01 de diciembre de 2018
La iglesia de San Francisco estaba llena de flores y familiares esperando la unión de Bella Mancini y Marco Rossi. La novia, vestida de blanco, esperaba ansiosa en el vestíbulo, pero su ansiedad se convirtió en inquietud cuando pasaron los minutos y Marco no llegaba.
—¿Dónde está? —preguntó Bella a su madrina, nerviosa.
—No lo sé, cariño. Ya debería estar aquí —respondió su madrina, preocupada.
Bella decidió tomar medidas. Salió de la iglesia y se dirigió al apartamento de Marco, ubicado a pocas cuadras de distancia. Al llegar, llamó a la puerta, pero nadie respondió. La puerta estaba entreabierta, así que entró.
Lo que vio la dejó sin aliento. Marco y su mejor amiga, Sofía, estaban en la cama, envueltos en un abrazo apasionado.
Bella se sintió como si hubiera sido golpeada. Su mundo se derrumbó en ese instante.
—¿Marco? —dijo Bella, su voz apenas audible.
Marco y Sofía se detuvieron, sorprendidos.
—Bella... —tartamudeó Marco.
—No —dijo Bella, retrocediendo—. No puedo creerlo.
Sofía se levantó de la cama, cubriéndose con una sábana.
—Bella, lo siento —dijo Sofía.
—¿Lo sientes? —repitió Bella, su voz llena de ira—. ¿Cómo pudiste hacerme esto?
Marco se levantó de la cama, intentando acercarse a Bella.
—Bella, por favor... —dijo.
—No —dijo Bella, deteniendo con su mano—. No quiero escucharte.
Y con eso, Bella salió del apartamento, dejando atrás su futuro y su corazón roto.
Fin del flashback...
Fue así como deje de creer en amor.
Me llamo Bella Mancini, y soy la CEO de la empresa más importante en Italia. Mi vida es un éxito, pero mi corazón sigue llevando la cicatriz de aquella traición.
Desde hace seis años, no volví a enamorarme. No pude. La herida que Marco Rossi me dejó fue demasiado profunda. Mi corazón se convirtió en hielo, y mi enfoque se centró en mi carrera.
Pero hoy, mientras camino por las calles de Milán, siento una sensación extraña. Es como si el pasado estuviera llamando a mi puerta.
Recuerdo la cara de Marco, su sonrisa, sus ojos. Recuerdo la forma en que me hizo sentir. Y recuerdo la forma en que me destrozó.
—No vuelvas a enamorarte —me dije a mí misma—. No vuelvas a ser débil.
Pero mientras miro a mi alrededor, veo a las parejas tomándose de las manos, veo la felicidad en sus rostros, y siento una punzada de dolor.
¿Por qué no puedo ser feliz como ellos? ¿Por qué no puedo olvidar a Marco?
De repente, mi teléfono suena. Es mi asistente.
—Señorita Mancini, tiene una reunión en 30 minutos —dice.
—Gracias —respondo—. Estoy en camino.
Y con eso, me sacudo el pasado de encima y me concentro en el presente. Pero la sensación de que algo está a punto de cambiar permanece.
Al llegar a la sala de juntas, veo que todos están reunidos, expectantes. Hoy es un día importante para nuestra empresa. Un nuevo socio está a punto de unirse a nuestro equipo.
—Buenos días, señorita Bella —dice mi asistente, entregándome una carpeta con los documentos de la reunión.
—Buenos días —respondo, revisando rápidamente los documentos.
La puerta se abre y entra nuestro director financiero, seguido de un hombre alto, moreno y atractivo. Su presencia es imponente.
—Señores, les presento a nuestro nuevo socio, Donatello De Luca —anuncia el director financiero.
Me levanto para saludarlo, y nuestros ojos se encuentran. Hay algo en su mirada que me hace sentir incómoda.
—Señorita Mancini —dice Donatello, estrechando su mano con la mia.
—Señor De Luca —respondo, intentando mantener la calma.
La reunión comienza, y Donatello presenta su propuesta. Es impresionante. Su visión para la empresa es innovadora y audaz.
Pero mientras escucho, no puedo evitar sentir que hay algo más detrás de su propuesta. Algo que no quiero admitir.
—¿Qué piensas, Bella? —pregunta el director financiero.
—Me parece interesante —respondo, intentando mantener mi objetividad.
Pero mientras miro a Donatello, siento una sensación que no había sentido en años. Una sensación que me hace preguntarme si estoy lista para enfrentar el pasado.
Después de la reunión, mi mente no tiene tranquilidad. Ese hombre me dejó muy nerviosa. Con solo sentir su tacto, mi piel sintió una corriente por todo el cuerpo.
Mientras me dirijo a mi oficina, intento calmar mis pensamientos. ¿Qué me está sucediendo? ¿Por qué reacciono de esta manera?
Llego a mi oficina y me siento en mi silla, intentando concentrarme en el trabajo. Pero mi mente sigue vagando hacia Donatello.
De repente, mi asistente entra con un mensaje.
—Señorita Mancini, Donatello De Luca ha enviado un mensaje —dice.
—¿Qué dice? —pregunto.
—Invita a cada uno de nosotros a su mansión para celebrar su entrada a la sociedad —responde.
Me siento sorprendida. ¿Una fiesta en su mansión?
—¿Cuándo es? —pregunto.
—Esta noche —responde.
Mi corazón late más rápido. ¿Debo ir?
Solo de pensar que debo asistir y ver nuevamente a ese hombre me da dolor de cabeza. Me siento agobiada por la idea de enfrentarme a Donatello de nuevo.
—Sí, acepto la invitación —le digo a mi asistente, intentando sonar tranquila.
—Excelente, señorita Mancini —responde—. ¿Quiere que reserve un coche para llevarla a la mansión?
—No, no es necesario —digo—. Pasaré por tu casa esta noche y saldremos juntas hacia la mansión.
Mi asistente asiente.
—Entendido, señorita. Estaré lista a las 8 pm.
Después de dar instrucciones a mi asistente, me quedo sentada en mi oficina, intentando calmarme. ¿Por qué me siento así? ¿Es solo la ansiedad por ver a Donatello de nuevo?
De repente, mi teléfono suena. Es mi mejor amiga, Sofía.
—Hola, Bella. ¿Cómo estás? —pregunta.
—Estoy bien —respondo—. Solo un poco estresada por una reunión de trabajo.
—¿Qué pasa? —pregunta Sofía, notando mi tono.
—Nada —digo—. Solo que tengo que asistir a una fiesta en la mansión de Donatello De Luca esta noche.
—¿Donatello De Luca? —repite Sofía—. ¿El nuevo socio de la empresa?
—Sí —respondo—. Y me da dolor de cabeza solo de pensar en él.
—Bella, tienes que contarme más —dice Sofía, intrigada.
Excelente continuación. Aquí te dejo una versión revisada y ampliada:
Sofía es tan insistente que finalmente cedo.
—Está bien, Sofía. Nos encontramos en la cafetería cerca de tu casa —digo, rindiendo.
—Genial, ya voy —responde Sofía, emocionada.
Tomó mis cosas y salí de la oficina, dirigiendome hacia el ascensor. Mientras espero, siento una mirada fija en mí.
Me giro, buscando la fuente de esa mirada, y mis ojos se encuentran con los de Donatello, que está parado en el pasillo, observándome.
Mi corazón late más rápido. ¿Qué está haciendo aquí?
—Señorita Mancini —dice Donatello, acercándose a mí—. ¿Qué prisa tiene?
—Tengo una cita con una amiga —respondo, intentando mantener la calma.
Donatello sonríe.
—Espero que disfrute su tarde —dice—. Y no olvide nuestra cita esta noche.
El ascensor llega y me apresuro a entrar, sintiendo alivio al alejarme de Donatello.
—Hasta luego —digo, saliendo del ascensor.
Mientras camino hacia la cafetería, no puedo sacar de mi mente la mirada de Donatello. ¿Qué quiere de mí?
Llego a la cafetería y encuentro a Sofía ya sentada en una mesa.
—Hola, Bella —dice Sofía, sonriendo—. Cuéntame todo sobre Donatello De Luca.
Me llamo Donatello De Luca, y soy el nuevo socio de la empresa de Bella Mancini. Decidí invertir en esta empresa solo por capricho, ya que no necesito hacerlo. Mi fortuna es más que suficiente.
Pero había algo en Bella que me llamó la atención. Su determinación, su pasión por su trabajo... y su belleza.
Desde el momento en que la vi, supe que quería conocerla mejor. Y no solo como socios de negocios.
Mi asistente entra en mi oficina.
—Señor De Luca, la fiesta de esta noche está lista —dice.
—Excelente —respondo—. Asegúrate de que todo esté perfecto.
Mi mirada se dirige hacia la ventana, pensando en Bella. ¿Qué la hace tan cautelosa?
Recuerdo el día que vi a esa mujer salir de uno de los apartamentos del centro de la ciudad. La vi vestida de blanco, llorando. Después de verla salir, salió un hombre detrás de ella, insistiendo que parara para hablar, pero ella solo le tiró a sus pies el anillo de compromiso y se fue.
Esa mujer era Bella Mancini. No lo sabía en ese momento, pero esa imagen se grabó en mi mente. La tristeza en sus ojos, la determinación en su paso.
Ahora, como su socio, puedo ver la cicatriz que ese hombre le dejó. La forma en que se cierra cuando habla con alguien mas que no sea su asistente.
Mi curiosidad sobre ella crece cada día. ¿Quién es ese hombre que la lastimó? ¿Por qué ella se resiste a confiar en mí?
Mi asistente interrumpe mis pensamientos.
—Señor De Luca, es hora de prepararse para la fiesta —dice.
Asiento, sabiendo que esta noche será crucial. Quiero que Bella se sienta cómoda, que se abra conmigo.
Pero también quiero descubrir más sobre su pasado. Sobre el hombre que la lastimó.
Mientras tanto, Bella y Sofía están en la cafetería, sentadas en una mesa acogedora cerca de la ventana.
—Cuéntame, Bella —dice Sofía, tomándole la mano—. ¿Qué pasa con Donatello De Luca?
Bella suspira, mirando hacia abajo.
—No sé, Sofía. Es como si ese hombre pudiera ver a través de mí. Me hace sentir incómoda.
Sofía sonríe.
—Eso es porque está interesado en ti —dice—. Y no solo en tu empresa.
Bella se ruboriza.
—No digas eso —dice—. No quiero complicaciones.
Sofía se inclina hacia adelante.
—Bella, has estado sola durante mucho tiempo —dice—. Es hora de que te permitas sentir algo.
Bella mira a Sofía, sabiendo que tiene razón. Pero el miedo a ser lastimada de nuevo la detiene.
—No sé si puedo confiar en él —dice—. Después de lo que pasó con Marco...
Sofía aprieta su mano.
—Donatello no es Marco —dice—. Dale una oportunidad.
Bella asiente, aunque aún tiene dudas.
Su amiga le dice que confíe en sus instintos que debe dejar de lado su pasado y seguir hacia su futuro.
Después de la charla tan amena que tuvo con su amiga Sofía, Bella se despide y le dice que tiene que ir a arreglarse.
—Tengo que irme, Sofía —dice Bella, mirando su reloj—. Donatello invitó a todos los ejecutivos a una cena en su mansión esta noche.
Sofía sonríe.
—¡Vaya! —dice—. ¡La mansión de Donatello De Luca! ¡Debes impresionarlo!
Bella se ríe.
—No es eso, Sofía —dice—. Es solo una cena de negocios.
Sofía levanta una ceja.
—Claro que sí —dice, sonriendo—. Bueno, vámonos. Te ayudaré a elegir un vestido.
Bella se despide de Sofía y se dirige a su casa, pensando en qué vestido ponerse. Quiere impresionar a Donatello, pero no quiere parecer que se está esforzando demasiado.
Al llegar a su casa, se dirige al armario y comienza a buscar. Su mirada se posa en un vestido rojo intenso, elegante y sofisticado.
—Este es el indicado —dice para sí misma.
Se ducha, se viste y se maquilla, sintiéndose segura y elegante.
Cuando está lista, sale de su casa y se dirige a la mansión de Donatello, sintiendo una mezcla de emociones.
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