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EL SEXY GENIO Y EL MAFIOSO DE JUGUETE

CAPÍTULO 1

⭐⭐NOTA DE LA AUTORA⭐⭐

Bienvenidos a esta nueva historia. Para mis FIELES LECTORES, lo prometido es deuda,  y a los nuevos SEGUIDORES, esta novela es la cuarta de la saga. Por eso, les invito a leer, antes de esta historia, las novelas anteriores, para una mejor comprensión. Debes leerla en el siguiente orden:

LA PROSTITUTA DEL CEO

100% TÚ

TE ENCONTRÉ

Después si te doy la bienvenida para acompañarme en esta gran aventura...

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CAPÍTULO 1

—¡Maldita sea! —Gritó el joven realmente furioso, al mismo tiempo que lanzó el vaso contra la pared.

El estruendo hizo temblar a su pobre secretaria. Aunque la joven mujer comenzaba a acostumbrarse a los arranques de ira de su jefe.

Ella se sentó en su puesto, solo esperando el grito de su jefe.

—¡Dhana! ¡Dhana!

La joven tomó una gran bocanada de aire y se levantó de su puesto, sacó su teléfono y envío un mensaje e inmediatamente tomó su tablet y entró rápidamente a la oficina del ogro.

Ella se sorprendió al ver la apariencia de su jefe. El hombre estaba despeinado, sus ojos ardían como dos bolas de fuego. Era evidente que estaba tomando y esto no era bueno para ella.

Pero necesitaba el trabajo. Solo contaba con que su salvador llegara a tiempo.

Entonces ella caminó sigilosamente hacia el escritorio de su jefe y le susurró.

—Dígame joven.

El hombre levantó su cabeza, la miró directamente a los ojos y un rastro de reproche se alojó en su rostro.

—Ayer, te ordené que le entregaras a la señorita Luna la memoria y que te aseguraras de que viera su contenido.

La joven trató de mantenerse serena, pero en sus pensamientos una tormenta se desató.

"Luna, Luna, Luna. Maldita sea esa mujer". —pensó la joven. Estaba harta de recibir maltratos de su jefe por culpa de esa idiota. Sin embargo, en este momento solo necesitaba zafarse de este embrollo.

Entonces ella exhaló todo el aire de sus pulmones y calmó su ansiedad, antes de responder.

—Sí, señor, y fue exactamente lo que hice. La señorita Luna observó el vídeo y después tomó su cartera y se retiró de la oficina.

Dimitri se levantó y caminó hacia ella, tomó su tablet y le mostró.

—Entonces, explícame que significa esto.

La joven fijó su mirada en el anuncio que se mostraba en la pantalla y la expresión de su rostro cambió.

Ella retrocedió y negó con la cabeza.

—No sé qué ocurrió joven. Ella se veía realmente molesta cuando salió de su oficina.

—¡Eres inútil! Desaparece de mi vista ¡Estás despedida!

La mujer comenzó a llorar y en ese momento la puerta se abrió interrumpiendo su acalorada conversación.

Dimitri miró a la chica y la señaló.

—Ahora con más razón. Te quiero fuera de aquí. No solo eres inútil, sino que eres chismosa. ¡Fuera!

La mujer salió destrozada, pero eso no aplacó la furia del joven. Ahora arremeterá contra el intruso, que solo lo observaba esperando que se calmara. Pero eso estaba lejos de ocurrir.

—No me mires así. No trabajaré más con ella. No tiene por qué llamarte cada vez que la reprendo. No eres mi padre. Al contrario, eres mi sobrino y me debes respeto.

El joven genio estaba calmado, no necesitaba nada, para darse cuenta de que su amigo estaba así porque su amada Luna había decidido adelantar su boda en la que evidentemente él no era el novio.

Una pequeña risa escapó de los labios del genio. Máximo Jr. se cruzó de brazos y se recostó del escritorio de su amigo, que lo miraba con resentimiento.

—Dimi, sabes que tú y solo tu eres el responsable de lo que está pasando. No puedes culpar al mundo por tus errores...

Pero Dimitri estaba cegado por el dolor y la decepción. Solo quería ver al mundo arder, que todos pudiesen experimentar ese infierno que ardía en su interior y el gran dolor que causaba.

Entonces se levantó y caminó hacia su sobrino como un depredador a su presa.

—No vengas con tus clases de moral. Estás aquí porque la zorrita te llamo para que vinieras a defenderla. Si tanto te gusta, fóllatela, pero no te metas en mis asuntos. ¿Vas a negar que esa perra de Dhana te gusta y que estás aburrido de la tonta de Christine?

Máximo Jr. no estaba dispuesto a asumir ni a negar nada. Era verdad, que se sentía atraído por la joven, pero eso no venía al caso. Su amor por Christine era su única verdad.

Un estruendo se escuchó en la puerta y los dos voltearon hacia la puerta que hasta ahora se dieron cuenta de que estaba abierta.

Máximo Jr. sintió una opresión en su corazón al ver la decepción en los ojos de Christine que era su asistente, estaba haciendo sus prácticas universitarias a su lado y venía con una taza de café para ellos.

La bandeja resbaló de las manos de la joven y todo cayó al piso.

La joven secretaria soltó una pequeña risa que evidenciaba que estaba disfrutando el momento.

Christine solo recogió un poco de café que quedó en una de las tazas y se giró hacia el puesto de Dhana que estaba terminando de recoger todo y estaba sonriendo divertida por la escena ante sus ojos.

La joven, sin pensarlo, le arrojó a la mujer el líquido caliente encima y corrió hacia el ascensor.

Máximo Jr. observó la escena y corrió a auxiliar a la joven

—¿Estás bien? —le preguntó sacando su pañuelo y tratando de limpiarla.

La joven solo se aferró a su cuerpo y lo abrazó mientras lloraba.

—¿Por qué me pasa esto? ¿Qué le hice?

Esa fue la última escena que Christine vio antes de que las puertas del ascensor se cerrarán.

Esa escena marcaría el nuevo rumbo de su vida, uno dónde solo se amara a ella misma.

Máximo Jr. observó con decepción a su amada alejarse. Tal vez, podía entender que se molestará con él por las palabras de Dimitri, Pero no tenía justificación para haber agredido a esa pobre chica.

Una sonora carcajada se escuchó detrás de ellos.

Dimitri estaba parado en el umbral de la puerta de su oficina con un vaso de whisky en su mano, burlándose de su amigo.

—Ja, ja, ja. Definitivamente, eres un idiota, en vez de ir tras Christine, te quedas cuidando de esta zorra que solo busca meterse en tu cama. Estás muy mal sobrino.

Máximo Jr. apretó sus puños y caminó hacia su tío, pero antes de llegar observó la puerta cerrarse justo en su cara.

CAPÍTULO 2

Dimitri se sentó en su gran sillón, esperando escuchar los gritos y reproches de su sobrino favorito.

Pero un silencio ensordecedor invadió el lugar y el sonido del ascensor le dio a entender que su tonto amigo había caído en las redes de la zorra.

Entonces él decidió olvidarlo y enfocarse en sus asuntos.

Dimitri sacó una foto de su bolsillo y la arrugó.

—Ja, ja, ja. Lo siento por ti, Luna, Pero el único que me mantiene cuerdo, no quiere saber nada de mí en este momento. Así que prepárate, porque voy por ti.

Dimitri tomó su teléfono y dio algunas órdenes, después abrió su laptop y comenzó a trabajar en la próxima lección para su amada Luna. Ella debía entender quién era su dueño y a quién debía obedecer.

Al día siguiente...

En un lujoso salón de la Ciudad, muchas personas se encontraban reunidas, para celebrar una unión matrimonial.

La ceremonia estaba por comenzar y Máximo Jr. buscaba desesperado a su amada. Hasta que a lo lejos vio a su padrino.

Máximo Jr. caminó hacia él y Fausto frunció el ceño al verlo.

—Maxito. Justo contigo quería hablar.

Pero la esposa de Fausto lo interrumpió.

—No amor, no es el momento, ni el lugar. Máximo Jr. ¿Puedes pasar mañana por la casa?

Máximo Jr. asintió, Pero le pregunto a la hermosa mujer.

—Lo prometo, Pero ahora solo quiero ver a Christine.

Fausto bufó molesto con su ahijado.

—Pues lo mismo quiero yo, Mocoso. Pero por culpa de que andas follándote a las secretarias, mi hija se largó. Se fue al internado y no la veré en dos años.

Máximo Jr. No podía creer lo que estaba escuchando. Era imposible pensar que por un malentendido su amada se haya ido. Entonces tomó a su padrino a los hombros y lo sacudió levemente.

—¿A dónde se fue, Padrino? Necesito hablar con ella.

Fausto tomó las manos de su ahijado y los sacudió bruscamente.

—Es tarde para eso, Christine llegó a la casa ayer llorando y te esperó hasta las once de la noche. Ella estuvo sentada en el jardín, esperando tu maldita explicación, Pero cuando no llegaste, ella subió a su habitación, empacó toda su ropa y se fue a las seis de la mañana al aeropuerto.

Máximo Jr. Se sintió como la peor basura, él acompañó a Dhana a su casa y después se fue a su casa. Quería ver a Christine, pero prefirió esperar que ella se calmara y hablar con ella en la boda.

—Padrino yo...

Máximo Jr. se sentía realmente avergonzado. Él jamás quiso lastimar a su niña. Pero una voz melosa los interrumpió.

—¡Maxito! Que bueno que viniste. —le dijo Dhana acercándose a él y enganchándose en su brazo.

Fausto se acercó a él y lo señaló con el dedo, los brazos de ellos entrelazados.

—Si vuelves a acercarte a mi hija, me quitaré el cinturón y te azotaré como si fueras un niño.

Máximo Jr. Se zafó del agarre de Dhana y caminó hacia la salida. Necesitaba la ayuda de Dimitri para recuperar a su novia.

En ese momento, comienza la marcha nupcial y todos se reúnen en el altar que estaba en medio del salón de fiesta. Era una boda muy organizada. Había una gran pantalla donde se reflejaban a los novios frente al sacerdote y los que estaban al final podían ver sus expresiones y escucharlo decir sus votos.

Luna caminaba feliz del brazo de su padre hacia el altar. Ahí estaba Dylan, el hombre que ella había escogido para compartir su futuro.

La ceremonia estaba por comenzar, cuando de repente las pantallas comenzaron a transmitir unas escenas pornográficas donde el novio participaba en una orgía con dos mujeres en su despedida de soltero tres noches antes de la boda.

Todos los presentes comenzaron a murmurar y Luna detuvo su andar. Su padre llegó hasta Dylan y lo golpeó en el rostro. Todos comenzaron a insultar y a criticar al novio.

Luna se sintió realmente humillada. Ella solo observó a su alrededor y veía lástima y compasión en la mirada de todos.

—Te maldigo mil veces. Dimitri Santibáñez. —Fue lo único que susurró antes de salir corriendo del lugar.

La boda se arruinó. El novio estaba siendo golpeado por su suegro, su padre trataba de salvarlo. La madre de Luna corría detrás de su hija y todos los invitados fueron abandonando el lugar.

Las familias Santoro y Santibáñez estaban presentes. Todos sabían que esto tenía la firma del mafioso de juguete por todas partes. Definitivamente, él jamás dejará a Luna vivir en paz.

Luna salió del salón y subió a un taxi.

—¡Sácame de aquí! —Fue lo único que dijo y el hombre solo asintió antes de comenzar a conducir.

Luna lloró por algunos minutos y después, lo irregular del camino, la hizo observar por la ventana. No conocía el lugar. Entonces, miró al chófer.

—¿Para dónde vamos?

Luna sintió su sangre hervir al fijarse en el rostro del chófer. No podía creer el descaro de este idiota.

CAPÍTULO 3

Luna comenzó a golpear al chófer desde el asiento de atrás.

—¡Eres un maldito! ¿Cuándo me vas a dejar en paz?

Dimitri trataba de maniobrar el vehículo y de esquivar los golpes de Luna al mismo tiempo.

Luna estaba furiosa, pero Dimitri estaba feliz. Ella era suya y jamás podrá estar con nadie más y ya era hora de que lo entendiera.

La risa escandalosa de Dimitri solo hacía enojar más a Luna. Ella continuaba golpeándolo y esto ocasionó que Dimitri perdiera el control del volante.

El auto giró como un trompo y después salió del camino.

Dimitri se lanzó sobre Luna y la abrazó para tratar de protegerla con su cuerpo y ella se aferró a él.

Afortunadamente, el auto colisionó contra un matorral, por lo tanto, no hubo daños mayores. Lo único es que el auto no encendía y estaban en una zona no transitada. El plan de Dimitri era secuestrar a la novia y llevarla a una cabaña en medio de la nada y ahí era justamente donde estaban en este momento.

Luna soltó a Dimitri y al abrir los ojos se dio cuenta de que todo le daba vueltas.

—¿Estás bien? —le preguntó Dimitri, tratando de revisar su cuerpo.

Luna solo asintió y Dimitri se alejó de ella. En realidad él había sufrido algunos golpes en las costillas por haber estado atrapado entre los dos asientos delanteros para poder llegar hasta su amada.

Luna intentó abrir la puerta para salir, pero estaba atorada.

Dimitri agradeció su suerte, porque sabía que ella solo quería alejarse de él y con estos dolores en su torso, no podría ir tras ella.

—Dimitri. Abre la maldita puerta. Usa tu celular. Pide ayuda. —le gritaba Luna molesta.

Dimitri intentó reírse de ella, pero eso era muy doloroso para él en este momento.

Entonces sacó su teléfono y se lo entregó a ella.

Luna fijó su mirada en la pantalla y sonrió al ver una foto de ella en el fondo.

—Idiota —susurró Luna y rodó los ojos al ver que estaba bloqueado. Dimitri la observó por el retrovisor y le dijo.

—La clave es la fecha de nuestro aniversario.

Luna quiso hacerse la desentendida y le dijo en un tono de reproche.

—Dime la clave, idiota.

Dimitri levantó los hombros y se recostó del volante.

—Ya te la dije. Ponla o estaremos aquí para siempre.

Luna puso el teléfono en el asiento del copiloto y Dimitri fingió dormirse.

Entonces Luna también se acomodó en el asiento trasero y cerró los ojos. Pero una hora después, ella, ya cansada de esta absurda situación, tomo el teléfono y tecleó unos números.

Dimitri le guiñó el ojo y le lanzó un beso. Luna lo ignoró y después maldigo al darse cuenta de que no había señal.

—Dimitri, idiota, haz algo. No pienso quedarme aquí para siempre.

Dimitri tomó un poco de aire y abrió la puerta del auto para salir. Él salió del auto y dio algunos pasos para ubicarse. Después regresó al auto.

—Idiota. ¿Por qué me dejaste? —le reprochó Luna.

—Porque sé que no te gustará caminar por aquí con esos estúpidos zapatos de novia y quería cerciorarme primero de nuestra ubicación.

—¿Y? ¿Encontraste la cabaña de los osos, Ricitos de oro? —le preguntó Luna, mientras tomaba su mano para salir del auto.

Dimitri terminó levantándola en brazos y caminando con ella hacia la cabaña que estaba detrás del matorral.

Luna se sorprendió al verlo caminar hacia ese lugar.

—¿Estás loco Dimitri? No. Sabes quién vive ahí. Y si son unos asesinos.

Dimitri no pudo evitar reír y Luna lo golpeó levemente en el hombro.

—Aquí estaremos bien. Debemos protegernos de la lluvia.

Luna observó hacia el cielo y lo miró fijamente a los ojos.

—Qué lluvia idiota. Si este sol está que brillando en todo su esplendor.

Dimitri volvió a reírse y la dejó en la puerta de la cabaña.

Luna giró sobre sus pies para deleitarse con la hermosura del lugar.

Dimitri la observó y su corazón saltó de emoción, al ver esos hermosos ojos brillar. Aunque sabía que esa felicidad duraría poco.

Luna volvió a girar y miró de reojo a Dimitri, que la observaba con cara de tonto enamorado. Luna dio algunos pasos y tropezó con el piso rústico y sus elegantes zapatos. Entonces, volvió a la realidad, se quitó los zapatos para correr hacia él.

—Eres un desgraciado Dimitri. ¿Tenías que avergonzarme delante de todos? ¿Por qué no me dejas en paz? —le reprochó Luna, mientras lo golpeaba en el pecho.

Dimitri trataba de esquivar sus golpes y la tomó por las muñecas hasta lograr abrazarla contra su pecho.

—Quería que abrieras los ojos. Te di la oportunidad de suspender la boda y no lo hiciste. En realidad, ¿ibas a casarte con ese infiel?

Luna asintió con la cabeza.

—Yo lo confronté y él me pidió perdón. Ya habíamos superado eso, no tenías derecho a exponerlo de esa manera. Pero siempre tienes que meterte en mi vida. Siempre tienes que alimentar mi odio y mi desprecio hacia ti.

Dimitri no podía creer lo que estaba escuchando. Ella había terminado su relación con él, porque lo consiguió besando a una modelo, y ahora resulta que le perdono la orgía a su prometido.

—¿Lo perdonaste? Por Dios, Luna. A mí ni siquiera quisiste escucharme.

—Tú me traicionaste y después lo negaste. Jamás asumiste tu error.

—Luna no seas absurda. Te fuiste al extranjero sin darme la oportunidad de hablar y regresaste un año después comprometida con este idiota.

Luna soltó una pequeña risa y negó con la cabeza.

—Así que se trata de eso, de tu venganza. El gran Dimitri Santibáñez no podía quedarse tranquilo. ¿No podías casarte con la zorra que te devoraba los labios ese día y olvidarte de mí? Oh, no, más bien si te olvidaste de mí, pero al verme feliz al lado de Dylan decidiste sabotear mi boda.

—Luna, estás muy equivocada. Yo jamás te olvidaré. Te amo y tu destino es estar a mi lado.

—No seas imbécil Dimitri. Tú solo amas al que ves en el espejo.

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