Carter se encontró a sí mismo con parte de su cuerpo enterrado en tierra húmeda. Miro a su alrededor y noto árboles y follaje. Sus ojos le ardieron y se limpió la tierra alrededor de ellos. Unos bellos rayos de sol se filtraban a través de las copas de los árboles y él se contemplaba totalmente extrañado y su respiración era acelerada.
Momento antes se encontraba mirando a los doctores y agonizando por un fuerte dolor a causa de un cáncer e estómago, y ahora el destino le jugaba está broma. Dudando, comenzó a levantarse del suelo y percibió su desnudez y su nuevo cuerpo. Mirando con lujo de detalle su cuerpo: delgado y de piel ligeramente morena. Tenía frío y temía que algo en el bosque atacara o que alguien lo encontrará así—si es que había rastros de civilización cerca—. Camino con incredulidad cubriendo sus partes íntimas.
Pasaron algunos minutos cuando finalmente a la lejanía, un sonido de chapoteo golpeó su costado. Aceleró el paso pensando que tendría algo de agua para beber y mirarse el rostro.
Cuando finalmente vio el hermoso río de aguas iluminadas y reflectantes por la luz solar, se dejó caer sobre sus rodillas y miro su reflejo. Un pelo ligeramente largo y castaño, ojos ambarinos y una nariz y boca tiernos. Tocó su rostro sin creer lo que veía, sintió el contorno de sus facciones y especuló que quizá era un hombre de apenas 18 o 20 años. Sonrió para sí mismo cuál narciso y animado, entro al río con jovialidad.
Tras unos minutos frescos y contemplando la belleza lumínica del paisaje, salió del lado contrario por el que había entrado y la terrible imagen se le presentó: un extraño oso con gemas incrustadas en todo su cuerpo estaba frente suyo, entre los árboles. Atemorizado, retrocedió instintivamente por el río, pero el oso corrió tras él y un ligero zarpazo le hizo caer. Pensaba que está situación era una total comedia que Dios le hizo para burlarse de él y así darle la bienvenida definitiva al juicio.
Mirando al enorme animal levantarse sobre sus dos patas a punto de atacarlo, lanzo un grito casi chillón.
Milagrosamente, el sonido de algo rozando su oído le sorprendió; y aún más cuando el enorme animal voló, golpeado, por dónde había venido y cayendo al costado del río. Carter aún con el corazón acelerado mantenía su cuerpo en el río cuando escucho pasos detrás suyo e instintivamente giro sobre sí.
—Hola chico—dijo una voz masculina.
Carter miro al hombre de tez negra, alto y con cargas en su espalda de pies a cabeza. Portaba una armadura con enormes hombreras puntiagudas y podía ver por debajo de ella alguna prenda de cuero.
—¿Te encuentras bien?—preguntó el hombre estirándole su mano—Escuchamos a alguien chapotear por aquí y después un grito y finalmente corrimos aquí para brindar ayuda.
Carter, estaba atónito y con la mirada perdida tomo la firme mano del hombre y con su ayuda se levantó. Y el hombre se sorprendió al verlo completamente desnudo y le sonrió como si fuera una clase de broma.
—¡Brand! ¡Brand! ¿¡Encontraste algo!?—Gritaba una voz femenina desde unos cuantos metros, acercándose.
Cuando finalmente se hizo presente, una chica joven y con ropa estereotípica de ilustraciones sobre el feudalismo apareció detrás de aquel hombre, respiraba con dificultad e inclino su cuerpo dando la cara al suelo.
—Es un placer saludarte joven, mi nombre es Brand, y la gente del pueblo cercano me llama "El magnífico" por mi descomunal fuerza—decía con un tono presumido pero confiable—. Y está jovencita a mi lado es mi pequeña hermana Lia—dijo mientras pasaba el brazo por detrás de ella y la acercaba.
La chica calmó su respiración y al levantar la vista para mirarme no pudo evitar sonrojarse. Por un momento me había olvidado de mi desnudez y ahora estaba avergonzado. Tape mis partes y ella se dio la vuelta, completamente apenada mientras su hermano reía por la situación.
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Brand había desollado al oso. Nunca se volvió a levantar y al parecer, Brand lanzo un gran cuchillo usando su descomunal fuerza, matándolo con el golpe. Me brindo una piel extraña que traía entre sus cargas para cubrirme y una vez cubierto me disculpé con su hermana y me presenté con ellos.
Tras los formalismos, me dijeron que les siguiera al pueblo más cercano ya que no podía quedarme en el bosque de noche o me volvería presa fácil de algún depredador o sería atacado por algún ladrón. Por lo que los seguí aún apenado.
Finalmente salimos del bosque y pude ver en la lejanía el pueblo del que hablaban, parecía pequeño a simple vista y su arquitectura indudablemente era antigua, demasiado. No era como la del mundo del que no hace poco acababa de partir. Me sentía ajeno, pero al menos antes de llegar al pueblo pude ver el paisaje bello que le rodea y me entusiasme como niño queriendo explorarlo.
Dentro del pueblo la gente se percató de mi presencia, me miraban con curiosidad y yo apreté la piel con la que me cubría con fuerza y con miedo a verme en una escena ridícula en público. Brand y Lia saludaban a algunos cuantos pueblerinos mientras yo iba detrás de ellos. Lia notó ésto y me intento calmar con palabras animadas y un golpecito en la cabeza.
Llegamos a una casa de dos pisos y ellos me abrieron la puerta de la misma, me dieron permiso de entrar y así lo hice. El interior era bastante curioso, el techo del primer piso parecía más pequeño que visto desde fuera. Podía ver diversos adornos florales y entradas a secciones de la casa, como la cocina a mi izquierda apenas entrar. Lia me hizo tomar asiento en una silla de madera de la cocina mientras Brand descargaba su carga y miraba el estado de la piel del oso.
—Así qué... ¿De dónde vienes?—preguntó Lia mientras yo tenía la mirada perdida analizando su hogar.
—Yo... no lo sé. Estaba en el bosque desnudo cuando desperté, cubierto de tierra. Busque un río cercano para limpiarme y después al intentar irme fue que esa cosa me atacó—mentí, pues me considerarían loco de decir la verdad. Me levanté de la silla y de espaldas a Lia, dejé caer lentamente la piel para mostrar la herida.
Ella se impresionó y Brand, que se había acercado, soltó un resoplido. La herida no era profunda, pero sin duda sangraba un poco y necesitaba atención.
—¡Está bien! Tranquilo, ahora mismo necesitas algo de tratamiento, después tendrás tiempo para intentar recuperar la memoria—decía ella completamente alterada. Se fue corriendo subiendo las escaleras que conectaban con el segundo piso.
—Veo que además necesitas ropa, ¿realmente no recuerdas nada?—inquirió Brand
—No. Definitivamente, simplemente estaba allí y nada más.
—Hummm... No tenemos ropa de tu talla por aquí, la mía es demasiado grande para ti y la de Lia... vamos, ni de broma—dijo mientras su pulgar e índice apretaban su barbilla en señal de pensar.
Volví a sentarme y me quedé atónito reflexionando de nuevo todo lo sucedido. No era un sueño. El dolor punzante en mi espalda, las personas que me habían salvado, incluso la sensación de la silla dónde estaba eran demasiado reales como para pensar que todo era falso.
—¡Aquí! Rápido, enséñame la espalda—dijo Lia con una autoridad algo infantil.
Acate su orden y le expuse mis heridas. Una sensación fría pero calmante recorrió mi espalda. Lo que ella haya usado realmente calmó el dolor.
—Necesitarás descansar aquí hoy, no puedes exponerte a salir y abrir de nuevo las heridas. Usarás la habitación de mamá—ordenó.
Me di la vuelta y nuevamente me abrigué con la piel. Mire a Brand en su enormidad, no parecía molesto por la atrevida petición de su hermana.
—¿Estás seguro de ello, Brand?—pregunté mientras Lia se levantaba y pasaba a lado de Brand.
—Si ella lo dice, hay que hacerlo—dijo—. Pero a veces está un poco loca—susurro con humor y Lia le piso el pie a propósito antes de subir de nuevo las escaleras.
Era un ambiente sereno. Y la curiosidad me golpeó.
—¿Están solamente ustedes dos aquí?
—Así es Carter. Mamá a veces viene de visita y es por eso que construimos una habitación extra aquí en la planta baja—dijo señalando las escaleras.
—Ya veo, ella no está aquí entonces. ¿Dónde está entonces?
—Cuida su negocio de joyería mágica en la ciudad de G'thoa, muy lejos de aquí. A veces viene de visita cuando tiene la oportunidad de descansar un poco—decía mientras se acercaba a un estante a mí izquierda.
"¿Mágicas dijo?", pensó Carter. Le parecía ridículo algo así, pero aún viendo a una persona con una habilidad tan sorprendente como Brand con su fuerza bruta, o la fructífera medicina que uso Lia, no dudo en preguntar directamente.
—¿Existe la magia?—preguntó finalmente en un tono casi chillón.
—¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que existe. Ha acompañado al hombre desde que se descubrió el fuego, se libraron batallas con ella y se aprendió a usar para el bienestar, incluso más efectiva que algunas medicinas. Mi control sobre una fuerza descomunal es señal de ello—respondió, saco una caja de cartón y la puso a disposición de Carter—. Vamos, puedes comer un poco de lo que hay ahí.
Carter no hizo más preguntas, su mente estaba abrumada por la información e incluso le pareció ridículo ver hombres primitivos controlando el fuego.
Abrió la caja de cartón y de su interior saco una barra, la olió y reconoció el aroma del chocolate y el amaranto. La devoró con felicidad. El sabor era increíble y recordó muchos dulces del mundo de dónde venía. Brand lo miraba con orgullo y le reveló que era un receta suya. Carter halago su habilidad culinaria y continuo comiendo con más calma.
Carter estaba sentado en la cama de su habitación prestada cuando recibió prendas de manos de Brand. Había salido al local de ropa más cercano sin decírselo a Carter mientras éste se distrajo antes hablando con Lia en la habitación de su madre.
Carter agradeció y una vez quedándose solo en la habitación se vistió y miro fuera de la ventana. Sonriendo finalmente, le pareció cómico que su mentira lo haya llevado ahora hasta este punto. Comenzó a cuestionar de dónde provenía su cuerpo, si es que era alguien vivo antes de caer y como había sucedido su retorno a la vida. Una risa nasal se le escapó y estaba decidido a investigar más sobre el mundo al que acababa de llegar.
Ya vestido, salió de la habitación y camino lentamente por gran parte de la casa sin escuchar ruido alguno. Quería llamar a alguno de los hermanos pero se sentía apenado y mejor fue hacía la puerta de la casa y salió afuera. El cálido sol le golpeó el cuerpo entero y dió un perspectiva casi mística al pueblo entero que se dibujo frente a él. Miro alrededor y noto una especie de cobertizo a la izquierda de la casa. Camino hasta allí percibiendo diversos ruidos y vio a Brand tratando y limpiando la piel del oso.
—Brand, necesito decirte algo—vociferó en el marco del cobertizo.
—¡Ah, Carter! Te han quedado bien esas prendas—respondió.
—También de ello quería hablar. Necesito pagartelas... Pero eso no es lo importante. No recuerdo nada. No me siento como alguien con magia. He olvidado gran parte de ello—expreso su mentira con un tono serio y un ceño que delataba preocupación.
Brand quedó sorprendido por lo que había escuchado. Paro su trabajo y empatizando con Carter hablo largo rato sobre la situación, dijo que no era necesario que pagará sus ropas, pero que si necesitaba algo de dinero podría encontrar un trabajo justo. Concordaron en ello. Hablaron sobre la magia de Brand y de otras cuantas personas con habilidades mágicas en el pueblo.
Estaba impresionado por las revelaciones. Me contó un antiguo relato que se imparte por todo el continente, y al parecer, toda persona nacida en éste mundo recibe dones mágicos de algún ser divino, parece que aquí es normal ver actividades mágicas, instituciones encargadas de ello e incluso objetos mágicos que, según el relato de Brand, fue hace 200 siglos que los hombres encontraron la forma de impregnar objetos con magia. Dichos objetos pueden ser usados en situaciones de emergencia, siendo la mayoría de los producidos de carácter sanador. Pero sin duda lo que más me llamo la atención fue la otra cara del relato: cuando un bebé nacía sin los dones, se creía que las personas a su alrededor estarían malditas para siempre e incluso pueblos enteros si no se deshacían del crío. Parece ser que muchos de éstos niños fueron abandonados en las inmediaciones de un bosque denominado "El bosque de los Inutos" donde se descubrieron rastros de algún ser mitológico y demoníaco que en un acto de bondad increíblemente extraña, cuida de ellos; y desgraciadamente, debido a la influencia del ser, cada infante con el tiempo parece perder la poca humanidad de la que eran dueños. Me narro la historia de múltiples exploradores de dicho bosque basto, con kilómetros de follaje verde pálido y nebuloso. Exploradores que jamás regresaron y otros que simplemente volvían a la civilización para dejar su testimonio plasmado en hojas y acabar con su vida en un estado casi hipnótico. Y sus testimonios narraban la historia de los Inutos, aquellos infantes abandonados y víctimas de la satanización que los hombres describían con un aspecto demacrado, de hambre voraz, jorobados y un rostro caído y con aspecto de pez: grandes ojos, labios depresivos e inflados y a veces el cráneo que se podía ver a través de sus cabezas derruidas por el efecto demoníaco.
La historia era sumamente fascinante, y Brand me confirmo que a veces su madre solía asustarlo con esa historia en su infancia antes del nacimiento de Lia.
Parecía un mundo fascinante. Pero Brand dijo no saber dónde se ubicaba el bosque.
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Caía la noche y Carter, acompañado de una luz de vela que Lia le brindo antes de ir a dormir. Leía párrafos de diversos libros con el objetivo de conocer más acerca del mundo en el que estaba. Tomos increíblemente grandes con símbolos que, impresionantemente, podía leer, pentagramas e ilustraciones de ciudades cercanas al pueblo donde estaba, que ahora se enteraba que tenía el nombre de "Ra'aft".
Leía insaciablemente y abordado por decenas de términos y párrafos a veces proféticos, escritos que cuestionaban el origen de éste mundo, el desconocido nacimiento de la magia y la carrera de múltiples países de éste continente por explorar los mares y bosques insondeados por completo; sobre los antiguos hombres que podían leer las estrellas, comunidades extintas de individuos excepcionales en el manejo de la magia y de las instituciones que instruyen en el manejo de la magia y que buscan encontrar candidatos sólidos y fieles para proteger sus tierras y a sus gobernantes.
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