Leonhard Blackwood observaba la ciudad desde la imponente altura del rascacielos de Blackwood Innovations, su imperio familiar. La sala de juntas en la que se encontraba era un reflejo de su personalidad: moderna, fría, y meticulosamente ordenada. Desde ese piso, las luces nocturnas de la ciudad parecían diminutas y lejanas, igual que las emociones que prefería mantener a distancia. Había dedicado años a pulir esa fachada de control absoluto, y cualquiera que cruzara la puerta de esa sala lo notaba de inmediato.
En la cabecera de la mesa de cristal, Leonhard permanecía en silencio mientras su equipo de directivos le exponía el informe trimestral. Cada uno hablaba con un respeto casi temeroso, evitando extenderse demasiado. Sabían que Leonhard no tenía paciencia para la charla inútil, y menos para las excusas. No había margen para el error en Blackwood Innovations, y eso era algo que todos los presentes entendían muy bien.
Después de escuchar atentamente y de analizar los resultados, Leonhard hizo un breve asentimiento y cerró el informe que tenía frente a él.
—Bien. El rendimiento es aceptable, pero aún hay áreas donde debemos mejorar. Revisen las proyecciones para el próximo trimestre y asegúrense de que esta tendencia se mantenga. No aceptaré un margen de error —dijo con un tono firme y calculado, antes de levantarse y dirigirse hacia la salida de la sala.
Sin embargo, antes de que pudiera retirarse, uno de sus asesores personales, Matthew, lo interceptó. Era un hombre reservado, pero a Leonhard le agradaba su capacidad de análisis y su lealtad. Matthew le hizo un gesto para que se detuviera y se acercó lo suficiente como para hablarle en voz baja.
—Señor Blackwood, tengo noticias recientes sobre los Ivanov. Parece que han lanzado una nueva propuesta en el sector tecnológico, específicamente en el mercado de aplicaciones de inteligencia artificial. Se rumorea que fue idea de Viktor Ivanov.
Leonhard frunció el ceño. Viktor Ivanov. El nombre le resultaba familiar, aunque apenas había intercambiado palabras con él. Sabía que Viktor era el alfa más joven y ambicioso de la familia Ivanov, una dinastía de la que, para su disgusto, escuchaba a menudo. Los Ivanov y los Blackwood habían competido en varios sectores empresariales desde hacía décadas. Ambos imperios familiares buscaban consolidarse como líderes indiscutibles, y cada avance de uno significaba una amenaza para el otro.
—¿Qué clase de propuesta? —preguntó, sin mostrar más que una pizca de interés.
—Una plataforma de inteligencia artificial destinada a empresas emergentes. Los Ivanov han anunciado una serie de beneficios exclusivos que no están disponibles en ninguna de las plataformas actuales. Parecen estar adelantándose en un área que podría atraer a nuestros socios de negocios.
Leonhard asintió en silencio, pero sus ojos reflejaron una fugaz chispa de molestia. ¿Un beneficio exclusivo para empresas emergentes? Sabía que esto podría significar un impacto en el mercado a largo plazo, y aunque no era una amenaza inmediata, tampoco era algo que pudiera ignorar.
—Entonces supongo que tendremos que asegurarnos de que sus esfuerzos no tengan éxito —murmuró finalmente, con una leve sonrisa fría.
De regreso en su oficina, Leonhard se sentó frente a su escritorio y comenzó a revisar información sobre el nuevo proyecto de los Ivanov. Cada párrafo que leía incrementaba su irritación; no solo estaban intentando dominar un mercado incipiente, sino que Viktor Ivanov se estaba convirtiendo en una figura visible, desafiando a los Blackwood de una forma que hasta ahora nadie había tenido el atrevimiento de intentar.
Leonhard recordó algunos comentarios que había escuchado sobre Viktor: un alfa impulsivo, con una personalidad apasionada y un estilo de liderazgo que rozaba la rebeldía. A diferencia de Leonhard, Viktor no era el típico empresario de perfil bajo; prefería destacarse en eventos sociales y era conocido por su habilidad para atraer atención. Quizás era por esa misma razón que nunca se habían cruzado en los mismos círculos. Viktor representaba todo lo que Leonhard encontraba molesto y, en su opinión, poco profesional.
Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Matthew volvió a entrar, ahora con una expresión de mayor urgencia.
—Señor Blackwood, he recibido más información. Al parecer, Viktor Ivanov estará en el evento de caridad de la próxima semana. Su familia es una de las principales patrocinadoras.
Leonhard alzó una ceja, dándole a su asesor una mirada calculadora. La idea de encontrarse cara a cara con Viktor no era precisamente agradable, pero podría ser una oportunidad interesante. Al fin y al cabo, si Viktor pretendía desafiar a Blackwood Innovations, lo menos que Leonhard podía hacer era mostrarle quién tenía el verdadero control.
—Perfecto. Asegúrate de que mi asistencia sea confirmada. Creo que es hora de que el joven Ivanov y yo tengamos una... conversación —dijo, con un tono casi amenazante.
Leonhard volvió a concentrarse en sus papeles, pero su mente seguía inquieta. Sabía que Viktor era alguien a quien debía manejar con cuidado. Era joven, pero también se rumoraba que poseía una determinación y astucia poco comunes. Leonhard detestaba admitirlo, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía una mezcla de anticipación y desdén ante la perspectiva de enfrentar a alguien de su nivel.
Mientras la noche avanzaba y la luz de la ciudad se filtraba a través de las ventanas, Leonhard esbozó una leve sonrisa. Había pasado demasiado tiempo rodeado de subordinados y aduladores que solo le decían lo que quería escuchar. Ahora, por fin, había encontrado a alguien dispuesto a enfrentarlo. Claro, tendría que ser Viktor quien cediera eventualmente. Los Blackwood no conocían la derrota, y él se aseguraría de que esa tradición se mantuviera intacta.
Cuando Leonhard dejó su oficina esa noche, el mundo estaba a punto de ver una rivalidad como ninguna otra.
.....
...Leonhard...
...Es frío, calculador y serio. Rara vez se ríe. No le gustan las cosas molestas. Tieden a arrepentirse rápidamente de algunas cosas....
La música retumbaba en la gran sala de la residencia Ivanov, una mansión que emanaba lujo y poder en cada rincón. El lugar estaba repleto de la élite de la ciudad: empresarios, celebridades, políticos y todos aquellos que querían estar cerca de los Ivanov. La familia organizaba esta celebración anual, un evento exclusivo que era tan esperado por los negocios que se gestaban en sus pasillos como por el espectáculo en sí mismo.
Entre la multitud destacaba Viktor Ivanov, el menor de los herederos y la estrella indiscutible de la noche. Con un traje de diseño oscuro y el cabello peinado de manera despreocupada, Viktor se movía con la seguridad de alguien que sabe que todos los ojos están sobre él. Era un alfa fuerte y carismático, alguien que no se inmutaba ante las miradas ni los comentarios que generaba a su paso.
—Señor Ivanov, ¿podríamos hacerle una pregunta rápida para la revista? —una reportera se apresuró a acercarse a él, sosteniendo su grabadora con manos ansiosas.
—¿Una pregunta rápida? Depende de cuán rápida sea —respondió Viktor, con una sonrisa irónica, haciendo un ademán de que estaba dispuesto a escuchar.
La reportera pareció tomar aliento, tratando de resumir su pregunta mientras el resto de los invitados los miraban con curiosidad. —Se rumorea que la familia Ivanov planea una expansión agresiva en el sector tecnológico, ¿nos podría dar algún detalle?
Viktor soltó una breve risa. —Solo diré que los Ivanov siempre tienen grandes planes. Ahora, si me disculpan, debo atender a mis invitados.
Sin esperar una respuesta, Viktor se alejó, ignorando los murmullos a su alrededor. Le gustaba controlar la atención de la prensa, pero solo cuando le convenía. Esta noche, sus pensamientos estaban en otro lugar. El evento de caridad de la próxima semana, donde finalmente se encontraría cara a cara con Leonhard Blackwood, rondaba en su mente.
A pesar de que Viktor disfrutaba de su vida despreocupada y de su estilo de liderazgo impulsivo, no podía ignorar la amenaza que representaba Blackwood Innovations. Desde que su familia decidió adentrarse en el mercado de inteligencia artificial, Viktor había anticipado que tarde o temprano se encontraría en conflicto con Leonhard. Conocía su reputación: un hombre calculador y frío, conocido por su habilidad de controlar a quienes le rodeaban con una autoridad indiscutible.
“Debe ser terriblemente aburrido vivir así”, pensó Viktor mientras tomaba una copa de vino y miraba a la multitud desde la terraza. Sin embargo, debía admitir que había algo intrigante en la forma en que Leonhard se manejaba. Viktor estaba acostumbrado a alfas que trataban de desafiarlo, pero Leonhard era diferente. No se trataba solo de poder; parecía moverse con una especie de precisión mecánica, como si cada palabra y cada gesto estuvieran calculados de antemano.
—¿Pensando en tu próximo rival, Viktor? —una voz familiar lo sacó de sus pensamientos. Era su hermana mayor, Anastasia, una figura igualmente imponente, aunque su estilo de liderazgo era mucho más diplomático.
—Solo me aseguro de estar preparado. No querría que la familia Blackwood piense que no somos dignos competidores —respondió él, esbozando una sonrisa sarcástica.
—Entonces asegúrate de que tus estrategias sean igual de eficaces que tu actitud —replicó Anastasia con una sonrisa burlona, pero detrás de su comentario había un toque de seriedad. Ella era consciente de la importancia de ese proyecto, y aunque confiaba en Viktor, sabía que su temperamento podría llevarlo a cometer errores.
—No te preocupes, hermana. Sé lo que hago —replicó Viktor con confianza, aunque no podía negar que había una emoción especial en su pecho cada vez que pensaba en su enfrentamiento con Leonhard. Era una mezcla de anticipación y algo más, algo que no lograba identificar del todo.
Esa misma noche, mientras el evento avanzaba, Viktor continuaba siendo el centro de atención, conversando con inversionistas y socios potenciales, siempre manteniendo una sonrisa encantadora y un comentario ingenioso. Sin embargo, su mente regresaba una y otra vez al desafío que representaba Leonhard. Sabía que el evento de caridad sería su primera oportunidad real de enfrentarlo, de provocarlo, y estaba decidido a no desaprovecharla.
La prensa había captado las tensiones entre los Ivanov y los Blackwood, y no dudaban en especular sobre la rivalidad entre Viktor y Leonhard. Para Viktor, esto no solo era un tema de negocios; era una cuestión de orgullo, una oportunidad de demostrar que podía competir con el hombre que muchos consideraban intocable. Su impulsividad era una herramienta poderosa, pero también sabía que tendría que ser estratégico si quería imponerse en un terreno donde Leonhard era experto.
Más tarde, cuando la fiesta estaba a punto de terminar, Viktor se retiró a uno de los balcones, buscando un momento de tranquilidad. Con una vista panorámica de la ciudad iluminada a sus pies, se apoyó en la barandilla y suspiró. La ciudad, con sus luces y su ruido, le daba una sensación de poder, pero esa noche, Viktor sentía que su verdadera rivalidad estaba por comenzar.
Una parte de él reconocía que su rival no era alguien común. Viktor había visto a muchos caer ante los Blackwood y su influencia implacable. No obstante, también sentía una extraña emoción, un impulso por ver de qué estaba hecho ese hombre que había conquistado el respeto y el temor de tantos. ¿Qué tan distinto sería enfrentarlo en persona, mirar a los ojos de Leonhard y ver si realmente tenía el control absoluto que todos decían?
La anticipación crecía en su pecho, y con una sonrisa que nadie podía ver, Viktor decidió que esta sería una batalla que ambos recordarían.
....
...Viktor...
...Impulsivo, risueño, atrevido y burlón. Es una persona muy orgullosa. Le encanta sacar de quicio a algunas personas. Bipolar de nacimiento....
El evento de caridad anual era uno de los más esperados por la alta sociedad de la ciudad. Celebrado en un salón de gala exclusivo, decorado con lujosas cortinas de terciopelo, candelabros resplandecientes y una orquesta de cuerdas que proporcionaba un ambiente elegante, la velada era ideal para conexiones y para mostrar poder e influencia. Pero aquella noche, entre los asistentes, había una expectativa diferente: los dos nombres más poderosos en la escena de los negocios estarían presentes. Viktor Ivanov y Leonhard Blackwood.
Leonhard llegó temprano, en su típico estilo de precisión. Vestía un traje oscuro impecable, que acentuaba su postura altiva y su aura autoritaria. Al ingresar al salón, su sola presencia hacía que la multitud murmurara en voz baja, algunos incluso evitaban acercarse demasiado, conscientes de la frialdad de su carácter. Leonhard lo percibía, pero no le importaba. Estaba acostumbrado a ser alguien temido y respetado, y prefería que se mantuviera esa distancia.
A medida que se acercaba a la zona principal de la gala, Leonhard recibía saludos y respetuosas inclinaciones de cabeza, la mayoría de los cuales respondía con un leve asentimiento. Sin embargo, en su mente, solo tenía un objetivo esa noche: conocer en persona a Viktor Ivanov, su joven y ambicioso rival. Había escuchado mucho sobre su actitud despreocupada y su falta de tacto, y, sinceramente, dudaba que Viktor fuera alguien que mereciera su tiempo. Sin embargo, no podía ignorar que era una amenaza potencial para los planes de su empresa.
Un murmullo creciente captó su atención, y cuando se giró para ver de qué se trataba, lo vio. Viktor acababa de entrar en la sala, rodeado de un grupo de invitados que se movían a su alrededor como si fueran atraídos por su presencia magnética. Viktor se desplazaba con un aire relajado, una leve sonrisa en su rostro, y con una actitud completamente diferente a la de Leonhard. A diferencia de él, Viktor parecía disfrutar de la atención, hablaba con soltura y repartía sonrisas encantadoras a quienes se acercaban.
Leonhard lo observó con detenimiento, estudiando cada detalle, y no pudo evitar una sensación de leve irritación ante su seguridad descarada. Finalmente, cuando Viktor se separó del grupo y dirigió su mirada hacia él, supo que había llegado el momento. Sus miradas se cruzaron a través de la multitud, y ambos se estudiaron mutuamente, como dos depredadores evaluando al otro antes de atacar.
Con pasos firmes, Viktor avanzó hasta él. Una vez frente a frente, ambos alfas mantuvieron una postura tensa, cada uno sin ceder terreno, y el silencio entre ellos se hizo casi palpable.
—Leonhard Blackwood, finalmente nos conocemos —dijo Viktor con una sonrisa socarrona, extendiendo una mano.
Leonhard miró la mano extendida y luego a Viktor, evaluándolo. Finalmente, estrechó su mano de manera firme, casi desafiante, y respondió:
—Viktor Ivanov. Me preguntaba cuándo tendrías el valor de presentarte en persona.
Viktor soltó una risa ligera, sin dejarse intimidar por el tono gélido de Leonhard. —Supongo que alguien tiene que añadir algo de diversión a esta velada. Me temo que Blackwood Innovations no es precisamente sinónimo de entretenimiento.
Leonhard mantuvo su mirada fija en él, sin perder la calma. —Prefiero que mi empresa sea sinónimo de eficiencia y resultados, no de distracciones innecesarias.
—¿Distracciones? —preguntó Viktor, arqueando una ceja—. Yo lo llamo estilo. A veces, Leonhard, no basta con ser el mejor en el negocio; también hay que saber disfrutar de la vida.
—Los que “disfrutan de la vida” suelen terminar perdiendo el enfoque. Quizá por eso nunca veré a un Ivanov superando a un Blackwood en este mercado.
Ambos alfas sostenían la mirada, cada uno tratando de leer las intenciones del otro. Viktor sintió cómo su irritación se mezclaba con una creciente fascinación. Había algo en Leonhard, una determinación fría y un control absoluto que lo desafiaban a seguir provocándolo. No era común encontrar a alguien que no retrocediera ante él, y eso lo intrigaba.
—Bueno, Leonhard, supongo que la competencia no sería interesante si no estuviéramos en lados opuestos, ¿verdad? —comentó Viktor con una sonrisa provocadora—. Aunque debo admitir que me sorprende que un hombre como tú se tome el tiempo para preocuparse por mis movimientos. Eso me halaga.
Leonhard respondió sin dudar. —No confundas mi atención con admiración, Viktor. Solo observo los movimientos de quienes representan una amenaza para mis intereses. Y tú aún tienes mucho que demostrar para ser digno de llamarte una amenaza.
Viktor levantó una ceja, y su sonrisa se hizo más amplia, divertida. —Bueno, creo que me gusta la idea de ponerte a prueba. Y te prometo que, cuando esto termine, sabrás que soy más que digno de tu atención.
Leonhard no respondió de inmediato, pero el brillo en sus ojos reveló que estaba dispuesto a aceptar el desafío. La tensión entre ambos era innegable, y aunque ninguno de los dos lo admitiera, había una extraña atracción en esa rivalidad. Para Viktor, era la emoción de enfrentarse a alguien a su altura; para Leonhard, era la posibilidad de un oponente que no se dejaba intimidar.
La conversación entre ellos continuó, ahora en un tono más bajo, casi como un juego privado que nadie más podía comprender. Aunque hablaban de sus negocios y proyectos, ambos sabían que había algo más bajo la superficie. Era como una danza de palabras y miradas en la que ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Finalmente, después de un intercambio más de comentarios, Viktor se despidió con una inclinación ligera, sin perder la sonrisa desafiante.
—Ha sido un placer, Leonhard. Espero que esta sea la primera de muchas... interesantes conversaciones.
Leonhard lo observó alejarse, consciente de que este primer encuentro era solo el comienzo de una rivalidad que estaba destinada a intensificarse. Sentía la presión del desafío y, al mismo tiempo, una excitación que no había sentido en mucho tiempo. Viktor Ivanov representaba una amenaza, pero también un reto intrigante. Mientras Viktor desaparecía entre la multitud, Leonhard decidió que no permitiría que ese hombre se saliera con la suya. Si Viktor quería ser un rival digno, tendría que aprender que nadie podía desafiar a un Blackwood y salir victorioso.
Con esta resolución, Leonhard tomó una copa de vino y se quedó observando el salón, pero ahora con la mente ocupada en una única estrategia: vencer a Viktor, a cualquier precio.
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