El bosque mágico territorio marginado del resto del mundo separado de la humanidad, una zona de una de las razas temidas por su fuerza bruta y su hostilidad hacia los seres vivos, allí se encontraba Kim demonio de pelo color azul marino debido a su raza comparten esa característica.
Sus pasos se hacían oír pisando el verde camino mientras las hebras de su cabeza brillaban del azul mas hermoso debido la luz de la luna rebotando sobre ellos.
Los arboles a su alrededor casi no tenían hojas pero eran numerosos troncos de madera tan dura de cortar como una piedra.
En aquel bosque Kim se dedicaba a cazar junto a su hija Tae que estaba aprendiendo a como hacerlo debidamente, no se veía muy contenta al respecto pero su rostro no mostraba dudas.
Kim quien bestia pieles de monstruos salvajes cargaba con un bidente con el cual arremetía a los enormes monstruos hasta debilitarlos.
Monstruos de un gran tamaño eran derrotados con suma facilidad para aquel experimentado demonio.
—¡Ahora!—. Exclama Kim.
Tae se abalanza expulsando a todo pulmón un tímido "HAAA" para atacar balanceando el bidente en sus manos para atravesar el corazón del monstruo.
—Bien hecho hija—. Kim da su aprobación con una pequeña sonrisa mientras su pequeña hija con sudor en su rostro lucha para no cometer ningún error frente a su padre.
Para esta raza estos monstruos no son mas que alimentos y herramientas, pero para una inexperta como Tae es un desafío.
A ella se le daba mal cazar a diferencia de sus amigos, odia la confrontación pero es una tradición en la tribu de demonios que al cumplir los 15 años de edad saliera a cazar por primera vez a las lejanías.
Ir sola y volver a casa con pieles, carne y sus partes útiles es la demostración de poder que se les pide a sus hijos.
Kim no debería estar acompañándola.
Tae inhalaba y exhalaba para mantener la calma ante el enorme monstruo que caía frente a ella producto de su arma.
—¿Y-Ya murió?—. Preguntó ella abrazando tímidamente su bidente con ambos brazos acercándolo a su pecho, pero con una sonrisa en su rostro.
—Por su puesto, no volverá a levantarse.— Dijo Kim amablemente.
Kim estaba nervioso, asustado, ni cree capaz de dejar a su hija sola sabiendo que no es especialmente fuerte ni hábil con su bidente.
"Te ayudare unos días luego podrás hacerlo sola" era su excusa quebrando toda regla, él es diferente a los demás padres y eso a Tae le molestaba.
Tae no tuvo otra opción más que aceptar.
—Ahora quítale la piel, carne y huesos—. Dijo acercándose a ella.
Totalmente asqueada preparó una cuchilla para despellejar al monstruo que dejaba un charco de sangre en sus pies.
"Esto es desagradable" pensó mientras separaba la piel del cuerpo.
Sus ojos comenzaban a humedecerse, un nudo se sentía en su garganta "Esto es humillante y grotesco" pensó ella mientras intentaba no llorar mordió su labio inferior y continuo su trabajo sin quejas ni preguntas.
—Oigo pasos... —. Dice Kim advirtiéndole.
Era el sonido del correr de lobos salvajes, no serian problemas para alguien experimentado en la caza como lo es Kim.
Poco a poco los pasos se hacían mas fuertes y mas numerosos.
Una manada. No... Un conjunto de manadas unidas.
—¿Qué pasa? ¿Qué esta pasando? —. Pregunta Tae al ver el rostro preocupado de su padre.
—¡Al árbol! ¡YA!—. Mientras señala con su dedo a uno de los arboles de pocas hojas.
Tae duda por un momento pero al ver a su padre alterado a pesar de siempre ser tan tranquilo hizo que ella se sintiera obligada a apartarse de la batalla.
Escala el árbol casi de un salto con su fuerza característica de un demonio de la raza cazadora real.
—No te preocupes esto no es problema—. Dice él.
Al ver al rededor una enorme manada de lobos oscuros rodean a Kim en un instante de forma amenazadora.
"Son muchos, él no podrá solo con tantos" pensó.
Tae conocía el comportamiento de los lobos y siente que algo no anda bien.
—¡Papá!—.
—Tu tranquila— Responde de inmediato —Observa como se tiene que cazar y aprende—. Lleno de confianza apuntando su bidente a los lobos.
Mientras acorralaban a Kim en un circulo él observaba con atención cada uno de ellos a su alrededor encendiendo cada sentido de supervivencia en el.
"Estoy seguro que en este momento impresionaré a mi hija" pensó Kim.
—¡Aléjate!—. Grita Tae agitando su bidente.
Las palabras de su hija alertaron a Kim quien estaba concentrado solo en él.
"Imposible los lobos del laberinto no saben escalar" Pensó mientras veía como la manada se dividió para atacar en grupo a ambos.
Los lobos eran inteligentes pero solo atacaban uno a la vez y nunca habían hecho nada parecido.
Tae ataca a los lobos haciendo que estos caigan del árbol.
—!Ug!—. Un lobo muerde la pierna de Tae debido a un descuido.
—Maldito—. Murmura de odio al lobo.
Kim no se lo piensa dos veces y lanza el bidente atravesando el cuerpo del lobo perforando su cuerpo clavándose en el duro tronco.
Lastimaron lo mas importante que existe para él, su propia hija.
Furioso y sin su fiel arma ataca a puño limpio contra los lobos venciéndolos como si nada, aunque recibía unos arañazos por parte de ellos no era importante.
Intenta ir en dirección a Tae pero los lobos no se lo permiten, estos monstruos salvajes eran extrañamente diferentes a los que conocía.
—¡Voy a pelear!—. Dijo Tae al ver a su padre en apuros.
—¡No, no dejes que los lobos te alcancen!—. Le ordena subir aún más arriba.
—Entendido—.
Tae optó por dejarle todo a su padre viendo como vencía a cada uno sin su lanza.
Aun Kim era fuerte el número es superior a él.
La lanza... La necesita. Pensó ella y a pesar de que los lobos escalaban por atraparla ella decide tomar valor, si no lo hacia su padre podría salir lastimado y su madre pondría esa cara de desaprobación otra vez.
El dolor de su pierna la ralentiza y los lobos tienen dificultades para escalar con la sangre esparcida de su camarada muerto.
—¡La tengo!—. Exclamo orgullosa quitando el arma de su padre clavada fuertemente en el árbol.
Forcejea pero esta tan duro que le es imposible liberarla.
Kim quien estaba ocupado deshaciéndose de esas peludas molestias con sus puños observa a su hija desobedeciendo.
—¡Te dije que no lo hicieras!—. Exclama enojado.
Un lobo muerde el brazo de Tae.
—¡Gaah!—. Grita de dolor.
Kim se desespera al ver su brazo sangrar en la boca del furioso lobo que se movía a pesar de ser atravesado por el bidente.
Lentamente los lobos se acercan a ella atrapada en la boca del lobo.
Kim se lanza a ella con furia y desesperación pero los lobos se lo impiden.
—¡TAEEE!—. Exhala a todo pulmón al ver que no puede hacer nada mas que ver morir a su hija.
Pronto los lobos comenzaron a caer del árbol disparados por cortes de un color transparente como el agua que brillaba bajo la luz de la luna.
Los ataques no se detienen y los lobos caen incluyendo el que mordió a Tae.
Un joven de cabello castaño oscuro blandiendo dos espadas acude a la niña en peligro.
Una piel clara, una mirada fija y llena de valor, unos ojos verdosos y un cabello castaño oscuro.
Ese joven posaba a un lado del árbol como si de un héroe se tratase salvando a Tae en problemas en un santiamén.
Tae lo observo fijamente sin apartar la mirada de aquel salvador y de un momento a otro ambos cruzaron miradas.
Sus ojos brillaban reflejando la luz de la luna sobre el cielo, el joven se acerco hasta aproximarse frente a ella.
Estiro su mano en dirección a Tae con cuidado.
—¿Eh? —. Murmuró ella mientras lo observaba.
Su rostro se volvió ruborizado ante esta acción, sin entender que sucedía el joven continuo con su trayecto mientras ella lo observaba fijamente con una mirada llena de ternura.
El la ignoro por completo, su mano toma con fuerza el bidente hasta conseguir sacarlo con poco esfuerzo.
Tae quedo avergonzada al ver que ella sin quererlo estaba malinterpretando las cosas.
Sin decir ninguna palabra lanzo el arma hacia Kim que se concentraba en los lobos, al escuchar el sonido del bidente cortando el viento atrapó el arma en el aire y con una sonrisa continuo con su batalla.
Fue fácil para alguien como Kim finalizar este pequeño desafío, pero esta vez con una sonrisa en su rostro puesto que la preocupación se había ido y aquel individuo no parecía tener malas intenciones.
El joven posaba al lado de su hija observando el duelo de una forma admiradora.
—Disculpa... ¿Quién eres?—. Tae le pregunta con cortesía pero el joven no apartaba la vista de Kim ni por un segundo.
Al ver que todo terminó el joven se aproxima con ambas espadas en sus brazos con una sonrisa encantadora.
Al ver esto Kim le responde.
—Agradezco tu ayuda ¿Puedo saber tu nombre? —. Pregunta él en respuesta.
—No entiendo—. Responde el joven de inmediato.
Kim y Tae se dan cuenta de que la lengua que él habla no es de la raza demoniaca sino la lengua humana.
Kim afloja su garganta y comienza una vez más.
—Yo... Agradecerte... Muchas gracias—. Responde con dificultad.
Sorprendido el joven sonríe una vez mas casi dando carcajadas.
—¡Por fin entiendo! No es por nada, es un placer—. Aún con sus espadas en mano inclinando su cabeza ligeramente.
Al parecer se trata de alguien con buenos modales sin malicia ya que ha salvado a su hija del peligro en el corazón de Kim solo había gratitud hacia él y lo miraba con buenos ojos.
—Deseo enfrentarme a usted—. Reclama levantando su espada.
—¿Pelear?... ¿Por qué? —. Pregunta intentando comunicarse.
—Por que es usted muy fuerte, para mi sería un honor—. Dice con cortesía.
Kim estaba confundido, había algunas palabras que no lograba comprender.
—No entiendo ¿Qué esta diciendo?—. Pregunta Tae
Aunque ella pregunte no había forma de contestarle por que tampoco lograba entenderle bien.
—No.... Pelear—. Responde Kim guardando su bidente en su espalda.
El joven enojado guarda sus espadas y con un "¡Jum!" Aparta la vista con sus brazos cruzados.
Kim se acerca a aquel chico que fue rechazado a luchar y se da cuenta de que su cuerpo tiene muchas heridas abiertas y otras vendadas o con hojas cuidadosamente usadas en ellas.
Kim al ver al pequeño guerrero se apiada de él, mientras su hija baja del árbol de un brinco, intenta buscar las palabras exactas.
Tae se acerca a él lentamente.
—Muchas gracias por salvarme—. Tae le agradece agachando un poco su cabeza en señal de reverencia lo cual él joven imita diciendo "si" como respuesta corta.
—El esta herido por todas partes—. Tae se da cuenta de esto y murmura casi en silencio.
Tae dirige su mano hacia su cuerpo, pero él reacciona tomando su mano antes de poder tocarlo.
La toma con la palma chocado la de ella.
Sus manos se entrelazan sintiendo el tacto de cada uno, su mano era dura debido al usar espadas un poco mas grande que la de ella, cálida al instante, es la mano de un valiente guerrero.
Tae siente el tacto de su mano ruborizada mientras el chico en su interior pensaba "¿Qué está haciendo?".
Kim observa con desaprobación esto y separa sus manos para luego comenzar a hablar nuevamente.
—¿Qué haces?—. Pregunta.
—Lo mismo pregunto ¿Por qué quiere tocarme? —. Responde él.
"No puedo entenderle bien" piensa Kim al escuchar su respuesta.
Pronto el sonido de su estomago se hace oír frente a ellos dos, un estomago hambriento es el que delata al joven que esperaba por una buena caza.
—¿Quieres... Comida? —. Dice Kim observando su cuerpo herido una vez más.
El joven solamente asiente con la cabeza algo a lo que entiende a la perfección.
Kim toma a uno de los lobos en su hombro, hace señas con su mano derecha en señal de que lo siga y por su puesto él comprende de inmediato.
Kim comienza a caminar en dirección a la pequeña aldea o tribu y detrás de ellos Tae quien de reojo observaba al chico.
Mientras que él miraba la fuerte espalda de aquel demonio con respeto recordando con admiración la forma en que se libró de aquellos lobos.
Entre tanto mirar de reojo él nota a Tae y le devuelve la mirada pero no dice nada.
—Hola—. Dice en su lengua, víctima de los nervios y al instante se da cuenta de que no entendería el idioma.
Él la observa con cuidado de la cabeza a los pies lo cual ruborizo a Tae, una chica muy linda de un pelo brillante vistiendo pieles de animales yacía inquita frente sus ojos.
—Hola—. Imita lo mismo devolviendo el saludo.
Tae al ver esto asiente con una sonrisa y responde "Muy bien" contenta de cruzar palabras.
Luego de un corto tiempo caminando e intentando comunicarse entre si Tae llama la atención de Kim.
—Papá— Lo llama tocando su marcado brazo —Su pelo, no es azul—. Dice finalmente.
Es lo que mas le llamó la atención además de que los ojos de los demonios cazadores reales eran azules los del joven tenían un color verdoso.
—Es natural, los humanos son así—. Responde.
—¿Él es un humano?... — Mientras observa al chico sin poder sentir deprecio hacia él. —No es posible—.
—Lo es, pero tranquila, no te hará daño déjame todo a mi—. La tranquiliza.
Finalmente llegan a la aldea y la primera persona a quien se encuentran es a Mia, la madre de Tae esposa de Kim con una expresión de preocupación y desaprobación.
Es tiempo de un regaño al padre que incumplió con su palabra.
Una mujer de una estatura de 1,60 aproximadamente con el ceño fruncido cruzada de brazos con una larga cabellera trenzada de tono azul se acerca a Kim haciendo pucheros con la boca.
—Me mentiste dijiste que no lo harías—. Mientras hace unos pucheros tiernos.
La bella mujer golpea unas pocas veces los pectorales del fornido hombre en señal de desaprobación pero ya no se ve intimidante en lo absoluto.
—Lo siento... No pude contenerme—. Se disculpa él.
—Si haces eso ¿Cómo crecerá nuestra niña?—.
—Lo siento—.
Mia es su nombre, los demonios de esta tribu no llevan apellido solo nombre por lo general es corto como lo son Tae, Mia, Kim.
Ella se rinde al ver que solo se disculpa, no llegará a nada si continúa de esta forma.
Mia puede apreciar que dieron con una buena caza por lo menos, los lobos del laberinto son grandes y jugosos por lo que sus preocupaciones desaparecen.
Da un suspiro y su rostro cambia uno de preocupación al cruzar su mirada con la de un joven a su lado.
—Es... ¿Un humano el que traes? —. Pregunta susurrando.
—Si, ha sido de mucha ayuda—.
Mia con un poco de timidez pero comportándose como una adulta se aproxima a él.
—¿Nos harás daño? —. Le pregunta.
—No entiendo—. Responde casi de inmediato.
Mia tapa con sus dedos su delicada boca por unos segundos y continúa.
—¿Cómo te llamas?—. Pregunta nuevamente.
Pero esta vez el joven hace una sonrisa al entender las palabras de Mia a la perfección.
—Soy Aaron, es un placer conocerla—. De manera formal y con buena educación.
Tae no tarda en asombrarse por las habilidades de comunicación de su madre diciendo "Asombroso, asombroso mamá" mientras que Kim muestra una sonrisa orgullosa que dice "esa es mi esposa".
Mia habla con Aaron de una forma perfecta como si se tratase de su segunda lengua y logra confirmar que no se trata de un mal niño.
Pero el desafío se aproxima, en la entrada de la aldea dos guardias vigilan la única entrada a la tribu.
En su alrededor murallas de madera y huesos se pueden ver como sistema de seguridad contra los monstruos salvajes.
Los cuatro se aproximan a esos guaridas para entrar.
—Bienvenido de nuevo Kim, veo que ha— Un guardia saluda de forma amigable a Kim hasta que nota a Aaron a su lado —No puede ser—. Dice cortando sus palabras.
—Este joven nos salvó y necesita sanar sus heridas, déjenos pasar—. Reclama él.
Aaron mira con confusión a los guardias ya que no logra comprender ese raro lenguaje por lo que acude a Mia quien le responde "No te preocupes mi esposo lo arreglará y comeremos una buena comida" con una sonrisa confiada lo cual contagia a Aaron que también tiene esa misma sonrisa.
"Muero de hambre" piensa Aaron mientras ve a los guardias.
—No, está prohibido—. Dice firmemente el segundo guardia.
—¿Piensas dejar a este chico en el bosque? Felt eres un desgraciado—. Responde con una voz intimidante junto a un rostro amenazador.
El cuerpo de este segundo guardia tiembla un poco y su compañero acude a su rescate.
—No no señor Kim nada de eso, solo es por seguridad—. Se interpone entre ellos. —Felt ve por el jefe—.
Felt deja su guardia y todos esperan unos pocos minutos hasta que por fin un hombre parecido a Kim aparece.
Si dijeran jefe de la tribu pensaría en un hombre de edad avanzada pero él no aparentaba nada de eso.
Casi del mismo aspecto solo que el vestía una túnica larga azul.
—De verdad es un humano, lo siento Kim no podemos dejarlos pasar sabes las reglas—. Dice algo amargado.
Pero Kim le devuelve una mirada de odio al mismo jefe.
—No pienso dejarlo fuera, esta herido, sucio y con hambre—. Responde enfadado.
—Los humanos son enemigos de nosotros los demonios, no podemos hacer algo así—.
—Es solo un niño Als déjalo pasar—. Responde una vez mas intimidante.
Als el jefe de la tribu lo piensa unos segundos pero finalmente cede por que no hay nadie mas fuerte que Kim en esta tribu y aunque sea peligroso él tomaría toda responsabilidad.
—De acuerdo Kim, solo esta vez por favor no abuses—. Le pide amablemente.
Y es que Kim se ha ganado el respeto de muchos quienes lo admiraban.
Con una orden del jefe los guardias permiten su entrada.
Además Kim ordena que una enorme cantidad de lobos se encuentran a su disposición en el bosque, se necesitan mas personas para recolectarlos.
Las casas eran de piedras, ramas y partes de animales como hueso y cuero.
Eran lindas chozas o pequeñas casas algunas adornadas y otras simples, pero lo que mas llamaba la atención era que todos y cada uno de ellos compartían el mismo color de ojos y pelo.
Azul. Puro azul.
Cada uno observaba atónitos a ese ser humano caminando junto a Tae tan cerca y al jefe frente a él.
Pronto Mia comenzó a incomodarse por las miradas al igual que Tae, Aaron se veía asombrado por la vista mientras que Kim ni se inmutaba.
"Es un humano", "¿En la aldea?" Y otros comentarios se hacían presente en idioma demonio por lo que Aaron no entendía.
Finalmente llegan a una choza espaciosa y el jefe es el primero en relajarse.
Suspira con fuerza seguido de las palabras "Las cosas que me haces hacer hermano Kim, seguro ya tengo el odio de la tribu".
—Lo compensaré—. Responde.
—Mas te vale, mira que traer a un humano a este territorio sagrado siendo los humanos nuestros enemigos a muerte—. Mientras se despeina de la locura.
Aaron y Tae se sientan en la mesa mientras los demás ayudan a despellejar al lobo (los hombres) y Mia comienza a preparar para hacer la comida.
—Hola Aaron—. Dice Tae con una sonrisa.
—Hola—. Responde él un tanto incómodo.
Tae comienza a intentar platicar con el con dificultades e incómodo Aaron intenta comunicarse con ella lo máximo posible.
La niña no parece incómods, todo lo contrario se le veía con una sonrisa.
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