En el imperio Noah corre el rumor de que el príncipe heredero tiene una aventura con una joven condesa, de hermoso cabello castaño y ojos azules angelicales.
Su prometida esta celosa de esta joven mujer que esta arrebatándole a su prometido y desde que los rumores comenzaron a circular, también el maltrato hacia la joven inició. La inocente jovencita ha sido invitada a innumerables fiestas de té, donde las anfitrionas no dudan ni un segundo en ignorarla por órdenes de la prometida del príncipe.
Madeline Barlovento, es la hija menor del duque del sur.
Su brillante cabello parecen hilos de oro y sus ojos joyas celestes, es una belleza en el imperio.
El poder de su familia es desbordante, por eso se dice que ha sido una hija mimada, desde su nacimiento fue rodeada de joyas y lujosos regalos. Por eso no se le puede negar nada, su posición como la princesa heredera la hace intocable y el respaldo de su familia le favorecía.
Era una noble de alto rango, elegante y orgullosa.
Por eso nadie la podía detener en querer quitar de su camino a la joven Rosé.
—¡Esto es pura basura! —Grité con furia tirando por los aires aquel libro de portada dorada. la criadas que estaban terminando de acomodar la mesa donde cenaría se estremecieron por mi grito y sin decir nada salieron rápidamente.
Suspiré con molestia y me puse de pie para recoger el libro del suelo ojeándolo de nuevo.
¿Quién se atrevía a escribir sobre mí? Y no era solo eso, esa era la introducción a mi persona después de que Rosé haya sido victima de mis abusos.
Aquel libro había llegado a la residencia como un regalo y por curiosidad le di una hojeada, pero no me esperaba conocer los nombres que aparecían en las páginas del libro.
Era una novela romántica narrada del punto de vista de la pobre protagonista Rosé, todo parecía indicar que al final la linda Rosé terminará junto a mi prometido.
—¡¿A quien se le ocurre jugar esa broma?! —Era imposible que dicho libro dictara explícitamente los acontecimientos que han pasado. Pero los hechos estaban tan claramente detallados que a no ser una broma pesada de algún espectador, puede ser que el contenido sea verdadero.
No lo creo.
Veo de nuevo la portada dorada, no hay nada escrito, hasta podría decir que parece un libro divino.
Ignoro por completo el hecho que no he cenado y abro de nuevo el libro continuando con mi lectura, debo de saber que tonterías dice dicho libro.
*
Cuando el sol lograba asomarse por las ventanas la ultima página del libro fue leída por mí y mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿Qué es esto? —Mis manos que sostenían aquel objeto temblaban debido a que no podía controlar mis sentimientos.
Al final Rosé terminó siendo la esposa de mi prometido. Después de mandarme al calabozo por mi intento de asesinato hacia la joven condesa, de inmediato mi compromiso fue roto por mis acciones y ellos terminaron siendo marido y mujer.
¡No puedo aceptarlo!
Pero desde el inicio de la historia, mi prometido Dereck nunca sintió nada de amor por mí.
De nuevo las lagrimas comenzaron a bajar por mis mejillas.
Aunque nuestro compromiso fue por conveniencia entre familias, yo en verdad desde una edad temprana me hice la idea de que el joven príncipe iba a ser mi esposo y por ende yo su emperatriz.
Así que perdí toda mi vida tratando de ser una buena mujer para él. Para que al final todo se fuera a la basura.
Debía de estar segura si lo que dice el libro en verdad pasaba en el futuro así que debía de preparar de inmediato el vestido morado que me iba a poner en caso de emergencia en el siguiente banquete.
Originalmente en el banquete de fin de año el vestido que iba a usar esa noche era blanco. Aunque las criadas no comprendieron el porque se debía mi cambio de opinión no se quejaron.
Y esa noche estaba a punto de confirmar si lo que las líneas de ese libro relataban era verdad. Sin embargo cuando estaba a punto de salir de la habitación una criada que llevaba consigo una bandeja con bebidas que me habían servido dejó caer sobre mi vestido una copa llena de vino rojo.
El grito de las demás criadas me dejaron aturdida por unos segundos.
El vestido estaba completamente empapado en la parte de la falda haciéndolo imposible de vestir por esa noche.
Oh, así que eso era lo que pasaba.
Si esa copa hubiera caído en mi vestido blanco era obvio que iba a dejar una notable mancha roja.
Ese detalle no era mencionado en la novela.
Aunque claro, el libro no estaba escrito siendo narrado desde mi perspectiva.
¿Cuanto más esconde ese libro?
Sin perder el tiempo pedí que me cambiaran de vestido de inmediato para no llegar tarde. Al final terminé usando el vestido que originalmente iba a usar, ¿Esto presentaría un cambio en la historia? Aunque cayendo en cuenta es en este banquete donde debo de humillar a la joven Rosé tirando una copa de vino en su vestido.
Debido a mi mal humor después de lo que pasó con mi vestido, la joven Condesa preguntaría por el vestido que usaba esa noche y yo por mi enojo le arrojaría la copa.
Y cuando haga eso, el príncipe heredero iba a pedir que nuestro compromiso sea roto.
Mientras viajaba en el carruaje hacia el palacio imperial. me aguanté las lagrimas y el nudo que sentía en mi garganta.
Debía de ser fuerte.
Por eso cuando llegamos al palacio no esperé por la llegada del príncipe, aunque era una formalidad el hecho de entrar juntos, en el libro dictaba que yo lo esperaba hasta que no soporté y entré yo sola, solo para encontrarme al príncipe en medio de la pista del baile junto a Rosé.
Ya que al romántico príncipe heredero se le ocurrió entrar por otra puerta.
De solo imaginarme esperando en la puerta como una idiota me hacia enojar.
Entré al gran salón en compañía de mi hermano mayor, aún me enojaba el hecho de que él también estaba enamorado de la joven Rosé. Debía de decirle a mi padre que no quité de la línea sucesora, puedo apostar a que yo misma manejaría el ducado mejor que un idiota enamorado.
Las trompetas sonaron y el salón se sumió en un incomodo silencio cuando las dos personas que entraban al salón bajaban las escaleras.
-De verdad este idiota se atrevió a venir con ella. -Dije en un susurro mirando a la joven señorita sonrojarse por las miradas. Esto es una total mierda.
Ahora que estaba segura que lo que decía el libro era verdad me llené de valor a caminar por todo el salón hasta encontrarme con mi querido prometido.
Él me miró con el ceño fruncido, como si odiara verme.
De verdad que era un idiota.
—Esta es una maravillosa sorpresa, su alteza. —Digo con una sonrisa, mirando directamente al hombre que estaba rompiendo mi corazón en ese momento. —No me imaginé que mi prometido llegaría a la celebración junto a otra mujer.
Mis ojos se posaron sobre la joven que se sonrojó y bajó la mirada apenada. Casi suelto una carcajada por lo patética que se miraba, si iba a actuar con vergüenza debió de pensarlo mejor antes de llegar a un lugar junto al prometido de otra persona.
—Madeline por favor, no hagas una escena. —Me amenaza Dereck.
—Los que están actuando como unos dementes son ustedes, eres un hombre comprometido y deberías de comportarte como tal. —Mi mirada dejó de ver al hombre frente a mi y dirigí mi vista a la joven señorita que se quiso esconder detrás de mi prometido.
—No veas a la señorita Rosé de esa forma. —Dice el príncipe enojado.
Sonrío, estaba defendiendo a la joven señorita. ¿Debería de terminar todo de una vez por todas?
Bajo la mirada aturdida de los presentes tomé una copa de vino en mi manos y la levanté en el aire tratando de hacer un brindis, sin decir ninguna palabra alguna me tomé el contenido de la copa en un solo sorbo y tiré el objeto a los pies de las dos personas causantes de mi mal humor.
—¡Madeline! ¿Estas demente? —Me grita Dereck con furia.
—¡Tu eres el que esta volviéndose loco! ¡¿Como te atreves a tratar de humillar a la familia Barlovento de esta manera?! ¿Acaso olvidaste que nuestro compromiso fue un acuerdo entre nuestras familias? —Sin contenerlo más, las lagrimas salieron de mis ojos. Corriendo por mis mejillas y cayendo al suelo, bajo la consternada mirada de los presentes.
Me daba vergüenza.
Pero era ellos a los que debería de darles más vergüenza, eran unos infieles.
—Estabas planeando arruinar nuestro compromiso en el banquete de hoy ¿No es así? Por eso llegaste con otra mujer. Me das asco. —Dije con coraje, y al parecer mi comportamiento dejó sin palabras a ese idiota.
Me limpié las lagrimas con ambas manos y comencé mi camino a la salida del lugar.
Mi mirada se encontró con aquel hombre mayor, que miraba la escena en silencio. El emperador estaba ya sentado en su trono y solo observaba la escena desde lejos. Le di una reverencia desde mi lugar y salí del salón.
Mi hermano quiso seguirme, pero estaba lo bastante enojada como para gritarle que me dejara sola.
De cualquier modo el jardín estaba tranquilo esa noche.
Cuando me encontraba completamente sola suspiré, mi mentón temblando por querer contener el llanto. Mi pecho dolía, no sabia como pude contenerme tanto en el salón por que estaba segura de que estaba a punto de saltar sobre el príncipe para golpearlo, aunque eso me llevara a mi muerte segura.
Exhale de nuevo todo el aire que tenia en mis pulmones y me dejé caer en una banca del lugar.
Mirando la luna de nuevo mis ojos quisieron llenarse de lagrimas de nuevo.
Dereck era un idiota.
Mi corazón estaba doliendo como nunca.
¿Lo amaba tanto?
Sollocé en el silencio de la noche, las voces del salón salían por los balcones pero nadie se atrevía a salir al jardín ya que sabían que yo me encontraba en el lugar.
Exceptuando por alguien, los pasos de una persona me distrajeron y al subir mi mirada, el duque Maximilian me miraba desde lejos.
Era imposible confundirlo, la familia Maximilian eran conocidos por su característico cabello de color rojo intenso, era un hombre apuesto con un cuerpo increíblemente bien formado. Supuse que tenia asuntos conmigo ya que no dejaba de verme.
Limpié mis mejillas y me puse de pie.
—Es curiosa la forma en como la joven duquesa actuó esta noche, creí que iba a aprovechar el regalo que le di para luchar por su amor. —Aquel hombre sonrió con burla, lucía como si supiera todo.
—¿Fue usted quien me envió ese libro? —Cuestioné, y a juzgar por su sonrisa, supuse que estaba en lo correcto.
—Creí que ibas a tratar de ganarte de nuevo al príncipe Dereck.
—Es lo que el joven Aaron Maximilian del libro hubiera deseado, ¿No? Ya que está perdidamente enamorado de la joven Rosé. —Confronté al joven, mis pasos escuchándose con eco en el silencioso jardín.
Cuando terminamos en una distancia considerable, el aroma del perfume de Aaron me envolvió por completo, era una fragancia bastante atractiva y me hizo suspirar.
El se quedó en silencio, mirándonos intensamente a los ojos esperando por ver quien de los dos se doblegaba primero.
—Estas equivocada en algo señorita, —Dijo el joven duque con una sonrisa coqueta. —Yo aún no me enamoro de la condesa Rosé.
—¿Planeas hacerlo?
—No, no quiero morir. —Aaron sonríe y termina alejándose de mi. —Supongo que a juzgar por la forma en como la joven Barlovento actuó esta noche, tampoco quiere seguir el curso original de este mundo.
—¿Como conseguiste ese libro?
—Es un secreto, pero si estas dispuesta a hacer un trato conmigo... Puedo contartelo todo.
La carta para visitar la mansión de la familia Maximilian llegó al día siguiente, tal cual el joven duque me lo había hecho saber la noche anterior.
No me dijo cual era el trato, y tampoco me adelantó el porque quería que fuera yo, solamente me comentó que mis dudas serían respondidas en el momento en que nos encontremos al día siguiente en la reunión.
Esa noche regresé antes que los demás integrantes de mi familia, ni mi padre ni mi hermano me dirigieron la palabra en el desayuno, así que asumí que estaban enojados conmigo.
Los rumores de que el príncipe heredero llevó a una mujer extraña al banquete de año nuevo ya era noticia casi nacional. El periódico lleno de chismes se vendió como pan recién hecho. No los culpaba completamente, hasta yo desearía saber la razón por la cual el idiota del príncipe heredero había actuado de esa forma.
No era lo correcto.
Aunque estuviera cegado por el amor.
Cuando el carruaje que me llevará a la mansión de los Maximilian llegó, las criadas me ayudaron a subir y partimos hacia la residencia del duque.
Curiosamente no me sentía nerviosa, solo que estaba un poco confundida.
Cuando por fin llegamos, me quedé un poco sorprendida por lo hermosa que se miraba la mansión, el jardín estaba bien cuidado y fui recibida por un montón de sirvientes.
Me trataron con mucho respeto y me atendieron con mucha amabilidad. Me sentía agradecida por eso.
Al llegar al salón de espera miré con atención la decoración del lugar, era bastante minimalista para mi gusto, pero tenía cierto encanto en ella.
Cuando la puerta se abrió me puse de pie para recibir al joven duque Aaron.
Me sorprendí al verlo vistiendo una simple camisa blanca y pantalones negros. No tenía accesorios ni un saco, incluso su calzado era tan... Básico.
—Señorita por favor no me vea así, me hace sentir avergonzado.
Detrás de él entraba lo que pude reconocer como el fiel sirviente del duque, el joven Hugo entraba con una mueca de desagrado.
—Su alteza le dije que se preparara mejor, pero como siempre jamás me escucha. —Se quejaba el joven.
Sonreí, era tal cual lo describía el libro, un joven de cabello castaño y ojos un poco rasgados, lucía unas curiosas pecas que lo hacían lucir tierno.
—No te preocupes Hugo, su alteza no tiene porque lucir bien.
—Suficiente tengo con este hermoso rostro, ¿No es así? —El joven duque se elogio a si mismo con una sonrisa triunfante.
—Yo me refería a que el rostro de Hugo es más de mi tipo, ya sabes, chicos lindos. —Bromeo.
De inmediato noto como el fiel sirviente de Aaron se sonroja por mi cumplido y con balbuceos que no logro comprender sale del salón.
—Eso no fue una broma divertida. —Dice el duque dejándose caer en el sofá que esta frente a mí.
—Yo no estaba bromeando. —Continúo con mi rostro serio.
El joven Duque terminó mirándome con una mueca de desagrado muy notable en su rostro, cosa que hizo que mi risa me delatara.
Parecía como un niño pequeño siendo regañado.
—Deja de bromear así, Hugo es un hombre comprometido.
—Que lástima.
De nuevo esa mirada malhumorada de Aaron me saca una carcajada.
Era bastante gracioso como el trataba de lucir enfadado. Me parecía curioso como de repente el ambiente a nuestro al rededor era lo suficiente mente agradable, como para que yo me sienta cómoda bromeando con él.
Era la primera vez que bromeaba así con alguien. Eso me sorprendió, en mis diecisiete años de vida, jamás logre tener una relación con nadie lo suficientemente cercana como para bromear ente nosotros.
Me ponía un poco sentimental, que la primera persona con la que me llegué a sentir de esta manera, sea con un hombre que apenas había conocido. Si pensaba un poco en el pasado, las jóvenes señoritas con las que compartía mi tiempo todos estos años poco a poco terminaban alejándose de mí.
Supongo que yo era la del problema.
¿Verdad?
—¿Ocurre algo? —Pregunta Aaron con curiosidad, me había quedado callada por algunos segundos.
—No es nada, ¿Ya me dirás el porque estoy aquí?
El joven duque suspiró y dejo en la mesita del centro un par de hojas de papel. A simple vista parecía ser un contrato. Mire con curiosidad al joven duque antes de tomar las hojas de papel.
Mi ceño se frunció cuando miré las primeras frases en la hoja.
—Estas bromeando. —Dije con seriedad, no era una pregunta, de verdad estaba afirmándolo.
No simplemente esto no puede ser verdad.
–No voy a casarme por contrato contigo. —Confieso dejando caer las hojas sobre la mesa de nuevo y tomando la taza de té.
—En realidad es estar comprometidos, por un tiempo indefinido. —Aaron toma las hojas del contrato y las lee por encima. —No terminaremos casados, solo necesito el apellido Barlovento.
—No quiero, no lo haré.
—Puedes pedirme lo que desees. Juro hacer todo lo posible por que seas mi nueva prometida.
Sabía que la familia Maximilian era al igual que la mía una familia poderosa, incluso su negocio de minas que estaba en desarrollo era un completo éxito. Incluso en el futuro este se despegará completamente.
Sin embargo, no quería estar de nuevo atada a un compromiso.
No en uno donde sé que la otra persona tampoco me ama. Ya me había hecho la idea de que mi compromiso con el príncipe heredero era una forma de que mi familia sea más prestigiosa, podría suponerse un sacrificio.
Pero de verdad que yo deseaba de verdad ser la esposa de Dereck.
No pedía ser la emperatriz, estaba feliz con estar a su lado.
Creía que estando junto a la persona que amaba iba a ser feliz, pero ahora no sé que es lo que me hace feliz.
Sin esperarlo las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Mi pecho dolía mucho, muy en el fondo de mi corazón de verdad deseaba ser amada.
Deseaba que alguien me quisiera como a la Rosé del libro.
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