Punto de vista de Veronica
Siempre soñé con casarme vestida de blanco, caminar por un largo pasillo con mi hermoso vestido, luciendo como una princesa de cuentos de hadas y que al final del pasillo y frente al altar me estuviera esperando el amor de mi vida. Sin embargo, ese sueño estaba por convertirse en mi peor pesadilla, ya que si estaba vestida de blanco, si parecía una princesa y si caminaba por un enorme pasillo, pero al final de este no me estaba esperando mi príncipe azul, al final de este me esperaba el mismísimo demonio. Aureliano Estrada, solo con pensar su nombre una corriente eléctrica atravesaba mi columna vertebral.
Intente de todo para no verlo mientras caminaba; sin embargo, su aura imponente me obligaba a mirarlo, sus ojos oscuros como la noche misma se imponían sobre mi, su rostro me infundía un gran temor. Estaba perdida en un laberinto sin salida. Las lágrimas se fueron acumulando en mis ojos amenazando con salir sin control.
El pasillo se hacía cada vez más estrecho, al menos eso sentía yo, con cada paso que daba caminaba hacia mi tumba y solo porque mis padres decidieron venderme al mejor postor. La tristeza al recordar cómo estuvieron las cosas lleno mi alma, y ahora estaba condenada a la infelicidad perpetua.
Dos semanas antes
“Hija, te hemos pedido que vinieras, ya que tenemos una noticia que darte”, dijo mi padre Carlos Méndez. Él era un hombre temerario que no le importaba venderle su alma al diablo con tal de obtener lo que quería. Pero aún así yo lo amaba mucho.
“En dos semanas te casarás, es un tema que no tiene discusión. Así que no ruegues y mucho menos te niegues”.
El mundo se me vino encima después de escuchar aquellas palabas. Mi padre no estaba jugando, él hablaba en serio. “¿Qué?, vas a permitir que me case con Marcos, papá eres el mejor te quiero mucho”, pero mi sonrisa y emoción solo duraron unos segundos.
“Eso ni en sueños, tu no te casarás con ese perdedor. No te crié para que terminaras siendo la esposa de un pelafustan que solo quiere entrar en nuestro círculo social gracias a ti”, señaló mi padre furioso.
“¿Entonces con quien piensas casarme?, ¿a caso te sientes con el derecho de decidir sobre mi vida?”, por primera vez en la vida me rebela contra mi padre, no permitiría que me hiciera esto, no le permitiría que me obligara a casar con un desconocido.
“Más te vale que te hagas a la idea que serás la esposa de una de las familias más adinerada del país y se podría decir que del mundo, y si tengo derechos sobre tu vida, para algo te crié”, mi padre se había caído del pedestal donde lo había puesto toda mi vida.
“No me voy a casar con nadie, no pueden hacerme esto, ya no soy una niña y puedo decidir con quien quiero pasar el resto de mi vida”, mire a mi madre quien permanecía inexpresiva, no podía entender como permitía que me hicieran esto.
“¿No piensas decir nada?”, finalmente le pregunte murándola a los ojos.
“La decisión está tomada, te casarás con quien tu padre eligió para ti y no hay vuelta de pagina”, la determinación en las palabras de mi madre me hicieron temblar de miedo. Sus palabras fueron dagas que atravesaron mi corazón haciéndome perder la poca esperanza que tenía de que alguien me protegiera y me librara de este absurdo matrimonio.
“¿Al menos puedo saber quien será mi esposo, perdón mi carcelero?”, pregunte con sarcasmo.
“Por supuesto que lo sabrás, él viene hoy a formalizar el compromiso. Así que alístate rápido que tu prometido no tarda en llegar”, mi padre lo único que hacía era dar órdenes, no entiendo en qué momento se volvió un tirano. Con lágrimas en los ojos me disponía a salir de la sala, pero antes mi padre se detuvo.
“Si piensas en escapar o hacer algo para que esta boda no se lleve a cabo, déjame advertirte que tu amado Marcos paragara las consecuencias, en este momento está detenido y si muevo un solo dedo su vida acabará, así que más te vale te comportes y puede ser que después de tu boda lo deje en libertad.
Las palabras de mi padre volvieron a hacer eco en mi mente, el mundo a mi alrededor se detuvo y las lágrimas que contuve durante todo este tiempo finalmente salieron, nunca imagine que mi padre fuera tan cruel y que jugara de esta manera con la vida de las personas. Sentía una gran impotencia, quería salir corriendo, pero ya no solo mi vida estaba en juego. Ahora la vida de Marcos mi gran amor también lo estaba.
Resignada a mi destino fui hasta mi habitación entre al baño y dejé que el agua cayera sobre mi, ya no había vuelta, tenía que someterme a la decisión de mis padres y casarme con ese desconocido.
Tras estar una hora bajo el agua, salí de la ducha con el corazón tan arrugado como mi piel, busqué en mi armario un conjunto negro que reflejara la oscuridad de mi alma, era un símbolo de las pérdidas que estaba teniendo: mi libertad y el amor de mi vida.
Después de verme en el espejo me di cuenta de que las tinieblas se habían apoderado de mi y que ni la noche más oscura podía compararse con la oscuridad que amenazaba con adueñarse de todo mi ser.
Una hora después mi madre, Catalina Garcia fue a mi habitación, “¿qué haces vestida así?”, pregunto con asombro.
“Solo me vestí para un funeral, el funeral donde ustedes están enterrando todos mis sueños”, respondí llena de resentimiento e impotencia.
“Deja el melodrama y ve a recibir a tu prometido, y mejor sonríe, pues ya sabes lo que pasará si tu novio se entera de lo que está pasando”, esa mujer ya no parecía la misma que me había criado, la mujer que había conocido durante todo este tiempo siempre me apoyaba y me daba ánimos para seguir adelante, en cambio esta que estaba frente a mi era fría u calculadora, no la podía reconocer.
Llego la hora de conocer a mi futuro marido, no tenía ni idea de quién era, pero algo si tenía claro; ya lo odiaba.
Baje las escaleras y camine como una liebre al matadero, no sabía que me deparaba el futuro, lo que sí tenía claro era que esto estaba acabando conmigo. Mientras caminaba al encuentro con ese hombre las imágenes de Marcos llegaron a mi mente, recordé el momento en el que lo conocí.
Pov
“Fíjate por donde caminas”, grite cuando sentí que tropezaba contra un gran muro.
“Lo siento, venía distraído y no te vi”, respondió él como todo un caballero.
Inmediatamente quede atrapada en sus ojos azules, los mismos que hasta el día de hoy seguía amando.
“Perdóname tu a mi, no he tenido un buen día y venía distraída”, traté de soñar más tranquila y calmar mi enojo.
“Somos dos los que hemos tenido un mal día, pero se puede arreglar. Mi nombre es Marcos Benneti”, termino extendiendo su mano hacia mi.
“Un gusto señor Benneti, soy Veronica Méndez”, conteste amablemente a su gesto.
“Para resarcir el daño que e ocasionado me gustaría invitarte a un café”, propuso Marcos sin malas intenciones.
“Lo siento, pero no puedo aceptar, mi papá me está esperando y no puedo tardar”, Marcos entendió y se propuso a retirarse; sin embargo yo lo detuve entrengandole una tarjeta con mis datos y entre ellos estaba mi número de teléfono. Con una sonrisa me aleje de él y camine rápido hasta la salida de la universidad. Mi corazón latía muy rápido y desde ese momento supe que él sería el amor de mi vida.
Fin del recuerdo.
Al llegar a la sala de mi casa volví a la realidad, en esta se encontraban mi padre y frente a él un hombre que vestía un traje elegante, no podía verlo bien, pues estaba de espaldas a mi, aunque sabía que ese hombre debía ser mi supuesto prometido.
“Que bueno que al fin llegas”, dijo mi padre percantandose de mi presencia.
“¿Tengo otra opción?”, mi tono de voz era realmente frío, tanto que parecía un iceberg.
Mi padre caminó hasta donde estaba yo y me tomo con fuerza por el brazo susurrando una palabras a mi oído “recuerda lo que hablamos querida niña”.
Claramente recordaba su amenaza, así que sin más opción camine junto a él hasta pararnos frente al desconocido.
Al estar frente a ese hombre el se puso de pie, su mirada era fría, pero al verme sus ojos se iluminaron, era como si ante él estuviera un ser maravilloso. Sin embargo, eso a mi no me importó, yo lo odiaba y no quería estar ahí en esa posición tan incómoda.
“Hola Veronica, soy Aureliano Estrada y es un gusto tenerte frente a mi”, dijo ese hombre en un tono frío y distante. El brillo que inicialmente vi en su mirada desapareció por completo dejando en ellos solo una inmensa oscuridad.
“Señor Aureliano, el gusto es mío”, respondí con la intención de incomodarlo, pues el se veía mucho mayor que yo.
“Solo llámame Aureliano, no soy tan viejo. Además pronto seremos un matrimonio y eso suena un poco raro ¿no crees?”, respondió el tal Aureliano con una sonrisa capaz de detener al mundo.
Por un instante quede hechizada ante la hermosura de ese sujeto, no podía negar que era muy guapo y sofisticado, pero yo no lo amaba y no quería casarme con el.
Mi papá intervino y nos invitó a sentarnos, por mi parte me senté lo más alejada que pude del tal Aureliano bajo la mirada de reproche de mi padre.
“Se que quieres casarte con Veronica lo antes posible, así que pensé que dos semanas es tiempo suficiente para tener todo listo”, dijo mi padre rompiendo el silencio en la habitación.
“Me parece perfecto, necesito que la boda se lleve a cabo en el menor tiempo posible, ya que después de casarme con su hija tendré que viajar… y quiero que ella me acompañe”, respondió Aureliano mirándome fijamente.
Estaba por mandarlos a los dos al demonio cuando mi madre interrumpió en la sala, “ siento la demora, estaba ordenando algunas bebidas para nosotros.
“Espero que mi esposa sea tan amable como usted, Catalina”, no pude aguantar reír del comentario de Aureliano llamando la atención de los presentes.
“¿Dije algo gracioso?”, pregunto con una ceja alzada.
“Creo que se equivocó de persona si cree que lo voy a atender como si fuera una sirvienta, yo no soy como mi madre y ahora se que nunca lo seré”, cada palabra que salía de mi boca eran como puñales que quería los atravesara para que sintieran mi dolor en este momento.
“¡Veronica!, compórtate niña”, regaño mi padre con una mirada fulminante.
“No pretendo que te parezcas a nadie, solo quise ser amable”, respondió Aureliano con esa sonrisa que atrapaba a cualquier mujer.
“Cambiando el tema y volviendo a la boda. Me gustaría que me pasaras la lista de invitados por parte de tu familia”, intervino mi madre rompiendo el momento de tensión que se había creado entre Aureliano y yo.
“Quiero que nuestra boda sea por todo lo alto, que todos sepan que Veronica será mi esposa”, respondió Aureliano con determinación.
“Entonces quiere montar un circo”, respondí molesta. Ya que parecía que yo era una especie de trofeo para este hombre.
“Veronica, querida. No es un circo; será nuestra boda y si quiero que todos sepan que serás mi esposa es solo para presumir a la hermosa mujer que tendré a mi lado por el resto de la vida y que todos sepan lo afortunado que soy por eso”. Las palabras de Aureliano me hundieron aún más en las tinieblas: seré su esposa por el resto de la vida, pensé llenando aún más mi corazón de dolor.
Después de aguantar esta tortura por un poco más de dos horas finalmente Aureliano se marchó dejándonos solos nuevamente. Mi papá me tomo del brazo una ve estuvo seguro que Aureliano se había ido y volvió a amenazarme “vuelves a comportarte así con tu prometido y tu querido Marcos pagará las consecuencias y lo que pienso hacerle hoy por tu comportamiento no será nada en comparación con lo que le haré después.
Sin darme ninguna explicación mi padre salió de la casa, quise ir detrás de él para que me diera una explicación de lo que acababa de decir; sin embargo, fue en vano ya que mi madre me detuvo y me envió de regreso a mi habitación. La aungustia me consumía y así pase el día pensando en lo que estaría haciendo mi padre con Marcos.
Volví a mi habitación sin saber que hacer, al mirarme al espejo pude ver la tristeza en mis ojos, ya no reconocía a la persona que estaba reflejada. Ya no podía seguir viéndome, así que cerré los ojos y recordé los momentos que había pasado junto a Marcos, su carisma, sus detalles únicos y la forma tan bonita en la que me trataba. En sus ojos podía ver el azul inmenso del mar entre sus brazos me sentía protegida y al mismo tiempo libre, quería volver a esos momentos tan bonitos, esos momentos que nunca más volvería a vivir.
Lo que no podía entender era ese cambio tan drástico que habían dado mis padres, ellos siempre se mostraron comprensivos, siempre estuvieron ahí para mi, no entiendo en qué momento cambiaron tanto. Aún recuerdo cuando era una niña y ellos me protegían del mundo, aún recuerdo cuando tenía seis años y alguien trató de alejarme de su lado. Mi padre me defendió con su vida. Pero ahora me está arrojando al fin de mi vida, me arrojan al fuego del infierno y mi alma se está quemando en el.
Con el corazón partido me acoste en mi gran cama y cerrando los ojos me quede dormida. En mi sueño podía ver a Marcos sonriéndome y diciendo que todo estaría bien y que lo esperara que él encontraría la forma de llegar a mi. Desperté de mi sueño con lágrimas saliendo de mis ojos. Y supe que en realidad estaba viviendo una pesadilla.
Me levante sin ganas de nada, lave mi rostro y fui hasta la sala. Quería salir de aquella prisión, pero me encontré con mis padres sentados en la sala.
“Al fin te dignas a salir de tu habitación”, comentó mi padre al verme.
“No estoy de humor”, dije dándome la vuelta para salir de la casa.
“¿A donde crees que vas jovencita?”, pregunto mi madre con un tono autoritario.
“A donde yo quiera, al menos puedo disfrutar estos días de libertad que me quedan”, dije con desdén.
“Tu prometido viene por ti, ve a cambiarte y ya sabes que no te puedes negar”, intervino mi padre en un tono frío.
“No quiero salir con ese hombre, ¿a caso no se dan cuenta del daño tan grande que me están haciendo?, ¿qué les hice para que me odien tanto?”, ya no pude aguantar más la rabia que tenía, esas preguntas estaban atascadas en mi garganta y tenía que dejarlas salir, ya que sentía que me estaba ahogando.
“Cásate Veronica, no tienes idea de lo que estás hablando, nosotros no te odiamos, solo estamos buscando lo mejor para ti”, explicó mi mamá.
Ella quería decir algo más, pero mi papá la detuvo. Algo estaba pasando y ellos no querían que yo supiera.
Sin ánimos de seguir discutiendo subí a mi habitación y me dispuse a cambiar mi atuendo. Tenía que mi papá le hiciera daño a Marcos así que me vestí adecuadamente, no estaba acostumbrada a usar maquillaje, por lo que decidí ir al natural. Me vi al espejo y en mis ojos se podía ver la tristeza que tenía en el alma. No podía hacer nada al repecto, así que baje nuevamente a la sala donde ya me estaba esperando el tal Aureliano.
“Buenas noches”, salude distante.
“Buenas noches, Veronica. Te ves hermosa”, dijo Aureliano sin apartar la mirada de mi.
“¿Nos podemos ir?“, pregunte ignorando su comentario. En realidad no quería seguir viendo a mis padres y necesitaba un poco de aire fresco aunque fuera en compañía de ese hombre que tanto daño me estaba haciendo.
Salimos de casa de mis padres, frente a mi había un auto negro de lujo, era impresionante. Eso era señal de que Aureliano era un hombre de familia adinerada. *con Marcos no tenía nada de lujos, pero al menos era feliz con el*, pensé.
Aureliano abrió la puerta del copiloto para que yo subiera, no quería molestarlo a él ni a mi papá, no sabía que tan involucrado estaba mi futuro esposo en la desaparición de mi novio. Subí al auto y me quede sentada esperando a que Aureliano también subiera. Lo vi rodear el auto con elegancia y finalmente subió a este.
“Abróchate el cinturón”, dijo en tono autoritario.
“Así estoy bien. Gracias”, dije sin poder evitarlo, odiaba que me dieran órdenes.
“No es una petición, es una orden”, Aureliano se acercó a mi, estábamos muy cerca el uno del otro y con esa cercanía mis fosas nasales se inundaron de su olor.
“¿Qué estás haciendo?”, pregunte asustada por la cercanía.
“Ten algo en claro, eres mía y por tal motivo debes hacer lo que te diga, no quiero que me estés retando y mucho menos que juegues conmigo”.
“Lo siento, es solo que no me gusto su tono”, me llene de terror ante la advertencia de Aureliano. Temi por la vida de Marcos así que no me quedo de otra que disculparme y bajar la cabeza. Aureliano retrocedió después de abrochar mi cinturón. Puso el auto en marcha y condujo hasta un restaurante elegante. A pesar de haber crecido en este mundo, nunca me sentí cómoda en el. Estos lugares pomposos no me gustaban y la incomodidad era evidente.
“Espero que te guste. Este es mi restaurante favorito”, comentó Aureliano bajando del auto.
Respire profundo y desabroche el cinturón, Aureliano volvió a abrir la puerta para mi y tendió su mano para que yo bajara apoyada en el. Sabía que todo esto era para quedar como un caballero ante los demás; sin embargo, yo sabía que era mentira y que a él solo le importaba quedar bien ante los demás.
Una vez entramos al restaurante las miradas de los presentes se posaron en nosotros, especialmente la de una mujer muy hermosa, la cual vernos borro la sonrisa que tenía.
“Vamos tenemos un lugar reservado solo para nosotros”, susurro Aureliano a mi oído.
“¿Para que me trajo aquí?, es obvio que no lo hizo con buena intención”, pregunte intrigada.
“Yo también necesito sacar algún beneficio de esta situación y pensé que era buena idea que nos vieran en público”, sus palabras me dejaron confundida. ¿A que se refería con sacar beneficios, será que él tampoco quería este matrimonio, mis pensamientos eran un lío y necesitaba respuestas, si no terminaría enloqueciendo.
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