes tanto. Ya no somos los adolescentes que éramos, ahora somos adultos responsables.
Carlos: Como usted diga, señor Villanueva. -habló con tono burlón.
Carlos y Sebastián continuaron conversando por algunas horas, y luego Carlos se fue a su casa, donde al llegar se encontró con su padre.
Dentro de la casa:
Carlos: Ya llegué, estaré en mi habitación.
Padre: Detente ahí, muchacho. Ven aquí, quiero charlar contigo.
Carlos: Padre, no tengo ganas de pelear en este momento. Dejemos la charla para después. se da la vuelta para irse.
Padre: No te vayas, tenemos que hablar, quieras o no. -algo molesto.
Carlos: -se voltea- ¿Y de qué quieres hablar?
Padre: ¿Cuándo te vas a casar?
Carlos: ¿Otra vez con eso? ¿Cuándo vas a dejar ese tema en paz? -molesto.
Padre: Cuando te hayas casado. -molesto.
Carlos pone los ojos en blanco.
Padre: Hijo, ya no eres un adolescente que solo sale de fiesta y se divierte. Ahora eres un adulto, ya casi tienes 30 años. Tienes que casarte y formar una familia. Yo no estaré para siempre, en algún momento moriré. -lo dice con tono calmado.
Carlos: Y vas con la misma cantaleta. No necesito a una esposa para vivir mi vida, y sé que no estarás conmigo siempre, pero no me obligues a casarme. -grita.
Padre: No uses ese tono conmigo, y quieras o no, tendrás que casarte. -molesto.
Carlos: ¿Y si no quiero hacerlo, qué? ¿Qué me harás? -desafiante.
Padre: Te dejaré sin nada, sin dinero y sin la disquera. Así que tú decides si quieres casarte o no. -molesto.
Carlos: No serías capaz de hacerme eso. -furioso.
Padre: Tú no sabes de lo que soy capaz. -un poco calmado
Carlos: ¿Y qué vas a hacer con la disquera y con tu dinero si llegas a morir? ¿Has pensado en eso? -molesto.
Padre: Claro que he pensado en eso. Si no te casas, le dejaré todo a tu hermano Julio.
Carlos: ¿Qué? ¿A Julio? ¡Te has vuelto loco! Él no es parte de la familia, no puedes hacer eso. -grita, enojado.
Padre: Claro que puedo, y lo haré si no haces lo que te digo. -molesto.
Carlos: grita y se va a su habitación, -molesto.
Padre: ¡Ven aquí, muchacho! ¡Esta conversación no ha terminado! -grita- ¡Carlos, regresa aquí en este instante!
Padre: Este muchacho me va a matar de un disgusto. -lo dice calmado, mientras se queda sentado, pensativo.
Mientras tanto, en la habitación de Carlos, él llama a su amigo Sebastián.
Carlos: Es que te juro que no lo soporto. -en la llamada.
Sebastián: Tranquilo, amigo, ya sabes cómo es tu padre.
Carlos: Sí, pero esta vez se pasó.
Sebastián: ¿Y qué hizo esta vez?
Carlos: Me dijo que si no me casaba, le iba a dejar todo al bastardo de Julio.
Sebastián: ¿Qué? ¿A Julio?
Carlos: Sí, no sé qué le pasa.
Sebastián: Pues si que está fuerte. Tendrás que hacer lo que te dice, si no quieres que Julio se quede con todo.
Carlos: Lo que más me molesta es que el viejo se va a salir con la suya.
Sebastián: Pues ni modo, amigo.
Carlos: Sé que tal vez no te guste lo que voy a preguntar, pero… ¿me puedo ir contigo a tu viaje? No quiero estar escuchando los sermones de mi padre.
Sebastián: Carlos, no voy a descansar, voy a trabajar.
Carlos: Lo sé, no te causaré problemas, por favor, amigo, di que sí. Ayúdame. -lo dice triste.
Sebastián: Está bien. -dudoso.
Carlos: ¡Gracias, amigo! -feliz.
Sebastián: Nos vemos mañana en el aeropuerto a las 6 a.m. Nos iremos en mi jet, y si no llegas, me voy, ¿entendido?
Carlos: Sí, amigo, no te preocupes, ahí estaré.
Al terminar la llamada, Carlos fue a hacer su maleta sin que nadie se diera cuenta. Luego, ambos se fueron a dormir.
A la mañana siguiente, a las 5:30 a.m., Sebastián iba rumbo al aeropuerto para encontrarse con su amigo Carlos.
20 minutos después, Carlos llegó y ambos se dirigieron al jet. A las 6 a.m. despegaron con destino a Miami (ellos viven en Los Ángeles).
11 a.m., el jet aterriza en Miami. Luego, ambos se dirigen al hotel Four Seasons.
Nuevo personaje: Julio tiene 25 años, es hermanastro de Carlos y también es su rival. Quiere quedarse con la herencia y con la disquera.
Carlos y Sebastián entraron al hotel y se dirigieron hacia la recepción.
Recepcionista: Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? -dice amablemente.
S: Hola, buenos días, tengo una reservación a nombre de Sebastián Villanueva.
R: Permítame un momento.
Chequea en la computadora
R: Aquí tiene, su habitación es la suite presidencial. -Le da la llave.
S: Muchas gracias, señorita.
Carlos se acerca
C: Hola, bella dama, ¿me podría dar una habitación, por favor? -Lo dice coqueto.
R: Claro que sí, ¿qué es lo que está buscando? -Coqueta.
C: Una suite para el rey. -Lo dice coqueto.
Llega Sebastián
S: Lo único que eres, es un pendejo. -Se ríe.
C: Lo mira molesto
R: Se ríe Aquí tiene su llave, joven.
S: Muchas gracias, señorita.
Ambos se retiran y se dirigen a sus habitaciones.
El mismo día en Los Ángeles, 7 am en la casa de Janeth.
POV Janeth: Sonó la alarma a las 7 en punto de la mañana. Me desperté como de costumbre, me puse mis pantuflas y mi bata, y me fui directo al baño.
POV Janeth: Lavé mis dientes y mi cara, después de secarla me dirigí a la ducha. Puse algo de música para relajarme aún más. Después de 5 minutos, salí de la ducha fresca como una lechuga y me dirigí a cambiarme. Elegí algo formal pero cómodo, ya que quería causar una buena impresión para quedarme con el trabajo.
Ya que estaba lista, bajé al comedor y ahí me estaba esperando mi abuelo.
J: Buenos días, abuelo.
Abuelo: Hola, calabacita, ¿cómo dormiste?
J: Bien, ¿y tú?
Abuelo: Pues más o menos, siento que no he dormido desde hace una semana. Esos hospitales me dejan cansado. -Lo dice algo molesto.
J: Ay, abuelo, es por tu bien. Me preocupaste muchísimo. Solo necesitas descansar más.
Desayunamos y me despedí de mi abuelo. Salí de casa y me dirigí hacia la empresa. Tomé un autobús y después de 20 minutos llegué. Me quedé sorprendida al ver lo grande y lujosa que se veía la empresa, pero logré salir del shock y me dirigí hacia adentro. Al entrar pensé: "Es muy grande este lugar." Me dirigí a recepción y hablé con las señoritas que estaban allí.
Recepcionista 1: El circo está a dos cuadras de aquí, por si se equivocó. Esta es una empresa de prestigio. -Dijo incrédula
J: -Pensando-"Qué mujer tan más odiosa"
Recepcionista 2: No le haga caso, pase por aquí, por favor. -Amable.
R2: ¿A qué ha venido?
J: Vengo por lo del empleo.
R1: Claro, ya veo, vienes por el trabajo de intendencia. -Lo dice burlesca.
J: Voltea los ojos
J: De hecho, vengo por el puesto de secretaria presidencial. -Lo dice seria-
-La recepcionista 1 se rie-
R2: Suba al elevador y vaya al piso 16.
J: Muchas gracias, señorita. -Amable.
Me dirigí al elevador como me lo indicó la recepcionista amable, mientras veía la cara de molestia de la otra. Muy dentro de mí, disfrutaba el enojo que le causaba. Me sentía victoriosa al entrar. Pulsé el botón que decía el número 16 y las puertas del elevador se cerraron. Unos 2 minutos después, se abrieron las puertas. Salí y me dirigí hacia una bella señorita rubia, que se veía muy elegante a mi parecer.
J: Hola, buenos días, vengo por la entrevista de trabajo. ¿Sabe dónde es?
X: Claro que sí, acompáñame.
La seguí hasta que llegamos a una puerta. Ella tocó y del otro lado alguien dijo que pasara.
X abrió la puerta y pasó detrás de ella. Entré y me dirigí hacia una señora muy educada y refinada, a la cual le dijo:
X: Hola, Mireya, esta chica viene por el puesto de secretaria. Dijo amable
M: Ok, gracias por traerla. Retírate.
X se dirigió a la puerta, salió y la cerró.
La señora me miró de abajo hacia arriba y suspiró.
M: Toma asiento. Me dijo amablemente
Me senté y le entregué mis papeles de currículum. Ella los observaba detenidamente y hacía pausas para mirarme. Estaba demasiado nerviosa, al punto de sentir las manos sudadas. Me hizo un par de preguntas y, después de un rato, salimos de la oficina.
M: Muy bien, señorita Bustamante, el trabajo es suyo.
Regrese el lunes a las 8 am para firmar su contrato.
J: Muchísimas gracias, estaré aquí muy puntual.
La señora me regaló una sonrisa y se dirigió hacia la oficina. Después sentí como alguien tocó mi hombro. Me giré y era ella, la linda chica rubia con la que me había topado antes.
X: Felicidades, no pude evitar escuchar que te quedaste con el empleo.
J: Sí, lo sé, muchas gracias. Por cierto, mi nombre es Janeth.
X: Es un gusto, Janeth. Mi nombre es Valeria. -Le da la mano.
-Janeth le devuelve el gesto-
J: El gusto es mío, Valeria. -Amable.
V: Trabajaremos juntas. Yo soy secretaria de vicepresidencia. -Emocionada.
J: Me da gusto, ya que no conozco a nadie. -Apenada.
V: No te preocupes, si necesitas algo, ya sabes a quién acudir. -Le guiña el ojo.
J: Bueno, te dejo trabajar. Fue un gusto conocerte.
V: Igualmente, nos vemos el lunes.
Fui hacia el elevador y presioné el botón de bajar. Cuando llegué al piso de abajo, salí y me dirigí a la parada de camión. Iba tan feliz, no podía esperar a llegar a casa para contarle al abuelo que ya conseguí trabajo. Va a ponerse muy contento, pensé. Después de un rato llegué a mi casa. “Abuelo”, fue lo que dije, pero nadie contestó. Fui a su habitación y lo encontré tomando una siesta. Dije: “Ay, pobre de mi abuelito, el hospital lo dejó muy cansado.” Le preparé algo rico de comer para cuando se despertara, y me dirigí hacia la cocina. Le preparé algo delicioso para comer. Pasamos toda la tarde juntos en casa, jugando juegos de mesa y viendo su programa de televisión favorito. Llegó la noche, cenamos y nos fuimos a descansar.
Nuevo personaje: Valeria, la mejor amiga de Janeth. Se conocieron en el trabajo. Ella tiene 27 años, vive sola y va a apoyar en todo a su amiga, incluyendo ayudarla con su amor secreto.
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